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[03]

—Entonces ¿te apuntas? —Kemy miró a Kotaro, expectante por una respuesta.

La rubia lo había invitado a una cita doble, después de todo, había estado interesada en Kotaro desde la primera vez que lo vio hace un año atrás.

El azabache miró a la aspirante a héroe y luego cerró los ojos mientras inclinaba levemente su silla.

—No quiero salir ni enamorarme de nadie, en realidad, el amor es una emoción ridícula. Tú ten todas las citas que quieras pero a mi déjame fuera de eso —dijo, para luego abrir los ojos y observar como Seiji se acercaba a ellos—. Pero tu oferta me halaga, Utsushimi-senpai.

—Kemy, debemos asistir a un entrenamiento especial —intervino Seiji, analizando a Kotaro, quien sonrió ampliamente de manera inocente.

La rubia asintió algo dudosa, despidiéndose euforicamente del menor, quien sabía que ella no desistiría hasta conseguir una cita con él. Era algo que le había quedado en claro desde el año pasado, cuando Kemy comenzó a enviarle cartas de amor cada día, proclamando a los siete vientos lo guapo que creía que era.

Sabia que era guapo, solía aprovecharse mucho de ello, sin embargo, aquellas situaciones eran un problema para él dado a que no sabía mucho sobre tener tacto con las personas y no quedar como un imbecil. Siempre daba su mejor esfuerzo para rechazar a Kemy —y otras chicas— de manera educada, pero aveces era algo realmente agotador tener que ser amable todo el tiempo.

Después de todo, no era algo que venía en su naturaleza.

Cuando Kemy y Seiji se fueron Kotaro se sentó correctamente y comenzó a recoger sus cosas.

—¿Que haces, Honma-san? —.

Cuando su compañera le habló, él ni siquiera la miró antes de responder.

—Escuché que el profesor de Japonés está resfriado, así que, iré a casa —respondió.

—Pero no puedes irte sin...—.

Cuando su compañera comenzó a decir aquello, el maestro titular de su clase entró, saludandolos de manera educada.

—Chicos, el día de hoy no darán las últimas horas dado a que su maestro de Japonés se encuentra resfriado, por ende, pueden irse a casa —cuando el hombre dijo aquello, Kotaro se levantó y lo saludó antes de salir del aula.

════ ∘◦∘ ════

— ¡Cariño! —chilló su abuela cuando lo interceptó.

Habia tomado un camino diferente de la escuela hacia la cafetería, pasando prácticamente por enfrente de la casa de su abuela.

La mujer de cabellos blancos soltó su bolso y se apresuró a abrazarlo:—Te extraño tanto, desde que estás en esa escuela ya no me vienes a visitar tanto como antes. Ven, pasa —ella lo hizo pasar.

—Yo también te extrañé, Abuela Sakura —confesó, adentrándose a la casa.

—Mirate, cariño, estás en los huesos. Por Dios.

—He dejado de trotar, por eso he perdido un poco de músculo, volveré a hacerlo dentro de poco, cuando terminen los exámenes lo retomaré —explicó, su abuela bufó y le acercó un jarrón con galletas.

— ¿Como estás? Supe que las cosas se pusieron difíciles en casa.

Cuando su abuela comenzó a moverse hacia la cocina, Kotaro la siguió, sosteniendo el jarrón de galletas en sus manos, comiendo de estas.

—Fueron problemas mínimos —respondió, viendo como su abuela servía dos tazas de café.

Sakura tenía el don de tener premoniciones de cosas que sucederán en un futuro —aunque sus premoniciones se reducen a ser de cosas que sucederán en su entorno cercano—, por lo cual, ella había visto con anterioridad que Kotaro pasaría frente a su casa.

—No diría que fueron "problemas mínimos", después de todo, tu papá me llamó diciendo que tu madre había tenido una recaída.

—Problemas mínimos —repitió, encogiéndose de hombros. Su abuela no insistió más al ver su indiferencia.

<< Solo tuvo una recaída, no murió, no entiendo porque se ven tan preocupados y tienen tanto tacto al hablar conmigo >>, pensó Kotaro, bebiendo del café que le ofrecía su abuela.

Él sabía que debía sentirse triste, o —por lo menos— tener algo de empatía con la situación de su madre, pero simplemente no podía.

— ¿Como están tus amigos? —preguntó Sakura, desviando el tema.

—Te diría si los tuviera —respondió.

La anciana suspiró.

—Cariño, debes hacer amigos, es importante para los chicos de tu edad.

—Abuela, mi apatía es mayor que mis ganas de socializar con personas con las que dejaré de tener contacto pronto —Kotaro le dio otro sorbo a su café—. Voy a morir solo, cuando sea millonario no tendré a quien darle mi dinero cuando muera. Es una pena tener que darlo a la caridad.

El azabache bufó, su abuela solo rió, pensando que era algo de humor negro, sin saber que Kotari lo decía en serio. No le gustaba la idea de donar su dinero.

—Estarás bien, solo no debes decir comentarios hirientes, alejar a las personas o ser odioso.

—Debo fingir ser otra persona, entendido.

Su abuela solo volvió a reír.

—Si fueras así de gracioso con otras personas, tal vez incluso podrías conseguir una novia —la mujer se detuvo a pensar por un momento mientras observaba fijamente a su hijo—...o un novio, cada quien recibe amor por donde quiera.

Aquel comentario hizo reír a Kotaro.

—No estoy interesado, pero gracias.

Kotaro no solo era asexual, su trastorno de personalidad esquizoide el impedía sentirse realmente preocupado o enamorado de alguien, por ende, lo máximo que podía sentir por otra persona era respeto.

—Ay, hijo, pero al menos deberías tener tu primera experiencia sexual.

Kotaro paró de beber su café por un momento, sin embargo, posteriormente continuó.

—Que sea asexual no significa que sea virgen, abuela, a demas, la virginidad está sobrevalorada. Es solo una construcción social arcaica que se usa para avergonzar y mercantizar a las personas —respondió, luego, terminó su café y depositó la taza en la mesa—. Especialmente a las mujeres.

Kotaro había tenido sexo, solía tenerlo cuando su deseo sexual aumentaba. Pero nunca sentía atracción sexual con la otra persona. Claro, solo podía tener relaciones con personas que conocían su sexualidad y sabían que él solo estaba calmando su libido.

La mujer suspiró:—Estoy orgullosa de ti, Akane está criando un buen muchacho —Kotaro levantó las cejas y luego asintió.

════ ∘◦∘ ════

Kotaro estaba cansado, hablar con su abuela por tanto tiempo había sido algo realmente agotador para él.

Al entrar al café, frunció el ceño al ver que su mesa estaba ocupada por un grupo de personas. Rápidamente se dirigió hacia allí y encaró a quienes la ocupaban.

—Están en mi mesa —dijo, mirando a Izuku, quien abrió los ojos al ver a Kotaro—. Midoriya, están en mi mesa.

—Oh, Honma-san, lo siento. Pensé que no vendrías —comenzó a hablar el peliverde con nerviosismo—. Ellos son mis amigos, Uraraka, Iida y Todoroki-kun.

—Un gusto —dijeron la castaña y el de lentes al unísono.

—Igualmente, ahora, quítense de mi mesa —volvió a decir—. Midoriya, tú puedes sentarte conmigo porque no me incomodas, pero a ellos no los conozco.

Aquello hizo que Izuku se pusiera aún más nervioso, apenas conocía a Kotaro, sin embargo, tenía la sensación de que no debía molestarlo.

—Disculpa, con todo respeto, ¿eres el dueño del café? Porque si no es así, puedes buscar otra mesa en la cual sentarte —dijo Iida de manera respetuosa.

Kotaro frunció el ceño.

—Bueno, sin nada de respeto, deben largarse de mi mesa. Yo reservo esta mesa todos los días así que —los orbes zafiro brillaron por un instante—...lárguense.

Al ver directamente hacia los ojos de Kotaro, Iida, Ochako y Shoto se levantaron, saliendo de la tienda.

<< Debí ser más exacto con la orden, pero bueno, son cosas que pasan >>, pensó, sentandose frente a Izuku, quien lo miraba con impresión.

— ¿Qué? —preguntó varias veces, impresionado y ligeramente consternado.

Kotaro suspiró.

Con pereza, miró al peliverde a los ojos. Los ojos zafiros del pelinegro se volvieron a iluminar, haciendo que Izuku solo pudiera mirarlos directamente.

—Olvida lo que acabas de ver —ordenó.

Cuando los ojos de Kotaro dejaron de brillar y los desvío hacia la camarera —a quien llamó con la mano para poder pedir su orden—, Izuku meneó la cabeza, como si desviara algún pensamiento de su cabeza o despertara de algún trance.

—¿En que momento salieron? —preguntó Izuku, observando como sus amigos se encontraban afuera.

Izuku desvió su vista hacia Honma, quien para ese momento había terminado de dar su orden:—Honma-san, ¿cuando llegaste? —preguntó Izuku, algo desubicado.

—Hace un rato —se limitó a decir.

Hellouda, ¿cómo están?

Primero que todo, quiero explicar algunos puntos sobre la asexualidad y porque Kotaro es sexualmente activo cuando es asexual.

Bueno...

El libido y la atracción sexual no son lo mismo. Los asexuales pueden tener libido, buscar sexo y no por eso van a sentir atracción sexual. También puede que este con una pareja alosexual y decida tener relaciones con esta.

Recuerden:

Placer sexual y atracción sexual no son lo mismo.

puedes sentir placer, porque eres humanx, y puedes complacerte sin necesidad de que te sientas atraídx hacia otra persona. El sexo es una actividad física como cualquier otra y que no necesariamente viene acompañada de la atracción sexual.

Dicho esto.

Espero que hayan disfrutado el capítulo de hoy.

No olviden dejarme sus votos y sus comentarios, me gustaría leerlos.

Gracias por leer 🥀.

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