Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐝𝐨𝐬

El día que todo cambio.
Cuatro años atrás, después de la restauración.

Todos íbamos alineados, levantando una gran bruma de polvo mientras nuestros caballos recorrían encima de esa tierra arenosa. Levantaba la vista, la gran iluminación del sol opacaba mis párpadas, impidiendo que pudiera mirar el cielo azulado, estaba despejado de nubes blancas. Pero era así, luego de un año esperando por las flores y el renacimiento de ellas, la temporada de calor estaba llegando a nuestros hombros, penetrando nuestros uniformes. La calurosa brisa removía mi cabello, también mi verdosa capa, manteniéndome adelante de esos soldados que seguían mi paso, y el de la mujer adelante de mi. Podía ver la formación de sus anteojos estando sostenidos en sus orejas, también su coleta removerse con la brisa. Estaba muy concentrada en querer llegar a ese irreal lugar el cual objetivamos por un año, antes de llegar a él, pero parecíamos estar más cerca que nunca. Ese lugar a donde íbamos, nos mantenía a todos en tensión debido a su misterio. Desconocíamos de sus recuerdos naturales, aunque en los libros se describiera con cada detalle, no parecíamos confiar en lo que se nos ocultó por mucho tiempo dentro de esos grandes muros, pero el joven que iba a mi lado, de azulados ojos, iba esperanzado con la mirada adelante, creyente de que todo su sueño, se volvería real en este momento. Aunque, muchos no pudieran acompañarnos hoy, bastaba con que nosotros los lleváramos en nuestros corazones, porque se que a él le hubiera encantado llegar hasta aquí, y a esa chica de ojos color avellana, también.

Bajamos la velocidad, apreté las cuerdas del caballo en cuanto empecé a ver varias rocas, mientras que distinguía un leve muro de cemento. Todo empezaba a concordar con los detalles que Eren nos brindó hace mucho tiempo atrás, él iba siguiéndonos, con su cabello alargado y mirada opaca, pero había accedido venir, porque era él a quien necesitábamos aquí para confirmar que lo que estábamos apunto de ver, era lo que había visto en alguna memoria. Todo se puso lento, incluso el andar de mi caballo cuando subí por esa pequeña colina de un césped verdosos y frondoso, sintiendo la leve brisa fresca volver a golpear con mucha suavidad mi rostro. Me quede aturdido, detenido en ese borde frondoso, observando con cada detalle como un gran y extenso lago parecía estar delante de nosotros. Un gran borde de arena lo rodeaba, pero, el hecho de que las aves volaran alrededor y que el cielo se reflejara en esas extensas aguas, lo hacía ver sacado de un gran cuento, uno que nos hizo quedar en silencio para contemplar lo que estaba por delante. Algo que nunca habíamos visto, que no creíamos que existiría, pero era así, estábamos aquí. Nadie pareció acceder a nada, hasta que Hange se bajo de su caballo con cuidado, queriendo observar todo a la palma de su mano. Estaba igual de cautivada que los demás, parecía examinar todo, cada pizca de arena, todo ante su mirada.

—Hange, no te precipites.—le pedí fríamente, viendo cómo aquel parche adornaba la ausencia de su ojo izquierdo, ella solo miraba el césped, y tocaba algunas pizcas de arena que yacían ahí.—Mierda.—murmuré, sabiendo que todo se le había subido a la cabeza en un momento.

—Acomódense. Hay que explorar.—musitó ella, abrumada por todo lo natural que estaba procediendo a su alrededor, en cómo esa agua llegaba al borde de la arena, remojándola, todo parecía tener una gran secuencia que no entendíamos.—Tengan mucho cuidado.—pedia ella, examinando todo el lugar, pero sin duda la menos que tendría cuidado era ella.

—Vaya... esto es impresionante.—escuché la voz de Jean, a quien veía bajar de su caballo, al igual que los demás, de una forma lenta y con precaución ante un lugar tan desconocido como este.—Armin, ¿qué te parece?—le preguntaba este, pero aquel joven de azulados ojos, no podía expresar ni una sola palabra que describiera su sentir, estaba cautivado.—Esto es, como un gran sueño.—continuaba musitando, observando todo.

