Capítulo OO4
"Me gusta cuando me tocas. No quiero borrar este momento jamás."
A la mañana siguiente. Sintió como una mano acariciaba su pecho pero no sé despertó. Sabia que había ocurrido. Solo suspiró aliviado de cumplir su objetivo.
-Papi~
Jimin podía llamarlo en un susurro tierno. Quería que despertara. Pero tenía una mejor idea. Se sentó sobre su regazo y luego salto un poco.
El azabache frunció el ceño. Luego se levantó bruscamente y tomó el cabello del rubio en un puño para luego jalar de este hacia atrás.
-Aah~ papi. Tan brusco, me gusta.
Lo soltó rápidamente y luego bostezó.
¿Que hora era? Ya parecía ser muy tarde, según su intuición.
-¿Por que no te has ido aún?
-Papi, hace frío fuera. Mi ropa está fuera.
Sonrío divertido mientras recordaba como le había arrancado cada pieza de su ropa sin descaro.
-Bueno papi quería follarte. Joderte profundamente. No me gusta esperar.
El rubio sonrío también pero el fue más juguetón. Solo se removió un poco sobre su falo sin descaro. Solo podía restregarle el culo sobre su miembro.
-No te cogeré hoy.
El azabache solo se movió un poco para poder sacarlo un poco de encima pero el contrario se negaba y llorisqueaba.
-Papi, no~ Antes de que te vayas, quiero saber la edad de mi papi. Siempre pregunto por la edad de todos los hombres.
-¿Acaso anotas sus edades en una libreta y luego la sumas?
El rubio río mientras soltaba un pequeña risita. Y luego uso su tono tierno.
-No papi. Siempre me gusta saberlo.
-No creo que te interese. No hace falta saber. Tu disfrutas y yo también. Fin del tema.
El rubio se movió de su regazo y lo vio sentarse en el asiento. Pero se acercó un poco a el mientras aún quería seguir hablando.
-Quiero saber papi. Por favor déjame saber.
El rubio recostó su cuerpo sobre sus piernas musculosas. Lo hizo lentamente y de manera sensual. Pasó un mano sobre su propio torso sin dejar de mirar directamente a los ojos del contrario. Lo estaba tentando pero también estaba jugando sucio para saber lo que quería saber.
Lo pensó por muchos minutos mientras se mordía el labio inferior al verlo tan sensual tendido sobre sus piernas musculosas y juntas.
-Bien. Supongo que veintiséis años no es mucho para ti o ¿si? ¿O soy demasiado hombre para una cosita tan pequeña como tú?
-¡¿Veinti- veintiséis años?!
Se sorprendió rápidamente. Luego se levantó de sus piernas para mirarlo atónito.
-¿Qué? ¿Algún problema?
-Es que no pareces de veintiséis años. Tu apariencia se ve muy joven.
-¿Y qué? Tú pareces de veintiuno.
-No te equivocas.
Jeon tragó duro al verlo. ¿Qué?
Solo miró de reojo la manija de la puerta del auto. Rápido se inclinó para abrirla. Debía escapar antes de que algo más llegará suceder allí. Pero con lo que había ocurrido la noche anterior, era más que suficiente.
Jimin lo tomó de los hombros por detrás y lo jaló hacia el. Le encantaba los hombres mayores. Era tan perverso.
-Papi. No te vayas. Me gustas, eres tan perfecto. Me gusta como me has hecho sentir anoche sobre este asiento.
-Si claro. Eso era por qué no sabía tu edad.
-Pero papi. Soy mayor igualmente. Podemos seguir follando todo lo que queramos.
El azabache soltó una risa sarcástica y luego se soltó del agarre del rubio. Salió rápidamente del auto y caminó tomando su traje. El cual se lo colocó con rapidez.
Estaba descalzo. Tenía que buscar sus botas de trabajo. Pero en medio del camino piso unas bragas negras y miró al rubio que bajaba del auto tan delicadamente y desnudo como dios lo había traído al mundo.
Caminó hasta el pero el mecánico fue rápido. Tomó las bragas negras y las metió en su bolsillo trasero. Sonrío burlón al verlo buscar por todas partes su traje lujoso que llevaba la noche anterior.
-¡Oh dios mío! ¿has visto mis bragas?
Estaba preocupado por no encontrarlas, pero en medio de eso decidió vestirse con lo que tenía en mano y siguió buscando sus bragas aunque estuviera vestido pero sin ellas debajo de sus pantalones.
-No...
Iba a continuar con una excusa absurda pero el jadeo de asombro de Jimin lo detuvo. El rubio tocaba su cuello desesperado y sabía que algo faltaba allí. El collar de diamantes.
-Dios no, no. Mi precioso collar. ¿Lo has visto? Mi madre me regañara. Era un regalo de ella. Oh por dios.
Solo pensó en algo en que decir. Sabía que había hecho la noche anterior. Le había arrebatado su collar bruscamente mientras se lo follaba pero no dirá la verdad. Mejor decir que..
-Dios no. Nunca los veo. Me parecen horribles.
No diría nada más, ojalá pueda creerle de esa manera. No quería inventar otras palabras para salir ileso del tema.
El rubio solo buscó un poco más y luego se dió por vencido. Está bien. Pensaría en lo siguiente. Iría a una joyería muy lujosa y compraría otro. No era muy difícil. Solo debía utilizar sus millones guardados en su banco.
-Oh. Está bien. No importa. Compré otro más costoso.
Jungkook lo miró con mala cara. Si claro. Pierdes algo y al día siguiente tienes otro más costoso. El apenas tenía algunas ropas y algunos zapatos. Con suerte podía lavar sus dientes también además de ducharse.
-¿Ya te irás?
El rubio se detuvo cuando iba de camino a la salida cerrada del taller. Se giró sobre sus zapatos y lo miró curioso.
-Ah... Bueno. Tenía un tema que conversar contigo pero no es la hora para eso. Mejor te veo luego.
-¿Conversar conmigo?
-Mejor espérame en la noche.
Jimin guiño un ojo y luego salió del taller, no sin antes abrirlo. Caminó hasta su Lamborghini y subió con la mirada de Jungkook puesta en el.
Sonrío mientras encendía el motor. Pero su sonrisa se borró cuando la mano de Jungkook se alzó al aire y dejaba que en su dedo índice colgará la braga negra que el llevaba antes.
𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭 𝐒𝐞𝐱
-Oh mierda. Pareces un zombie. ¿Has dormido bien?
Taehyung río mientras veía a su jefe sentado sobre el capó de su auto con una cara de cansado. Pero tampoco se tomó la molestia de responder. Solo lo miró algo perdido.
-Bueno. Pareces un zombie y según anoche intente entrar al taller pero no pude. Has cerrado muy temprano.
Luego el castaño se tomó un tiempo para pensar sus propias palabras y luego reflexionó. Oh si.
-¿Hubo noche de acción acaso? ¿Quien es la mujer afortunada?
Jungkook sonrío falsamente y luego la borró. Luego le hizo un gesto que lo golpearía con un puño si no dejaba de hablar tonterías.
Pero Taehyung río en vez de asustarse. Sabía que su jefe a los veintiséis años aún se mantenía.
-Vienes a burlarte de mi actividad sexual. Te digo que aún se me para muy bien.
Luego sacó un cigarrillo del bolsillo trasero de su traje y lo llevo a sus labios. Después lo encendió.
-Seguro. Eres joven después de todo.
Su compañero de trabajo palmo su hombro y luego paso por su lado para salir del taller por clientes.
Mientras le daba caladas a su cigarrillo, fue sorprendido por unos labios que besaron su mejilla. Luego se alejó sorprendido.
-¿Que mierda? ¿No sabes que está Taehyung aquí?
-¿Y qué? ¿No le has contado sobre cómo follamos anoche?
Se movió rápidamente hasta el rubio y tapó su boca con una mano. Acercó ambos rostros a solo centímetros. Solo podía mirarlo directamente a los ojos como si quisiera matarlo por decir eso.
-No. No lo sabe. Mejor no digas nada. Es mi compañero y yo soy su jefe. Debo dar el buen ejemplo de que nunca debe acostarse con clientes.
Sacó su mano lentamente de aquellos labios. Luego miró sus ojos que lo miraban coqueto acompañado de una sonrisa traviesa.
Podía ver sus ojos pero desvío su mirada de ellos cuando algo más brillaba en el. Otro collar de diamantes en su cuello. Genial.
Sonrío orgulloso de ya tener uno.
Se acercó lentamente al rubio mientras acariciaba su cuello delicadamente.
-¿Este cuello tan delicioso lleva otra vez collar? Que lastima.
Solo susurro lo último que había dicho. No lo había escuchado.
-¿Te gusta? Es muy bonito. Queda bien en mi apariencia. El hombre que me lo mostró lo dijo.
Asintió varias veces y retrocedió unos pasos.
-¿Quieres hablar del tema que tienes pendiente?
Tomó entre sus dedos el cigarrillo y lo saco de sus labios para luego expulsar el humo.
-Me gustaría.
-Bien. Sígueme.
Ambos caminaron pasando el taller. Tomaron el camino por un pasillo hasta una pequeña habitación que parecía ser una oficina. No tenía muchas cosas. Solo un escritorio. Muchos estantes con papeles y algunos pósters de autos.
Jungkook caminó hasta detrás de su escritorio y tomó asiento. Luego apagó su cigarrillo en el cenicero. Espero por el rubio que se movió extraño cuando cerró la puerta de la oficina pero ignoró eso.
El rubio solo había cerrado la puerta con seguro cuando apenas vio la llave en esta. Sonrío malicioso y lo hizo. Se había encerrado con Jungkook en un lugar pequeño.
-Bien. Dime qué quieres hablar. ¿Es sobre tu auto? Estoy encantado de aceptarlo si me lo regalas.
Jimin río un poco. Camino hasta tomar asiento frente al escritorio y cruzó las piernas. Saco de su bolso lujoso que traía en su hombro, un montón de papeles juntos.
Jungkook arqueo una ceja confundido y tomó los papeles que estaban juntos uno arriba del otro. Tenía que leerlo pero antes de eso fue interrumpido por el señorito Park.
-Tienes que escucharme antes.
-Esta bien. ¿Que debes decirme?
Habían dos posibilidades para Jimin. Decirle lo que tenía como secreto oscuro o decirle paso por paso que necesitaba un dominante como Jungkook. Solo quería ambas pero no sabía cómo resultarán las dos.
-Yo.. tengo un secreto.. uno muy oscuro y que nadie puede mantenerse a mi lado al saberlo.
-Bueno... ¿Y qué?
Jungkook se inclinó hacia atrás en su asiento con los brazos cruzados mientras lo escuchaba atento. Pudo ver cómo el contrario pasaba saliva duramente.
-Por favor no vayas a verme raro cuando lo diga.
-No lo haré. Acelera el tema.
Jimin respiró hondo y se preparó mentalmente para recibir todo tipo de mala mirada que podría recibir del azabache antes de decir la verdad.
-Bien. Soy masoquista.
El silencio en el ambiente lo hizo sentirse incómodo y más cuando la sonrisa burlona del contrario se borró por completo. Estaba contento de saber su secreto oscuro. Hasta llegó a pensar que podía sacar provecho de ello como la braga en el motor. Pero no fue así.
El rubio se abrazo a el mismo mientras sentía la mirada del otro sobre el. Bajo la mirada avergonzado mientras sus mejillas rojas explicaban que realmente lo estaba sin necesidad de hablar.
-No sabía que te gustaba que te azoten.
-Si. Es placentero para mí.
Ambos bajaron la mirada mientras se mantenía pensativo por un buen momento. Hasta Jungkook fruncía el ceño tratando de entender lo que había caído como un balde de agua fría sobre el.
-Entonces... ¿Que tengo que ver yo con tu secreto de ser masoquista?
-Hace años busco un dominante. Conocía a alguien pero no volví a verlo. Nadie puede cumplir mis fantasías. Siempre me dejan solo. Ya sabes... No las soportan.
Abrió la boca para decir algo pero mejor se calló. Sonrío nervioso.
¿No estará pensando acaso en...
-Se mi dominante, Jungkook. Castigame por favor.
Su cara quedó en blanco. No sabía que decir. Solo su cara podía mantenerse así hasta que buscará un respuesta en su mente. Si fuera otro tipo, quizás se hubiera desmayado por la impresión pero por suerte era diferente.
-Entonces... ¿Los papeles para que son?
-Es un contrato de dominante a sumiso.
Esto iba de mal en peor. Solo recibía pequeños problemas para tragar saliva cada vez que una nueva palabra salía de la boca del rubio. Río un poco nervioso y asiento varias veces como si entendiera todo pero en realidad no sabía que hacer.
El rubio sonrío contento al verlo supuestamente con buenas emociones cuando en vez de eso no había recibido malas caras del contrario. Solo parecía haberlo aceptado.
-Tu... ¿Te gustaría ser mi dominante?
-Lo pensaré.
--¿No puedes pensarlo unos minutos aquí y luego leer el contrato? Realmente es urgente que deba tener un dominante. Mis fantasías cada vez son más difíciles de reprimir.
-Tranquilo nene. Dije que lo pensaré.
Sus brazos se colocaron detrás de su cabeza y luego subió las piernas cruzadas sobre la mesa del escritorio. Sus botas sucias casi ensuciaron el contrato y Jimin lo tomó antes de que el barro de su calzado lo arruinara. Jungkook soltó una pequeña sonrisa burlona.
-Solo.. no me iré hasta que lo termines de pensar. Estoy desesperado.
-Esta bien. Voy a leer ese contrato.
Extendió su mano hacia Jimin y hizo un gesto de querer tomarlo pronto para que le entregará los papeles. El rubio no se negó, con una sonrisa cálida se lo entregó con delicadeza pero Jungkook se lo arrebató bruscamente y luego le lanzó una mirada de impaciencia.
-Vemos que tenemos aquí. Aah... Mmh... No. Vuelve luego.
Su mano le extendió de regreso los papeles pero Jimin lo miró serio. ¿Estaba jugando con el? Por qué si eso hacía... Se estaba equivocando con el. Podía verse tierno y delicado pero tenía su lado de enojo.
-Solo léelo. No te tomara mucho tiempo.
El azabache soltó un suspiro y luego procedió a ser valiente ante lo que se encontrarían sus ojos.
Los ojos del rubio solo podían mirar fijamente las expresiones que podía llegar a tener el contrario en su rostro a medida que leía cada palabra.
Pero Jungkook lo miró de reojo y luego sonrío burlón. Su mirada volvió al contrato y se giró un poco para evitar que Jimin mantenga su mirada en su rostro. Solo con el contrato cubrió su rostro y siguió leyendo.
Aún no podía creer que en todo el minuto en que estuvo el contrato frente a sus ojos, seguía estando en la primera regla de este. Tenía que avergonzarse de no haber avanzado ni un poco.
Regla #1: El sumiso debe ser respetuoso, educado y bueno con el dominante. Si es todo lo contrario, debe ser castigado. Bajo esta práctica, el sumiso no puede negarse pero si el sumiso realmente quiere negarse fuera de la práctica, entonces será una excepción.
Regla #2: Los castigos pueden ser como el dominante realmente desee y como imagine. Son los únicos que pueden utilizar objetos como fustas, látigos, cuerdas, esposas, entre otros objetos. Siempre llevan el mando en la práctica.
Reglas #3: Nunca dañar a un sumiso más de lo que la práctica permite. Nunca sobrepasar los límites de dolor. Siempre estar dispuesto a parar si el dolor deja de ser placentero.
Estrecho los ojos y luego movió un poco el contrato de sus ojos solo para ver a Jimin jugando con sus manitos.
¿Por qué algo tan tierno se metería en esto? ¿Realmente le encantaba esto? ¿Realmente le gustaba ser sumiso?
Sus ojos volvieron al contrato. Apretó los labios cuando las reglas seguían.
Regla #4: Una vez que el contrato es firmado por ambos (dominante y sumiso) están aceptando el consentimiento de poder hacer la práctica sin problemas. Para terminar el contrato, ambos deben estar de acuerdo en dejarse.
Regla #5: El sexo está permitido siempre en cuando sea placentero. El castigo en el sexo está permitido. Así como los lugares públicos y entre otros.
Sus ojos bajaron un poco más y encontró una pequeña nota en pequeñas letras.
Nota: los sumisos realmente aman el dolor. Su placer es interminable. Siempre pueden pedir por más si se portan bien. Incluso pueden hacer lo que sea por placer. Pueden ser humillados. También pueden hacer lo que el dominante quiera.
Bajo el contrato solo para mirar a Jimin, quien sonrío tiernamente. Luego lo vio parpadear varias veces. Si era muy tierno pero alguien tierno no sabía que podía ocultar estos gustos.
-¿Por qué?
-¿Disculpa?
Jimin estaba confundido. ¿Que sucedía ahora? ¿Por qué el contrario lo miraba como si fuera una investigación?
-¿Por qué te gusta esto?
-Yo.. simplemente me gusta. No hay razones para eso. Me encanta demasiado.
-No me entiendes. ¿Por qué lo haces también?
-Bueno. Yo... No sé por dónde empezar. Realmente me gusta desde que tenía dieciocho años. Fue la primera vez que veía algo como esto. Estaba caliente como el ambiente que me rodeaba.
-¿Y entonces?
Jungkook colocó el contrato sobre el escritorio. Los ojos de Jimin seguían sus manos tatuadas y en sus ojos había un poco de llamas. Sus labios gruesos fueron humedecidos por su lengua rápida. Lo miró con ojitos de perrito y siguió su razón.
-No se si pueda decirlo pero realmente se que es la razón por la que soy así. Pero esa noche no fui el mismo cuando conocí un lugar totalmente nuevo para mi y sobre todo a alguien en especial. Uno que no sabía que podía ser tan caliente con solo un toque.
Aquel rubio solo había visto miles de cosas esa noche. Con tan solo dieciocho años. Estaba en su casa junto a sus traviesos amigos. Ellos lo invitaron a conocer algo nuevo. Lo llevaron a un lugar con el que se sentiría identificado por años.
Dentro del lugar. Todo era de color rojo. Luces, sofás, puertas y incluso las personas que caminaban por ahí vestían de trajes algo provocativos del mismo color.
Sus ojitos miraron hacia todos lados. Estaba sorprendido. ¿Que era este lugar? Sus amigos tiraron de sus ambos brazos para introducirlo al lugar donde perdería la imagen de niño bueno y se volvería un secreto para el.
Ver cómo las personas disfrutaban entre ellas. Los látigos sonaban sobre las húmedas pieles. Luego otras personas gateaban hacia unos hombre vestidos de traje oscuros y máscaras del mismo color. Ellos estaban sentados en sofás mientras que sus miradas seguían a las personas que gateaban hasta ellos.
Sus manos tenían látigos y fustas de color rojo.
Se asombró cuando uno de esos hombres golpeó con su látigo en la espalda a una de las mujeres que gateaba hacia el. Pero ella no parecía quejarse de dolor. Su voz era de placer. No había dolor ahí. No parecía existir.
Su ojos se voltearon hacia otro lado mientras su cuerpo era llevado aún por el lugar.
Podía ver una habitación iluminada con cortinas rojas como puertas. Se podía ver las sombras de muchas personas en una cama grande. Solo había una persona que estaba sentada en la cama y las demás solo jugaban a su alrededor.
Pero aunque todo lo que veía era nuevo y confuso para el. Sus amigos parecían estar acostumbrados aquello.
El silencio hizo presencia en el salón rojo al que llegó. Dónde habían muchas personas jugando con otros hombres que llevaban trajes oscuros como los anteriores que vio.
Todo estaba decorado con telas rojas que caían del techo hasta el suelo. Muchos sofás y almohadas por el suelo. Las personas estaban sobre el suelo pero también recostadas sobre las almohadas rojas. Los hombres que llevaban látigos estaba sentados en el sofá y no paraban de sonreir lascivos cuando veían como las personas del suelo se tocaban y jugaban entre ellas.
Todo se acabó. Todos giraron con miradas llenas de llamas en sus ojos cuando algo se haría presente pronto. Algo que cambiaría a Jimin.
Había un balcón en el mismo salón. Estaba alto y decorado de barandas rojas con algunas luces del mismo color. Luego había un gran marco de puerta grande. No había una puerta allí. Solo telas rojas que tapando todo lo que se podía, evitando las miradas hacia dentro. Parecía la recamara de un rey que salía afuera por su público.
Las telas fueron corridas. Dos mujeres vestidas de vestidos rojos pegados al cuerpo, salieron de la recamara. Tomaron lugares contrarios. Una en cada lado, sosteniendo la tela para que no cayera.
Su aire se escapó de su cuerpo completo cuando sus amigos los soltaron de los brazos para luego sonreír hacia el.
Los zapatos oscuros del desconocido rey cedieron y caminaron hasta fuera. Al balcón donde sería visto por todas las personas del lugar. Su cuerpo vestía de un traje rojo oscuro y su máscara del mismo color solo cubría sus ojos pero aún podía ver. Sus manos tomaron fuerte la baranda de su balcón y sonrió cuando los miembros sonreían orgullosos y otros juguetones.
Los ojos de Jimin conectaron con los de el. Fue como una llama lo que sentía en su cuerpo cuando sus ojos profundos solo lo veían a el. Sabía que el no pertenecía ahí. Sin embargo. Sus amigos si pertenecían al lugar.
Sabía que Jimin había sido invitado por sus amigos. Le estaban mostrando un mundo nuevo. Parecía un gatito. Uno asustado por ver cosas nuevas pero sorprendido de verse a el mismo en un lugar así.
Sus labios gruesos fueron su perdición cuando lo vio suspirar. Su pecho bajaba y subía rápidamente. Si así respiraba cuando estaba tan sorprendido. ¿Cómo sería en una situación diferente?
Relamio sus labios y lo vio tan indefenso. Era como carne fresca en este lugar. Una que podía ser probada por cualquiera si el no se adelantaba.
Solo acomodó su máscara y sonrió hacia Jimin pero esa sonrisa de amabilidad se transformó a una lasciva en tan solo un segundo.
Solo giró sobre sus talones. No hablaría hoy lo que tenía pensado. Mejor se encargaría de otras cosas.
A las semanas siguientes. Sus amigos estaban orgullosos de que Jimin les insistirá para volver al lugar solo para ver al rey del club de BSDM.
Solo quería verlo a el. Aunque los miembros intentaban tocarlo en orgías y fiestas placenteras. El se negaba. Solo quería ver al rey una y otra vez. Pero el no solía estar allí.
Pero una noche fue afortunada. Era una fiesta de placer. Pensó que sería buena idea vestirse como los demás miembros. Quizás podía llamar su atención. Solo se colocó una ropa de color rojo y provocativa. Un crop top y unos pantalones ajustados. Quizás unas cadenas también serían atractivas en su cuerpo.
Camino hasta el salón con la mirada de todos sobre el. No le importaba lo que dirían. El rey era más importante.
Y ahí podía verlo. Estaba gozando de una buena copa de vino mientras todos sus sumisos y sumisas jugaban entre ellas pero nunca lo tocaban. Por más que quieran, estaba prohibido. Solo el podía desear si lo tocaban o no. Pero nadie podía hacerlo sin su confirmación.
Su mirada se volvió fría cuando dejó de mirar a las personas en el suelo que jugaban a tocarse y se desvío hacia rubio que estaba parado a una distancia lo suficientemente buena como para apreciar sus ojos azules debajo de esa máscara que llevaba de color rojo.
Rojo.
El también llevaba el color rojo y era un rey. Pero un simple miembro no podía llegar aquel rojo si no era el.
Ignoró eso cuando el rubio camino sensualmente hacia el pero sus pasos se detuvieron nuevamente. Solo tenía el obstáculo de las personas en el suelo. Separados por ellas. Solo se miraron fijamente. Y el rey lo miró con superioridad. Luego sonrío malicioso.
No estaba nada mal para ser un rubio valiente que llevaba su color rojo sin permisos. Llevar el color rojo en este lugar sin la confirmación del rey, implicaba un castigo.
Ladeo la cabeza mientras sus ojos examinaban de abajo hacia arriba aquel chico misterio de rojo. Mordió su labio inferior y su piercing de su labio fue víctima del fuerte apretón de sus dientes.
-¿Vienes en busca de un dominante? Te veo muy rebelde. ¿Necesitas que te enseñen a respetar?
Su voz profunda llegó a los oídos del rubio, quien casi se cae sobre sus rodillas por sentir recorrer la sensación de aquella llama en su cuerpo que quemaba. Sus piernas temblaban pero no lo haría notar.
Se mantuvo firme y lo miró directamente a los ojos.
No respondería a su pregunta. No sabía a qué se refería con dominante pero se dejó llevar por el calor que le producía su voz en su piel.
-¿No piensas responder? Es curioso verte vestido así. No hace mucho tiempo desde que has venido y ya ansias usar mi color. No siquiera eres miembro. No como tus amigos.
Su respuesta hacia el rey fue solo sonreir burlón. Sus pies de volvieron desnudos cuando quitó lentamente sus zapatos. Estuvo inclinado hacia adelante mientras llevaba sus manos hacia sus zapatos.
Era muy atrevida aquella vista que tenía el rey. Sus botones pequeños y rozados se veían gracias a que el crop top se alejaba de su cuerpo al inclinarse.
Relamio sus labios y luego bebió un poco de vino.
La mirada del rubio era traviesa mientras se quitaba el último zapato. Luego tomó el valor suficiente como para hacer lo que tenía pensado de hace semanas.
Dió el primer paso entre las personas que estaban en el suelo. Esquivó sus cuerpos y el rey se inclinó hacia atrás en el sofá grande. Solo se sorprendió al ver por primera vez como alguien se animaba a caminar directamente hacia el con esas actitudes valientes y libres de miedos por castigos.
Su aire se escapó de sus pulmones cuando el rubio se subió decidió sobre el. Sentándose en su regazo.
Todos se sorprendieron al ver tal acto y se asustaron de que lo que podría pasarle a ese joven rubio. El rey era cruel con sus castigos y uno de el era muy placentero pero eran difíciles de olvidar.
El rubio tomó la copa del rey y sin descaro tomó todo el vino que le quedaba. Luego la arrojó hacia un lado.
El rey no podía procesar lo que estaba sucediendo. Se mantuvo atónito y asombrado.
Sus manos cubiertas de guantes negros fueron tomadas por el rubio travieso. Luego fueron entrelazarlas. Su trasero se comenzó a mover sobre el pero la inexperiencia se notaba. Aunque se esforzaba por hacer lo mejor.
-Rey... Estoy tan feliz de verlo frente a mis ojos. Por favor, quedase así. Yo ansiaba verlo desde que lo ví por primera vez.
Pero el rey solo podía mirarlo a los ojos con una expresión en blanco mientras su entrepierna era despertada poco a poco. El rubio se adelantó cuando iba a decir algo. Sus labios gruesos besaron su mandíbula marcada y afilada. Luego su rostro fue tomado por las manos del rubio y luego su atrevimiento llegó muy lejos cuando lo besó.
Todas las personas que los miraban no pararon. Comenzaron a reír juguetonas y comenzaron a sentir excitación al ver al rey recibir un poco de amor que ellas ansiaban. Ansiaban besar sus labios y estar arriba de el.
Los guardias intentaron caminar hasta el rubio pero el rey desvío su mirada hacia ellos y los detuvo con un gesto.
Sus labios respondieron al rubio pero su lengua fue quien sorprendió a este. Entro en su boca y luego tomó su cintura. Lo recostó bruscamente sobre el sofá. Se colocó entre sus piernas mientras sus lenguas no paraban de jugar ansiosas. La primera vez que se veían y ya bailaban en una danza caliente de saliva junto a sus labios.
Sus guantes negros se colaron por debajo de su crop top y acariciaron sus pezones. Estaba estaba en el cielo. Sus labios no paraban de soltar gemidos ahogados en los labios del contrario.
Intento hacer lo mismo. Su inexperiencia lo llevaba a imitarlo todo para no parecer que era su primera experiencia en esto.
Pero el rey azotó sus manos cuando intento tocar por debajo de su traje. Aunque el rubio había tocado un poco y lo que había sentido un poco fueron sus abdominales marcados. Se sorprendió cuando el dolor por primera vez no dolió cuando sus manos fueron azotadas. Sino que fue un poco de placer.
Jadeo satisfecho cuando sintió sus manos rojas pero calientes como su cuerpo.
Llorisqueo cuando el rey siguió besando y frotando sus botones. El no podía tocarlo como había deseado por noches tras noches. Pero el azabache sí podía tocarlo. Y a su antojo.
Pero tanto placer inexplicable llegó a su fin cuando el rey abrió sus ojos. Cayendo a la realidad de lo que había hecho. Nadie podía estar así con el sin un contrato de por medio. El era costoso y difícil de obtener. Ese era su papel y rol.
Se alejó rápidamente mientras se tocaba suavemente los labios totalmente húmedos de saliva ajena mezclada con la del contrario.
El rubio se sintió confundido al saber que todo había parado. Se apoyo sobre sus codos y lo miró con deseo. Ese rey era más de lo que pensaba. Sus labios eran una tentación. Tenían algo que los volvían adictivos. Había cumplido casi la mitad de su plan.
Relamio sin descaro sus labios con resto de saliva con la mirada preocupada del rey sobre ellos.
Intento acercarse a el para tomar su cabello azabache y volver a besarlo pero el contrario se escapó de el. Se levantó rápido de su asiento y corrió lejos de ahí.
Todo el silencio apareció otra vez y las personas que estaban tan ansiosas jugando entre ellas mientras disfrutaban del acto del rey, tuvieron que parar.
Solo su mente estaba lejos de la realidad porque todos sabían perfectamente que había sucedido.
El rey solo corrió por los pasillos rojos del club hasta su recamara. Dónde se encerró rápido y de apoyo sobre la puerta mientras respiraba agitado. Quitó su guante negro de su mano y acarició sus labios hinchados. Aún podía sentir sus labios sobre los de el. Habían sido los labios más exquisitos que había probado jamás.
El rubio mientras tanto, podía ver cómo los guardias lo tomaban de los brazos y jalaba de el para sacarlo del club. Pero su voz exigía por el rey. Exigía querer verlo. Quería saber que había sucedido. Quería saber que había hecho mal. ¿Por qué no podía verlo? Ambos estaban tan bien.
Sus gritos llegaron hasta la recamara del rey. Sus lágrimas de rehusarse a irse estaban presentes. No quería irse. Solo quiera estar con el.
Luchaba contra los guardias y se giraba para mirar al balcón pero nada había allí.
Sus brazos y cuerpo fueron tomados bruscamente por los guardias. Luchando y luchando no podía evitar que su cuerpo poco a poco llegará a la salida. Solo en un último desespero, volteo a ver hacia el balcón y ahí fue cuando sus lágrimas pararon. Pero su rostro quedó sorprendido.
Rey se había aproximado al balcón tan solo un poco y su silueta estaba detrás de las telas rojas. Lo estaba mirando y el también.
Y ahí fue cuando jamás olvidaría aquella noche. Finalmente lo volvió a ver minutos antes de que cuerpo fuera empujado a la salida y las puertas grandes rojas se cerraban en su rostro.
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