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"Creo que nadie podrá experimentar tan bien ese sentimiento de que alguien le de color a tu vida como yo. Yo era un niño monótono siempre rodeado de colores fríos y Yeonjun llegó con sus colores brillantes a pintar sobre el lienzo gris."
Soobin nunca supo lo miserable que era como niño, nunca tuvo la oportunidad de ver cómo trataban a los otros niños. Su infancia solo se basó en estudiar para mantener contento a su padre, por alguna razón este no toleraba el hecho de que su hijo naciera con la misma condición de su padre, el abuelo de Soobin.
El señor Choi era insaciable, lo que Soobin hacía nunca fue ni será suficiente. Y Soobin un día se cansó de buscar la aprobación de su padre, únicamente porque su padre dejó de ser prioridad.
Ese día en la pastelería, Soobin sintió algo extraño, al momento de entrar una calidez dulce inundó su cuerpo y sonrió inconscientemente. A pesar de su condición juró que ese lugar era muy bonito y colorido. El daltonismo de Soobin se basaba en invisibilizar colores cálidos así que el lugar no era como lo veía Soobin, aún así la saturación era obvia.
Aún así Soobin no quería emocionarse, tenía la mirada de su padre sobre sus hombros. Así que ante la pregunta de su madre respecto a los cupcakes solo dijo "—infantil" Pero amaba esos cupcakes, la decoración era muy bonita.
Mientras sus padres charlaban con la madre de Yeonjun, inspeccionaba el lugar. Las cerámicas del suelo de diferentes colores por lo que creía. El menú en las mesas tenía dibujitos hechos por un niño y cuando observó las otras mesas pudo notar a uno con un delantal que estaba sentado cómodamente comiendo cupcakes lentamente mientras sus piecitos se balanceaban. Soobin sonrió levemente ante la carita del niño concentrado por querer sacarle los ojitos y las orejitas al zorrito.
Al parecer el niño sintió la mirada de Soobin y levantó su cabeza hacia él y luego de unos segundos sonrió. Soobin solo suspiró acercándose a él por educación. No tenía permitido interactuar con niños como ese, pero tampoco podía ser un maleducado y además le llamó la atención.
Ese niño no era como él, se vestía diferente, actuaba diferente, su ropa estaba manchada con glaseado y su madre no le decía nada. Le pareció extrañamente más infantil que él, entonces le dio curiosidad. Jamás había interactuado con otros niños que no sean de su clase.
— ¿Cuántos años tienes? — le preguntó sentándose frente a él mientras observaba al niño aún intentando sacarle las extremidades al cupcake de zorrito.
Yeonjun suspiró harto de su cupcake y lo dejó a un lado para tomar de su malteada.
— Ocho. — dijo dulcemente antes de volver a dejar su bebida en la mesa y volver a intentar sacar las orejitas con cuidado.
— ¿No eres muy pequeño para estar aquí sin tus padres? — preguntó dado que el único adulto era la mujer de la caja y sus padres por supuesto.
El niño levantó su cabeza hacia él. Soobin pensó entonces que tenía bonitos ojos.
— Mi casa está muy cerca y mi madre está aquí. — el niño apuntó tras Soobin y él volteó para ver de quién se trataba.
— Oh, entonces tú eres Yeonjun. — murmuró recordando lo que la dueña del lugar dijo.
— Si. — Yeonjun finalmente pudo quitarle un ojito al zorrito y Soobin sintió su ansiedad irse por un segundo pues este niño era lentísimo.
Pero Yeonjun no comió ese ojito, lo dejó en el plato y siguió intentando sacar el otro. Soobin suspiró.
— ¿Y tú como te llamas? — preguntó Yeonjun sin ver a Soobin, concentrado en su comida. Las fresas pudo sacar fácilmente así que esas se las comió.
— Soobin. — respondió con seriedad, sintió la mirada de su padre tras su hombro y se tensó.
Era una habilidad que sin duda no presumía. Soobin aprendió de cierta forma a saber cuando su padre lo mira de una manera extraña ,porque como niño normal hubo ocasiones que quiso hacer algo fuera de su rutina. Ir al cine, ir a una escuela presencial, jugar con su imaginación. Pero por alguna razón su padre no le permitía ser esa clase de niño, nunca le quiso preguntar el por qué, Soobin jamás le soltó un por qué a su padre, todo lo que el hombre mayor diga era incuestionable.
Soobin aprendió a saber cuando su padre estaba inconforme con algo desde muy chico, de otra forma él lo regañaría.
Como un día, que parecía ser como cualquiera pero Soobin había hecho una pequeña amistad con su maestra de violín.
— Eres un niño brillante, Soobin. Aprendes muy rápido. Tómate un descanso por favor, ve a jugar.
La empleada ladeó levemente la cabeza ante la expresión del pequeño niño.
— ¿Qué sucede, Soobin? — ella preguntó amablemente.
— Es...mi padre no me deja jugar.
Su voz salía de sus labios en tu tono triste y su rostro expresaba lo mismo. La mujer lo observó confundida y luego sonrió.
— No lo creo, eres un niño con mucha imaginación. — dijo ella y Soobin alzó la mirada hacia ella rápidamente. — Ven, vamos a jugar tú y yo.
Y como si estuviera lista para ese momento, ella sacó de su bolso juguetes coloridos de madera. El pequeño de seis años ladeó su cabeza con una expresión confusa. La mujer rio levemente y se acercó al niño.
Soobin jamás había visto juguetes de esa forma. Hubo ocasiones en las que pudo ver muchos en revistas así que sabe que es popular los de un material más brillante, tienen luces. En cambio estos juguetes eran de madera, los bordes eran redondeados y sin nada interesante a la vista.
— Lamento no poder traerte juguetes que puedan serte más llamativos. — se disculpó la mujer pero antes de que pueda decir algo más a Soobin ya le había llamado la atención esos juguetes.
— ¿Qué son? — preguntó tomando los cubitos.
— Son piezas de madera, puedes hacer casitas con ellas. — la mujer tomó un bloque para ponerle una pieza triangular encima — ¿Ves? así.
— ¿Y por qué tienes estos buguetes? — preguntó el menor observando más piezas. La mujer rio ante la pronunciación del pequeño.
— Tuve un hijo...hace unos años. — ella explicó — Era un niño que no era como el resto así que no podía usar juguetes normales.
— ¿Por qué no era como el resto? — el pequeño comenzó a construir casitas, atento a la mujer.
— Bueno...era un niño diferente. Mi niño debía necesitaba desarrollar sus capacidades y no podía por sí solo como los otros niños.
— ¿Y qué pasó con él? — Soobin encontró unos muñequitos de madera en el bolso de la mujer y los sacó. Ella sonrió ante la acción a pesar de recibir un recuerdo triste en su mente.
— Tuvo que irse. — ella se preparó ya que supuso que Soobin no entendería a lo que ella se refería, en cambio...
— Se murió. — soltó el menor y ella lo observó, asintió tratando de evitar que sus lágrimas salgan de sus ojos. Habían pasado solo dos años desde que su hijo la dejó sola. — Mi padre dice que llorar por muertos es estúpido.
Aún siendo tan pequeño y a pesar de su crianza, esas palabras salieron agrias de su boca y la sensación empeoró al ver a su maestra llorar.
— Yo creo que mi padre no tiene razón. — soltó bajando la mirada hacia los juguetes. — Pero si hay algo en lo que tiene razón. — la mujer levantó su mirada hacia el menor y este ya la estaba viendo. — Yo jamás voy a llorar su muerte.
Y cuando terminó la frase, pudo sentir una mirada sobre su hombro y se mantuvo estático, siendo la primera vez que se sentía como una especie de presa o animal indefenso.
De pronto esa mirada y ese sentimiento creció y podía sentir su presencia tras él.
