Ammy Prescott había pasado por muchas relaciones y la mayoría de ellas fueron un completo fracaso, lo que la llevó a desarrollar un profundo desprecio hacia casi todas las personas con las que había salido. Sin embargo, ningún ex había logrado ganarse su odio de manera tan intensa y extrema tal como lo hizo Wade Wilson.

Todo se desmoronó el día en que Wade decidió terminar su relación con una jodida e insignificante carta. Una hoja de papel garabateada con su letra descuidada y su típica ironía, pero carente de la decencia mínima de darle una explicación sincera.

Si Wade iba a terminar con ella, al menos hubiese tenido la decencia de hacerlo en persona, de mirarla a los ojos y dejar que ella pudiera gritarle todas las palabras que se le atoraron en la garganta cuando leyó esa carta. Pero no, él se había esfumado,  sin una sola palabra de consuelo, dejando a Ammy sola con sus dudas y su rabia. Era como si la tierra se lo hubiera tragado y escupido en otro planeta.

No podía evitar preguntarse qué demonios pasó por la cabeza de su ex novio para desaparecer de esa forma. Wade era un desastre andante, pero nunca creyó que sería tan cobarde como para dejarla de esa manera.

Pero ella siempre supo que, algún día, volvería arrastrándose como una lombriz en cuanto necesite de su ayuda. Y tal como lo supuso, fue lo que terminó sucediendo. Wade creyó que su lobita adorada iba a saltar a sus brazos apenas lo vea, fingiendo que nada pasó entre ellos. Pero no, claramente eso no es lo que sucedió.

¿Recuerdan la increíble escena en la que Charles le da una golpiza a Magneto en el ascensor? Bueno, algo así fue su reencuentro.