Escuchen la canción. Hoy ganó la literatura 🚬

El pelinegro agarraba tus desnudos muslos, no permitiendo que cierres las piernas en cada corriente que cruzaba tu cuerpo.

Ahí estabas, inmóvil y sentada en el regazo de Rukawa. Probablemente, cuando eras una adolescente, hayas tenido la idea de no tener sexo hasta casarte, pero las lascivas caricias del chico en tu parte íntima, cambiaron tu mentalidad.

—Quiero que veas lo que estoy haciendo —. Susurró. Bajaste la mirada, encontrándote con los delgados y largos dedos de tu pareja deslizándose por tus pliegues.

Gemiste ante el sutil toque y moviste las caderas hacia arriba, buscando más fricción.

—No seas impaciente —. Ordenó y, sin avisar, metió su índice en tu interior. Jadeaste fuertemente, pegando tu sudorosa cabellera a su pecho. Cerraste los ojos, sintiendo frenéticamente la inclinación de sus dígitos en tu vagina. El hombre gruñó ante tu acción —No te permití que cerraras los ojos, ábrelos.

Gemiste ante su tan ardiente petición y abriste los ojos. Por morbosidad bajaste tu mirada, una tensión se formó en tu vientre bajo al ver cómo presionaba tu intimidad sin miedo.

—Vamos bien —. Murmuró, lentamente. Eras la única que tenía algún tipo de estimulo, pensaste. Sin embargo, una punzada en tu espalda te hizo saber que Rukawa estaba igual de necesitado. Deslizó otro dedo dentro tuyo y eso fue la gota que rebasó el vaso.

Palabras intangibles salían de tu boca seca. Tus piernas empezaron a tiritar y los movimientos no cesantes del muchacho te aproximaban a un orgasmo.

La mente del hombre solo pensaba en lo excitante que era hacer eso con su mano. Sentir lo cálido que eras por dentro y cómo apretabas sus dedos era demasiado excitante como para permanecer toda la noche en ello.

Pero cuando notó que tus bajos gemidos empezaban a ser incontrolables, disminuyó la intensidad.

—No, p-por favor —. Rogaste, tu palma sostuvo la suya. Enseñándole físicamente lo que deseabas, pero no cedió y sacó sus dígitos de tu hinchada cavidad.

—Ya estás lista—. Habló contra tu oído, provocando escalofríos en tu sensible cuerpo.

—¿Para qué? —Fingiste demencia, sabías para qué eran sus juegos previos, pero la idea de escuchar frases ardientes por parte del gran Kaede Rukawa te calentaba y él lo sabía.

—Ya estás lista para que te folle —. Sus fuertes manos se posaron en tus caderas y en un santiamén, cambió la posición en la que estabas.

Quedaste frente a él, podías mirarlo fijamente a los ojos. Sus azules iris mostraban todo lo que estaban pasando, el color rojo invadió tus mejillas.

El pene de Rukawa estaba tenso y apuntaba hacia arriba, el líquido preseminal adornaba la punta de su falo. Tragaste saliva y parpadeaste, asimilando lo que vendría ahora.

—¿E-estás segura? —trató de contenerse lo más posible, preguntando si querías seguir. Se podía notar a leguas que si le preguntabas el diría que sí, pero estaban juntos en ello. Y a pesar de que se comportaba rudo, jamás te tocaría sin tu consentimiento.

Asentiste y rápidamente el hombre puso tus piernas en cada lado de las suyas, quedando completamente abierta a su disposición.

—Mierda —. Farfulló.

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oliii cómo están??

¿¿¿Les gustó??? Es la primera cochinada que escribo, así q perd9k si no fue tan rico

Escribi esto nomas para no quedar en el olvido. Si ven alguna falta ortográfica, incoherencia no sé me dicen, es q me da vergüenza leer la mkerda q escribi.

No piensen mal de mi ya?? 🥺🥺 se que lo deseaban, siempre seré su...