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Rukawa Kaede

Mirabas todos los movimientos del pelinegro, desde hace semanas solías ir a ver los entrenamientos del equipo masculino de tu establecimiento.

¿Sabías cómo se jugaba el baloncesto? No.

¿Tenías aunque sea una remota idea sobre cómo hacer un rebote? No.

¿Entonces que mierda hacías ahí, animando a los chicos? La respuesta había sido descubierta por ti misma hace apenas algunos días.

Estabas perdidamente enamorada de Rukawa Kaede.

—¡Eso es, Rukawa! ¡Excelente! —los gritos de Haruko te hicieron olvidar tus pensamientos sobre aquel chico. —¡Vamos, chicos, ustedes pueden!

La castaña animaba al "equipo", pero toda su atención estaba fijada en Kaede, se lo comía con la mirada y eso provocó un dolor en tu pecho.

¿Celos? Sí. La chica también había caído rendida ante el joven. No la culpabas tú también babeabas por él.

Aunque algo las diferenciaba, tú eras más silenciosa, nadie, según tú, sabía sobre tus sentimientos.
Los escondías como contrabandista a sus drogas.

Este último pensamiento te provocó una sonora carcajada, que trajó la atención de todos hacia tu persona.

Incluso Kaede te dirigió su mirada, te sonrojaste levemente. Pocas eran las veces que podías verle directamente a los ojos.

—¿(Nombre)? ¿Estás bien? —. Ayako fue la primera en preguntarte.

—S-sí, disculpa —. Dijiste bajamente, ¡qué pena! Ahora Kaede pensaría que estabas loca —. Solo me acordé de algo.

—¡Ya escucharon, muchachos! ¡Que (Nombre) haya caído en la demencia no es suficiente para parar el entrenamiento —. Volvió a hablar la de pelo rizado.

Te tapaste tu roja cara con las palmas, solo volviste a escuchar el bote del balón, habían vuelto a jugar.

Ayako se acercó a donde estabas sentada y con voz baja soltó;

—Tranquila, (Nombre) —. Expresó la entrenadora —. Rukawa ni le tomó importancia.

Tu cara volvió a tornarse roja, eras un tomate con pelo.

—¿Qué? ¿Rukawa? ¿Qué tiene que ver él? —Fingiste no entender nada.

—Te gusta ¿no?

—No

—¡Ay, vamos! (Nombre), ¡es obvio que te gusta! —. Lo último, prácticamente, fue dicho como un grito. Atrayendo, nuevamente, la atención de todos. Maldita sea, la matarías.

—¿Te gusta alguien, Nombre? —. La voz de Rukawa te erizó la piel, levantaste la mirada, viendo como el chico se acercaba hacia ti.

—¿Eh? N-no

AYUDA, DIOS.

—Eso espero —. Kaede ya estaba cerca tuyo, se había agachado, tomando tu mentón. Sonriendo al ver tu cara sonrojada y cortó la distancia, uniendo sus labios como en un baile. Escuchabas los gritos de todos a sus lados. El joven se separó, dejando que una linea de saliva los uniera —. Porque tú eres mía —. Y volvió a besarte.

...

Sentiste que te movían, mientras te llamaban, era tu mamá.

—(Nombre) —. Emitió la mujer —. ¡(Nombre)!

-—¿Ahh? —. Hablaste adormilada, enfocando tu mirada en la mujer, sin lograrlo.

Maldito astigmatismo

—Levántate, ya es hora que te vayas a la escuela —. Profirió tu madre —. Vas tarde, así que rápido.

—¿Amh? Ya, mamá. Ya voy.

La mujer asintió, y salió de tu cuarto. Dejándote sola.

Te giraste en la cama y tomaste la almohada, tapando tu cara con ella, para que no es escuchara el grito que lanzaste en ella.

—Todo fue un sueño -Susurraste contra la funda, moviste la cara en ella. Sintiendo la suavidad. —¿Así de suave será la cara de Rukawa?

Suspiraste profundamente.

...

Abotonaste el último plástico de tu camisa escolar, corriendo y con un pan en la boca siendo masticado. Todo coordinadamente, pensaste.

Hasta que tragaste un pedazo grande sin masticar, tosiste, tratando de mantener la calma.

Pero no funcionaba, te estabas ahogando y te empezaste a asustar.

Trataste de que tus finas manos tocaran tu espalda para golpearla y que saliera el maldito pan de tu cavidad.

Ni siquiera sabías si esa técnica fuera la correcta, aunque no importaba, porque tus brazos eran pequeños y no alcanzaban tu parte trasera.

Empezaste a lagrimear, no solo por el hecho de pensar que te ibas a morir, sino también porque eran una enana. Todo te salía mal.

Miraste al rededor, el establecimiento educacional al que asistías estaba ahí.

Ibas tarde, así que seguramente todos estaban en clases y nadie te podría ayudar.

"Debí haberle hecho caso a mi mamá" pensaste
"gracias, mamá. Fuiste grande"

Sin embargo, tus pensamientos de muerte se detuvieron al sentir una pesada mano en tu espalda.

¿Qué?

