🇲🇽 ➵ Capítulo Treinta y Nueve
Ser padres de un bebé nunca es fácil, tienes que lidiar con el llanto de la criatura a altas horas de la noche solo para darle de comer, cambiarle el pañal o simplemente porque tuvo una pesadilla y no puede dormir solo a menos que sus padres estén en la misma habitación. Ser padre es una responsabilidad muy grande para ambos, y es difícil si nunca lo has sido antes o has cuidado de un bebé. México estaba cansado, estaba destrozado de que no podía hacer casi nada ya que Argentina se había ido a un pequeño viaje de trabajo y había dejado a su pareja a cargo del bebé, ya las ojeras se habían hecho presentes bajo los ojos del mexicano, el cual dormía por minutos para luego ser despertado por el bebé, bebé que ya podía caminar, muy poco, pero podía hacerlo.
México no podía dormir casi nada, tenía una o dos horas para dormir antes de que el bebé se despierte y que haga un desastre la casa, era eso o que comience a llorar por atención, porque quiere jugar con su padre. El pequeño tricolor con un águila era un bebé muy energético y siempre estaba corriendo o jugando todo el tiempo. Sus tres colores eran celeste, blanco y rojo, era un bebé muy lindo.
México tenía algunas horas para dormir, el bebé también estaba durmiendo a su lado en la cuna que había puesto dentro de la habitación, de esa forma el bebé podía dormir bien sin ningún problema, así que todo estaba bien. El mexicano se sentía muy bien durmiendo, por fin tenía descanso, pero después de unas cuatro horas, su teléfono interrumpió su sueño, lo agarró sin ver y contestó, escuchando la voz de uno de sus estados que estaba cerca a CDMX, se le escuchaba con una voz algo temblorosa y con miedo.
—No hables tan rápido, Michoacán, ¿Qué pasa? ¿Qué pedo con CDMX?—Preguntó adormilado y viendo a su bebé el cual estaba durmiendo tranquilo en la cuna con el peluche que le había regalado. Se levantó de golpe al escuchar lo que había pasado con ese estado.—Dime dónde estás, iré por el pendejo este.
México se levantó, escuchando al estado el cual le decía el lugar en donde estaban. Se acercó a su bebé, viendo que se estaba despertando. Colgó la llamada y lo agarró, tenía que llevarlo con él por obvias razones. Lo vistió y lo cargó después de agarrar sus llaves de la casa, no estaba lejos de donde estaba la pelea, y la mayoría de sus estados. Caminó por ahí, hasta que el bebé comenzó a balbucear, moviendo sus brazitos de arriba a abajo, había confundido a su padre Argentina con otro, una provincia del anterior nombrado.
—¿Qué tienes?—Miró al bebé, el cual estaba extendiendo sus brazos hacia alguien más que no era Argentina, pero sus colores eran algo parecidos. México no podía decir bien quien era porque no los conocía, pero podía decir que se parecía, aunque no lo era.—No, chamaco, ese no es papá, ese es otro wey, no es papá.—Siguió con su camino, a lo que el bebé no le gustó para nada, pero afortunadamente no lloró por eso.
Cuando llegó al lugar, vió a CDMX con el una bolsa de hielo en el ojo, sentado en el suelo, con el labio partido y la nariz sangrando, tal vez hasta rota, porque le dolía cuando lo tocaban ahí. Sentía su rostro adolorido todavía por los golpes que le habían dado repetidas veces, con el que se había peleado se había ido hacia unos minutos, y estaba peor que él.
—¿Qué chi...?—Hizo una pausa México, cubriendo a su bebé para que no escuchara. El bebé se confundió.—¿Qué chingados te pasa, CDMX? No puedes estar agarrandote a putazos cada puto día, estás muy mal de todas formas cabron, todos los días es lo mismo y yo no puedo estar solucionando tus mamadas.
CDMX desvió la mirada molesto y cansado de las mismas palabras que le daban todos. CDMX se había vuelto un estado muy violento desde los crímenes totalmente crueles que pasaban casi todos los días. México estaba también cansado de él, no sabía que hacer al respecto, ya había hablado con él muchas veces pero no suele entender que lo que está haciendo está muy mal, no lo hace, hasta parece que nunca lo escucha cuando le habla de eso.
—No fue nada, estoy bien.—CDMX respondió, mirando a otro lado y después a México, viendo cómo sostenía a un bebé en sus brazos. El bebé lo volteó a ver y luego volvió a abrazar a México, asustado.—¿No puedes irte ya a la chingada? Tienes que cuidar a ese wey que tuviste con Argentina.
CDMX se levantó del suelo, viendo al bebé, el cual seguía abrazado a su padre, quedándose dormido en el hombro de este. México solo le dijo algunas cosas más antes de dejar que CDMX se vaya, al parecer el estado se había peleado por su novio, el cual era una provincia de Argentina.
México regreso a casa, pero al llegar, vió las cosas de Argentina en la puerta, ya había llegado, por lo cual fue a buscarlo, lo encontró cambiándose de ropa en la habitación, rápidamente cubrió los ojos del bebé debido a que Argentina no tenía la parte de abajo.
—¡¿Qué pedo?! ¿Cuando volviste, amor?—México preguntó, dejando que Argentina se termine de vestir por fin. Se acercó dejando al bebé que viera. El pequeño sonrió, extendiendo sus brazos emocionado de ver a su papá ahí. Se acercó dejando que Argentina agarrara a su bebé en brazos—Te extrañé mucho, precioso.
—Yo también te extrañé, México, no podía esperar más para verte, a vos y a este lindo bebé.—Dijo sonriendo, cargando a su bebé en sus brazos y dándole besitos en sus mejillas rojitas, haciéndole reír fuerte. México colocó sus manos en la cintura de Argentina, acercándolo a él con el bebé entre ellos. Le besó la frente al contrario, feliz de tenerlo cerca por fin después de varias semanas.
—Este chamaco de aquí no me dejaba dormir, ¿Verdad?—Miró a su bebé, el cual rió, escondiéndose en el cuello de Argentina.—No he dormido bien en todos estas semanas, cariño, y de verdad me estoy muriendo de sueño.
—Oh, no te preocupés por eso, podés dormir todao lo que querás ahora, cariño, yo cuido al bebé mientras descansás, se que necesitás dormir mucho.—Sonrió, viendo al pequeño y luego a México, dándole un beso en los labios.
México le agradeció y le dió otro beso en los labios, abrazándolo. Después de unos minutos, México ya estaba durmiendo en la cama debajo de las sábanas, cómodo y no preocupándose mucho por su bebé que ahora estaba con Argentina en la parte de abajo de la residencia. Argentina estaba jugando con el bebé después de darle de comer, ahora le estaba enseñando un poco de palabras.
—M.. M... ¿México?—El bebé miró a su padre, sonriendo en grande. Estaba aprendiendo a hablar. El bebé rió al saber que lo había hecho bien. Aplaudió y le dieron una galleta.—Papá... sueño...—Alzó sus brazos, con algo de sueño.
Al cabo de unos momentos, el bebé estaba durmiendo ya, al igual que Argentina que hacía lo mismo, pero al lado de México, abrazándolo con su cabeza recostada en el pecho del mexicano, durmiendo a su lado.
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