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CAPÍTULO VEINTIUNO
• HUIDA •
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𝟸𝟹 𝚍𝚎 𝚍𝚒𝚌𝚒𝚎𝚖𝚋𝚛𝚎 𝚍𝚎 𝟷𝟿𝟽𝟼
El tiempo había pasado tan rápido que ahora la gran mayoría de estudiantes se dirigían a sus hogares para pasar las fiestas con su gente. En un vagón en particular se encontraban cinco jóvenes muy ruidosos que no paraban de hablar y reír, y estos son los merodeadores y Eris quien se les acopló hace media hora atrás cuando Eloise prácticamente la echó del vagón para despedirse bien de su novia y con eso me refiero a tener largas sesiones de besos y posiblemente sexo.
— Y esa vez que a Minnie le cayó toda la pintura fue cuando sentí el verdadero terror — habló James fingiendo escalofríos.
— Yo igual, ni mis encantos hicieron fruto — le siguió Sirius sonriendo mientras recuerda.
Los cuatro le están contando a Eris las bromas que hicieron a lo largo de los años, o mejor dicho, James, Sirius y Peter, Remus solo habla a veces ya que está muy concentrado leyendo un nuevo libro que le prestaron.
— Amaría seguir hablando con ustedes pero debo ir a verle a alguien antes — interrumpió la rubia levantándose al ver que ya están a punto de llegar a la estación — En caso de no vernos más ya me despido. Nos vemos el 25 a la tarde en mi casa, ya saben donde queda.
— ¿Dónde vas? — preguntó el azabache curioso.
— A despedirse de su noviecito Rosier por supuesto — se burló Black.
— No iré con él y no es mi novio. En fin, hasta luego, los quiero — les tira un beso en el aire y sale rápidamente antes de perder más tiempo.
— ¡También te queremos! — dijeron los cuatro al mismo tiempo.
— ¿Creen que va con Rosier? — les preguntó James mirándolos.
— No, a Eris no le gusta mentir, si te dice que va con alguien más es porque así es — responde Remus volviendo su vista al libro.
— Hm ¿quién será?
— Ya deja de comerte el coco cornamenta, seguro hablará con uno de mis primos y ya. Ahora continuemos hablando que debo contarles algo que no se podrán negar.
— Me suena a algo que saldrá todo mal — dice Peter.
Mientras tanto Eris estaba recorriendo vagón por vagón buscándole a Regulus necesitando hablar con él y verificar que no se haya arrepentido de nada. Hoy es el gran día que estuvieron esperando desde hace meses, el día de su huida de la casa Black.
Finalmente logra encontrar y se detiene viendo que está con Narcissa, Lucius, Barty y Severus, aún así da unos leves golpes llamando la atención de todos, así que saludó con su mano y luego le observó al menor quien entendió al instante y se levantó saliendo.
— Aquí no — susurró y le agarró la muñeca llevándola a otro lado, pero viendo que todos los vagones están habitados los metió en el baño.
— ¿Todavía sigues queriendo? — pregunta directamente observándolo.
— Sí pero...tengo miedo — confiesa haciendo una mueca y agachando la cabeza — ¿Y si todo sale mal y luego debo pagar las consecuencias?
La chica soltó su mano y colocó ambos en sus mejillas haciendo que la vea sintiendo todo ese miedo que dice tener, es más, la palabra miedo queda corto, está aterrado y lo entiende, si todo sale mal no solo tendrá que convertirse en mortífago en contra de su voluntad, sino también tendrá que soportar las torturas de sus padres hacia él.
— Escúchame bien Reg. Todo saldrá bien y al final del día estarás en mi casa seguro y lejos de tu familia abusiva.
— ¿Pero qué hay si no sale bien y me quedó ahí?
— No te dejaré por nada en el mundo ahí y no importa si salgo dañada en el proceso, tú estarás lejos de esa casa hoy mismo.
El pelinegro asintió sin estar del todo convencido y colocó las manos encima de los suyos apartando suavemente para luego abrazarla ya que es la única que le transmite tranquilidad, literalmente hablando.
— Gracias por todo esto Eris — susurra.
— No lo agradezcas, lo hago con mil gusto.
Ambos se quedaron abrazados quizás por varios minutos y solo el tren deteniéndose los hizo separarse y como si estuvieran coordinados soltaron un suspiro tembloroso rogando en su interior que todo salga bien en las siguientes horas.
