--06
╰━ Vacío
- ̗̀✧ 土星 ✧ ̖́-
══════════════════════
─¡Todos y cada uno de ustedes tiene permitido pelear!─ el ruido de varios de los miembros de la pandilla llegó hasta su oidos, estos celebraban por poder hacer algo para defenderse ellos también, estaban cansados de no poder responder de la misma manera a sus atacantes. Por fin el líder les dio el "sí" y podrían de una vez por todas acabar con todos sus enemigos. Los Black Dragons mostrarían las garras, y dejarían en lo más alto el nombre de su pandilla.
Alguien del público presente se atrevió a levantar la mano, Wakasa le cedió la palabra. El que levanto su mano se acercó hasta el frente, su rostro demostraba seriedad y atrás de él dos tipos altos con tatuajes bajos sus ojos lo siguieron detrás.
─Soy Hisao Nara, ex líder de Yang y actual capitán de la sexta división de los "Black Dragons".─ se presentó el castaño, de forma inmediata uno de sus hombres de atrás paso a sus manos un cassette.─ 'Mikadzuki' envió esto para usted.
─¿Quién te entregó esto Nara? Habla ahora que estamos a tiempo de formar un plan de ataque.─ Sano se sentía ansioso por revisar el contenido del cassette, un joven de cabello gris llegó con un reproductor para el objeto, aún miraba al otro varón en espera de una respuesta.
─Uno de mis hombres salió herido, lo golpearon hasta casi dejarle dos costillas rotas y destrozaron su motocicleta, antes de dejarlo en medio de la nada le lanzaron esto mencionando que debía llegar a su líder.─ explicó el ex líder de Yang, los demás habían cambiando su expresión de horror al imaginar tal brutalidad hecha, muchas bandas de Tokio querían la cabeza de Shinichiro ya sea por estar en un alto puesto en las pandillas de la zona o por no ser lo suficientemente capaz para dirigir a tantas personas con demasiadas habilidades.
─Shinichiro dame el cassette, y cálmate por algo estamos reuniendo aquí.─ Akashi tomó el objeto y lo puso en el reproductor, la sala se llenó de silencio expectante en oír que decía la grabación.
En la grabación
─Es de mi suponer que esto llegó a tus manos, yo soy Azai, y para mi preferencia desearía que escuches esto solo. Lo que diré posiblemente no te guste así que tienes un minuto para decidir.
La grabación quedó en silencio, pausaron el sonido, muchos de los miembros murmuraban cosas sin entender los motivos del tipo, el capitán del tercer escuadrón Wakasa ordenó que todos esperen fuera del almacén, dejando solo a Sano con la cinta que antes pausaron para no oír más de lo que se les permitió.
Volvió a reproducir.
─Con mi petición hecha seré claro, soy líder de Mikadzuki y quiero que dejes de difundir tu palabra, no quiero que te involucres más en el mundo que solo pocos pueden estar, tus ideales están corrompiendo mis deseos.─ en la grabación se oyó un grito de dolor.─ No estoy jugando "rey", desde tu llegada mis planes y los de muchos más lideres de otras pandillas han ido perdieron validez para sus subordinados que prefieren ir detrás de tus palabrerias y soñando despiertos, odio ensuciarme las manos pero cuando alguien en este caso tú, se meten en mis asuntos no me importaría hacerlo.
Antes de seguir oyendo esa amenaza -porque si, era una- se sentó en su silla preocupado y más que obvio que enojado por el afán de querer corromper el mundo siendo un matón y logrando esas metas a base del sufrimiento de otros.
─Algunos de mis chicos han ido tras tus faldas, y los quiero de vuelta, si lo haces te daré libertad de hacer lo que quieras, aunque no prometo que los otros líderes te dejen en paz, si no se cumple con mi petición una gran horda de mis hombres buscarán tu cabeza, Shinichiro Sano.─ un disparo con un quejido resonó al final del audio.─ Solo quiero devuelta a mis chicos, los negocios no se hacen solos además si no actúas rápido posiblemente una batalla entre bandas se desate, solo quiero dejar en claro mi desagrado hacia tu persona pero lo que más odio es saber que tienes bajo tu mando a grandes delincuentes de gran calaña, no lo mereces.
Una nueva preocupación a la lista, sabía perfectamente que mucho de sus actos no son del agrado de todos, él no era como los demás, estar metido entre el bajo mundo puede desatar las amenazas de poder, el miedo infundido a los que no tenían nada que ver y lo peor que podían hacer, perder así mismos en ese mundo sin escapatoria. En las noticias los conflictos vandálicos han llevado consigo a muchos jóvenes a la cárcel con condenas de por vida, y sino con una mancha ya en su expediente policial, nada era seguro al estar con pandilleros.
Y lo más grave, la muerte de los mismos. Estar bajo la oscuridad del mundo tenía sus consecuencias y más para aquellos que piensan que es un juego ser pandillero o un ladrón, la vida se ponía en peligro día con día, la policía tenía permitido utilizar sus armas en defensa y además para acabar con todos esos "maleantes".
En años pasados la delincuencia había crecido a niveles exorbitantes, la seguridad de la población era mínima ahí fue donde surgieron las pandillas, muchos creían que con estas se podría dar mejor control a los robos y matanzas, no fue así. Solo que el control ya no solo yacia en las manos de un ladrón, lo que era robos de mercancías y dinero para satisfacer sus vicios se volvió un negocio que beneficiaba a la banda encargada. Muchos se unieron a bandas de motociclistas que tomaban el control de zonas específicas de Japón, haciendo renombre entre los damnificados y causando temor amenazado a las víctimas.
Una de las bandas que en sus inicios fueron pandilleros y motociclistas se volvieron lo peor del país, los yakuza. Conocidos por Japón por ser contrabandistas y los principales culpables de muchas muertes de inocentes, una total desgracia para los inocentes que solo tenía la mala suerte de estar en lugares equivocados.
Gracias a eso su padre Makoto Sano murió a causa de un conflicto contra ellos, su muerte fue un duro golpe para él, su madre había muerto cuándo tuvo en brazos a Manjiro dejándolo solo apenas siendo un bebé, y la vida fue tan injusta que le quitaron a su padre, ese pilar tan importante para seguir adelante.
Desde ese día se había puesto como meta, proteger a su familia y más que nada hacer que ese mundo donde los pandilleros eran considerados demonios y seres repugnantes por sus actos sean vistos con otros ojos.
Su camino no sería fácil, siempre hallaría una piedra siendo su obstáculo que impida cumplir con su meta, necesitaba un respiro.
En su niñez pasó por difíciles momentos donde se perdía en la soledad de su habitación, con ese álbum antiguo donde su familia yacía completa. Su madre en ese tiempo aún seguía con ellos, el pequeño Manjiro aún no existía en esas imágenes tomadas. Una felicidad que poco le duró, una dura enfermedad le quitó a quien más quería.
El sonido de la puerta metálica abriendo lo saco de su mente, alzó la cabeza y ahí estaban sus amigos y compañeros de batalla.
─¿Te amenazó verdad?─ expresó el pelinegro de melena larga, analizó la expresión del rostro de Shinichiro y comprendió la situación que lo agobiaba.
─"Luna Creciente" si no me equivocó esa banda tiene su historia, recuerdo algo de su pasado.─ comentó Imaushi con un poco de interés, lo demás lo miraron esperando que diga más información.─ Son tipos que lo resuelven todo con amenazas y de que se hasta venden "sustancias" de dudosa procedencia.
─Son todo lo contrario a nosotros, ahora entiendo.─ Keizo se arrimó en la silla de cuero revestido. Con una paleta en mano el rubio metió a su boca.
Con un suspiro agotador Sano se levantó.─ Necesito pensar, ustedes tengan la cinta y oiganla. No tengo mucho que decir, lo siento.
─Espera, podemos pensar entre todos.─ una mano en su hombro lo detuvo, no giró a verlo. Takeomi chasqueo y lo dejo libre.
Dejo a solas a sus amigos, no salió por el frente si no que se fue por la parte de atrás, ocultando su presencia a sus compañeros de pandilla.
Al mirar el cielo los tonos anaranjados con los rosas se mezclaban, el sol ya había bajado hasta no dar su tan intenso calor sofocante como en la tarde, en ese momento recordó un lugar especial.
♋
Casi corriendo llego a un lindo prado con vista a la ciudad. Se sentó en el pasto queriendo dejar que el aire fresco y la suave brisa despeje sus problemas y que nuevas ideas para resolver su caso lleguen a él. Quizás así pueda ayudar a sus compañeros a no pasar más calamidades.
El sol poco a poco se iba perdieron en el horizonte, la hermosa luna iba tocando su lugar dándole su luz a esa parte del mundo, no sabía cuánto tiempo había pasado pensado y dejando que una tranquilidad funda sus sentimientos. Se recostó en el césped dejando como almohada sus brazos, su vista estaba alzada al cielo nocturno, las estrellas que se reflejaban le hizo recordar su niñez cuando su padre le enseñó sobre el universo. Todas esas constelación formadas con esas luces y los planetas que formaban parte del sistema solar.
Cada uno bello a su manera, un planeta en esa ocasión llamó su atención, aquel planeta gaseosos de hermosos anillos que gracias al telescopio le fue posible admirar. Sin duda alguna aquel hermoso gaseoso y sus anillos lo cautivó.
Desde la muerte del mayor ha dejado esa costumbre de ver estrellas y los planetas. No sería lo mismo verlo él solo que en compañía de su padre, ese vacío siempre estaría ahí.
