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━━「 𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟯𝟵 」━━







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Damaris se incorporó un poco, tratando de procesar mi presencia. A pesar de la sorpresa, una cálida sensación de alegría llenó su corazón. Sus labios se curvaron en una sonrisa mientras intentaba comprender lo que veía. La ternura en mis ojos la reconfortaba, y en ese momento, todas sus preocupaciones parecían desvanecerse. Sintiendo una mezcla de amor y alivio, Damaris extendió una mano hacia mí, susurrando mi nombre con cariño. Tomé su mano suavemente, entrelazando mis dedos con los de ella, y una cálida energía fluyó entre ambos. La conexión entre nosotros era palpable, y el amor que compartíamos llenaba la habitación de una serenidad absoluta.

— Yo también te he extrañado, Claude. Pero, ¿Cómo llegaste hasta aquí? -Preguntó, su voz impregnada de curiosidad e incredulidad.

Sonreí suavemente, mis ojos llenos de cariño mientras acariciaba su mejilla una vez más.

— Usé mi magia para teletransportarme. No podía esperar hasta mañana para verte. -Expliqué, mi voz llena de sinceridad-

Damaris soltó una risita, sintiéndose aliviada y feliz de tenerme a su lado. Aunque su día había sido agotador, mi presencia le brindaba una paz y un consuelo indescriptibles. La calidez y el amor en mis ojos disipaban cualquier preocupación, llenando su corazón de tranquilidad. En ese momento, Damaris supo que, conmigo a su lado, podría enfrentar cualquier desafío que se presentara.

— Estoy feliz de que estés aquí. Necesitaba verte. -Dijo Damaris, tomando mi mano y sintiendo el calor de mi piel contra la suya-

Me acerqué más y la envolví en un suave abrazo, atrayéndola hacia mí. Podía sentir el latido de su corazón junto al mío, sincronizándose en un ritmo tranquilizador. El calor de su cuerpo contra el mío me llenaba de una calma indescriptible. Suspiró suavemente, relajándose en mis brazos, y en ese momento, supe que, juntos, podríamos enfrentar cualquier adversidad. La conexión entre nosotros era más fuerte que nunca, y el amor que compartíamos iluminaba la habitación con una luz suave y serena.

— Siempre estaré aquí para ti, Damaris. No importa la distancia ni los desafíos. Siempre encontraré la manera de estar a tu lado. -Prometí, susurrando cerca de su oído antes de besar su frente con ternura-

Juntos, compartimos ese momento de intimidad y amor bajo la luz de la luna. El mundo exterior parecía desvanecerse, dejando solo la calidez de nuestra conexión. Sabíamos que, a pesar de todo, siempre nos tendríamos el uno al otro. En ese instante, bajo el resplandor plateado de la luna, encontramos un oasis de paz en los brazos del otro.

Después de disfrutar de ese momento, nos separamos suavemente y cada uno tomó asiento en los sillones ubicados junto a la chimenea encendida. La calidez del fuego nos envolvía, proporcionando un ambiente acogedor. Ambos tomamos un vaso de agua y comenzamos a charlar. La conversación fluía con naturalidad, mientras el crepitar del fuego y la suave luz de la luna creaban un ambiente de serenidad y conexión profunda.

— Claude, ¿Cómo has estado manejando el imperio? -Preguntó Damaris, con genuino interés-

— Ha sido un desafío, como siempre. Pero estamos avanzando. Hemos implementado nuevas políticas y proyectos que están comenzando a mostrar resultados positivos. -Respondí, sintiéndome agradecido por su interés-

Nuestra conversación se volvió más animada a medida que compartíamos anécdotas y experiencias. Damaris sonrió mientras escuchaba, y de repente, su mirada se fijó en mi mano. La curiosidad y la sorpresa se reflejaban en sus ojos, mientras intentaba comprender lo que veía. La calidez de nuestra charla y la conexión que compartíamos hacían que el momento fuera aún más especial.

— Claude, noto que llevas un anillo que se parece mucho al mío. ¿De dónde viene? -Preguntó, su curiosidad claramente despertada-

Miré el anillo en mi dedo y sonreí, sabiendo que era un momento significativo.

— Este anillo es una reliquia familiar muy antigua. Solo se otorga a aquellos que se convertirán en parte de la familia imperial. Significa compromiso y pertenencia. -Expliqué, observando cómo sus ojos se abrían con asombro-

Damaris se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Se veía apenada, recordando que lo había recibido sin comprender completamente su significado. Sus ojos reflejaban una mezcla de sorpresa y pesar, mientras intentaba asimilar el valor del anillo que ahora llevaba en su dedo.

— No sabía eso. Lo he tenido desde que me lo obsequiaste en una carta. -Dijo, con un tono de disculpa-

— No te preocupes, Damaris. Ahora lo sabes, y eso es lo que importa. -Dije, tratando de aliviar su incomodidad-

Decidí cambiar de tema, y la conversación se volvió más ligera.

— He estado pensando en Elisabeth. Ella quiere ser maestra, y creo que sería una gran idea que ingresara a la academia imperial. Podría participar activamente y, como esposa del marqués Connor, esto también beneficiaría a tu fracción —sugirió Damaris, con entusiasmo.

— Eso suena excelente. -Asentí, viendo el potencial de su propuesta- Elisabeth tiene talento y pasión para ser una gran maestra, y su participación en la academia solo fortalecerá nuestra posición. -Respondí, viendo cómo las posibilidades se abrían ante nosotros-

Damaris sonrió, contenta de que estuviera de acuerdo con su idea.

— Además, teniendo a Elisabeth en la academia, podríamos asegurarnos de que los valores y la visión que queremos para el imperio se transmitan de manera efectiva a las futuras generaciones. -Agregó Damaris, viendo el impacto positivo que esto podría tener-

— Y Connor, siendo el marqués, aportaría un gran apoyo como aliado a nuestra fracción. Tener a alguien de su posición y con su influencia sería muy beneficioso. -Dije, reconociendo la importancia estratégica de la propuesta-

En esos momentos, sentí que no solo compartíamos amor, sino también una visión y un propósito comunes. Con Damaris a mi lado, sabía que podíamos lograr grandes cosas. La noche avanzó, y nuestras palabras llenaron el aire con esperanza y determinación, dejando claro que siempre nos tendríamos el uno al otro, apoyándonos en cada paso del camino.

Finalmente, me di cuenta de que era hora de regresar al castillo imperial. Me levanté del sillón, y Damaris me acompañó hasta el balcón. La noche era tranquila, y la luna seguía brillando, iluminando suavemente nuestro entorno.

— Debo regresar al castillo, pero prometo que volveré pronto. -Dije, mirando a Damaris con cariño- Muy pronto vendré a visitarte oficialmente y te enviaré una carta con todos los detalles.

— Lo sé, Claude. Cuídate, y gracias por venir a verme. Significa mucho para mí. -Respondió Damaris, con una sonrisa llena de gratitud-

La abracé una vez más, disfrutando de la calidez de su presencia. Luego, me aparté suavemente y me concentré, utilizando mi magia para teletransportarme de vuelta al castillo imperial. En un parpadeo, me encontré nuevamente en mis aposentos, sintiendo la familiaridad del lugar.

A pesar de la distancia, sabía que nuestra conexión era fuerte y que siempre encontraríamos la manera de estar juntos. Con ese pensamiento en mente, me preparé para enfrentar los desafíos del día siguiente, reconfortado por el amor y el apoyo de Damaris.
























❨ Al día siguiente. ❩
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Me despertaba lentamente, todavía sumida en los resquicios de un sueño tranquilo, cuando de repente las puertas de mi habitación se abrieron de golpe. Jessy y Annie entraron alarmadas, sus rostros reflejando una mezcla de preocupación y urgencia. La atmósfera tranquila de la habitación se vio interrumpida por la energía apremiante de sus movimientos, y supe al instante que algo importante había ocurrido.

— ¡Señorita Damaris! -Exclamó Jessy, mientras Annie se apresuraba a mi lado con una carta en la mano- Ha llegado una carta del palacio.

Parpadeé, tratando de despejar el sueño de mis ojos. Miré a Annie, quien me entregó la carta con cuidado. La abrí rápidamente y, para mi sorpresa, vi que había sido entregada por Edmund, el chambelán del emperador. La sorpresa inicial se transformó en curiosidad mientras mis dedos se apresuraban a desplegar el papel y leer su contenido.

— ¿Qué dice la carta? -Pregunté, mi voz todavía un poco ronca por el sueño-

— Informa sobre la visita del emperador a la residencia del duque. Vendrá hoy mismo. -Dijo Annie, con preocupación evidente en su voz-

La noticia me dejó en blanco por un momento. No podía creer que Claude se apresurara a hacerlo justo hoy. Tomé aire, tratando de procesar la situación. Mi mente se llenó de preguntas y emociones mientras intentaba comprender la magnitud de lo que acababa de leer. Mi corazón latía con fuerza y, a pesar de la sorpresa, una sensación de determinación comenzó a surgir en mi interior. Sabía que debía actuar con rapidez y claridad.

— Desde la mañana, sus padres han estado organizando toda la casa para dejarla elegante y preparada para la visita imperial. -Añadió Jessy, mientras Annie asentía-

Me quedé unos instantes más en la cama, abrumada por la repentina noticia. Pero sabía que no tenía tiempo que perder. Me levanté a regañadientes, obligándome a salir de la comodidad de las sábanas. Con determinación, dejé atrás la calidez de mi lecho y me preparé para enfrentar el día, consciente de que cada momento era crucial.

— Está bien. Supongo que no tengo otra opción. Necesito bañarme y vestirme con mis mejores galas. -Dije, suspirando con resignación-

Jessy y Annie se apresuraron a preparar todo lo necesario. Mientras me bañaba, no podía evitar pensar en lo inesperado de la visita de Claude. Aunque me había dicho que vendría pronto, no esperaba que fuera tan pronto. La anticipación y los nervios empezaban a mezclarse en mi estómago.

Una vez que terminé de bañarme, mis sirvientas me ayudaron a vestirme. Eligieron uno de mis vestidos más elegantes, uno que sabía que impresionaría. Me peinaron con esmero, asegurándose de que cada mechón estuviera en su lugar, y añadieron los toques finales a mi apariencia con delicadeza y precisión.

Finalmente, cuando estuve lista, me miré en el espejo. A pesar de los nervios, me sentí orgullosa de mi reflejo. Sabía que Claude vería el esfuerzo que había puesto en prepararme para su visita. La imagen que me devolvía el espejo me llenaba de confianza, y estaba decidida a aprovechar al máximo este encuentro inesperado.

— Gracias, Jessy y Annie. No sé qué haría sin ustedes. -Dije, con una sonrisa agradecida-

— Siempre estamos aquí para ayudarla, señorita Damaris. -Respondió Jessy, mientras Annie asentía con una sonrisa-

Con el corazón acelerado y la mente llena de preguntas, me dirigí a la sala principal para esperar la llegada de Claude. No sabía qué esperar, pero estaba decidida a enfrentar la visita con la mayor gracia y confianza posible.

Nada más bajar al primer piso, mi sorpresa se hizo evidente al ver la escena que se desarrollaba ante mis ojos. No pude evitar que mi rostro mostrara un claro disgusto al encontrarme con mi hermana Simone, a quien odiaba a muerte, acompañada de su marido Asterophe.

Asterophe hablaba animadamente con el duque, mientras cuidaba de Simone, quien estaba visiblemente muy embarazada. Su panza era enorme y se podía notar que no tendría un solo bebé. La vista de su estado solo irritó más notablemente mis emociones.

Cristophe estaba junto a Annie, mirando con recelo a Simone. De repente, sentí un tirón en mi ropa y me di cuenta de que era Cristophe, quien estaba intentando llamar mi atención. Su expresión reflejaba preocupación, como si algo le diera un mal presentimiento. La tensión en el ambiente era palpable, y supe que tendría que mantener la calma y la compostura para enfrentar lo que viniera.

— Damaris... -Susurró Cristophe, sus ojos llenos de alerta-

Lo miré, tratando de calmarme y mantener la compostura. Sabía que la situación requería mi atención y que no podía dejarme llevar por mis emociones. Aunque el disgusto que sentía hacia Simone era intenso, debía mantener la calma por el bien de todos los presentes. Mi respiración se volvió más pausada mientras tomaba un momento para centrarme y recordar la importancia de manejar la situación con dignidad y gracia. Con una última mirada de apoyo a Cristophe, me preparé para enfrentar la escena que tenía delante, determinada a no permitir que mis emociones dominaran mis acciones.

— Todo estará bien, Cristophe. No te preocupes. -Le dije en voz baja, acariciando su cabeza con ternura-

Mientras intentaba mantener una apariencia tranquila, por dentro luchaba con la mezcla de emociones. La visita sorpresa de Claude, sumada a la presencia de Simone y Asterophe, hacía que todo fuera aún más complicado de manejar.

Respiré hondo, decidida a enfrentar la situación con dignidad y control. Sabía que este sería un día desafiante, pero estaba dispuesta a hacer lo necesario para proteger a mi familia y mantener la armonía en la residencia, a pesar de la tensión palpable.

A medida que avanzaba hacia el grupo, tomé la mano de Cristophe, que no soltaba mi ropa. Jessy y Annie me seguían de cerca, claramente no muy felices por el regreso de Simone, pero se mostraban educadas y profesionales. Mis emociones estaban a flor de piel, pero sabía que debía mantener la compostura.

Allí estaban mis padres, George y Astrid, hablando con Simone y Asterophe. La conversación parecía tensa, especialmente con Astrid, que lucía un tanto sin ganas de mantener la conversación, pero se mostraba cortés por respeto a mi padre. Simone, en cambio, parecía disfrutar de la atención, a pesar de su avanzado estado de embarazo.

Apreté ligeramente la mano de Cristophe para darle seguridad mientras nos acercábamos.

— ¡Simone, Asterophe! -Exclamé con una sonrisa amplia, tratando de parecer la hermana contenta e inocente- Qué sorpresa verlos aquí.

Simone pareció hacer lo mismo al verme. Su rostro se iluminó con una sonrisa que, aunque forzada, parecía genuina para los que no conocían nuestra historia. La tensión entre nosotras era palpable, pero manteníamos las apariencias por el bien de los demás presentes. A pesar de la incomodidad, estaba decidida a manejar la situación con la mayor gracia posible.

— ¡Damaris! Qué bueno verte. -Respondió, su tono igualando el mío en entusiasmo-

Jessy y Annie se quedaron a unos pasos detrás de mí, observando atentamente pero manteniendo sus expresiones educadas. Sabía que compartían mis sentimientos, pero también entendían la importancia de mantener las apariencias en situaciones como esta. Sus miradas discretas y posturas profesionales demostraban su compromiso y lealtad, brindándome un apoyo silencioso en medio de la tensión palpable.

— Cristophe, ven a saludar a tu hermana y a tu cuñado. -Dije, instando a mi hermano a mostrar cortesía, aunque podía sentir su recelo-

Cristophe se acercó tímidamente, saludando a Simone y Asterophe con un gesto rápido.

— Hola. -Dijo, su voz apenas audible-

— Hola, Cristophe. Te ves tan grande y fuerte. -Respondió Simone, tratando de sonar afectuosa-

Asterophe asintió, manteniendo su sonrisa mientras continuaba la conversación animada con el duque.

A pesar de la incomodidad palpable, hice todo lo posible para mantener la fachada de una familia unida. Sabía que hoy sería un día largo y desafiante, pero estaba dispuesta a hacer lo necesario para mantener la paz y proteger a aquellos que amaba. Mi determinación se fortalecía con cada respiración, y me preparé mentalmente para enfrentar cualquier situación que pudiera surgir, con la esperanza de mantener la armonía en nuestra residencia.

























❨ Después de unas horas. ❩
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El carruaje del palacio hizo su aparición, marcando la llegada tan esperada. Desde la distancia, pude ver cómo el carruaje dorado, adornado con los símbolos imperiales, se aproximaba a la residencia del duque. La tensión en el aire era palpable mientras todos esperábamos.

El carruaje se detuvo frente a la entrada principal, y el chambelán Edmund bajó primero, su porte impecable y su presencia autoritaria. Con voz clara y firme, anunció la llegada de Claude, el emperador, llenando el ambiente con una sensación de expectativa y reverencia. Todos los presentes se prepararon para recibir al ilustre visitante, conscientes de la importancia de su presencia en la residencia.

— ¡Su Majestad, el Emperador Claude!

Claude descendió del carruaje, seguido de cerca por Thaddeus. Su porte majestuoso y su aura de poder eran inconfundibles. Observó cómo toda mi familia lo esperaba en la entrada, y nosotros, conscientes de la etiqueta, hicimos una reverencia profunda en señal de respeto al sol del imperio.

Claude, sin embargo, parecía tener su atención fija en una sola persona: yo. Sus ojos se iluminaron al verme y, sin poder contener su emoción, me llamó por mi nombre. La calidez en su voz y la intensidad de su mirada me hicieron sentir especial y apreciada. Sentí un nudo en la garganta, pero respondí con una sonrisa, sabiendo que su presencia cambiaría el curso de este día tan complicado.

— ¡Damaris! -Exclamó, su voz llena de alegría-

Cristophe, a mi lado, observaba todo con atención. Esta vez, siguió la etiqueta a la perfección, haciendo una reverencia impecable a pesar de que no le agradaba la idea de que Claude pudiera arrebatarle tiempo con su hermana. Su mirada reflejaba una mezcla de admiración y descontento, pero mantuvo una postura respetuosa y digna, demostrando su madurez y comprensión de la importancia del momento.

— Su Majestad. -Dije, levantando la cabeza después de la reverencia y sonriendo con respeto y cariño- Claude, debió de haber tenido dificultades al venir de tan lejos. -Hablo damaris-

Claude se acercó a mí, ignorando por un momento el protocolo y mostrando una sonrisa cálida. La formalidad del evento no pudo ocultar la conexión que compartíamos, y sentí una mezcla de orgullo y alegría al verlo tan cerca. Su mirada reflejaba el cariño y la admiración que sentía por mí, y esa cercanía me llenaba de una profunda satisfacción, recordándome lo especial que era nuestra relación.

— Fue un viaje entretenido, ya que venia en camino para en contrarme con la señorita. -Hablo serio Claude- Aunque veo que, los que realmente tuvieron más dificultades, fueron las personas de la mansión.

— Todos estuvieron preparándose para recibir a Sir Claude con todo su corazón. -Sonrió animadamente Damaris- Así que tómese su tiempo y miré los alrededores

Mis padres, George y Astrid, también mostraron respeto, aunque noté una leve tensión en la mirada de mi madre. Simone y Asterophe se mantuvieron a un lado, observando la escena con interés.

La llegada de Claude había transformado el ambiente, y aunque aún había tensiones por resolver, el sentimiento predominante era de anticipación y esperanza. Estaba lista para enfrentar lo que viniera, sabiendo que, con Claude a mi lado, nada era imposible. La calidez de su presencia y la fuerza de nuestra conexión me daban la confianza y el coraje necesarios para superar cualquier desafío.
























❨ Unos minutos despues. ❩
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Nos encontrábamos en el patio trasero, disfrutando del almuerzo bajo el cálido sol. La atmósfera parecía animada mientras hablábamos de cosas cotidianas. Claude se había integrado perfectamente en la conversación con mis padres, y por un momento, todo parecía estar en armonía.

Sin embargo, no pude evitar notar que Asterophe y Simone no compartían el mismo entusiasmo. Conocía la razón detrás de sus comportamientos. Asterophe, incapaz de disimular sus sentimientos hacia mí, se veía distante y algo incómodo. Simone, por otro lado, me miraba con ese desprecio oculto que solo yo podía percibir, aunque se esforzaba por mantener una fachada de cortesía.

Cristophe, siempre observador, también notó la tensión. Con una sonrisa traviesa, decidió aprovechar la oportunidad para lanzar un comentario sarcástico hacia Simone, su cara de inocencia perfecta. La expresión de Simone cambió ligeramente, y aunque trató de mantener la compostura, se pudo percibir una chispa de molestia en sus ojos. La dinámica del grupo se volvía más compleja a medida que los intercambios sutiles y las emociones contenidas salían a la luz bajo el sol radiante.

— Simone, parece que no te estás divirtiendo mucho. ¿Te molesta algo? -Preguntó Cristophe, fingiendo preocupación-

Simone levantó la vista, su expresión una mezcla de sorpresa e irritación. Asterophe intentó disimular su incomodidad, pero no pudo evitar fruncir el ceño ligeramente.

— No, Cristophe, solo estoy un poco cansada. No te preocupes por mí. -Respondió Simone, su voz tensa-

Sonreí para mis adentros, sabiendo que Cristophe había logrado incomodar a Simone con su comentario. A pesar de la tensión, la reunión continuó con una apariencia de normalidad. Todos intentamos mantener la conversación animada, mientras yo observaba con atención las dinámicas que se desplegaban ante mis ojos.

El ambiente en el patio trasero era animado, pero la tensión subyacente se mantenía palpable. Decidí que era el momento perfecto para escapar de la incomodidad y disfrutar de un momento a solas con Claude. Con una excusa educada, me levanté de la mesa y me dirigí hacia él, esperando que entendiera mi intención. Claude, captando mi señal, se excusó también y me siguió, dejando atrás la tensión del grupo para disfrutar de un instante de tranquilidad juntos.

— Claude, ¿Te gustaría dar un paseo por el jardín? -Propuse repentinamente, con una sonrisa en mi rostro-

Claude levantó la vista, sorprendido pero complacido por la sugerencia.

— Por supuesto, Damaris. Me encantaría. -Respondió, correspondiendo a mi sonrisa-

Nos levantamos de la mesa y, con una breve disculpa a los demás, nos dirigimos al jardín. Mientras caminábamos, sentí cómo la tensión comenzaba a desvanecerse, reemplazada por una sensación de paz y comodidad. El aire fresco y el entorno tranquilo nos envolvieron, permitiéndonos disfrutar de un momento de serenidad juntos. Las flores y el follaje nos ofrecían un refugio del bullicio de la reunión, y nuestros pasos se acompasaban con la calma del lugar. Era un respiro necesario, y ambos apreciábamos la oportunidad de estar a solas y reconectar en medio de la agitación del día.






— - 🌷  - To be continue. . . ୭
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