⋆·˚ ༘ * 𝟎𝟓.
CAPITULO CINCO
Psíquica
DESPUÉS DE UNAS LARGAS HORAS DE CONVERSACIÓN, Ivy se despidió de Derek con un leve movimiento de cabeza. El chico se subió a su lujoso auto, que destacaba como un contraste moderno entre las ruinas de la casa Hale. Antes de arrancar, Derek le dirigió una fugaz sonrisa, casi imperceptible, que parecía más un reflejo involuntario que un gesto consciente. Ivy la notó, pero no la respondió; simplemente se quedó de pie, observando cómo el vehículo desaparecía entre las sombras del bosque.
Un suspiro escapó de sus labios mientras levantaba la vista hacia el cielo nocturno, completamente cubierto por un manto de estrellas que brillaban débilmente entre las copas de los árboles. La oscuridad era densa y envolvente, pero no la inquietaba. Derek había insistido en llevarla a casa, pero Ivy había declinado la oferta con una firmeza que no admitía discusión. Sabía que no tardarían en aparecer.
No había forma de que su hermano y Stiles ignoraran esa pista, especialmente cuando los instintos recién descubiertos de Scott parecían guiarlo con más precisión que nunca. Ivy permaneció inmóvil frente a la casa en ruinas, sintiendo el aire frío de la noche contra su piel, esperando pacientemente el regreso de los otros dos.
Fue como si los pensamientos de Ivy hubieran invocado su llegada. El característico rugido del motor del Jeep de Stiles rompió el silencio de la noche mientras el vehículo aparecía entre los árboles, avanzando hasta detenerse frente a la casa en ruinas. Apenas se estacionó, Stiles y Scott bajaron apresuradamente, cargando con palas y herramientas que parecían más improvisadas que planeadas.
—¿Qué hacías con Derek? —preguntó Stiles de inmediato, acercándose a Ivy con pasos torpes. Dejó caer las palas al suelo, inclinándose ligeramente hacia ella como si estuviera buscando algún indicio extraño en su expresión o en su ropa.
—Hablando —respondió Ivy con calma, cruzando los brazos sobre su pecho. Su tono era neutral, pero la chispa de diversión en sus ojos no pasó desapercibida.
—¿Hablando de qué? —intervino Scott, que se acercó unos pasos detrás de Stiles, con los ojos ligeramente entrecerrados, como si tratara de captar algo más en el ambiente.
Ivy levantó una ceja, manteniendo su expresión seria por unos segundos antes de soltar la respuesta.
—De dónde compró su auto.
Hubo un breve silencio. Stiles parpadeó, mirando a Ivy como si acabara de escuchar la cosa más absurda que alguien pudiera decir.
—¿Perdón? —logró articular finalmente, mientras Scott le dirigía una mirada de incredulidad.
Scott y Stiles intercambiaron miradas, claramente desconcertados, antes de volver a fijarse en ella. Ivy rodó los ojos, frustrada por su incapacidad de captar el tono.
—Obviamente es sarcasmo, idiotas —añadió con exasperación, dejando escapar una sonrisa burlona al final. Luego, sin darles tiempo para reaccionar, continuó—: Hablábamos de sirenas y lobas, ¿contentos?
Ninguno de los chicos respondió. Stiles recogió las cosas que había dejado caer al suelo, intentando no tropezar en el proceso. Sin más palabras, comenzaron a acercarse al lugar donde parecía que habían cavado antes, iluminados únicamente por la linterna que Stiles sostenía con firmeza.
Sin embargo, a medida que avanzaban, Ivy frunció el ceño, deteniéndose por un momento. Había algo en el aire. Ese olor extraño que comenzaba a hacerse más fuerte no era el mismo que había percibido antes, cuando la sangre había sido el principal indicio. Era diferente, más profundo, más oscuro.
Scott también se detuvo de repente, con los sentidos en alerta.
—Esperen, hay algo diferente —murmuró, su voz baja pero tensa.
—¿Cómo que diferente? —preguntó Stiles, apuntando con su linterna hacia el lugar que se aproximaban, la luz temblando ligeramente con el movimiento de su mano.
Scott negó con la cabeza, su expresión concentrada mientras trataba de descifrarlo.
—No lo sé... solo hagámoslo rápido.
Sin esperar más, Scott clavó su pala en el suelo con fuerza, comenzando a remover la tierra húmeda con movimientos decididos. Ivy permaneció en su lugar, observando con cautela, mientras Stiles, aunque claramente nervioso, empezó a cavar a su lado.
El aire parecía volverse más pesado con cada palada, y el extraño aroma se hacía más persistente, como si algo estuviera aguardando justo debajo de la superficie.
Ivy se acomodó en las escaleras cercanas, apoyando los codos en las rodillas mientras observaba a los chicos cavar frenéticamente, como si su vida dependiera de ello. Con una ligera sonrisa en el rostro, los miraba luchar con la tierra húmeda y resistente. Aunque seguía pensando en lo que Derek le había dicho y en cómo nada de esto parecía cuadrar del todo, el persistente olor a sangre y ese nuevo aroma extraño la mantenían alerta. Algo estaba pasando, y estaba segura de que Scott y Stiles no se detendrían hasta encontrar respuestas.
