08
CAPÍTULO OCHO
• PLANTAS Y BROMA •
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— Buenas tardes profesora Sprout.
— Hola querida, veo que ya me traes mi pedido, déjame ir por los tuyos.
Eris colocó con cuidado las macetas con plantas encima de la mesa vacía y al ver que están bien ubicados dejó de implementar el hechizo wingardium leviosa, como no tenía suficientes brazos para traer todos tuvo que utilizar la magia de ayuda.
Ese domingo en que estuvo con James le mandó una carta a sus padres si podían mandarle su maleta con plantas y hoy miércoles le mandaron muy temprano. Esta maleta en lugar de tener animales como su papá tiene un jardín enorme en donde hay toda clase de plantas, tanto muggle como mágicos, y el lunes se había dado la ocasión en charlar con la profesora Sprout sobre esto y Eris le comentó que tiene una gran variedad de plantas, diciéndole el nombre de cada uno, la profesora se vio encantada por todo ello y le dijo si podía regalarle algunas plantas muggles y a cambio le daría tres plantas que le falta a la chica, por supuesto ella aceptó inmediatamente y ahora está aquí.
— Aquí están, te conseguí los más pequeños para que tú te encargues de cuidarlos.
En la mesa colocó una mandrágora, un mimbulus mimbletonia y una descurainia sophia, todos en una maceta mediano.
Eris sonrió al instante de la emoción al tener nuevas plantas que cuidar, para ella es satisfactorio ver como van creciendo de a poco y por lo general los que son utilizables no los usa tanto, solo a veces para realizar los sahumerios, medicina para algunos malestares y baños con las hierbas, lo arranca siempre y cuando sea para utilizar sus propiedades, de lo contrario jamás arrancaría ni siquiera una pequeña hoja porque sabe que también tienen vida, ella puede ver la energía vital que tiene cada uno y se molesta cuando ven que algunas personas cortan flores, plantas y árboles.
— Gracias profesora, me encanta.
— No hay de qué..¿Tú que me traes? — preguntó igual de emocionada.
— Este es aloe vera y posee de grandes propiedades de las cuales te escribí en un pergamino junto al resto. Ese de ahí es flor de caléndula, el otro es ruda, artemisa, flor de malva y llantén — mientras hablaba le señaló a cada uno y luego le pasó el pergamino — Ahí podrás leer todos los beneficios.
Sprout agarró el pergamino y dio una rápida repasada sintiéndose bastante maravillada con todo.
— Muchísimas gracias Eris. Cualquier planta que quieras me avisas y veo si puedo conseguirte — dijo con una gran sonrisa.
— Eso sería maravilloso. Ahora ya debo despedirme si quiero alcanzar el almuerzo.
— ¡Por supuesto! Yo voy en unos minutos para allá. Nos vemos luego.
Eris agarró como pudo las tres macetas haciendo malabares para colocarlos correctamente sin que se les caiga.
Se despidió de igual manera y al salir se topó con Regulus quien parecía estar esperándola por su pose relajada contra la pared.
— Brown me dijo que viniste acá y decidí buscarte. ¿Quieres ayuda?
— Sí, por favor — al instante el chico agarró dos macetas — Gracias y solo serán unos minutos hasta encontrar un lugar fuera a la vista.
— ¿Para qué quieres un lugar escondido? — preguntó confundido mientras empiezan a caminar.
— Luego verás.
Ambos empezaron a caminar en un silencio cómodo, o eso era para Regulus porque tanto silencio a Eris le hacia querer contarle que es su primo, que ella tiene dones y que posiblemente él también lo tiene pero que debe ayudarlo a fluir. Sin embargo, aún no cree que es el momento adecuado, primero quiere hablar con Melania y conocer más sobre el tema para luego guiarle a sus primos, lastimosamente aún falta tres días para la tan esperada salida a Hogsmeade y solo espera que ella coopere y no sea como la mayoría de los Black, es decir, puristas al extremo.
