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Capitulo O14

Secret 2/2

Su mano quitó uno de sus guantes, sus dedos delgados encontraron el camino que deseaban antes de emprender otro más profundo. Quería ser bañados en la humedad de sus labios a su alrededor.

Sus belfos podían succionar perfectamente como si fueran algún dulce favorito. Tres de sus dedos entre sus belfos le provocaban pensamientos impuros en su mente. Imaginaban otra cosa en su boca pero no sus dedos.

No sé quejó cuando esos mismos dedos se alejaron de su boca, luego jugaron con su fina línea de cordura. Jugaban con su entrada, tentando y esperando que no aguantará la ganas de pedirle que lo haga de una vez.

Pero sus labios finos podían chupar y sus dientes mordisquear su oreja para que no perdiera tanto la cordura en un solo sitio. Eso lo hacía pensar que sentía placer en otro sitio mientras el otro era torturado.

Inclinó su cabeza hacia atrás cuando sintió uno de sus dedos entrar por completo en su cavidad y su punto era encontrado como si ese hombre fuera todo un profesional en lo que hacia. Sabía de memoria todo su interior.

Más profundo, más se dibujaba el paraíso en sus ojos. Su punto dulce le dejaba llegar cada vez más como sus impulsos contra este.

Ese dedo fue acompañado por otro más que se unió a la causa. No quería hacerlo solo y mejor ambos empujaron contra ese punto que tan pronto se presionó, los labios de ese sumiso dejaron escapar jadeos agitados mezclados de gemidos largos.

Pedía en su mente que su cuerpo nunca lo dejara ser libre. No quería venirse con solo ser estimulado por su culo. Quería algo más en el lugar de esos dedos.

Los ojos del azabache podían observar perfectamente las expresiones de ese rubio. El reflejo de un espejo en la distancia le enseñaba como se veía el paraíso en una persona sumida en el placer.

—No eres tan superior a los demás cuando siempre tengo que estimularte. Tampoco eres tan superior a mi cuando me rogas que te folle tan duro, bebé. —Su voz ronca en su oido le traía mal. Dejaba que lo llevará a una realidad que no era esa.

Estar con él, es como estar en el paraíso de las torturas que dolían pero crecían en placer luego.

Tres dedos y su mente se desbordó. Sus labios se abrieron, sus gemidos eran alcanzables al nivel en el que su cuerpo se sentía ahora. Mordió sus labios mientras no paraba de gemir, sus lágrimas caían por sus mejillas pero la lengua del azabache las limpiaba sin descaro.

Le daba una probada al placer de ese rubio.

Estaba por correrse si no paraba ahora. Sus dedos empujaban duro y fuerte dentro de su culo. Pronto dejaría de ver el paraíso si no paraba.

—Por favor...

Su voz agitada se producía por su respiración que se encontraba de igual manera. No pararía si es eso lo que el rubio pensaba. Aumentó las embestidas con sus dedos hasta que el cuerpo sobre él comenzó a tener espasmos mientras se corría inmediatamente.

—Mi paraíso...

El azabache sonrío al verlo tan apenado y agitado. Acarició sus mechones rubios mientras pensaba en lo que sería mejor ahora. Esto solo era el comienzo.

—No te preocupes, lo veras de nuevo.

No tuvo tiempo como para pensar en que debía responder. Su cuerpo pequeño ya estaba siendo arrojado sobre la cama roja. Sus ojos lo observaron subirse de rodillas sobre su cuerpo y su fusta era tomada por ambas manos.

—¿Veo como él? Dime qué te ha hecho él que yo todavía no he hecho.

La punta de su fusta acarició su pecho, comenzando desde su cuello, creando una línea imaginaria que comenzaba a marcarse a media que la punta de esta bajaba por su torso desnudo.

«Las manos sobre encima de tu cabeza.» le ordenó él.

Nunca se negó, siguió su orden colocando sus brazos extendidos sobre la cama pero hacia arriba.

Ese paraíso pronto comenzará a verse. La primera visión de este fue cuando los labios de su dominante reemplazaron la fusta que acariciaba su piel caliente.

Cada beso era como un paso al camino al paraíso. Pero el mayor paso fue cuando su lengua húmeda y caliente trazó una línea desde su abdomen bajo hasta uno de sus pezones rosado.

La cabeza del rubio se inclinó hacia atrás cuando sintió ese movimiento tan atrevido sobre su cuerpo, se sintió tan malditamente bien. Sus labios lo confirmaron con ese gemido largo pero sabroso que el mismo azabache devoró apenas llegó a sus labios.

No quería ir más lejos. Sus dedos encontraron otra vez su entrada cuando se colocó entre sus piernas. Su traje rozó con el pecho de sumiso cuando ambos estaban tan cerca.

Volvió a jugar con su punto dulce otra vez pero solo para que la erección que tenía él ahora fuera más dura. Quería algo que lo ponga duro y sumiso era excelente para eso junto a sus gemidos.

No es que no podía ponerse duro pero sentía su cuerpo capacitado para dar placer sin ponerse duro tan rápido.

Cuando su cuerpo ya se sentía lo suficiente excitado por el cuerpo que tenía debajo, entonces fue ahí cuando bajó la cremallera de su jeans y luego bajó su ropa interior junto a su ropa para sacar su miembro.

Abrió un poco su traje superior para dejar a la vista su abdomen marcado y adornado de tatuajes. Deseaba que su amante lo tocará por esta vez.

—Tocame.

Él tragó duro, tembló y no supo si realmente tenía que hacerlo. No sé sentía obligado, después de todo, el también ansiaba tocar.

Sus manos temblaron cuando más se aproximaba a su abdomen pero el mecánico las tomó y las colocó en el. Las ayudó a recorrer un camino de caricias que le gustaba. Eran tan cálidas sobre su abdomen.

El rubio jadeo cuando podía sentir todos sus músculos y mordió su labio. Sus ojos nunca perdieron el movimiento que su dominante hizo.

Arrojar la fusta a un lado y quitarse el cinturón de su jeans para luego doblarlo entre sus manos mientras hacía un ruido similar a los azotes cuando lo estiraba bruscamente con dos manos.

—Dime que quieres esto, se un chico malo.

Y como si un pequeño botón existiera en ese rubio, ese mismo se activó. Jimin lo arrojó sobre la cama con su gran dualidad.

Su rostro solo demostraba superioridad y burla. Cómo si ser malo fuera ser superior pero solo sabía eso.

Se sentó sobre el regazo de su amante mientras movía su culo sobre su erección pero eso solo provocaba que el contrario lo observara con su mirada oscura. Pensando en que haría con él ahora. Sería cruel pero placentero.

—Follate a ti mismo, hazlo.

Sus órdenes funcionaban de igual manera aunque actuará como un chico malvado. Alineó la cabeza de su miembro en su entrada y poco a poco comenzó a bajar por su longitud.

—Eso es, cariño, baja más. —Una de sus manos soltó el cinturón que tenía y azotó con fuerza el culo de ese sumiso sobre él. Claramente un grito de él fue lo que dejó escapar.

Tenía que agradecer que su madre no estaban en casa aún. Está noche lo haría gritar como nunca hasta quedarse sin voz.

—Deboralo entero, bebé. —Un gemido ronco hizo que saber al rubio que todo lo que hacia estaba bien y su azote sobre su culo lo confirmó.

Mejor comenzó a saltar sobre él cuando poco a poco comenzó a ver el paraíso que dejó de ver minutos antes. Saltó y saltó. Sus ojos podían dibujarse corazones de lo bien que se sentía su cuerpo como su mente.

Su dominante no paraba de guiarlo con sus manos fuertes sobre sus caderas. Lo ayudaba a subir y bajar todo el tiempo pero también impulsaba sus propias caderas hacia arriba para embestirlo duro al mismo tiempo que su culo bajaba.

Sus labios dejaban escapar todo tipo de gemido mientras ponía sus ojos en blanco y parecía irse de la realidad pero regresar cuando cada embestida golpeaba su punto.

—¡Se malo! —Un azotó en su culo nuevamente, le era difícil actuar como uno de esta manera. Apenas podía mantenerse sobre él y podía apoyarse sobre el torso del contrario.

Sus lágrimas caían mucho más que antes pero no era malas, ellas eran su placer exprimido por su propio cuerpo.

—¡Pa-papi! ¡Mgh! ¡A-aah!

No soportaba su ritmo. Era demasiado para él. Hacia lo que podía, su cuerpo no tenía límites y sus gemidos eran inalcanzables al nivel del placer que sentía.

No podía expresar con solo gemidos en la manera que se estaba sintiendo. Creyó que se desvanceria allí mismo pero gracias a su dominante, los roles cambiaron rápido.

Ahora estaba siendo embestido sin piedad sobre la cama mientras él lo observaba desde arriba. Sus manos pequeñas comenzaron a rasguñar sus brazos fuertes y tatuados como si ya no soportará.

—¡No! ¡No puedo!

—Si puedes.

Su miembro estaba a punto de soltar toda su semilla pero no pudo cuando una mano le impidió que eso sucediera. Sintió el fuerte apretón y soltó un grito fuerte.

—¿No puedes ser un chico malo como quiero y ahora no puedes soportarme? Un castigo no te viene mal.

Sus llorisqueos no lo detendrían. Continuó embistiendo su cuerpo una y otra vez. Sus uñas no paraban de herir sus brazos y sus cuerdas vocales no eran fuertes para admitir lo bien que se sentía. Su voz se estaba llendo.

Su rostro era el verdadero desastre en el paraíso. Sus lágrimas, sus ojos en blanco y su lengua hacia afuera.

Sus ojos oscuros podían observarlo todo, sus manos eran peligrosas ahora. Las cosas se tornaron más oscuras.

Las manos de ese mecánico se acercaron al cuello de su rubio, quien estaba en otro mundo menos en este mientras su cuerpo recibía todo de él. Rodeó su cuello y comenzó apretar lentamente, poco a poco.

Su sumiso comenzó a buscar aire pero sus gemidos ahogados le quitaban el poco aire que tenía en sus pulmones. Rasguño sus brazos aún más. El placer y la asfixia le estaban por volver adicto a esa nueva sensación.

Su cuerpo sufrió espasmo, se arqueó y se corrió mientras aún era asfixiado bajo los ojos contrarios, que estaban envueltos en la oscuridad del alma.

Pero cuando se corrió el también gracias a su sumiso, su realidad volvió como también la coincidencia de saber que estaba haciendo. Se asombró de lo que le estaba ocurriendo y inmediatamente soltó su cuello.

Las marcas de sus manos en su delicado cuello lo arruinaba todo.

—Jimin.

Pero el solo se encontraba con sus ojos cerrados y tosiendo levemente mientras su visión aún se encontraba nublada bajo los párpados. Su pecho subía y bajaba. Todo su cuerpo estaba desplomando sobre la cama.

Se preocupo cuando no respondía a su nombre. Tomó su rostro entre sus manos y intentó llamarlo mejor pero este solo respiraba lentamente.

Susurro una vez, otra vez y otra vez su nombre pero parecía estar inconsciente.

Jamás pensó que en vez de ayudarlo a correrse y venirse, en realidad, lo dejó irse en sus actos tan bruscos.

Se recostó a su lado, luego lo rodeó con sus brazos y lo atrajo a su cuerpo para tratar de darle calor corporal. Besó su frente y intentó convencer su mente de que pronto lo tendría de nuevo. No quería hacerle daño cuando sentía algo de culpa por ser así.

Era una bestia.

[...]

A la mañana siguiente, sus ojos se abrieron lentamente y observó como aquel azabache tenía su rostro algo mojado, pero también su propia mejilla estaba mojada de lágrimas que no eran suyas.

Ambos tenían sus rostros pegados, mejilla con mejilla. Sonrío cuando pensó que estaría solo a la mañana siguiente pero extrañamente recordaba lo de ayer. Solo recordó que estaba por venirse.

Acarició su cabello oscuro. Visualizo que ambos estaban cubiertos por una sábana roja de su cama y la sensación era demasiada cálida como para salir de ella.

Sus ojos se desviaron cuando sintió como Jungkook se removió un poco y abrazo más fuerte al rubio.

Quería besar sus labios aunque esté dormido pero la voz de su madre fuera de su habitación lo alertó demasiado. Se preocupo y entro en pánico.

Su pánico creció aún más cuando la noticia de los labios de su madre, llegó a sus oídos.

Su padre estaba devuelta.

Observó a Jeon y negó. No podía verlo.

𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭 𝐒𝐞𝐱

Sus pasos continuaron luego de bajar del vehículo. Observó de mejor manera el lugar en el que se encontraba frente a frente.

jeon's taller.

Desvío su mirada hacia el hombre que esperaba fuera de este, ya que se encontraba cerrado en la mañana temprano.

Se acercó al muchacho y este lo observó serio.

—¿Quien eres? ¿Eres algún amigo de Jeon?

—¿Y tú quien eres?

—Soy Jack, su enemigo, ¿Por qué lo preguntas?

—Oh, nada. Solo vengo a verlo como tú, supongo.

Jack lo observó de arriba abajo y sonrió.

—Tu no eres de por aquí por tus fachadas. Pareces un hombre rico, ¿Que hace un hombre como tú en estos barrios?

—Supongo que mi vehículo se averió pero mejor diré que tengo asuntos con el dueño. ¿Sabes si conoce a un tal Park Jimin?

—¿Conozco tu nombre?

Pero ese hombre solo lo observó un poco y se quitó sus lentes de sol.

—Min Yoongi.

Jack hizo un silencio observando su rostro mientras pensaba en lo que diría.

—Oh, Park Jimin debe ser el jefe de la agencia de vehículos, ¿Verdad? Ese culo es millonario y delicado.

—Ese mismo pero deberías ser mucho más respetuoso, ¿Sabes si es frecuente por aquí?

—Solo lo he visto junto a Jungkook una vez.—Jack se encogió de hombros tan pronto lo confesó.—¿Hay algo malo en eso? Yo también tengo envidia de Jeon.

—Nada de tu incumbencia pero creo que el dueño de este mismo taller debe algo que aún no ha pagado, y la envidia es algo que no tengo.

—¿En serio? Maldito Jeon, es tan descarado como para tener deudas.

Jack soltó una risa burlona pero Yoongi solo lo observó serio. Nada de eso le daba gracia como a él.

—No es cualquier deuda. Es una que tú nunca entenderías aunque lo explique.

Se giró sobre sus talones encamino a su vehículo pero la voz de ese tipo lo hizo voltearse un poco hacia el mismo.

—¿Dime por qué buscas a ambos? Jungkook no me interesa mucho pero Jimin... ¿Ese rubiecito acaso es malvado?

—¿Acaso te gusta?

Jack solo desvío su mirada hacia otro lado mientras buscaba la respuesta verdadera y no la mentira.

—Si.

—Mejor dile a Jeon que Min Yoongi lo busca y el te comprenderá. Verás como su mundo se cae. —Lo último fue susurrado demasiado bajo mientras se alejaba del lugar.

Yoongi sonrío ladino en cuanto pensó en Jeon y luego camino hasta su vehículo, subió a este. Su mano encendió en motor y retrocedió un poco en su vehículo para luego marcharse rápidamente.

Dejando un Jack totalmente confundido.

𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭 𝐒𝐞𝐱

Su padres no podía creer lo que sus ojos observaban. Pensó que todo iba a ser lleno de paz y armonía si llegaba a su casa después de dos años en viaje de negocios.

Sentado en la mesa con su familia junto a un enemigo. Sus ojos picaban de molestia y Jungkook lo observó de reojo.

A un lado su hijo inclinaba su cabeza hacia abajo apenado por lo que su padre posiblemente pensaba de él. Seguro una decepción.

—Un Jeon en mi casa. ¿Será la lluvia o la luna que te ha traído aquí? 

Pero el nombrado no respondió. Su molestia era la misma que ese hombre tenía. Un Park que no le afectaba en nada.

La madre de hijo solo podía estar asombrada por la verdad pero sus labios apretados callaban su sorpresa. Recordó que semanas antes este mismo hombre estuvo aquí, en la fiesta de su hijo y ahora se sentía un poco culpable con su hijo. Era una complice.

Quería abrazar a su hijo pero su esposo era muy estricto con ella como con su propio hijo.

—¿Que tiene de malo ser un Jeon? Señor Park.

Jimin elevó su mirada y lo observó desafiar a su propio padre. Estaba asombrado porque el nunca sería capaz de lograrlo.

—Sabes que tú nombre es una mancha que nadie quiere tener en sus familias. Te acercas a mi hijo para tener algo de intereses, te diré que mi hijo no te hará vivir la vida millonaria que tenemos. La herencia Park es una herencia que debe ser siempre millonaria, tu no eres millonario.

—¿Entonces me dirás qué me odias por ser pobre o no tener suficiente dinero aunque trabaje día y noche? No me importa tu mala forma de discriminar.

—Entonces tu no eres para mi hijo.

—Crei que tú hijo sabe quién escoger o no. —Jungkook observó a Jimin con un poco de molestia que no era por él, sino, por su padre.

El rubio intento decir algo pero los ojos oscuros de ese azabache observaban sus labios tímidos, aunque después dejaron se ser observados. Jungkook regreso su mirada a su padre.

—Mi hijo no tiene porque jugar contigo, hay mucho juguetes en el mundo pero se acabó. Tan pronto empezó, esto termina de igual forma.

—¿Me vas a prohibir no verlo por ser Jeon?—Rápidamente arqueó una ceja al escuchar algo tan estúpido.

—Tienes prohibido no verlo como desear una vida a su lado. Seguro su mente ya la imaginó.

La carcajada de jungkook sonó sarcástica. ¿Realmente pensó que deseaba eso con Jimin? Si.

Se puso de pie rápido mientras tomaba su chaqueta y sin quitar su mirada de ese hombre. Decidió decir la verdad, la verdad que se escuchaba en las calles de barrio bajo.

—Reconozco tu rostro. Mi padre solía decir que todas sus ayudas eran para ti. La mafia estaba de tu lado cuando los problemas te abrazaban y ahora mírate, le pones restricciones a un Jeon. Tienes suerte de que no sea un mafioso como padre, está mansión no sería tuya. Sería Jeon. —Eso es, Jungkook se inclinó apoyando su manos sobre la mesa y se acercó a ese hombre solo para molestarlo más.

—No creo que tú padre sepa esto.

—Que lo sepa o no, esto no cambiará. Eres enemigo de los Jeon porque nos has traicionado pero tú problemas con los Jeon no es el mismo con tu hijo.

Aquella mujer, que solía ser su esposa, se asombró por sus palabras. Jamás supo la verdad de su esposo. Y Jimin... Solo estaba sin creer lo manchado que estaba su propio apellido.

—Por favor, Jungkook. —Solo se puso de pie, intentó que ese azabache no se metiera en problemas. Acarició su brazo pero aún así no era suficiente.

El Señor Park ya no sabía que expresión tener en su rostro. Todo en lo que pensaba era en la verdad y aunque tenga razón, jamás se la daría porque su ego era más grande.

—Retirate de mi mansión ahora mismo.

—Antes de que me largue, hay algo que debes saber y ella también. —Jungkook señaló aquella mujer idéntica a Jimin y luego observó al señor Park.

—¿Algo que debo saber? ¿Un Jeon diciendo verdades?

—Asi es, tus problemas con los Jeon, no son problemas de tu hijo. Me follare a tu hijo cuántas veces quiera y nunca será odiado por los Jeon porque tus problemas son solo tuyos.

Fue así que Jungkook decido marcharse del lugar, antes de irse, besó a Jimin frente a su padre. No tuvo vergüenza de nada pero si descaro de besar a ese rubio hasta con lengua.

Se alejó con una sonrisa y azotó el culo de Jimin, sacándole un jadeo que su madre escuchó asombrada.

Eso es, su hizo era un masoquista. Sus padres no sabían y con ese acto, debían saberlo.

Jimin no sabía con expresión mirar a sus padres luego de que fue dejado solo junto a ellos. Solo sonrío nervioso.

Una madre asombrada y sonrojada por lo de recién junto a un padre molesto hasta querer explotar.

Mientras tanto, Jungkook corrió fuera la mansión con una sonrisa, que se borró cuando una llamada en su móvil llegó. No se negó en responder.

Su rostro ya no estaba contento por lo antes sucedido. Sus ojos ya no expresaban descaro mientras la oscuridad los abrazaba profundamente y los volvían profundos. Su sonrisa se borró pero su rostro serio ya no quería seguir jugando.

«Jungkook, ven rápido, han destruido tu auto y un tal Yoongi... Te está buscando.»

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