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⋆·˚ ༘ * 𝟎𝟒.




CAPITULO CUATRO
¿Una hibrida?



IVY Y SCOTT CAMINABAN ALEJÁNDOSE DE la escuela, ambos terminando de contar todo lo que había sucedido en la noche.

Scott caminaba a su lado, con el rostro serio, pero la mirada de Ivy no dejaba de hacerle sentir que la situación era aún más absurda de lo que ya era. Ivy soltó una risa amarga, rodando los ojos mientras le dirigía una mirada sarcástica.

—Debo decir que no esperaba nada de esto —comentó, con tono irónico—. Tú, un hombre lobo. Yo, también una mujer loba... ah, y una sirena. Que, claro, no se me olvida, porque no puedo ni tocar el agua sin que me pase algo raro.

La forma en que Ivy se lo tomaba, tan sarcástica, a Scott lo hacía sentir como si todo estuviera fuera de control, pero también sabía que era su manera de lidiar con lo que estaba pasando.

—Lo sé, Ivy... esto es una locura —respondió, alzando las manos en señal de frustración—. No es lo que esperaba tampoco. Pero estamos en esto juntos, ¿está bien? No importa lo raro que se ponga, lo vamos a superar.

Ivy soltó un suspiro, aunque algo en su interior le decía que no iba a ser tan sencillo.

En ese momento, Allison pasó frente a ellos. Scott miró a Ivy y le dijo que iría con ella. Ivy asintió hacia su hermano, que se fue trotando para seguirle el paso.























Ivy, estaba sentada en uno de casilleros de los pasillos, aprovechaba la tranquilidad del lugar para dibujar en su libreta. El silencio solo era interrumpido por el suave rasgueo de su lápiz sobre el papel. Sin embargo, el repentino sonido de su celular la distrajo. El dispositivo, apoyado sobre su mochila, vibraba mientras en la pantalla aparecía el nombre en letras grandes: "MAMÁ".

Con un ligero suspiro, deslizó el dedo para contestar y activó el altavoz.

—Hola, mamá. ¿Qué sucede? —preguntó, intentando sonar relajada, aunque algo en su tono sugería que no esperaba buenas noticias.

—Hola, Ivy. Nada grave, solo... no te he visto estos días. Estás saliendo muy temprano de casa y, cuando llego, nunca estás. ¿Pasa algo? —La voz de su madre sonaba tranquila, pero con ese matiz característico de preocupación que Ivy conocía bien.

Ivy dejó escapar un suspiro mientras cerraba su libreta y miraba hacia el techo, buscando las palabras adecuadas para calmar a su madre sin levantar sospechas.

—No, mamá, todo está bien —respondió con un tono despreocupado—. Solo he estado ocupada con cosas de la escuela, ya sabes, tareas, proyectos... lo de siempre.

Su madre guardó un breve silencio al otro lado de la línea, como si estuviera evaluando si creerle o no.

—Ya... bueno, sabes que puedes hablar conmigo si necesitas algo, ¿verdad? —dijo su madre finalmente, con ese tono dulce que siempre usaba cuando intentaba acercarse.

Ivy sonrió, aunque sabía que su madre no podía verla.

—Lo sé, mamá. De verdad, no te preocupes. Estoy bien —respondió, esforzándose por sonar convincente.

Otro silencio se coló en la conversación, aunque esta vez fue breve.

—Está bien, solo asegúrate de descansar y no sobrecargarte.

—Sí, mamá, lo tengo anotado. —Ivy lanzó una mirada distraída hacia el pasillo, sus dedos jugueteando con el lápiz entre las manos—. Ahora tengo que irme, pero hablamos luego, ¿vale?

—Vale, cielo. Te quiero.

—I... yo también, mamá. —Ivy dudó por un instante, pero terminó la frase con suavidad antes de colgar.

Suspiró profundamente mientras dejaba el celular sobre su mochila y volvía a abrir la libreta. Por un momento, la calma que sentía antes de la llamada parecía haberse desvanecido. Sabía que su madre tenía razón en preocuparse, pero había cosas que simplemente no podía contarle. No todavía.

Se acomodó el cabello en una coleta y volvió a concentrarse en su libreta de dibujos. Sus manos parecían moverse por instinto, trazando líneas que, como por arte de magia, terminaban formando imágenes completas. Dibujar era su refugio, un espacio donde su mente podía perderse y desconectar del caos de su día a día.

Sin embargo, la tranquilidad no duró mucho. De nuevo, el sonido de una llamada la sacó de su concentración.

Rodó los ojos con frustración al ver el nombre que brillaba en la pantalla:
"MI UBER PERSONAL".

—¿Qué querrá ahora? —murmuró para sí misma antes de deslizar el dedo para contestar.

—¿Qué pasa, Stiles? —dijo con un tono algo exasperado, anticipando el caos que probablemente vendría con esa llamada.

—¡Scott perdió el control en el entrenamiento! Estamos en los vestidores, ¡ven rápido! —La voz de Stiles sonaba desesperada al otro lado de la línea.

El corazón de Ivy dio un vuelco. Sin pensarlo dos veces, lanzó su libreta y los lápices dentro de la mochila de cualquier manera, se la colgó al hombro y salió corriendo hacia los vestuarios de los chicos.

Ivy abrió la puerta del vestidor de golpe, haciendo que esta chocara contra la pared. Sus ojos captaron la escena de inmediato: Scott, con los ojos brillando de un amarillo intenso y los colmillos asomando, avanzaba hacia Stiles como un depredador.

Sin pensarlo dos veces, tiró su mochila a un lado y corrió hacia Stiles, quien retrocedía torpemente con una mezcla de miedo y desesperación. Ivy lo agarró del brazo con fuerza y lo apartó justo antes de que Scott pudiera alcanzarlo.

—¡Stiles, quédate atrás! —ordenó con firmeza mientras se posicionaba entre ambos, su mirada fija en su hermano, tratando de evaluar cuánto control había perdido.

De repente, Scott saltó sobre las taquillas, sus ojos brillando con un peligro feroz mientras gruñía, mostrando todo el poder de su forma de lobo. El aire estaba cargado de tensión, pero lo que sucedió a continuación sorprendió incluso a Ivy.

