[11]
Soobin se levantó esa mañana más que temprano y optimista, presentía que sería un hermoso día. ¿Y cómo no? Era sábado y la pastelería cerraba temprano.
Se vistió bastante casual para ser Choi Soobin, hijo de Choi Minhyuk.
"¿A Yeonjun le gustará?" — pensó, luego se castigó mentalmente por peguntarse aquello.
"¿Qué importa? Bueno de hecho mucho porque voy a verlo a él...creo"
Bufó dejando de lado sus pensamientos y bajó con ansias, era temprano y nadie estaría despierto.
O eso pensó, hasta que llegó al final de las escaleras y se llevó la sorpresa de ver a toda la familia en la sala de estar.
"Mierda..."
— Acércate Soobin. — dijo la madre de la pelirroja, quien estaba al lado de la mujer mayor y por su expresión Soobin supuso que estaba enojada.
Echando un suspiro se acercó a ellos.
— Queremos hablar contigo, sobre tu comportamiento y cómo queremos que sea las cosas con Yeji. — soltó la mujer, con un tono que parecía mas furiosa que seria.
— Hablemos entonces. — dijo Soobin, aunque realmente no tenía ganas de hacerlo. Si fuera su decisión, él siquiera les dirigiría la palabra a ninguno.
— Yeji es una buena mujer. — habló el padre de Soobin y el pelinegro volteó el rostro hacia él — Sus padres se encargaron de que sea perfecta para ti, y tu madre y yo estamos avergonzados de que no cumplas con tu parte como ella lo está haciendo.
El pelinegro observó por unos segundos a su madre, quien no decía nada y su mirada estaba perdida.
— No la estás respetando como se debe. Sales por ahí, llegas tarde, no cumples tu deberes como prometido ¿Qué le esperará a ella como tu esposa?
— Por eso todos estuvimos de acuerdo en que mañana por la tarde saldrán juntos. Soobin debes poner tu parte, es importante para la familia. — volvió a hablar la mujer.
— ¿Y si Soobin no lo hace? — se metió el molesto hermano.
— No tiene otra opción. — dijo el padre de Soobin, viendo a su hijo, no al pelirrojo. Soobin sintió amenazas en una simple mirada.
— Está bien, lamento mucho mi comportamiento últimamente con Yeji, ella no merece eso. — Soobin dijo, sin una sola palabra cierta.
No está bien, no lamenta su comportamiento con esa mujer y cree plenamente que merece eso y más.
La pelirroja sonrió y se acercó a su prometido, abrazándolo mientras observaba a su familia, ellos sonreían igualmente.
— Vamos amor, tenemos que ver tu traje y otras cosas, ven.
Soobin suspiró pesadamente, sería un largo día.
Fue complicado escapar, pero al menos tendría tiempo, la pastelería recién cerraría y su prometida salió de la casa por un tema del trabajo.
Mientras nadie de la familia lo veía, salió de su hogar camino al de Yeonjun.
Su corazón latía con fuerza mientras corría un poco. Se detuvo en un puesto de flores y dulces ya que le llamó la atención la bonita caja de bombones de chocolates. El anciano vendedor le sonrió.
— Son artesanales, muy deliciosos. — comentó el anciano — Estoy seguro que si se detuvo aquí es porque planea darle algo especial a alguien.
Soobin rió, los ancianos suelen ser tan...entrometidos. Le parecía dulce.
— Así es, solo que...— se avergonzó ante solo la idea de preguntar — Deme unas flores rosas, si son pastel mejor.
— ¿Cuales? — indagó el anciano.
— Em...cualquiera.
El hombre bajó las flores más bonitas, Soobin no las veía rosa pastel pero confió en el hombre y las compró. Se despidió con una sonrisa y siguió su camino, ya estaba más cerca.
Por otro lado, antes de que Soobin pudiese escapar, Yeonjun estaba cerrando el local, Jin lo notó triste todo el día.
— ¿Qué ocurre Junnie? ¿Estás cansado? — preguntó el mayor aunque presentía que no era solo cansancio.
