
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴄᴜᴀᴛʀᴏ
México se rió de forma suave del nervio que tenía de estar rodeado por esos tres países, que no eran altos, al menos no más altos que él, se veían hasta adorables rodeándolo de esa forma, estaba nervioso al ver a los tres, Rusia estaba detrás de él, a su derecha Argentina y a su izquierda Estados Unidos. Dió un suave suspiro, tratando de calmarse, no fue hasta después de que fue a buscar una salida rápida para esa situación tan incómoda.
—¿A quién querés, México?—Argentina preguntó, acercándose a él y agarrando la mano del contrario, acercándolo a él, queriendo tener al mexicano más cerca de su cuerpo.
—A ninguno, ¿Por qué? Porque ustedes tres son unos pendejos, bueno... Solo dos, Argentina no es un pendejo, pero ustedes dos si, un día se metieron conmigo y más tu Estados Unidos, a ti pinche gringo ni a la esquina, wey—Le dijo para después soltarse de Argentina e irse de ahí.—¡Argentina, mueve tu culo hasta aquí, vienes conmigo!
Argentina tomó asiento cuando México le dijo que podía pasar, se sentía algo nervioso debido a que no sabía lo que le quieran decir, de lo la tres, él fue el elegido por México, ¿Tal vez haya cambiado de opinión? ¿Será que lo ama de igual manera? Argentina se estaba imaginando hasta su vida entera con México, desde que son novios hasta sus hijos, era obvio que estaba emocionado por lo que iba a pasar posteriormente. México no estaba en aquella sala de estar, estaba en la cocina tratando de calmarse y poder salir a darle la noticia a Argentina, el cual era un poco más alto que él, le llegaba como hasta el cuello.
—Argentina, lo he pensando hace bastante tiempo.—México dijo cuando entró a aquella sala donde estaba el más alto, se acercó y se sentó a su lado—¿Quieres saber qué es lo que siento por ti?
—Sí, por supuesto que sí.
—Argentina, eres hermoso, eres muy bueno en todo lo que haces, pero también eres bastante... No sé cómo decirlo pero... ¿Duro? Duro con los demás, impulsivo además, parece que quieres pelear con todos quienes se equivocan en lo más mínimo.—Le dijo a Argentina mirándolo fijamente.
—¿En serio pensás eso de mi?
—Sí, es un poco molesto, no quiero que te tomes esto a mal, Argentina, deberías de ser un poco más cuidadoso con lo que dices de los demás.
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