— ¿Qué estás haciendo, Soobin? No volví a escuchar tu violín.
La mujer observó la mirada aterrada del pequeño y antes de que este se voltee hacia su padre ella intervino.
— Le dije que descanse.
— Jugar y descansar son cosas distintas. — dijo el hombre y la mujer se sintió intimidada solo con el tono de voz. — Veo que eres la nueva maestra y nadie se ha tomado el atrevimiento de explicarte cómo son las cosas aquí, señorita.
— Mm, no, señor. — dijo ella con timidez.
— No te he dicho que hables. No tienes que afirmar nada porque yo solo pude deducirlo, no necesito tu confirmación. — la mujer asintió rápidamente bajando la mirada — Ahora, sígame a mi despacho, debemos platicar sobre su labor.
Y Soobin volvió a sentirse solo, la mujer no volvió a jugar con él ni tampoco le dio esos juguetes. Esa fue la última vez que se había sentido como un niño normal, aunque él no sepa lo que era ser normal.
Hasta que llegó Yeonjun y Yeonjun sin siquiera intentarlo cambió toda la perspectiva de Soobin, demostrándole que una familia está formada por un lazo de amor y cariño, no de temor y obligación. Soobin quería quedarse con él para siempre, le daba igual ser castigado cruelmente por su padre. Su vida ya era lo suficientemente dolorosa, unos minutos de golpes valían la pena si podía estar horas junto a Yeonjun.
Y el día que lo separaron de su pelirosa, no pudo importarle menos el resto. Soobin estaba acostumbrado a la nada misma, sus días más divertidos eran cuando estaba solo haciendo nada y ahora que ya había aprendido que la vida era mejor con Yeonjun, nada era suficiente para al menos sacarle una sonrisa. Siquiera pintarlo, Soobin sentía que se estaba volviendo loco a sus 17 años, pintando cuadros sobre Yeonjun y poco a poco teniendo que hacerlo sin su rostro porque ya estaba comenzando a olvidar.
A veces debía dormir con música de fondo y una lámpara, la oscuridad de su cuarto y el silencio de la misma alimentaban su mente y esta solo le decía que iba a morir siendo miserable y sin poder volver a ver a Yeonjun, que solo será el mejor recuerdo de su vida hasta su vejez. Y Soobin sentía que esos pensamientos iban a matarlo.
Las veces que no dormía volvía a pintarlo. Ya había olvidado ese rostro angelical de niño que tenía, así que simplemente se pintó a ambos en el césped, mirando la luna como esa última vez que estuvieron juntos. En la pintura, todo era de un color azul oscuro, a excepción de la brillante luna y el suéter rosa pastel brillante de uno de los niños. Ambos estaban de espaldas y la mano de Soobin tocaba la de Yeonjun.
Nunca se puso a pensar si esa necesidad por volver a estar con Yeonjun era sana, él simplemente quería volver a sentirse bien, quería volver y hacer postres en la casa de Yeonjun. Si quiera todos los lujos que pudiera darse se comparaban con algo tan simple como eso, no tenía precio.
Cuando su madre dijo que quería que Soobin se case con Yeji en Seúl, Soobin tuvo que morderse la lengua para no pegar un grito de emoción. Miles de imágenes llegaron a su mente y como si de magia se tratase sintió un dulce aroma, similar al del hogar de Yeonjun. 13 años habían pasado desde que se vio tan alegre.
Los malos tratos quedaron impregnados en su mente, aún así no recordaba todo, eran opacadas por los recuerdos con Yeonjun que su corazón guardó, la única razón por la que lo siguió esperando fue para hacer más momentos que su corazón pueda guardar. Desde que conoció a Yeonjun tuvo la habilidad repentina de que todo por lo que pasó le de igual, cosa que no afecte a su corazón y no ocupen el lugar que los buenos momentos merecen. No importa lo que le digan, no volvió a preocuparle ningún otro golpe, ningún otro insulto, si hacía caso a eso su corazón saldría lastimado.
Y el Soobin de nueve años solo pensó que no debía llorar porque no podía entregarle a Yeonjun un corazón herido.
Entonces dejó de algún modo que solo su mente sufra las consecuencias, pero no le importaba. Solo poder volver a verlo importaba.
•bd•
El día era resplandeciente, como siempre en ese lado de la ciudad y la mañana saludaba a la pastelería señalándola con su cálida luz, nutriendo las plantas que se encontraban fuera de esta.
Yeonjun limpiaba las mesas a pesar de haberlo hecho anoche y su tío en el mostrador lo observaba con una sonrisa cerrada y curvada.
— Creo que la mesa ya está lo suficientemente limpia. — se burló Seokjin observando como el pelirosa solo se ha dedicado a limpiar esa mesa durante los últimos tres minutos con una sonrisa tímida en sus labios.
— ¿Eh? — Yeonjun salió de su trance y volteó hacia su tío.
— Has estado callado y con esa sonrisa desde que te levantaste. ¿Pasó algo anoche? — preguntó travieso y curioso.
Yeonjun se encogió en su lugar y desvió la mirada sonrojándose de repente, negó soltando una risa nerviosa.
— Ji, no, ¿Qué pudo pasar?
Seokjin aún no convencido se acercó a su sobrino.
— ¿Seguro? Porque estas rojito como una fresita. — rio el mayor alborotando su cabello rosado y Yeonjun le dio un leve golpe en su brazo.
— Ush, te dije que no hagas eso. — dijo acomodando su cabello.
— No, no. No cambies de tema, Choi. Dime qué pasó anoche.
— Si te digo te vas a burlar. — dijo el menor cubriendo su rostro con ambas manos.
— Ya dilo. — se quejó el mayor.
— Soobin me besó anoche. — confesó sin quitar las manos de su rostro.
Ante el silencio, el pelirosa se preocupó. Jin no se habrá desmayado ¿o por qué tanto silencio? Así que alejó levemente sus manos y Jin seguía de pie, pero con una expresión de shock.
— ¿Qué te-...?
— ¡Waaaaa! ¡Ya sabía yo! ¡Me llamaron loco! ¡Ja, ja! — el mayor saltó de felicidad tomando las manos de Yeonjun entre las suyas.
Yeonjun se quejó ante los bruscos movimientos pero el mayor seguía sumergido en su felicidad.
Entonces ninguno de los dos notó que alguien más había entrado al local hace ya unos segundos atrás.
— ¡Me alegra tanto! Siguen amándose tanto como antes, yo sabía. — canturreó el mayor lo último y Yeonjun sentía que iba a sonrojarse más.
— Ya, no digas eso. — pidió más apenado.
— Pero si es la verdad, ahora que ambos lo saben pueden estar juntos.
— No, no pueden. — ambos voltearon hacia el tercer individuo que no habían notado hasta ese momento.
— ¿Yoongi? ¿Hace cuánto estás ahí? — preguntó el mayor soltando las manos de Yeonjun, el plateado se acercó a ambos.
— Hace no mucho, pero aún así los oí. — dijo cruzándose brazos mientras se recostaba contra el mostrador.
Yeonjun calló avergonzado, presentía que Yoongi diría algo que acabaría con sus ánimos. Sabe que Yoongi solo quiere lo mejor para él pero lo lastima.
— ¿Ajá, y? — Jin estaba a la defensiva, preparado para que a Yeonjun no le afecte lo que Yoongi diría.
— No deberían emocionarse. No van a poder estar juntos, crees que el amor por Soobin es más fuerte pero está claro que su miedo hacia su padre y su futuro es más grande. — soltó sin ninguna expresión y Yeonjun bajó la mirada levemente.
— Soobin ya no es un niño, Yoongi. ¿Eres psicólogo ahora?
— Es un hombre mayor desde hace más tres años, ¿por qué razón no pudo tomar un avión por su cuenta y venir si tanto deseaba ver a Yeonjun? Puede que sí lo quiera, no voy a negar eso, pero sabemos que va a ser difícil mantenerlos juntos, para no decir imposible. Recuerden que Soobin vino solo para casarse. No es bueno para Yeonjun que alguien preciado para él salga y entre de su vida como se le venga en gana.
Y siquiera Seokjin supo qué decir, solo volteó hacia Yeonjun para ver su expresión.
— Sabes que no lo digo para herirte, no quiero que te hagas ilusiones con Soobin, no quiero verte llorar cuando regrese a Europa.
— Lo sé. — susurró — Está bien, no fui yo el que se emocionó después de todo. — rio sin gracia codeando a Jin. — Solo...me olvido de esas cosas cuando estoy con él, y cuando lo besé sentí que ningún problema era imposible.
Por suerte, el ambiente no pudo tornarse incómodo debido a que comenzaron a llegar los clientes y los tres tuvieron que empezar a poner manos a la obra.
Yeonjun mientras atendía aún no pudo dejar de pensar en lo que el platinado había dicho. ¿De verdad Soobin volvería a dejarlo? No quería volver a perderlo, no importaba si perdía su amor, al menos esperaba poder seguir manteniendo contacto con él, con ser cercano a él le bastaba. Soobin anoche lucía tan feliz, Yeonjun pudo sentir el amor que le tenía solo con verlo a los ojos. ¿De verdad el miedo hacia su padre era más fuerte que eso?
•bd•
A pesar de las amenazas que recibió antes de dormir, Soobin se despertó con una sonrisa en su rostro e incluso la empleada de la casa que ordenaba su habitación se llevó una sorpresa al ver al joven Choi salir tan alegre y con su cama tendida.
Bajó, saludó a su madre y cuando estuvo por salir de la casa una voz lo detuvo.
— Choi. — era su padre — ¿A dónde vas ni bien desayunas? — preguntó el hombre sin levantar la mirada de su plato.
— Quiero comer fuera. — dijo el pelinegro y no volteó siquiera para hablarle en la cara.
— Qué mal, porque tu prometida está esperando. Vas a desayunar con ella y luego saldrán como planeamos.
Soobin pensó que las personas de esta casa tienen una muy buena habilidad para quitar la sonrisa de alguien del rostro y hacer sentir tan mal a alguien.
Quizás al ver a Yeonjun su corazón se abrió más de lo que esperaba, pues desde que llegó el simple hecho de volver a casa lo estaba matando por dentro. Dolía como el infierno cada segundo que pasaba junto a su familia.
Con mucha pereza y como si estuviese cargando su cruz, se sentó en la mesa con el resto. Siquiera levantó la mirada de su plato vacío.
Rápidamente una empleada se encargó de preguntarle qué quería de desayunar.
— Está bien. — le dijo Soobin viendo la comida en la mesa. — Puedo servirme solo.
No quería menospreciar la comida que tenía en frente, pero preferiría mil veces cualquier cosa que Yeonjun le haga. No es que la comida de la mesa se vea mal, simplemente el ambiente parecía pudrir todo a su alrededor.
— Preguntó qué quieres comer. — dijo su padre ahora levantado la mirada. — No lo hagas tú, están aquí para servirnos. ¿Has olvidado lo que te enseñé ya?
Soobin casi olvida lo imbécil que podía llegar a ser ese hombre.
— Puedo servir mi propia comida, está justo frente a mi, no es nada difícil. — soltó con molestia.
— No es difícil, pero desequilibra el orden social. Estás para que te sirvan.
El pelinegro simplemente observó al hombre, su rostro no expresaba un sentimiento clave, pero sus ojos parecían querer deshacerse de él.
— Por favor, retírese del comedor. — soltó el menor sin ver a la empleada y esta hizo una reverencia antes de marcharse. — Ya no hay desequilibrio, ¿no? Le ordené que se marche.
El hombre estuvo a punto de decir algo pero rápidamente se acercó otra empleada y le sirvió a Soobin un café y algunas cosas de la bandeja del medio.
— Lamento interrumpir, joven Choi. Por favor, provecho y no me agradezca. — dijo la mujer porque sabía que si Soobin le agradecía, el hombre mayor probablemente tenga otra cosa del por qué discutir. También hizo una reverencia y se alejó de la mesa.
— Entonces. — comenzó la madre de la pelirroja también presente en la mesa. — Soobin, ¿Qué tal te quedó el traje? Yeji se encargó de que sus diseñadores lo hagan a medida y perfecto para ti.
— Mm, sí, es lindo. — dijo él alzando la mirada hacia la mujer. Siquiera recordaba el traje.
— ¿Solo lindo? — soltó la pelirroja y las miradas cayeron sobre ella. — Es el mejor traje que mi empresa ha hecho, y todo para ti. — comentó dejando caer su cabeza en el hombro de su prometido. — ¡Oh! Y tienes que ver mi vestido, ¡Es magnífico!
— No, cariño. — dijo la madre de la joven tomando la mano de esta. — Es de mala suerte que el novio vea el vestido de la novia antes de la boda.
— Tienes razón. — ella rio asintiendo — Bueno, Bin, lo verás en unos días, no interesa. ¡Será asombroso! Probablemente saldré en muchos artículos y revistas. Saldremos ambos, ¿no es emocionante?
— Sí, lo es. — murmuró el pelinegro observando a la mujer por el rabillo de su ojo.
— Aunque...aún esperábamos que puedan casarse en Europa. — comentó la madre de Yeji antes de beber de su taza de té.
— Tiene razón. — dijo la pelirroja e hizo una mueca triste. — Ya tenía planeado un hermoso lugar allí y mis estilistas, camarógrafos y el resto, todo lo importante está allí para mi. — la mujer puso una mano en su pecho con tristeza.
— Pienso igual. Creo que deberíamos pensarlo un poco más. — ahora habló el padre de Soobin y este alzó la cabeza rápidamente. — Digo, aún tenemos suficientes días para hacer un cambio.
— No creo que-...— entonces interrumpieron a Soobin y todas las miradas cayeron en esa mujer.
— Mi hijo va a casarse en el lugar que escogí. — esa fue la madre de Soobin.
— Pero-... — la madre de Yeji cayó al ver la expresión tan intimidante de la mujer, era idéntica a Soobin.
— ¿Cuántas condiciones han puesto ustedes? — preguntó refiriéndose hacia Yeji y su madre. — Incluso aparenta que la boda será tuya y no de tu hija. Mi única condición es que Soobin se case en la ciudad en donde nació. Las cosas van a ser así o no serán. — todos quedaron en silencio ante la seriedad en el tono de la mujer.
— Bueno, cariño, entendemos. — el hombre mayor dijo entre dientes.
Soobin sintió una sensación extraña. Su madre siempre parecía tan sumisa cuando se trataba de su padre, pero ahora pareció importarle poco.
— Mhm, se nos hace tarde. — Yeji interrumpió el incómodo momento que parecía ser tan cotidiano en esa casa y tomó la mano de Soobin para casi arrastrarlo hacia la salida.
— Adiós, que disfruten su cita. — dijo la madre de la pelirroja y esta sonrió asintiendo.
Las siguientes dos horas Soobin solo pudo preguntarse: ¿Por qué el tiempo es tan injusto?
No tiene sentido. Las dos horas se hicieron realmente eternas. Lo único que no lo hizo más eterno fue que Yeji siquiera nombró a Yeonjun o algo por el estilo, solo siguió actuando como si tuviera la cita perfecta.
La cita perfecta. ¿Cómo sería una cita con Yeonjun? Probablemente con simplemente estar junto a él ya sería perfecta. Probablemente a Yeonjun le gustaría dar caminatas largas y admiraría cada cosa que se encuentra en su camino, comerían cosas dulces y simplemente la pasarían bien pero por un corto tiempo, como siempre se hacían cortas las horas con Yeonjun.
Soobin se perdió en esa cursi pregunta mientras la mujer sentada frente a él hablaba de millones de cosas que Soobin no entendía. Mientras sus ojos vagaban se dio cuenta de la obsesión de su novia por el color rojo. Es decir, Soobin la acompañó a todos lados y todas las cosas que ella compró eran del mismo tono rojo cerezo o rojo vino. O al menos hasta donde se dio cuenta, su habilidad con la pintura hizo que se de una idea de los colores que confunde y cómo, pues a pesar de todo estos seguían teniendo saturación.
— ¿Por qué todas tus compras son de color rojo?
La mujer dejó de hablar y lo observó por unos segundos.
— Guau ¿Cómo lo supiste? — soltó, Soobin pudo notar maldad en esa sonrisa y esa mirada.
— Soy daltónico, no estúpido. — dijo hosco y la mujer carcajeó.
— Genial ¿Qué sigue? ¿Ese hombre en silla de ruedas va a levantarse? — preguntó mientras con su diestra acercaba su bebida y con su izquierda tomaba el sorbete para guiarla a su boca.
Soobin con el codo sobre la cabecera de la silla volteó hacia donde la mirada de la mujer apuntaba y pudo notar a un hombre de la tercera edad sentado en una silla de ruedas, junto a él la persa que al parecer parecía ser su pareja. Ambos reían mientras la mujer le hacía probar de su postre. Muy hermoso.
Soobin volvió a ver a la pelirroja mientras ella soltaba otra pequeña risa y Soobin solo giró los ojos.
— Eres una mierda. — soltó sin pensar.
— Ya cierra la boca y termina tu bebida, todavía nos queda el resto del shopping. ¿Quieres que te compre algo? Vi que te quedaste viendo ese suéter rosa, no creo que haya de tu talla así que pensé en comprártela en un color beige. De todos modos no vas a darte cuenta y además el color rosa es muy horrible. — Ella dijo mientras se levantaba de su asiento.
— El rosa es un color muy bonito. — susurró viendo su batido de fresa, que por cierto tenía un color rosa aunque para Soobin parecía una bebida de uva.
Es casi del mismo color que el cabello de Yeonjun.
Mientras seguía a la pelirroja sacó su teléfono del bolsillo y notó que tenía un mensaje desconocido.
Holi, soy Yeonjun ><
Perdón si te molesto en algo.
Hoy es la exposición de arte
en la universidad que te dije ayer.
¿Te parece si vamos?
No importa si no puedes hoy,
el siguiente mes también habrá una.
El problema es que para esa fecha del siguiente mes Soobin ya estará casado.
Hola. No me molestas,
no te preocupes por eso.
Hoy me parece bien,
¿a qué hora?
Escribió con una sonrisa pegada en su rostro.
Es al medio día,
pero te guardé un postre.
¿Comiste? Podrías venir
y comer un poco.
No comí, espérame ahí a las 11:30am entonces.
Claro, adiós Binnie.
Soobin reaccionó al mensaje con un corazón y apagó su celular. Luego de solo unos segundos su teléfono volvió a vibrar así que lo prendió.
¿Y ese corazón todo feo?
despídete bien >:c
Soobin carcajeó levemente y entró al chat.
Bueno, lo siento jaja. Adiós, bonito.
Mejor, nos vemos después jiji.
Y solo ese mensaje bastó, su día ya había mejorado. Estaba jodido, jodidamente enamorado.
yo tmb estoy así por él Soobin t entiendo
aish ke bonito fic kien diría q tiene un final turbio
digo ke
MENTIRA MENTIRA JSKDJ m gusta meterles miedo
Posta amo este fic es tan bonito el amor viva el amor amo el amooor
Avisen erroressss
Cap concluido el 24 de noviembre del 2023 a las 1:17am escuchando que la luna sepa pq es una canción que Soobin sí le dedicaría a Yeonjun y es tan bonitaaa
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