
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅᴏꜱ
Otro día más, México se levantó de la cama después de ver qué Argentina se había quedado a dormir con él, en la misma cama, pero no tenían ningún problema con ello, de echo era cómodo dormir juntos; México lo abrazaba y le había prestado una camisa para que durmiera mejor, obvio que Argentina había amado dormir de esa forma con México, no era la primera vez que dormían juntos, pero se había sentido diferente esa noche.
México fue a preparar el desayuno después de ir al baño y hacer lo de todas las mañanas. Quería que Argentina comiera algo, o que se quedara algunos días más, extrañamente quería que el argentino se quedara más tiempo con él, no quería dejarlo ir.
Había algo que lo preocupaba, sentía que algo malo le iba a pasar a Argentina si lo dejaba irse solo a casa, y más por la noche, sabía que Argentina podía defenderse solo, pero tampoco tenía mucha confianza de dejarlo irse sin compañía. Sentía que alguien quería hacerle daño al menor, en cualquier momento.
—¿México?—Argentina entró a la cocina aún usando la camisa que le había dado, no usaba nada más debajo que ropa interior. Se acercó dónde esté estaba, viendo la comida—No tenías que preparar el desayuno, sabés que en un ratito ya me voy, tengo que volver a casa.
—¿Por qué, wey? No te vayas todavía, solecito.—Lo abrazó, besándole la mejilla—Si te vas, déjame que te acompañe a casa, es lo último que podría hacer por ti, hermoso.
—No tenés porqué hacerlo, puedo ir a casa solo y no va a pasar nada... Te preocupás un montón, no creo que sea bueno para vos eso.—Rió leve, jalando una de las mejillas del mexicano con su delgada mano, sonriendo después—Es lindo.
México le sonrió, besándole la frente. Después de comer, pasaron un tiempo más juntos, jugando algo, hablando, hasta que era hora de que Argentina volviera a casa, México no quería que se vaya solo todavía, quería acompañarlo, algo malo iba a pasarle al menor si lo dejaba solo.
—Bien, pero me llamas cuando estés en casa, solecito, ¿Si? No me gustaría que te pase algo malo, por favor... Me preocupas mucho.—Le dijo al del sol, agarrándole la mano, y acariciando la misma suavemente.
Argentina asintió, sonriendo y luego besándole la mejilla al mexicano, yéndose de su residencia a la de él. En el camino, sentía lo mismo, una mirada que lo seguía a todos lados, era muy incómodo porque sentía muy fuerte la presencia de alguien muy cerca de él, aunque no quería darle mucha importancia a eso, seguía caminando como si nada.
Rusia lo estaba siguiendo, sigiloso y con cuidado de no ser visto por el otro. Le enfurecía que Argentina este teniendo todo el amor y atención de México, él quería eso solo para él, lo demandaba, lo deseaba.
Iba a hacer todo para que México fuera su propiedad, de él solamente, no importaba el daño que tenía que hacerle a Argentina, iba a lograr lo que quería.
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