— Sí, creo que sí. — murmuró el pelirrosa apagando las luces.
— Tranquilo, es sábado, sabes que aquello significa, ¿no? Pero si no te sientes del todo bien-...
— Estoy bien. — interrumpió — Por supuesto que hay que hacer la noche de sábado.
Jin sonrió y acarició el hombro de su sobrino.
— Bien, espérame con Yoon afuera, iré por algunas cosas mías.
El menor asintió y salió del local, quedando a solas con su amigo platinado.
— ¿Estás así porque no vino tu niño millonario? — preguntó el platinado, Yeonjun solo suspiró sin ganas de responder — Es imposible que te hayas vuelto a encariñar tan rápido por Soobin.
Yeonjun frunció el ceño, molesto un poco por el tono de voz del mayor e hizo contacto visual ahora.
— Sí, sí es posible y no creo que deba importarte.
— Sí me importa. — dijo el platinado, más calmado esta vez — Está mal, y no me importa que te enojes conmigo. Ambos sabemos que se irá y nunca vas a volver a verlo a menos que sea en una revista con su esposa.
El pelirrosa no dijo nada, solo se alejó hasta estar dentro de la camioneta y cerró la puerta con fuerza.
— ¿Qué le ocurre? — preguntó Jin apareciendo ahora.
— No tengo idea. — dijo el platinado y se subió a la camioneta también. Yeonjun quedó en medio de los dos.
Aunque el único que parecía estar de humor era Jin, la noche de película se estaba haciendo. Yoongi limpiaba la sala, Yeonjun hacia palomitas y Jin...solo estaba viendo los comerciales de ollas y sartenes.
— Esa abuela es lo único bueno de la televisión con canales. — murmuró el mayor sin que nadie le preste atención.
Yeonjun observaba el reloj, su teléfono y la ventana a cada segundo.
— No va a venir. — murmuró el platinado. Yeonjun se volteó hacia él.
— ¿Puedes dejar de ser tan pesimista?
— Soy realista, no pesimista.
— ¿Entonces puedes meterte en tus asuntos, por favor?
Seokjin ante la amargada escena gritó desde el sillón.
— ¡Listo! Elegí una de Barbie.
— ¿De nuevo Barbie? — preguntó el platinado ya harto, Yeonjun se echó feliz al sillón.
— Sí, otra vez Barbie. — Yeonjun por otro lado sí estaba de acuerdo con eso.
Los tres se acomodaron para verla.
Yeonjun dejó de prestar atención a la película, no supo en qué momento. Pero cuando se dió cuenta fue por el sonido del timbre.
— Yo voy. — se levantó rápidamente y corrió a la puerta. — Soobin...
Lo estuvo esperando y aún así lo tomó por sorpresa.
El pelinegro le sonrió, algo agitado bajó la mirada. Fue ahí cuando Yeonjun notó que Soobin traía un ramo en las manos, eran de un rosa pastel muy hermoso.
— ¿Llegué tarde? — preguntó el menor, una amplia sonrisa formada en sus labios.
Yeonjun tampoco pudo evitar sonreír, su corazón se llenó de emoción y por alguna razón le recordó a la sensación de hacer pasteles con su madre.
— Por supuesto que nunca es tarde para ti. — dijo el mayor sin borrar su sonrisa y aceptó las flores.
Yeonjun acercó su rostro a las flores, olfateando el delicioso aroma mientras dejaba algo de espacio para que Soobin ingrese a la casa. En ese momento Soobin dió un paso al frente y estalló sus labios contra la mejilla de Yeonjun, quien pegó un pequeñito brinco de la sorpresa y sus ojos subieron de las flores al rostro de Soobin. Lo miró sorprendido y sus mejillas se tornaron de un color carmesí.
— P-pasa... — tartamudeó y se sintió tan avergonzado por ello.
Soobin no necesitaba verlo para saber que el mayor se había sonrojado. Le sonrió con ternura y entró a la casa.
— ¡Soobin ya llegó! — anunció el pelirrosa feliz, yendo a dejar las flores en un florero de la cocina.