En su cuarto el telescopio que le regaló ya tenía polvo por dejarlo en el olvido, aún le era difícil asimilar la pérdida de Makoto, cuando se enteró de su muerte el mundo se le vino abajo por completo, ese día se encerró en su habitación llorando sobre las prendas de su amado padre, el dolor que había sentido no se compararía con nada. Ser huérfanos a tan temprana edad representaría estar ante el mundo expuestos.
El estar con el pequeño rubio le dio fuerzas para salir adelante con la frente en alto y con muchas más ganas de hacer el mundo un lugar mejor para su hermano, por eso desde muy pequeño aprendió lo que era ganar unos centavos a base de su esfuerzo.
Su abuelo había perdido a su amado hijo, él también quedó con el corazón vacío, aunque ahora debía cuidar de sus nietos y darles una gran educación.
Shinichiro amaba a Manjiro, no solo porque el bebé quedó indefenso sin el cuidado de su madre si no que también parecía un digno reflejo de su padre, así que lo que alguna vez aprendió con él le enseñaría al menor para que sea un hombre de bien.
─¿Shinichiro?─ la voz de otra persona lo hizo levantarse de golpe. Girando su torso miró desde abajo como Kira venia bajando, le extraño verla ahí.
─¿Kira? ¿Qué haces aquí?─ preguntó con duda absoluta. Sus cabellos negros se movían entre el viento leve.
─Ah, bueno venía de un lugar, ¿qué haces aquí?─ llego hasta él, sus pasos a penas se oían, ya que con la delicadeza que caminaba hacia imposible ese sonido con el suelo. Y creer que días atrás esa misma chica le dio una paliza a unos cinco hombres sola.
─Nada, solo pensaba. Jeje.─ nervioso por ser descubierto vagando se volteó y encogió sus piernas, no podía verla ahora así con su estado de ánimo.
Ese era su problema, que un mínimo problema le ponía triste y muy lleno de confusión, necesitaba recibir las palabras de alguien que tenga experiencia.
─¿Pensabas? Vaya, debe ser algo importante para venir aquí y pensar.─ llegó a su lado y se sentó, llevaba como conjunto un pantalón ligero color gris con un suéter rosa.
La diferencia entre los dos si era notable, él con su ropa oscura y su camisa blanca, ella luciendo colores claros y efusivos.
─Algo así.─ no podía decir mucho, le gustaba que ella esté ahí pero no quería que se involucrara en sus problemas, no quería que nadie más salga perjudicado por su causa.
─Entiendo, no tienes que decírmelo.─ su celular sonó, de su bolso sacó el aparato, abriendo la tapa miró rápidamente y lo volvió a guardar.─ Debes ir casa, puede ser verano pero no le quita el hecho de que haga frío, te veo temblando.
La fémina rió levemente, su cabello atado en una coleta baja se removió además de que los mechones de enfrente la hacían ver demasiado tierna, Shinichiro sintió calma por unos castos segundos.
─Tienes razón.─ se levantó de un salto y le tendió su mano a la fémina, ella sonriendo acepto. De la fuerza que ejerció provocó que ambos queden cerca el uno del otro. Se miraron a los ojos, sin embargo, Kira lo abrazó, sus cuerpos quedaron pegados com sus brazos entrelazados.
─Te lo dije antes, si no me dices puede que no te entienda pero trataré de hacerlo.─ subió su cabeza y se apegó hasta darle un beso en su mejilla, con cariño sobo sus mejillas y se separó.─ Nos vemos luego.
Se separaron y ella le dedicó una sonrisa de confianza, la vio ir lentamente mientras su corazón latía fuertemente y sus mejillas ardían, solo ella podría hacerle olvidar sus problemas con su sonrisa y esos hermosos ojos claros que los cautivaron hace poco.
Con brillo en los ojos derramo unas cuantas lágrimas, la chica se había ido hace unos minutos.
Justamente por eso le gustaba Kira, ella sin la necesidad de palabras podía saber como se sentía, al mirarla a los ojos supo que ella estaría para él cuando necesité apoyo. Por primera vez en mucho tiempo quiso volver a mirar las estrellas con ilusión, ahora tenía en mente ese deseo culposo que buscaba cumplir.
─Padre... Kira... gracias.
Soltó un grito queriendo sacar todo lo que guardaba en su pecho, luego rió volviendo a presentar lo que albergaba en él inconscientemente, para finalizar con derramar unas pocas lágrimas más que le ayudaron a aliviarse.
En un pequeño arroyo que fluía cerca tomó entre sus manos un poco de agua fría para mojar su rostro y que vean que había llorado de tal forma que sus ojos estaba completamente rojos.
Peino con sus dedos su cabello y se dispuso a volver a casa, la cena debía de estar por servirse y el abuelo odiaba que sus nietos no estén para comer.
Con esas palabras en mente regresó que su hogar, debía organizar mucho el día de mañana pero eso debía de esperar ya necesitaba un descanso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro