[13]
Kotaro iba caminando solo, escuchando su canción favorita a todo volumen con sus audífonos, se sentía demasiado bien. Podía sentir como aquella canción recorría todo su cuerpo, sus venas, haciendo que empezara a sentir como poco a poco se adentraba en su mundo. Caminaba cada vez más fuerte, marcando más sus pasos mientras bailaba ligeramente, subiendo la vista mientras su cabello se movía lentamente. La corriente de aire que iba contra él dio contra su rostro, haciendo que se refrescará.
Kotaro disfrutaba el camino porque era él quien estaba al mando de la canción, no podía escuchar nada más que la música y su propia respiración al mismo tiempo, sentia como de apoco se liberaba de aquella jaula en la que había sido encerrado por dos años, se sentía mejor que nunca.
Todo era mucho mejor, la música, los sonidos. Incluso los colores a su alrededor se habían vuelto mucho más vibrantes.
Estaba genuinamente arrepentido por no haberse tomado antes aquellas pastillas.
El chico giró sobre su propio eje felizmente, para luego seguir caminando hacia su destino, la cafetería que solía frecuentar, después de todo había invitado a salir a Izuku, razón por la cual él no dudo en escoger ese lugar como punto de encuentro. Cuando sintió el olor de café y medialunas, sonrió, disfrutando aquel delicioso aroma por un momento para luego abrir sus ojos, encontrándose frente a frente con Izuku, quien lo esperaba en la puerta del café.
—Deberias ser actor de videos musicales —dijo el peliverde.
Kotaro sonrió, hacercandose al pecoso y tomándolo de la cintura para besar sus labios:—¿Quieres bailar conmigo como la otra vez? —preguntó al separarse de él.
El peliverde se sonrojó hasta las orejas, recordando aquel día:—Seguramente todos piensan que estamos locos —el chico colocó las manos en su rostro, avergonzado.
Kotaro miro hacia un costado, pensativo, para luego devolver la vista al pecoso:— Me gustaría más tener un novio loco que un novio aburrido y normal —el azabache sacó su lengua, haciendo una mueca de asco exagerada y haciendo que el contrario soltara una risa, seguida de un pequeño sonido de su traicionera nariz que lo hizo sonar como un cerdo.
Kotaro jadeo con sorpresa, mientras su rostro se iluminaba con una sonrisa:—¿Es posible? ¿Un chico tan hermoso con semejante carcajada? Creí que solo eran criaturas de leyenda —dijo el azabache, esbozando una sonrisa —. Si te digo un chiste o un piropo ¿lo harías de nuevo?
Izuku desvió la mirada, avergonzado:—De ninguna manera, ni siquiera fue tan gracioso lo que dijiste —el rostro del chico enrojeció de nuevo.
El azabache esbozó una sonrisa aún las amplia:—Una carcajada como esa proveniente de ti vale más que un millón de yenes, por lo menos para mi. Haré que el objetivo de mi vida sea volver a oír ese sonido, todos los días, dos veces por día, por lo menos una vez antes del desayuno —un nuevo rubor le sonrojó las mejillas al pecoso.
Cuando vio sus ojos, Kotaro tomó la mano del chico rápidamente, haciéndo que se acercara a él para entrar directo en al café, donde lo guió a sentarse en una mesa con varias bolsas de regalo:—Kotaro, creo que esa mesa está ocupada —el azabache soltó una risa.
—Por nosotros, todo esto es mío, o bueno, yo lo compré. El dueño original eres tú —el de ojos negros sonrió mientras el chico lo observaba, asombrado, sentándose frente que él—. Feliz cumpleaños.
—Kotaro, pero, todo esto...—.
Antes de poder terminar el peliverde fue interrumpido:—Solo ábrelos, Izuku —el azabache apoyo su codo en la mesa para luego apoyar su barbilla en su mano, sonriendo.
—Gracias —dijo él, con una sonrisa algo nerviosa.
—No es nada —respondió—. Luego de comer iremos al Arcade de al lado, no conocía ese lugar y quiero ir a ver, si no te molesta.
