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🇲🇽 ➵ Capítulo Veintisiete.

Habían pasado algunos meses después que México y Argentina iban comenzando a volver a ser pareja, en todos esos meses, México nunca dejó de amar a Argentina, sus sentimientos volvían cada vez más fuertes, su amor por el argentino crecía todos los días, a todas horas, simplemente amaba a Argentina en todas las maneras posibles, y no quería dejarlo ir jamás. Lo amaba tanto al final de cuentas, y no iba a dejar que algo malo pasará otra vez en su relación. México estaba seguro de que todo iba a salir bien esta vez, y que nada puedo pasar, ya todos sabían de su relación y Rusia estaba fuera del camino, debido a que el eslavo ha estado en una relación amorosa con China desde haré varios meses.

—Argentina, debes de comer algo, se que estas enfermo pero es necesario.—Le dijo México mientras dejaba aquel plato con comida al lado del cuerpo del argentino, el cual se negaba a comer. —Argentina, vamos... Hazlo, por mi.

—... No.

—¡Argentina, chingada madre, te lo comes porque te lo comes, cabron! ¡No te andes con chingaderas!—México alzó la voz, haciendo que Argentina se sintiera mal. El argentino estaba muy sensible en esos días y no entendía el porqué.

—No tengo hambre, eso es todo. Me da náuseas todo lo que como y me da miedo vomitar... Aunque ya lo hice.—Dijo, cubriendo su cuerpo con las sábanas, no queriendo comer nada.

—Pero no has comido nada en todo el día, vamos, solo intenta hacerlo. Me preocupa que estés así, podrías enfermarte más de lo que ya estás.

—Estoy bien.

—Argentina...

—¿Si?

—¿No has considerado de que tal vez...?—Fue interrumpido antes de terminar de hablar por un golpe que le dió el argentino, era un golpe suave que no le dolió nada en absoluto.

—Callate. ¿Por qué decís eso? No, claro que no. Ya hice la prueba y nada, eso fue hace una semana y no creo que lo esté ahora.—Argentina dijo, con algo de miedo de que eso sea verdad, tenía miedo de que fuera verdad, pero... Nunca sucedió la primera vez, ¿Cómo iba a suceder está?

México le dió un beso en los labios y lo abrazó, dándole a entender que si eso pasaba todo estaría bien, que iban a estar juntos en eso siempre. El mexicano se separó de él y le dió otro beso.

—Mi lindo solecito, siempre estaré contigo...—Le dijo México, sonriendo de forma suave hacia él. Lo agarró de las manos y lo acercó más a él. México amaba tanto a Argentina.

—Lo se, me encanta que lo digas siempre.—Argentina iba a darle otro beso pero corrió al baño a sacar todo. México se quedó ahí con las ganas de besarlo, pero no se pudo.

Se levantó de la cama y fue hacia el baño para ayudarlo a levantarse cuando había terminado. Le dió un abrazo y un beso en la mejilla, ayudando al argentino a levantarse debido a que está temblando, lo ayudó también al darle un pequeño vaso de agua para que tomara. Argentina sonrió débilmente hacia México y lo abrazó, sintiéndose muy débil, era obvio el porque, no había comido nada y vómito algo que no era nada en si.

México lo ayudó a acostarse en la cama, le besó la frente para después acostarse a su lado para ayudarlo a dormir, tal vez después pueda comer algo.

México estaba llegando del supermercado con todas las compras que Argentina le había pedido, era demasiado, al parecer el argentino tenía un gran apetito ese día. Fue a la cocina y se encontró al contrario comiendo la cena que había preparado desde hacía algunas horas para que tuvieran una cena romántica y bonita esa noche.

—Vaya, si que tienes hambre.—México le dijo, para después abrazarlo, viendo que Argentina se había comido todo—Verga... Te comiste todo, wey, no mames... ¿Estás bien?—Le preocupó todo lo que había comido, así que solo lo acompañó a que se recordará en el sillón.

Al cabo de unos minutos más, México había comenzado a cocinar la cena para dentro de unas horas y así tener una velada romántica con Argentina.

—¡México!—Argentina gritó desde la sala de estar, haciendo que el nombrado corriera hacia esa habitación preocupado, miró al argentino el cual quería que se acercará.

—¿Qué pasa, solecito? ¿Todo está bien?—México le preguntó colocándose de rodillas para poder verlo ya que Argentina estaba acostado en el sillón, le acarició la mejilla, sonriendo.

—Quiero un mate...

México se confundió.

—... ¿U-un qué?

—Mate.

—Argentina, no se que es eso, mejor levántate y hazlo tú.

—toma.

Argentina le dió una pequeña bolsa transparente donde se veía lo que estaba dentro. El mexicano se sorprendió y lo agarró rápidamente, abriéndolo bastante emocionado.

—¡Esto es marihuana, wey, no mames! Con razón estás así, estás bien fumado, cabron, estás bien perico, al chile.—Abrió la bolsa y olió el contenido.—Ah, chale, no es marihuana... La cagas, pero la cagas bonito, wey.

—Es obvio que no tendré marihuana, México, ¿Por qué piensas eso?

—Na' más... Ay, wey, si parece, ya estaba listo, no mames.

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