[15]
El día en que volvió a verla, su corazón latió con una fuerza desbordante. Era como si el tiempo se hubiera detenido y todas las emociones que había guardado en lo más profundo de su ser se agolparan en su pecho. Verla tan brillante y amable, como en aquel día en que la perdió, era una mezcla de consuelo y dolor que resultaba casi imposible de ocultar.
A pesar de la sonrisa alegre que ella lucía, pudo percibir perfectamente que ella también experimentaba esa misma oleada de emociones. Fue evidente en el corte de su respiración al verla, en las lágrimas que amenazaban con brotar en sus ojos. Después de todo, ella siempre había sido la más sensible y emocional de las dos, una de las cualidades que más amaba de ella. Era dulce, simpática, alegre, pero también portaba una fragilidad en sus sentimientos.
Ella siempre había estado ahí para proteger a esa dulce niña frágil y alegre. Habían compartido suficientes lágrimas y sonrisas como para que el amor floreciera en lo más profundo de su ser. Amarla con todo lo que tenía se había convertido en una certeza en su vida. Aunque tenía todo lo que podía desear en términos materiales, nada se comparaba con ella. Escucharla, verla, sentir su presencia era algo que ningún objeto material podía igualar. El amor que ella le ofrecía era un tesoro invaluable, mucho más valioso que cualquier cosa que pudiera comprar.
Si tan solo hubiera tenido la oportunidad de adquirir ese amor, nunca la habría dejado ir. Pero el mundo era egoísta, cerrado y cruel. Las circunstancias y las normas sociales les impedían estar juntas, unidas por el amor que sentían. A pesar de todo lo que anhelaban, se les negaba la posibilidad de vivir su amor abiertamente. Era una realidad dolorosa y frustrante que las mantenía separadas, luchando contra un mundo que no entendía ni aceptaba su amor verdadero.
Entre todas las cosas dolorosas que tuvo que enfrentar, una de las más difíciles fue intentar olvidarla. ¿Cómo podría ser posible borrarla de su mente cuando los momentos más felices de su vida habían sido a su lado? Había creído que había logrado dejarla ir, pero en realidad solo había utilizado el dolor que sentía a diario como una cortina para ocultar el recuerdo que más atesoraba.
Cada día, se despertaba con su ausencia pesando en su corazón. Intentaba distraerse, seguir la vida que jamás deseo, pero en lo más profundo de su ser, siempre estaba presente el eco de su risa, la calidez de sus abrazos y la dulzura de sus palabras.
Cada vez que cerraba los ojos, su rostro aparecía en su mente, recordándole lo que había perdido.El dolor se convirtió en su compañero constante, una forma de protección contra el recuerdo que amenazaba con desmoronar su fortaleza. Pero en el fondo, sabía que no podía olvidarla por completo. Era como si su amor se hubiera convertido en una parte inseparable de su ser, como la luna que la seguía por las noches y aún de día allí estaba.
Aunque intentara negarlo, el recuerdo de su amor seguía latente en cada latido de su corazón. No importaba cuánto dolor se infligiera a sí misma, no podía borrar los momentos compartidos, los momentos en los que fueron verdaderamente felices. Ese recuerdo era una parte de su alma que llevaba consigo, incluso si eso significaba vivir con el dolor de la pérdida.
En ese momento, cuando creía que ya no importaba, recibió la noticia devastadora de su fallecimiento. Fue entonces cuando se dio cuenta de cuánto se había engañado a sí misma, de cuánto ella había significado en su vida y de cuánto la había amado en silencio. El peso de la pérdida se hizo insoportable, y los recuerdos de su amor compartido se convirtieron en un recordatorio doloroso de lo que había perdido.
Haberse acostumbrado al dolor la había vuelto de alguna manera inmune a las lágrimas. Había aprendido a ocultar su dolor, a guardar sus lágrimas en lo más profundo de su ser. Pero cuando recibió la devastadora noticia de que ella había sucumbido ante una enfermedad, todo cambió.
La barrera que había construido para protegerse se derrumbó por completo.Nadie pudo entender realmente su actitud en ese momento. Por fuera, trataba de ocultar su dolor, de mantener una apariencia estoica. Pero en lo más profundo de su habitación, en la intimidad de su propio espacio, fue distinto. Ahí, en la soledad de su dolor, permitió que las lágrimas fluyeran sin restricciones. Tanto el amor que sintió al tenerla y el dolor al perderla, tuvieron que ser ocultos.
Lloró y lloró como si aquel acto desgarrador pudiera traerla de vuelta a la vida. Cada lágrima que caía era una expresión de su amor y su dolor, una forma de liberar la carga emocional que había llevado consigo durante tanto tiempo. En ese momento de vulnerabilidad, permitió que el dolor se manifestara sin restricciones, sin preocuparse por ocultarlo o mantener una fachada de fortaleza.Fue un momento de desahogo profundo y doloroso, donde el peso de la pérdida se hizo insoportable.
En un principio, creyó que ya no tendría el suficiente valor para regresar a su ciudad natal. El dolor de la pérdida de su ser querido parecía haberla consumido por completo, haciéndole pensar que no podría enfrentar los recuerdos y las emociones que la esperaban allí. Pero en un momento de claridad, logró apartar esos pensamientos y recordó que había alguien más esperando ver a la persona que amaba.
Al llegar al hospital y encontrarse nuevamente con Yeonjun después de tanto tiempo, una oleada de emociones la invadió repentinamente. Él era la viva imagen de su madre, cada rasgo de su rostro reflejaba la herencia genética que compartían. Al mirarlo a los ojos, tan idénticos a los de su madre, pudo percibir esa misma sensación de calidez que la envolvía cuando estaba con ella.
Soobin probablemente sentía lo mismo.
— Quédate por favor. — le había rogado, luchando internamente con las lágrimas que querían salir de sus ojos.
— Señora Choi. — había soltado el joven en un susurro.
— No lo dejes solo. — pidió de nuevo — Sé que no hiciste nada malo. Aunque no te conozca bien, dudo que seas capaz de hacerle algo a Soobin.
— No creo que sea necesario quedarme, él está con su familia. — dijo Yeonjun.
— Para Soobin tú eres más familia que nosotros. — Era consciente de que Yeonjun había sido una figura importante en la vida de su hijo, alguien en quien Soobin confiaba y apreciaba profundamente.
No culpaba a su hijo por su decisión, entendía que él también había experimentado su propia lucha interna. Sin embargo, no podía evitar sentir que había fallado en protegerlo como hubiera deseado a lo largo de su vida. La carga de la culpa y el arrepentimiento pesaba sobre ella, recordándole las oportunidades perdidas y las decisiones que habría deseado tomar de manera diferente.
— No te preocupes por su padre o Yeji. — sonrió levemente.
— ¿Por qué...? ¿Por qué me ayuda? — Yeonjun expresó su duda, mostrando su incertidumbre. No conocía personalmente a la madre de Soobin, pero había tenido el presentimiento de que sería fría y cruel, al igual que su esposo.
La madre de Soobin suspiró, comprendiendo la confusión de Yeonjun.
— No puedo cambiar el pasado ni las acciones de mi esposo, ni tampoco las mías —respondió con una voz cargada de tristeza—. Pero ya no quiero seguir cometiendo errores. Ya no quiero ver a mi hijo solo cuando hay otras personas en casa. No quiero que Soobin tenga la misma vida que tuve yo. Sé que él no me entiende ni me ama como si fuera su madre, después de todo, nunca estuve presente en su vida. Pero eso no significa que no le desee lo mejor. Él es mi hijo y como madre, quiero que tenga lo que yo nunca fui afortunada de tener. Y no estoy hablando de dinero. ¿Comprendes?
Ella hablaba con sinceridad, buscando transmitir su profundo deseo de cambiar y de brindarle a su hijo una vida mejor. Aunque sabía que no podía borrar el pasado ni el dolor que había causado, estaba decidida a hacer todo lo posible para enmendar sus errores y brindarle a Soobin el amor y el apoyo que merecía. Comprendía que su hijo no la veía ni la amaba como a una madre, ya que su ausencia había dejado una huella profunda en su relación. Sin embargo, eso no disminuía su amor y su deseo de que Soobin tuviera una vida plena y feliz. No se trataba de riquezas materiales, sino de estar presente, de brindarle el cuidado y el afecto que ella misma no había recibido en su propia vida.
Ella buscaba el entendimiento de Yeonjun, deseando que comprendiera su cambio de actitud y su determinación de hacer las cosas de manera diferente. Quería que él supiera que su intención era genuina y que estaba dispuesta a trabajar en conjunto para que Soobin tuviera esa vida que deseaba.
— Tú lo amas, y él te ama a ti. Estuve trece años viendo cómo practicaba día a día con el pincel, Yeonjun y todo lo que pintaba de algún modo me recordaba a ti. — ella confesó y Yeonjun se sintió confundido por las palabras de la madre de Soobin.
— Está bien. — dijo asintiendo y la mujer sonrió.
Aún así, Yeonjun se encontraba en una encrucijada, sin saber si era lo mejor quedarse después de todo lo que había sucedido. Había aconsejado a Soobin que dejaran de pensar el uno en el otro, y ahora se encontraban en esta situación complicada. Yeonjun sentía que el destino los odiaba, como si estuviera jugando en su contra.
La madre de Soobin se había ido, llevándose al resto de la familia con ella. Escuchó cómo les decía que él, Jin y Yoongi ya se habían ido. Ella estaba ayudándolos. La sensación de soledad se hizo más intensa en ese momento.
— No tienes que quedarte — dijo Yoongi, interrumpiendo los pensamientos de Yeonjun.
— Ella me dijo que no lo deje solo. — murmuró Yeonjun sin voltear a verlo.
— Pero ella ya no está, podemos irnos. — dijo seco.
Jin intervino, tomando el brazo de Yoongi como una advertencia silenciosa. Sabía que su amigo estaba siendo brusco con sus palabras. Sin embargo, Yoongi se soltó de un tirón, sin mostrar señales de arrepentimiento.
— Ella no entiende lo mucho que te lastima Soobin. Incluso le teme a su esposo, así que no podrá hacer nada al respecto. Soobin se va a casar con una mujer — dijo Yoongi, y esta vez Jin lo empujó, aunque no con mucha fuerza. Cuando estuvo a punto de regañar a Yoongi, Yeonjun interrumpió.
Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Yeonjun mientras se volteaba repentinamente.
— ¡Lo sé! Sé que se va a casar con una mujer y me va a dejar de nuevo, Yoongi. ¡Lo sé, maldición! — le gritó, liberando su frustración acumulada. — No tienes que recordármelo. Me quedo porque sigo siendo el mismo idiota que sigue amándolo. Quiero verlo bien, quiero que esté bien. Vete tú, yo me quedaré — dijo antes de darle la espalda y alejarse.
Yoongi suspiró pesadamente, acostumbrado a ayudar a Yeonjun a lidiar con su dolor, a pesar de que quien lo causaba era Soobin. Pero esta vez, iba a irse, aunque sabía que no le negaría su apoyo a Yeonjun más adelante.
No pasó mucho tiempo antes de que Yeonjun recibiera la noticia de que Soobin ya estaba despierto. Tragó saliva con dificultad, preguntándose si era una buena idea entrar a verlo. Pero Soobin no tenía a nadie más allí para que lo visitara. Su familia se había marchado, creyendo que Yeonjun no estaba presente. Eso hizo que Yeonjun se preguntara si tal vez ni siquiera habían ido por Soobin.
Decidido, Yeonjun se levantó de su asiento y se dirigió hacia la habitación de Soobin. Entró en la habitación y lo vio acostado, pareciendo vulnerable. Soobin giró lentamente la cabeza hacia él y levantó las cejas con sorpresa al ver a Yeonjun. Tuvo la intención de sentarse en la cama, pero Yeonjun se acercó rápidamente y lo detuvo.
— No, quédate ahí. Estás débil — le recordó mientras se sentaba en la cama, manteniendo una distancia segura.
Yeonjun no podía actuar indiferente con Soobin cuando lo tenía frente a él. Acercó su mano para acariciar su cabello, dejando que sus dedos se deslizaran suavemente hasta el lugar donde había recibido el golpe en la mejilla.
— ¿Te sientes bien? — susurró, preocupado. Soobin asintió y tomó la mano que lo acariciaba, buscando consuelo en ese gesto.
La voz de Yeonjun era todo lo que Soobin necesitaba escuchar, y su calor era todo lo que necesitaba sentir en ese momento. Al tenerlo allí, se dio cuenta de lo bien que se sentía, a pesar de todas las dificultades que habían enfrentado.
— Bin, ¿qué pasó? — preguntó ahora Yeonjun, preocupado.
— ¿Volviste solo porque me enfermé? — preguntó de repente Soobin.
