[15]
Joven de la calle dieciséis se encuentra desaparecida, si sabe algo de ella por favor avisar a las autoridades.
Kotaro desvió la mirada hacia su madre, quien le apretó la mano al escuchar aquella noticia, conmocionada.
—Hijo, prométeme que trataras de llegar temprano a casa o me avisaras cuando llegues tarde y me llamaras cada hora para saber como estás —dijo Akane, acariciando la mano del azabache—. No soportaría que algo te pasara.
Kotaro ladeó la cabeza, confundido, aún no había tomado sus pastillas.
—Está bien —dijo—. ¿Quieres que encuentren a esa niña?
Su madre asintió.
—Okay —dijo el muchacho.
Kotaro siguió desayunando.
○○○
Kotaro interceptó una señal policial en su computadora, mirando esta con pereza mientras que esperaba que dijeran algo interesante. Había estado así durante dos semanas.
—A todas las unidades se le pide que lleguen a la estación más cercana, la muchacha del distrito dieciséis fue encontrada en la calle central, deben prepararse para una operación de rescate. Comenzaremos a las tres de la madrugada.
Mientras el policía decía aquello, kotaro tomó el arma que había robado de la caja de seguridad de su padre, solo en caso que debiera usarla, y salió por la ventana.
Quería hacer feliz a su madre, por lo menos eso era lo que su parte alegre queria, su parte drogada.
Prefirió no tomarse sus pastillas hasta volver a casa.
○○○
Kotaro miró la casa, parecía una casa normal, pequeña. Había un hombre en la puerta, vigilando.
Kotaro se acercó y lo vio a los ojos.
No solía utilizar mucho su hipnosis, su control mental, pero aquel caso lo ameritaba.
—Abre la puerta y luego suicidate —se limitó a decir.
Cuando Kotaro entró, el sonido de alguien jadeando detrás él lo intrigó, al girarse notó que el guardia se había degollado la garganta.
Con tranquilidad, el muchacho comenzó a avanzar, parecía que él era el único que cuidaba aquel lugar. Al registrar el segundo piso y notar que no había nada, subió, encontrándose con un hombre que, al verlo, tomó a otra persona y le apuntó un cuchillo a la garganta.
—Si te acercas lo mato.
El azabache desvió su mirada hacia la muchacha atada, llorando, asustada.
—Hazlo.
El secuestrador se sorprendió.
—¡Lo haré de verdad!
—No lo creo, él es tu única carta de seguridad.
Cuando menos se lo esperaba, el hombre degolló a su rehén, dándole oportunidad a Kotaro para mirar a los ojos del secuestrador e hipnotizarlo.
—Suicidate.
Lo hizo.
Kotaro se acercó a la muchacha, aún más asustada, destandola.
—Ya te salvé.
—Pe-pero, pudiste salvarlo a él también, ¡era mi papá! —Kotaro se irritó.
La había salvado.
Debería agradecerle.
—Olvida todo lo que pasó aquí, nunca me conociste —dijo, molesto, mirandola a los ojos—. De nada.
Kotaro pasó por encima del padre de la chica y salió de la casa.
○○○
Kotaro miró su reflejo en su baño privado, notando que tenía sus párpados inferiores algo rojos.
<< Fue bueno lo que hice, así Izuku no tendrá que hacer nada y mamá estará feliz. >>, pensó, tomándose un puñado de pastillas.
El azabache comenzó a lavar sus manos, mirando fijamente al lavamanos, al levantar la mira se sorprendió, su reflejo ya no se encontraba en el espejo, ahora solo podía ver al guardia degollado.
—Ve más profundo —escuchó una voz susurrar.
Kotaro volvió a bajar la mirada hacia sus manos, lavandolas con más ganas, cuando volvió a levantar la vista, allí se encontraba el padre de la muchacha, mirándolo, con la garganta destrozada. Una avalancha de culpa lo golpeó.
—Se va a poner peor, Kotaro, vas a empeorar —escuchó de nuevo aquella voz.
Kotaro volvió a bajar la vista hacia sus manos, al terminar de lavarlas, cerró la pluma del agua y rompió el espejo de un puñetazo, absteniendose de romper algo más, volvió a mirar su reflejo en el espejo roto.
Estaba fragmentado.
Tuve una tormenta de ideas, tal vez esta semana haya capítulos diarios.
Espero les haya gustado.
No olviden votar y comentar.
Gracias por leer
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