𝐨𝐧𝐜𝐞
¿Quién es el enemigo?
Lo aferraba, lo aferraba fuertemente a mi, mientras que le daba leves brincos a su cuerpo. Acariciaba su espalda, intentando calmar su sollozo. Recordaba, recordaba como ella me envolvía en sus brazos, como acariciaba mi cabello y me calmaba con solo esbozar en mi oído un tono de paz. El amor que me dejó, aún perseveraba en mi. Ese amor, ese que recibí de ella, estaba reflejándose en el gran amor que tenía por mi hijo. Uno inexplicable, un aferró del que no podía liberarme, ni aunque quisiera. Parecía ser que su sollozo, esa angustia que sentía desde que despertó espontáneamente antes del amanecer, se desvanecía por mi calma. Aunque sintiera ese vacío por su ausencia, ese dolor impotente de no tenerla, podía recordarla. Podía recordar el amor de una madre que me hizo sobrevivir, sobrevivir en un mundo cruel, en una esquina oscura de un burdel, donde solo éramos y yo. Aunque tuviera la imagen de su cuerpo frío, pálido y inmóvil, también sostenía la imagen de su bello rostro, de esa sonrisa genuina que me brindaba cada mañana cuando llegaba cansada y agobiada por darme un mundo mejor. En esos días, ella siempre me abrazaba, me calmaba dándome lo único que podía tener para mi, amor, un amor cálido y verdadero, que me hizo escaso de emociones cuando se fue, pero ahora, era gracias a eso que podría saber lo que era amar a un hijo. Bese la frente de Liam, viendo como sus ojos aún estaban abiertos. Intentaba de agarrar el pañuelo blanco amarrado en mi cuello, pero se lo impedí, intentando de inmovilizarlo para que pudiera dejar de pelear con el sueño, para que pudiera cerrar sus ojos y descansar.
—Liam, no sabes cuánto papá te ama... —murmuré, esa pureza de mis palabras, ese sentimiento que me abrazaba en las noches frías, era el amor por mi hijo.
—Levi.—me giré, observando en el margen de la puerta a Adeline, quien yacía con aquella chaqueta marrón, con la insignia de la legión, añadiendo a que tenía una camisa blanca y unos pantalones ajustados con las nuevas correas del equipo de maniobras tridimensionales anti personas; Adeline lucía espectacular en ese uniforme de la legión, y más cuando tenía su cabello amarrado en una alta coleta, dejándome ver todas sus facciones faciales.—La carreta ha llegado.—expresó ella, mirándome detenidamente.
—¿Qué harás cuando busque a Zeke Jeager?—le pregunté, viéndola con unas sábanas, las cuales le pertenecían a Liam.—¿Lo llevaras para que Eren lo conozca?—miré como ella se acercó, por lo que pude ver como observó al bebé, quien tenía sus ojos cerrados.
—Si.—indicó.—Luego, lo traeré aquí con Grace. Se que ella se podrá hacer cargo, mientras intento resolver todo desde el interior de la realeza con Darius.—me decía, acariciando el cabello lacio de Liam.—Debe estar esperando que tome acción, al igual que el comandante Pixis. Nos reuniremos, veremos que haremos con todo esto.—contaba, mientras que me acerqué a ella, intentando de abrazarla con mi brazo libre, besando con suavidad su cabeza.
—Te amo... —indique, sintiendo como ella me abrazaba, como nos abrazaba con fuerza, ese amor de madre que ella sentía por Liam, era uno igualmente inexplicable que el mío.—Necesito que cuando termines, vuelvas con Liam.—pedí.
—No voy a dejarte solo con Zeke.—mascullo, en medio de aquel abrazo, dejándose sentir la bruma de tristeza y agobio por esta separación.
—¿No confías en mi?—le pregunté, con mi cabeza recostada en la suya, viendo como ella aún acariciaba el cabello de Liam.
—No confió en él.—artículo, distanciándose con un semblante serio y frío.—Levi, hay algo que debo decirte.—me miró fijamente a los ojos, con mucha frialdad, dejándome sereno, mientras observe en el margen de la puerta, a alguien observándonos.
—Elian, ¿qué haces ahí mocoso?—le pregunté, viendo como se quedó escondido de una manera tímida mirándome.—Ven, ya que.—le exclame, viendo como tenía sus dedos en la boca, y se acercó a mi tímido, hasta que abrazó mi pierna.
—Mamá está abajo.—murmuró, de una manera fluida, y es que, Elian era bastante inteligente para tener solo cuatro años.—Tío.—añadió, mientras que tú como Adeline sonreía, viéndole.
