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NOVIEMBRE DE 2023.
Antes del vlog...
JiEun ajustó la lente de su cámara y verificó que estuviese buena iluminación en el lugar del aeropuerto antes de comenzar a grabar, con una sonrisa brillante, hizo clic en el botón de grabación y comenzó a hablar.
— ¡Hola, Jewelers! Soy Lee JiEun, y estoy muy emocionada de llevarlos conmigo en una nueva serie de vlogs, con otra dinámica y grabación, sobre las ciudades más románticas del mundo; qué mejor lugar para comenzar que París, la ciudad del amor. Hoy, me estoy preparando para abordar un vuelo que me llevará directamente a este destino, les mostraré todo, desde los mejores lugares para visitar hasta los rincones más escondidos y encantadores de la ciudad. Así que abróchense los cinturones y prepárense para despegar conmigo en esta aventura. — JiEun terminó su introducción con una sonrisa y apagó la cámara, sintiendo la familiar emoción de un nuevo viaje.
Recogió sus cosas, se dirigió a hacer todo lo necesario para embarcar y grabar un poco de sus alrededores para hacer una pequeña muestra de todo lo que vio e hizo en su viaje antes de llegar a París, ya en el avión grabó por última vez el hermoso cielo, un recuerdo de la hermosa autopista imaginaria qué seguiría para llegar a su destino.
El avión comenzó a moverse lentamente hacia la pista de despegue, mientras el avión ascendía, sacó su cuaderno de viaje y comenzó a esbozar ideas para sus próximas paradas/aterrizajes en el vlog.
Todo parecía perfecto hasta que, media hora después, el avión comenzó a sacudirse violentamente; la turbulencia llegó sin previo aviso y el estómago de JiEun se tensó de inmediato. Aunque viajaba con frecuencia, nunca había podido superar su miedo a las turbulencias, era algo a lo que creía que nunca se iba a acostumbrar, sus manos comenzaron a sudar y su respiración se volvió irregular, intentó aferrarse a los reposabrazos de su asiento, pero la sensación de pánico sólo aumentaba.
«Por favor, que esto termine pronto», pensó, cerrando los ojos con fuerza y deseando que la sensación de caer en el vacío desapareciera.
De repente, una voz suave y tranquilizadora resonó en la cabina.
— Damas y caballeros, soy su piloto, Yang JungWon. Estamos experimentando una ligera turbulencia, pero no hay nada de qué preocuparse, estas condiciones son normales y el avión está diseñado para manejarlas; les pido que permanezcan en sus asientos con los cinturones abrochados, en breve, volveremos a tener un vuelo suave. Gracias por su comprensión y paciencia.
La voz del piloto tenía un tono calmado y reconfortante que pareció atravesar la nube de miedo de JiEun. Poco a poco, su respiración comenzó a regularse y, aunque las turbulencias no habían cesado del todo, ya no sentía el mismo pánico abrumador; se concentró en esa voz, imaginando el rostro sereno y confiado del hombre que hablaba.
Minutos más tarde, la turbulencia comenzó a disminuir y el avión volvió a su curso normal, en eso JiEun abrió los ojos y soltó un suspiro de alivio, pero su mente seguía fijada en la voz del piloto. Nunca antes había sentido ese tipo de calma y tranquilidad sólo por escuchar una voz de alguien a quien ni siquiera había visto. Mientras el avión continuaba su trayecto hacia París, JiEun no podía dejar de pensar en aquella voz tranquilizadora y de hacerse preguntas sobre la apariencia de dicho hombre: ¿Quién era Yang JungWon? ¿Cómo podía una voz sola tener un efecto tan profundo en ella? ¿Cómo sería? ¿Pero, qué tal y fuese un señor de cincuenta años?
No había que negar lo obvio, la curiosidad la invadía y se prometió a sí misma que, si tenía la oportunidad, agradecería personalmente al piloto por haberla ayudado a superar uno de sus mayores miedos, así fuese un señor y eso la haría tener algo para lo que reírse a futuro.
El resto del viaje transcurrió sin incidentes, JiEun pasó todo lo que quedaba del viaje tratando de mantenerse despierta para que luego el jet lag no fuese tan fuerte, pretendía estar despierta hasta las once de la noche horario francés y para lograr cumplir con ese horario empezó a repasar todo lo que haría esas dos semanas, todo lo que documentaría, los lugares a los cuales iría y lo primero que grabaría al llegar al hotel, el cual sin duda alguna era una obra de arte en las fotos, así que estaba más que emocionada por ver si podría sorprenderla aún más.