— Aquí hay un aula abandonado — informó el ojigris.
— Entremos.
Y como comité de bienvenida los recibió una gran cantidad de polvo, muebles arrinconados, bichos y un terrible olor a humedad, lo único bueno es que tiene una minúscula ventana que filtra luz solar, pese a todo ello Eris se adentró sin darle tanta importancia y de su bolsillo quitó una pequeñita maleta que había encogido con un hechizo para poder guardarlo fácilmente sin que nadie lo vea.
Colocó la maleta en el suelo y revirtió el hechizo haciendo que vuelva a su tamaño original para luego abrirlo y meterse ante la mirada sorprendida de Regulus. Unos segundos después Eris sacó su cabeza.
— Pásame las macetas.
— Pero...qué..
— Luego te explico.
Un poco anonadado le pasó las macetas, ella volvió a desaparecer dentro y Regulus esperó pacientemente recordando la razón del por qué puede hacer eso y le generó bastante curiosidad de saber que hay dentro así que en lugar de esperar fue hacia la maleta con la intención de entrar pero justo en ese preciso instante la rubia salió limpiándose la mejilla con un trapo tras haber sido salpicada con tierra por una de las plantas que se mueve.
— Oh, veo que ibas a entrar, quizás otro día te muestre porque ahora no me quiero perder de la comida y ya vamos tarde.
— Está bien, pero ¿qué tienes ahí dentro?
En lugar de responder guardó silencio e hizo otra vez el hechizo encogedor sin emitir palabras, otra cosa que le sorprendió a Regulus ya que no conoce muchas personas jóvenes como ellos que saben hacer magia no verbal, pero ahí está Eris, siempre tan imprevisible saliendo cada vez con algo nuevo que le sorprende. Nunca antes había conocido una chica como ella y le agrada bastante desde el primer instante pese a que no la conocía tanto pero algo de ella le hizo confiar inmediatamente y eso se le hace raro porque nunca antes había logrado conseguir amigos, simplemente no sabe socializar y tampoco siente que encaja con nadie, además está que lo juzgan antes de siquiera conocerlo solo por ser un Black, Slytherin y serio, nadie se toma el tiempo de conocerlo más allá de las etiquetas que le ponen y sinceramente eso a veces le pone un poco mal, más aún cuando le ve a su hermano teniendo muchos amigos y siendo amado por todos, y lo envidia, pero no tanto como lo quiere, después de todo es su hermano mayor, el mismo niño que se ponía frente a él y tomaba todos los castigos que tendrían que ir dirigidos a él, el niño que robaba galletas y se los daba a escondidas porque su madre no lo permitía, el niño que se acostaba con él y le cantaba para que su atención no esté centrado en el miedo a la oscuridad y la tormenta, el mismo niño que lo hacía reír hasta doler su panza, eso y mucho más, pero ahora todo es diferente, ya no le tiene a ese hermano mayor, ahora se encuentra solo soportando todo aquello que él antes evitaba y lo ayudaba a no pensar, ahora ya no es su hermano, ahora es el hermano de Potter y le duele verlo tan feliz a su lado mientras a él lo ignora y trata como si tuviera una peste encima, pero duele aún más tener que fingir día a día que no le afecta todo eso.
Eris guardó rápidamente la maleta encogida en su bolsillo y le abrazó a Regulus tras sentir como el ambiente tranquilo cambió drásticamente a una angustiante tristeza que te avasalla junto a el. Percatándose de que a tan corta edad carga con tanto peso, con tanto dolor que no se refleja en su físico pero si en lo más profundo de su alma.
El chico apenas sintió un mínimo afecto de cariño y se aferró a el con tanto fervor que parecía depender de ese simple abrazo, como si fuera que al soltarse él se desmoronaría por completo.
— No te reprimas Reg, suelta todo — susurró.
Y sucedió, esas seis palabras fueron como un gran golpe que lo derrumbó y lo llevó al inminente llanto dejando salir todo aquello que ha reprimido por tanto tiempo solo porque le enseñaron que un Black no debe llorar, que eso es sinónimo de debilidad y como todo niño pequeño tragó todo aquello volviéndolo parte de su día a día.
Por su parte Eris solo lo abrazó con fuerza mientras le da leves caricias en su espalda ya que es todo lo que puede hacer porque no puede, o más bien no quiere transmitirle tranquilidad porque eso sería una forma de reprimir nuevamente todo ese dolor y necesita sacarlo.
Cinco minutos después Regulus logró calmarse y se separó con lentitud secando el resto de lágrimas de sus mejillas, Eris le observó con pena y apartó algunos mechones de cabello que tapan sus ojos dejando luego un beso de cariño en su frente para luego separarse y sonreirle con ternura, otra vez el pelinegro se sintió raro ante la muestra de afecto que nunca tiene y se preguntó si así se sentiría tener una hermana mayor que te quiere, no le molestaría que Eris lo sea.
— Lo siento.
— No tienes por qué sentirlo, está bien llorar de vez en cuando, eso no te hace débil.
— Supongo — murmuró haciendo una mueca en desacuerdo.
— ¿Quieres hablar sobre lo que te aflige?
— No.
— Está bien, cuando estés listo yo estaré aquí para escucharte o si quieres solo un abrazo también estaré. Ahora vamos a comer que ya tengo hambre.
Regulus asintió en forma de agradecimiento tanto por su apoyo como también por haber cambiado de tema rápidamente.
Ambos salieron del aula y empezaron a caminar con lentitud.
— Iré un momento a mi habitación — habló el menor.
— Pero debes comer algo o te podría hacer mal.
— Pasaré por la cocina antes de ir a clases. Necesito estar solo un momento.
— Bueno, pero antes de que te vayas te quería preguntar si quieres ir a nadar el domingo al lago porque la próxima semana ya es otoño y el clima no será tan caluroso, por lo tanto tendremos que esperar hasta el próximo año y realmente quiero meterme en ese lago.
— Agradezco tu invitación pero me temo que debo negarme.
— ¿Qué? ¿Por qué no?
— Simplemente no quiero.
— Hay una razón detrás ¿no?
La chica lo miró intensamente y las mejillas de Regulus se empezaron a tornar rosas por la vergüenza a lo que trató de ocultarlo agachando su cabeza.
— Es que...no sé nadar — susurró bastante avergonzado pero Eris logró escucharlo.
— Y eso qué, te puedo enseñar a hacerlo, es una oferta que no puedes rechazar.
— Pues lo rechazo.
— Oh vamos, no es nada malo y debes aprender a nadar, quizás en algún momento te sirva.
— No será necesario si me mantengo alejado de cualquier pozo gigante que tenga agua.
— Y si en algún momento pasas inevitablemente por una situación que implique nadar ¿que harás entonces?
— Simple, me muero...Mejor para mí — susurró lo último.
Eris le observó escandalizada por sus palabra y claramente no lo dice en broma lo que le hace pensar que su situación es grave. Quizás debería ir a un psicólogo, pero sabiendo como es su familia jamás lo mandarían en algo muggle y a pesar de que Regulus no tenga el pensamiento de masacrar a todos los muggles sigue teniendo cierto rechazo a ellos por el lavado de cerebro que le hicieron desde pequeño, lo bueno es que constantemente está intentando cambiar.
— Al menos ven con nosotros y quédate en tierra firme.
— ¿Nosotros? ¿A quién más invitaste?
— A Eloise, Cissy, Sirius, Remus y Peter, solo faltas tú que aceptes.
— Ahora con menos razón quiero ir.
— Podría ser tu oportunidad para hablar con tu hermano y arreglar las cosas.
La verdadera intención tras esta reunión es que todos puedan cohabitar juntos sin problemas ya que a veces le cuesta tener que elegirle a uno y que el resto se moleste un poco ante ello, por lo que sería mejor que puedan juntarse entre ellos sin inconvenientes.
— Él no quiere arreglar nada conmigo.
— Si quiere pero teme acercarse a ti y que lo rechaces.
— Vaya Gryffindor — se burló — Bien, iré.
— ¡Genial! Ahora si te dejo solo, nos vemos luego.
Le dio un corto abrazo de despedida y fue hacia el comedor dando saltitos de la emoción. Ahora solo queda invitarle a James quien dejó para último ya que no habla tanto con él, las únicas veces que hablaron bien fue en la torre de lechucería y el domingo cerca del lago, después se basan en conversación muy cortas o simples saludos y Eris quiere que también sea su amigo porque ahora está buscando todos los amigos que antes no tenía, además ahora ya sabe que se siente bien tenerlos.
Al estar cerca del comedor se extrañó como algunos estudiantes salían corriendo completamente mojados, así que aumentó sus pasos por curiosidad y se quedó en la entrada viendo divertida todo el panorama.
Literalmente está lloviendo fuerte dentro del comedor empapando todo a su alrededor y creando charcos de agua, algunos estudiantes huyen mientras que otros se resbalan y caen, luego están los que juegan bajo la lluvia, un claro ejemplo son los merodeadores, excepto Remus que es bastante gracioso verlo sentado mirando todo como si no pasara nada, y finalmente están algunos profesores bastantes molestos, otros divertidos y luego Dumbledore que está completamente relajado sentado con una sombrilla conjurada de su varita mientras ríe viendo todo.
— ¡Eris! — gritó Sirius al percatarse de su presencia.
Corrió hacia ella con la intención de llevarla con ellos pero en el proceso se resbaló y tuvo una caída bastante graciosa en el que muchos no tardaron en carcajearse, lo más divertido fue que Sirius se levantó como toda una diva y apartó su cabello de su cara como si no hubiera pasado nada mientras camina con lentitud hacia Eris, aunque no le duró mucho su tranquilidad ya que volvió a correr hacia ella y le agarró de la mano tironeándola hacia dentro.
— ¡Vamos a divertirnos!
La rubia se dejó llevar sintiendo el agua empapar al instante todo su cuerpo, ambos corrieron y estuvieron apunto de resbalarse y caer pero hicieron todo unos malabares hasta que quedaron de pie y abrazados con las piernas muy abiertas mientras ríen a carcajadas. Sin embargo eso no los detuvo y volvieron a correr hasta que llegaron frente al resto de los merodeadores sin daño alguno.
— ¿Qué te parece nuestra broma? — preguntó James con una sonrisa mientras la ve con las gafas secas tras ponerle un hechizo.
— Maravilloso.
Los cuatro al instante sonrieron con orgullo y Sirius agarró fuerte sus dos manos e hizo que se den vueltas juntos, primero lento y luego rápido sin poder detenerse pero bastantes divertidos y se reían tanto que ya les entraba agua en la boca pero ni aún así se detuvieron hasta que ya no pudieron del mareo e hicieron el intento de reducir la velocidad pero esta vez si terminaron cayendo al suelo lastimándose un poco, aún así no fue suficiente para que dejen de divertirse y apagar sus risas.
Eris extendió sus brazos lo máximo posible cerrando los ojos mientras siente el agua fría caer por todo su rostro mientras intenta regular su respiración y apenas pudo controlar un poco su agitada respiración se volvió a levantar y su objetivo directo fue Remus quien sigue sentado mientras que Sirius y James se dan empujones divertidos y Peter da saltos viendo entretenido como las gotas de agua se levantan ante sus pisadas.
— Me concede un baile señor Lupin — preguntó extendiendo su mano hacia él y colocando una sonrisa tan encantadora y tierna que ni el mismísimo Remus pudo negarse.
— Sería un honor bailar con usted señorita Macmillan.
Sujetó su mano y ambos se colocaron en el centro mismo, Remus colocó su mano libre en su cintura y Eris en su hombro y así empezaron a balancearse como si fueran los protagonistas de una película romántica de Disney, pero la diferencia es que él no es el príncipe de la historia, sino que el príncipe real detuvo su jugueteo con el pelinegro y se quedó quieto mirando la escena junto a su amigo, pero la diferencia es que cada uno le observa a una persona en específico y no la escena que participan los dos.
— Yo también quiero bailar — dijo Sirius rompiendo el silencio entre ambos.
— Entonces bailemos los dos.
— No quiero bailar contigo pero está bien, peor es nada.
— ¡Oye! — exclamó ofendido dándole un golpe en su brazo haciendo que el chico se ría.
Pero antes de que puedan montar otra escena de baile la lluvia se detuvo y todos los que quedan en el comedor voltearon a ver el techo extrañados y otros chiflaron en desacuerdo pero Dumbledore tuvo que detener todo el show aunque se estuviera divirtiendo también.
— Es momento de que todos vayan a sus clases — anunció el director.
Luego de eso utilizó un hechizo no verbal y tanto el comedor como los estudiantes presentes quedaron completamente secos sin ningún rastro de lo que pasó anteriormente.
La profesora McGonagall se acercó furiosa hacia los merodeadores por la broma que hicieron y Sirius se escondió detrás de Remus, James detrás de Eris y Peter se quedó tieso en su lugar, como si mantenerse quieto lo hiciera invisible ante todos.
— ¡Potter, Black, Pettigrew y Lupin! ¡Castigados!
— Pero no fue nuestra culpa profesora — habló descaradamente Sirius quien salió detrás del castaño para poner una sonrisa inocente.
— No me vengas con eso Black, vi perfectamente cuando efectuaron su plan...Pettigrew y Lupin, tendrán que ayudarle a Hagrid a buscar abono en el bosque prohibido. Black y Potter, limpiarán todos los calderos sucios hasta dejarlo reluciente ¡Y sin magia! ¡Ahora vayan a clases! — exclamó furiosa.
— Hola profesora McGonagall— saludó y la expresión severa de la mujer desapareció inmediatamente.
— Buenas tardes señorita Macmillan, ya hice lo que me pediste — comentó más tranquila.
— ¿Y qué tal le fue?
— Esperaba que usted me diga.
Con una mirada entendió todo y Eris activó su don y lastimosamente el hombre sigue a su lado y esta vez en lugar de verla con una sonrisa la mira molesto ya que por su culpa Minerva le está tratando de convencer para que la deje.
— Sigue ahí.
— Entonces seguiré intentando, ahora vaya también a clases.
Con eso se despidieron y la rubia caminó fuera del comedor para ir a su clase con los merodeadores siguiéndola confundidos ante la conversación que tuvo con la profesora. Se observaron uno a los otros pero todos se encogieron de hombros para demostrar que no saben nada al respecto, así que fue Peter quien decidió hablar por todos.
— Eris...¿De qué hablabas con Minnie?
— No puedo decirles.
— ¿Por qué? — preguntó enseguida James.
— Somos tus amigos, deberías contarnos, o al menos a mí — dijo Sirius en un intento de manipularle.
— Que seas mi amigo no significa que pueda contarte absolutamente todo de mí, también debo mantener algunas cosas privadas para mí, además ustedes también guardan un secreto y no me lo cuentan.
Enseguida se colocaron nerviosos mirándose entre ellos preguntándose si sabe que son animagos y que Remus es un hombre lobo, Sirius más que nadie sabe lo inteligente que es la chica y que aparenta no serlo tanto, teme que ya lo sospeche, lo peor es que ama las criaturas y sabe todo sobre ellos, eso le hace sentir aún más nervioso porque está seguro que tiene conocimiento sobre las características de un licántropo, aún así tiene el presentimiento de que jamás le juzgaría a Remus, no cuando ella es la persona más buena que ha conocido hasta ahora.
