DESDE PEQUEÑA siempre he Sido una buena mentirosa, algunos diran que es algo perjudicial y otros algo excepcional. Tal vez hasta diría que es un don. Porque es así, es mi don y seré lo bastante egoísta para decir que no hay mejor persona que lo sepa usar mejor que yo.
Me definiría como una persona inusual, me gusta hablar pero no socializar, soy bastante rara y aficionada. Diría que no me callo nada pero soy lo bastante lista para saber qué cosas debo decir y cuándo. Por eso hoy estoy en dónde estoy.

—Cora.

Mi nombre retumbó en mis oídos suavemente.

—Un momento.

Suspiré de manera lenta, mientras le daba una pintada color carmín a mis labios.

La puerta se abrio y ahí apareció él. Estaba deslumbrante como cada día. Llevaba un traje totalmente negro con una rosa de color rojo en el bolsillo de su camisa.

—Te ves preciosa.—relamió sus labios, acercándose a mi

—Diria lo mismo de ti, Seneca. Pero siempre estás igual de radiante.

Él hizo una mueca y procedió a hablar.

—Señorita Thompson me halaga. Perdón por mi imprudencia pero la invitó a tomar una copa de la bebida más esquisita.

Levanté mi ceja y me acerque más.

—¿Y qué es lo que recibo a cambio?

—La simplicidad de un buen rato junto a un excelente hombre.

—ja ja ja. Buen discurso, Miles de capitolinos me ofrecerian bastantes dólares por eso.

—Lo sé, por eso odio compartirte.

Me encogí de hombros y suspiré. Teníamos que vivir así, era la única manera de subsistir en este horrible sistema gobernado por Coriolanus Snow.

Seneca y yo éramos algo simple y hace poco nos habíamos oficializado en esto. La prensa nos hizo carrera, bastante. Los primeros días no podía salir de mi casa por las cámaras. Fue una buena primicia ya que todos estaban aburridos luego de que los juegos se hubieran terminado. Porque el público en un primer momento si se creyó al jueguito de los trágicos amantes pero después la emoción bajo a la realidad.

Cabe aclarar que yo no me creía ese jueguito. Era más falso que yo.

—Vamos.

El hombre tomo mi cintura y le dió un leve empujón para que empezará a caminar.
Salimos de la habitación y comenzamos a caminar por el gran pasillo. La música ya se escuchaba desde lejos, la fiesta seria en el parque de la mansión del presidente.

Porque olvide contarlo...

Los trágicos amantes, mejor Katniss y Peeta decidieron casarse. ¿Emocionante no? Eso movió a todo panem e hizo más creíble su jugada de amantes, novios, lo que sea.

En fin, tienen un poco de cerebro.

Llegamos a lo que era el parque, todo estaba decorado con luces; había una inmensidad de gente con sus atuendos deslumbrantes. No olvidemos la comida, había de todos tipos y de todos los colores. La barra era libre y con cosas extravagantes que podrían dejarte un agujero en el estómago.

—Un martini.—Seneca sin perder su elegancia solicito su bebida a un avox—¿Quieres algo, cariño?

Cariño. Era la primera vez que me llamaba así en un lugar tan público.

—Emm...quiero algo fuerte para aguantar está noche.—susurré. El avox me dió una tableta la cual tenía todas las bebidas—Quiero la jaula de noche.

Este asintió y en menos de un minuto nos dió la bebida.

—Brindemos.

—Por nosotros.

Justo cuando nuestra copas iban a juntarse un hombre apareció por el rabillo de mi ojo. Crane hizo un gesto raro y sonrió, señalando al hombre.

Me acomode mejor para verlo. Era un hombre rubio y un poco petizo.

—Plutarch.—saludó él, extendiendo su mano

—Crane, señorita...

—Thompson, Cora Thompson.

Plutarch sonrió.

—Una de las mejores vencedoras, imposible no conocerla.

No dije nada, solo me quedé callada. Por el incómodo momento mi acompañante decidió romper la tensión.

—Cora, él es un vigilante. Se unirá a nuestro grupo este año.

—Ah.

—Debo decirle que demostró ser una persona bastante eficiente e inteligente en sus juegos.—comento

—Bueno, no hay mucha magia. Hasta el jugador más débil puede ganar si sabe tirar bien sus cartas, señor H.