La volviste a sentir, eran unos brutos golpes.

"¿Eres tú, Dios?" Tal vez se había apiadado de ti. Gracias.

Tal acción llevó a que una masa masticada con jamón saliera de tu boca fuertemente.

Te habías salvado. No. Te habían salvado.

Tus manos fueron a tu cuello, abrazándolo, las lágrimas recorrían tu rostro por el esfuerzo. Todo estaba bien, te peinaste.

Pero tu estado de consolación paró al escuchar la voz de tu salvador, no jodas...

Era Rukawa.

—¿Estás bien? —Rukawa agarró tus hombros y te giró suavemente.

Sentiste una corriente eléctrica recorrer todo tu cuerpo al verlo a los ojos, estaba completamente serio, pero un brillo anormal se coló en sus ojos.

—S-sí, gracias, Rukawa —. La cercanía nubló tu cerebro, solo querías estar así para siempre —.Muchas gracias

El chico te escuchó y escaneo la situación, separándose de golpe, alargando la distancia.

"NOOOO" pensaste "no te alejes"

Al ver que no respondía volviste a decir "gracias".

—Ya me agradeciste —. Habló tajante. Pasando de largo y caminando hacia la entrada de la escuela.

Te quedaste unos segundos mirando su espalda, para luego seguirla. Ibas detrás de él.

Entraron a la escuela, empezando a andar por los pasillos, tus pasos sonaban apresurados con respecto a los suyos.

Querías alcanzarle el paso, pero sus piernas eran más largas que las tuyas. Al estar inmersa en tus pensamientos no notaste cuando el muchacho paró, chocando con su fuerte espalda.

—Ve por donde caminas —. susurró Rukawa. Asentiste aunque no te pudiera ver.

Siguió avanzando, y tú también. No te querías poner a su lado, no por miedo, o tal vez sí, pero más que todo no querías que viera tu sonrojo y nerviosismo.

Llegaron al salón y el basquetbolista se posó frente la puerta, tocando el cerrojo levemente.

—Ponte a mi lado —. Susurró.

—¿Qué?

—Ven acá —. Giró su cuello y agarró tu mano suavemente. El tacto fue tan suave, que dudabas si era el mismo chico que había peleado a golpes con Mitsui. Quedaste a su lado, mirandolo atonita.

"AÚN NO SUELTA MI MANO, DIOS, ES UN SUEÑO"

—Ya van varias veces que llegas tarde. Llamarán a tus padres si sigues así —. No alcanzaste a decir nada, Rukawa deslizó la puerta, jalandote, adentrándose en ella.

Seguías su paso fuerte, pegada a él, escondiéndote de la mirada de tus compañeros y del profesor.

"¿No va a decirle nada al profesor?"

Estaban a punto de llegar al puesto de ambos y escuchaste una tos fingida.

Giraste la cabeza y el jugador también, el docente les miraba alzando una ceja.

Rukawa te soltó y su movimiento fue tan rápido que solo veías su gruesa espalda tapando tu visión.

—Jóvenes, se que tener pareja es divertido, pero no descuiden sus estudios, acabamos de pasar materia de prueba —. Sentiste que te ibas a marear de la vergüenza al escuchar como tu profesor les regañaba por su "relación"

—y-yo, é-él —. Balbuceaste cosas sin sentido, no terminaste la oración porque la imponente voz del adolescente te interrumpió.

—No volverá a pasar.

Y se dirigió a su asiento, dejándote en medio de los alumnos, que empezaban a murmurar cosas nada agradables sobre ustedes, y sobre todo de ti.

—Señorita, tome asiento -. Las palabras del profesor retumbaron como alerta a tus sentidos. Le hiciste caso, avanzando hacia tu mesa.

Tomaste asiento, ignorando los chismes de tus compañeros y lo que decía tu profesor sobre el comportamiento de un alumno ideal.

"Profesor, deje vivir"

La palabra relación aturdía tu mente, la respuesta de Rukawa resonó, "no volverá a pasar".

—No lo negó —. Un leve rubor se apoderó de tu rostro. Tenías que dejar esa costumbre.

Ladeaste tu cabeza hacia al lado, para ver a Rukawa. Estaba sacando sus cuadernos de clase.

Seguramente sintió que lo miraban, así que volteó enojadamente para encarar a quien le estaba fastidiando, hasta que te vió.

Tu pelo estaba levemente despeinado, ya que casi te mueres.
Tu piel de porcelana era pintada con rosa en tus mejillas y tus suaves manos sujetaban tu cabeza.

Para él, eras muy linda.

Se sonrojó ante el pensamiento y volvió su mirada a la mesa.

¿Cómo debías tomar eso? No lo sabías, pero se sintió como un sueño.

No, no como un sueño. Sin duda, aquello los superaba incalculablemente.

Rukawa era un sueño para ti, como tú lo eras para él.

HOLAAA ESPERO Q LES HAYA GUSTADO. rukawa es uno de mis personajes fav de Slam Dunk, me gustó pq se parecía a mi Levi Ackerman jdjdjs

bue, voten por favor, comenten lo q sea que tengo una familia que alimentar 😔

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