
𝐒𝐑 ┃ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 «08»
(Bibi)
Pero si hablamos sinceramente, Min Yoongi era el tipo perfecto. Sus notas educativas son altísimas, buena presencia, y el capitán del equipo de básquet. Es excelente en la música, toca varios instrumentos, y es un bailarín estupendo. Es serio con una actitud chocante pero sabe coquetear con una simple frase, tiene una sonrisa sencilla pero extravagante. Yoongi es una persona bastante tímida e introvertida. Sus amigos lo describen como alguien responsable y divertido. Sumándole a eso, su belleza. Era un ser humano muy hermoso. Mires por dónde lo mires.
¿Qué le falta? ¿Superpoderes?
Ay no, ya sé. Dejar de pensar solo con la polla, ser amable y ser humilde. Tener empatía y buena actitud.
Fuera de eso, Min Yoongi es un maldito hijo de puta cliché. De esos que solo lo consigues en Netflix o Disney, o en cualquier otra plataforma digital dónde muestre a un adolescente perfecto pero en versión bad boy. pero lo importante aquí es que lo odio. Más de lo que odio a las estúpidas e hipócritas porristas de plástico.
Soy una mujer conozco mis derechos y mis deberes, se lo que debo o no escuchar sobre mí. sí es verdad que no me afecta lo que digan de mí, pero si mi padre los escuchará si me perjudica. Me afecta que tengan un estereotipo mío, que quizás no sea cierto. Mí moral está afectada y no puedo permitir que siga así o por lo menos que caiga aún más bajo. De lo que ya está.
Es por eso que tengo en claro que si me meto con Min Yoongi, sería otra más de la lista; una lista interminable que conlleva ser utilizada, humillada y olvidada en milésimas de segundos. Digamos que él tiene el perfil de un chico perfecto, brillante y bueno en todo, en resumen un neandertal prehistórico. Aunque tenga un nivel alto, un estatus social de alto rango y sus actitudes académicas sean sobresalientes y sea un orgullo para esta institución.
A ese individuo machista no se le cruza por la cabeza una idea coherente. Porque según yo, arruinar la moral ajena está mal, es falta de ética. También es una falta de respeto a la legislación y un incumplimiento a la ley femenina. Aunque no estudié derecho, cualquier ser humano consciente que respire sabría sobre ese catálogo tan simple humanista. O eso es lo que quiero creer, sin embargo, existen algunas personas con falta de conocimientos tan utilizados por la sociedad.
Por qué claro que sí damas y caballeros, a nuestro niño prodigio, es una de esas personas que le faltan esa clase de conocimientos tan simples. Puaj.
—¡Oye tú! ¡Linda Bibi! ¡Siempre que te hablo me ignoras como si no existiera! ¿No han enseñado educación, princesa?
Hablando del hijo del diablo. Dicen que la ignorancia mata, así que la aplicaré, a ver si funciona. Él se acerca con pasos largos y veloces.
—¡Oye! ¡Min Yoongi! ¡El entrenamiento aún no ha terminado! ¡Vete de aquí ahora mismo! —gritó la entrenadora Suji, llamando la atención de todas— ¡Vete ya mismo! ¡Interrumpes algo importante!
Logrando que el homo sapiens dejará de caminar hacia aquí y la mirara. ¿De verdad? ¿Venía a joderme?
Me encontraba con mí grupo de porristas en las gradas esperando que terminará la entrenadora de hablar para practicar la rutina de la coreografía. Además de faltas de conocimientos básicos, descubrí que Yoongi tenía problemas de audición. Por qué hizo oídos sordos a un mandato y continuó su camino hacia donde me encontraba. Volteó los ojos disgustada.
—Necesitamos hablar. Tú y yo. —dijo el tipo sin pestañear, imperturbable— Y no acepto un «No» cómo respuesta, así que ahórratelo.
—No necesitamos hablar de nada, tú y yo. —le dije, animándome a hablar con franqueza— Así que vete y deja de joderme.
—¿Qué parte de no te estoy preguntando sino diciendo lo que debemos hacer, no entiendes?
Tras un momento de tensión y miradas suspicaces, hablé:
—¿Disculpa? ¿Me hablas a mí? —repetí sin entender.
—Las mujeres se vuelven locas por mí. —aseguró él— Aunque creo que de eso ya te habrás dado cuenta, sobre todo tú.
Miró y acusó a Jieun.
—Sí, estás guapísimo. —admitió ella.
La miré Incrédula, debería ir al médico porque este problema me causaría hemorroides.
—¿Por qué no se van a follar por ahí y me dejan seguir con el entrenamiento? —puntualice y ambos me miraron con desdén— ¿Si? ¿O es mucho pedir?
Él parece que realmente salió del mismísimo infierno, su cabello oscuro estaba empapado de sudor por lo que se le pegaba a la nuca y frente, la camisa blanca al cuerpo resaltando su torso, sus short que eran sueltos, dejaban apreciar sus fornidas piernas. ¡Ni hablar de sus labios! Esos labios gruesos bien rosados, remojados con su lengua. ¡Dios santo! Este chico debía ser un crimen para la humanidad. Creo que ni lucifer le quita los ojos de encima, a semejante creación divina, hermosa imagen mental, que guardaré cuando tenga ganas de marturbarme.
—Ya te dije que entre ella y yo no somos nada.
—Hasta hace un mes atrás. Ahí si éramos algo. —increpó Jieun.
Hice ademán de preguntarle a Jieun por qué narices pensaba dejar que ese cretino se la metiera por el culo si él no se dignaba a pasarle la lengua entre las piernas, pero me guardé mi opinión y proseguí con mi rostro lleno de disgusto.
—No me importa ni una mierda, la verdad. —le digo yo. Tras soltar un suspiro cansado.
—¿Cómo no te va a importar? ¡Somos amigas!
—A las amigas les molesta un montón cuando hablan de ex’s, más si ese ex fue o es un cretino, mal parido, imbécil, idiota, fracasado… —respondí visiblemente azorada.
—¡Ya! ¡Ya entendimos! —me interrumpe— Tienes razón, sí.
—Me encanta que hables de mí enfrente mío, me vuelve loco. Por qué deja en evidencia que no eres nada hipócrita. —dice y yo, hago oídos sordos— ¡Mierda! ¡Deja de ignorarme! ¡Me jode tanto que hagas eso!
En seguida sobrevino la primera discrepancia, ya que mientras Jieun negó que la hubieran sodomizado, todos guardaron un irrespetuoso silencio. Irónicamente, la profesora Bae tuvo que intervenir entonces para enfriar los ánimos.
—Señor Min, ¿Acaso padece sordera? —preguntó, sin entender qué demonios estaba ocurriendo— Le estoy pidiendo que se vaya por qué estamos a mitad de un entrenamiento.
En cambio él, no movió ni un músculo tampoco ni la miró. Dada la situación de que Min Yoongi no pensaba irse, ni que podría practicar la rutina a menos que acepté. Me puse de pie, y acerqué mis labios hasta su oído.
—Está bien. Bebé, hablaré contigo. —ronroneó, como una gata en celo— ¿Quieres hablar? Eso haremos, pero vete ya. Estás interrumpiendo el entrenamiento, y es importante practicar, así podemos hacerles porras bien cuando estén en el juego. Espérame afuera en un rato salgo.
El maldito protagonista de mis pesadillas, se dió la vuelta en sus talones, caminando por la cancha hasta desaparecer del todo. Cuando el entrenamiento terminó, hice todo lo posible para que durará más tiempo, sin embargo, duró lo que debía durar, hice el mismo camino que él. Hasta encontrarme a Yoongi apoyado en uno de los vestidores, con un rostro de pocos amigos.
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