—Creo que alguien está celoso.—expresó Adeline, viendo como Elian fue caminando hacia ella, por lo cual esta lo elevó para ponerlo en sus piernas.
—O no... —respondió Elian, Adeline se acercó a su mejilla, dándole un beso, pero Elian disimuló su sonrisa risueña.
—Serán grandes amigos cuando crezcan.—le decía Adeline, viendo como Elian miraba a Liam dormido en mis brazos.—Así como tu papá lo fue con Levi.—expresó, haciéndome tensar en cuanto miré a Elian, su parecido con Erwin me helaba la piel.
—Vaya, es que lo veo y no lo creo.—levante mi mirada, viendo como Grace se cruzaba de brazos, observándonos desde el margen de la puerta.—Disfrútalo, cuando crecen, es una conmoción horrible.—murmuró ella, observándome cargar a Liam, quien estaba dormido.
—¿Nos acompañarás al distrito?—le pregunté, ella asintió.—¿Donde está Leandra?—añadí, curioso ante la ausencia de su inquilina.
—Está afuera, dice que Adeline no la deja entrar.—comentó, por lo cual observe a Adeline quien evadió mi mirada.—¿Nos vamos? Quiero buscar una copa de vino.—expresó, alentando a Elian para que caminara atrás suyo, y este rápidamente se dirigió a ella.
—¿Hasta cuando tendré que soportar esas niñerías tuyas y de Leandra?—le pregunté a Adeline, viendo como ella recogía un bolso donde habrían suministros para Liam.
—Cuando muera.—dijo fríamente, soltando un suspiro, por lo cual apreté su brazo deteniéndola.
—¿Qué ibas a decirme?—pregunte, viendo como ella se tenso, y es que, detrás de esa mirada afligida, había algo más.
—Nada, olvídalo.—musitó, distanciándose de mi.—Vámonos.—me pidió, por lo cual camine suavemente sosteniendo el cuerpo de Liam.—Levi, deja tu anillo, no quiero que lo vayas a perder, por favor.—dijo, por lo cual asentí.
—Oye Grace, no beban de ese maldito vino cuando lleguen al distrito.—pedí bajando los escalones, viendo a la rubia con cabello suelto esperándonos en la entrada de nuestra casa.
—No seas agua fiestas.—musitó ella, acompañándonos hasta la salida, por lo cual observe la carreta.—Tú sigue bebiendo tú té.—opinó; pero solo dirigí mi mano a su cabello, acariciándolo con algo de brusquedad.
—Solo procuró por ti, apestosa.—expresé, viéndola impresionada por mi corto afecto de cariño hacia ella, pero es que Grace era especial e importante para mi.
Ella me sonrió de lado, mientras que me quede serio, esperando a que ella se subiese en la carroza. Le permití acceso, quería sostener a Elian, pero ante sostener a Liam en mis brazos, fue Adeline quien lo ayudó. Esta, chocó miradas con Leandra, quien apartó un lado para que el pequeño se sentara entre medio de ella y su madre. Elian, de manera contenta se abalanzó a Leandra, molestándola, y ella tan solo inexpresiva aceptó que él jalara su trenza. Esta suspiro, bajando la cabeza para aceptar que este jugase con ella. Yo también baje la cabeza, para observar cómo Liam aún estaba adormecido en mis brazos. Lo tape con su grisácea sabana, aquella que Hange había traído para él cuando nació, a penas unos días después de su repentino nacimiento, Liam fue privilegiado con obsequios de todas las personas a nuestro alrededor, a pesar de haber nacido en Marley, él seguía siendo parte de Eldia. Sus pequeñas manitas estaban levantadas, sin duda era algo inexplicable, este sentimiento que sentía, me hacía verlo con tanto detenimiento, sin que pudiera cansarme de hacerlo. Entendía ese sentimiento, ese que agobiaba a Grace ante el pasar del tiempo con Elian, y es que, desearía que fuera así para siempre. Pero se, que llegara un día que será como esos chicos, esos a los que aún se agarran de mi mano en las peores dificultades, se que ese día llegará con él, pero la diferencia de todo es, que aunque ellos me suelten, yo no puedo soltarlos, porque a pesar de que no sean míos como lo era Liam, seguían siendo una gran parte de mi. Quizás, era por eso que aún la ausencia de Sasha parecía seguir afectándome.