— Ya sabes, prepara todas tus cosas y en dos horas yo me presentaré como tu mejor amiga. ¿Te encargaste de decirle a tu mamá?
— Sí, le dije varias mentiras de que tú estás a favor de matar inocentes también y claramente se vio orgullosa de que haya formado una amistad así.
Eris hizo una mueca ante ello pero es lo necesario para que la deje entrar pacíficamente a su casa.
— Está bien ¿Te acuerdas del resto?
— Tranquila, lo sé de memoria.
Ambos se miraron fijamente en silencio por varios segundos sin necesidad de hablar para saber lo que piensan y luego asintieron. Es hora de salir y enfrentar todo, especialmente Regulus quien respiró hondo para darse fuerza y cambió su semblante preocupado a uno serio, a esa expresión que la gran mayoría acostumbra a ver.
— Voy primero yo — le informa Eris pero antes le da otro corto abrazo — Ahora sí.
Con una última mirada de su parte salió del baño viendo el pasillo lleno de estudiantes, por ende solo ajustó la correa de su bolso donde tiene sus maletas encogidas y comenzó a esquivar lo máximo posible a las personas hasta que minutos después logró salir finalmente y se puso a caminar lentamente y a observar a su alrededor buscándole a sus padres. Sin embargo, se topó con Alexander frente a lo que supone es su familia y al parecer quería que la conozcan porque la estaba llamando con su mano, así que un poco tímida se acercó a ellos lentamente hasta quedar enfrente.
— Familia, les presentó a Eris Macmillan.
La señora Rosier inmediatamente se acercó a ella abrazándola siendo una sorpresa para Eris pero no tardó en corresponderle el abrazo sintiendo una energía rara en ella, aunque ya sospecha la razón.
— Es un gusto por fin conocerte — dice separándose y viéndola con una gran sonrisa — Mi hijo me ha hablado mucho de ti y espero que te haya dado los libros que te mandé.
— También es un gusto conocerla — sonríe un poco sonrojada — Y sí he leído los libros, son bastante interesante, gracias por mandarlos.
— Yo encantada de darte querida, es muy raro encontrar una bruja interesada en la brujería muggle, además ahora que te conozco sé porqué a mi hijo le gustas, lo que transmites es bellísimo.
— ¡Mamá! — exclamó Alexander viéndose por primera vez bastante avergonzado.
El señor Rosier soltó una risa y se acercó a su esposa agarrándole de la cintura y alejándole de Eris para que ya no le avergüence a su hijo, por otro lado el hermano de él se estaba burlando silenciosamente.
— Un gusto conocerte Eris, soy Nate Rosier, su padre, y el de aquí es Gabriel, nuestro hijo menor — lo señala haciendo que deje de reírse de su hermano y le sonría a la rubia.
— Es un placer conocerle a todos, su hijo es una persona maravillosa.
Antes de siquiera poder seguir hablando Sirius y James comenzaron a gritar su nombre a lo lejos haciendo que voltee a ver dándose cuenta que están los cuatro con supone sus respectivos familiares, además de que también están sus padres que la ven con una sonrisa.
— Oh lo siento, me gustaría seguir hablando con ustedes pero ya me llaman — hace una mueca de pena mirándole a cada uno.
— Vete tranquila querida y no te preocupes por nosotros, pero eso sí, me gustaría que nos visites uno de estos días.
— De eso no cabe duda señora Rosier, le avisaré a Alex cuando iré.
— Dime Laura por favor.
Con eso los Rosier se alejaron un poco dejándole a su hijo mayor a solas con la chica y ambos se colocaron frente a frente mirándose fijamente queriendo decir muchas cosas pero sin animarse, por lo tanto solo se fundieron en un abrazo. Algo que hizo borrar la sonrisa de cierto chico que está mirando desde lo lejos.
— Y luego dice que no son novios.
— No digas tonterías James, se están abrazando como cualquier par de amigos, no besándose — le dijo Remus.
— Vaya, nuestro pequeño Jaime se gusta de otra chica que no es Lily — habla Euphemia luego de escuchar la conversación.
— No me gusta mamá — dice inmediatamente un poco avergonzado.
— Cada vez que la ve babea por ella y todo el tiempo está que Eris esto, que Eris aquello, tendrías que verlo y escucharlo mamá Euphi — le chismosea Sirius ganándose un zape de James — ¡Oye! Solo digo la verdad.
— Cálmense niños que la chica viene hacia acá — informó Fleamont.
Al oír eso James rápidamente volteó para verla y sonrió como tonto al verla correr hacia sus padres formando un abrazo grupal entre los tres.
— Los extrañe muchísimo — dice Eris aún abrazándolos.
— Y nosotros a ti mi pequeña — susurró su padre dándole un beso en su frente.
— Quiero que me cuentes todos los chismes que tengas señorita — habló la rubia mayor separándose con una sonrisa sin dejar de verle a su hija.
— Lo haré apenas lleguemos, solo deja me despido de mis amigos y ya luego vamos que también debemos hacer eso.
Ambos adultos se miraron brevemente y luego a su hija asintiendo para después buscarle con la mirada disimulada al menor de los Black notándolo a los lejos de lo más serio con sus padres.
— Entonces ve rápido a despedirte, nosotros ya tuvimos el privilegio de conocerle a los padres de tus amigos.
Y así fue, Eris le conoció a cada uno y a todos los adultos le cayó bien, después de eso se despidió de sus amigos prometiéndose verse en dos días y luego ya con sus padres aparecieron en la casa y antes que nada ella fue a su habitación dejando todas sus cosas y cambiándose a una ropa más cómoda, también le bajó a su gato quien enseguida se subió en la cama para seguir durmiendo.
— Ven Billy, te presentaré a mis padres.
Coloca su mano en la cama y el bowtruckle camina hacia ella subiéndose y yendo a colocarse en su hombro como de costumbre, tras eso la rubia comenzó a caminar y bajó hasta la sala encontrándose con sus padres sentados en el sofá hablando pero al percatarse de su presencia se callaron y sus ojos se dirigieron directamente en su hombro.
— ¿Qué haces con un bowtruckle?
— ¿De dónde lo quitaste? — continuó su madre.
— Les presento a Billy, lo tengo desde noviembre e intenté varias veces volverlo a su hogar pero no quiso así que me lo quedé.
Alhena y Marcus se dieron una mirada y luego a su hija quien esperó por algún comentario suyo y fue un gran alivio al verlos sonreír ya que pensó que la obligarían a llevarlo con otros de su especie.
— Bueno, si intentaste varias veces y él está de acuerdo con quedarse contigo yo no tengo problema.
— Pero cuídalo muy bien y si necesitas cochinillas nos avisas y te lo damos — continuó otra vez su madre.
Eris dio un saltito de emoción sonriendo en grande y se sentó en el sofá individual.
— ¡Gracias! Y por supuesto que lo cuidaré bien, ya saben como soy.
— Lo sabemos, ahora cuéntanos cómo te fue en Hogwarts.
Empezó a contarle varias cosas y los adultos la escucharon atentos sonriendo de vez en cuando felices de verle a su hija tan contenta y formando por fin amistades. De igual forma ambos le contaron algunas cosas a ella poniéndose al día de todo.
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Tras aparecer la entrada Eris respiró hondo tratando de calmar sus nervios y se acercó a la puerta tocando tres veces y luego se alejó un poco retorciendo sus dedos mientras espera a que abran y se repite una y otra vez que no debe cagarla haciendo comentarios en contra de la supremacía de la sangre.
— ¿Quién eres? — preguntó el elfo apenas abrió la puerta.
— Hola, tú debes ser Kreacher, soy Eris Macmillan y vengo con..
— Entra — interrumpió de mal humor.
Se sintió incómoda al instante pero entró y supuso que debe seguirlo cuando comenzó a caminar así que lo hizo tratando de calmarse aunque no está ayudando para nada el hecho de percibir la negatividad del lugar que aún teniendo ese don desactivado puede sentirlo al haber en una gran cantidad.
Entraron en una sala de estar en donde le vio a una mujer de piel pálida, cabello negro y ojos verdes que la miraron intensamente haciendo que la intimide un poco pero aún así no apartó la mirada y siguió con el contacto visual.
— Eris Macmillan ¿no?
— Sí, un gusto, usted debe ser Walburga Black.
Asintió y le ordenó a Kreacher que le llame a Regulus y que también traiga té, el elfo accedió inmediatamente desapareciendo. Por su parte Eris se quedó parada sin saber qué hacer.
— Ven querida, siéntante — le señaló un sillón frente a ella y la rubia fue a sentarse con la posición que Regulus le enseñó que haga frente a su mamá — Mi hijo me comentó que estás con nuestro señor oscuro ¿qué hay de cierto en eso?
Eris quiso decirle que jamás estaría con unos asesinos como él y su grupo, pero se mordió la lengua y se tragó todos sus comentarios recordando que debe mentir aunque no le guste.
— Por supuesto que sí señora Black, estoy deseando que el señor oscuro ya tome el control total y le elimine a esos asquerosos sangre sucias que no merecen respirar el mismo aire que nosotros.
Al parecer fue tan convincente que le sacó una sonrisa orgullosa a la mujer pero ahora ella se quiere lavar la boca con jabón por decir tremenda atrocidad, aún así se mantuvo seria rogando en su interior porque Regulus ya venga porque no sabe cuánto más soportará fingir, además de que siente unas terribles ganas de vomitar y un leve mareo por culpa de lo que percibe de su alrededor y de Walburga, se siente de lo más asfixiada.
— Eres perfecta para mi hijo ¿Ya tienes un prometido?
¡No! Gritó internamente, jamás en su vida se casaría con Regulus, además son primos y para peor Walburga lo sabe pero parece no importarle.
— Aún no señora.
— Dime Walburga, querida — al ver que el té ya llegó le ordenó al elfo para que le sirva a las dos — Me gustaría hablar con tus padres para llegar a un acuerdo.
Antes de que pueda responder por fin apareció Regulus con el semblante serio saludándole a Eris con un movimiento de cabeza.
— Que oportuno hijo — sonrió falsamente viéndolo — Justamente vienes para informarte que la señorita Macmillan será tu esposa.
El susodicho tuvo que hacer todo los posibles para no verse escandalizado y solo asintió aún serio mirándole a Eris, esta se rascó la nariz, una señal acordada por ambos que significaría irse ya ahora mismo, él por supuesto entendió y se acercó a ella tendiéndole su mano, la rubia le sujetó levantándose fingiendo una sonrisa.
— Sería un placer madre ¿Me permites ser tu esposo Eris?
— Claro que sí Regulus.
Walburga sonrió y estaba a punto de decir algo pero fue interrumpido por la aparición de Kreacher gritándole mentirosa a Eris y en ese momento ambos supieron que todo su plan se había arruinado.
— ¡Ama Walburga! ¡Está mintiendo! ¡La habitación del amo Regulus está vacío y ella lo ayuda a escapar!
La mujer cambió toda expresión amable a uno de enojo parándose y agarrando su varita, Regulus al ver eso se puso enfrente de Eris sabiendo de lo que su madre es capaz.
— Cómo se te ocurre burlarte en mi propia cara maldita mocosa.
— No la insultes — la defendió Regulus quitando la valentía de ni él sabe dónde.
— Tú mejor ni hables Regulus si sabes lo que te conviene, ahora regresa a tu habitación si no quieres que tu castigo sea mucho peor — habló sin expresión alguna pero si se observa sus ojos se puede notar todo el enojo que tiene.
Eris por supuesto lo siente bastante y por esa razón salió detrás de Regulus no queriendo que le haga nada, además le prometió que hoy lo sacaría de ese lugar sea como sea.
Apenas se puso en su campo de visión Walburga la observó con rabia apretando su varita.
— Debí suponer que serías una asquerosa traidora como muchos de los Macmillan.
— ¿Sabes? Siempre soy tranquila y buena pero cuando se trata de mi familia soy capaz de defenderlos como sea y Regulus es mi familia, así que de la manera más amable te pediré que lo dejes ir conmigo porque no me gustaría hacerte nada.
La pelinegra soltó una risa irónica alzando su varita y apuntándola pero la rubia ni se inmutó y siguió seria en su lugar, todo lo contrario al chico que ya está siendo un manojo de nervios sabiendo de lo que su madre es capaz.
— No voy a permitir que un hijo más se vaya.
En un rápido movimiento cambió la dirección de su varita apuntando a Regulus y tirando un incarcerous haciendo que varias cuerdas lo aprisionen.
— Pero qué haces se..
Eris ni siquiera pudo terminar de hablar cuando un terrible e intenso dolor atravesó por todo su cuerpo haciendo que caiga al instante soltando un fuerte grito y retorciéndose en un intento desesperado por parar esa sensación de como si le estuvieran clavando miles de cuchillos en cada zona de su cuerpo. Por su parte Regulus le gritaba a su mamá que se detenga mientras se movía bruscamente tratando de deshacerse de las ataduras pero no podía y eso le desesperaba aún más viendo como Eris sufría por el cruciatus del que su mamá le daba gustosamente, y lo sabía porque aparte de conocer su fascinación por torturar se le veía en su rostro la satisfacción de estar torturándole a la rubia.
— Esto es lo que deben recibir todos los traidores como tú.
— ¡Mamá por favor para! ¡Te lo suplico!
— ¡Cierra la boca! Te estoy haciendo un favor con deshacerte de esta clase de personas.
Ni siquiera son tres minutos de tortura pero para Eris es como si estuviera torturándola hace horas, sentía que en cualquier momento se desmayaría del dolor, o en todo caso se descontrolaría, y cuando se descontrola explota, no literalmente hablando claro, sino que aquello que tanto esconde de las personas.
— Po-Por..fa-fa..vor — susurró apenas.
— ¡Ya basta mamá! — gritó con los ojos llorosos dejando ver la debilidad que nunca muestra.
Walburga sonrió de lado con satisfacción al verla de esa forma, no obstante le observó mal a su hijo al demostrar debilidad.
— No es así como te enseñé Regulus. Los Black no lloramos ni mostramos debilidad ante nadie.
Y mientras hablaba Eris ya no pudo soportar y sin más se dejó llevar al no tener control. Una gran onda de energía lila mezclado con azul y blanco salió de su cuerpo como si fuera una explosión agarrando todo el salón, rompiendo algunos objetos y haciendo que Walburga salga volando ante la potencia de esto, Regulus no quedó atrás, solo que al estar ya sentado lo hizo tumbarse en el suelo boca arriba como si alguien lo hubiera empujado con fuerza.
Y ahí está, el descontrol que temía y justo frente a la persona menos indicada, una persona de la cual está de lado de un hombre que le busca a los Macmillan de su clase para esclavizarlos.
Gracias a la potencia de energía las cuerdas se rompieron un poco y el pelinegro pudo soltarse y gateó hasta su amiga asustándose al verla con los ojos cerrados y con una apariencia demacrada.
— Eris — susurró sujetando su rostro y moviéndola un poco.
Viendo que no responde acercó su oreja a su pecho y se alivió al oír los latidos de su corazón indicándole que solo está desmayada, aún así eso no quita su preocupación, así que como pudo colocó un brazo bajo sus rodillas y otro en su espalda alzándola sintiéndola como peso muerto.
— Si sales de esa puerta no quiero que vuelvas nunca más y serás borrado del árbol y desheredo de la riqueza Black, justo como el traidor de tu hermano — habló con dureza la mujer levantándose adolorida por el golpe que se llevó.
Está sorprendida, no lo niega, nunca pensó que esa chiquilla tendría algo como eso, una información muy valiosa que sin dudarlo le comentará al señor oscuro.
Regulus se le quedó mirando fijamente a aquella mujer que ha hecho de su vida un infierno por años, pero pese a todo ello la quiere y le duele que la situación sea esta, le duele tener que abandonar un lugar donde debería ser llamado un verdadero hogar, un lugar en donde lo normal sería recibir cariño de sus padres. Sin embargo, su vida no es un cuento de hadas feliz, su realidad es esta, pero justo ahora tiene la oportunidad de tener un nuevo comienzo, lejos de eso que lo destruye y desgasta física y emocionalmente. Dos caminos diferentes que tomar y una decisión que lo guiará a la felicidad o a la tristeza, y por supuesto la decisión ya está hecha, por una vez tomará el control de su vida.
— Lo siento madre.
Sin decir nada más volteó y caminó rápidamente hacia la puerta principal dejándole a la mujer atrás con una sed de venganza hacia la chica creyendo que ella es la culpable de arrebatarle el único hijo que le quedaba.
