Argentina solo dejo salir una pequeña risa ante el comentario de México ¿Él? No, no entendía el porqué México pensaba algo tan horrible de él. Si, todas las guerras que ha tenido, que no tenga una buena relación con otros países y que en pocas palabras se odien entre ellos, no es si culpa, es culpa de ellos, a menos eso es lo que Argentina pensaba. México le dió unos suaves golpes en la espalda y se levantó de ahí, pero cuando iba a decirle a Argentina que puede irse, este lo agarró de la mano, impidiendo que se vaya. Se levantó igual que México, tratando de hacer que se siente, pero al parecer México tenía más fuerza.

—¿Ahora que pendejo? Si tratas de hacerme algo, el que va a terminar mal vas a hacer tu... No yo—México dijo soltándose del agarre con fuerza y mirando algo molesto a Argentina.

—Dame una oportunidad, sola una... puedo cambiar por vos.

—¿Cambiar por mi? Argentina, eso es lo que menos quiero, eres perfecto como eres, todo tu es hermoso, hasta con tus problemas, tus cicatrices en tu cuerpo, eres bellísimo, puedo acostumbrarme a tu manera de ser, ya lo estoy haciendo, hasta me parece adorable.

Argentina lo agarró de las manos y lo acercó a él de la misma manera, casi teniendo sus labios juntos. México no tenía ninguna expresión facial, era muy difícil hacer que el tricolor sienta algo por otro país. México mantenía una cara sería mientras miraba a Argentina también a los ojos. El de alta estatura suspiró y le dió un beso en los labios, unos muy pequeño, pero que significó algo muy importante para Argentina, ¿Acaso era una señal de que le acepta si es capaz de cambiar?

—Sos el amor de mi vida...—Argentina le dijo a México cuando se habían separado de aquel beso, el contrario no dijo nada cuando escuchó aquello.—Sos perfecto para mi, diferente a los otros, especial.

—Argentina, yo, debo de pensarlo, sabes que no he tenido mucha suerte con relaciones amorosas... Canadá fue mi último ex, y el pendejo me hizo mucho daño, por esa razón no he dicho nada.

México había tenido una relación tóxica con Canadá hacia algunos años, lo lastimó demasiado, hasta tenía todavía las marcas de los golpes y cortes que le hacía. Obviamente, México no pudo soportarlo más y lo enfrentó, le gritó, lo golpeó e hizo de todo, para después huir de ahí desesperado y con bastante miedo, pero aún así, feliz de que logró escapar de las manos de un imbécil el cual lo hizo tanto daño, tanto físico como psicólogico.

—México... Dame una oportunidad, puedo hacer que cambies de opinión. Puedo hacerte feliz, verás que no soy como ese idiota.

—... Simon, ¿No? No mames, Argentina, puedes irte ahora, al chile me estás cagando este día, no bastó con Rusia, Estados Unidos y todos los pendejos que quieren conmigo. Te veo mañana.—Lo agarró de la mano y lo dejó fuera de su hogar después de cerrar la puerta.

México estaba cansado de todo eso, quería descansar de todas las cosas que habían pasado ese día, era horrible lo que estaba sintiendo. Tenía a tres países detrás de él, tratando de conseguir algo más que una relación, relación que estaba algo mal. México se acostó en cama, queriendo dormirse de una vez y olvidar todo lo que ha pasado.

—Pendejos...