Me afectaba. El saber que su vida había culminando, me afectaba. Ella era una niña diferente, genuina y muy carismática, a pesar de que parecía abrumarme y fastidiarme, deseaba que hubiera tenido que ser de otra manera. Restregué mis ojos. Sabía que Adeline me miraba detenidamente en medio de aquel silencio, pero es que yo tampoco podía dejar de pensar, ¿en qué está pensando Eren? No lo conocí de esa manera. Él no era así, quizás todo este tiempo me engañe, creyendo que él era de esa manera, pero no lo vi venir. Yo nunca lo vi venir, siempre fui observador y basado a todas mis experiencias podía presentir lo que pasaría adelante, pero esta ves, Eren se nos fue de las manos con todo lo que nunca imaginamos que sucedería. Lo único que podía pensar en este momento para abastecer mi impotencia, era cuando él estaba en aquel viejo cuartel con su cabeza baja, sosteniendo un trapeador. En aquel entonces, todo era diferente y lo único que Eren tenía por objetivo, era esforzarse por salvarnos de la humanidad. Baje la mirada, quizás, eso fue lo que esto nos costó, él hacerle creer que él sería nuestra salvación. ¿Fue nuestra culpa que le pusiéramos en sus hombros ese pensamiento? Me sobresalte, estaba tan sumergido en mis pensamientos que no me percaté en cómo Adeline estrechaba sus manos tapando con la sabana a Liam, quien se removía. Observe la mano de ella, en donde su dedo yacía una hermosa argolla. Ella me miró, sus ojos color avellana me miraron con detenimiento, sutilmente me sonrió, una sonrisa cálida, pero pude notarlo, forzó ese sentimiento.
—Grace, Hange te comento que creía que Yelena y Eren tuvieron una conversación que lo forjó a recrear ese plan de atacar Marley, ¿no es así?—le pregunté a la rubia delante, quien extrañada me miró.
—Si, pero es solo una suposición. No sabemos si Eren fue manipulado por Yelena o Zeke.—respondió Grace.—Aún no han inmovilizado a todos los voluntarios, pero se que Pixis se está encargando de la línea central que manejaba Yelena.—añadió.
—¿En qué momento ella pudo haber hablado con Eren? Se suponía que no pudiera tener ningún tipo de reuniones secretas con los voluntarios de Marley, ¿cuando pudo suceder esto?—se preguntó Leandra a su lado, con un tono frío y sereno, por lo cual analizando todo eso, solo pensamiento se esclareció en mi mente, sintiendo la carreta detenerse.
—Adeline.—la llame, mirándola de reojo, viendo como ella evadía mi mirada.—Dímelo, ¿tú permitiste que Eren y Yelena tuvieran una reunión secreta?—un silencio se creó, uno que se volvió incómodo en cuanto ella me miró finamente, su boca se entre abrió, Adeline sabía que le conocía.—¿Era eso lo que ibas a decirme?—volví a preguntar, viéndola apretar con fuerza su puño, dejándome desconcertado.
—Levi.—Grace me llamo con la misma actitud que me trascendía, ella estaba desconcertada por mi acusación, pero antes de que Adeline pudiera continuar hablando, las puertas de la carreta se abrieron.
—¿Por qué tantos soldados?—se preguntó Leandra, observando por la puerta abierta, dirigí mi mirada a Adeline y como en silencio bajo de la carroza, por lo cual cometí la misma acción, había mucho bullicio entre las personas.
—¡Eren Jeager es la salvación de Eldia! ¡Eren Jeager es la salvación de Eldia!—me detuve en seco, observando varias personas delante del cuartel, gritando entre grandes bullicios aquella oración.
—¿Qué está pasando?—se preguntó Leandra, observando desde afuera de los portones como la gente se multiplicaba entre sí, con esos mismos gritos.
—Maldita sea, son muy ruidosos.—exclame en cuanto empecé a ver cómo Liam se removía, modesto e incómodo.—Van a levantar a mi hijo.—murmure, intentando de aferrarlo a mi, pero él tan solo esbozó un fuerte sollozo.
—Reina Adeline, le recomendamos que se adentre al cuartel, la gente esta revoltosa hoy.—opinó un policía militar, acercándose a nosotros, por lo cual alenté a que Grace junto a Leandra, quien sostenía de la mano a Elian, se adelantaran para ir detrás de ellos.—Parece ser que están molestos por la encarcelación de Eren Jeager.—decía, dándonos el paso al interior del cuartel, dejando de escuchar esos bullicios tan intensos.
—Vaya, creí que nunca llegarían.—esa voz me hizo hervir la sangre en un solo momento, haciéndome sentir sumamente tenso.—Empezaba a sentirme sobrio, a pesar de tener tanto vino alrededor, soy más de un hombre de café. ¿Y tú, Levi?—lo miré detenidamente, esa manera de hablar tan burlona, era digna para un payaso como él.
—Grace, vámonos.—le pidió Leandra a esta, quien pareció helarse en cuanto lo vio, tapando a su hijo, para que Zeke no pudiese verlo.
—Es un hermoso niño. ¿Como te llamas pequeño?—le preguntó, creando un ambiente tenso, y sumamente agrio.
—Elian.—respondió.—Elian Smith Arlert.—detalló, haciéndome ver cómo Grace no dejaba de mirar fijamente a Zeke, esa mirada vacía solo distinguía lo fuerte que ella podía ser en soportar verlo ahí, tan sereno.
—Diviértete, hazlo mientras puedas. Tú día llegará, como le llego a él.—expresó Grace, quien con sus manos temblorosas, apretaba sus dientes, aunque Zeke se quedó en silencio por su comentario, esta sólo dejó sus músculos aflojarse con alentador tacto de Leandra, quien miró de reojo a este hombre.
—Solo hice un cumplido. ¿Qué tiene eso de malo?—se preguntó bastante desconcertado, manteniéndose con sus manos esposadas.—Vaya Levi, verte también en esa posición, es algo extraña para una persona tan fría e inexpresiva como tú.—comentó, mirándome detenidamente.
—¿Empacaste todas tus pulgas? Tengo algo de prisa. No pude desayunar, y eso ya me tiene molesto.—musité, viéndole detenidamente.—Además, estoy ansioso de que pasemos tiempo juntos, lejos de este escandaloso lugar.—Zeke me miró con seriedad, su sonrisa se esfumó.—¿Ya no te parece gracioso, barbudo?—pregunté.
—¿Sabes Levi? Siempre me decían, que quien ríe ultimo, ríe mejor. ¿No te parece Adeline?—él dirigió su mirada a ella, por lo cual la observe tensa y sumamente seria.
—Me parece que estás entrando en confianza, y eso no me agrada para nada.—le respondió ella, de una manera fría, yo sentía como Liam se removía de mi, quería bajarse.
—Creí que estábamos entre familia. Después de todo, Eren es mi hermano, tú eres su hermana y, bueno, Grisha te crió como suya.—indicó.—Además, nuestro objetivo es liberar a Eldia. Con eso, salvar a Eren.—añadió, por lo cual alenté a los policías militares detrás suyos a levantarlo.
—Eres hermano de Eren, pero no mío, como Grisha tampoco era mi padre. Y lo único que quiero, es que toda esta mierda se acabe.—infirió ella, viéndole a él simplemente mirarla de reojo en cuanto paso por nuestro lado, dirigiéndose a la puerta, donde un gran silencio se volvió a centrar entre mi y ella, a quien mire detenidamente.—Aquí nos separamos, ¿no es así?—me preguntó, haciéndome sentir culpable por su decaída expresión.
—Y no sabes cuánto me duele que sea así.—afirme, arrodillándome en el suelo para dejar que Liam se sentara en este, pero sé que intentaba levantarse.—Bien mocoso, intentémoslo antes de que papá tenga que irse.—le pedí, dejándolo levantado, viéndole como parecía aplaudir.
—Vamos, ven con mamá.—le pidió ella, cautivándolo con su voz, y es que, ella era su luz.—Vamos Liam, ven.—pedia insistente, él se mantenía de pie, caminando hacia ella, haciéndome sentir mi corazón palpitar rápidamente cuando camino correctamente, hasta que abrió sus brazos y se abalanzó hacia ella.—¡Bien, bien mi amor!—exclamó ella contenta, con sus ojos humedecidos y boca entre abierta, lo apretaba y abrazaba con fuerza, levantándolo del suelo y en sus brazos.
—¿Qué pasa?—le pregunté acercándome a ella, viéndola sonreír pasmada, mientras que Liam tocaba la coleta de Adeline.—No te emociones tanto.—pedí, limpiando las cortas lágrimas que derramo por este momento emotivo que sin duda disfruté.
—Esto me trae recuerdos, un bonito recuerdo.—musitó ella, observando a Liam.