—Está tomando mucho tiempo —murmuró Scott, deteniéndose un momento para secarse la frente con la manga de su camisa.
—Solo sigue —respondió Stiles sin mirarlo, concentrado en remover más tierra con cada palada.
Scott lanzó un resoplido frustrado y miró a Ivy, que seguía en su lugar, claramente sin intención de unirse al esfuerzo.
—Podrías ayudarnos, Ivy. Una mano más nos hace falta.
Ivy levantó una ceja y esbozó una sonrisa divertida.
—No lo creo —respondió despreocupadamente, recostándose un poco más en los escalones.
Stiles bufó, mientras Scott rodaba los ojos y levantaba la vista hacia su hermana y su amigo.
—¿Qué pasa si regresa? —preguntó Scott, deteniéndose momentáneamente para mirar alrededor como si esperara que alguien los estuviera acechando.
Stiles, sin perder el ritmo, respondió con un tono casual:
—salimos corriendo.
Ivy no pudo evitar rodar los ojos ante la lógica poco coherente de Stiles.
—Que buen plan —comentó con sarcasmo, mientras cruzaba los brazos, entretenida con la conversación.
Scott, sin embargo, no parecía convencido.
—¿Y si nos atrapa? —preguntó, esta vez con más seriedad.
Stiles se detuvo, enderezándose mientras señalaba a Scott con la pala.
—Tengo un plan para eso también.
—¿Qué plan? —preguntó Scott, entre cauteloso y esperanzado.
Stiles esbozó una sonrisa confiada y respondió con un tono ligero:
—Tú corres por un lado, Ivy y yo corremos por el otro. Al que atrape, qué lástima.
Hubo un momento de silencio, roto únicamente por el sonido de la noche. Ivy, incapaz de contenerse, soltó una carcajada seca y negó con la cabeza.
—Increíble plan, creo que Scott lo odia—dijo con tono burlón, mientras apuntaba hacia Scott que miraba a Stiles seriamente, los chicos volvieron a cavar, esta vez con un poco más de prisa, como si la tensión en el ambiente se estuviera acumulando con cada segundo.
—¡Espera, espera!—exclamó Stiles de repente, deteniendo su movimiento al sentir cómo la pala chocaba con algo duro. El sonido seco resonó en el aire, cortando la tensión por un momento. Ambos chicos se miraron con los ojos entrecerrados, compartiendo un entendimiento silencioso antes de agacharse al unísono para examinar el suelo.
Desde las escaleras, Ivy observó cómo sus cabezas desaparecían en el agujero que habían estado cavando. Su curiosidad, mezclada con una creciente inquietud, la obligó a levantarse rápidamente y acercarse al borde del improvisado pozo que habían hecho.
—¿Qué encontraron? —preguntó, inclinándose ligeramente para mirar desde arriba. La luz de la linterna de Stiles rebotaba entre las sombras, iluminando fragmentos de tierra y raíces.
—¡Deprisa! —exclamó Scott agitadamente, mientras ambos seguían luchando con algo en el fondo del hueco.
Ivy observó cómo los chicos se esforzaban por deshacer lo que claramente era un saco atado con demasiados nudos.
—Lo intentó, pero ¿era necesario hacer mil nudos? —gruñó Stiles, tironeando con frustración mientras sus dedos resbalaban sobre el apretado tejido.
Ivy suspiró.
—Déjenme hacerlo —dijo finalmente, lanzándose al hueco con una gracia que dejó a los chicos sorprendidos. Sin perder tiempo, se agachó junto al saco y comenzó a deshacer los nudos con rapidez, sus manos moviéndose con una precisión casi sobrenatural.
—¿Cómo hiciste eso tan rápido? —preguntó Stiles, claramente molesto porque sus propios intentos habían sido inútiles.
—Habilidad natural —respondió Ivy con una sonrisa burlona, mientras Scott comenzaba a deshacer los últimos nudos del otro lado.
En cuestión de segundos, todos los nudos estuvieron listos. Ivy se apartó ligeramente, permitiendo que Scott tirara del saco para abrirlo por completo. Un silencio cargado de tensión cayó sobre los tres mientras el contenido del saco quedaba expuesto bajo la tenue luz de la linterna.
Apenas el saco fue abierto, la cabeza de un lobo apareció frente a ellos. Los tres comenzaron a gritar al unísono, un caos de voces y movimientos torpes. Ivy, sin dudarlo, agarró a Stiles por el brazo y lo sacó del hueco de un tirón, todavía impresionada por lo que acababan de ver.
—¡¿Qué diablos es eso?! —preguntó Stiles, con los ojos abiertos de par en par, mirando fijamente al lobo decapitado.
—Es un lobo —respondió Scott con tono sombrío, tratando de procesar lo que estaba delante de ellos.
—¡Sí! ¡Puedo verlo! —exclamó Stiles, sus manos agitándose en el aire con desesperación.
—Entonces, ¿para qué preguntas qué es? —intervino Ivy con una sonrisa burlona, intentando aliviar la tensión mientras dirigía una mirada divertida a Scott.
Stiles no la escuchó, todavía en shock.
—Pensé que habías dicho que oliste sangre... sangre humana —dijo, señalando acusadoramente a Scott.
—Te dije que había algo diferente —respondió Scott con un suspiro, claramente incómodo por la situación.