Sin poder controlarlo, sintió el cambio en su interior. Las garras comenzaron a salir, sus ojos se transformaron en un amarillo vibrante y el otro con un gris oscuro que resplandecía más intensamente que los de Scott. Los colmillos, afilados y relucientes, se asomaron de su boca.

Por instinto, Ivy aulló, un sonido grave y gutural que resonó en las paredes del vestuario, llenando el aire de una energía poderosa. El aullido no solo la sorprendió a ella misma, sino que también hizo que Scott retrocediera. Estaba aturdido, desconcertado por la intensidad de su hermana, que no era tan solo una simple reacción, era como si su propio poder estuviera desbordándose, empujando todo a su alrededor.

Stiles, paralizado por un momento, reaccionó rápidamente. En cuanto vio la oportunidad, agarró el extintor de uno de los lados del vestuario y, con una mirada decidida, presionó el disparador. El gas de dióxido de carbono llenó el aire en segundos, nublando la visión y creando una densa niebla blanca.

El efecto fue inmediato. Scott, desconcertado y aturdido por el cambio repentino, tropezó hacia atrás y cayó al suelo, incapaz de mantenerse en pie debido a la repentina presión sobre sus sentidos. Ivy, viendo el colapso de su hermano, alcanzó a moverse en ese instante, corriendo hacia él con la agilidad de un animal, con las garras y los colmillos aún visibles.

—¡Scott, cálmate! —gritó, su voz grave y firme, pero llena de preocupación.

Se arrodilló a su lado, intentando tocarlo con cuidado mientras la niebla de dióxido de carbono aún llenaba el espacio.

—Ivy, Stiles, ¿qué pasó? —preguntó Scott, mirando a su hermana mientras su rostro estaba empapado en sudor, respirando con dificultad. La niebla del extintor aún flotaba en el aire, pero poco a poco se disipaba, dejándolos con una sensación pesada en el pecho.

Ivy lo observó, aún intentando calmarse, su respiración profunda pero controlada. Sus ojos amarillos y grises se atenuaron lentamente, regresando a su color normal mientras trataba de borrar el eco de su aullido.

Stiles, por su parte, se asomó desde la esquina del vestuario. Suspirándolo con frustración, dejó caer el extintor con un ruido metálico al suelo antes de arrancarse los guantes, su cara mostrando una mezcla de cansancio y enfado.

—Intentaste matarme, Scott —dijo Stiles, cruzando los brazos y mirando al chico, que estaba todavía atónito—. Como te lo dije antes, el enojo, el aumento de tu pulso... esos son detonantes.

Stiles se dejó caer al suelo con un pesado suspiro, mirando a ambos.

—No es solo sobre la furia, Scott, es sobre el control —agregó, su tono más serio ahora—. Si no te controlas, no solo te pones en peligro a ti mismo. Pones en peligro a todos a tu alrededor.

Ivy miró a su hermano, se agachó a su lado, dejando que la tensión en su cuerpo se disipara lentamente.

—Tienes que escuchar a Stiles, Scott —dijo, su tono serio pero preocupado—. No puedes seguir ignorando esto. No es solo sobre ti. Si no aprendes a manejarlo, si no prendemos a manejarlo—se corrigió.— no solo nos haremos daño a nosotros mismos, sino a las personas que más nos importan.

—Pero es lacrosse —Scott protestó, con el ceño fruncido, mirando a los dos. Sus manos estaban tensas a los lados de su cuerpo, como si intentara aferrarse a algo, a cualquier cosa que pudiera justificar su impulso—. Es un juego violento, por si no lo has notado.

Ivy miró a su hermano con tristeza, su corazón apretándose al ver cómo su orgullo y su deseo de pertenecer al equipo estaban luchando contra algo mucho más profundo.

—Y será más violento si terminas matando a alguien en el campo —dijo Stiles, firme, con el rostro serio, casi sin emoción—. No puedes jugar el sábado. Vas a tener que salirte del equipo.

Las palabras de Stiles cayeron como un golpe, pero Ivy no pudo evitar que su corazón se encogiera al ver la mirada en los ojos de Scott. Era como si, de repente, hubiera perdido algo vital. Algo que era más importante para él que cualquier otra cosa.

—Pero soy titular... —dijo Scott, su voz baja, casi quebrada. Había una mezcla de frustración y desesperación en sus palabras, como si esa fuera la última cuerda a la que se aferraba

—Pues ya no —terminó de decir Stiles, mirando a ambos hermanos con una seriedad que pesaba en el aire. El silencio que siguió fue denso, ninguno sabía qué decir después de esas palabras.—Ah, y Ivy, eso fue asombroso —comentó, refiriéndose a su aullido, su forma de controlar el caos, su presencia en ese momento—. Creo que nunca había visto algo así.























Ivy estaba sentada frente a su computadora, disfrutando de Harry Potter y el prisionero de Azkaban, justo cuando los gemelos Weasley le entregaban el mapa del merodeador a Harry. Estaba completamente sumida en la película, hasta que de repente, su computadora comenzó a sonar con una llamada de Skype en grupo: STILES Y SCOTTY

Rodó los ojos, sabiendo que su hermano Scott estaba a solo un par de pasos de ella, pero de todos modos, se resignó a contestar. Pausó la película y deslizó el cursor para responder a la llamada.

En la pantalla, apareció el rostro de Stiles con una pistola de juguete verde brillante en la mano. Una sonrisa infantil se dibujó en su rostro mientras, de manera exagerada, "disparaba" hacia su ordenador. La pistola emitía destellos de luz y sonidos, creando un ambiente de caos y diversión.

—¡BAM! —gritó Stiles con entusiasmo, moviendo la pistola hacia la cámara mientras la luz de la pantalla reflejaba en su rostro—. ¡Te he atrapado, Ivy! ¡Justo en el momento más épico!

Ivy no pudo evitar reír. Justo en ese momento Scott apareció en la pantalla, rodando los ojos pero con una sonrisa escondida.

—¿Qué has averiguado? —preguntó Ivy, mirando a Stiles mientras él guardaba la pistola de juguete, volviendo a su postura habitual de seriedad.

Stiles suspiró y se recostó en su silla, dejando de lado la comedia para dar paso a la conversación más seria.

—Está mal. Jackson tiene el hombro dislocado —respondió, su tono ahora mucho más grave.

—Por mi culpa...—comenzó Scott, su voz vacilante, mientras sus dedos jugueteaban nerviosamente con la esquina de su camiseta.