Tal como lo planeado Marcus y Alhena estaban esperando afuera impacientes y cuando el pelinegro salió con su hija inconsciente en brazos rápidamente corrieron hacia él atacándole con preguntas de las cuales él respondió un poco aturdido, después de todo sigue afectado por lo sucedido. El hombre vio esto y le quitó de sus brazos a la rubia mirándole a su esposa.
— Tranquila amor, vamos mejor en casa y ahí hablamos.
Y con eso fueron a un lugar oculto de los ojos muggles y se desaparecieron ahora con un integrante nuevo en su reducida familia.
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Cuando Eris despertó lo primero que vio fue a Regulus que justo entró para ver si ya estaba despierta.
— Buenos días bella durmiente.
La rubia se sentó en la cama restregando sus ojos y luego mirando la ventana confundida.
— ¿Buenos días? ¿Cuánto dormí?
— Horas no sé con exactitud pero ya es 24 de diciembre y las nueve de la mañana.
Asiente sorprendida y aún medio confundida, lo último que recuerda es haber estado sufriendo por la maldición cruciatus, después todo es negro, aunque viéndolo en su casa supo que todo salió bien.
— Así que lo logramos — sonríe observándolo.
— Lo logramos — confirma sonriendo un poco, pero se esfumó rápidamente al recordar — pero..
— Ay no.
— Mi madre lo sabe todo, sabe que tienes el don de los Macmillan y posiblemente lo use en tu contra.
— Ay no — vuelve a repetir esta vez angustiada, hasta que capta algo — Espera..¿tú sabías que tengo dones?
El chico asiente y va a sentarse en su cama frente a ella.
— En realidad lo sospeché desde hace mucho tiempo, principalmente porque sé de la historia de tu familia, luego solo fue cuestión de observar y lo seguí sospechando, como también que mi prima y hermano tienen, aunque claro está que lo confirmé al 100% ayer.
— Entonces sabes también que tú y yo somos...
— Primos — interrumpe asintiendo — Sí, lo supe desde el momento que me comentaste los nombres de tus padres y abuelo.
No está de más decir que Eris está completamente asombrada ante la inteligencia y observación del chico, aún intentando ocultarlo lo supo todo desde un principio, y ella ahí sintiéndose culpable de que no sepa.
— Lo siento por no decirlo antes.
— Tranquila, no estoy enojado, supongo que es difícil contar algo así a las personas, igual si me dices que el inepto de Potter sabe me voy a molestar, al igual que Pettigrew.
— Bueno...
La rubia sonrió inocente encogiéndose de hombros y el chico la observó indignado.
— Ahora si estoy molesto.
— ¡Lo siento! Pero solo sabe Peter y James apenas sabe que tengo un don, no el resto.
— Sigo molesto.
— Oh vamos Reg, no te molestes conmigo porfis.
El susodicho la ignoró completamente y cada vez que ella buscaba su mirada huía, así que no quedándole de otra la chica se lanzó a él abrazándolo con fuerza sabiendo que no le gusta tanto las muestras de afecto.
— Quítate Macmillan.
— No, no te voy a soltar hasta que me perdones.
— En algún momento tus brazos se van a cansar y me soltarás.
— No lo haré, tengo buena resistencia.
— Suéltame.
Intentó quitarla moviéndose pero eso hizo que apriete más su agarre mientras dice muchos no de seguido, y sin querer sonrió dejándose abrazar aunque seguía fingiendo que estaba molesto. Eso es el cariño y aprecio que él necesita, y aunque no esté acostumbrado a ello cree que con el tiempo podrá hacerlo, más aún teniéndole a Eris que más que su prima o amiga él la ve como su hermana.
— Gracias por ayudarme a salir de ahí Eris, estaré siempre en deuda contigo.
— No lo hice como para que me des algo a cambio Reg, lo hice porque te quiero y deseo lo mejor para ti — se separa un poco de abrazo viéndolo con una sonrisa — Y bienvenido a la familia Macmillan, ahora ya serás uno más de nosotros.
Y con eso él ya no quiso huir y le devolvió el abrazo aferrándose a ella con fuerza sintiéndose en paz por fin. En ese momento entendió porqué Sirius prefirió estar con James que con su familia. En este caso Eris es su James, quien lo ayudó y le dio un cobijo en una buena familia tratándolo como uno más de ellos sin pedir nada a cambio más que ver su felicidad.
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