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🍒「𝐄𝐩𝐢𝐬𝐨𝐝𝐞 𝟔𝟒」🍒

Me vuelve a besar y me abraza fuerte mientras se pone de pie y me ayuda a sentarme en la silla donde él estaba sentado. Él se sienta en la silla de la par.

—Y, ¿Bien? —Pregunto mientras me acomodo y arreglo mi cabello, por correr y el aire se alboroto.

—Mi amigo me acaba de llamar para decirme que ya está acá, sólo que aún viene en su helicóptero.

— ¿Helicóptero? Wow!

—Sí. ¿Quieres algo de tomar?

—Quisiera un cup cake de calabaza.

—Claro te traeré un cup cake de calabaza para que te lo tomes. —Dice sarcástico.

—Eres un maldito sarcástico.

Él se rió y se levantó para ir por mi cup cake. Me quede sentada mientras pensaba si lo que estoy haciendo es correcto. Él regresó con mi cup cake y un café.

Me lo dio y comencé a comer, tenía hambre, esto es lo primero que mi estómago recibe en todo el día, esa odiosa gelatina ni siquiera sabor a gelatina tenía. Nos quedamos en silencio y yo seguía comiendo, él simplemente observaba a la nada y humedecía sus labios con su lengua a cada rato. Me tome el frozen cappuccino de un sólo trago y él me vio sorprendido.

—Si tienes hambre, ¿No?

—Es lo primero que como en el día, me dieron una jodida gelatina que no tenía sabor a gelatina... ¿Qué paso con el amor por la comida? —Dije susurrando y miraba mi bandeja de comida, hace unos segundos estaba llena y ahora no hay nada. Qué triste es la vida de la comida. Él se ríe por lo bajo.

—Lo sé, yo tampoco he comido hasta hace un rato que vine.

Nos volvimos a quedar en silencio, simplemente observándonos, no era para nada incómodo al contrario. Con las miradas literalmente nos hablamos, es como si él supiera lo que estoy pensando y yo supiera lo que él piensa.

De seguro él ya sabe que tengo ganas de follármelo ahora mismo, de acuerdo, no, no estoy pensando eso. Estoy pensando en mi pobre padre y el enorme sufrimiento que le causare al saber que su única hija huyó con su mejor amigo. Soy una maldita cobarde.

El semblante de Jonathan cambió totalmente y sonrió, me gire y vi a un hombre alto y fornido entrar a la cafetería. Viste bermudas caqui, camisa lila con manga larga y cuello y un par de converse blanco, que desaliñado, pero es guapo. Jonathan se puso de pie y lo saludó con un apretón de manos y un abrazo de amigos.

— ¿Qué paso Good, estás bien? Te ves bien. —Dice él mientras palmea la espalda de mi hombre. ¿Por qué lo manosea tanto?

—Estoy bien, me siento bien. Pero tengo un problema.

— ¿Qué sucede?

—Me quieren meter a prisión por enamorarme —Sonríe sin gracia —Ven, quiero mostrarte a mi prometida.

Ellos caminaron hacia la mesa y el hombre me sonrió.

—Hola, soy Joe Anoa'i, un gusto conocerte —Dice mientras extiende su mano hacia mí.

—Hola, me llamo Emma —Murmure mientras correspondía su saludo y él se rió por lo bajo. — ¿Qué sucede? ¿Tengo algo en la cara o es por mi cabello a lo Dolly Parton?

—No —Dice entre risas —Es sólo que me causa gracia tu timidez, por favor, no seas así. Ten confianza conmigo, soy uno de los mejores amigos de tu hombre, aquí hay confianza. —Sonríe.

—Claro, está bien. —Trate la manera de sonreír.

—Siéntate —Pide Jonathan y ambos se sientan en las sillas de la mesa.

—Que linda niña Jon, ¿De dónde la sacaste?

—Es la hija de mi mejor amigo. —Informa Jonathan y Joe hace un gesto extraño.

—Entiendo... Violaste el quinto código de amigos.

—Lo sé.

—Ya no te voy a presentar a mis hijas —Dice riéndose. Jonathan sonríe de lado y niega.

—No, amo a Emma y no la cambiaría por nadie más. —Dice Jonathan entre risas.

—Bueno y, ¿En qué te puedo ayudar?

—Como te dije cuando te llame, necesito tu ayuda para poder salir del país lo más antes posible y necesito un lugar donde vivir, entre más lejos sea mejor. —Pide Jonathan y Joe lo ve.

—Escucha tengo una casa en Viena, en Italia, como te había dicho y otra en Alaska pero no sé cuál te interese.

—Alaska está muy cerca ¿No, Emma? —Me pregunta.

—Sí, además sigue perteneciendo a Estados Unidos. —Me encogí de hombros.

—Creo que la de Italia sería mejor —Dice Jonathan.

—Qué bueno que me dices hoy porque tenía planeado mandar a demoler esa casa mañana, mis trabajadores iban a ir mañana pero mejor los llamaré para decirles que no.

—Y, ¿Por qué la quieres demoler? —Pregunte. Él me ve y sonríe.

—Porque tenía pensando regalarle esa casa a una de mis hijas y la construcción que tiene es antigua, muy del siglo XVII, por eso iba a construir una nueva casa. —Explica.

—Entonces ¿Vas a arrendar la casa? —Pregunta Jonathan.

—Por supuesto, mejor le comprare una casa a Joelle más cerca de aquí.

—Y, ¿Cuánto va a ser la renta?

—No es nada, igual no gano nada ahora que está vacía, además ¿Cómo cobrarte a ti? Eres mi mejor amigo.

—No, en serio Joe, dime.

—Ya te dije, no es nada. ¿Lo tomas o lo dejas?

Jonathan me voltea a ver a mí. Agarra mi mano y con su mirada noto lo que me está tratando de decir.

—Me gusta Italia, dicen que es un hermoso lugar para vivir. —Dije y sonreí.

—Entonces es un hecho —Dice Jonathan sonriendo —Muchas gracias, Joe.

—Por nada. Ahora creo que respecto a sacarlos del país, pueden usar mi helicóptero. Los puede llevar a Corozal, en Belice y luego ustedes pueden tomar un avión en Corozal que los lleve a Italia. ¿Te parece la idea?

—Sí, es excelente.

—De acuerdo, entonces vamos. El helicóptero está aquí cerca.

Nos pusimos de pie y Jonathan se puso unos lentes de sol y un sombrero negro, quizás porque la policía lo anda buscando. Creo que yo debería ponerme algo también para no parecer yo. De mi bolsa saque unos lentes oscuros, un sombrero negro y una chaqueta negra para ocultar mi brazo.

Jonathan me agarro la mano entrelazando nuestros dedos y salimos de la cafetería. Wow! Que enorme diferencia, andar de la mano con Jonathan en la calle, sin miedo a que la gente de alrededor nos vea pero con temor de que algún policía vea a Jonathan y que tal vez mi papá me ande buscando y me vea aquí con Jonathan. Espero que el helicóptero este cerca.

Caminamos un par de cuadras y llegamos a unos enormes campos donde estaba el helicóptero de Joe. Él le dio la mano a Jonathan y se abrazaron mientras se despedían.

—Feliz viaje, linda. —Me dice Joe y me da un beso en la mejilla.

—Gracias Joe y en serio, muchísimas gracias por todo lo que estás haciendo por nosotros. No tengo las palabras suficientes para agradecerte. —Dije.

—No te molestes, Jonathan es un gran amigo y por él hago cualquier cosa y cualquier favor, sé que él haría lo mismo por mí. —Él me guiña el ojo y yo sonreí.

Jonathan me ayudó a subirme al helicóptero y luego se subió él. Nos sentamos en los asientos traseros y Jonathan me aseguro bien el cinturón y todo el equipo de seguridad y después el suyo. El piloto nos preguntó si estábamos listos y Jonathan le dijo que sí.   

𝓉𝑜 𝒷𝑒 𝒸𝑜𝓃𝓉𝒾𝓃𝓊𝑒...

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