Ivy miró el hueco con el ceño fruncido, sus sentidos todavía alerta.
—Esto es extraño, chicos. Yo también sentí el olor a sangre antes. Pero, ¿cómo podría cambiar de la nada? —preguntó, más para sí misma que para ellos.
—Esto no tiene sentido —admitió Scott, mirando la cabeza del lobo con expresión desconcertada.
—Debemos irnos de aquí —dijo finalmente, alejándose del hueco mientras desviaba la mirada del inquietante hallazgo.
—Sí, solo ayúdame a cubrir esto —respondió Stiles, pero se detuvo de repente, su atención fija en algo más adelante. Sus ojos se enfocaron en una pequeña flor violeta que crecía cerca del hueco.
Ivy, notando que Stiles se quedaba quieto, levantó la mirada hacia él y luego siguió su línea de visión.
—¿Qué pasa? —preguntó, confusa.
Stiles señaló la flor con un dedo tembloroso.
—¿Ven esa flor? —dijo, su voz baja pero tensa.
—¿Qué tiene? —preguntó Scott, frunciendo el ceño sin entender.
—Creo que es wolfsbane —dijo Stiles lentamente, como si las palabras pesaran en su boca. Ivy miró la flor, sorprendida, y de inmediato comprendió a lo que se refería.
—¿Y qué es eso? —preguntó Scott, todavía perdido.
Ivy suspiró, rodando los ojos.
—¿Nunca viste El hombre lobo? —le preguntó, mirando a su hermano con evidente desaprobación.
—No —respondió Scott, sacudiendo la cabeza.
Stiles, frustrado, exclamó:
—¡¿Lon Chaney Jr.?! ¿¡Claude Rains!? ¡La película original de El hombre lobo!
Scott lo miró, parpadeando lentamente.
—Eres un ignorante —murmuró Stiles, todavía indignado, mientras volvía a mirar la flor. Ivy tuvo que contener una sonrisa, aunque la tensión en el aire seguía siendo palpable.
Scott los miró con frustración, claramente sintiendo que algo se les escapaba.
—¡Pero explíquenme! —resopló, cruzando los brazos con fuerza y mirando de un lado a otro entre Ivy y Stiles.
Ambos lo miraron en silencio por un momento, como si estuvieran sopesando la situación, antes de que sus respuestas llegaran al mismo tiempo.
—No estás listo para esto —dijeron Ivy y Stiles al unísono, sus voces tan sincronizadas que causaron que se miraran con sorpresa y, de inmediato, sonrieran de lado.
Scott los observó, desconcertado y un poco más frustrado, mientras ellos se intercambiaban una mirada cómplice. Pero Ivy ya había aprendido a reconocer cuándo sus respuestas no iban a ser satisfactorias.
Stiles, con la flor aún en la mano, terminó de desenrollar la cuerda que conectaba con el espiral que rodeaba el hueco. Ivy, al ver cómo la escena se desarrollaba, sintió un nudo en el estómago. Algo en su interior le decía que lo que acababa de liberar no era algo que pudieran manejar fácilmente.
Se levantó con rapidez, su mirada fija en el hueco, que ahora parecía estar pulsando con una energía oscura. El aire a su alrededor se volvió más denso, cargado de una tensión incómoda.
—Chicos... —llamó Ivy, su voz baja, pero cargada de preocupación. No podía apartar la vista de lo que estaba sucediendo.
Stiles y Scott se acercaron rápidamente, mirándola confundidos. En ese momento, el terror se apoderó de ellos. La mitad del cuerpo de una mujer apareció lentamente, como si estuviera siendo extraída del suelo mismo. Su piel era pálida, casi translúcida, y su rostro estaba desfigurado, como si estuviera atrapada en un estado entre la vida y la muerte. El espiral alrededor del hueco parecía contenerla, pero también la estaba liberando.
Stiles retrocedió instintivamente, mientras Scott se acercaba con cautela, su expresión grave.
—Stiles, creo que debes llamar a tu padre —dijo Scott, su tono serio y grave, sabiendo que lo que estaban presenciando era algo fuera de su alcance
La escena parecía transcurrir en cámara lenta. Ivy sintió un nudo en el estómago mientras veía a Derek ser escoltado por los oficiales, con las esposas brillando bajo la luz de la mañana. Su mirada chocó con la de él por un instante, y en esos breves segundos, Ivy pudo percibirlo todo: la decepción, la rabia contenida. Pero también algo más, algo que no podía definir del todo, como si él quisiera decirle algo que no podía poner en palabras.
—No puedo creerlo —murmuró Scott a su lado, rompiendo el silencio tenso que los envolvía.
Ivy apenas lo escuchó. Su mente estaba atrapada en la expresión de Derek, en el peso de su mirada antes de que girara la cabeza y lo empujaran hacia la patrulla. Quería correr hacia él, detener todo aquello, pero sus pies estaban anclados al suelo, como si algo invisible los mantuviera allí. Había oído rumores sobre Derek Hale, sobre su familia, pero en ese momento, nada de eso parecía importar. Solo veía a alguien completamente solo.
—¿Crees que lo hizo? —preguntó Scott, esta vez con un tono más bajo, como si temiera la respuesta.