Aún con todo y su mente ocupada habían momentos donde en su mente resonaban las palabras del piloto, en ese momento su mente dejaba de registrar lo que estaba haciendo y se imaginaba la apariencia física del hombre, desde el ser más hermoso a imágenes que no le gustase volver a recordar.
Cuando el avión aterrizó y los pasajeros comenzaron a desembarcar, JiEun miró hacia la cabina de mando, preguntándose si podría ver al piloto, pero entre la multitud y el bullicio, no pudo vislumbrarlo. Sin embargo, la sensación de intriga persistió, pero aún con eso salió del avión, lista para explorar París, sintiéndose cansada y no por el jet lag, se despidió de esos pensamientos para concentrarse en su contenido en el vlog.
JiEun llegó al hotel Étoile d'Amour, emocionada por la vista prometida de la Torre Eiffel desde su habitación. Abrió la puerta y, como le habían dicho, la icónica torre se alzaba majestuosa frente a ella. En eso sacó su cámara y comenzó a grabar.
— Hola, chicos. He llegado a París y miren esta vista impresionante desde mi habitación. La Torre Eiffel está justo aquí, frente a mis ojos; es realmente mágica, pero eso no es todo, ahora voy a llevarlos a un tour por el hotel, he oído que hay un restaurante al aire libre con una vista espectacular, vamos a verlo.
Al salir de su habitación iba grabando el hermoso diseño de interiores que tenía el hotel, cuando llegó al ascensor y hundió el número del piso del restaurante, la verdad JiEun había quedado más que fascinada por el hotel, sin duda alguna las fotografías no le hacen merito a lo hermoso que es el lugar. El hotel Étoile d'Amour era tan hermoso y elegante como lo había imaginado, la decoración era un estilo francés con toques moderno, sus espacios están adornados con flores frescas y detalles en dorado, sin duda alguna un ambiente acogedor y romántico, ideal para una experiencia parisina inolvidable, claramente eso es lo que ella estaba buscado y ese hotel le transmitía la sensación de que en cualquier momento encontraría al indicado para vivir esa aventura parisina.
Al llegar al restaurante al aire libre, no pudo evitar abrir un poco su boca por la grandiosa vista que tenía frente a ella. — Miren esto, el restaurante es simplemente hermoso y la vista es aún mejor, pueden ver toda la ciudad desde aquí.
Pero su momento de maravilla se vio interrumpido cuando, de repente, tropezó con alguien. La cámara se le cayó de las manos, golpeando el suelo con un ruido sordo que hizo que su corazón se detuviera y para la suerte de JiEun cayó todo el peso en una esquina, saliendo disparados partes de la cámara, estaba más que claro que se había dañado. Aún con eso se agachó rápidamente, tratando de recoger los restos con manos temblorosas, la frustración y la vergüenza brotando en su interior.
— ¡Lo siento mucho! — Dijo en inglés, sin levantar la mirada. — No estaba viendo por dónde caminaba
—Yo también lo siento. —Una voz masculina respondió con un acento en su inglés que despertó algo en su memoria. JiEun levantó la vista y se encontró con un joven de rasgos asiáticos que la miraba con preocupación. —De verdad, fue mi culpa. Debería haberla visto.
Sus palabras resonaron en los oídos de la chica, su voz parecía extrañamente familiar, sin aguantar la curiosidad JiEun levantó la mirada y lo observó, notando sus rasgos y el aire preocupado que lo rodeaba.
— No, no, fue mi culpa. No debería haber estado grabando y caminando al mismo tiempo.
El joven miró los restos de la cámara con una expresión de genuina preocupación. — Le compraré una nueva. Es lo menos que puedo hacer.
—Gracias, pero no es necesario. De verdad, estoy bien. —Intentó sonreír, aunque la vergüenza seguía ardiendo en su interior.
— Insisto. — Dijo él con una sonrisa amable. — Soy Yang JungWon, por cierto.
El nombre golpeó a JiEun como un relámpago, dejándola sin palabras por un momento. ¿Podría ser el mismo Yang JungWon, el piloto que la había calmado indirectamente en pleno vuelo? La coincidencia parecía imposible, pero... ¿Y si lo era?
— ¿Es usted piloto? — Preguntó rápidamente en coreano, su voz traicionándola con un acento nervioso que ni ella misma entendió.
JungWon asintió, visiblemente sorprendido por el cambio de idioma. — Sí. ¿Cómo lo sabe?
— ¿Voló desde Corea a París en el vuelo 234? — Las palabras salieron atropelladas, nuevamente hablando en un coreano desastroso, sus ojos reflejando un asombro que no podía disimular.
JungWon frunció el ceño, asustado. —Sí, ese fui yo. ¿Por qué lo pregunta?
Una ola de gratitud, y algo más que no podía identificar, inundó a JiEun, hizo una reverencia rápida y profunda, agradeciéndole en coreano no estropeado, gracias a Dios o cualquier otro que le hizo el favor de destrabarle la lengua para no pasar más vergüenzas mientras habla su idioma nativo: — Gracias, capitán. Sus palabras me tranquilizaron durante la turbulencia, realmente fueron de gran ayuda.
JungWon sonrió, sorprendido, pero agradecido y se relajó al saber que no era esas raritas que lo seguían en Instagram y lo stalkeaban a todo rato, que parecía más acosadoras que otra cosa. —Me alegra haber podido ayudarle, ese es mi trabajo. ¿Puedo invitarle una bebida para compensar lo de la cámara? La verdad sigo muy apenado por eso.
JiEun asintió, sus nervios mezclándose con una creciente curiosidad por conocer al hombre frente a ella. — Me encantaría. Y, por cierto, soy Lee JiEun. Gracias de nuevo, capitán Yang JungWon.
Mientras se dirigían a una mesa cercana, JiEun no podía dejar de pensar que el mundo, en este caso París, es muy pequeño, encontrarse con el hombre que le había hecho sentir tranquilidad en medio de un vuelo, además era un regalo divino que no fuese un señor de mediana edad, tal vez esa sensación sobre el hotel se hiciese realidad.
JiEun se acomodó en una mesa al aire libre del elegante restaurante del hotel, observando cómo JungWon se alejaba para buscar las bebidas. La vista de la Torre Eiffel iluminada al fondo era impresionante, pero JiEun no podía concentrarse en nada más que en la vergüenza que sentía, ya que había sucedido todo pudo meditar todo lo que hizo.
Mientras lo veía alejarse, JiEun no podía dejar de pensar en cómo habían tropezado, no debía caminar mientras grababa, sentía que su reacción y su acento estropeado mientras hablaba en coreano la habían hecho ver menos que competente, especialmente frente a alguien tan guapo y seguro, por como caminaba, JungWon; la idea de haber pasado vergüenza frente a un compatriota le parecía aún más humillante, considerando que ella misma era coreana y debería haber manejado la situación con mayor aplomo, pero fue todo lo contrario.
JiEun aprovechó el momento para observar más detenidamente a JungWon, llevaba una camisa blanca de manga larga ajustada y un pantalón negro de vestir con corte recto, además de su porte relajado, pero con un toque profesional, con solo verlo le sacaba suspiros. Al verlo bien vestido no pudo evitar sentirse aliviada por haber sido cuidadosa al empacar ropa adecuada para este viaje, agradeció en silencio a su amiga SeolMi, quien se había asegurado de que ella tuviera un guardarropa impresionante. Se sentía más que linda con su vestido blanco sin mangas de estilo minimalista, era un diseño sencillo y elegante, quería pensar que se veía confiada y a la moda, lo que aliviaba un poco su vergüenza.
Con cada paso que daba JungWon para regresar con las bebidas, JiEun se sentía más consciente de la situación. ¿Cómo había terminado en una conversación tan incómoda con un piloto guapo que había sido tan amable? El pensamiento de cómo había manejado mal el encuentro la hacía sentirse aún más estúpida. No podía creer que se había puesto tan nerviosa y había hablado tan mal su idioma nativo, ¡por Dios nació y se crío en Corea!
— ¡Aquí están las bebidas! — Dijo JungWon, rompiendo el silencio con una sonrisa cálida mientras colocaba dos vasos frente a ellos, su tono amistoso y la forma en que había manejado la situación con tanta calma hizo que JiEun sintiera un torbellino de emociones, su amabilidad había sido reconfortante y ahora se sentía aún más agradecida por la oportunidad de hablar con él, a pesar de sus propias inseguridades y pensamientos que no la dejaban de recriminar por su actuar.
— Gracias. — Dijo JiEun, tratando de sonar más relajada y agradecida. — Lo siento de nuevo por el accidente, de ahora en adelante debo dejar de grabar y caminar a la vez.
JungWon le dedicó una sonrisa comprensiva. — No se preocupe por eso, todos tenemos momentos así. Yo soy quien debería disculparme, ya que yo si que venía simplemente caminando y terminé dañando su cámara.
JiEun asintió, sintiéndose un poco mejor, la amabilidad de JungWon estaban ayudando a que su ansiedad disminuyera, además de esa sonrisa que le brindaba y del hoyuelo que se le marcaba mantenían toda su atención, ¿Cómo podía ser tan lindo?
— ¿Y qué la trae por aquí? — Preguntó JungWon sacando de su apreciación a la chica.
JiEun suspiró. — Hago videoblogs de viajes, estoy aquí para grabar una serie de vlogs sobre las ciudades más románticas del mundo y París es la primera en mi lista. ¿Y usted? — Luego de hacer esa pregunta JiEun quería teletransportarse a su habitación de hotel y fallecer ahí. Sólo a ella se le va ocurrir preguntarle eso al piloto que la trajo desde Corea, se lamentaba ser una persona que habla antes de pensar.
Antes de que JiEun pudiese arreglar la estúpida pregunta que hizo JungWon la interrumpió y dijo: — Estoy aquí por trabajo, pero siempre intento disfrutar de las ciudades a las que viajo antes de que deba pilotar nuevamente hacia Corea, París es un lugar especial para mí, debo decir que me encanta su historia, su cultura y, por supuesto, su comida. — Respondió él con una sonrisa amable.
JiEun asintió, sorprendida de ver como el joven la ayudo cuando casi sufría un colapso por hacer esa pregunta boba, siempre que sucedía algo así las personas la quedaban mirando como si fuese una estúpida o se burlaban de ella de mala manera, pero él solo hizo como si no fuese ese piloto que la trajo hacia París, como si nunca hubiesen compartido palabra hasta que se hizo esa pregunta, estaba agradecida con él, un sentimiento cálido se hizo presente en su pecho.
La chica sonrío, una sonrisa de agradecimiento silencioso. — París tiene una magia especial, ¿no lo cree? Se siente que en cualquier momento llegará a tener una historia de amor digna de un libro. — Dijo viendo como el joven admiraba la Torre Eiffel.
Al rato lo que había comenzado como una simple charla entre desconocidos se estaba transformando en una conexión bastante inesperada, alimentada por la comodidad y la naturalidad con la que se entendían, aunque si le preguntan a JiEun todo se debía a la forma en que JungWon le hablaba, no la hacía sentir como una tonta, la hacía sentir cómoda, la hacía sentir bien.
— Entonces, ¿cómo es que nunca antes había probado un cóctel como este? — Preguntó JungWon, levantando su copa para brindar, porque sí, después de un rato habían optado por dejar de lado las bebidas sin alcohol para pasar a ellas.
JiEun rió, levantando la suya en respuesta. —Siempre he sido más de vino, whisky o cerveza, pero debo admitir que esto es delicioso. ¿Quién iba a decir que París me iba a mostrar una faceta tan divertida?
Las risas resonaban en la noche mientras seguían conversando, cada ronda de bebidas parecía llegar más rápido que la anterior. JiEun se sentía ligera, como si el peso de las preocupaciones del día a día se hubiese disipado por completo, todo lo que la estaba atormentando de su mal encuentro con JungWon había quedado en el olvido.
La risa de JungWon era contagiosa y cada vez que se encontraban hablando de algún tema trivial, JiEun se dejaba llevar, sin pensar en nada más que en el momento presente.
Pero a medida que las horas pasaban, la conversación comenzó a perder su nitidez, convirtiéndose en una serie de imágenes borrosas y risas incontenibles. JiEun sentía el calor en sus mejillas, la embriaguez se apoderaba de ella, y aunque intentaba mantenerse sobria, el ritmo de la noche era imparable. Todo se mezclaba en una secuencia interminable de risas, miradas cómplices, copas que tintineaban y lo último que recuerda es brindar sus copas en el balcón de su habitación de hotel.
La mañana siguiente llegó con un brutal despertar, JiEun abrió los ojos, entrecerrándolos de inmediato al sentir la luz del sol filtrarse a través de las cortinas, un dolor punzante le atravesaba la cabeza, como si mil agujas se clavaran en su cráneo al mismo tiempo. Trató de moverse, pero el peso del vestido que aún llevaba puesto y las sandalias que apretaban sus pies la hicieron detenerse, fue en ese momento cuando se dio cuenta de que ni siquiera había tenido la energía de cambiarse antes de caer en la cama.
«¡Dios mío!» pensó, sintiendo su corazón acelerarse, se incorporó lentamente, tratando de no empeorar el dolor de cabeza y al mirarse en el espejo que había frente a su cama, se encontró con un reflejo que no podía creer: su cabello era un desastre, completamente desordenado, enmarañado como si hubiera pasado por una tormenta, el maquillaje que se había puesto cuidadosamente la noche anterior ahora estaba corrido, dejando rastros de rímel en sus mejillas y una sombra difusa en sus ojos. Parecía una escena salida de una película de desastre.
«Esto no puede estar pasando», murmuró para sí misma, pasándose una mano por el rostro con una mezcla de resignación y desesperación, fue entonces cuando notó una nota en la mesita de noche; con el corazón latiendo en su pecho, la tomó entre sus dedos temblorosos.
" Señorita JiEun,
Espero que se sienta mejor después de descansar. Pasaré por usted a las 2 pm para que podamos comprar la cámara nueva, fue una noche interesante, ¿no cree? Hasta luego, JungWon."
JiEun dejó caer la nota en la cama, su mente tratando de procesar las palabras. «¿Interesante? ¿Qué significa interesante?», pensó, su corazón acelerándose al recordar vagamente la noche anterior, sin embargo, decidió no darle demasiada importancia y se dirigió al baño, necesitaba un baño urgente y despejarse.
Mientras se lavaba los dientes, cerró los ojos, disfrutando del frescor de la pasta dental en su boca, pero entonces, como si su mente se rebelara contra su voluntad de olvidar, empezaron a llegar fragmentos de la noche anterior. Recuerdos vagos, imágenes borrosas, pero suficientes para hacer que el cepillo de dientes casi se le cayera de las manos, recordaba las copas, las risas, pero también... algo más. La sensación de estar fuera de control, de decir cosas que normalmente no diría, de hacer cosas que nunca haría en su sano juicio.
JiEun se detuvo, el cepillo de dientes colgando de su boca mientras el pánico la invadía, el rubor subió a sus mejillas al recordar cómo había hablado de más, cómo sus palabras se volvieron cada vez más despreocupadas, cada vez más sinceras, cada vez más... atrevidas.
La vergüenza se apoderó de ella como una ola, haciéndola cerrar los ojos con fuerza mientras un gemido ahogado escapaba de sus labios. «¿Qué hice? ¿Qué le dije? ¡Dios mío! ¡No puede ser!» Se apoyó en el lavabo, tratando de calmar el torbellino de emociones que la invadía, pero los recuerdos seguían llegando, implacables, aumentando su desesperación.
No pudo evitar soltar un grito de pura vergüenza, ahogado rápidamente al enterrar su rostro en la almohada; saltó a la cama, revolviéndose en las sábanas como si pudiese escapar de las imágenes que su mente le proyectaba, cada detalle parecía un desastre mayor que el anterior, cada pequeño fragmento de la noche que recordaba era peor que el anterior.
— ¡¿Por qué tenía que beber tanto?! — Exclamó, su voz amortiguada por la almohada.
Las palabras de JungWon en la nota volvían a resonar en su mente. «Una noche interesante.» ¿Qué tan terrible había sido? Intentó ahogar sus gritos de desesperación en la almohada, esperando que, de alguna manera, todo fuera solo un mal sueño.
Pero no lo era, JungWon pasaría por ella en tres horas y JiEun tendría que enfrentarlo, lidiar con la realidad de lo que había hecho la noche anterior, con el corazón todavía acelerado, respiró hondo, tratando de calmarse.
«Lo que pasó, pasó. No hay vuelta atrás», pensó, aunque la vergüenza seguía ardiendo en su interior como un fuego inextinguible, no podía evitar preguntarse cómo enfrentaría a JungWon. ¿Cómo podría mirarlo a los ojos después de lo que probablemente había hecho y dicho la noche anterior?
Con un suspiro, se dejó caer en la cama, su cuerpo aún temblando por la vergüenza. Solo una cosa era segura: nunca más bebería tanto en su vida, pero por ahora, tendría que enfrentarse a JungWon y lidiar con las consecuencias de esa noche.
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