Soobin ingresó en la sala, Jin y Yoongi ya se encontraban ahí.
— Hola. — saludó casual, el platinado solo asintió como saludo y el mayor de todos se levantó a abrazarlo.
— No te vimos en todo el día, ¿Dónde estabas? — preguntó el mayor con gracia mientras despeinaba los cabellos del pelinegro.
— Unos asuntos...— respondió Soobin riendo un poco.
— Asuntos con tu esposa, supongo. — soltó el platinado al momento en el que el pelirrosa ingresó a la sala y todos quedaron mudos.
Soobin observó a Yoongi, tratando de ocultar su desprecio.
— Bien, bien. Ya puse la película, Yeonjun y Soobin acérquense.
Soobin se acercó, chocando con Yeonjun ya que el espacio era estrecho, ambos se detuvieron a verse.
— Lo siento, pasa. — dijo Soobin, Yeonjun rió y se adelantó sentándose al medio.
Soobin ya no tenía lugar.
— Supongo que puede traer una silla. — comentó el platinado, estirando el brazo atrás de Yeonjun.
— Las sillas son muy duras. — Jin se negó a la idea de Yoongi.
— O mejor...— Yeonjun tomó unos cojines grandes y las puso en el suelo, justo frente a él. — Ven aquí, conmigo.
Soobin sonrió y se sentó con las rodillas cruzadas cual niño pequeño, frente a Yeonjun, quien también le dió una manta y se acomodó abriendo las piernas para darle lugar al menor.
La película empezó y todos fijaron su vista en la televisión.
Soobin unos minutos después comenzó a sentir caricias en su cabeza, su piel se erizó y dejó caer su cabeza en la rodilla del mayor. Yeonjun sonrió ligeramente sin despegar su vista de la TV, el cabello de Soobin era muy suave.
Luego el pelinegro tuvo un pequeño deja vú. La única que le acariciaba así la cabeza era la madre de Yeonjun, incluso si se equivocaba en algo, ella siempre acariciaba su cabello. El toque de Yeonjun era tan reconfortante como el de su madre. Los finos dedos de Yeonjun hacían garabatos en su cuero cabelludo y Soobin disfrutaba, su alma estaba en paz.
Yeonjun rió levemente y le hizo una seña a Jin, este alzó las cejas sin entenderle.
— ¿Está dormido? — susurró Yeonjun apuntando al menor, Jin sonrió ampliamente y agachó la cabeza hasta poder ver el rostro de Soobin.
Soobin, quien no dormía pero sí tenía los ojos cerrados, los abrió lentamente al sentir la mirada de alguien y ese alguien era Jin, quien le sonrió burlón y Soobin no pudo evitar reírse también de él mismo mientras se removía y tallaba sus ojos.
— ¿Qué pasa? ¿Tienes sueño? — Yeonjun acarició el rostro del menor aún riendo un poco, el cabello de Soobin era un desastre. Soobin lo observó y negó ante la última pregunta. — ¿Seguro?
No dijo nada esta vez, solo volteó hacia la pantalla nuevamente y la observó atento. Yeonjun rió bajo volviendo a acariciarlo.
Soobin nunca se sentía tan niño como estando cerca de ellos, era como ser otra persona. Cree que no hay momento mas pacífico para su yo presente y su yo pequeño que estar con Yeonjun y todo lo que le recuerda a él. Se perdió tanto en la sensación de nostalgia que cuando se dió cuenta todos estaban levantándose. La película había acabado.
— Barbie tiene buenas películas pero esa fue absurda. — soltó Yoongi antes de darle un sorbo a su bebida.
— ¡Retráctate! — gritó el pelirrosa aventándole una almohada — Es de las mejores películas de Barbie, todo es tan lindo y medieval. ¡Amo esa época!
— Fue la época más oscura de la humanidad. — dijo Yoongi, totalmente en desacuerdo.
— Sí, pero hermosa estéticamente para mi. Deja de arruinar mi infancia.
Yeonjun bajó la mirada hacia Soobin, quien seguía en el suelo.