—Con cuidado. Intenten de no tocar nada.—pedí fríamente, observando cómo ellos de una manera precipitada bajaban por la colina, deslizándose, pero Connie había sido el único que decayó, haciendo que Sasha riera pasmada junto a Jean.

—No puedo creerlo.—murmuraba Leandra, quien bajaba con cuidado junto a Hange, pero me quede observando cómo Eren, aún con esa mirada opaca, se mantenía en su caballo.—¿No vienes?—le preguntó ella, con su cabello en una trenza de lado, observando cómo Eren con vagues se bajaba del caballo, donde Mikasa le esperaba aún lado, pero yo, decidí deslizarme con mucha precaución por esa colina arenosa, viendo como los chicos se desajustaban sus capas.

—Leandra, dije que con cuidado.—recalque, viendo como ellos se comportaban como todos unos bichos raros, pero era entendible, eran unos mocosos.—Estas son las consecuencias de que Hange esté tutelándolos todo el tiempo.—comente, observando cómo aquella mujer no parecía tener limitaciones, estaba emocionada, más que ellos mismos.

—Levi ayúdame, por favor.—levante la mirada, observando cómo Grace me miraba fijamente, extendiendo sus brazos, para que así yo pudiera sostener a ese bebé de unos profundos ojos, donde en ellos, podíamos ver el mar.—¿Qué te parece?—se preguntaba Grace, mirando a su hijo, quien mantenía sus ojos abiertos grandemente, era todo un pijo.—Es grandioso.—musitaba ella, examinando todo a su alrededor, mientras que camine atrás suyo, sosteniendo a ese pequeño en el que podía ver los ojos del hombre que no podía olvidar, ese que consagró su corazón para mantenerme aquí.—Elian, observa.—le pedía Grace, a ese pequeño de un año, quien desconocía lo que veía, simplemente se aferraba a mi, escondiendo su cabeza en mi cuello.

—Si en unos minutos no lo sostienes, voy a lanzarlo con los demás mocosos.—musité seriamente, viendo como Grace denegaba con una sonrisa de lado, acariciando la espalda de Elian, el hijo que había podido concebir, el regalo más preciado que pudo obtener del hombre que amaba.

—No lo harás.—afirmó ella, mientras que me mantuve con una fría expresión, agachándome para ver cómo Elian ponía sus pies en la arena, removiendo sus dedos entre ellas, era un bebé muy silencioso, a diferencia de lo escándalos que eran esos jóvenes delante de mi.

—Está fría.—indicó Leandra, quien por primera vez en mucho tiempo, sonreía ante sentir como esa agua remojaba sus tobillos, ella me miraba sonriente y algo pasmada.—Pero se siente bien.—exclamaba.

—¡Ah, sabe horrible! ¡Está salada!—exclamaba Jean, cubriéndose los ojos mientras que Connie y Sasha reían atrás suyo, para así, yo observar cómo Hange exclamaba contenta mente.

—¿¡De verdad todo esto es agua salada!?—se preguntaba ella, tocando el agua mientras remojaba sus pies.—¿Hay algo aquí?—se preguntó ella, inclinándose en el mar.

—¡Oye, Hange! No lo vayas a tocar, podría ser peligroso.—le decía, para observar cómo Elian tocaba la arena con sus manos, Grace lo observaba detenidamente, yo lo aguantaba.

—Desearía que ellos estuvieran aquí para verlo.—murmuro ella, inclinándose, para tocar el borde del mar, remojando sus manos.—A él le hubiera encantado... —musitó entristecida, para así, yo levantar a Elian, y limpiarle sus manos.

—No, no hagas eso. Puedes ahogarte y morir, y no queremos que mueras.—le dije yo, sacándole la arena de su lengua, como si ese pequeño bebé de cabello rubio pudiera entenderme.—Leandra, no bebes eso. Puede ser venenoso.—le pedí a la chica del mismo color que se reflejaba en el mar, ella parecía beber del agua, pero una nueva esclareció que fue un error.