Ivy desvió la mirada de Derek por primera vez y miró a su hermano. Los ojos de Scott reflejaban una mezcla de confusión y desconfianza, Ivy tragó saliva, buscando las palabras correctas, pero solo logró sacudir la cabeza lentamente.
—No lo sé, Scott. No lo sé... —su voz salió apenas como un susurro, pero era suficiente para transmitir lo rota que se sentía.
Alrededor de la casa, el caos organizado de una investigación policial se extendía como un enjambre metódico. Los agentes tomando fotografías, y anotando cualquier detalle que pudiera ser relevante. Aquel lugar, ahora bajo escrutinio oficial, había sido descubierto por tres adolescentes que, si algo tenían en común, era su total falta de experiencia en este tipo de situaciones.
Un poco más alejados de la escena principal, el sheriff Stilinski y el oficial que había escoltado a Derek a la patrulla hablaban en voz baja alejándose. Sus palabras eran difíciles de discernir, pero los gestos del sheriff dejaban entrever que estaba evaluando cuidadosamente la situación. A pesar de la aparente calma, su ceño ligeramente fruncido delataba una preocupación latente.
Mientras tanto, apoyados contra el Jeep de Stiles, Ivy y Scott observaban todo en silencio, compartiendo una sensación de incredulidad y desconcierto.
Stiles, con su andar decidido y ligeramente acelerado, comenzó a abrirse paso entre los árboles. Ambos hermanos lo vieron avanzar, y de inmediato intercambiaron una mirada que decía todo lo que necesitaban decirse: Esto no puede terminar bien. Sin embargo, Stiles, en su típico estilo impulsivo, parecía no darse cuenta—o simplemente no le importaba.
—No. Ni se te ocurra... —murmuró Ivy en voz baja, negando con la cabeza, casi como si eso pudiera detenerlo.
Scott, por su parte, cruzó los brazos con un suspiro, sabiendo que intentar hablar con Stiles en ese momento sería como hablarle a una pared. Ambos miraron cómo Stiles se acercaba al coche patrulla donde Derek estaba sentado, esposado y con una expresión que oscilaba entre la resignación y el enojo.
Cuando Stiles llegó al coche, se detuvo por un momento y miró por encima del hombro hacia los hermanos McCall. Esa mirada, mezcla de desafío y travesura, no necesitaba palabras: Sé que esto es una mala idea, pero igual lo voy a hacer. Ni Ivy ni Scott tuvieron tiempo de reaccionar antes de que Stiles abriera la puerta del coche patrulla y se metiera dentro con una agilidad sorprendente. Cerró la puerta detrás de él con un golpe seco.
Scott e Ivy intercambiaron una mirada rápida, llena de pánico y resignación al mismo tiempo. Apenas asimilaron lo que acababa de hacer Stiles, ambos se giraron en sincronía, casi como si fuera un reflejo instintivo, fingiendo que no habían visto nada. Era la reacción más natural que podían tener en ese momento: si no lo reconocían, quizá no serían cómplices.
—Yo no vi nada —murmuró Scott, cruzándose de brazos mientras desviaba la mirada hacia un grupo de policías cercanos, intentando parecer casual.
—¿Quién es Stiles? —respondió Ivy en el mismo tono, sus ojos fijos en un punto cualquiera frente a ella, como si de repente la escena que tenían detrás no existiera.
Desde su posición, Ivy y Scott observaban la escena de reojo, como si estuvieran viendo un accidente a cámara lenta.
—¿Está loco? —susurró Ivy.
—Sabes cómo es Stiles —dijo, su tono firme pero tranquilo, intentando razonar con ella.
Ivy suspiró, girando la cabeza hacia el cielo con un aire de resignación. —Me pregunto en qué momento su padre lo sacará del auto —comentó, como si estuviera reflexionando sobre algo inevitable, pasaron unos minutos de silencio.
Scott la miró con una ceja arqueada, notando el tono despreocupado en sus palabras. —¿Eres psíquica? —preguntó, intrigado y divertido al mismo tiempo.
Ivy giró la cabeza hacia él con una ligera sonrisa, dispuesta a responder, pero su frase quedó en el aire. Su atención se desvió de repente al coche patrulla, donde una escena predecible pero igual de caótica comenzaba a desarrollarse.
El sheriff Stilinski había llegado al auto y, sin demasiados preámbulos, abrió la puerta y agarró a Stiles del brazo con una mezcla de exasperación y autoridad paternal. Stiles chilló levemente, protestando con un tono que no podía decidirse entre el miedo y la indignación.
—¿Que crees qué haces?—pregunto el sheriff.
—Solo ayudaba—respondió Stiles,tratando de convencerlo.
El sheriff Stilinski cruzó los brazos y miró a Stiles fijamente, esperando una explicación. Su voz resonó firme y demandante cuando rompió el silencio.
—Ajá. ¿Qué tal si me ayudas a entender cómo encontraste esto aquí?
Ivy, que se encontraba junto a Scott, no apartó la mirada de Stiles. Su expresión era una mezcla de tensión y expectativa, rezando en silencio para que su compañero no arruinara la historia que iban a dar.
—Buscábamos el inhalador de Scott —respondió Stiles rápidamente, con una convicción sorprendente.
Ivy dejó escapar un suspiro de alivio al ver que, por una vez, Stiles había improvisado una excusa decente. Sin embargo, su alivio duró poco.
—¿Y cuándo lo perdió? —preguntó el sheriff, escudriñándolo con la mirada.
—La otra noche —respondió Stiles automáticamente, sin pensar en las implicaciones.
Ivy cerró los ojos y se golpeó levemente la frente con la mano, frustrada. A su lado, Scott comenzaba a encogerse, como si quisiera desaparecer.
—¿La noche que buscabas la otra parte del cuerpo? —preguntó el sheriff, llevando la conversación justo hacia donde quería, su tono lleno de suspicacia.
—¡Sí! —respondió Stiles con entusiasmo, demasiado rápido para darse cuenta de lo que acababa de decir.
El sheriff arqueó una ceja y dio un paso más cerca. —¿La noche que dijiste que estabas solo y que Scott estaba en casa?
—¡Sí! —exclamó Stiles de nuevo antes de detenerse en seco. El color desapareció de su rostro al darse cuenta del error que acababa de cometer. —¡No! Oh, diablos... —bajó la cabeza, derrotado, mientras Ivy soltaba un suspiro aún más pesado.
El sheriff lo miró con una expresión que combinaba satisfacción y reproche. —Así que me mentiste.
Stiles levantó la mirada, tratando de ganar tiempo para pensar en una respuesta. Finalmente, señaló a su padre con el dedo, intentando una salida ingeniosa.
—Eso depende de cómo definas mentir.
El sheriff entrecerró los ojos, claramente sin paciencia para los juegos de su hijo. —Lo defino como no decir la verdad. ¿Tú cómo lo defines?
Stiles abrió la boca, pero ninguna respuesta coherente salía. Tras unos segundos de incómodo silencio, resopló y finalmente contestó con vacilación.
—¿Como una forma de distorsionar la verdad...? —Su tono era más una pregunta que una afirmación, como si esperara que su padre aceptara la respuesta.
El sheriff lo miró fijamente, sin decir nada durante un momento, hasta que finalmente señaló hacia otro lado con la cabeza. —Vete de aquí.
—Por supuesto —respondió Stiles, rascándose la cabeza torpemente. Dio media vuelta y avanzó hacia donde estaban Ivy y Scott, intentando recuperar algo de dignidad en el proceso.
Ivy lo recibió con una mirada burlona, cruzando los brazos. —Buen trabajo, Sebastián. Estuviste brillante
Ivy observaba el bosque pasar por la ventana trasera del Jeep de Stiles. Las sombras de los árboles se alargaban con la caída del sol, creando un juego inquietante de luces y penumbras. En la parte delantera, Stiles manejaba con su habitual mezcla de confianza y nerviosismo, mientras Scott, sentado en el asiento del copiloto, alternaba su atención entre su teléfono y las reflexiones que rondaban su mente. Ivy, en la parte trasera, tamborileaba los dedos contra su muslo mientras revisaba su propio teléfono, buscando algo útil entre la información que había encontrado sobre el acónito.
—No encontré nada sobre el uso de acónito para los entierros —dijo Ivy finalmente, rompiendo el silencio con frustración evidente en su voz, había pasado los últimos veinte minutos buscando información, pero todo lo que encontraba eran referencias vagas o cuentos.
Scott dejó caer el teléfono sobre su regazo y tiró la cabeza hacia atrás, soltando un suspiro de derrota.
—Yo tampoco.
—Sigan buscando —respondió Stiles desde el volante, sin apartar los ojos del camino, aunque claramente involucrado en la conversación—. Tal vez sea un ritual o algo así. No sé...¿quizás te entierren como un lobo? ¿O sea alguna habilidad especial que tienen que aprender
Scott soltó una risa seca, cargada de sarcasmo.
—Claro, lo pondré en mi lista de pendientes. Justo debajo de "¿Cómo demonios jugaré esta noche?
Ivy y Stiles rodaron los ojos casi al unísono.
—Dramático, como siempre —murmuró Ivy mientras cruzaba los brazos, aunque no podía evitar compartir parte de la preocupación de su hermano.
Stiles, ignorando la queja, levantó una ceja mientras miraba a Scott de reojo.
—Oye, tal vez sea diferente para las mujeres lobos. Por algo Ivy no se sale de control cada vez que la luna llena se acerca, ¿no? —dijo mientras señalaba con la cabeza hacia ella
Ivy sonrió de lado, divertida.
—No soy exactamente una mujer lobo, Stiles. Creo que al ser mitad sirena, eso hace que lo controle un poco mejor. —Había un dejo de orgullo en su voz, aunque sabía que no era algo que le gustara resaltar demasiado.
Stiles asintió, genuinamente interesado.
—Tiene sentido. Tal vez tus genes de sirena contrarrestan... o equilibran algo. ¿Sabías que hay criaturas híbridas en el folclore que...?
—¡Ya! ¡Basta! —interrumpió Scott, exasperado, su voz resonando en el pequeño espacio del Jeep
Stiles lo miró de reojo, claramente confundido.
—¿Qué cosa? —preguntó, sin comprender qué había hecho para irritarlo esta vez
Scott se giró hacia él, con el ceño fruncido y la mandíbula tensa.
—Deja de decir "Hombres lobos". ¡Deja de disfrutar tanto esto! Es mi vida la que está en juego aquí. Mi vida y... probablemente la de Ivy también.
Ivy frunció los labios, sintiendo una punzada de culpa ante el tono de su hermano. Era cierto que todo esto no era un juego, pero si no encontraban una forma de manejarlo, la tensión terminaría consumiéndolos.
—Scott... —comenzó Ivy, intentando calmarlo, pero su hermano levantó una mano para detenerla
Stiles, aunque inicialmente ofendido, respiró hondo.
—¿Estas bien?
—¡No lo estoy! ¡Estoy lejos de estar bien! —gritó, su voz entrecortada mientras empezaba a retorcerse en su asiento.
Stiles, al volante, seguía hablando como si no hubiera notado nada, sumido en sus propios pensamientos. Sin embargo, Ivy reaccionó al instante, extendiendo una mano para agarrar la de su hermano con fuerza, tratando de calmarlo.
—Tendrás que aceptar esto, Scott, tarde o temprano —le dijo Stiles, con una firmeza que contrastaba con el temblor en su voz.
Scott negó con la cabeza, jadeando mientras el dolor parecía invadir cada parte de su cuerpo.
—No puedo —soltó entrecortadamente, como si las palabras costaran demasiado esfuerzo.
—¡Pero tendrás que hacerlo! —insistió Stiles, con un deje de urgencia que buscaba hacerlo razonar.
La tensión en el aire era palpable, pero fue el repentino chillido de Ivy lo que hizo que Stiles al fin se diera cuenta.
—¡Stiles! ¡Mira a Scott!
Stiles giró la cabeza hacia su mejor amigo y su boca se abrió y cerró, incapaz de articular palabra. La visión de Scott retorciéndose en el asiento hizo que sus manos temblaran ligeramente en el volante.
—No... no puedo respirar —gruñó Scott, levantando una mano temblorosa y golpeando el techo del Jeep con fuerza, como si el dolor necesitara una vía de escape.
Stiles no se dio cuenta de lo que estaba sucediendo hasta que el Jeep dio un brusco viraje, desviándose del camino. Ivy gritó, aferrándose al asiento, mientras Stiles reaccionaba instintivamente, girando el volante con fuerza para evitar chocar contra un árbol. El Jeep derrapó durante unos segundos que parecieron eternos antes de volver a alinearse con el camino.
—¡Stiles, para el coche ahora! —gritó Ivy, su voz cargada de alarma y frustración.
—¿Qué? ¿Por qué? —respondió Stiles, todavía aferrado al volante con las manos temblorosas, pero sin disminuir la velocidad.
Antes de que Ivy pudiera responder, Scott, sin previo aviso, se inclinó hacia adelante y agarró la mochila de Stiles del suelo. Con movimientos frenéticos, abrió la cremallera y rebuscó en su interior hasta sacar una cuerda, cuyos bordes tenían acónito.
—¡¿La guardaste?! —gritó Ivy al darse cuenta de lo que Scott sostenía, arrancándole la mochila de las manos antes de que pudiera hacer algo más. El acónito que envolvía la cuerda despedía un olor metálico y agrio que llenó el interior del Jeep.
Scott se giró hacia Stiles con los ojos llenos de rabia, el dolor haciendo que su rostro se torciera en una mueca casi inhumana.
—¡La guardaste en tu mochila! —gruñó, su voz más grave de lo normal, como si algo oscuro se retorciera dentro de él.
Stiles apartó la vista de la carretera por un segundo, mirando a Ivy con una mezcla de culpa.
—¿Qué se supone que tenía que hacer? —se defendió, su tono una mezcla de justificación y miedo.
—¡No esto, Stiles! ¡Sabías lo que podía pasar! —replicó Ivy, sujetando la cuerda con ambas manos como si quisiera lanzarla por la ventana.
El Jeep parecía estrecharse a medida que la tensión crecía. Scott respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando como si luchara por contener algo más allá del dolor, Scott abrió los ojos hacia Stiles pero ahora brillaban, su iris color amarillo dorado, asustó a Stiles.
—¡Detén el coche! ¡Ahora! —repitió Ivy, casi al borde del pánico, mirando a Stiles con ojos suplicantes.
Stiles, consciente de que la situación estaba a punto de salirse de control, apretó los frenos con fuerza, haciendo que el Jeep se detuviera bruscamente al costado del camino.
Ivy salió rápidamente por la parte trasera del Jeep, sus movimientos apresurados mientras tomaba la cuerda envuelta en acónito. Sin pensarlo dos veces, la lanzó con fuerza hacia el bosque al costado del camino. El aroma penetrante del acónito comenzaba a disiparse, pero el peso de la tensión que había en el aire no se iba. Ivy dejó caer la mochila al suelo sin darle importancia, su mente enfocada únicamente en su hermano.
Al mismo tiempo, Stiles salió del Jeep por el lado del conductor, moviéndose con torpeza. Sus movimientos eran erráticos, reflejo del caos que se arremolinaba en su mente.
—¿Scott estás bien? —preguntó Ivy, su voz entrecortada mientras giraba sobre sus talones para mirar hacia el Jeep. Pero su corazón se detuvo por un instante al notar lo que no estaba allí.
El interior del Jeep estaba vacío. Completamente vacío. No había rastro de Scott.
—No... —susurró Ivy, paralizada por el pánico mientras retrocedía un paso, su mente negándose a procesar lo que sus ojos veían.
Stiles, notando el cambio en su expresión, rápidamente miró hacia el Jeep. Se acercó al vehículo y echó un vistazo apresurado al interior, como si esperara que Scott apareciera mágicamente en el asiento trasero. Pero no había nada.
—¡Scott! —llamó, esta vez con más fuerza, su voz cargada de ansiedad.
El eco de su grito resonó entre los árboles, pero no hubo respuesta. Ivy y Stiles se miraron entonces, el pánico en sus rostros reflejando el mismo pensamiento.
—Mierda —dijeron al unísono, sus palabras entrelazadas con un tono de incredulidad y miedo.
Después de que Scott se marchó apresuradamente, dejando a Ivy y a Stiles llenos de preocupación y preguntas, el joven Stilinski decidió tomar medidas. Sacó un teléfono que probablemente su padre, el sheriff, le había proporcionado para emergencias y marcó a los servicios policiales. Sin embargo, su intento de explicar lo que ocurría fue recibido con incredulidad y rechazo, ya que las palabras de Stiles, llenas de incoherencias y nerviosismo, no ayudaron a que lo tomaran en serio. Resignado y sin otra opción, se dirigieron a la casa de los McCall, esperando encontrar respuestas.
Ahora, ambos se encontraban en la habitación de Ivy. La tensión en el aire era palpable, producto de la frustración de no poder localizar a Scott. Habían intentado buscarlo por todas partes, recorriendo calles y senderos sin ningún éxito. Ivy estaba sentada en su cama, mientras Stiles caminaba de un lado a otro, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, claramente preocupado.
—Creo que está con Allison. Si hubiera pasado algo, ya estarían los policías por todo el pueblo —dijo Ivy finalmente, rompiendo el silencio. Su voz era tranquila, pero su gesto nervioso delataba que estaba tan inquieta como Stiles. Comenzó a crujir los dedos, una acción que hacía cuando la ansiedad la dominaba.
Stiles se detuvo y la miró, su atención captada por el movimiento repetitivo de los dedos de Ivy. Dudó un momento, sintiéndose torpe, pero finalmente, lentamente, extendió la mano hacia ella. Vaciló por un segundo más antes de colocarla sobre la de Ivy, un intento de consolarla y, tal vez, de consolarse a sí mismo.
—Eh... ya basta, ¿bien? —murmuró, sin mirarla directamente a los ojos.
El gesto pilló a Ivy desprevenida, y su primera reacción fue tensarse. Pero luego, dejó de crujir los dedos, mirando cómo la mano de Stiles cubría la suya. No dijo nada, pero el pequeño gesto había logrado calmar la ansiedad que se estaba acumulando en su pecho.
Stiles, incómodo ante el silencio, volvió a retirar la mano rápidamente, como si hubiera cometido un error. Se rascó la nuca y se alejó unos pasos.
—Seguro Scott está bien. Digo, es Scott. Quizá sea un poco... cabezón, pero siempre encuentra la forma de salir de los problemas en los que se mete. Y si no, bueno... ahí estamos nosotros para sacarlo, ¿no? —dijo Stiles con un intento torpe de sonrisa, intentando aliviar la tensión que ahora sentía en la habitación.
Ivy lo observó por un momento, algo sorprendida por el gesto de antes. No estaba acostumbrada a que Stiles mostrara un lado tan vulnerable. Pero en lugar de decir algo al respecto, decidió dejarlo pasar.
—Supongo que tienes razón. No sería la primera vez que se mete en algo complicado... y tampoco la primera vez que tenemos que sacarlo —respondió, finalmente permitiéndose una leve sonrisa.
La tensión en la habitación se había aligerado un poco, pero no del todo. Ambos seguían preocupados por Scott, aunque intentaban distraerse con la conversación. Stiles, exhausto de tanto caminar y pensar, se dejó caer de espaldas sobre la cama de Ivy, dejando escapar un suspiro pesado.
—Quedan pocas horas para el partido —murmuró, mirando al techo mientras trataba de ordenar sus pensamientos.
Ivy, que estaba sentada al borde de la cama, giró su cabeza hacia él. Una sonrisa ligera cruzó su rostro mientras acomodaba un mechón rebelde de su cabello oscuro.
—¿Crees que todo salga bien? —preguntó en un tono suave, aunque la preocupación en su voz era evidente.
Stiles desvió la mirada hacia ella, fijándose en sus ojos por unos segundos, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. Finalmente, suspiró levemente y, en lugar de responder de inmediato, extendió la mano hacia la libreta de dibujos que Ivy tenía al lado. Ivy lo observó, pero no hizo nada para detenerlo; confiaba en él lo suficiente como para permitirle curiosear entre sus bocetos.
—Creo que si estamos ahí con Scott podremos ayudarlo. Solo tenemos que estar en el partido vigilándolo —respondió mientras abría la libreta. Sin embargo, apenas comenzó a hojear las páginas, su expresión cambió drásticamente. El asombro quedó plasmado en su rostro cuando sus ojos se encontraron con los dibujos de Ivy.