— ¿Tú que opinas, Soobin?
El menor levantó su perdida mirada hacia el mayor y parpadeó un par de veces.
— Creo que...Melody era muy bonita. — dijo, totalmente perdido, no sabía quien era la tal Melody pero lo había oído en una parte de la película.
— Todos sabemos que Alexa es la más bonita. — se opuso Jin.
— No es verdad, Liana es la más bonita. — dijo Yeonjun.
— Liana tiene nombre de que se la va llevar por encima Tarzán. — se burló Jin y Yeonjun pensó que no se le pudo ocurrir un peor chiste que ese.
— La más bonita es la tercera musa. — ahora opinó Yoongi y todos lo vieron mal, incluso Soobin que siquiera pudo ver la película más de 20 minutos.
— La malvada no puede ser bonita. — expresó Yeonjun con un tono evidente.
— Pues ella lo es. — se defendió Yoongi.
Yeonjun comenzó a alzar los platos y vasos, Soobin rápidamente se levantó y lo ayudó, dejando a Jin y a Yoongi a solas. Jin de pronto borró su sonrisa y se acercó a Yoongi, el platinado supo entonces que algún regaño recibiría.
— ¿Puedo saber qué te ocurre? — preguntó, su tono algo enojado.
— ¿Por qué me ocurriría algo? — atacó Yoongi con otra pregunta.
— Entiendo que de niños hayas tenido una pelea con Soobin, pero por favor, fue por algo completamente estúpido y ya no eres un niño para comportarte así con él. Lo incomodas.
— No es por ninguna pelea. Soobin se olvidó de Yeonjun, siquiera un texto le envió todos estos años mientras que Yeonjun lo esperó como un perro. Y ahora está aquí, ¿pero hasta cuándo? Él se irá, dejándolo solo y enamorado como la última vez. Soobin no es bueno para Yeonjun, pero parece que soy el único que piensa en él.
— No es cierto. Soobin hace feliz a Yeonjun, y Yeonjun a Soobin. Si estuvieron separados no fue por voluntad de alguno. Ellos quieren estar juntos, ¿no lo ves?
— Lo veo, pero no veo que Soobin haga algo para impedir su matrimonio.
— No lo sabemos. Se escapó de su casa para venir hoy y estoy seguro de que no dejará que lo alejen de Yeonjun tan fácil.
— Piensa lo que quieras, pero te aseguro que en menos tiempo de lo que crees encontraremos al mismo Yeonjun de ocho años llorando por su amiguito.
•bd•
Yoongi no tardó en irse, después de todo pareciera que Yeonjun no lo necesitaba.
— Iré a casa. — soltó desde la puerta.
— Bien, hasta mañana.
Yeonjun siquiera volteó a verlo.
Yoongi sabía que no era intencional, pero no podía evitar sentir enojo. Jin también pudo notar la actitud del platinado en ese momento, pero no dijo nada al respecto.
— Subiré a mi habitación a dormir. No hagan mucho escándalo. — se burló el mayor acariciando la cabeza del pelirrosa.
— Descansa. — soltó Yeonjun volteando a verlo.
— Buenas noches. — dijo Soobin.
Jin le sonrió a ambos y subió las escaleras hasta su habitación.
Yeonjun llevó su mirada directamente hacia Soobin, este pestañeó un par de veces antes de voltear el rostro hacia otro lado, tímido por la mirada del pelirrosa. Yeonjun sonrió con ternura y se acercó más al menor.
— ¿Ahora qué hacemos? — preguntó Soobin, viendo sus pies. Estaba sentado en el suelo y abrazando sus rodillas.
— No lo sé, ¿tienes una idea?
— Mm... ¿qué tal si terminamos tu pintura? — indagó el menor, ladeando un poco la cabeza.
— Me parece perfecto. — Yeonjun siguió sonriéndole.
Soobin se levantó del suelo y siguió a Yeonjun hacia el patio trasero, el lugar estaba iluminado.
— Guau, no recordaba tu patio. — Soobin volteó hacia los lados.