—¿No es hermoso?—levante mi mirada, observando a Armin, a quien veía desde la espalda, parecía dirigirse a Eren, quien también yacía de espalda, observando el horizonte.—¿Lo ves? Te lo dije Eren.—se dirigía a él, pero Eren no se daba media vuelta, incluso aunque Armin expresara la emoción en sus palabras.—Un lago tan grande de agua salada que los comerciantes no podrían desatarlo ni en una vida entera.—detallaba, como aquella noche, donde estaban todos juntos, deseando que este anhelo se volviera realidad, me quede inmóvil, escuchándole.—Todo lo que conté, era cierto. ¿Lo ves? Era cierto.—continuaba diciendo Armin, han animado y soñador, con esa suave y tenaz voz.

—Si, es inmenso.—le respondió Eren, pude escucharlo desde esta distancia con frialdad, mientras que el mar continuaba mojándoles sus pies, yo me mantenía distante, hasta que me levante del suelo para ver cómo Grace sujetaba con fuerza a Elian, inclinándose junto a él en el borde de la arena, donde el agua tocaría sus pies y él sonreiría, captando la atención de Armin, quien lo miró sonriente.

—¡Eren, has visto más allá de los mur...

—Esta el mar.—me quede serio, denotando cómo Eren no había permitido que Armin se expresara.—Y más allá del mar, está la libertad. Eso es lo que siempre he creído, pero no es así.—musitaba de una manera decaída, todos lo escuchábamos.—Más allá del mar está el enemigo, todo es tal y como lo vi en los recuerdos de mi padre.—observe cómo él levantó su mano, señalando algún punto fijo, en donde no se veía nada más que aquel gran lago de agua salada.—Ahí.—afirmó, señalando estrechamente.—Si matamos a todos los enemigos que están allí, ¿podremos ser libres al fin?—se preguntó, tan afligido, tan desilusionado de sus palabras.

Todos nos quedamos viéndole, viendo como Armin dejó caer al mar aquella gran y extraña cosa que sostenía, para colocarse cabizbaja. Eren se quedó dándonos la espalda, el viento removía su largo cabello, mientras que cada uno de ellos les miraba afligido, sin saber el costo de ese día y en cómo él, había apagado su humanidad por completo. Observe cómo Leandra lo miró desesperanzada, como si entendiera la perdición que había en sus ojos, incluso en sus palabras, pero no nos quedó más remedio que someternos a lo que él traería con sus propias manos. Ese día no lo entendimos, muchos no lo vieron, pero a excepción de mi, yo si pude notarlo. La esperanza, la esperanza que vivía con Eren a través de los años, se había vuelto una bruma de oscuridad y decepción, una con la que él no podía cargar. Deje de mirarle, deje de mirar a ese niño a quien guíe. A ese por el cual me responsabilice en cuidar, pero había cumplido con mi deber, porque Eren había llegado hasta aquí con vida y cumplido con todo lo que debía. Le di la espalda, de la misma manera que él me la daba a mi, para dejarlo en esa bruma desesperanzada que había en sus hombros. Camine lentamente, subiendo con cuidado por aquella colina arenosa, para que mis zapatos pudieran tocar el frondoso césped. El viento volvió a remover mi cabello, haciéndome girar y observarles, pero había algo que no me dejaba estar tranquilo en este lugar, y no era por el hecho de que Eren se estaba perdiendo en si mismo, era porque en este lugar, habían más sueños y anhelos de los que creían. Los ojos color avellana de esa mujer vinieron a mi, haciéndome bajar la cabeza, sabiendo que este era el lugar, este fue el sueño que deseo, ese que perdió en el olvido. Aún la recordaba, aún quería cumplir mi promesa.

—Se lo debo a él.—murmure, mirando al cielo de manera grata, porque no había un día en donde no recordara a ese gran hombre que me dirigió hasta aquí.—Erwin, te lo debo.—volví a murmurar, sintiendo esa agonía en mi interior, esa de aquel día que me perseguía, el día donde no seguí sus órdenes, ese en que lo dejé morir.

──

Próximo capítulo: El primer amor.
La legión de exploración se embarga en querer descubrir más sobre los humanos fuera de las murallas, mientras que luego de un año ausente, Adeline se presenta con noticias para la legión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro