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12. Taquicardia

Min Yoongi

La agitación de mi pecho debido a la maratón que acabo de terminar de correr es incesante. Mi pecho sube y baja constantemente, sintiéndose caliente, mientras busco con la mirada a mi hermana entre la multitud.

La encuentro no muy lejos, junto a Nam y Ho, levantando el pulgar en mi dirección. Levanto brevemente las comisuras de mis labios antes de ser interceptado por uno de los miembros del staff para ser trasladado al podio en donde me harán entrega del premio.

—Gracias —digo con una breve reverencia, aceptando la medalla y el ramo que me otorgan tras haber obtenido el primer lugar.

Tras un breve discurso por parte de los organizadores, llego hasta donde se encuentra el entrenador del equipo de atletismo. El hombre palmea mi espalda con satisfacción; yo obtuve el primer lugar, pero él recibirá —seguramente— un pequeño aumento en su sueldo y la preparatoria nuevos fondos.

—Lo has hecho bien, muchacho. Muy bien.

—Gracias, señor, todo ha sido gracias a usted.

El entrenador, Lee Bu-geom, sonríe de manera jactanciosa, no obstante omite cualquier tipo de comentario. Charlamos un breve momento antes de recordarle que tengo otros compromisos y no puedo aceptar su invitación a celebrar este día, pero que en estos días podremos ir después del entrenamiento. El hombre de más de cincuenta años acepta gustoso y se marcha con una sonrisa de victoria, mientras que yo espero a que mi hermana y amigos me alcancen.

Oppa, ¡lo has vuelto a hacer! —chilla Yunah con emoción—. ¡Muchas felicidades!

Le sonrío a mi hermana menor y agradezco el gesto tan amable que ha tenido de darme un obsequio.

—Me sigo preguntando cómo es posible que seas un atleta con ese cuerpo tan perezoso —comenta Nam—. Felicidades, amigo.

—Gracias —acepto su abrazo de costado y rio un poco cuando intenta arrebatarme la medalla, ya que Yunah es más rápida y la consigue primero.

—Sabía que lo lograrías —me dice Ho, ignorando por completo la disputa entre mi hermana y nuestro amigo—. Eres un campeón.

Una leve risa escapa de mis labios. Hoseok es ese tipo de persona que siempre está diciéndote palabras bonitas, infundiendo ánimo y asentándote a seguir adelante. También es de ese reducido grupo que no juzga, sino que intenta ayudar todo cuanto le sea posible.

En resumidas cuentas, Jung Hoseok es un mil de diez en comparación a otros chicos de nuestra edad.

—Gracias, Ho —miro a Yunah y Namjoon, que parece no importarles ser el centro de atención debido a su disputa en medio de jna multitud que aún no termina de dispersarse—. Si no se detienen me iré solo a comer con Hoseok —advierto, y eso es suficiente para que ellos cesen de pelear.

—Vamos, es hora de comer una rica carne asada —establece Namjoon con ese tono que no acepta réplica. Es obvio que él se encargará de pagar, y es más que obvio que no nos dejará a nosotros costear nada.

—¡Sí! Carne, carne, carne.

Miro con desconcierto a quienes antes peleaban por un trozo de metal, marchar con toda la camaradería existente en este mundo.

—Creo que nunca los podré entender —comento en un suspiro.

—Y me lo dices a mí.

El chófer personal de Namjoon ya nos está esperando, así que subimos —tanto Hoseok como yo con un poco de incomodidad puesto que aún no nos acostumbramos a esto— al auto para ser dirigidos al restaurante que él ya ha escogido para celebrar mi victoria.

En el camino al lugar charlamos un poco, pero luego Hoseok desvía su atención a su móvil y yo hacia la calle. Nos detenemos en uno de los tantos semáforos debido al cambio en este y mientras el auto espera por avanzar y seguir la marcha, mi mirada se desvía a una floristería de donde un pequeño y delgado cuerpo sale en compañía de una mujer y un hombre mayor. Oh Bitna está saliendo con la pareja que asumo se trata de sus padres, sosteniendo un gran ramo de flores y portando una de las sonrisas más hermosas que haya podido ver jamás en lo que llevo de mi corta vida.

Siento cómo mi corazón se salta un latido y luego corre a una velocidad muy fuera de lo normal; el rostro empieza a enrojecer mientras no puedo dejar de apreciar la manera tan natural en que habla y gesticula con las manos —con un poco de dificultad al tenerlas ocupadas— mientras esa sonrisa impoluta sigue sin abandonar su definido rostro.

—¿Yoongi? ¿Estás bien?

Pestañeo al escuchar la pregunta. Tengo tres pares de ojos mirándome con un deje de preocupación en ellos y la duda mermando a través de los mismos.

Santa madre de Dios, ¿en qué acabo de pensar segundos atrás?

—¿Oppa?

La insistencia de Yunah es lo que me obliga a responder.

—Sí, sí, estoy bien. Por supuesto que sí. ¿Por qué la pregunta?

Se miran entre ellos, como si decidieran quien debería de hablar. Al final, es Namjoon quien lo hace.

—Si no te sientes bien, podemos dejar la celebración para después.

La culpa me abofetea no una, sino dos y hasta tres veces. Me siento como un tonto ahora mismo y no sé exactamente la razón.

—No se preocupen por mí, de verdad estoy bien —insisto.

Parece que no me creen, pero no objetan a mi respuesta y simplemente lo aceptan, lo cual agradezco en serio.

Creo que iré por un chequeo médico, tal vez estoy sufriendo de taquicardia y no lo sé.

*Total de palabras: 916.

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