En ese momento sintió una sensación extraña en la cabeza y se alejó asustado, terminó cayendo sentado en el suelo.
Yeonjun carcajeó mientras el menor intentaba analizar qué sucedió. Solo fueron las ramas de un árbol.
— ¿Ese árbol estaba ahí antes? — preguntó el menor aún en el suelo.
— Así es, solo creciste. — dijo Yeonjun, ayudando a levantarlo.
El pelirrosa acercó unas mesas y sillas, que de por sí ya se encontraban al exterior.
— Ponte cómodo, traeré las cosas.
Soobin asintió con una sonrisa mientras Yeonjun regresaba al interior de la casa, dando unos cuantos saltitos. El pelinegro sonrió con ternura y siguió observando alrededor.
Sintió su celular vibrar en su bolsillo y toda la paz que estaba sintiendo se fue rápidamente. Solo su familia y la de Yeji tenía su contacto, por la que no tenía ninguna esperanza de que aquél mensaje le alegrase la noche. Suspiró pesadamente y sacó el teléfono, observando la barra de notificaciones.
Yeji/ Sé que saliste, no llegues después de media noche o tendrás problemas.
Apagó su celular y lo dejó en la mesa, aturdido por el mensaje.
Alzó la mirada cuando escuchó los pasos de Yeonjun.
— Aquí está... — Yeonjun acomodó las cosas con ánimo y tomó asiento frente a Soobin.
— La iluminación es distinta ahora, así que quizás salga algo raro. — comentó Soobin.
— No te preocupes por eso. — calmó el pelirrosa y el menor asintió.
— Bien.
De todos modos no faltaba tanto para terminar el cuadro.
Yeonjun posó igual que la última vez, observando cada tanto a Soobin y su expresión de concentración. A veces conectaban miradas y para ambos no había nada mejor.
— Aunque el cuadro no esté terminado, puedo ver lo mucho que avanzaste. — confesó Yeonjun — Es hermoso y también asombroso. Tienes una forma muy peculiar de mezclar los colores.
— Tal vez porque los confundo. — bromeó Soobin.
— No, quiero decir... aún así puedes hacer colores hermosos.
— Mmm...tal vez es porque hace tiempo alguien muy especial ayudó a usar otro de mis sentidos. — Yeonjun sonrió, sonrojándose un poco.
Alguien muy especial...
— Me alegra mucho tu progreso. — siguió halagando — Y es una pena que no enseñes tu talento.
— ¿Por qué? — indagó el menor, sin despegar la vista del cuadro.
— Porque es hermoso. Tu historia es interesante, eres casi como... — Yeonjun selló sus labios intentando recordar el nombre del pintor — John Bramblitt. — soltó con orgullo y Soobin rió negando.
— Es muy distinto, él si es historia.
— Podrías serlo también. — dijo optimista — ¿Nunca se te ocurrió dedicarte al arte?
Soobin soltó una risa nasal y dijo: — Por supuesto que no.
Y el pelirrosa frunció el ceño.
— ¿Qué? ¿Por qué?
— Yeonjun, nadie vive del arte, no como quisiera. Además que es solo un sueño estúpido, no funcionaría.
— ¿Estás loco o qué? — preguntó el mayor, indignado — ¿No ves tu potencial?
— Sí, para el trabajo. El trabajo en la oficina no podría darme lo que el arte.
— Obvio no, el arte no te encierra el resto de tu vida en una oficina.
Soobin dejó de pintar y observó a Yeonjun.
— Estoy bien con mi carrera, pintar nunca me llevaría nada.
El pelirrosa ya no dijo nada, el menor pudo notar que no estaba conforme con lo que había dicho. Pero seguía pensando que tenía razón.
— Todos le decía a mi madre lo mismo. — comentó el pelirrosa, aún si ver al menor.
— Yeonjun... — Soobin no quería decirlo — Tu madre fue una persona y pastelera increíble, pero ella estaba quebrada y exhausta.
— Pero nunca renunció, y si la pastelería está bien ahora es por ella.
