Capítulo O10
"Dominación es mi segundo nombre pero el primero es callejero."
Sus pasos fueron decididos. No había nada que perder cuando lo que deseaba era algo que su mente ansiaba.
Camino hasta dentro del taller y lo vio de espaldas hacia el.
Tomó su brazo fuerte y lo volteó hacia el. Frente a frente. Su sonrisa amable apareció después de minutos antes de estar sorprendido por su brusco movimiento.
—Hey Ji-
Sus labios finos fueron atacados por otro par de labios gruesos. Deseaba su sabor en sus labios y lo que también deseaba era que fuera su dominante.
«Encuentralo, Jimin.» Y en su mente podía escuchar las palabras que iban y venían de los labios de Yoongi. Sabía que debía seguir buscando al rey pero ahora quería algo más.
Las manos de mecánico no se movieron y dejaron que las manos contrarias tomaran sus cabellos azabache para ser besado con más profundidad. Sus labios finos siguieron el ritmo de la tentación y se dejó llevar poco a poco.
Pero no podían seguir. Taehyung se aproximaba en la entrada al taller.
Solo se separó rápidamente de Jimin y luego volvió a su trabajo. Tomó su caja de herramientas y caminó pasando por el lado del rubio hasta un auto diferente al del día anterior.
Solo dejó escapar un suspiro. Quería tener algo más que un beso con el pero sabía que tenía que poner su concentración en su trabajo.
Jungkook se volteo antes de llegar completamente hasta el auto y le sonrío cálidamente. Luego sabía lo que Jimin pensaba. Cómo si estuvieran conectados. Y lo que dijo fue...
—Ven a mi apartamento está noche, Jimin. Si es lo que tanto deseas en tu mente.
Luego siguió su camino.
𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓 𝐒𝐄𝐗
Estaba confundido. ¿Dónde era exactamente su apartamento?
Caminó por un largo pasillo. Sus ojos miraban cada número de las puertas idénticas de los apartamentos. Se paró en su lugar y pensó un momento en lo que el azabache le había dicho.
Apartamento número 107.
Mejor decidió preguntar si alguien conocía dónde estaba ese número. Estaba perdido.
Algo dudoso, elevó su mano para tocar una puerta a la azar. La puerta fue abierta con rapidez. No era Jungkook quien había atendido a su llamado. Era un hombre algo anciano. Estaba en bata y su mirada se torno algo perversa. Sonrío lascivo al ver a Jimin de arriba a abajo.
—Oh. Alguien ha llamado a mi puerta. Eres un lindo angel.
Sus labios muy finos podían expulsar un poco de saliva mientras hablaba. Jimin retrocedió un poco. Su sonrisa fue nerviosa ante aquel hombre que era todo un perverso.
—¿Quieres pasar? Eres muy bonito.
El hombre avanzó un poco hacia Jimin con la intención de tomarlo de los brazos y llevarlo dentro de su apartamento. Pero un cuerpo más grande que Jimin se interpuso entre medio de ambos.
—Señor, Lee. ¿Otra vez molestando?
Jungkook lo miró seriamente. Jimin se sorprendió al verlo. Se encontraba asustado antes de que el llegará. Solo lo abrazó por detrás. Justo en su espalda. El azabache también se sorprendió al sentir las manos del rubio alrededor de la cintura. Pero volvió a la seriedad cuando el hombre intento quejarse.
—¿Que haces, Jeon? Es mi invitado.
—El mío. Y está perdido.
—Ese angelito que tienes ahí vino por mi.
—Como esperaba. Eres un perverso.
Jungkook tomó la mano de Jimin. Solo dejó que el rubio caminará frente a el. No quería que aquel hombre perverso lo tocará.
Era cierto. Jimin era un carne fresca en los lugares donde vivía el azabache. Las personas eran peligrosas y perversas durante la noche. Sobre todo, habían muchas cosas extrañas y raras por la misma zona que vivía aquel mecánico.
Lo ayudó con su bolso mientras abría la puerta de su apartamento y luego lo invitó a pasar. Sonrío cuando Jimin giró sobre sus talones en el centro de la sala para ver todo a su alrededor.
—Bienvenido.
Colocó su bolso en el sofá algo viejo y desgastado.
—Ah.. Creo que estoy rodeado de lujos día a día. Pero no diré nada malo sobre esto. Después de todo debo ser respetuoso.
—Mas te vale. —Jungkook murmuró entre dientes y luego prendió la televisión. Caminó hasta el refrigerador. Lo abrió y observó si encontraba algo para beber.
Solo tenía dos cervezas. Le extendió una a Jimin pero este la rechazó.
—Disculpame. No beberé hoy. Muchas gracias. —El rubio sonrío amable y luego tomó asiento en el sofá.
—Como quieras. Mejor para mí.
Se sentó un poco lejos de Jimin. Luego llevo una de las botellas a sus labios y bebió un sorbo. Su mirada solo estaba en la televisión pero Jimin podía verlo de reojo.
—Y... ¿Que tal tu trabajo?
—Normal. Muchos autos para solucionar.
Luego en enorme silencio estaba poniendo nervioso al rubio. Quería hablar de algo más entretenido pero estaba tímido. No sabía que decir. Pero Jungkook lo miraba de reojo esperando algo a qué responder. Pero sería directo.
—Yo... Tengo algo. Digo, bueno. Si tú quieres-
—¿Quieres que te domine?
Jungkook era directo. También adivinaba lo que Jimin quería decirle.
El rubio mordió su labio inferior y estaba avergonzado. Sacó de su bolso una corea de perrito pero la única diferencia que está era para humano, solían vencerse en sex shop. Y Jimin había ido a una, específicamente para eso.
Sonrío nervioso cuando Jungkook alejó lentamente la botella de cerveza y la colocó en una pequeña mesa a su lado. Sonrío lascivo.
—¿Quieres ser un perrito?
Jimin asíntio lentamente y luego se acercó lentamente a jungkook, quien tomó suavemente la correa negra con pequeños diamantes decorada. La abrochó con cuidado alrededor del delgado cuello del contrario. Luego la palma de su mano pudo sentir como la correa se deslizaba en esta hasta llegar a su final y tomarla con fuerza.
El azabache mordió su labio y jaló de Jimin con fuerza. El rubio jadeo al sentirse ser jalado con tanta fuerza y eso le justo. Sus labios estaban rozando los contrarios pero el dominante no se dejaría besar aún.
—Tengo un regalo para mi amo.
Jimin fue poco a poco alejándose y tomó su bolso para entregarle una pequeña cajita de chocolates a su amo. Quien la aceptó con duda. No sabía que había dentro así que la abrió sin soltar a Jimin de la correa.
—Chocolates. Gracias.
Llevo uno a sus labios pero nunca lo saboreó. Solo jalo del Jimin para que unieran sus labios con un chocolate entre medio de sus labios. Ambos saborearon el chocolate en un beso hambriento.
Jungkook soltó una pequeña risita cuando Jimin tenía sus labios ensuciado con un poco de chocolate. No sé resistió ante la imagen. Se acercó a sus labios gorditos y pasó su lengua, limpiando cualquier rastro de chocolate en ellos. El rubio gemio al sentirlo tan atravieso y descarado.
—Es rico pero más cuando están con tus labios.
Sus ojos miraban los de Jimin directamente. Estaban solo a centímetros de otro beso y sus respiraciones se mezclaban entre ellos. Pero el rubio ansiaba hacer algo desde hace días. Sus labios atraparon aquel piercing en su labio inferior. Luego lo succionó pero suavemente. No quería lastimarlo.
El azabache jadeo ante la increíble sensación y le gustaba que sus labios lo tocaran así.
Los ojos grises de Jungkook eran más atractivos de cerca. El brillo de ellos eran tan hipnotizante. Un hombre como el con brillos en sus ojos como las mismas galaxias. Era tan admirable.
Mordió su labio inferior cuando el azabache subió una mano desde su mano, pasando por su brazo y luego mejilla.
Luego aquella mano le desabrochó lentamente el abrigo largo rojo que llevaba encima. Jimin le ayudo a quitárselo del todo de encima de el.
Fue tan rápido. Entre el abrigo al caer y su cuerpo siendo jalado nuevamente, le hizo soltar un jadeo de sorpresa.
Jungkook se recostó en el sofá con la piernas abiertas y jaló de Jimin para que cayera en su pecho. Su sonrisa lasciva llegó a los ojos azules del contrario.
—Quitame la ropa. Sumiso.
Jimin obedeció y llevo sus ambas manos lentamente a los botones de la camisa negra que ya de por sí, tenía algunos primeros botones desabrochados. Su cuello tatuado estaba al descubierto. Pero el se encargó de desabrochar cada botón.
Mientras lo hacía, Jungkook se llevó un cigarrillo a los labios con una sola mano libre. No sabía cuándo había encendido uno. Todo iba rápido al principio. Recordó haber entrado y ahora estaba encima de su dominante acatando sus órdenes.
Soltó un suspiro cuando el último botón de su camisa se soltó. La prenda de ropa se expandió por cada lado de su torso. Abriéndose paso para dejarse ver todo su abdomen marcado.
—Puedes tocar solo por esta vez.
El rubio mordió sus labios y luego sus manitos se colocaron cálidamente sobre su abdomen. No las movió en ningún momento y se paralizó. El azabache ladeo la cabeza.
Pero fue sorprendido cuando las manos del rubio subieron hasta arriba y acariciaron de arriba a abajo. Suave y luego profundo.
Sus labios se unieron porque el azabache no resistía más a dejar que los labios de aquel rubio pasarán más minutos sin ser besados. Jaló de él hacia su rostro.
Su beso fue como si ambos hubieran pasado años sin verse. Un beso que no acababa nunca. Si uno lo parará el otro quería continuar.
Ambos creían que nada más que sexo existía entre ellos. Pero no sabían si lo que hacían era solo sexo.
Jungkook desvío su rostro pero los labios de rubio lo seguían besando en los labios aunque se alejara. Se le había ido de las manos la dominación.
Así que lo empujó levemente hacia atrás por el hombro.
—Para. No te pedí que un beso.
Pero rubio no paraba. Quería seguir pero el azabache colocó una mala cara y desvío su rostro hacia otro lado. El contrario se percató de esto y se alejó lentamente aunque no quería.
—Perdone amo.
—No te perdonaré si no haces algo por mi.
—¿Que puedo hacer? Amo.
Rápidamente en el rostro del mecánico apareció una sonrisa maliciosa.
Fue ahí cuando entendió que tenía que arrodillarse en el suelo de la sala. Fue lo que hizo.
El contrario estaba lejos de el. Tenían una larga distancia y la correa era larga. Aún así hizo lo que tenía que hacer. Colocó sus manos en el suelo como las rodillas. Y gateó. Gateó hasta su dominante que jalaba lentamente la correa y luego se agachaba esperando por el rubio.
El traje del rubio comenzaba a ensuciarse en las rodillas igual que sus manos un poquito.
—Ya casi llegas.
Fue su ánimo. Lo único que escuchó hasta llegar hasta el y sentarse sobre sus talones. Luego levantó una mano cuando el azabache le pidió que le diera la patita.
—Eres el perrito más tierno que tuve. —Vio como el contrario se acercaba a el un poco más y lo tomaba de su pequeña cintura para luego ayudarlo a ponerse de pie. — Pero ahora eres humano.
Sus labios finos chocaron en la piel caliente de su cuello. Un jadeo fue lo que se escapó de los labios contrarios. Sus ojos azules se cerraron y se dejaron llevar por la deliciosa sensación de su cuello. Cómo sus labios devoraban su piel y le dejaba marcas entremedio de aquellos besos.
—Pensando ahora. No me gusta tratarte como un perrito pero supongo que era tu fantasía. ¿Verdad?
El sumiso asíntio lentamente mientras sentía aún más el agarre del azabache en su cintura. Aquel brazo fuerte le rodeaba con mucha perfección. Su cintura cabía perfecto en su brazo.
El agarre y sus labios finos sobre su oído hablándole, le generaba corrientes que iban desde su oído hasta todo su cuerpo. Lo hacia sentir bien.
Su cuerpo fue arrastrado por el agarre de su cintura y sonrió cuando el otro lado de su cuello era atacado con sus labios. Juntos sin parar nada. Ambos caminaban chocando con algunas paredes vacías pero intentando avanzar hasta la habitación.
El azabache tomó su rostro ahora y le dió un beso grande. Tomó su mano y lo guío hasta su habitación, dónde lo arrojó a la cama sin ninguna delicadeza.
El rubio cayó en esta y rebotó un poco. Jadeo sorpresivamente cuando el cuerpo contrario estaba desnudo en la parte superior de su torso. Podía sentir los músculos de su espalda cuando pasaba sus manos por ahí, acariciando y descubriendo nuevos caminos que podía tocar ahora. Sabía que tenía otro tatuaje en la misma piel que tocaba. Era una serpiente grande.
Su cabellera rubia se inclinó hacia atrás mientras sentía sus labios en su mandíbula, luego bajaban hasta su cuello. Tenía sus ojos cerrados mientras apretaba las sábanas blancas debajo de sus manos en un puño. Pero tuvo que abrirlos rápido cuando sintió una mordida en su cuello. Gimió al sentirse bien pero no estaba herido. Solo era una leve mordida. Escucho la risita del azabache en su oido.
Su traje fue despojado más rápido que anteriores momentos. Estaba apenas con ropa interior y su correa en su cuello.
Dejó sus piernas abiertas para que el hombre de tatuajes se metería entre ellas. Quería sentirlo.
Pero aún el seguía vestido en la parte inferior. Iba a protestar pero recordó su lugar. Un sumiso.
Sus brazos fueron llevado por encima de su cabeza con una sola mano que los apretaba allí y arqueó la espalda cuando sintió como los labios contrarios besaban en un camino largo hasta su ropa interior.
Sus pezones estaba duros. Quería atención ahí pero aún no se la daba.
Sus labios estaban en otro lado. Estaban bajando su ropa interior con ellos. Lentamente hasta que se la quitó con otra mano. Lo vio sonreír y luego vio como su mano se volvía intrusa entre sus piernas. Había comenzado a jugar con su entrepierna. Su miembro estaba levemente duro y quería que lo tocará.
Sintió como sus brazos eran soltados. Se relajó cuando ya no tenía nada que lo apresar pero soltó un gemido agudo cuando sintió como su dominante insertaba todo su miembro en su boca. Todo de una, ni siquiera fue lento.
Sus pequeñas manos fueron colocadas en la cabellera oscura porque el contrario se lo había pedido. Pero su cuerpo temblaba con cada succión que recibía su parte baja. Arqueó la espalda al sentir toda esa corriente en su cuerpo. Su vientre comenzaba a contraerse. No podía acabar tan rápido pero se sentía muy bien.
Sus piernas estaban encima de los hombros del hombre mientras le hacía sexo oral. Mordió su labio grueso al estar en el cielo otra vez.
Cerro los ojos mientras sus manos apretaban los mechones oscuros del contrario. Gimió cada vez más agudo cuando sentía que estaba necesitando por más y luego comenzó a embestir la boca que le daba placer pero en cambio, recibió un azote en su culo por ser tan atrevido y aprovecharse de su dominante.
Este se alejó rápidamente y lo miró con los cabellos despeinados. Estaba serio.
El rubio abrió los ojos y luego recibió otro azote pero está vez en su muslo interno. No se pudo resistir al placer que eso le produjo. Solo jadeo de placer al sentir su mano pesada contra su piel.
Luego su cuerpo fue dado vuelta. Su culo quedó al aire y luego otra mano cayó ahora como azote pero en su culo. Gimió mientras apretaba las sábanas debajo de sus manos. Otro azote, otro gemido. Un azote cada vez más fuerte que otro.
Sus ojos se formaban en lágrimas de placer y sus labios no podían reprimir su saliva. Sacudió su culo para recibir más.
—Que descarado. ¿Quieres más? Pide todo lo que quieras. Tengo hasta mañana.
El azabache se alejó de él por unos minutos y volvió con un cinturón entre sus manos. Luego golpeó el cinturón contra cama para demostrar su fuerza y los ojos del rubio se abrieron grande.
Jungkook soltó una pequeña risita maliciosa entre dientes que sonaba atractiva para el contrario.
—Esto es lo que tú quieres.
Y sin más. El azabache azotó el trasero del rubio con su cinturón. Sonrío cuando vió como el pequeño hombre de la cama comenzaba arquear su espalda y inclinaba su cabeza hacia atrás. Un fuerte y largo gemido agudo se le había escapado.
La marca estaba en una de sus nalgas y se notaba bastante junto con la marca de sus manos. No le importaba, después de todo, sabía que aquel rubio precioso disfrutaba.
Lo jaló del correa y luego volvió a azotar con otra mano su trasero. El rubio solo podía gemir mientras se tomaba de la correa.
—¡Ngh! Papi... Eres tan fuerte...
—No te pedí opción.
Otro azote y luego soltó su correa. Dejando que aquel cuerpo azotado y ahogado en placer cayera sobre la cama. El azabache se alejó un poco y lo miró detenidamente.
¡Obra de arte!
Si su trasero era una obra de arte. Pero se aburrió de el. No quería seguir azotando ahí. Arrojó su cinturón a otra parte. Lejos de el y peinó su cabello azabache hacia atrás. El sudor en su frente se notaba un más.
Mientras tanto, el rubio no paraba de respirar agitado contra las sábanas. Su rostro estaba rojo y las lágrimas en sus mejillas se comenzaban a calentar con el calor de su cara. Pero se sorprendió cuando su brazo fue jalado para ser volteado sobre la cama.
—Dime, sumiso. ¿Te gustaría seguir? No te veo aún a mis alturas.
Pero el quería seguir. Sus ojitos azules estaban chiquitos y algo casi cerrados. Le dolía un poco el culo pero no importaba. Lo había disfrutado. Asintió lentamente mientras apenas veía como el azabache se bajaba la cremallera de los vaqueros y mostraba un poco su ropa interior oscura.
La erección dura le estaba apretando desmasiado entre los vaqueros. Tenía una maldita erección por culpa de aquellos gemidos tan ricos para su oído que había escuchado minutos antes.
—S-si.. quiero seguir.
—¿Huh? No te escucho. Más fuerte.
El rubio aclaró levemente su garganta y intentó hablar un poco más fuerte. Estaba algo seca pero lo intentaba.
—¡Si, amo! ¡Quiero seguir!
Apenas había terminado de hablar que ya sintió sus piernas ser abiertas y una lengua entro dentro de el. Arqueó la espalda por una vez más y hizo puños la sábana debajo de el. Era lo único que podía tomar a su alcance mientras sentía como su entrada era acariciada y lamida por una lengua ajena. Sus piernas volvieron sobre los hombros ajenos y no paraban de temblar.
—¡Oh dios! ¡No pares!
El azabache levantó mas su piernas y las abrió más para luego seguir su trabajo. Su lengua era mágica. Pero pronto la boca del rubio también lo sería cuando sabía lo que tenía que hacer ahora. Dos dedos delgados se metieron entre sus labios gruesos y tuvo que succionar fuerte. Tenía que mojarlos bien.
Su lengua ahora no era suficiente para llegar al punto que deseaba. Se alejó del cuerpo ajeno y quitó sus dedos de la boca del rubio. Luego llevo uno a su entrada lubricada.
Pero antes. Se acercó a sus labios para besarse con su sumiso. Mientras sus labios se unian cómo sus lenguas segundos después, un dedo del azabache se introdujo lentamente en su interior. El rubio mordió su labio al sentirse tan bien. No hacia falta esperarte mucho tiempo. Su dedo se volvió encorvado y rápidamente encontró su punto dulce, aquel que podía hacerlo sentir el placer que buscaba.
Soltó un gemido que fue atrapado por los labios del contrario.
No quería que los vecinos escucharán lo que sucedía en su apartamento. Aunque solían ser algo curiosos cuando se trataba de el.
No sabían mucho sobre Jungkook. Cuando tenían la oportunidad de saber algo sobre aquel misterioso mecánico, no desaprovechaban saber de qué trataba. Y ahora no quería que supieran que tenía un rubio hermoso en su cama.
El cual rodeó su cuello tatuado con sutileza. Quería besarlo más y lo hizo. Algo a lo que no se podía resistir jamás, eran sus labios gruesos y suaves.
Un segundo dedo jugó junto a su primer dedo contra su punto g. Sin parar ni un segundo. Quería ayudarlo a llegar al cielo lo más rápido posible cuando le introdujo otro dedo más en su interior. Tres dedos ahora golpeando y embistiendo en su interior con brusquedad pero le encantaba como lo estimulaban.
—¡Ah! ¡Más!
Asintió hacia su sumiso cuando le pedía por más entre besos. Luego tuvo que abandonarlo en sus labios. Solo ahora se enfocó en besar aquel cuello delgado que tenía marcas de besos anteriores. Quería hacerle más marcas.
Con su otra mano tomo su miembro y comenzó a masajear de arriba a abajo. Lo tocó y le brindó placer de ambos lugares.
Sus manitos podía solo rasguñar la espalda del hombre mecánico. Se sentía muy bien.
Iba a correrse pronto si no paraba sus manos sobre su cuerpo. No quería correrse aún sin ser embestido por el hombre. Nada de manos. Solo el.
Pero es como si lo hubiera sabido. Alejó sus manos de su cuerpo cuando sentía que iba a correrse.
—Se lo que quieres. No ahora. Quiero jugar, sumiso. Dime tú otra fantasía.
Su mente parecía estar dispuesta a todo. Cada vez que escuchaba la palabra «fantasia» imaginaba miles de escenarios con el azabache.
Solo una más. Quería que el azabache lo follara contra la pared. Quería saber que se sentía.
Así fue, su cuerpo fue tomado del brazo y fue estampado contra la pared. Su pecho chocó contra el otro pecho fuerte y su espalda contra la pared. Estaba acorralado por otro cuerpo un poco mas grande que el.
Sus labios fueron atacados, luego su cuello y finalmente su hombro derecho. Otras marcas aparecieron allí.
Sus piernas fueron tomadas y rodearon la cintura del contrario. Se sujetó fuerte mientras sentía como el azabache alineaba en su entrada su miembro ya libre de sus vaqueros apenas bajados un poco. Jadeo cuando sintió como poco a poco iba entrando en su interior.
La cabellera rubia fue jalada hacia atrás y luego su entrada sintió la mitad del miembro del hombre dentro de el. Tenía que acostumbrarse al tamaño nuevamente.
—Y-yo.. —Sus pequeñas lágrimas caían por su mejillas y el azabache las limpió una por una con su lengua. Sabía que era placer cuando soltó un grito al sentirse totalmente lleno.
Rasguñó la espalda ajena y apretó sus piernas aún más alrededor de aquella cintura. Su trasero fue sujetado con ambas manos tatuadas y lo elevaba un poco para luego bajarlo para sentir la primera embestida.
Embistió una y otra vez. Su cuerpo subía y bajaba gracias a sus manos fuertes que lo sostenían. Pero se cansó. El dominante lo dejo en el suelo y algo confundido al sumiso.
Pero estaba harto de verse frente a frente. Quería un poco más de vista diferente. Lo volteó sobre sus talones y lo apegó contra la pared. Su pecho se pegó a la pared como el pecho del dominante sobre su espalda.