Izuku, ensimismado en abrir sus regalos, asintió mientras sonreía, Kotaro solo lo observaba mientras su carita se iluminaba al ver cada pequeño y gran detalle que le habían regalado, él al principio realmente no estaba interesado en Izuku, sin embargo, al comenzar a convivir más con él terminó genuinamente interesado por él.
El peliverde soltó un jadeo de sorpresa:—Toda la colección de historietas sobre las aventuras de All might—dijo él, emocionado, su voz se escuchaba un poco más aguda de lo normal, haciendo a Kotaro sonreír tiernamente— Oh, me conoces tanto. Muchas gracias.
El de ojos verdosos abrazó aquella colección de mangas contra su pecho, cerrando los ojos mientras agradecía repetidas veces, al abrir sus ojos se encontró con una sonriente camarera, la cual los miraba a los dos lista para tomar la orden de la pareja:—Buenas tardes ¿qué desean ordenar? —la mujer de cabellos rosas observó al peliverde por un largo tiempo, sin embargo, luego desvió su vista a Kotaro.
—Yo quiero una medialuna, acompañado con un café con dulce de leche y poca azúcar —dijo el azabache, sin siquiera observar el menú, desviando su vista a la camarera por un momento—. Por favor.
Aquello último le había costado decirlo.
Izuku asintió, pidiendo lo mismo que su cita.
Ninguno tuvo que esperar demasiado para recibir su pedido, razón por la cual el peliverde se encontraba tomando su bebida plácidamente, tomando el popote de madera, reutilizable, que había comprado hace un tiempo, dándole uno igual a su cita:—Oye, ¿por qué los diabéticos no pueden vengarse? —el pecoso se encogió de hombros al no saber la respuesta a la pregunta de Kotaro, sin despegarse de su bebida.
—Porque la venganza es dulce —el chico, gracias a que se rió tan de repente, terminó haciendo que su bebida saliera por su nariz.
Rápidamente él tomó las servilletas de la mesa, colocandola en los agujeros de su nariz mientras dejaba salir risas entrecortadas, Kotaro no pudo evitar reírse a carcajadas ante la situación:—Oh, por eso me gustas —dijo él entre risas.
—Te odio —dijo Izuku con voz nasal entre risas.
—Me adoras.
Ambos rieron, terminando de comer luego de limpiar el desorden que había sido causado gracias a que Izuku había reído por las bromas del de ojos azules, cosa que Izuku siempre guardaría en su memoria, después de todo, hoy había visto y escuchado las risas más sinceras por parte del azabache.
El azabache estiró su brazo, haciendo que la mesera llegara de inmediato:—Disculpe, queremos pedir la factura, el pago será por tarjeta —la chica de cabellos rosas sonrió amablemente, retirándose.
—¿Que? Solo tengo efectivo —dijo Izuku, confundido.
—Yo pago esto, no te preocupes, tú paga la tarjeta para el arcade.
—Me parece un trato justo —dijo él, esbozando una sonrisa.
La muchacha que los atendió volvió, teniendo un datáfono entre sus manos, el azabache no tardó mucho en extenderle una tarjeta de débito:—Cargue la propina también, cuenta de ahorros —el peliverde terminó su café antes de que la camarera le tendiera el aparato a Kotaro para que introdujera la clave de la tarjeta, cosa que él hizo de manera que nadie más pudiera verla.
—Tengan un buen día —dijo ella antes de retirarse, pasandole un papel a Kotaro y susurrandole algo al oído.
El peliverde frunció el ceño, sin embargo, no le tomó mucha importancia a ese hecho, después de todo, estaba más concentrado en tomar sus regalos y acomodarlos para llevarlos cómodamente, al terminar, el chico sonrió y salió de aquel lugar junto a Kotaro, quien le ayudaba con algunas bolsas, el azbasche soltó un suspiro al salir de aquel café.
—¿Pasa algo? — preguntó Izuku, preocupado.