Ninguno quería hablar más del tema. Yeonjun siguió posando y Soobin pintando.
Yeonjun aclaró su garganta antes de romper el incómodo silencio.
— Yo creo que deberías participar en el evento de caridad que está haciendo la universidad de artes. Un amigo estudia ahí. — dijo observando sus manos — Exponen el arte de los niños y hay competencias de arte, un lindo parque. Podemos...ya sabes, ir juntos y caminar, comer helado.
Soobin alzó la mirada hacia el mayor y sonrió un poco.
— Creo que estaría bien... — Soobin parpadeó unas cuantas veces antes de volver su mirada a la pintura.
— ¡Bien! Dame tu número y... yo te aviso.
— ¿Mi número? — preguntó alzando la vista nuevamente hacia Yeonjun. Yeonjun asintió ante la pregunta. — No lo recuerdo, y mi celular se apago. Mejor dame el tuyo y te mando un mensaje en la mañana.
— Mm, claro, luego.
Finalmente luego de unos minutos más, la pintura estaba terminada y Soobin muy contento con el resultado.
— ¿Listo?
Yeonjun asintió muy emocionado y ansioso.
— ¡Ta- da! — Soobin agitó sus manos con una sonrisa luego de voltear el cuadro.
Yeonjun alzó las cejas y abrió sus labios en un "Ohhh" completamente sorprendido. Cubrió su sonrisa con una mano, sintiéndose apenado por alguna razón. Nunca le habían hecho un retrato.
— ¡Es hermoso! — gritó de alegría y saltó a abrazar a Soobin.
— Shhh, Jin duerme. — de todos modos Soobin aceptó el abrazo.
— Tienes razón. — Yeonjun se alejó un poco de Soobin y alzó la mirada hacia la ventana de la habitación de Jin. — Gracias, Soobin. Es lo mejor que he visto. — Yeonjun volvió a bajar la mirada hacia Soobin, Soobin sonrió apenado pero feliz.
Fue entonces que se dieron cuenta de la cercanía. Sus abdómenes pegados y la mano de Soobin sosteniendo con fuerza la cintura del mayor. Ambos se alejaron de golpe, apenados.
— Eh... lo llevaré adentro, así puede secarse. — Soobin asintió, sellando sus labios y sin decir nada por la pena, sus hoyuelos salieron a la vista.
Ya que Soobin se encontraba parado, pudo notar que arriba del techo había una especie de sillones, observó con curiosidad hasta que llegó Yeonjun y lo notó.
— A veces Jin y yo subimos a ver las estrellas, ¿quieres?
Soobin bajó rápidamente la mirada al escuchar su voz, ya que no lo oyó acercarse.
— Mm...— soltó dudoso y discretamente vió la hora en su teléfono.
Aún tenía cuantos minutos.
— Claro. — y siguió a Yeonjun por las escaleras junto al árbol que lo hizo caer.
Cuando se encontró en la cima, Yeonjun ya había tomado asiento, él fue a acompañarlo.
— Creo...que ha pasado tiempo desde la última vez que salgo a ver las estrellas así. — confesó Soobin y Yeonjun abrazó sus rodillas y apoyó su cabeza en ellas, por el frío.
— ¿Cuanto? — preguntó y ladeó la cabeza hacia Soobin.
— La primera y última vez que pasé mi cumpleaños aquí.
— Oh... esa noche fue horrible. — soltó el mayor, recordando con dolor.
— Un poco, sí. Pero fue lindo pasar mi cumpleaños contigo, y... — Soobin observó las manos de Yeonjun entrelazadas en sus piernas. — Me diste la mejor noche. — dijo, su mirada fija en el brazalete que le había regalado.
— Bueno, eso hacen los amigos, supongo.
— ¿Amigos? — Soobin frunció el ceño suavemente — Yo siempre pensé que éramos más que amigos.
— Quizás antes sí, no lo sé. Era un niño, no sé lo que sentía.
— Yo sí. — Yeonjun se enderezó ante la confesión del menor — Siempre supe que me gustabas. Bueno, en realidad estaba enamorado de ti.