Sus caderas fueron tomadas por dos manos y inclinadas hacia atrás. Mordió su labio inferior para callar su grito pero la mano del azabache también estaba callando sus labios.
Luego escucho una risita burlona en su oido. Le gustaba hacerlo gritar pero ahora sería mucho para los vecinos.
Pudo sentir los labios finos succionar su lóbulo de su oreja y inclinó su cabeza hacia atrás para nunca perder esa sensación.
Sus piernas temblaron cuando sintió como el hombre detrás de el entraba nuevamente en el de manera veloz y duro. Por poco casi cae de rodillas pero sus manos se sujetaban en sus caderas mientras embestía su cuerpo.
Su mano tatuada bajo desde sus labios hasta su cuello. Lo apretó levemente y eso hizo al rubio jadear.
Sonrío orgulloso de sentirse la sensación de tener en su control el aire del rubio pero lo soltó rápidamente cuando sentía que estaba llendo un poquito lejos. Bueno, el rubio comenzó a tener dificultades para gemir y fue ahí cuando lo soltó para reemplazar el apretón con una acaricia se arriba a abajo en su cuello.
Tomó sus caderas más fuerte y lo embistió muchas veces mas. Quería más. Mucho más.
Lo tomó del brazo sin antes volver a salir de el. Lo arrojó a la cama y luego abrió sus piernas para meterse entre ellas. Quería otra posición. Otra forma de dominarlo.
Tomó la correa y alineó su miembro en su entrada nuevamente. Sus piernas delgadas rodearon las caderas del azabache, quien embistió fuerte toda la noche que les quedaba mientras jalaba de la correa que tenía aquel rubio en su cuello.
—¿Te gusta? ¿Ah? Yo soy tu dominante. Que no se te olvide.
El rubio asíntio muchas veces mientras su cuerpo podía sentirse completo y lleno con ese hombre dominandolo. Arqueó la espalda cuando su punto g era tocada tantas veces sin descanso. Era excelente. Su trasero azotado fue como un combo completo de placer junto al ser jalado y embestido a la misma vez.
Lo soltó de la correa y luego se inclinó sobre el cuerpo del rubio para poner sus manos a cada lado de la cabeza de este, y agarrar las sábanas en puño bajo sus manos tatuadas. Buscaba de dónde sostenerse para dar más impulsos todavía contra el cuerpo destrozado de placer bajo de él.
—Un poco más.
El rubio rasguño por última vez sus brazos ahora y su rostro rojito ya no podía describir lo bien que se estaba sintiendo. Las expresiones no eran suficientes.
Su cuerpo tembló y sus ojos se pusieron en blanco. Sus labios se abrieron para dejar escapar todo sus grito mientras llegaba finalmente más allá del cielo. Estaba llegando a su orgasmo poderosamente.
Los vecinos comenzaron a preguntarse entre ellos que ocurría en el apartamento de Jeon.
Pero el mecánico besó los labios del rubio antes de que continúe gritando de esa forma tan aguda y siguió embistiendo buscando su propio orgasmo ahora.
Solo duró unas embestidas más para luego sentir el cielo también. Saco su miembro para masturbarse un poco y luego llegar a su tan sagrado orgasmo.
El rubio lo recibió con los brazos abiertos cuando cayó suavemente sobre el cuerpo de este. El azabache apoyo su mejilla sobre el pecho del rubio y cerró los ojos sin dejar de abrazarlo por la cintura.
Está algo agotado pero aún así. Quitó la correa del rubio del cuello y la arrojó hacia otro lado.
Los ojitos azules del hombre debajo de el comenzaron a cerrarse de a poco. Poco a poco llegaría al sueño. Fue así cuando fue el primero en dormirse con su dominante entre brazos.
Luego lo siguió Jungkook, que soltó un suspiro cansado y se dejó llevar por el sueño que lo quería poco a poco llevar a los sueños.
Sin dudas, otra noche que podían contar cómo noche de placer entre otras que habían tenido antes.
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