𝓬𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸
𝙴𝚖𝚘𝚌𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜 𝙽𝚎𝚐𝚊𝚝𝚒𝚟𝚊𝚜

Una cena cálida, juegos de mesa y una pijamada fue suficiente para Kurose. Bajo las cálidas mantas puede observar los cuerpos dormidos de Aqua y Ruby, sus ojos cerrados mientras ocupaban su brazo como almohada.

Del otro lado estaba Ai, aferrada a su cintura mientras reposaba en su pecho. Tenía un calambre en el brazo pero lo soportó lo mejor que pudo.

Sin poder evitarlo sus ojos fueron a la gran foto enmarcada dentro de cuarto.

Estaban en un parque mientras comían helado. Aqua descansaba en sus brazos mientras tenía una mueca llena de vergüenza, Ruby posaba como diva en el músculo de su hombros y Ai se colgaba de su cuello con una sonrisa.

— Así se siente una familia ¿eh?. — Hablo en la oscuridad, el silencio permaneció pero eso solo lo alentó a seguir hablando. — Había olvidado lo bonito que era.

Una diminutas lágrimas escaparon de sus ojos, cerrando sus ojos para por fin descansar.

— ¡No es justo!. — Se quejo Ruby aferrándose a la pierna de Kurose. — ¡Apenas llegaste ayer y otra vez tienes que irte!

— Lo siento Ruby, prometo que llegaré temprano y jugaremos. — Se agacho para poder abrazarla, sin embargo ella lo empujo.

Rechazo

— ¡Eres un mentiroso! ¡Nunca vuelves temprano!. — Verla llorar lo hizo sentir terrible, trato de alcanzarla pero la niña salió corriendo gritando algo que le partio el corazon. — ¡TE ODIO!

Quizás era un arranque de ira pero no pudo evitar sostener su pecho en un reflejo herido.

Ai intento regañarla pero fue detenida por el, era una niña, no sabía lo que implicaba decir algo tan severo.

— Esta bien, yo... debo ir a la agencia. — Murmuró. — Regreso en un rato.

Se despidió de la idol y del pequeño Aqua abrazandolos fuertemente.

— Los quiero. — Observó a la pequeña rubia que escondía su rostro lacrimoso en el sofa. — Te quiero Ruby.

Absoluto silencio, soltó un suspiro derrotado. Tomo sus llaves y fue a la dichosa sesión de fotos.

Ahora era embajador de Dior.

Lo que significaba un mayor sueldo y por supuesto una mejor calidad de vida para su trío de estrellas.

Resultaba que habían sacado una nueva colección de ropa en colaboración con una temática de maid.

Había de todo, desde vestidos y pantalones de vestir dignos de un mayordomo o una sirvienta, dependen los fetiches, inevitablemente pensó en Sebastian.

— Ahora que lo pienso, mi abuelo tenia un perro llamado Kuro. — Su mente trato de procesarlo un poco hasta que un click abordó su mente. — Desgraciado, Satoru.

Seguramente su abuelo estaría riéndose de el.

— ¡Kuro! ¡Empezamos en cinco!

— Si, si.

Observo su cuerpo en el espejo. Vestía unos pantalones de vestir negros junto a una camisa de manga larga blanca y unos guantes negros junto a unos tirantes del mismo color.

Cualquiera que lo viera se emocionaría, como ahora mismo. Hasta los fotógrafos estaban embobados. Lo cual le hacía sentir orgulloso, invertía dinero en tratamientos estéticos y el gimnasio, es lo mínimo que merecía.

— ¡Magnifico!. — Lo halago la fotógrafa pidiendo distintos ángulos de su rostro y cuerpo. — ¡Sabía que tu eras el correcto!

— Muchas gracias.

Escuchar el click de la cámara ya era algo a lo que estaba acostumbrado, todos los ojos lo observaban, a veces con pasión y otras con recelo.

Deseando ser el.

Pero solo existía un Kurose Shinomiya, el bastardo con ojos de estrella y rostro de Adonis. Un hombre que se repetía a sí mismo que debía vivir cómodamente por que eso era el éxito.

— Gracias por su arduo trabajo. — Escucho decir a la fotógrafa.

— Gracias. — Finalizó el inclinándose en una reverencia, observó su teléfono notando el tiempo que había transcurrido.

Había acabado temprano y con el tiempo justo para llegar a comer con Ai y sus niños. Pensó en Ruby y en su carita.

A un lado de la agencia recientemente habían abierto una tienda de juguetes, siempre le mandaba fotos a Ai para que escogiera regalos para los niños.

Sin embargo ella siempre negaba con la excusa de que los malcriaría. Así que a escondidas les pregunto a ambos pequeños que cosas les gustarian

Aqua era un viejito en el cuerpo de un niño que le había pedido un libro, no pudo rebatir a su estrellita por que se veía muy emocionado cuando lo pedía.

La segunda fue Ruby quien le pedía una muñeca de porcelana, con diferentes cambios de ropa y zapatos. Tampoco pudo decirle que no.

Con una sonrisa en sus labios ingresó primero en la librería. Al ser un libro nuevo era costoso pero valía la pena. Después paso a la tienda de regalos donde vio la misma muñeca que Ruby quería.

Una idéntica a Hoshino Ai que le hizo rodar los ojos. Para colmo era bastante cara pues era artesanal hasta el cabello.

Con ambos regalos en sus manos subió a su coche tarareando una canción infantil mientras prendía el motor, con la mirada llena de ilusión se dio paso a manejar.

La señal de alto fue una señal para detenerse, pero había un error.

Un coche detrás de él aceleró, causando un choque.

No hubo muchos daños en realidad, no hasta que un camión no pudo detenerse y fue el segundo impacto, uno realmente fuerte que lo había lanzado lejos en la calle.

Su rostro estaba pegado al volante con sangre deslizándose, entre sus dedos estaba la muñeca que había comprado para Ruby.

La había protegido del "accidente".

Chan Chan Chan.