—Oye, oye, quítate eso de la boca.—le saque a Liam el cabello de Adeline de su boca, viendo como el pasmado me miró, acogiéndose a ella como si quisiera esconderse de mi.—Adeline, si las cosas se ponen mal, recuerda que lo único que debes hacer, es ponerte a ti y a Liam en un lugar seguro. ¿Lo entiendes, verdad?—pregunte, pero ella no asentía.—Contigo, llevas a Grace y Elian, busca a tu hermana y quédate junto a ella. Con ustedes, tendremos más esperanza de manipular la situación en un futuro.—decía, mirándola fijamente a los ojos.
—No tiene que ser así.—me dijo, bajando la mirada para observar cómo Liam intentaba nuevamente coger su coleta, pero yo obstruí su vista distanciando la coleta, viéndole a él fruncir el ceño, maldición, ese carácter, no podía lidiar con alguien como yo en unos años.
—Pero así debe ser.—inferí, fríamente.—Yo soy el capitán, ellos creen en mi, yo los dirijo y les muestro la verdad. Tú eres la reina, les limpias el camino y les das la esperanza, debemos hacer lo que nos corresponde.—decía, pero Adeline tan solo tenía la cabeza baja, observando a Liam mover sus manos en el aire.—Mírame.—le pedí, levantando su mentón con delicadeza.—Volveré por ti y por Liam, estaremos bien.—dije, acercándome a ella para darle un suave beso, abrazándola de lado con fuerza.
—¿Y si no vuelves?—me preguntó, con una voz cortante, estaba fría, podía sentir su carácter.
—Yo sé que vendrás por mi. Y aunque quieras hacerlo, debes prometerme que no lo harás.—le dije, mientras me acerqué a Liam dándole un beso en la cabeza, él busco mi mirada, pero me iba distanciando de ellos con pesar.
—No lo voy a prometer.—afirmó ella, viéndome irme lejos, y es que, siempre que eso sucedía, las cosas nunca terminaban bien.
—Por eso me enamoré de ti.—le dije, viéndola sonreír pasmada.—No pierdas el anillo, cuando regrese haremos esa ceremonia que tanto querías.—indique, viéndola asentir, para ver cómo Liam estrechaba sus brazos hacia mi.
—Pa-Papá.—expresó entrecortadamente, haciéndome detener en seco para mirarle, fue un bombardeo intenso en mi interior cuando él me llamo, procurando mi presencia, esta era la parte más difícil.
—Por favor, no hagas una locura... —murmuró ella, antes de que pudiera salir, viendo nuevamente la iluminación del sol.
La gente estaba ahí. El bullicio continuaba, mientras que la policía militar resguardaba el cuartel. Lo veía exclamar fuertemente las mismas palabras anteriores, desgarraban sus gargantas, levantaban sus manos, pero lo que me dejó anonadado fue cuando consagraron sus corazones por la firmeza de sus creencias. Fruncí el ceño, girándome para observar la puerta por donde salí. Este era el momento que más te hacía mentalizarte, el momento en que decidías si debías continuar, o dar marcha atrás, pero a este punto, ya no podía desistir, ni siquiera rechazar. Apreté con fuerza las cuerdas de mi caballo, impulsándome para sentarme encima suyo. Viendo como algunas miradas se enfocaban en mi, miradas llenas de esperanza mientras que dirigía en aquella carreta, al hombre en quien debíamos confiar la salvación para nuestro pueblo. Yo no confiaba en él, y aunque hubieran razones para hacerlo, yo nunca lo haría. Era su manera de ser tan precavida, que te hacía dudar en ese mismo instante que le reconocías. Zeke Jeager fue criado bajo la ignorancia de un adulto ignorante, era por eso que logró llegar hasta aquí, con la idea de que su pensamiento era correcto. Pero, yo nunca sabré lo que es correcto o no, el problema aquí que solo sabríamos si es así, cuando decida tomar una decisión para su elección y algo me decía muy en el fondo, que cuando decidiera mirar atrás, ya no habría camino para volver.
—¿A donde lo llevaremos capitán?—uno de mis subordinados se acercó, mirándome con detenimiento, él cargaba una caja llena de ese maldito vino.
—A un hotel cinco estrellas donde podrá columpiarse como el apestoso mono que es.—expresé, observando el vino.—Ese maldito bufón... —musité, para empezar analizar su extraño compartimiento delante de Adeline.—Al final, igual te voy a matar. Se lo prometí a un viejo amigo, hace cuatro años... —expresé, respirando hondo mientras mire al cielo, sintiendo mi verdosa capa removerse con la brisa del viento.
──
Próximo capítulo: Hermanos.
Mientras que Levi recluta a sus soldados en guardia para proteger la custodia de Zeke, Adeline intenta de esclarecer una situación en el distrito.
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