Stiles lo miró desde la pantalla, su expresión suavizándose, reconociendo la culpa que parecía pesar sobre Scott.

—Porque es un idiota —dijo Stiles, haciendo un gesto como para tranquilizarlo.

Scott, se había permanecido en silencio, su voz suave pero firme, como si tratara de desviar el tema que tanto lo preocupaba.

—¿Pero jugará? —preguntó, con la esperanza de que Jackson pudiera estar listo para el sábado.

Stiles se encogió de hombros, sin dar una respuesta definitiva, aunque el peso en su rostro indicaba que no tenía buenas noticias.

—No lo sé aún. Ahora cuentan contigo para el sábado —dijo Stiles

Scott se quedó en silencio un momento, la responsabilidad de la situación cayendo sobre sus hombros.

—Tienes que estar tranquilo. En unos días, Jackson estará bien y volverá a ser el idiota de siempre —dijo Ivy, restándole importancia—¿Sabes, Scott? Quiero saber una cosa: ¿cómo lo haremos si el padre de Allison es un caza...? —La palabra quedó en el aire cuando la mirada de Ivy se desvió detrás de Scott. Su expresión cambió de curiosidad a alerta, y se inclinó hacia adelante, entrecerrando los ojos. Stiles, desde la pantalla, imitó su gesto.

A Ivy se le detuvo el corazón por un momento; estaba segura de que veía una figura detrás de su hermano. Su respiración se volvió más lenta, y un escalofrío le recorrió la espalda.

—¿Qué? —preguntó Scott, confundido, al ver a Ivy y a Stiles fijar su mirada en la pantalla

Stiles, sin perder el tiempo, comenzó a teclear rápidamente en su teclado, intentando encontrar una solución a lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, las pantallas de los tres comenzaron a fallar, interrumpiendo la comunicación y complicando aún más la situación.

STILES: "Parece que..."

Había comenzado a escribir Stiles, pero sus palabras se quedaron a medias mientras Ivy, desde su habitación, miraba alrededor buscando algo que pudiera servirle. Sus ojos se posaron en una esquina, donde vio un bate apoyado contra la pared.

—¿Parece que qué? —preguntó Scott desde su habitación, confundido por el mensaje incompleto de Stiles.

Pero no hubo respuesta inmediata. Las pantallas seguían fallando, con imágenes estáticas que mostraban los rostros de los tres, congelados en diferentes expresiones. Ivy miró fijamente la pantalla, viendo cómo la imagen de sus amigos quedaba pegada, como si el tiempo se hubiera detenido.

Fue entonces cuando tuvo que tomar una decisión. Tenía dos opciones: podía quedarse en su habitación y arriesgarse a que mataran a Scott, o podía actuar, enfrentarse al peligro y proteger a su hermano, Scott, a toda costa.

De pronto, el mensaje de Stiles apareció en la pantalla, distorsionado pero claro:

STILES: "Alguien está detrás de ti"

El corazón de Ivy dio un vuelco. Scott parpadeó varias veces, desconcertado desde su habitación, tratando de entender lo que estaba pasando. Ivy se dio cuenta de que, al igual que en su propia pantalla, Scott no podía ver con claridad lo que sucedía. Pero ella no iba a quedarse esperando.

Con determinación, agarró el bate y salió rápidamente de su habitación, avanzando con cautela por el pasillo. Podía sentir cómo su respiración se volvía más rápida, pero trató de mantenerse en silencio. El pasillo estaba oscuro, y cada crujido de las tablas del suelo bajo sus pies hacía que su corazón latiera más fuerte.

Al acercarse a la puerta de la habitación de Scott, Ivy escuchó un sonido de un golpe, como un gruñido apenas audible. Su mano apretó con fuerza el bate mientras empujaba la puerta con cuidado.

Ivy quedó atónita al entrar en la habitación de Scott y encontrarse con Derek Hale sosteniendo a su hermano contra la pared con una facilidad alarmante. El bate que había traído con ella cayó al suelo con un golpe sordo mientras su instinto se activaba. Sin pensar, levantó su mano, y un impulso invisible lanzó a Derek lejos de Scott, haciendo que chocara contra la pared opuesta.

—Si vamos a hablar, seamos civilizados, ¿no te parece, lobito? —dijo Ivy con una voz firme, cruzando los brazos mientras lo miraba fijamente, su postura desafiante.

Derek gruñó, su expresión endurecida mientras se ponía de pie de un salto. Sin decir una palabra, se lanzó nuevamente hacia Scott, pero Ivy no estaba dispuesta a permitirlo. Con un rápido movimiento de su mano, una llama apareció en el aire, flotando justo frente a ella. El fuego no se dirigía hacia nadie, pero el mensaje era claro: estaba dispuesta a usarlo.

—Creo que sé más de tus traumas de lo que te gustaría admitir, Derek. Y no creo que quieras que use esto para que te alejes de mi hermano —dijo Ivy, su voz baja pero cargada de una amenaza latente mientras sus ojos brillaban con determinación.

Derek se detuvo en seco, sus ojos clavados en las llamas que danzaban en el aire. Había algo en la presencia de Ivy que le hizo dudar, como si esa chispa flotante llevara consigo un poder mucho mayor del que esperaba.

—¿Que demonios eres? —espetó Derek, aunque su tono estaba teñido de curiosidad tanto como de desconfianza.

Ivy no bajó la guardia, pero una ligera sonrisa jugueteó en sus labios.

—Solo te puedo asegurar que puedo sacar mucho más de esto de donde vino —dijo Ivy, las llamas en su mano intensificándose ligeramente, proyectando sombras danzantes en las paredes—. Y si vuelves a tocarlo, aprenderás de primera mano por qué no deberías meterte conmigo

Derek mantuvo su mirada fija en ella por un largo momento, evaluándola, antes de finalmente retroceder un paso. El gruñido que emitió fue casi de frustración, pero sabía que no tenía ventaja en ese momento.

Scott, todavía recuperándose de la situación, miró a Ivy con una mezcla de sorpresa y alivio.

Derek seguía observándola, como si tratara de resolver un enigma. Pero antes de que pudiera decir algo más, Ivy volvió a mirarlo, sus ojos aún brillando con determinación.

—¿Ahora sí podemos hablar o necesitas más lecciones? —dijo con una ceja levantada.

La tensión en la habitación era palpable, pero Ivy no estaba dispuesta a dar un paso atrás.

—Tenemos que hablar. Te vi en el campo, cambiaste frente a ellos —comenzó Derek, mirando a Scott fijamente, su voz grave y cargada de tensión—. Si descubren lo que eres, sabrán de mí, de todos nosotros. Y no solo los cazadores nos perseguirán... serán todos.

Scott abrió los ojos con desesperación, mirando a Ivy como si buscara apoyo antes de volver su atención a Derek.

—Pero... ellos no vieron nada. ¡Lo juro! —exclamó Scott, tratando de sonar convincente.

Derek soltó una risa seca y burlona.

—Pues asegúrate de que no lo vean. Porque si siquiera piensas en jugar el partido del sábado, yo mismo me encargaré de matarte.

—¡Wow, wow! Espérate ahí, lobito. —Ivy dio un paso al frente, colocándose entre Derek y su hermano—. No puedes venir acá, entrar como si fuera tu casa y amenazar de muerte a mi hermano, ¿me oíste?

Derek la miró fijamente, su expresión cambiando de irritación a algo más calculador. Había algo en la postura de Ivy que lo hizo dudar por un momento, pero en lugar de retroceder, elevó las cejas con una sonrisa ligeramente burlona.

—No te dijo nada porque, sorprendentemente, puedes controlarte. Eso es raro en una beta. Y además, siendo una sirena... ¿no es cierto, Ivy? —dijo Derek, su tono lleno de satisfacción al dejar salir su descubrimiento.

La atmósfera en la habitación se tensó de inmediato. Scott no parecía sorprendido, pero sí claramente irritado con Derek. Ivy, en cambio, mantuvo su postura desafiante, cruzando los brazos mientras una chispa de fuego aparecía en el aire a su alrededor, flotando con amenaza latente

Ivy mantuvo su mirada fija en él, su mandíbula apretada. No iba a mostrar debilidad, pero sus ojos centellearon con una mezcla de furia y desafío.

—Dos cosas en uno, Derek. —comenzó a decir manteniendo su atención en Derek—. Pero te advierto algo: la próxima vez que sigas molestando a Scott, veremos cómo te va a ti.

Con un rápido movimiento de su mano, Ivy dejó salir un leve destello de fuego. No era una amenaza directa, pero sí suficiente para que Derek entendiera que ella no estaba bromeando.

Derek entrecerró los ojos, claramente evaluando si valía la pena continuar la discusión. Finalmente, soltó un gruñido bajo y retrocedió un paso.

—Cuidado, Ivy. Eres una novedad... pero las novedades no duran mucho en este mundo. —Se giró hacia Scott antes de añadir—. Y tú, asegúrate de que no llames la atención. Porque si lo haces, no solo yo vendré por ti.

Con esas palabras, Derek salió de la habitación saltando por la ventana, dejando a Ivy y Scott con un pesado silencio entre ellos.
























Al otro día, Ivy se encontraba en el pasillo de la escuela, dejando sus cosas en el casillero. Sus movimientos eran lentos, casi mecánicos, mientras su mente seguía dándole vueltas a todo lo ocurrido. Todo había cambiado tan rápido que apenas tenía tiempo para procesarlo. La noche en el bosque, las amenazas de Derek, los nuevos peligros que acechaban... era demasiado para asimilar de golpe.

Suspiró, apoyando la frente contra la fría puerta del casillero, buscando un instante de calma. Cerró los ojos y dejó que los sonidos del bullicioso pasillo llenaran el espacio: risas, conversaciones, el golpe de casilleros al cerrarse... cosas normales, cosas que solían ser parte de su rutina antes de que el mundo sobrenatural invadiera su vida.

—Ustedes, vengan acá —dijo Stiles rápidamente mientras agarraba el brazo de Ivy con una mano y el de Scott con la otra, arrastrándolos detrás de una pared antes de que pudieran siquiera protestar.

—¿Qué demonios estás haciendo? —se quejó Ivy, intentando soltarse de su agarre, pero Stiles la ignoró.

—Díganme lo que está diciendo —ordenó Stiles en un susurro, señalando a su padre, que estaba parado a pocos metros de ellos hablando con otro oficial.

Ivy frunció el ceño, desconcertada.
—¿Qué? ¿Por qué no escuchas tú?

—Porque no puedo, obviamente —respondió Stiles rápidamente, con un gesto impaciente—. Pero tú... tú puedes. Vamos, Ivy, necesito que escuches lo que están diciendo

Ivy suspiró y cerró los ojos, inclinando ligeramente la cabeza hacia donde estaba el sheriff, intentando concentrarse en la conversación.

—¿Pueden escuchar?

—¡Shh! —exclamaron Ivy y Scott al unísono, haciendo que Stiles levantara las manos en señal de disculpa

—Toque de queda por el cadaver —susurraron los hermanos al mismo tiempo.

—Increíble. Mi papá está buscando un animal rabioso mientras el idiota que mató a esa chica anda suelto haciendo lo que quiere —dijo Stiles con evidente frustración, cruzándose de brazos y mirando a Scott.

—¿De qué me perdí? —preguntó Ivy, mirando a ambos chicos con el ceño fruncido.

Sin embargo, ninguno de los dos le respondió.

—No puedes decirle la verdad a tu papá sobre Derek —dijo Scott en un tono bajo, claramente nervioso.

Stiles lo miró como si acabara de decir la cosa más ridícula del mundo.
—Puedo hacer algo —dijo con una sonrisa que reflejaba una mezcla de orgullo y determinación.

—¿Cómo qué? —preguntó Scott, desconfiando de inmediato de lo que fuera que su amigo estuviera planeando.

—Encontrar la otra mitad del cuerpo —respondió Stiles con naturalidad, como si fuera lo más obvio.

Ivy, que había estado mirando la conversación como si fuera un partido de ping-pong, arqueó una ceja.
—¿Derek mató a la mujer? —preguntó, interrumpiendo el intercambio entre los chicos.

—¿Es un chiste?—se exaltó Scott.

Stiles se giró hacia ella, soltando un suspiro exagerado antes de tomarla suavemente del brazo, alejándose de Scott.
—Tú y yo tenemos que hablar. Estás muy desconectada de todo lo que está pasando —dijo, sacudiendo la cabeza como si la falta de información de Ivy fuera un delito.

—No estoy desconectada, Stiles. Ustedes simplemente no me dicen nada.

—Si Derek mató a la mujer... —Stiles miró a Ivy, arqueando una ceja y gesticulando con las manos como si la respuesta fuera obvia—. Está bien, creemos que mató a la mujer, pero ¿no te parece extraño que apareciera justo cuando encontraron el cadáver? Y encima hallaron pelo de lobo en la escena del crimen. Derek es hombre lobo. Todas las señales apuntan a él.

Ivy lo miró con los ojos entrecerrados, claramente dudando de su razonamiento.

—No lo creo.

Stiles tiró la cabeza hacia atrás, exasperado, dejando escapar un suspiro dramático.

—¿No lo crees? ¿Por qué no?

—Porque, aunque tenga cara de psicópata —respondió Ivy con calma, cruzando los brazos—, estaba más preocupado por asegurarse de que Scott no revelara nada sobre los hombres lobo. Además, no creo que sea tan estúpido como para matar a alguien y dejar evidencia que lo incrimine.

Stiles frunció el ceño, todavía poco convencido.

—¿Cara de psicópata? Eso es un poco extremo, ¿no crees? —preguntó, aunque su tono tenía un toque de diversión.

—Vamos, Sebastian, sabes que tengo razón. —Ivy lo miró con una pequeña sonrisa irónica—. Si Derek quisiera hacer algo, lo haría mucho más discretamente. Esto... esto parece demasiado evidente. Es casi como si alguien quisiera que lo culparan.

El chico levantó las cejas, interesado por el nuevo ángulo que Ivy planteaba.

—Espera, ¿estás diciendo que esto podría ser una trampa?

—No estoy diciendo nada... todavía. —Ivy se encogió de hombros—. Pero si yo fuera tú, no me lanzaría a sacar conclusiones tan rápido. Derek puede ser muchas cosas, pero no parece idiota. Y si realmente mató a alguien, hay más razones detrás que simplemente... un arrebato de furia lobuna.

Stiles se quedó en silencio, procesando sus palabras. Por un momento, la conversación se llenó de una tensión.

—Está bien, pero si no fue Derek, entonces ¿quién? —preguntó finalmente, con un tono más bajo y reflexivo.

Ivy lo miró, su expresión más seria ahora, como si no estuviera del todo segura de querer compartir sus sospechas.

—Eso es lo que tenemos que averiguar.
























Ivy comenzó a sentirse extraña, como si algo dentro de ella le estuviera advirtiendo que su hermano estaba a punto de hacer algo imprudente. Era una sensación que no podía ignorar. Algo en su instinto la empujó a actuar. Rápidamente, salió de la escuela y, al mirar hacia la calle, lo vio: Scott, pedaleando en su bicicleta hacia el bosque con una determinación que solo confirmaba sus sospechas.

Frunció el ceño y, asegurándose de que nadie estuviera mirando, elevó la mano con un leve gesto, concentrándose. Un suave movimiento invisible pareció impactar la rueda delantera de la bicicleta, haciendo que Scott se tambaleara y acabara cayendo al suelo en un pequeño arbusto al lado del camino.

—¡¿Qué demonios fue eso?! —gruñó Scott, sacudiéndose las hojas de encima. Antes de que pudiera siquiera levantarse del todo, Ivy ya estaba de pie junto a él, mirándolo desde arriba con los brazos cruzados.

—¿Por qué tengo la sensación de que vas donde no deberías? —dijo con un tono seco, arqueando una ceja—. Déjame adivinar... a la casa de Derek, ¿verdad?

Scott gruñó levemente mientras intentaba enderezar la bicicleta.

—Eso no te importa.

—Claro, porque si terminas muerto, eso no va a importar para nada —replicó Ivy con sarcasmo, inclinándose un poco hacia él con una expresión desafiante—. Voy contigo.

—¡No! —protestó Scott, fulminándola con la mirada mientras terminaba de levantar la bicicleta.

—Ya me oíste —insistió Ivy, dando un paso hacia adelante con la cabeza en alto—. Vamos, soy mayor que tú.

Scott rodó los ojos, claramente frustrado.

—Por cinco minutos solamente —murmuró entre dientes, resignado.

—Cinco minutos que me hacen más sabia que tú —respondió Ivy con una sonrisa satisfecha, ignorando la mirada fulminante de su hermano mientras subía con agilidad en los estribos de la bicicleta.

Scott gruñó algo ininteligible y comenzó a pedalear hacia el bosque. El silencio entre ellos duró unos minutos, roto únicamente por el sonido de las ruedas sobre el camino de grava. Finalmente, Ivy habló, su tono más serio esta vez:

—Scott, no puedes simplemente lanzarte a esto sin pensar. Derek no es alguien con quien deberías jugar, especialmente si estás solo.

—¿Crees que no lo sé? —respondió Scott entre dientes, sin mirarla—. Pero no tengo otra opción. Algo está pasando y necesito respuestas.

Ivy lo miró, su expresión suavizándose un poco. Aunque no siempre lo mostrara, sabía que Scott llevaba el peso del mundo sobre sus hombros. Y, aunque no entendía del todo lo que estaba ocurriendo, tenía la sensación de que él tampoco lo hacía. Aun así, no iba a dejar que se enfrentara a todo solo.

—Entonces me aseguraré de que no hagas algo estúpido —dijo Ivy finalmente, su tono más ligero pero con firmeza.

Scott suspiró, pero no discutió. Aunque lo irritara admitirlo, en el fondo sabía que Ivy tenía razón. Y, mientras continuaban su camino hacia el bosque, ninguno de los dos podía prever que aquella noche cambiaría todo para ambos.

No pasó mucho tiempo para que llegaran a la casa. Ivy se bajó de un salto con agilidad, mientras Scott, con evidente frustración, tiraba la bicicleta y el casco al suelo con desdén. La casa, completamente destruida por el incendio, se alzaba como un espectro de lo que alguna vez fue. Parecía abandonada, desolada, como si nadie hubiera puesto un pie allí en años. Sin embargo, había algo en el aire, algo que hacía que el lugar se sintiera inquietantemente vivo.

—¡Derek! —gritó Scott, su voz cargada de rabia mientras lanzaba la mochila al suelo con fuerza. Estaba fuera de sí, y no parecía importarle si lo escuchaban o no.

Ivy, que permanecía unos pasos detrás, observó la escena con los brazos cruzados, claramente divertida por la intensidad de su hermano.

—Pareces un loquito, Scott. Por favor, párale a tu intensidad —comentó con un tono burlón, arqueando una ceja mientras lo miraba.

Scott no respondió, pero su cuerpo estaba tenso, sus manos apretadas en puños. Sin embargo, un gesto repentino hacia un lado de la casa llamó la atención de Ivy. Ella siguió la dirección de su mirada y frunció el ceño al notar que había algo extraño en el terreno. Parecía que alguien había estado cavando recientemente; la tierra estaba removida, y los bordes del agujero eran demasiado nítidos para ser algo antiguo.

—¿Qué es eso? —murmuró Ivy, caminando un poco más cerca para inspeccionar.

Estaba segura de que podía oler a sangre, y por un momento temió que la teoría de Stiles fuera verdadera.

Antes de que pudiera acercarse demasiado, un sonido sutil, casi imperceptible, llamó su atención. Las sombras a su alrededor parecieron cobrar vida cuando una figura emergió de la penumbra. Derek Hale apareció con su característico andar tranquilo, pero imponente. Sus ojos estaban fijos en los hermanos, evaluándolos con una mezcla de paciencia y advertencia.

—Tu hermana tiene razón, deberías hacerle caso —dijo Derek, su voz calmada pero cargada de intención. Al mismo tiempo, saludó a Ivy con un leve movimiento de los dedos. Ivy no pudo evitar sonreír de lado ante el gesto.

—¡Aléjate de ella! —gritó Scott de inmediato, avanzando un paso hacia Derek, su tono lleno de furia y una protectora obstinación. Ivy no tuvo que pensarlo mucho para entender a qué se refería. Por supuesto, esto tenía que ver con Allison. Scott estaba tan paranoico que parecía dispuesto a enfrentarse a cualquiera que considerara una amenaza, real o imaginaria.

—¡Ella no sabe nada! —añadió Scott, alzando aún más la voz, como si eso pudiera reforzar su punto.

Derek, sin embargo, no parecía intimidado. Al contrario, su expresión era casi de burla, como si el enfado de Scott no fuera más que un berrinche insignificante. Dio un par de pasos hacia ellos, moviéndose con la calma de alguien que no temía el conflicto.

—¿No sabe nada? —repitió Derek, ladeando la cabeza ligeramente mientras una sonrisa irónica asomaba en sus labios—. ¿Y si sabe? ¿Crees que tu amigo Stiles puede buscar "lobos" en internet y darte todas las respuestas que necesitas? —Su tono era firme, casi acusador, y la tensión en el ambiente creció con cada palabra.

Derek hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran antes de continuar.

—No lo entiendes, Scott. Estoy cuidándolos, a ambos. —Su mirada se desvió por un momento hacia Ivy, como si quisiera asegurarse de que sus palabras también fueran para ella—. No tienen idea de lo que está en juego. Piensa en esto: estás en el campo, la agresividad te invade, y cambias... justo frente a todos.

Derek tomó el palo de lacrosse que colgaba descuidadamente de la mochila de Scott. Lo sostuvo en sus manos con aire crítico, observándolo con una mezcla de burla y desaprobación.

—Tu madre, tus amigos... y cuando te ven... —dijo con voz grave, pausando intencionadamente cada palabra mientras sus garras surgían, afiladas y amenazantes. En un movimiento rápido, rompió la rejilla del palo de lacrosse con facilidad, dejando el instrumento deportivo completamente destrozado. Lo sostuvo unos segundos más antes de soltarlo—. Y todo... se arruina.

Derek lanzó el palo roto al aire con un movimiento descuidado, como si no fuera más que un objeto sin valor. Antes de que Scott pudiera reaccionar, Ivy alzó una mano de forma instintiva. El palo, como atraído por una fuerza invisible, se dirigió hacia ella y aterrizó en su mano con precisión casi sobrenatural. Lo atrapó sin esfuerzo.

Pero cuando ambos levantaron la vista, Derek ya no estaba. Había desaparecido, como si se hubiera desvanecido en el aire. La tensión del momento se disipó un poco, pero el peso de sus palabras seguía colgando en el ambiente.

Ivy miró el palo roto en sus manos y luego a su hermano.

—Bueno, al menos te ahorró el trabajo de buscar excusas para no jugar mañana —dijo con un intento de humor, aunque su tono traicionaba un rastro de nerviosismo.
























Ivy se quedó en el bosque después de que Scott se marchara de la casa Hale. Necesitaba encontrar a Derek. Él siempre tenía esa extraña habilidad de aparecer cuando lo llamaban, además de ser increíblemente bueno escondiéndose.

Se detuvo por un momento y miró a su alrededor. El bosque estaba tranquilo; apenas se escuchaba el susurro de las hojas que se movían lentamente con el viento.

—¡Derek! —gritó Ivy, esperando obtener alguna respuesta. Sin embargo, el silencio fue su única compañía. Volvió a llamarlo varias veces más, pero no hubo ningún cambio.

Frustrada, decidió regresar por el camino que llevaba a su casa. Pero justo cuando se dio vuelta, ahí estaba él. Derek se encontraba frente a ella, a apenas unos centímetros de distancia, tan silencioso como una sombra.

Ivy dio un paso atrás, sorprendida por su repentina aparición. El corazón le latía con fuerza, aunque no supo si era por el susto o por la intensidad de la mirada de Derek, tan profunda que parecía atravesarla.

—¿Siempre tienes que aparecer así? —le reprochó, intentando sonar molesta, aunque su tono dejaba entrever más nerviosismo que enfado.

Derek alzó una ceja, como si la pregunta no mereciera respuesta. Su postura era relajada, pero había algo en su presencia que siempre la ponía en alerta.

—¿Qué haces aquí sola? —preguntó finalmente, su voz grave y pausada rompiendo el silencio del bosque.

—Te estaba buscando —respondió Ivy, recuperando un poco de compostura. Alzó la barbilla, intentando igualar la intensidad de su mirada—. Hay algo que necesito saber.

Derek ladeó la cabeza ligeramente, intrigado pero sin mostrar demasiado.

—¿Qué quieres saber? —preguntó Derek, su tono serio pero sin rastro de impaciencia.

Ivy dudó por un momento, sintiendo que cualquier palabra que dijera sería diseccionada y juzgada por Derek. Pero no tenía tiempo para vacilar; necesitaba respuestas.

—La nota que enviaste... tú, ¿cómo sabías...? —comenzó a decir, aunque su voz sonó titubeante.

Derek frunció el ceño, claramente desconcertado. Sin decir nada, se apoyó contra el tronco de un árbol cercano, cruzando los brazos mientras su mirada penetrante se clavaba en Ivy.

—¿De qué nota estás hablando? —preguntó finalmente, su tono firme, como si estuviera buscando algo más allá de las palabras en el rostro de la chica.

Ivy tragó saliva, apoyándose contra un árbol frente a él, intentando mantener la calma. Sin responder de inmediato, abrió su mochila y comenzó a buscar frenéticamente entre sus pertenencias.

—De esta nota —dijo al fin, sacando un pequeño papel arrugado. Lo sostuvo frente a ella, y la hoja pareció moverse ligeramente en el aire antes de flotar hacia Derek, como si una corriente invisible la guiara directamente hasta su mano.

Derek capturó la nota al vuelo con un movimiento rápido y la leyó con atención. Su expresión se endureció de inmediato, y levantó la mirada hacia Ivy, con el ceño aún más fruncido.

—Yo no escribí esto —afirmó con firmeza, sosteniendo la nota entre sus dedos como si fuera una evidencia incriminatoria—. Además, no tenía idea de que eras una sirena... ni siquiera en la luna llena.

Ivy lo observó en silencio, sus palabras hundiéndose lentamente en su mente. Durante un instante, recordó el día que había irrumpido en su casa, exigiéndole respuestas. Ahora comprendía que, en aquel momento, Derek realmente no sabía nada sobre su secreto.

—Entonces, ¿quién más podría haber sido? —preguntó, su voz apenas un susurro. Sentía un nudo en el estómago mientras su mente buscaba desesperadamente otra posibilidad—. Eres el único que sabe de este mundo, al menos lo suficiente como para advertirme algo así.

Derek negó con la cabeza, su mirada oscureciéndose aún más.

—No te confíes —advirtió, su tono bajo pero lleno de gravedad—. Hay más personas en este lugar que saben más de lo que aparentan, incluso las que nunca sospecharías.

Ivy bajó la mirada hacia la nota que sostenía el chico frente a ella, como si la simple visión del papel pudiera darle alguna pista adicional. Derek siguió hablando, más calmado esta vez, como si intentara razonar con ella.

—Sin embargo —continuó—, quien haya escrito esto parece que quería ayudarte. Aún así... —hizo una pausa y fijó sus ojos en ella—. Si yo lo hubiera sabido, también habría intentado ayudarte.

Ivy lo miró fijamente, sintiendo una mezcla de incertidumbre y agradecimiento en su interior. Las palabras de Derek, aunque duras, tenían un extraño efecto tranquilizador.

—Entonces... ¿qué hago ahora? —preguntó Ivy finalmente, aferrándose a su mochila, buscando algo de estabilidad en medio de la confusión.

Derek suspiró, soltando un leve resoplido antes de separarse del árbol. Dio un par de pasos hacia ella, su mirada fija y seria como siempre, pero con un leve atisbo de intención genuina de ayudar.

—Bueno, puedo ayudarte —dijo al fin, su voz grave pero directa—. Sé algunas cosas sobre sirenas. Y no como esa basura que tu novio seguramente busca en internet.

—¡Stiles no es mi novio! —respondió Ivy rápidamente, soltando una risa nerviosa que no pudo contener.

Derek arqueó una ceja, como si no estuviera del todo convencido, pero no insistió.

—Claro... —murmuró con un tono que parecía más burlón de lo que ella esperaba, antes de cambiar completamente de tema—. Pero volviendo al punto. Hay algunas cosas que debes saber sobre las sirenas. Ya sabes, lo básico: el agua, tus poderes... y sí, es posible que con el tiempo desarrolles aún más habilidades. Lo que ahora parece complicado podría volverse mucho más intenso.

Ivy lo miró con atención, notando cómo Derek hablaba con más seriedad a medida que continuaba.

—Y sobre la luna llena... —prosiguió—. Siendo una híbrida, mitad mujer loba y mitad sirena, tus sentidos son mucho más intensos que los de un lobo común, como Scott o incluso yo.

Ivy frunció el ceño, tratando de procesar lo que estaba escuchando.

—¿Más intensos?

Derek asintió lentamente, cruzándose de brazos.

—Sí. A lo que me refiero es que, si llegas a perder el control, será prácticamente imposible detenerte. Tus instintos serán más fuertes, y la combinación de ambas naturalezas podría hacerte más peligrosa que cualquier sobrenatural.

—¿Quieres decir que... podría lastimar a alguien? —preguntó Ivy, su voz bajando un tono mientras su preocupación se hacía evidente.

—Podrías —admitió Derek sin rodeos—. pero puedo ayudarte. Eres una híbrida, Ivy, algo único y poderoso. Y, aunque eso suena como una ventaja, también puede ser una carga si no aprendes a controlarlo.

Ivy se quedó en silencio, asimilando las palabras de Derek. Era un alivio saber que alguien estaba dispuesto a guiarla, pero al mismo tiempo, las expectativas que Derek había puesto sobre ella la hacían sentir un peso nuevo, como si su mundo estuviera a punto de cambiar para siempre.

—¿Qué es ser una híbrida exactamente? —preguntó Ivy, su voz apenas un susurro, aunque cargada de dudas

Derek soltó un leve suspiro, como si estuviera buscando las palabras correctas para explicar algo complicado. Su mirada permaneció fija en Ivy.

—Ser una híbrida significa que eres una mezcla de dos especies completamente diferentes, ambas con sus propias habilidades, instintos y maldiciones. En tu caso, eres mitad sirena y mitad loba. Eso te hace única, pero también significa que estás caminando sobre una cuerda floja todo el tiempo.

Hizo una pausa, apoyándose contra el árbol nuevamente, cruzando los brazos mientras continuaba.

—Por un lado, tienes lo de las sirenas: tu conexión con el agua, la forma en que te afecta emocionalmente, y la capacidad de manipularla, aunque eso apenas está comenzando a desarrollarse. Las sirenas tienen un poder seductor por naturaleza, pero no es solo físico. Es psicológico, incluso emocional. Y cuando aprendas a controlarlo, eso te hará increíblemente poderosa.

Derek inclinó ligeramente la cabeza, evaluándola.

—Por otro lado, está tu lado de loba. Tus sentidos, tu fuerza, tu velocidad... Todo eso ya lo conoces por Scott. Pero tú tienes algo que él no tiene: una conexión con la luna que es más profunda, más peligrosa. Una sirena siente la llamada de la luna tanto como un lobo, pero de maneras distintas. Y en tu caso, esa conexión se amplifica, se multiplica. En una luna llena, tus emociones serán más fuertes, tus instintos más salvajes, y tu fuerza estará fuera de control si no aprendes a dominarla.

Derek se inclinó hacia adelante ligeramente, mirándola con intensidad.

—Tu lado de sirena buscará protegerse, esconderse, usar la manipulación si es necesario. Tu lado de loba, en cambio, querrá pelear, enfrentarse a cualquier amenaza, proteger a tu manada. Esas dos partes de ti siempre estarán en lucha, y si no encuentras el equilibrio, podrías perderte en medio de todo ese caos.

Se enderezó, con los brazos aún cruzados, y añadió con seriedad:

—Pero también significa que tienes un poder que nadie más tiene. Una fuerza que ningún lobo, ni siquiera yo, podría alcanzar. Si aprendes a controlarlo, podrías ser una hibrida increíble.

Derek movió la cabeza hacia un lado, como si estuviera evaluando si debía decir algo más. Finalmente, rompió el silencio con una voz más grave y pausada.

—Hay algo más que deberías saber sobre tu lado de sirena —dijo, cruzando los brazos mientras sus ojos se clavaban en los de Ivy—. Las sirenas no solo manipulan el agua o tienen ese encanto natural. Algunas, las más raras, tienen un don... una conexión especial con el destino.

Ivy frunció el ceño, intrigada.

—¿De qué estás hablando? —preguntó, sin poder evitar que un escalofrío le recorriera la espalda.

—Las sirenas pueden desarrollar una habilidad única: una especie de intuición sobre la muerte —explicó Derek, su tono completamente serio—. No es algo que puedas controlar del todo, pero es como si pudieras sentir cuándo algo está a punto de suceder, especialmente si es trágico.

Derek hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran antes de continuar.

—Y no solo eso. A veces, ese don se manifiesta de forma más visual. No sé si ya te ha pasado, pero podrías sentirte impulsada a dibujar imágenes, fragmentos de lo que crees que puede ocurrir. No siempre tendrá sentido al principio, pero con el tiempo... esas imágenes podrían volverse piezas de un rompecabezas más grande.

Ivy lo miró con los ojos entrecerrados, procesando lo que acababa de decir. Recordó algunos bocetos que había hecho sin pensarlo demasiado: sombras, figuras indefinidas, un par de ojos que no lograba identificar, y un bosque envuelto en niebla.

—¿Entonces... puedo ver el futuro? —preguntó en voz baja, aunque la idea le parecía demasiado grande para asimilar.

Derek negó con la cabeza, aunque su expresión no era completamente segura.

—No exactamente. No ves el futuro, ves posibilidades, advertencias. Y, por lo general, están ligadas a la muerte o al peligro. Es como si el mundo intentara hablarte a través de esos dibujos.

—Eso suena... aterrador —murmuró Ivy, sintiendo un nudo en el estómago.

—Lo es —admitió Derek sin rodeos—. Pero también puede ser una herramienta increíblemente útil, si aprendes a interpretarlo y a controlarlo. Ese don, combinado con tus instintos de loba, te hace más valiosa de lo que crees. Pero, Ivy... —Se inclinó un poco hacia ella, sus ojos brillando con intensidad—. Ese poder también te pone en la mira. Cualquiera que descubra lo que puedes hacer querrá usarlo a su favor, o eliminarte antes de que seas una amenaza.

El peso de sus palabras cayó sobre Ivy como una losa, pero ella alzó la barbilla, decidida.

—Entonces, supongo que más me vale aprender rápido.

Derek asintió con una leve sonrisa de aprobación, aunque su rostro seguía sombrío.

—Ahora escucha bien, Ivy —comenzó, su tono firme pero cauteloso, como si estuviera tratando de medir su reacción—. No eres solo especial, eres única. No hay nadie más como tú. Eres la única híbrida sirena y loba que existe, al menos que yo sepa. Y eso no es solo raro... es algo que nunca había ocurrido antes.

Ivy parpadeó, sorprendida. La palabra "única" retumbó en su mente, dejando un eco de dudas y responsabilidad.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, su voz temblando ligeramente.

—Lo que quiero decir es que no hay nadie que haya pasado por lo que tú estás pasando. No hay guías, no hay historias de otras como tú. Eres la primera de tu especie. Una combinación de dos mundos que no estaban destinados a mezclarse.

Derek se apartó del árbol, dando un par de pasos hacia ella, su mirada fija en la suya.

—Eso te hace poderosa, Ivy. Más de lo que te imaginas. Pero también significa que eres un enigma, un misterio que muchos querrán resolver.

Ivy sintió un nudo formarse en su pecho. Las palabras de Derek eran un peso nuevo, una confirmación de que su vida nunca sería simple.

—Entonces... ¿estoy sola en esto? —preguntó, tratando de mantener la voz firme pero sintiendo cómo su inseguridad asomaba.

Derek negó con la cabeza, su expresión suavizándose un poco.

—No estás sola. Puede que seas única, pero eso no significa que no tengas ayuda. Tienes a Scott, a Stiles, y ahora a mí. Pero la única que puede aprender a controlar lo que eres, a entender lo que significa ser una híbrida, eres tú.

Se cruzó de brazos, inclinándose ligeramente hacia ella.

—Ser única es un don, Ivy, pero también una responsabilidad. Eres la primera de tu especie. Eso significa que tú decidirás lo que eso significa, no solo para ti, sino para cualquiera que venga después.

Ivy lo miró en silencio, procesando sus palabras. Ser la primera, la única, significaba que no habría un camino marcado para ella. Pero también significaba que tenía la oportunidad de crear uno propio.















┆彡 Ivy cuando Derek le dijo q es muy poderosa; "Ya llegue, ahora todos van hacer mis perras" ok inserten audio de tiktok

━━━NOTE: Holaa, Ivy una hibrida se va alokar, así q prepárense 🫦

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