⁰³. 𝓝𝓸𝓿𝓮𝓭𝓪𝓭𝓮𝓼.
El parto de la joven idol cada vez estaba más cerca, no había señales del médico ¿Dónde carajos estaba?.
— Tranquila pequeña, eres perfecta. — Trato de bromear al ver las lágrimas de la chica.
— Kuro, tengo miedo. — Sollozo tomando la mano del castaño. — Tenias razón. No estaba lista.
Kurose estaba entrando en pánico, no importaba cuantos artículos leyera ahora mismo no se encontraba listo.
— Ai, mírame. — Hablo tomando el rostro de la chica y coloco su frente en la suya. — Tu ya llegaste aquí, no puedes rendirte ahora.
Las palabras se quedaron en la mente de Hoshino, observando las estrellas en los ojos del más alto.
Supo que el estaría para ella, siempre. No debía tener miedo.
Entonces la labor de parto empezó.
— ¡Puje un poco más!.
Los cabellos de Kurose fueron presos de las manos de Hoshino jalandolo con fuerza.
— ¡Dijo puja! ¡No jala!.
— ¡Duele!. — Sollozo la chica ahora arañando la cara del chico.
Soporto un poco más este trato hasta escuchar el llanto de los niños.
— ¡Rubios!. — Exclamó Kurose tomando a los dos bebés. — Son rubios.
Las manitas de los bebés pasaban por su cara. — No siento mis piernas, ni mi cuerpo en general.
— Son pesados debió costarte un montón. — Murmura con suavidad permitiéndose apreciar a los niños.
— No quiero trabajar. — Hablo un desganado Kurose con ojeras enmarcando sus ojos.
— ¿Pasa algo Kurose?. — Pregunta la maquillista tomando su rostro con suavidad para poder aplicar el corrector y tapar sus diminutas imperfecciones.
— Kikyo. — La llamó cerrando los ojos con pereza. — ¿Tuviste a tus hijos hace unos meses cierto?
— Si, ¿no lo recuerda?. — Pregunta ladeando la cabeza. — Lloro por que le dije que me iba ausentar.
— Es verdad. — Le dio la razón. — Tener hijos es...
— Complicado. — Completo la mujer. — Recuerdo que los primeros días fueron terribles, sentía que esto no era lo que quería. — Relato acariciando los cabellos castaños.
》Entonces sentí que mi vida estaba decayendo. Pero entonces mis hijos empezaron a crecer y me di cuenta de lo bien que los había criado y que todos esos desvelos y lágrimas valían la pena.
Cada palabra fue escuchada por Kurose, sintiendo la calidez rodear su pecho.
— Cuéntame más, Kikyo.
La sesión de fotos había sido más larga de lo que se había esperado, sus párpados se cerraban y sus piernas se arrastraban hasta su casa.
— ¡Estoy en casa!. — Habla mientras se quita los zapatos.
— ¡Bienvenido!. — Grita Ai desde la sala con sus pequeños en sus brazos.
La pequeña de ojos rosas abrió sus brazos para ser cargada, lo cual sucedió de inmediato.
— ¿Me extrañaste Ruby?. — La pequeña junto su rostro con el del chico riendo al verla juguetear. — Yo si, un montón.
La bebe río moviéndose en sus brazos. — Mi bonito Aqua ¿también me extraño?.
El pequeño de ojos azules lo miro y entonces el rubor creció en su rostro evitando cualquier contacto con el Shinomiya.
— Creo que no.
— ¿Que pasa con esas ojeras? ¿No te pusiste la crema que te di?
— La olvide. — Respondió con voz grave que denotaba su cansancio. — Iré a dormir. Descansa calabaza.
Hablo llevándose a Ruby inconscientemente a la cama. La pequeña estaba feliz por poder dormir en el pecho tonificado del mayor y poder ver su cara de cerca.
— ¿Será muy tarde para decirle que hoy es su cumpleaños?. — Murmura Ai.
La realidad es que Kurose había tenido mucho trabajo debido a su ausencia. Era bueno pero también malo, regresaba demasiado tarde y ya ni siquiera había oportunidad de hablar con el más de 10 minutos.
Sin embargo, vivían en una buena casa con seguridad al máximo. Las cuentas eran pagadas por el y todo lo económico estaba cubierto.
¿A costa de que?
Kurose y Satoru son parientes, Satoru es el abuelo de Kurose.
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