— Sabes que mi intención no es dejarte — respondió Yeonjun suavemente, buscando transmitirle tranquilidad. — Cuéntame qué pasó.
Soobin vaciló por un momento antes de confesar: — Solo perdí mis llaves y fui a buscarlas.
— No vives solo, no necesitas llaves. — le recordó Yeonjun sin creer en las palabras de Soobin.
— Yo... no quería regresar a casa, por eso no me importaba ir por mis llaves. Comenzó a llover y tenía fiebre — explicó Soobin, revelando un poco más de su vulnerabilidad. — Pero ya estoy bien, puedes irte.
Yeonjun sabía que Soobin estaba tratando de alejarlo, de protegerlo de cualquier daño adicional. Después de todo, le había dicho que era mejor separarse. Pero el dolor en el corazón de Yeonjun era evidente, no quería que la última vez que lo viera fuera así, en medio de la confusión y el enojo.
— Entiendes que si estamos juntos, nos lastimaremos más, ¿verdad? — comenzó Yeonjun, buscando tener una conversación más tranquila en ese momento.
— No tiene que ser así. — dijo Soobin pero luego se arrepintió de sus palabras. Debía rendirse. — Lamento no saber intentarlo. — se disculpó sinceramente.
— Vas a casarte pronto — continuó Yeonjun, su voz llena de tristeza. — Vete, pero sé feliz. Intenta encontrar la felicidad allí, por favor. Pinta todo lo que quieras y no dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, Soobin. Si en algún momento decides volver, estaré aquí, pero primero debes resolver todas tus complicaciones. No quiero que seas infeliz porque no estoy contigo, quiero ser una razón más para que sonrías. Quiero que primero te encuentres a ti mismo, y cuando lo logres, estarás listo, Bin.
Yeonjun acarició las manos de Soobin con tristeza y luego levantó la mirada para encontrarse con sus ojos.
— No quiero que te vayas creyendo que deseo alejarte — dijo con sinceridad.
Soobin, incapaz de expresar con palabras todo lo que pasaba por su mente, estiró los brazos y atrajo a Yeonjun hacia él en un cálido abrazo.
— Trataré de quedarme — susurró Soobin, su voz llena de determinación. — Juro que lo intentaré.
Yeonjun cerró los ojos, permitiéndose disfrutar del abrazo reconfortante. En ese momento, no había palabras necesarias, solo el consuelo y la promesa de que ambos harían todo lo posible para encontrar la felicidad, ya sea juntos o por separado.
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Esa fue la última vez que Yeonjun vio a Soobin. Después de ese encuentro, ambos volvieron a sus vidas normales, pero en lo más profundo de sus corazones, anhelaban desesperadamente verse todos los días.
Soobin sabía que Yeonjun tenía razón, que primero debía resolver sus propios problemas antes de poder estar juntos. Estaba decidido a hacerlo, aunque cada día se sentía más atrapado en un abismo de dolor y desesperación.
Durante los siguientes días, la mente de Soobin estaba constantemente atormentada. Se sentía como un títere, manipulado por fuerzas invisibles que lo empujaban hacia la oscuridad. Había perdido la capacidad de tener ideas y acciones propias desde que perdió a Yeonjun. Regresar a su vida anterior se había convertido en un tormento insoportable, un recordatorio constante de lo que había perdido.
Los días pasaban lentamente, pero el dolor en el corazón de Soobin solo aumentaba. Había momentos en los que creía que todo saldría bien, que podrían superar cualquier obstáculo. Pero esos momentos de esperanza eran rápidamente eclipsados por la realidad desgarradora de que nuevamente estarían separados.
Cada noche, se despertaba bañado en sudor frío, atormentado por pesadillas que reflejaban ese pequeño niño atormentado. Ya no podía encontrar consuelo ni paz en el sueño, solo existía el constante recordatorio de su miedo porque todos esos pensamientos nocturnos se vuelvan realidad.
Por otro lado, Yeonjun pasaba mucho tiempo dedicado a su pasión por la repostería. Tenía una importante entrega que cumplir y se esforzaba al máximo para lograrlo. Hubo días en los que apenas durmió, comprendiendo la frustración que su madre sentía en su trabajo. Recordó cuando él solía dormir en los sillones de la pastelería porque no quería dejarla sola y se despertaba encontrándola llorando mientras amasaba.
A veces quería ser tan fuerte como ella, él solo aparentaba ser fuerte, siempre lo hizo, pero era imposible no romperse en mil pedazos cuando su madre le decía que le cuente sobre su día. Pero ahora ella ya no estaba y solo quedaba romperse haciendo lo que amaba hacer con ella, a pesar de que ese delantal le quede pequeño ya, siempre será su favorito porque su madre se lo hizo con sus propias manos.
Llegó el tan esperado viernes en el que Yeonjun tenía ese gran pedido de postres, lo suficiente como para necesitar la ayuda de Yoongi para hacer la entrega. Pero en lo más profundo de su corazón, Yeonjun sabía que ese día sería una tortura para él.
— ¿Es aquí? — preguntó el platinado viendo el enorme lugar antes de dirigir su mirada hacia Yeonjun.
— Sí, es aquí. — confirmó ocultando sus ojeras con la gorra al bajar la mirada.
Cuando entraron al lugar, Yeonjun intentó actuar con normalidad, pero por dentro sentía un torbellino de emociones incontrolables. Solo quería dejar los postres y marcharse, pero cada paso que daba se volvía más doloroso.
De repente, lo vio allí, conversando con su familia. Soobin, vestido con elegancia en su traje hecho a medida, pero sin una pizca de alegría en su rostro en el día de su boda. El corazón de Yeonjun se rompió en mil pedazos al verlo. Recordó todas las veces que habían soñado con ese momento juntos, imaginando que sería su día especial. Pero ahora, todo era una cruel y cursi ilusión destrozada.
— Yeonjun...— el pelirosa volteó rápidamente hacia quien lo llamaba. Era la madre de Soobin.
— Señora Choi. — llamó Yeonjun y luego aclaró su garganta — Vine a entregar los postres. — explicó fingiendo una sonrisa.
En los ojos de la mujer, Yeonjun pudo ver lástima y arrepentimiento, una mirada que solo aumentó su dolor.
— Lamento no haber sido de ayuda, en serio. — dijo ella y comenzó a llorar de pronto.
— No, no se preocupe... — balbuceó Yeonjun, tratando de encontrar palabras de consuelo mientras su propia voz se quebraba.
Agradeció a la mujer que recibió los postres y se retiró, sintiendo un dolor punzante en el pecho que amenazaba con ahogarlo. Subió a la camioneta y Yoongi clavó su mirada en él, viendo el sufrimiento en sus ojos. Sin decir una palabra, Yoongi lo abrazó con fuerza, tratando de consolarlo mientras Yeonjun lloraba en silencio, dejando que las lágrimas expresaran el profundo dolor y la desesperación que lo consumían. En ese momento, el mundo parecía desmoronarse a su alrededor, y el amor que sentía por Soobin solo se convertía en una herida abierta que nunca sanaría.
Yoongi encendió el motor de la camioneta y emprendieron el camino de regreso. Yeonjun se aferraba a una esperanza ilusoria, imaginando un escenario en el que Soobin salía de la iglesia después de enfrentar a su padre y al destino que le habían impuesto, y corría hacia él para decirle que no se casaría con nadie más que no fuera Yeonjun. Pero sabía que era solo una fantasía, una ilusión creada por su desesperación, ya que Soobin nunca superaría sus miedos arraigados en tan solo un día.
Yeonjun llegó a su hogar, siguió con su rutina diaria y se acostó a dormir, sabiendo que ahora Soobin se había casado y volvería a Europa una vez más. El dolor en su corazón era inmenso, pero no había nada más que pudiera hacer. Yeonjun debía aceptarlo, aunque le partiera el alma nuevamente.
En la oscuridad de la noche, Yeonjun se sumergió en un sueño lleno de pesadillas y recuerdos dolorosos. Soñaba con los momentos felices que habían compartido juntos de pequeños en la pastelería, de cuando regresó y lo pintó, de aquél beso que llenó su corazón de una dulce esperanza color pastel, pero también con la realidad cruel de su separación.
Al principio todos los pensamientos pertenecen al amor. Después, todo el amor pertenece a los pensamientos.
el siguiente cap es el final yo que ustedes m voy preparando para dejarme de seguir.
siento q este fic tiene muchos caps de relleno peldon xd
avisen errores, arios
cap concluido el martes 2 de enero del 2024 a las 07:14am
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