— Creo...que yo igual. — Soobin lo estaba viendo a los ojos, Yeonjun igual.
Ambos lo sabían, pero nunca había sido capaz de decirlo.
— Pero te fuiste. — Yeonjun volvió a bajar la mirada.
— Mm, sí, pero eso no impidió que siga pensando en ti y en como sería hablar contigo, crecer contigo, ir a la secundaria contigo, cocinar contigo y todas esas cosas que extrañé.
Yeonjun sonrió ante eso, sintiendo el frío viento subir por su espalda.
— ¿Y cuando dejaste de amarme de esa forma? — Ahora volteó a verlo, fue cuando notó que Soobin estaba cerca, tanto que Yeonjun tuvo que alzar la mirada.
Quizás mañana se arrepienta de hacer la pregunta, no estaba seguro, pero la duda era mucho más grande.
— Sigo enamorado de ti. — confesó el menor, sin pena, sin remordimiento.
Soobin había esperado mucho para al fin encontrar un momento y decírselo.
Yeonjun tragó duro, observándolo fijamente a los ojos. Soobin parecía perdido en Yeonjun y Yeonjun estaba perdido en cómo Soobin se perdió en él.
— Yo igual...sigo enamorado de ti. — confesó también pensarlo.
La emoción de Soobin se congeló en su cuerpo, sin poder reaccionar. Ambos helados por el momento y el frío de la noche.
La piel de Yeonjun se erizó cuando Soobin acunó su mejilla con su mano cálida. Y Soobin se acercó, Yeonjun bajó su mirada a los labios de Soobin, aceptando lo que sea que estuviera a punto de pasar.
Pero el teléfono de Soobin sonó, tan estruendosamente que ambos pegaron un brinco a la vez, los labios de Yeonjun rozaron la barbilla de Soobin.
El menor, enojado por ello, tomó el teléfono y observó la notificación.
Yeji/ Tienes diez minutos para volver a casa.
Yeonjun leyó el mensaje desde su lugar, sin tener esa intención. Y mordió su labio inferior con incomodidad. A veces olvidaba que Soobin tenía una vida completamente distinta a la suya.
— Tengo que irme. — susurró el menor y Yeonjun asintió.
— Te acompaño a la puerta.
— Está bien.
Ambos bajaron y cruzaron la sala sin hacer mucho ruido, hasta llegar a la puerta principal.
Soobin salió de la casa, Yeonjun lo siguió.
— Ten cuidado, ya es de noche. — dijo Yeonjun.
— No te preocupes por eso. — Soobin volteó, dándole la espalda al pequeño jardín y viendo a Yeonjun. — Gracias por esta noche, fue la mejor...después de mi cumpleaños.
El pelirrosa sonrió agradeciendo también, abrazando sus brazos, aún tenía frío.
— Bueno, es mejor que me vaya y tú que entres a la casa. Adiós — se despidió.
— Adiós. — dijo Yeonjun algo bajo.
Ambos sabían que no se estaban despidiendo realmente, ninguno quería alejarse. Soobin dió unos pasos, luego se detuvo y volteó hacia Yeonjun, él seguía ahí. Sonrió ante eso.
Yeonjun lo había pensado, pero no creyó que pasaría hasta que vio a Soobin acercarse rápidamente a él.
El menor se acercó y tomó al mayor de las caderas, acercándolo de golpe. Yeonjun por inercia dejó de abrazar sus brazos y los abrió, apoyando las muñecas en los hombros de Soobin. Al momento de pegar sus cuerpos, Soobin también pegó sus labios a los ajenos, pegándolo más a su cuerpo como si pudieran estár más juntos o como si eso congelara el tiempo.
Soobin movía sus labios lentamente contra los otros, Yeonjun igual. El beso era suave, y dulce. Soobin juraba que podía ver más colores que antes, aunque esté con los ojos cerrados. Y para Yeonjun había pasado tiempo de sentir una felicidad tan inmensa.