—Si —Kotaro apretó ambas mejillas del peliverde—. ¿Puedes dejar de ser tan lindo por cinco minutos?
Un leve tono carmín cubrió las mejillas del chico, cosa que hizo sonreír a Kotaro:—La mesera me dio esto para ti, es su número telefónico —Kotaro sacó el papel de su bolsillo, dandoselo al pecoso, el chico se limitó a tomar aquel papel y ojearlo por un breve momento.
—Genial, últimamente he hecho muchos amigos —el pecoso sonrió, ante tal inocencia Kotaro no hizo más que reír.
—Si, si ¿qué tal si vamos al arcade?—Honma tomó la mano del chico y lo guió a su lado mientras caminaban a el lugar en donde planeaba para lucirse frente a Izuku.
°•••°
Izuku soltó una risa, saliendo de aquel arcade y notando que ya había anochecido, detrás de ella caminaba Kotaro, susurrando cosas que el peliverde realmente no lograba escuchar. El de orbes azules llevaba una diadema de corazones que el pecosa había conseguido para él.
—Sabes, eres muy bueno bailando, me diste una paliza en just dance —dijo él, con una sonrisa, caminando para atrás mientras observaba al azabache.
—Me gusta bailar, no es algo que sea nuevo —dijo el chico, restandole importancia al hecho.
—Eso es genial —confesó Izuku— no muchos chicos bailan por su propia voluntad hoy en día.
Kotaro, recobrando su sonrisa coqueta se acercó al pecoso, el cual, con una de sus manos abrazaba a un peluche medianamente grande de un erizo negro y ojos azules:—¿Sabes que dicen de los hombres que saben bailar? —Kotaro meneó sus cejas de arriba a abajo, el peliverde soltó una risa, sonrojandose.
Ambos se encontraban caminando en dirección a la casa del peliverde, la cual no quedaba lejos del arcade, sin embargo, se habían distraído mientras caminaban por los alrededores de un parque, observando como algunas familias y parejas se encontraban en aquel lugar.
—Me debes otra cita —dijo el azabache, el pecoso soltó una risita ante tal afirmación.
—¿Por qué?—soltó el peliverde.
—Me humillaste en el arcade, la próxima vez me voy a lucir y ganaré muchos premios solo para ti, conejito — dijo él con una sonrisa—. ¿qué dices?
El pecoso fingió pensarlo por un momento:—Está bien, pero, debemos ir de último a comer la próxima vez —dijo, con una sonrisa.
Ambos sonrieron, siguiendo su camino sin rumbo para llegar al final de aquel gran parque, cosa que Izuku no quería que pasara, sus brazos chocaban constantemente pero ninguno de los dos tomaba la iniciativa.
Para Izuku, había surgido una conexión tan fuerte que en aquel momento que tenía la necesidad de tenerlo cerca. El azabache no resistió, jaló al peliverde del brazo, entendiendo su intención, Izuku dejó que el azabache se acercara, uniendo sus cuerpos en un abrazo que a ambos les provocó una calidez y comodidad profunda.
Kotaro, luego de un rato, corto aquella unión por un momento breve, contemplando el rostro del pecoso y acariciando este, uniendo sus labios en un tierno beso:—Me gustas mucho, te quiero, Kotaro —dijo Izuku, Kotaro plantó otro pequeño beso en los labios del chico para luego abrazarlo, justo como lo había hecho antes.
Luego de un rato ambos se separaron mientras le sonreían dulcemente al otro, comenzando a caminar mientras, aún abrazados, hablaban de cosas varias, al llegar al edificio del pecoso, específicamente en la puerta de su departamento, Kotaro sonrió, besando los labios del muchacho y despidiéndose.
Al salir del edificio, Kotaro metió a su boca cinco pastillas y emprendió su viaje rumbo a casa.
En este punto, debo decir, que el personaje de Kotaro está medianamente inspirado en una canción.
Se las dejo en multimedia, se llama Happy pills.
Espero que les haya gustado el capítulo.
No olviden votar y comentar
Gracias por leer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro