
14 | BALLA, BELLA BALLERINA
CAPÍTULO 14
▬▬( ❝ BAILA, BELLA BAILARINA❞ )▬▬
El teléfono de la oficina de Heidi sonó una vez, los pasos apresurados de Meredith resonaron por todo el corredor hasta que llegó al lugar. La vampiresa no se encontraba por ningún lado y Meredith se atrevió a entrar para contestar el teléfono.
"¿Hola?", llamó la pequeña niña tomando asiento en la silla que Heidi siempre usaba.
"Mi bella principessa!", exclamó una voz alegre del otro lado de la línea.
"Demeti!", responde con emoción al reconocer la voz del carismático vampiro.
La guardia élite se había marchado hace días a Seattle y Meredith los extrañaba demasiado a todos, no había dia en el que no preguntara cuando volverían.
"¿Volvewan pwonto?", preguntó ella con esperanza, du recital de ballet por el festival de primavera era el día de mañana y esperaba que aunque su padre estuviera ocupado ella tuviera al menos alguien de su familia en el público, además de Heidi.
Demetri suspiró.
" Lo lamento bellisima, quisiera que esto terminara pronto, pero la situación es algo complicada por el momento", se disculpó el vampiro con pena.
La sonrisa de Meredith se había desvanecido por completo y se quedó en silencio.
"En serio lo sentimos mucho, pero te prometo que en cuanto lleguemos haremos algo, ¿si?", prometió él, a este punto haría lo que fuera por compensar su ausencia.
"Esta bien," murmuró ella de regreso, Demetri pudo percatarse de la tristeza y desilusión en su voz.
Heidi entró a la oficina con unos papeles en sus manos, Meredith bajó de la silla y tendió el teléfono a la vampiro antes de abandonar la habitación. La mujer sonríe tristemente hacía la pequeña antes de verla irse por completo, entonces coloca el teléfono en su oído.
" Bien hecho Demetri, la hiciste llorar", dijo ella sosteniendo el teléfono con una mano mientras que buscaba la engrapadora en uno de los cajones de su escritorio.
"Sabes que no es—preferiría estar allá que en este horrible lugar tan cerca de los Cullen", señaló él con repudio ante la mención de la familia. "Jane no quiere que actuemos aún, tiene fe en que la creadora del clan termine con esto antes de que nosotros aparezcamos".
"Hummm bien, supongo que tendrás que buscar algo muy bueno con que compensar tu ausencia".
Demetri ríe un poco, entonces se detiene.
"Dile que lo lamento mucho".
"Ella lo entiende Demetri. Cuando Caius le dijo que no sería posible que fuéramos, ella lo entendió", explicó ella por lo bajo tomando asiento.
"¿Por qué no asistirán?"
"Porque brillamos en el sol duh".
Heidi no lo veía, pero estaba segura de que el vampiro había puesto los ojos en blanco.
"Hablaré con Jane, apresurare esto".
"Más te vale".
[...]
Los ojos nerviosos de Meredith miraban a través del telón del teatro, sus pequeñas manos estaban sudando y su cuerpo temblaba con nerviosismo. Buscaba en todos lados algún rostro familiar sin éxito alguno y cuando su profesora de ballet tocó su hombro tuvo que regresar a su posición inicial.
Había estado practicando por meses y aunque era buena no se sentía confiada para realizar aquel espectaculo delante de todos los padres de familia que festejaban aquel recital de primavera. Su corazón latía nervioso y cada cinco segundos miraba la puerta de salida en la espera de ser más rápida. Era un bello día soleado en la toscana, Meredith miraba como algunas madres peinaban a sus hijas frente a aquellos enormes espejos con focos, sabía la razón por la cual su familia no podía estar aquel día, ella lo entendía, sin embargo no podía evitar ponerse triste.
"Meredith, ¿Estás lista?", preguntó la profesora acercándose.
Ella asintió, su cuerpo quería gritar que no estaba lista, entonces la profesora la acompañó detrás del telón, sabía lo que sucedería en cuanto la larga cortina roja se levantara, un reflector la apuntaría y entonces estaría bajo la atenta mirada de un público exigente.
[...]
El clan de vampiros podía escuchar la música detrás de la puerta, el show estaba comenzando, cada vampiro del clan tomó su lugar entre los asientos reservados, Caius quería la primera fila y claro que nadie era lo suficientemente tonto para negarle algo a uno de los reyes de Volterra.
El rey de cabello rubio miró a su pequeña hija bajo el reflector, sus pequeños ojos se abrieron y se movieron nerviosos de un lado a otro, sabía que estaba buscando la salida más cercana, la conocía bastante bien. Escuchó como la profesora tras las cortinas la animaba a hacerlo, entonces la música se reanudó.
La única hija del rey era bastante recelosa con sus prácticas, no le gustaba que alguien la viera bailar y a su corta edad tenía un temperamento que era idéntico al de su padre, ella confesó después que en realidad le daba pena que la vieran bailar cuando ella no era buena, entonces todos le dieron su espacio y ella lo apreció.
"Oh mirala, se ve preciosa..." murmuró Athenodora en voz baja mientras miraba a su pequeña bailarina con adoración, sus ojos estaban llorosos al verla bailar con tanta gracia y elegancia.
Entonces las demás niñas comenzaron a salir una por una, cada padre hablaba de como su hija era la mejor, la más hermosa quizás, grababan con teléfonos y Heidi había puesto a Santiago a grabar con una cámara de video desde las escaleras del teatro donde las niñas bailaban.
"Es la mejor de todas", señaló Caius con una pequeña sonrisa.
"Todas lo hacen bien", espetó una señora al lado de él.
"Quizás, pero mi hija es la mejor", espetó con autoridad y el tono implicado le hizo entender a la mujer que no se atreviera a decir lo contrario.
El número duró unos 10 minutos más y al terminar la música cesó, las pequeñas bailarinas se colocaron en una línea e hicieron reverencias al público. Entonces Meredith se percató de algo, toda su familia estaba ahí, sus padres y tíos aplaudían orgullosos desde la primera fila. Demetri y Félix gritaban a todo pulmón;
"EHHH ESA ES LA MIA BELLA PRINCIPESSA!" exclamó Demetri a los gritos mientras continuaba aplaudiendo.
Él y Felix eran tan ruidosos que muchos se atrevieron a querer callarlos para no arruinar los videos.
"Señores por favor, cállense!" exclamó un señor con escaso cabello, tenía el ceño fruncido mientras apuntaba con la cámara de video al escenario.
Demetri y Félix se miraron el uno al otro compartiendo una mirada cómplice. Entonces se volvieron más ruidosos, aplaudían tan fuerte, silbaban y gritaban tanto que Caius se sentía avergonzado de tales actitudes, fue Jane quien los hizo detenerse después de haberse fastidiado de ellos.
En la primera fila, todo era más tranquilo, Aro se detuvo un instante para mirar a su hermano Marcus antes de dejar de aplaudir.
"¿Hermano? ¿Estás llorando?", preguntó el rey desconcertado.
"Desde los últimos 3000 años, gracias por notarlo", espetó el rey con una pequeña sonrisa sin dejar de ver a la pequeña Meredith quien tenía la sonrisa más preciosa y la mirada más deslumbrante desde que se percató que habían estado presentes.
"Déjalo en paz", advirtió Sulspicia a su lado. "Meredith se ve preciosa", señaló con una sonrisa antes de hacer un gesto de saludo con la mano antes de que la pequeña lo imitara.
Caius puso los ojos en blanco al lado de su esposa y le ofreció su brazo para tomarlo, debían ir a ver a Meredith en ese instante.
"Encárgate de que ese par de tontos no nos deje en vergüenza", pidió Caius mirando de reojo a Félix y Demetri.
"¿Más?", preguntó Sulspicia con una ceja arqueada antes de ver a ambos marchar tras bambalinas.
En un mar de padres con ojos llorosos que felicitaban a sus hijas por tan hermoso desempeño, Caius y Athenedora encontraron a Meredith. La pequeña no se había percatado de que su padre cargaba un enorme ramo de flores, sus manos se fueron a su boca con sorpresa y ella saltó de la silla al suelo.
"Viniewon! Viniewon!", exclamó ella corriendo hacía ambos.
Caius le entrega las flores a Athenodora antes de agacharse a la altura de Meredith para poder cargarla en sus brazos. Verla feliz era lo único que podía hacerlo feliz realmente.
"¿Pensaste que nos perderíamos tu primer recital?", preguntó su madre con una dulce sonrisa.
Ella se encogió de hombros, ellos no debían saber lo triste que se llegó a sentir cuando vio los asientos vacíos, aunque después todo pareció mejorar cuando en medio del show Demetri y Félix comenzaron a animarla en voz alta y sin vergüenza alguna, si ellos no tenían pena en ser tan escandolosos entonces ella tampoco debía de sentir vergüenza.
"Hay sol afuera...", murmuró ella pasando sus dedos por la cresta de los Volturi en el cuello de su padre.
"¿Y creíste que eso nos detendría?", preguntó con gentileza el rey, ella negó, debía suponer que nada podría detener al clan de vampiros más fuertes de la tierra.
" Creí que estarían ocupados, además, Alec, Jane, Félix y Demetri tampoco estaban", Meredith se había sentido bastante triste cuando habló por teléfono con Demetri, el vampiro le había dicho que no regresarían pronto pues la situación en Seattle estaba empeorando y debían encargarse de ello.
"En cuanto resolvieron los problemas en Seattle no dudaron en volver lo más pronto posible", le dijo Athenodora con una dulce sonrisa antes de que Meredith fuera abrazada por ella. "Lo hiciste tan bien amor, estoy muy orgullosa".
"Tenía miedo", admitió la pequeña.
"Y aún asi lo lograste", respondió su made con una dulce sonrisa. "¿Lista para ir a casa?"
Meredith asintió antes de ser colocada en el suelo, Caius la ayudó a ponerse su chamarra. Fue bastante adorable verla tratar de cargar por su cuenta el enorme ramo de flores, el rey había elegido lo mejor de lo mejor para ella.
" Creo que no saldremos de aquí en un buen rato..." murmuró Athenedora tomando la mano de Meredith. Faltaba una hora para que iniciara la puesta del sol, el recinto se había quedado casi vacío.
"¿Dónde están Félix, Demetri y Alec?", preguntó la pequeña Meredith cuando su tía Sulspicia le dio un fuerte abrazo.
"El guardia de seguridad los sacó hace unos cinco minutos", respondido Jane con una pequeña sonrisa.
"Ese trío son una vergüenza para este clan", regañó Caius por lo bajo negando con la cabeza cuando
"Jane!", exclamó la pequeña con emoción saltando al suelo para ir hasta la vampiro de cabello rubio, quien aún no estaba tan acostumbrada a las demostraciones de afecto, sin embargo la pequeña niña con tutu rosado era la excepción.
"Hola, pequeña amenaza", saludó ella de regreso.
Las puertas del teatro se abrieron y los tres vampiros faltantes del clan entraron nuevamente al recinto hasta el punto donde todos estaban reunidos.
"¿Dónde esta el guardia de seguridad?"
"¿Qué guardia de seguridad?"
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