Finalmente alejaron sus labios por falta de aire y tiempo, pero sus cuerpos seguían pegados. Yeonjun sonrió con la boca cerrada, inflando sus mejillas de la vergüenza, Soobin igual pero sin inflar las mejillas. Hasta que Yeonjun explotó en una pequeña carcajada.
— No creí que lo harías.
— Pero querías que lo haga.
— Tal vez.
— Y yo no pensaba quedarme con las ganas. — confesó el menor, con una sonrisa que destacaba su hermosa dentadura y hoyuelos. — Ahora sí, debo irme lastimosamente.
— Bien, te veo luego.
— Veré si no me aniquilan hoy. — bromeó alejándose — Pero no te preocupes, ya no van a separarnos. Probablemente me prohíban salir así que deja tu ventana abierta mañana.
Yeonjun sonrió ligeramente mientras Soobin desaparecía de su vista. Pronto el frío lo hizo temblar, hasta había olvidado que tenía frío.
•bd•
Todos estaban equivocados si pensaban que la noche de Soobin se amargaría, no importaba nada. No le importaba si le esperaba un sermón en la casa. Había pasado tiempo con Yeonjun, lo abrazó, lo acarició y hasta lo besó. No podía pedir nada más. Los próximos minutos de camino a casa estuvo recapitulando la noche, con una sonrisa boba en su rostro y riéndose solo como un lunático.
Cuando se dio cuenta casi pasa de largo su hogar, por lo que tuvo que pausar su documental imaginario. Se aclaró la garganta despacio y entró a la casa.
Todo está a oscuras, aquello le sorprendió pero aún subiendo las escaleras estaba esperando que salga su padre de la nada a regañarlo, pero no fue así.
Entró a su habitación y ella estaba ahí, cruzada de piernas sobre la cama, viéndolo y con una sonrisa. A Soobin no le dio buena espina en lo absoluto.
— Buenas noches, ¿qué tal la pasaste con el pastelero? — preguntó burlona.
— ¿De qué hablas? — fingió confusión.
— Soobin, ¿crees que soy ingenua o qué? Sé que estabas con Yeonjun, sé que estuviste yendo a ese lugar.
— ¿Y? — comenzó a retirar sus prendas superiores para dormir.
— Recuerda tu lugar, Soobin. Te advierto antes de que lo lamentes, sé que lo quieres y sé que no quieres verlo mal. — Soobin volteó hacia ella, lo había tomado como amenaza, tal vez lo era. — Y antes de que lo digas, sí, él puede correr peligro. Pero no me lo reclames a mi, sino a tu padre, a ver si te atreves. — sonrió y se levantó de la cama.
— Largo de mi habitación.
— Tranquilo, ya me voy. Solo piensa lo que te dije, no me provoques. ¿Sí, cariño? Hasta mañana. — canturreó lo último.
Y Soobin no pudo estar más agradecido de que se fuese. Se tumbó a la cama mirando el techo, enojado y perdido. Hasta que sintió el olor de Yeonjun muy cerca suyo, inhaló y exhaló disfrutando del dulce aroma.
Buscó de dónde provenía, sentándose en la cama como si eso lo ayudara y cuando supo que provenía de su ropa se volvió a tumbar cubriendo su rostro con su suéter.
Yeonjun.
Aún podía sentir el cosquilleo en sus labios, y el aroma dulce que entró en sus fosas nasales cuando lo besó. Sus boca también sabía dulce. Soobin estaba derritiéndose como un helado en su cama.
No, nadie amargaría esa noche, no cuando ya había probado lo más dulce.
Ay m entró un "q lindos cásense por favor" al ojo (┬┬﹏┬┬)
q lindo fic jsjjsjs, es muy tiernis, q raro viniendo de mi
Se supone que la foto de arriba es la pintura de Soobin, no sé editar como para q parezca pintura, perdón pero usen su imaginación xd
Avisen errores q m muero d sueño :p
Cap concluido el sábado 13 de mayo del 2023 a las 01:45 escuchando Pano de Zack pq es una canción muy bonita (∪.∪ )
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