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𝐒𝐑┃ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 «10»

(

Bibi)

―Espero que entienda que esto queda incrustado en su currículum extracurricular, señor Min. ―dijo el director Kim.

Min Yoongi estaba en serios problemas, y estaría en más problemas, muy pronto. No tenía ni idea con quién se había metido.

―Sí... Lo sé... ―murmuró con amargura, Yoongi mantenía la cabeza baja― Lo siento…. Mucho… ―escupió con una vergüenza fingida.

¿Evitar? Mentira. Para ser el primero, ese beso robado no había estado tan mal. Pero aunque me haya encantado, eso él no podría saberlo, ni mucho menos salir impune.

―¡No puedes hacer eso! ¡Hijo de puta! ―contesté mecánicamente notando mi corazón palpitar a toda velocidad― ¡Esto es...! ¡Es un...!

Ni siquiera completó la frase. Parecía que le daba miedo pronunciar la palabra.

―¿Delito? ¿Solo por un beso? ¿No es sólo si te follas sin consentimiento a alguien?

Lo miré como una estúpida, incapaz de creer lo que acababa de oír.

―El vocabulario Min. ―agregó para tranquilizar la situación. Luego esbocé una sonrisa pequeña y demoníaca― Y... Usted señorita Kim... También, cálmense.

Fue como si me hubiera revelado la manera en la que iba a morir.

―¡Perdóname director Kim! ¡Déjeme explicarle la situación! Juro que yo no quería hacer eso. Bueno, sí quería, y lo hice. Pero no lo quería hacer, o bueno no era mí intención. ―el director me miro― Sabe que nunca tuve ni un solo problema de conducta, la situación ameritaba que actuará de ese modo o sino no estaría aquí. Y en cambio él, si es de tener mala conducta.

Él director Kim Seokjin contempló un momento el suelo, la pared y cualquier lugar que le permitiera no mirarme a los ojos, y luego suspiró.

―¿Debería creerle? ¿Por qué debería hacerlo? ―Me quedé esperando a que acabara la frase, pero cerró la boca de golpe, y se giró con brusquedad hacia la derecha, a la ventana― Mejor que nadie sabe que no permito ningún acto de violencia.

―¿Y por qué no? ¿Uuh? ―susurre con nerviosismo. Si lo percibía humano, lloraría― No estaría haciendo mí mayor esfuerzo por salvar mi preciado trasero de no ser cierto. Nunca he causado problemas, soy la calificación más alta en esta institución, también soy la única que hace todas las actividades extracurriculares… y obviamente que tengo que mantener mi currículum impecable. Además tengo una gran razón por la cuál mí motín momentáneo. ―argumente, dando mí mejor rostro inocente y triste.

En ese momento mis ojos brillaban de la posibilidad de vengarme, aunque Yoongi fingió no percatarse.

―Explíqueme entonces, señorita Kim. Así puedo llegar a una conclusión coherente a todo esto. No me gusta el hecho de tener que reprender a mis alumnos, y mucho menos sí es por qué incumplieron mi primera regla de No a la violencia.

Su ternura y preocupación por los alumnos de la institución, hicieron que me sintiese conmovida. Y con más ganas de hacerme la víctima. Humedezco mis labios impacientes, enderezo mí postura, cruzo mis piernas. Una encima de la otra, mientras aclaró la garganta para una mejor redacción con el objetivo de ser convincente en cualquier cosa que diga a mí favor. Yo nunca fallé y hoy no será la excepción, ni nunca.

―¡Ese maniático de allí, me ha estado acosando! ―lo apuntó con mi índice al desgraciado de Yoongi― Y no es de ahora, es de hace mucho tiempo. Por más que me niegue o lo rechacé, me acosa. Donde sea que vaya, él va. Y me harté.

―¿Entonces usted está admitiendo que fue víctima de un intentó de acoso estudiantil por así decirlo? ―pregunta.

El director encarna una ceja interrogante.

―Yo creo que no llega a ser acoso estudiantil, sin embargo, se sintió así, sí. Me incómoda y me pone muy nerviosa la situación. Usted cómo un adulto, debería hacer algo o tendré que contarle a mi padre sobre esto, y no le gustará nada.

Los ojos del director describieron el miedo.

―¿Y por eso fue que lo golpeó? ¿Por qué la persigue? ―suspiró con paciencia.

―Sí, sí aquí su alumno más idolatrado, no hubiera sido tan invasivo conmigo, quizás no lo hubiera golpeado. comenté, como una perfecta mentirosa.

―Pero muchos alumnos comentaron que le ha correspondido. Y me mostraron un vídeo, que parece que así es.

Sus palabras eran tranquilas, pero parecía estar tomándome la medida. Aquello parecía un interrogatorio.

―¿Y cómo espera que parezca que no? ―le pregunté, fingiendo que no entendía ni un poco a qué se refería― Sí, en el vídeo solo sale su espalda, y todo pasó tan rápido que me quedé estática. Hasta que reaccione.

―¡Oye! ¡Deja de mentir! ―trató de hablar, Yoongi pero fue interrumpido por el director.

―Usted cállese, señor Min. Cuando llegue su turno de hablar, lo hará. Mientras tanto mantenga silenció o aténgase a las consecuencias. ―empezó a decir en tono confidente, casi afable.

No fue el comentario que él esperaba, porque tensó los labios como si acabara de cumplirse lo que él habría querido evitar. Sonrío internamente, aspiró el aroma de la victoria temprana. Miré descaradamente al director, finjo vergüenza, mucha vergüenza. Viendo el ambiente favorable para mí. Preparo mis argumentos para que sean evaluados.

―No entiendo a qué vienen tantas preguntas ―expliqué con el entrecejo fruncido, cruzándome de brazos― ¿Por qué no puede creerme? ¿Es necesario que ese ser desagradable haga otra cosa más además de besarme sin mi consentimiento para poder castigarlo?

―Te agredió por como eres, y eso es un delito de odio. Debería haberte visto un médico, él hubiera dejado constancia de lo que te hizo. ―lo dijo en tono profesional, intentando no recriminar mi pasividad, pero haciendo una afirmación irrefutable. Traté de mantener la calma, de no mostrar asombro, de fingir que yo no sabía que la agresión de mi vecina había sido un ataque homófobo― Sin embargo, has sido tú el que se busco ese odio.

Por el tono que utilizó, deduje en seguida que había cometido un error: que el asunto de la pelea era mucho más delicado de lo que yo había supuesto. No estaba segura de haber hecho lo correcto, pero sí de que había hecho lo que había querido. Casi, por supuesto, pero no del todo.

―Me enfadé mucho, así que lo golpeé. Pido mis más sinceras disculpas. Juro que no volverá a pasar. Señor director. Estuvo muy mal de mi parte ese accionar. Lo admito. ―contesté, fingiendo inocencia prudente― Pero no ponga esto en mi expediente, ni levanté una constancia de esto.

―Es que sería injusto para él, si no hago nada. Y sería injusto para tí, si no hago nada. ¿Qué debería hacer?

―No haga nada encontrá de los dos. Sin embargo, que Yoongi, no se me acerque más sin mi consentimiento.

Le pido, usando mis manos para la explicación como toda una profesional. El profesionalismo corre por mis venas. El director me presta atención así que me motiva más a utilizar las palabras de una futura doctora en derecho fiscal. El director Kim parece pensarlo mientras escuchaba los suspiros molestos de Min, aparta la mirada de los papeles de sus manos para acomodarse los anteojos y arruga la nariz frente a mí contrincante presente, coloca los codos sobre la mesa, entrelazando sus manos entre sí.

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