— ¿Qué secreto? No tenemos ningún secreto — habló rápidamente James.
— Todos tenemos secretos y está bien. Jamás les obligaría a que me cuenten.
— Mejor vayamos a clases — murmuró Remus y se adelantó al sentirse mal ante su condición.
Peter y Sirius lo siguieron dejándole a James y Eris solos atrás, ambos se mantuvieron en silencio y la rubia supo que realmente guardan un secreto y que posiblemente su teoría es cierto. Desde el encuentro en la biblioteca empezó a tener sus dudas al ver las cicatrices y el aspecto enfermizo del castaño.
Por su parte James sacó el mini táper de plástico que guardó en el bolsillo de su túnica antes de que empiece la broma y se lo pasó a la rubia.
— ¿Y eso?
— Como vi que no llegaste a tiempo al comedor te guardé un pedazo de esa tarta que te gusta.
Eris agarró el táper anonadada y enternecida ante su acción tan bonita y James solo le sonrió sin mostrar los dientes mientras se revuelve el cabello.
— Gracias Potter, no tenías por qué.
— Por supuesto que sí, ahora también ya eres mi amiga y por favor, ya me viste hasta hacer unos bailes vergonzosos, ya hay confianza, solo dime James.
— Solo si tú me llamas también por mi nombre.
— Eris.
— James.
Ambos se miraron fijamente y soltaron una leve risa.
James le hizo una seña a la comida y ella lo destapó encontrándose dentro un tenedor, así que mientras van a su clase de Cuidado de Criaturas Mágicas ella empezó a comer rápido.
— A todo esto ¿de dónde sacaste un táper?
— Lo traje de mi casa y casi siempre lo llevo conmigo para guardar comida por si me da hambre.
— Bastante precavido, creo que empezaré a emplear tu método.
— Si quieres te regalo un táper, tengo más en mi habitación.
— Eso sería genial....James.
— ¿Sí?
— ¿Te gustaría ir a nadar en el lago el domingo?
— Por supuesto, suena bien.
— ¡Genial! También irán los chicos, los primos Black y Eloise Brown.
— Oh.
Su expresión cambió al instante ya que pensó que solo serían ellos dos así como la otra vez, aún así decidió ignorar la sensación y asoció la decepción con que quería pasar más tiempo a solas para conocerla y reforzar la amistad que está naciendo entre ellos.
— Por cierto, me gustó mucho la broma y si me aceptan me gustaría participar en uno, claro, siempre y cuando este no dañe a otros.
— ¡Eso sería asombroso! — exclamó emocionado — Solo déjame decirle a los chicos, pero estoy seguro que van a aceptar.
Y así ambos continuaron el resto del camino intercambiando ideas de posibles bromas, también con anécdotas de James sobre las bromas anteriores y entre risas llegaron a la clase un poco tarde pero fueron recibidos igual.
Los dos se separaron dándose una última mirada y fueron con sus respectivos amigos.
— Escuché el chisme nuevo. ¿Estuviste en el comedor? — le preguntó en un susurro Eloise.
— Sí, no te vi.
— Estaba con una chica y ahora me arrepiento de haber caído en sus encantos, de lo contrario me hubiera divertido bastante.
— ¿Con quién estabas?
— Es un secreto, ya sabes, no está lista para mostrarse al mundo con sus preferencias y no quiere que le cuente a nadie.
— Oh, entonces está bien que no me cuentes.
— Obvio que te contaré, pero no se lo digas a nadie — Eris negó para darle a entender que no lo hará — Luego de clases te cuento.
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Holaa...Solamente quiero hacerles unas preguntas y espero que me respondan ya que de acuerdo a sus opiniones lo implementaré en la historia.
¿Shippean Wolfstar? ¿Les gustaría que Sirius y Remus tengan algo o prefieren que estén con otras personas?
Si prefieren que estén con otras personas qué les gustaría ¿hombre o mujer?
Estaré leyendo sus respuestas.
Ingrid.
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