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Capítulo OO3

"Eres tan inapropiado y vulgar para mí que ya no me molesta. Seguimos este juego."

Su mano se deslizó suavemente por su mejilla izquierda. El rubio solo podía verlo como si lo contemplaba. ¿Por qué?

Abrió sus labios para decir algo que nunca sucedió. Solo se mantuvieron abiertos levemente mientras sus ojos seguian los contrarios.

-Jamás me hubiera esperado que terminaría así.

Su susurro llegó a los labios del contrario. El rubio solo pudo acariciar aquellos labios con su caliente aliento. Tanta era la cercanía que no sabía ahora cómo actuar.

Eran adultos pero no sabían que hacer cuando finalmente su objetivo de tener a ambos mutuamente muy cerca ya se había cumplido.

Pero no esperó más. El era el culpable de sus tormentos en la noche. El debía ser el que reparará está noche.

Su mano fuerte llegó muy rudamente atrás de su cabeza. Sus dedos se mezclaron con sus cabellos rubios y con apenas un poco fuerzas, sus labios chocaron fuertemente.

Se sorprendió de ser besado tan de repente. Pero aceptó. Aceptó su beso. Dejó de resistir cuando sintió su otra mano debajo de su traje. Su torso estaba comenzando ser víctima del frío aire.

Solo la camisa era un obstáculo. Su abrigo ya había sido despojado y arrojado lejos con fuerza por el mecánico. Seguro luego debería buscarlo por algún lugar.

Quiso por un segundo separase en busca de bocanadas de aire pero sus labios nunca eran libres. Estaban prisioneros bajos otros labios que solo querían devorarse todo a su camino. Su lengua fue la que le hizo darse cuenta que jamás sería dejado.

Un baile de sin hueso había entre sus bocas. Pero la boca del hombre millonario fue la más atacada. Fue le perfecto lugar para continuar el baile morboso de sus lenguas.

Respiró en medio del beso sin importar si sus jadeos interrumpen este mismo. Pero al contrario no le importaba mucho si jadeaba en busca de aire. Mientras no se separará de el, todo estaría perfecto.

Sus manos algo sucias de aceite se colaron debajo de su camisa blanca algo rota. Los botones de esta apenas se mantenían en su lugar luego de que casi fueron arrancados con rudeza por el mecánico pero no logró romperla del todo. Por eso cambio de idea. Sus manos subieron lentamente por su abdomen, pecho y luego sus manos se volvieron puños.

Jamás se espero que después de ahí, el mecánico rompiera su camisa desde dentro hacia afuera con sus fuertes antebrazos.

Los botones salieron disparados y se sorprendió. Intento levantarse para saber que había sucedido pero sus labios lo volvieron atacar.

Su cabeza fue colocada nuevamente contra el capó del auto igual que todo su cuerpo.

Finalmente podía respirar. Su pecho subía y bajaba rápidamente. Sus labios solo buscaban el aire en bocanadas.

Estaban rojos, hinchados y algo lastimados por pequeñas mordidas.

Sus manos se mantenían quietas sobre encima de su cabeza sin la necesidad de ser sostenidas allí.

Solo podía dejarse llevar por la acaricias de sus labios que recorrían su cuello. Dejando pequeños chupones, mordidas pequeñas y besos. Le dió un pequeño besito en su mandíbula y luego siguió bajando.

Con una mano, solo acarició el suave cabello azabache del mecánico mientras sentía como sus labios seguían el camino de la tentación. Solo dejo que lo hiciera sentir bien.

Su boca atrapó uno de sus botones rosados y rápidamente jadeo. Solo escucho el sucio ruido que hacía al succionar su botoncito dentro de su boca y su lengua no se quedó atrás.

Luego lo abandonó y se encargó del otro. Volvió a succionar su otro botón rosado contrario mientras que una de sus manos se volvía una intrusa bajo su pantalón rojo y sobre todo bajo de su braga negra.

Nuevamente soltó un jadeo pero lo cambió rápido por un gemido de placer cuando su zona erógena estaba siendo tocada delicadamente.

No sé quedaría atrás. El quería provocar algo en el contrario también. Solo llevo dos dedos a sus labios y los succionó ruidosamente.

Sus ojos vieron lo que hacían sus labios con aquellos dedos. Eran tan sucio que le encantaba.

Todo su torso manchado con un poco de aceite por culpa de sus manos que manchaban todo lo que tocaba de su piel. Luego sus dedos dentro de su boca siendo mojados por su saliva y su expresión que le excitaba mientras succionaba.

Sus manos bajaron nuevamente por su torso manchando un poco más y luego tomaron el pantalón del rubio. Sin esperar mucho y con sus ojos fijos en sus labios que chupan todo. Bajó su pantalón con rudeza hasta sus tobillos con un poco de ayuda de las piernas del contrario.

Vio que los zapatos costosos del rubio eran un molesto obstáculo. Solo tomo cada uno y lo quitó rápidamente. Luego los arrojó a cualquier lugar, lejos de ellos.

Sonrío burlón cuando aquel rico hombre volvió a abrir sus piernas para que se colocará entre ellas.

En el trayecto en el que se metió entre sus piernas. Pudo saber que tenía bragas de encaje de lencería erótica como la que había encontrado una vez en su motor pero con la única diferencia de que era de color negro.

No estaba en desacuerdo. Por lo menos era lencería.

Sonrío. Solo quería probar una cosa ahora. Solo se agachó a la altura de las bragas negras y tomó en sus labios el fino borde de estás que comenzaban en su pelvis. Luego fue bajando su ropa interior lentamente con sus labios. Sus ojos se desviaron hacia los del millonario hombre, quien se encontraba sobre sus codos mientras aún chupaba sus propios dedos sin parar pero lentamente.

Finalmente de ayudo un poco con sus manos. Las quito completamente y luego las arrojó hacia otro lado. Se encogió de hombros al saber que el contrario tendría que buscarlas de nuevo.

Aún con sus piernas abiertas y él posicionado entre ellas. El rubio llevo sus dedos a su entrada que estaba pidiendo a gritos ser satisfecha en cualquier momento. Solo introdujo sus dedos lentamente comenzando por uno y luego con otra mano, tomó al mecánico por el cuello para besarlo rudamente.

Mordió su piercing suavemente y provocó que el contrario soltaba un pequeña sonrisa burlona. Se estaba comenzando a poner duro al verlo tocarse mientras era besado.

Solo quiso ayudar también. Se alejó del contrario rápido y pudo verlo quejarse cuando ya no sentía sus labios. Pero sus dedos dentro de el no paraban. Se comenzó a dar placer a el mismo mientras el mecánico retrocedía.

Este camino hasta la mesa de herramientas. Rápido observó que había una toalla en ella. La misma que había utilizado para azotar el culo al millonario pero también estaba limpia está vez. Solo la tomó y luego limpió sus manos.

Sabía que su compañero de travesura estaba desesperado por ser tocado cuando se comenzó a tocar con su otra mano libre todo su torso manchado de un poco de aceite.

Caminó hasta él, colocando la toalla en su cinturón para sostener las herramientas que ahora no llevaba. Está vez con sus manos ya de una vez limpias totalmente. Tomó las delgadas piernas del rubio y las abrió lo suficiente como para entrar nuevamente entre ellas.

Su pecho aun vestido chocó con el torso desnudo del contrario y sin esperar más introdujo dos dedos juntos con los del rubio. Eso le provocó un grito de placer cuando sentía como cuatro dedos ahora estaban en su interior. Buscando aquel punto tan débil que lo haría delirar aún más de lo que ya deliraba.

Comenzó a balbucear sobre los labios ajenos cuando podía sentir que aquellos dedos guiaban los suyos y los incitaba a tocar su punto g. Gimió nuevamente cuando aquellos dedos no hacian nada más que penetrar con rudeza su entrada. Luego imitó con sus dos dedos una tijera dentro de su entrada provocando más placer y estimulación.

-A-adentro... Por favor...

Río entre dientes cuando ni sabía lo que aquel rubio se refería. No podía tener su mente en dos lugares. Debía concentrarse solo en recibir placer.

Su mejilla era rozada por sus labios gorditos que no paraban de besar su rostro pero no lo pondría dentro aún si es lo que quería que hiciera.

Solo negó mientras se alejaba de sus besos.

Sacó sus dedos cuando sabía que se correría pronto. No quería eso aún. Sabía que todo acabaría muy rápido.

Abrió más sus piernas y ahora sí comenzaba los bueno.

Sus ojitos algo abiertos y con lágrimas en ellos por el placer, le enviaron una miradita tierna mientras se apoyaba sobre sus codos para seguirlo con la mirada.

Pero no duró mucho su mirada sobre cuando sus ojitos ahora se volvían blancos al sentir como su miembro comenzaba a ser atendido como era debido. Tomó sus piernas y las puso sobre sus hombros. Luego comenzó a succionar todo su miembro sin importar si lo veían así o que. El estaba en otro mundo disfrutando de los gemidos altos de su compañero.

Era como una melodía para sus oídos y cada vez se volvió adicto a sus hermosos gemidos. No paraba de querer escuchar cada vez más.

Podía sentir las manos del rubio sobre su cabellera oscura pero no le importaba. Solo se dejó ser cuando el contrario manipulaba su cabeza buscando más placer.

Su cabeza bajó y subió mientras una de sus manos daban azotes en el culo de aquel rubio angelical.

Sus labios ya no podían seguir conteniendo su saliva. Esta se escapaba por los rincones de sus labios de tanto mantenerla abierta solo para expulsar sus señales de sentirse tan bien en ese momento.

-¡Ba-basta! ¡Ngh! ¡Ponlo dentro..!

Su voz era un pequeño hilo. Solo podía suplicarle cuando hacia semanas atrás le decía que era un inapropiado. Las cartas estaban invertidas ahora. El inapropiado era el.

-¡Follarme! ¡Ahora! Aah~

Río burlón al parar de hacerle sexo oral. Solo se tomó un momento para mirarlo a los ojos mirarlo a los ojos directamente.

Realmente estaba destrozado. Su cabello ya no parecía estar bien peinado. Toda su cara estaba rojita y llena de lágrimas.

-¿Soy yo el inapropiado? ¿No era que tenías modales?

Su voz sonó muy calmada para el rubio, quien estaba desesperado por ser tomado rápidamente. Solo quería que lo llenará hasta lo más profundo de su cuerpo.

-Quitate la ropa... Por favor.. estoy solito desnudo aquí.

-No me dan ganas.

Eso sorprendió al rubio. ¿Entonces no tendrían sexo? Estaba comenzando a molestarse por no obtener lo que quería. Iba a decirle algo pero se sorprendió nuevamente cuando su boca fue tapada por una de sus fuertes manos.

Con la otra que tenía libre. Desabrochó su traje de mecánico, comenzando por su cuello hasta sus caderas. Dejó caer la parte superior por sus brazos, mostrando ambos de estos tatuado totalmente. También dejo a la luz todo su abdomen y pecho marcado. Su abdomen también contenía algunos tatuajes también. Pero ahora no podía leer lo que decían.

Se mordió el labio inferior como pudo debajo de su mano y luego extendió sus brazos hacia el. Lo estaba llamado indirectamente pero el azabache insistía en no hacerle caso.

Luego vio como aquel hombre mecánico comenzaba bajar el cierre de su pantalón unido a la parte superior de su traje pero paró en el trayecto y desvío su mirada de su pelvis casi descubierta solo para observarlo a él.

-Ahora que lo pienso. Ya no creo que tenga ganas de seguir. Recuerdo cómo me tratas día a día. Mejor lo dejaremos hasta aquí.

Ladeó la cabeza sonriendo lascivo solo para ver cómo el rubio comenzó a rodear sus caderas con sus piernas. No quería que se fuera. Después sus brazos se extendieron aún más y lo atraparon pero se negaba a darle placer.

Se haría rogar. Le encantaba que le rotarán. Y más alguien como el rubiecito millonario que tenía debajo de el.

-¿Quieres que te folle no es así? Pero no lo haré si no me rogas.

Quitó su mano lentamente de sus labios y esperó escuchar que le rogara. Pero nunca sucedió. Solo lo miraba mientras sus manos intentaban impulsar su cabeza para chocar ambos sus labios.

Se alejó un poco. No le daría ningún beso.

Volteó su cara hacia otro lado para que sus labios jamás sea tocados. Eso hizo llorisquear al rubio. El jamás se quería ver a el mismo rogándole a alguien.

Solo quiera lo penetrara. Paso su lengua traviesa por su mejilla. Lamió todo su rostro pero aún así no recibió nada a cambio, solo una expresión fría y desinteresada del contrario.

Pero está bien. Perdería su orgullo de ser el último hombre en la tierra que debía rogar. Solo quería que los demás le rogaran a el. No el a otros.

-Po-por favor...

La mirada del azabache solo lo observó de reojo cuando se interesó en lo que le diría.

-¿Si?

-Follame, por favor. Hazlo. Hazme un desastre.

Cuando pensó que había finalmente conseguido lo que quería, estaba muy equivocado. Estaba a solo centímetros de besar sus labios pero volteó su cabeza nuevamente y se sorprendió.

¿No era eso lo que quería? ¿Que había hecho mal?

-No me gustó. Mejora tu tono y agrégale algo que me caliente. No me la estás poniendo dura.

Solo jadeo cuando sintió como era embestido bruscamente con su entrepierna pero aún vestido. Asintió repetidas veces. Luego rasguño los hombros gruesos del hombre cuando sintió como casi se venía con solo esa embestida. Era increíble. Se sentía como si fuera su primera vez.

-Estoy esperando. ¿Puedes darte prisa?

Su tono fue como una orden. Estaba ordenado algo como eso.

Solo tenía que pensar que le podía calentar. Pensó y pensó.

Sus bragas rojas no porque ni siquiera las tenía allí. Sus gemidos ya no porque no sentía algo que lo estimulara. Pero pensó en algo que con algo que el se auto denominaba.

-Papi.

El tono de voz fue perfecto. Tierno y algo lujurioso. Perfecto para hacerlo fruncir el ceño y girarse hacia el de regreso.

-Quiero escuchar devuelta. Rogame ahora con eso incluído.

Sus manos fuertes tomaron su rostro pequeño y se acercó peligrosamente a sus labios. Relamio antes sus propios labios finos antes de chocar con los gruesos.

-¡Papi, Papi! ¡Follame! Papi haz-

El azabache no permitió que siguiera hablando cuando devoró sus labios rápidamente. Luego mordió su labio inferior y lo estiró causando un pequeño gemido de placer al contrario.

Luego los cargó sobre su torso. Lo sostuvo por su trasero desnudo y caminó con el hasta los asientos traseros de su auto.

Abrió la puerta y lo arrojó dentro sin delicadeza. Eso hizo que el rubio de quejara pero no tanto cuando vió quitarse todo el traje antes de entrar al auto. No tenía nada debajo de aquel molesto traje, solo su piel desnuda.

Cerro la puerta tras el y tomó las piernas del contrario. Tiro de ellas sin nada de delicadeza nuevamente. Se metió entre ellas y tomó en un puño el cabello rubio del hombre. Luego lo jaló con rudeza hacia atrás.

-Auch.. papi.. nadie me trató así antes. Por favor más despacio ¿Si? Los hombres me tratan suave y delicado. Por favor papi.

-Papi tiene sus maneras. Me importa una mierda si otros hombres te trataban como un príncipe. Este es mi taller y mi manera de ser. Me gusta duro y fuerte. Dime qué tú también, bebé.

Su oído estaba siendo deleitado con su voz ronca y luego con sus labios que succionaba su lóbulo de la oreja sin descaro.

-S-si. Me gusta fuerte... Suave... Mejor por favor.

-¿Suave? ¿Un hombre como tú le gusta suave? No estás a las alturas conmigo. ¿Debería enseñarte a resistir lo duro y fuerte?

Entretenerlo con palabras era lo mejor. Podía distraerlo mientras su miembro se comenzaba a posicionar en su entrada y cuando sintiera que debía actuar. Simplemente entraría en el.

-N-no papi, yo puedo resistir solo. Puedo aprender solo papi.

No sonaba del todo verdad su respuesta. Se notaba más nerviosa que segura. Sonrío y río entre dientes.

-¿No tienes ni una pizca de curiosidad como sería duro? Después de tantos hombres que te cogido suave y con delicadeza según tu.

-No. Solo me gusta suave.

-¿Y a quien carajos le importa que te guste de esa manera?

Su cadera se impulsó hacia adelante fuertemente y le arrebató un grito mientras sus manos rasguñaban su espalda. Pasó de estar sobre sus codos en el asiento trasero al ser recostado sobre este por la fuerte embestida.

-Aah~ papi. Se sintió bien.

Sus ojitos se cerraron. Sus labios lo buscaban desesperado cuando el Vaivén de las caderas del contrario comenzaron. Su cabello rubia chocaba contra la puerta del auto con fuerza y sus piernas dolían un poco al estar tan abiertas.

Pero los ojos del contrario se oscurecen poco a poco al ver algo tan bonito además del rubio, quien no paraba de gemir y gritar de placer acompañado de una expresión muy caliente en su rostro.

Su delgado y suave cuello llevaba un collar de diamantes. Aquel collar de diamantes en el que tanto pensaba día y noche. Sonrío malicioso y lo tomó con una mano mientras aún no paraba de penetrar al rubio. Lo tendría ocupado sintiendo placer mientras el se encargaba de quitarle el collar.

Cuando sus dedos lo atraparon. Rápidamente en movimiento brusco, tiro de el hasta que se rompió. El rubio abrió los ojos pero lo besó rápido para que no se diera cuenta y siguió entrando en cada vez más profundo. Podía ver el bulto en su abdomen producto de su miembro haciendo su trabajo de llenarlo en lo más profundo.

Arrojó el collar debajo del asiento del copiloto y luego volvió su mirada al rubio. Río entre dientes y fue burlón en la manera que lo hizo. Lindo pero no lo necesitaba en su cuello ahora.

Solo mordió su mandíbula y luego succionó hasta dejarle una marcha en ella.

Apoyo las manos calientes sobre la ventanilla de la puerta donde el rubio se golpeaba la cabeza levemente con ella. Luego tomó más fuerza para seguir moviendo las caderas de atrás hacia adelante.

Se aburrió por unos minutos de la misma posición todo el tiempo que llevaban ahí adentro. Obviamente al rubio no le aburría cuando el recibía todo el placer que él le daba.

Se sentó en el asiento y luego tomó sus caderas sin salir de su interior. Lo hizo sentarse sobre su regazo. Y espero que se moviera. Eso hizo. Salto muy bajito mientras apoyaba sus manos en las rodillas del azabache y se impulsaba muy poco.

Solo rodó los ojos al verlo tan lento en esta situación. Mejor ayudarlo un poco.

Le hizo una seña con su dedo índice hacia arriba que se impulsará más arriba y luego se dejará caer fuerte. Pero el rubio negaba.

Estaba negando a el. Siendo el quien había comenzado todo. Por el ahora el rubio estaba disfrutando.

Tomó sus caderas fuerte y lo impulso hacia arriba. Luego sonrío cuando lo impulsó hacia abajo, provocando un grito del contrario y un gemido en el cuando su cavidad anal lo volvió apretar alrededor de su miembro. No importaba cuánto tiempo estaban haciéndolo. Siempre se mantenía estrecho aún. No sabía cómo se mantenía sin correrse aún. Pero el rubio ya llevaba tres orgasmos faciles.

Aún insistía por más.

Estaba cerca. Iba a correrse. Apretó los asientos traseros en sus manos. Estaba apunto de sentir el cielo. Solo quería un poco más. Nuevamente llevo sus manos a sus caderas y lo impulsó hacia arriba y abajo todas las veces que quiso.

El rubio no paraba de gemir y balbucear. Tomandose de sus hombros para no caerse. También no perdía la oportunidad de rasguñar estos mientras sus ojos dejaban caer pequeñas lágrimas.

Su cabeza se inclinó hacia atrás cuando ambos llegaron a la misma vez por primera vez en la noche. El rubio era exelente en ordeñar su miembro. Cada gota de el.

La cabellera rubia descansó en su hombro mientras el solo podía jadear al obtener un orgasmo tan poderoso cuando anteriormente había pasado largos minutos sin obtenerlo aún.

-Papi.

Sus labios lo besaron de nuevo. El dejó besar y llenar de besos en todo su rostro. Incluso también dejo que aquellos labios tan irresistibles le succionará la piel de su cuello para dejar múltiples marcas.

Cerró los ojos mientras una mano acarició sus cabellos rubios.

Las miradas de ambos conectaron minutos después. Solo se veían diferente ahora. No era como la primera vez que se habían visto.

-Sera mejor que te vayas, bebé.

-No, Papi. No quiero irme. Quiero seguir.

Sus berrinches lo podían demasiado. Sobre todo cuando comenzó a saltar sobre el nuevamente. Una y otra vez encima de el. No paraba solo buscaba otro orgasmo más.

Abrazo su cintura con uno de su brazos y miró hacia abajo. Miró la unión que tenían entre los dos. Podía ver su miembro desaparecer debajo de las caderas del rubio.

-No me hagas cambiar de opinión. Vete. No es hora de que estés aquí. Es muy tarde para ti.

-Pa-papi~ no.. Aah~ cuídame papi.

Apretó sus nalgas entre sus manos cuando aún parecía que todas sus palabras hacia el eran en vano. No escucha nada de lo que le decía realmente. No era conciente.

Pero está bien. No lo dejaría ir aunque se lo dijera. Solo lo abrazó y luego ambos cayeron sobre el asiento.

Los vidrios del auto estaban muy empañados. El caliente calor de sus cuerpos habían hecho que el aire se volviera caliente de la misma forma. Comenzaba hacer calor dentro y los vidrios eran la prueba de ellos.

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