La libreta estaba llena de trazos delicados pero intensos, cada página contando una historia diferente. Había paisajes oscuros y melancólicos, retratos de personas desconocidas y algunas imágenes de criaturas que Stiles no lograba identificar del todo. Un dibujo en particular llamó su atención: una figura humanoide con rasgos casi etéreos, rodeada de agua, como si estuviera a punto de emerger de un lago profundo.
—¿Tú... tú dibujaste todo esto? —preguntó finalmente, su voz teñida de admiración.
Ivy asintió lentamente, un poco incómoda por la intensidad con la que Stiles observaba su trabajo.
—Sí, es algo que hago cuando necesito despejar mi mente —respondió con una ligera sonrisa, aunque en su tono había cierta timidez.
Stiles pasó las páginas con cuidado, como si tuviera miedo de arruinar algo. Cada dibujo parecía más impresionante que el anterior, y por un momento se olvidó de lo que los había llevado hasta esa conversación.
—Esto es increíble, Ivy. De verdad. No sabía que... bueno. Esto parece sacado de una película o algo así —comentó, girando el libro para ver mejor una ilustración particularmente detallada de un bosque envuelto en niebla.
—Gracias —murmuró Ivy, desviando la mirada hacia sus manos, que descansaban sobre su regazo. Las palabras de Stiles la habían tomado por sorpresa, pero no pudo evitar sentir una calidez que le alivió el peso en el pecho.
Ivy observaba la expresión de asombro en el rostro de Stiles mientras pasaba las páginas de su libreta, deteniéndose en cada dibujo como si intentara descifrar un mensaje oculto. Era una sensación extraña, permitir que alguien se adentrara en ese rincón tan personal de su vida, pero al mismo tiempo, de algún modo, se sentía liberador.
Decidió hablar, aunque sus palabras salieron un poco titubeantes, como si no estuviera del todo segura de cómo explicarlo.
—De hecho, el día que me vieron hablando con Derek, me dijo algo interesante sobre esto —comenzó, señalando la libreta en manos de Stiles. Él levantó la mirada, curioso. Ivy respiró hondo antes de continuar—. Me dijo que podría ser una especie de don... lo de dibujar. Según él, estas cosas que dibujo, incluso las que no entiendo del todo, podrían ser una forma de intuir algo más grande.
Stiles frunció el ceño, apoyándose con los codos en la cama para escucharla mejor.
—Ivy, ¿a qué te refieres con "algo más grande"? —preguntó, su tono cuidadoso pero lleno de curiosidad.
Ivy bajó la mirada hacia sus manos, jugando con los bordes de la sábana mientras continuaba.
—Derek dijo que podría estar conectada, de alguna forma, con la muerte. Como si... como si tuviera una especie de sensibilidad para sentir lo que está por venir, especialmente cuando algo trágico está a punto de pasar. A veces, me siento impulsada a dibujar cosas que, en el momento, no tienen sentido. Pero según él, podría ser una forma de... advertencia.
Stiles se quedó en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. Su mente rápida y lógica intentaba encontrar una explicación racional, pero no pudo evitar que un escalofrío le recorriera la espalda. Miró los dibujos de nuevo, esta vez con una mezcla de fascinación y cautela.
—Entonces... ¿estás diciendo que esto no es solo talento? Que cuando dibujas cosas extrañas, en realidad estás... sintiendo algo que podría pasar, algo malo —dijo, su voz más baja de lo normal, como si temiera que las palabras dieran vida a algo real.
Ivy asintió lentamente, sus ojos ahora fijos en el bosquejo de la figura humanoide que Stiles había señalado antes.
—No estoy segura de cómo funciona, y honestamente, no sé si Derek tiene razón o si solo estaba intentando darme una explicación que sonara lógica en su mundo de hombres lobo. Pero... hay veces que, después de dibujar algo, siento que estaba conectada a algo real. Algo que... que quizá ya pasó, o que está por pasar.
Stiles parpadeó varias veces, tratando de procesar esa información. Se sentó, dejando la libreta de lado, y la miró con seriedad.
—¿Y esto no te asusta? —preguntó en un murmullo.
Ivy levantó los hombros, como si estuviera acostumbrada a esa sensación.
—Un poco, al principio. Pero tengo que aprenden a vivir con ello. Es algo que no puedo controlar después de todo, así que... intento no pensar demasiado en lo que significa.
Stiles la miró fijamente, tratando de leer algo más en su rostro. Finalmente, suspiró y dejó caer la espalda contra la cama nuevamente.
—Bueno, supongo que eso explica por qué Derek siempre parece saber más de lo que debería. Aunque me gustaría que en lugar de hablar en acertijos, alguna vez diera respuestas claras —comentó, tratando de aligerar el ambiente.
Ivy dejó escapar una leve risa, agradeciendo su intento de aliviar la tensión. Pero incluso mientras compartían ese pequeño momento de humor, ambos sabían que la conversación había revelado algo importante, algo que probablemente cambiaría la forma en que Stiles veía a Ivy y el mundo a su alrededor.
┆彡 no encontré un gif q representara este capítulo🥹 pero buenas tardes manada
━━━NOTE: Holaa, que opinan del capítulo, perdón por haberme demorado pero estoy adicta a una serie y no la paro de ver, pero acá les dejo un capítulo espero que les guste, espero pronto subir el siguiente.
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Y
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