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Capítulo 29. Descendencia

El termómetro marcaba 37.3° de temperatura corporal, lo cual indicaba que ya no tenía fiebre, sino febrícula. Cora inmediatamente suspiró aliviada y dejó junto a ella el termómetro de mercurio mientras volvía a cerrar los ojos.

Habían pasado tres días desde el viaje a Georgia. Había llegado a casa a primera hora del día. Damon simplemente se había estacionado frente a la casa y ni siquiera se había dignado en despedirse, lo cual le hizo pensar a Cora de que tal vez el problema con Damon no era tanto en su cabeza, sino de que Mystic Falls le sentaba mal al azabache y despertaba su lado psicópata y un tanto mal educado. Como fuese, Cora no les prestó atención a los malos modos de Damon y se dispuso en entrar a la casa. Pero en cuanto puso un pie dentro, se vio envuelta en dos pequeños, pero fuertes brazos que casi la dejaron sin aire.

Su madre la recibió con una calurosa bienvenida, y una vez que se aseguró de que estaba ilesa, empezaron los gritos histéricos, los cuales acabaron por despertar a André, quien jugó el papel de juez, sin ponerse de parte por ninguna de las dos, ya que concordaba de que Cora fue irresponsable al no llamar o mínimo enviar un mensaje, pero también estaba de acuerdo con su hija de que Lydia estaba exagerando un poco, ya que había llegado a casa en el tiempo acordado y sin ninguna herida.

Aun así, su padre le prohibió salir ese día, más no le quitó el celular como Lydia había deseado, ya que, según André, quería que Cora estuviera a salvo, más no tenerla como una prisionera.

—Entiendo tu punto de vista—le había escuchado decir a su padre mientras subía las escaleras a paso lento, ya que solo entonces fue cuando resintió la falta de medicamento, así como el cúmulo de emociones que ella había decidido ignorar—. En verdad lo hago. Anoche no conseguí dormir hasta por eso de las cinco porque estuve pendiente del teléfono, así como de cada ruido del exterior, pero ella está bien. Que se quede hoy nos mantendrá más tranquilos, y a ella le ayudará a descansar. No lo veo como un castigo, sino como una solución al problema. Si le quitas el celular o privas de hablar con sus amigos, te aseguro de que deseará volver a Chicago solo para internarse, y no queremos eso. Déjala vivir un poco.

—Lo que hizo no fue vivir su vida de adolescente, André, fue poner su vida en riesgo—refutó Lydia desde la cocina—. No sabíamos dónde estaba, que comió, si estaba herida, como se sintió sin su medicina; soy su madre...

—Y yo su padre—le recordó con amabilidad que casi se podía escuchar su sonrisa en su voz melódica—. Yo también sé lo que es mejor para ella. Somos un equipo, los tres, por lo tanto, debemos confiar entre nosotros. Tampoco me está gustando que últimamente presente este comportamiento intrépido, pero si nos ve como sus enemigos empeoraremos nuestra relación y se alejará. Vinimos a Mystic Falls para unirnos como familia, y te prometí que no permitiré que nada malo le suceda mientras estemos aquí. Pienso cumplir con mi palabra.

Después de escuchar a escondidas aquella breve discusión, Cora se había encerrado en su habitación y no salió de ahí los siguientes tres días, ya que apenas su cabeza tocó la almohada, fue consciente de que estaba ardiendo en fiebre. Aparentemente le había sentado mal no tomar su medicamento cuando Damon la raptó tras salvarla del accidente vehicular, sin mencionar que la secuestró un vampiro que casi mata a Damon, y éste le confesó de que Elena era igualmente doppelganger de una ex novia de Stefan.

Por supuesto, no pudo decir nada de esto a sus padres cuando, horrorizados, descubrieron su estado y se preguntaban que pudo causarlo. Tuvo que limitarse a responder que fue a falta de su tratamiento y el buen descanso. Por fortuna, cuando se trataba de la leucemia, estas dos explicaciones justificaban por completo su estado.

La fiebre se había rehusado en ceder hasta ahora. Inclusive tuvo que darle la razón a su madre y ceder en quedarse en casa y faltar así a clases, ya que apenas y podía sentir sus pies, y de hacerlo inmediatamente gemía de dolor a causa de la sensación de tener el cuerpo cortado. Sus padres se turnaron en cuidarla, y cuando la dejaban sola ella aprovechaba para dormitar, ya que la propia fiebre le impedía descansar. Fue una tortura de tres días que parecía estar llegando a su final. Al menos eso esperaba.

Tuvo que decirle a Cedric parte de la verdad: el viaje a Georgia no le sentó bien, así como algo que comió, por lo tanto, su excusa por su ausencia en clases fue intoxicación estomacal. Cedric no hizo más preguntas al respecto y tampoco hablaron sobre Elena o Katherine, y en su lugar le comentaba por mensajes o llamadas breves cómo iba la vida académica, los rumores de posible relación romántica entre Caroline y Matt, y las clases; asimismo le contó brevemente de la cita de Ava con la chica Montgomery. Más no quiso entrar en los detalles, pues alegó de que esa parte de correspondía a la pelinegra.

Frotando sus ojos, Cora tomó su celular y revisó la hora en la pantalla. 15:43 p.m. Su padre ya se había ido a trabajar, y su mamá tuvo que ir a trabajar de último momento por solicitud de la Sheriff Forbes, por lo que se encontraba absolutamente sola, y ya no sentía malestar en el cuerpo.

Aun así, no quería levantarse, la cama estaba demasiado cómoda en ese día de noviembre otoñal, pero tampoco quería perder lo que quedaba de ese día, y se había comprometido a no quedarse atada a una cama a menos que fuera necesario, y a juzgar por su estado actual, aquella medida ya no era requerida, por lo que se levantó de la cama y caminó descalza hacia el cuarto de baño para lavarse los dientes y darse una ducha rápida. No quiso entretenerse mucho, más necesitaba sentirse limpia.

Tras media hora estando en el baño, Cora salió envuelta en una toalla y con un movimiento de su muñeca derecha su cabeza se envolvió en una neblina azul que dejó seco su cabello rubio. No debía abusar de su magia, especialmente para actos tan pequeños e insignificantes como ese que podían catalogarse como actos de flojera, pero no estaba de ánimos para sentarse en la cama con la secadora de cabello y el cepillo. Además, estaba ahorrando energía eléctrica ¿que había de malo en ello?

Una vez que su cabello seco cayó sobre su espalda y hombros, la joven bruja caótica abrió las puertas de su closet y de ahí sacó una camiseta azul sencilla, una sudadera gris deportiva y un par de leggins. Se tomó su tiempo para vestirse con aquellas prendas, y cuando se estaba colocando sus zapatillas deportivas escuchó entonces el tono de llamada de su celular, el cual se encontraba junto a la cama.

Cuando abrochó correctamente las agujetas, Cora se levantó de la cama que seguía sin estar hecha y contestó la llamada sin revisar siquiera de quién se trataba.

—Hola, forastera.

Al escuchar la alegre voz de su amigo pelirrojo, Cora inmediatamente sonrió y volvió a sentarse al borde de su cama, la cual no tenía ánimos de arreglar. Ya era tarde ¿Para que arreglarla si en unas horas volvería a estar acostada?

—Hola, Archiekins. —saludó ella de vuelta, usando uno de los apodos que ella usó para él en la primera semana que lo conoció.

Cedric rio alegremente al otro lado de línea.

—¿Cómo te sientes? ¿Hay alguna mejoría?

—Si, me siento mucho mejor. —dijo esto con una gran sonrisa, la cual no parecía coincidir en absoluto con sus ojos azules, los cuales aún carecían de su brillo particular a causa del malestar físico, pero también debía ameritarlo a la traición que sentía por parte de Stefan.

El joven Salvatore había intentado contactarla en los últimos dos días. Llamadas perdidas, mensajes que ella ni siquiera se tomó la molestia en leer, e incluso una vez su padre le comunicó que Stefan la visitó, pero él corrió al chico diciéndole que ella estaba dormida, lo cual había sido cierto, por fortuna.

Ella no sabía aún que sentir y pensar al respecto, y francamente había evitado reflexionar sobre ello, por qué, ¿cómo se podía enfrentar a la persona que amabas y a la cual te entregaste en cuerpo y alma cuando éste se interesó primero por la doppelganger de su primera exnovia? Creyó que no le causaría conflicto, después de todo ella misma era doppelganger de Estella Sherwood, pero lo que le dolía era que él jamás le fue honesto, y tuvo que descubrir la verdad por medio de Damon. No era fácil conciliar esto y fingir que todo estaba bien. Sentía furia, y miedo. Sobre todo, esto último.

Era como volver a lo que sucedió hace un mes cuando Cedric le mostró aquel video con Stefan y Estella en el verano de 1958. Solo que en esta ocasión era mucho peor, porque había creído establecer un vínculo con Stefan, y que los secretos habían terminado, pero tal parece se había equivocado. Y ahora solo podía pensar en que él era igual que Damon: un psicópata. Con la diferencia de que él no asesinaba, sino que manipulaba a los demás y jugaba con ella y Elena.

El timbre se escuchó en ese momento, sacando oportunamente a Cora de aquella red de pensamientos intrusivos que le estaban quitando la poca paz y cordura que había en ella. Mientras pestañeaba, jugó nerviosamente con uno de sus mechones de cabello y se dirigió hacia las escaleras, aún con el teléfono junto a su oreja derecha.

—¿Y cómo va todo en casa? —le preguntó a su amigo mientras se disponía en abrir la puerta—. ¿Qué cuenta Ava?

—Bueno, puedo responder ambas preguntas en una sola pregunta: Emma se está quedando con mis tíos y Ava. Se mudó allí anoche, porque no quería causar más problemas a mis padres.

—¿Qué clase de problemas podía causarles? —preguntó mientras contenía un jadeo a causa de sentir debilitadas las piernas. Bajar las escaleras estaba siendo igual de difícil para ella como si estuviera caminando sobre la cuerda floja en llamas.

—Ella estaba hablando de vampiros, brujas, y entonces nombró el nombre de alguien, algún antepasado de la familia Williams, y mi padre enfureció, pero se contuvo. Sin embargo, mi madre no tuvo tal auto control y le gritó. Pero a los pocos minutos Emma pareció olvidar todo lo que dijo, y sin más, declaró que se iría. Pero Ava estaba ahí esa noche, así que se fueron juntas a su casa—se le escuchó suspirar—. Algo que caracteriza a Ava es que actúa sin el consentimiento de sus padres la mitad del tiempo.

—Ya veo—se mordió el labio inferior—. ¿Y ahora mismo dónde estás?

—Qué curioso que lo preguntes, porque....

—Espera—frunció el ceño—. Alguien llamó a la puerta y si se trata de un paquete y no lo recibo mi padre enfurecerá.

Sin embargo, cuando abrió la puerta se quedó perpleja al ver que se trataba del mismísimo Cedric, quién aún tenía el teléfono sobre su oreja izquierda y le dedicaba una amplia sonrisa.

—Sorpresa. —dijo él todavía hablándole por el celular, para acto seguido cortar la llamada.

—¿Qué...? ¿Por qué no me avisaste que eras tú? —preguntó, un poco indignada, pero su alegría pudo más por lo que prosiguió a dejar el celular sobre la mesa que estaba a su lado para así lanzarse a los brazos de su amigo, quién inmediatamente le correspondió el abrazo y la levantó levemente del suelo.

—Quería que fuera una sorpresa. Pero necesitaba llamarte primero y corroborar de que ya estabas mejor y por tanto con humor para recibir visitas. Y también necesitaba saber si estabas sola—sonrió culpable mientras la soltaba, pero no se alejaron del todo—. Tu papá me asusta.

Pasando por alto esto último, Cora tomó su mano y lo invitó pasar al interior. Una vez que él estuvo adentro ella cerró la puerta y le puso la cadena. Hasta no resolver lo de Stefan, ella no se sentía tranquila con la idea de que él pudiera entrar y salir de su casa sin inconveniente alguno, ya que había sido invitado.

—Pero mi visita también se debe a que, como buen amigo que soy, te traje mis apuntes para que puedas entregar las tareas de física, inglés y biología. Aunque de esta última solo es realizar una lectura de la página 52 a la 73 del libro.

—¿Y qué hay de historia?—inquirió al tiempo de que ambos se sentaban en la sala de estar y él se descolgaba del hombro la mochila que trajo consigo y la colocó a su lado en el piso.

—Oh, sí. El profesor Saltzman no encargó tarea, pero igualmente te traje los apuntes de se hicieron en clase para que no estés retrasada. Aunque solo hemos hablado de la revolución francesa.

—Gracias.

—Así que, dime—giró el cuerpo para quedar de frente hacia ella, ya que estaban sentados en el mismo sofá—. ¿Cómo te has sentido en realidad? Aún te veo un poco pálida.

—Bueno, supongo que es normal considerando que la fiebre apenas hizo acto de ausencia hace menos de una hora. Pero considero que mañana ya estaré como nueva—O al menos con las suficientes fuerzas como para simular de que todo estaba en orden—. Creo que no debí comer tanto en Georgia. —bromeó, pero Cedric apenas y sonrió.

Ella entendía el por qué hablar de eso le era difícil al pelirrojo: porque realmente no habían tocado el tema de Georgia hasta ahora, y había tanto por decirse el uno al otro, pero ninguno sabía cómo hacerlo, y que decir exactamente. Ella prefería olvidarlo, pero no podía. Y Cedric quería respetar sus deseos, pero era claro que él también necesitaba hablarlo, porque concernía igualmente a Elena, y él estaba claramente enamorado de ella y solo quería protegerla, así como a Cora del chico que le había robado el corazón y roto en dos ocasiones en tan solo dos meses.

Pero, por el amor de Dios, se trataba de Cedric. Ella misma lo había involucrado en todo esto. Si había alguien en quien ella podía confiar y contarle todo lo relacionado a su viaje a Georgia era él.

Siendo así, antes de siquiera poder llegar a considerar llegar a arrepentirse, Cora suspiró profundamente y entrelazó sus manos sobre su regazo al tiempo de que giraba su cuerpo para mirarlo de frente.

—Esa noche un vampiro me atacó—comenzó a narrar los sucesos de aquella noche, la cual parecía ya tan distante cuando tan solo habían pasado cuatro días—. Me interceptó en la carretera, y de no ser por Damon tal vez estaría muerta. El vampiro debió asustarse al ver a Damon acercarse desde su camaro, porque en cuanto él se fue, Damon apareció ante mí y me sacó del auto. Caí inconsciente por el impacto, y lo siguiente que supe fue que desperté en el auto de Damon, en Georgia.

—¿Por qué te llevó con él?

—Honestamente no lo sé—confesó mientras volvía a suspirar y se encogía de hombros—. Es Damon, sabemos que él no hace nada sin algún motivo oculto, pero ignoro por qué me llevó consigo a Georgia.

—¿Y que fue a hacer allá? —resopló—. ¿Beber?

—Necesitaba el consejo de una amiga suya, una bruja—explicó—. Pero no sé por qué, él hablaba con ella cuando yo estaba ausente. Pero por lo que comprendí, no consiguió su cometido. Así que es claro que sigue buscando algo, y tal vez por eso es por lo que volvió. Necesita algo de Mystic Falls, o de alguien que vive aquí.

—Pero ¿Por qué necesitaría la ayuda de una bruja? —preguntó en voz baja, consternado.

—No lo sé—sonrió cansada—. Damon guarda los mismos secretos que su hermano—ante la mención de Stefan, la sonrisa de Cora se borró al instante y fue reemplazada por una expresión sombría, en compañía de escalofríos que recorrieron su espalda—. ¿Y qué descubriste tú sobre Katherine? —preguntó en un susurro apenas audible.

No quería escuchar la respuesta, porque temía que sus sospechas hacia Stefan fueran ciertas, pero, como si fuese un curita, mientras más rápido la arrancara, más pronto sanaría y así podría avanzar.

El semblante de Cedric igualmente se volvió sombrío y se removió inquieto sobre su lugar para así carraspear. Tal vez era la paranoia de Cora hablando, pero la mirada angustiada y compasiva que le dedicaba su amigo pelirrojo no presagiaba nada bueno.

—Hablé con Stefan—dijo tras unos momentos de silencio, como si se hubiera estado debatiendo si debía decirle o no—. No puedo defenderlo, Cora. Él mismo confesó su error contigo y Elena, pero si te pido que lo escuches solo y cuando tú estés lista. Él ignora por completo que tú sabes la verdad. Asume que solo lo sé yo.

Cora le sonrió agradecida por no la delatarla. Aquel factor sorpresa le ayudaría para cuando se decidiera en ir a buscarlo para confrontarlo. Le daría la oportunidad de descubrir de una vez por todas que tan honesto podía llegar a ser él.

—Como sea, hablé con él e hice algunos descubrimientos interesantes sobre tu relación con Estella, así como la de Elena y Katherine.

—¿Estella? —repitió ella, conmocionada. No había esperado escuchar ese nombre dentro de aquella conversación—. Creí que ella no tuvo hijos.

—Y así es, jamás se casó o tuvo algún hijo fuera del matrimonio—confirmó él para después vacilar brevemente para proseguir con contarle sus descubrimientos—. Pero tuvo una hermana, la cual si llegó a tener una familia mientras que Estella triunfaba en Hollywood.

Cedric entonces sacó de su mochila un papel doblado y se lo entregó a Cora.

—Su nombre era Julia Hart—dijo él, con voz serena, pero apenas audible, pues era claro que estaba a punto de tocar un tema un tanto delicado para la joven rubia, y podía no ser de su agrado, pero debía decirle la verdad. No merecía seguir viviendo en las sombras de las mentiras que todos los que ella amaba montaban a su alrededor—. Es tu bisabuela, y por tanto eso convierte a Estella en tu pariente lejano, pero son parte del mismo árbol genealógico.

Cora se sorprendió al ver que sus manos no temblaban como ella había esperado que lo hicieran, porque no se sentía nerviosa o asustada, sino ansiosa por descubrir de una vez la verdad que escondía aquel papel que su amigo le había entregado. Sin embargo, sus movimientos eran lentos, pero firmes, como si esperase el consentimiento de alguien para abrir aquella hoja de papel.

Lo primero que ella vio fue una casa familiar de un solo piso en color blanco y negro, situada en lo que parecía ser un vecindario tranquilo. No había un jardín, solo tierra con rastros de césped que daba la esperanza de que algún día brotaría por completo hasta llegar a ser un jardín donde podrían tener flores aquel joven matrimonio que se situaba frente a la casa. Se trataba de un hombre alto y robusto, luciendo un traje y sombrero, mientras que abrazaba a una mujer de estatura baja vestida con un vestido largo y voluminoso característico de la década de los 50's. Su cabello le llegaba por encima de los hombros y estaba perfectamente peinado en unos preciosos caireles, los cuales eran opacados por su sonrisa ancha que dejaba expuestos sus dientes, los cuales parecían querer competir con las inmaculadas y radiantes perlas que adornaban su cuello.

Tal vez no podía ver el color de su cabello o de sus ojos, pero no era necesario, pues los rasgos faciales le eran suficientes como para saber que aquella mujer era la hermana de Estella. El parecido era simplemente asombroso. La sonrisa, los pómulos, el tamaño de la frente, nariz e incluso el tamaño y separación de los ojos; eran dos gotas de agua separadas al nacer.

—Mi madre jamás habla de su familia, siempre he escuchado la historia de los Beckham, pero jamás de los Shade—susurró, mientras admiraba aquella fotografía y cada una de sus esquinas, como si quisiera grabar aquella imagen en su memoria para jamás olvidarla—. ¿Por qué esconder algo que a simple vista parece ser un cuento de hadas? Es decir, mírala. Se ve tan feliz.

—No lo sé—musitó, mientras él igualmente veía aquella copia de la fotografía que encontró por medio de su tío Robert—. Tal vez ella y tu abuela se pelearon. Suele suceder con las madres e hijas, especialmente en esa época. Las ideologías eran distintas entre esas generaciones.

—Puede ser—pero ella no creía que fuera eso. No obstante, no quería preocuparse por eso por el momento. Por ahora solo quería conservar aquella fotografía, la cual parecía ser la única que tenía en su poder de su familia materna—. Siempre me pregunté cómo sería mi bisabuela—para sorpresa de Cedric, Cora rio complacida y risueña, sin mostrarse alterada por semejante descubrimiento. Al contrario, se le veía aliviada—. Resulta ser que soy la gemela de su hermana—entonces relamió sus labios—. ¿Mi madre sabe que Estella es nuestra familiar lejana?

Cedric se encogió de hombros y exhaló.

—Sospecho que sí. Pero no es algo certero.

Cora no dijo nada. Se limitó en seguir analizando aquella fotografía hasta que memorizó cada pliegue del vestido, cada botón del traje del hombre, cada ventana de la casa, y solo entonces la volvió a doblar y la guardó en el bolsillo de su sudadera. Después haría preguntas a su madre, pero antes de llegar a ello debía tener más pruebas para evitar que ella evadiera aquella conversación.

—Gracias. Esto tal vez suene raro para ti, pero acabas de darme un regalo. No sé nada de mi familia. Desde que soy niña siempre hemos sido nosotros tres. Sin fotografías referentes a mis abuelos o bisabuelos, solo relatos y de la familia Beckham. Y considerando de que es la hermana de Estella, eso hace que tenga más sentido porque me parezco a ella—entonces su frente se arrugó y la confusión volvió a aparecer en su rostro—. Pero ¿Acaso esto convierte a Katherine en mi antepasada, y a Elena en mi prima distante?

—No—negó él rápidamente—. Te lo prometo, los Pierce y los Hart jamás tuvieron alguna relación en el pasado. Me aseguré de descartar esa posibilidad el fin de semana—dijo con tal seguridad que Cora le creyó inmediatamente—. No sé porque tú y Elena son las dobles de dos mujeres muertas que jamás tuvieron relación alguna. Pero es cierto que también descubrí algo sobre Elena, y el por qué está relacionada a Katherine.

—¿Y cómo puede ser eso?—cuestionó—. Hasta donde sé, los vampiros no se pueden reproducir.

—Nadie dijo que Katherine nació como vampira. Antes era humana, y es posible que diera a luz a un bebé que continuó su linaje. Stefan y Damon en realidad no la conocían, no sabían de dónde venía, que fue de su familia, y cuánto tiempo llevaba con vida—se estremeció, y su rostro adoptó un semblante serio al tiempo de que apretaba su mandíbula y tragaba en seco—. Elena es descendiente de Katherine, porque fue adoptada por Grayson y Miranda Gilbert.


Ava soltó un gruñido de exasperación y cerró un tanto frustrada su cuaderno de química y se quitó los audífonos de su MP3 para dejar caer su cabeza sobre sus brazos que cruzó por delante suyo. Química, y todo lo que tuviera que ver con cálculos, eran su punto débil, y no planeaba cambiar eso. Había veces donde se decía que cuando alguien se sentía indefenso ante una situación se debía hacer todo lo posible para dominarlo, pero en este caso, lo mejor era resignarse y hacer una pausa mientras esperaba a que su primo le devolviera la llamada para así estudiar juntos.

Los exámenes estaban casi a la vuelta de la esquina, tres semanas, para ser exactos, y si no entregaban todas las tareas sería difícil pasar ese semestre.

Todavía no podía creer que ya fuese noviembre. ¿En qué momento se fue el año tan rápido? Un día fue verano, y ahora estaban a seis semanas de terminar el año. Sentía que habían sucedido tantas cosas, pero en cuestión escolares apenas recordaba algo de las clases. Pero suponía que eso era normal, después de todo Rosalie había llegado a su vida como un huracán. Ava no la esperaba, causó una revolución en ella, llenándola de esperanzas, así como de incertidumbre, pero no quería dejarla ir. Quería conocerla más, tenerla en su vida el tiempo que fuera posible.

Pero ¿Estaba lista para una relación formal? No estaba segura. Aún era pronto para decidir eso. Después de todo, solo tenía dieciséis años. ¿Qué podía saber lo que quería ella a esa edad? Apenas sabía lo que quería para desayunar. Quería creer que solo el tiempo le daría la respuesta. Pero tenía que ser rápido, pues tampoco quería herir a Rosalie.

Sin embargo, no podía evitar preguntarse si acaso estaba dudando por lo que llegó a sentir por Matt. ¿Todavía tenía sentimientos por él? Ella creía que no, pues ya le era indiferente que él y Caroline hicieran planes todos los días, ¿O es que ella quería engañarse y al hacerlo ya no sabía lo que era verdad y mentira?

Ser adolescente era difícil. Creer amar a dos personas era angustiante, amar a dos personas siendo bisexual era como si estuviera encarcelada, pues no podía hablarlo abiertamente con su mamá y pedirle algún consejo, y tampoco podía acudir a Cedric. El pobre quedó paralizado al ver a Rosalie y probablemente le diría que la escoja a ella. Pero tampoco podía ir con Cora. Ella también tenía sus problemas con Stefan, según había entendido. No sabía mucho al respecto, pero sería de mal gusto de su parte ir y contarle de sus problemas amorosos cuando ella tenía los suyos igualmente.

Tenía que resolverlo sola, y lo más pronto posible.

Hastiada de sus propios pensamientos, Ava gimió y alzó la cabeza para así levantarse de la cama y dirigirse a la puerta. Necesitaba un vaso de agua, y tal vez un pequeño refrigerio. Los cálculos le provocaban hambre.

Yendo descalza, Ava salió el pasillo y bajó los primeros escalones, pero cuando llegó a la mitad del camino se detuvo en seco al reconocer las voces de sus tíos Williams, los cuales, a juzgar por su tono agresivo y angustiado, estaban sosteniendo una discusión acalorada con los padres de la joven Sulez.

—Debemos hacer algo, Aarón. No permitiré que nuestros nombres se vean involucrados en este cabo suelto que Liz ha descuidado. —decía Michael Williams, sin alzar la voz, pero con tono firme e inflexible.

Ava hizo ademán de darse la media vuelta y volver lo más silenciosamente posible a su cuarto, pero estás intenciones cambiaron cuando escuchó lo siguiente:

—Logan está muerto—dijo Natalie, quién intentaba ser la voz de la razón y controlar a su esposo—. Nos deshicimos de su cuerpo.

—Después de crear una historia cuando lo creíamos muerto, y esto fue antes de que volviera de la tumba como vampiro—replicó la mamá de Ava—. La gente lo vio después de que Liz difundiera la falsa historia de que se fue del pueblo. ¿Cómo vamos a explicar de que se fue, volvió un día, y después desapareció? La gente hará preguntas en tres semanas, tal vez antes.

—Lo más importante aquí no es la gente de Mystic Falls. Hay tres asuntos que no hemos tratado y que pueden ser nuestra perdición—murmuró Aarón—. ¿Alguien ha hablado con los hermanos Fell?

El silencio se hizo sepulcral, como si Aarón acabase de detonar una granada. El silencio se prolongó durante un minuto completo antes de escuchar el grito ahogado de Natalie.

—Dios, ¿Cómo pudimos olvidar eso?

—Scott tarde o temprano lo descubrirá—señaló Aarón. Ava jamás había escuchado a su padre tan preocupado y asustado como en ese momento—. Hará preguntas, y tanto él como Leo tomarán cartas en el asunto.

—No podemos permitir que los mellizos vengan—dijo Mónica—. André y Leo se odian. Si vuelven a verse...

—Dios no te oiga—dijo Natalie—. La última vez creí que se matarían entre ellos.

—Entonces, ¿Que les diremos? ¿Su hermano murió? —sugirió Michael sarcásticamente para así bufar—. Ellos querrán ver el cuerpo, llamarán a Meredith, y ella es doctora. Tiene contactos en el hospital donde trabaja y es entonces dónde tendremos problemas.

—¿Cómo pudimos olvidarnos de ellos? —preguntó retóricamente Mónica.

—Son sus hermanos, y por tanto nuestra familia—recordó Michael—. Nos concentramos en la gente de Mystic Falls que no pensamos en las personas más cercanas a nosotros.

—Yo no sé ustedes, pero Leo me asusta más que André, así que será mejor inventar algo rápido antes de que ellos vengan, porque de lo contrario Mystic Falls se convertirá en el infierno. —dijo Natalie.

—Pero no podemos decirles que Logan murió como vampiro.

—¿Por qué no? —le inquirió Mónica a su esposo—. Ellos viven en Nueva Orleans, saben de la existencia del mundo sobrenatural y no hacen nada al respecto.

—Pero Meredith no—le recordó Michael con voz cansina—. Ella vive lejos, pero Logan siempre le hablaba una vez al año. Sospechará cuando pase uno o dos años, ¿Que le diremos por ese entonces? Debemos armar una historia que justifique su ausencia ante todos.

—No podemos hacer un funeral—indicó Mónica—. Logan murió como vampiro, su cuerpo quedó gris. Es inhumano.

—Además, en caso de que se nos ocurra algo para esconder eso, Liz enterró el cuerpo junto a Damon Salvatore. Solo ellos dos saben dónde quedó su cuerpo. Y ella no parecía dispuesta en decirnos dónde quedó.

—¿Qué tal el hermano Salvatore? —preguntó la madre de Cedric.

—No, él es cercano a Liz—le dijo Mónica—. Dudo que nos diga algo sin el consentimiento de ella.

Michael suspiró profundamente.

—Estamos en un callejón sin salida. —declaró.

Al no escuchar ningún sonido proveniente de la sala de estar de su casa, a excepción del constante tic tac del reloj de la cocina, Ava se dio la media vuelta y subió los escalones para dirigirse a su habitación, pero en cuanto llegó al último peldaño, dos manos la tomaron por los antebrazos y arrastraron hacia el cuarto de baño.

La pelinegra, quien ya tenía su corazón desbocado, soltó un grito, el cual inmediatamente fue ahogado por ella misma cuando se percató de que la persona que la interceptó era su prima Emma.

La morena cerró la puerta con seguro y encendió la luz del cuarto para así liberar a su prima. Emma no se veía nada bien, tenía un aspecto enfermizo, como si en cualquier momento llegase a vomitar o incluso a desmayarse. Su piel se veía pálida y pegajosa a causa del sudor frío, y sus ojos estaban igual de grandes como platos, pero a pesar de que estaba mirando a Ava, Emma no parecía estar ahí realmente, sino en otro lugar.

—¿Emma?—llamó Ava cautelosamente a su prima, temiendo que volviera a sujetarla o mucho peor, que tal vez estuviera en trance—. ¿Está todo bien?

Emma pestañeó repetidamente, como si apenas pudiera reconocerla, y entonces cerró los ojos con tal fuerza que las pestañas se incrustaron bajo sus ojos y dejaron rastro de rímel cuando los volvió a abrir. Jadeó, y entonces se abalanzó sobre la pelinegra, sujetándola por el cuello de su blusa negra y la zarandeó. Ava apenas y tuvo tiempo de reaccionar.

—¿El tío Logan fue convertido? —preguntó Emma, apenas se podía escuchar su propia voz, como si hablase bajo el agua, y con cada palabra que decía parecía estar perdiendo el aliento.

Ava supuso que Emma, igualmente, debió espiar la conversación de los adultos.

—Yo... no lo sé.

A decir verdad, ella no sabía en que creer. Lo que escuchó no parecía ser real, sino como si fuese parte de un guion. Pero todo lo que se había dicho, a excepción de la parte de los vampiros, tenía sentido. Logan había estado desaparecido y después regresó un día, solamente para así desaparecer nuevamente sin dejar rastro alguno.

Sin embargo ¿Cómo iba a creer que existían los vampiros? ¿Acaso Bram Stoker siempre tuvo razón y lo que él contó con Drácula no fue ficción, sino una biografía?

Emma soltó abruptamente a Ava, como si esta fuese radioactiva y se volvió hacia la puerta, más no se movió de ahí. Parecía estar debatiéndose sobre qué debía hacer. No obstante, mientras la propia Ava intentaba saber qué estaba sucediendo al tiempo que organizaba sus ideas, reparó en que su prima no parecía afectada por la mención de los vampiros, sino que su tío fuese uno.

—¿Emma?—volvió a llamarla, su voz tembló en el acto, por lo cual se aclaró la garganta—. ¿Qué sucede?

—Él está aquí, me encontró—susurraba ella, pero más para sí misma—. Tenía razón....

—¿Quién? ¿Quién te encontró?

La joven morena jadeó y sin siquiera mirar a su prima o darle una vaga respuesta, abrió la puerta y salió del cuarto de baño como un torpedo, cruzando a la velocidad de la luz el pasillo para así volver a encerrarse en su habitación, dejando un tanto confundida a Ava, quien no pudo hacer otra cosa que volver a cerrar la puerta para así apoyarse sobre el lavamanos y evitar caer al suelo.

¿Por qué tenía el presentimiento de que, al haber escuchado esa charla, por más que lo intentase, no podría pretender que nada sucedió? Sus padres, sus tíos, incluso Emma parecían tener una segunda vida de la cual ella no estaba al tanto, y los Beckham, según había escuchado, también estaban involucrados. ¿Cedric y Cora lo sabrían? Y de ser así ¿Es que acaso ella era tan estúpida como para ser la última en enterarse?

No, Cedric jamás le ocultaría un secreto como tal. Se trataba de su familia, y la familia siempre está por encima de los demás, al menos eso era lo que se les enseñó de niños. Su primo, a quien amaba como a un hermano, nunca le escondería un secreto tan grande y oscuro como ese. De ser cierto todo lo que escuchó, él le habría dicho... ¿Verdad?

Excepto que, desde la noche de Halloween, él siempre se encontraba en compañía de Elena, Cora, y Stefan Salvatore. En la noche de Halloween Vicky desapareció. La noche de las exposiciones en la escuela Cedric estaba con Elena y Stefan, y Logan regresó al pueblo, para así desaparecer nuevamente. Y la sheriff Forbes llevó ambos casos.

—Además—recordó las palabras que su padre dijo minutos atrás—, en caso de que se nos ocurra algo para esconder eso, Liz enterró el cuerpo junto a Damon Salvatore. Solo ellos dos saben dónde quedó su cuerpo.

Los ojos de la joven Sulez se cristalizaron. Aunque no existieran los vampiros, definitivamente estaba sucediendo algo, y su primo podía estar involucrado, junto al hermano de Damon: Stefan Salvatore.


—¿Ella aún no lo sabe?

Cedric, quién estaba rechazando una llamada de Ava, alzó la mirada del celular y miró a Cora, quién caminaba junto a él rumbo a casa de Elena. La pregunta al comienzo lo tomó por sorpresa, preguntándose si acaso se refería a su prima Sulez, pero entonces recordó que hace menos de un minuto él le estuvo contando su aventura con Stefan en la iglesia con su tío Robert, más no le reveló los sucesos del accidente de Elena y sus padres y el papel que ambos hombres jugaron, únicamente le contó sobre su larga amistad y en como ambos lo mantuvieron en secreto.

—No—negó él, guardando su celular en el bolsillo de su pantalón. No quería ignorar a Ava, pero en ese momento no podía hablar con ella, y de ser una emergencia estaba seguro de que sus tíos le llamarían—. Elena no sabe nada de esto aún.

Ambos llegaron a la casa Gilbert, subieron por las escaleras del pórtico y fue el pelirrojo quién llamó al timbre.

Cora ciertamente había preferido no caminar tanto, ya que aún se sentía un poco débil, pero no podía dejar solo a Cedric, además, Elena necesitaría a alguien que ya pasó por la situación de doppelganger's, y Cora era esa persona.

Aún no podía creer que Elena fuese la doppelganger de Katherine, y que además fuese adoptada. Si bien la familia de Cora parecía estar llena de secretos, los cuales ella misma se estaba descubriendo deseando ignorar por miedo a descubrir algo que cambiase su relación con sus padres, cuando Elena descubriera que sus padres y Jenna le mintieron durante todo este tiempo sobre su origen.... Cora ni siquiera quería ni imaginarlo. Si a ella le sucediera eso probablemente no querría ver a sus padres y mucho menos escucharlos.

La puerta se abrió al cabo de un minuto tras llamar al timbre por una segunda vez, y la joven rubia sintió como su corazón latía desbocado al ver qué era Jeremy el que los recibía, usando sus audífonos mientras que en su mano sostenía su celular.

—¿Si? —preguntó el joven Gilbert, desconcertado por ver a los dos adolescentes allí.

—Hola, Jeremy—saludó Cedric amablemente, escondiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero marrón—. ¿Está Elena?

Cora tragó saliva. Cedric siempre se refería a Elena ante Jeremy como su hermana, pero ahora tal vez les sería difícil usar ese término sabiendo la verdad. Y una vez más, Jeremy debía quedar en las sombras de la ignorancia.

—No.

—¿Y sabes dónde está? —preguntó Cora.

Jeremy se encogió de hombros y frunció su ceño.

—No lo sé. Ella salió sin decir a dónde iba—alzó sus cejas—. ¿Algo más?

Era claro que no eran bienvenidos allí sin tener a Elena o Jenna como interventoras, por lo que Cora retrocedió un paso y sacudió su cabeza al tiempo que esbozaba una sonrisa.

—Gracias.

Jeremy asintió y sin más cerró la puerta en sus narices. Cedric gruñó y se pasó la mano por su cabello pelirrojo como gesto de exasperación. Cora, por su parte, hizo una mueca y suspiró.

Era claro que Jeremy aún tenía ciertos problemas sobre cómo gestionar sus emociones, y esto lo llevaba a demostrar una actitud apática, pero ella misma sabía que él ahora mismo podría estar en un peor estado si recordase lo de Vicky. Después de todo, él también había perdido a sus padres a una temprana edad. Cada día debía ser una nueva batalla.

—¿Ahora que hacemos? —preguntó ella en voz baja.

—No lo sé.

—Podría estar en cualquier parte—dijo la rubia ojiazul—, y si la llamamos creerá que sucedió algo, y no queremos asustarla.

Cedric se limitó en suspirar y se tocó el mentón con su dedo índice como gesto pensativo. Estuvo sumergido en sus pensamientos por varios minutos que la misma Cora tuvo que sentarse en los escalones hasta que él, finalmente, alzó la mirada hacia el cielo nublado que no presagiaba lluvia, pero tampoco un día soleado y cálido. Torció sus labios en una mueca y asintió para sí mismo.

—Creo saber dónde está. —dijo para así extenderle su mano a la joven rubia.

Dedicándole una mirada de sorpresa y escepticismo, Cora aceptó su mano y dejó que él la ayudase a ponerse de pie y la guiara por varias calles, mientras ambos permanecían en silencio, sumergidos en sus propios pensamientos relacionados con Elena, así como a los hermanos Salvatore y la propia Estella y la relación que existía entre ella y Cora.

La joven Beckham ni siquiera prestó atención como para saber hacia dónde iban, ya que en todo lo que podía pensar era en los ojos azules y destellantes de Damon, en los brazos de Stefan y su voz aterciopelada, así como en la fotografía de Katherine y la imagen de Estella con Stefan en 1958. Estaba en un punto de inflexión donde ya no sabía a quién creerle y si acaso debía confiar en su propio criterio, pues tal parecía que se había equivocado dos veces con los Salvatore, y ahora con su propia madre.

¿Por qué Lydia le ocultó todo este tiempo su ascendencia? También era su historia, su origen, y de haber sabido antes la existencia de su bisabuela y Estella le habría ayudado. Tal vez así no hubiera sido tan difícil cuando descubrió la existencia de la que era su tía bisabuela y que ésta fue ex novia de los hermanos Salvatore. Cierto, seguiría siendo espeluznante, pero al menos sabría de dónde venía ella.

¿En verdad conocía a sus padres? ¿Ella tenía más suerte que Elena al ser hija biológica de los que se llamaban sus padres, sabiendo que éstos construyeron un castillo de mentiras donde la encerraron durante años? Tal vez Elena perdió a sus padres adoptivos, quienes jamás se esmeraron por contarle la verdad, pero Cora tenía que ver a sus padres de sangre y seguirles sus juegos de mentiras y secretos a diario hasta que ellos se dignasen en contarle una verdad entre tantas mentiras.

Así como ella lo hacía desde que llegó a Mystic Falls y conoció a Stefan. Después de todo, la manzana nunca cae lejos del árbol.

De alguna manera, ella y Elena tenían más en común de lo que había imaginado desde el día que la conoció. Fue como si, de alguna manera, ella hubiera sabido que desde que hicieron contacto visual sus vidas se entrelazarían solo para ponerse de cabeza.

Suspirando para sí misma, Cora pestañeó y fue entonces cuando reparó en que habían llegado frente a las rejas negras del cementerio, las cuales permanecían abiertas bajo la poca eficiente vigilancia del guardia, quién estaba dormido.

El cementerio usualmente se caracterizaba por ser un lugar silencioso, donde se suponía que los muertos descansaban, pero para Cora había adquirido otra cara. Cada tumba que ella veía a lo lejos escondía para ella una historia, y se preguntaba si podía ser la tumba de su bisabuela o sus propios abuelos, a los cuales ella nunca pudo conocer. Quería cruzar aquel panteón y visitar cada tumba, hasta encontrar lo que ella buscaba. Tal vez los muertos tenían más por decirle que los propios vivos.

Sin embargo, no era el momento de ello. Estaban ahí por Elena.

Cedric se recargó contra la reja y revisó nuevamente su celular, más lo hizo con gesto distraído, como si no supiera que hacer.

—Elena me dijo que ella viene al menos una vez a la semana—explicó tranquilamente el pelirrojo, hablando en voz baja, como señal de respeto a los muertos que yacían a tan cinco metros de distancia de dónde estaban ellos—. Sus padres están sepultados en el pabellón de los padres fundadores.

—¿Tienen un pabellón?

—Ajá—chasqueó la lengua—. Y luego están los otros que solicitaron explícitamente tener un pabellón y cripta para ellos solos—exhaló—. Ya sabes, algunos pueden llegar a ser vanidosos hasta la muerte. Ni siquiera pueden enterrar a alguien de su propia familia a su lado. Y francamente no entiendo porque se siguen respetando esos deseos, pero como somos un pueblo pequeño no es como si hubiera alta demanda por terrenos en el panteón.

Cora se limitó en asentir. Hasta la fecha seguía sin saber nada acerca de su familia y su pasado, por lo tanto, ¿qué podía decir ella al respecto? Ni siquiera había llegado a entrar al panteón de Mystic Falls ya que no era necesariamente un lugar turístico. Era para recordar a los que se habían ido. Lo único que queda de ellos para aquellos que los amaron en vida.

¿Será que Stefan me ve de la misma manera? ¿Cómo lo que queda de Estella?, se preguntó a sí misma en silencio. Ella creía haber dejado eso atrás, pero con la revelación de que Elena era la doppelganger de Katherine, las dudas se hicieron nuevamente presentes, hasta el punto de que se sentía traicionada, así como utilizada.

¿Qué tal si la otra noche Stefan, al tocarla, comparaba su cuerpo con el de Estella y se convencía de que podía adaptarse? Cora era más delgada a causa de la leucemia, y con el tiempo quedaría hasta los huesos.

No quería encarar a Stefan, hacía todo lo posible por postergar su encuentro. Sin embargo, mañana debía ir a la escuela, y ello significaba verlo, y por tanto, conversar y explicarle que su ausencia se debió a que fue con Damon a Georgia, donde descubrió la verdad de Elena y Katherine. Y entonces empezaría la confrontación.

Cora detestaba las confrontaciones. Siempre buscaba cómo evitarlas y así no discutir con las personas, pero Stefan no hacía más que cometer un error tras otro, llevándola a preguntarse si tal vez ella misma estaba cayendo en una relación viciosa, porque a pesar de todo, estúpidamente aún lo amaba.

Estaba igual de obsesionada con él, así como Stefan y Damon con Katherine y Estella. Vaya lío en que llegó a meterse. Si tan solo jamás los hubiera conocido....

—¿Qué hacen aquí?

Una confusa pero sonriente Elena salía en ese momento del panteón, cargando consigo flores marchitas que había quitado de las tumbas de sus padres para cambiarlas por unas limpias. Cora no pudo evitar sentir lástima por la castaña. Después de todo, estaba por saber que a quienes llora cada día no eran sus padres biológicos.

Quiso tomar del brazo a Cedric y pedirle que se fueran. No podían cometer semejante acto de crueldad, no ahora que ella seguía de luto. Pero también era cierto de que ella merecía la verdad, sin importar que tan dolorosa llegase a ser. Tarde o temprano lo iba a descubrir, y era mejor que ellos fueran los que le contaran respecto a Katherine.

—Pensé que ya no visitabas más la tumba de tu abuela. —le dijo la castaña a Cedric, dedicándole una gentil y comprensiva mirada que acompañó con una melancólica sonrisa.

Cedric tragó en seco y se rascó la nuca. Cora empezaba a tomar nota de que cada vez que él hacía esto era porque estaba nervioso o angustiado.

—En realidad, vinimos a buscarte.

Elena desechó las flores muertas en el cubo de basura que estaba a un metro de distancia para acto seguido mirarlos con el ceño fruncido.

—¿Pasó algo?

—No. Bueno, nada grave. Todos están bien. —la tranquilizó Cedric.

Cora supuso que, para Elena, que alguien la buscase significaba que algo terrible había ocurrido.

—Pero no podíamos esperar, especialmente teniendo en cuenta de que alguien más puede decirte esto, y prefiero decírtelo en persona. Porque mereces saber la verdad, y yo...

—Cedric—Elena, sintiéndose preocupada por el estado del chico, tomó sus manos entre las suyas e intentó reconfortarlo, aún sin saber que su mundo estaba por cambiar apenas él tuviera el valor de decirle—. ¿Qué pasa?

Sucedía, pensó Cora, que él la amaba con tal intensidad que sabía que, al decirle esto, podía hacerla infeliz. Y la rubia estaba segura de que su amigo prefería cortarse ambos brazos antes de infligirle daño a Elena, así fuera teniendo las mejores intenciones. Pero debía tomar una decisión, y cualquiera que tomase llevaría a lastimar a Elena.

Pero Cora igualmente no podía soportar ver a su amigo tan afectado, por lo que fue ella quien se adjudicó la responsabilidad de contarle.

—El día que desaparecí—comenzó a contar—, no sé si Cedric te contó, pero Damon me llevó consigo a Georgia. El por qué ahora mismo no es relevante—musitó rápidamente—. Y estando ahí hablamos sobre Stefan, mi parecido con Estella, y entonces te mencionó a ti, junto a Katherine.

—Bueno, si—Elena soltó lentamente las manos de Cedric y se abrazó a sí misma —. Se puede decir que soy una ex más de Stefan, pero lo nuestro fue efímero. Había atracción, pero faltaba algo ¿sabes? Lo nuestro fue como Romeo y Julieta sin el final trágico. Nos dimos cuenta de que no iba a resultar.

—Claro—tragó con cierta dificultad—. Lo que quiero decir, Elena, es que Damon me enseñó una foto de Katherine. O la copia de un retrato, para ser específicos. Y, aunque sospecho que sus intenciones eran malvadas, como todo lo que hace, créeme, fue como vivir un deja vu.

Cedric tomó en mano su celular y tras vacilar unos segundos, se lo extendió a Elena.

—Eres ella, Elena—susurró Cora cuando vio como todo color desaparecía del rostro de la morena—. Eres la doble de Katherine Pierce.


Su mente era ahora mismo un lugar traicionero, con voces en las cuales ella no podía confiar, porque todo lo que ella era capaz de sentir era miedo, angustia y desesperación.

Su tío Logan estaba muerto, aparentemente fue asesinado, y sus padres y tíos lo sabían desde hace tiempo, y ninguno dijo o insinuó nada al respecto. Al contrario, se esmeraron por esconderlo. Como si su muerte hubiera sido un error.

Ava jamás fue cercana a él, y nunca se esmeró por serlo, pero eso no quitaba el hecho de que fuera familia, y que estaba muerto, y nadie lo divulgaba. Sin mencionar que sus padres habían insinuado de que el cuerpo estaba enterrado en un lugar que solo la sheriff Forbes y Damon Salvatore conocían. ¿Por qué esconderlo?

¿Qué sucedería en Navidad? Las familias, sin falta alguna, se juntaban en esa festividad. Los mellizos Fell volvían a casa para celebrar juntos y quedarse hasta año nuevo. ¿Acaso planeaban esconder la muerte de su hermano Logan hasta entonces?

Ava, quien no había resistido quedarse en su habitación mientras los adultos discutían en la planta baja sobre la muerte de Logan como si fuera algo que debían remendar como se le hace a un edredón, había escapado por la ventana cuando encontró la puerta de la habitación de Emma cerrada con llave, y en esos momentos se encontraba caminando sin rumbo alguno por la plaza de Mystic Falls.

¿Qué debía hacer? ¿En qué debía pensar? Hace unas horas su vida parecía ser la de una adolescente promedio, donde su única preocupación era hacer la tarea, y ahora resultaba que tal vez no conocía en absoluto a su familia, y el hecho de que Cedric hubiera ignorado sus llamadas y que Cora no atendiera el celular le indicaba que su teoría podía ser cierta: todos a su al rededor le ocultaban cosas.

Los Beckham igualmente estaban involucrados, y de acuerdo con lo que escuchó, sus tíos Leo y Scott conocían al padre de Cora, y no parecían estar en los mejores términos.

Además, Emma había regresado a Mystic Falls repentinamente sin algún motivo, y a veces Ava sentía que trataba con dos personas. Había momentos donde su prima era la persona más dulce y distraída, y otras veces se comportaba como si la estuvieran vigilado y hablaba en código.

Los vampiros no existían. Era absurdo. Pero entonces ¿por qué desde que era niña escuchaba relatos de los Sulez y Williams que venían de un largo linaje de cazadores de criaturas sobrenaturales? Y en el caso hipotético de que fuera cierto, ¿Acaso alguno de ellos mató a Logan? No, no podía ser. ¿Por qué hasta ahora? ¿Es que había estado tan ciega que apenas empezaba a ver la verdadera cara de su familia, o algo había cambiado como para llevarlos a ser descuidados?

La muerte de Tanner, la desaparición de Vicky, Logan; todo esto empezó con la llegada de los Beckham y los Salvatore. André y su esposa, Lydia, eran personas que, según Cora, se mantenían reservados respecto a sus pasados. Todos conocían su épica historia de amor de preparatoria, pero de ahí en fuera, no sabían nada más. Y los Salvatore regresaron en días separados a su pueblo natal, donde su tío los cuida. ¿Por qué regresar? ¿Por qué nadie hablaba de la familia Salvatore hasta ahora, si existía Zacharias Salvatore? Sin contar aquella noche en el Grill. ¿Por qué había tantos oficiales para escoltar a una chica que, según la Sheriff Forbes, traía consigo droga y además consumió alcohol sin presentar una identificación? Era demasiado alboroto para un caso ordinario de adolescentes.

Aunque, claro, nadie recordaba a esa chica. Los pocos que alcanzaron a verla afirmaban que apareció ese día en el pueblo, y al siguiente nadie supo nada de ella. Solo saben que se le vio hablando con Stefan, Damon y Cora.

Ava se sentó abruptamente en una de las bancas al sentir como su cuerpo comenzaba a temblar sin control alguno. ¿Cómo podía estar segura de que lo sobrenatural no existía? Su familia se consideraba a sí mismos cazadores de vampiros y otras criaturas, su tío Robert estaba en contra de ellos ya que Savannah decía ser una bruja, ya que los Blossom decían pertenecer a un linaje de brujas que, da la casualidad, los Williams buscaron exterminar en el pasado, de acuerdo con los diarios de los Sulez.

Y los mellizos Fell nunca se declararon creyentes de ello, pero tampoco lo negaban. La única que quiso cortar lazos fue Meredith Fell, así como los Lewis. No obstante, Emma estaba aquí, y en cuanto se mencionaron a los vampiros ella pareció perder control alguno. Se puso histérica, y se encerró sin razón alguna en su habitación.

Y, como si fuera poco, Ava debía recordar cuando fue el día del autolavado. Hubo un pequeño incendio, y Bonnie parecía estar en trance. El fuego, milagrosamente, se apagó solo cuando Stefan apareció y captó la atención de ella. Y Cedric, junto a Elena, habían desaparecido y no dieron señales de vida salvo con vagos mensajes que no decían mucho en realidad. Ya fueran pequeños o grandes acontecimientos, cosas extrañas y terroríficas habían estado sucediendo desde que inició el semestre.

Damon Salvatore salió con Caroline, Stefan con Elena, y entonces ambos las terminan casi al mismo tiempo. O solo es una coincidencia, o ambos buscaban llegar a algo, o a alguien, a través de ellas. Además ¿Cómo es que Damon se hizo cercano a la madre de Caroline, la chica con la cuál salió? ¿Cómo es que Stefan se acercó a Cora, quien se hizo amiga de Cedric y Elena? ¿Por qué todo lo singular que acontecía, alguno de ellos dos estaba cercas?

Stefan fue llamado a la comisaría a testificar sobre Vicky, Stefan desapareció del autolavado tras lo de Bonnie, la luz en el Grill se fue cuando arrestaron a la chica, y sorpresivamente Damon había desaparecido junto a Cora y Stefan.

Creía saber lo que pasaba, en verdad lo sabía, pero ¿cómo darle sentido a algo que ella creía imposible?

Ava cerró sus ojos y ocultó su cabeza entre sus manos, ignorando por completo el fresco viento de otoño, las hojas que caían de los árboles a su alrededor, e incluso ignoró los coches que pasaban frente a la plaza. Pues ella ya no prestaba atención a su entorno, sino a un eco distante del pasado.

Hace dos años sus tíos Fell llegaron a Mystic Falls para celebrar acción de gracias. Todos en la mesa habían estado tensos, pero esa noche, después de cenar, su tío Leo, con quien siempre mantuvo una relación cercana hasta ser cómplices, subió a su habitación y traía consigo un paquete en manos. Aún lo recordaba perfectamente. Ella tenía braquetes (como odió esos meses) y estaba en su cama mensajeándose con Caroline.

—¿Interrumpo? —preguntó él con una cálida sonrisa. Llevaba puesto su abrigo, lo cual indicaba que estaba por irse, pero quería pasar a verla antes de retirarse a casa de Logan junto a Scott.

—No, para nada. Solo es Caroline. Me estaba contando como fue su cena de acción de gracias con su mamá y los Gilbert, quienes fueron amables en invitarlas por solicitud de la mamá de Elena.

—Ya veo—Leo cerró tras de sí la puerta y alzó el paquete que traía consigo—. Sé que aún no es navidad, pero Scott y yo dudamos volver para esta navidad, así que te traigo un regalo adelantado.

—¿Qué? ¿No estarás con nosotros está navidad? ¿Por qué?

—Hicimos un compromiso con una vieja amistad en Nueva Orleans. Ella se quedará solo estos meses, después se irá y ya que no tiene familia no quisimos dejarla sola.

—Oh—Ava no quiso expresar su desilusión, por lo cual se hizo hacia un lado en la cama para indicarle de ese modo que se sentara junto a ella—. ¿Y no crees que Cedric y Savannah se pongan celosos?

—Para nada. Le pedí a Robert que le hiciera llegar el regalo a Savannah, y Scott raptó en estos momentos a Cedric para darle su regalo.

Ava rio. Su tío Scott era ese hombre alto, barbado de mirada penetrante que podía congelar el infierno de desearlo, y jamás se guardaba ninguna opinión, sin importar que tan hiriente llegase a ser, pero con sus sobrinos él era afectuoso y un tanto risueño. Todos bromeaban con que Leo y Scott eran el ying y yang, por lo tanto, eso hacía que se complementaran como hermanos mellizos.

—Pero, te diré lo mismo que se le dirá a Savannah y a Cedric: no puedes abrirlo hoy, ni en esta navidad.

—¿Por qué no?

—Confía en mí. ¿Alguna vez te he dado motivos para no hacerlo?

—No, claro que no. —musitó mientras esbozaba una sonrisa.

—Solo te puedo decir que tus padres enfurecerán cuando descubran que te di esto, pero créeme, es necesario que lo tengas porque, espero yo, en unos años vas a necesitarlo—le entregó el paquete—. Solo puedo decirte que sabrás cuando llegue el momento de abrirlos—le sonrió cuando sus ojos celestes se posaron en su librero, más específicamente en el libro Carmilla—. Los vampiros son los mejores escribiendo diarios.

—En realidad, es una humana escribiendo sobre una vampira. —explicó ella con gesto distraído, poniéndose de pie para así guardar el paquete en su closet.

Leo, por su parte, se puso igualmente de pie y acomodó el cuello de su abrigo para así dedicarle una última sonrisa afectuosa.

—No me refería a ello.

Ava abrió nuevamente sus ojos, devolviéndose al presente, y se descubrió a sí misma temblando, pero esta vez de emoción por el descubrimiento que acababa de hacer.

Sus tíos vivían en Nueva Orleans, la ciudad encantada, y ellos siempre hacían cosas que enfadaban a sus padres, así como a los de Cedric. Porque nunca quisieron tratarlos como niños a los cuales debían mantener en las sombras de la ignorancia. A diferencia de sus propios padres.

—Los diarios. —murmuró ella para sí misma.

Su tío Logan siempre se quejó porque sus propios hermanos jamás le compartieron los diarios de la familia Fell, y según Cedric, algunos de los diarios de la familia Williams hablaban sobre brujas, vampiros y licántropos. Sin embargo, recordaba haber escuchado a sus tres tíos Fell discutir, y Logan clamó que quería la mitad de los diarios de vampiros, más sus hermanos se los negaron.

—Meredith tiene algunos diarios en su poder a pesar de que ella no los quería—recordó los gritos de Logan, hace dos años, antes de acción de gracias—. ¿Por qué yo no tengo los diarios de vampiros?

—Porque, a pesar de que tengas a todo el pueblo engañado, jamás nos engañarás a nosotros, Logan—le había espetado cruelmente Scott—. No buscas el bien mayor, solo beneficiarte. No comprendes lo que sucederá si buscas a los vampiros. Y aunque quisiera ver como fracasas, a mí me interesa proteger el pueblo donde viven mis sobrinos. Jamás tendrás los diarios. Antes de lograrlo tendrás que morir.

—Deberías decir que sería sobre tu cadáver. —al decir esto, la voz de Logan ya no se escuchaba tan fuerte, sino temblorosa y aguda.

—No soy estúpido, Logan. Somos familia, por eso es por lo que soy tan cruel contigo. Sé de lo que eres capaz de hacer.

—Por última vez—habló entonces Leo, sin alguna emoción en su voz—, te diré esto: sigue con tu vida, olvida los diarios, o la próxima vez que te veamos, será en tu funeral.

Y así sucedió. Solo que ni siquiera habría un funeral como tal, porque se habían desecho del cuerpo como si fuera basura, o algo peor. Y ahora, de alguna manera, ella, Cedric y Savannah los habían estado conservando durante todo ese tiempo. Siempre estuvieron ahí, ocultos a la vista de todos. Porque Leo y Scott sabían que a los demás adultos jamás se les habría ocurrido buscar con sus hijos dichos diarios.


Cora recordaba perfectamente la sensación cuando descubrió la verdad sobre los Salvatore, así como de su parecido con Estella. Estaba aterrada, furiosa, e incluso se llegó a sentir peor que una prostituta. Una prostituta al menos tenía nombre. Ella creyó perder eso el día que se le reveló la verdad. Recordaba sentirse mareada, nauseabunda, así como la sangre helada, solo para después sentir como un fuego se apoderaba de ella y la llevó a cometer semejante imprudencia de ir a la mansión de los vampiros y enfrentarlos en plena noche.

Ciertamente no fue su mejor momento, y era por eso por lo que podía entender perfectamente lo que sentía Elena en esos momentos.

La castaña, tras haber soltado un grito de horror seguido de sollozos, se vio obligada a devolverle el celular a Cedric, quién se las había arreglado para guiarla lejos del panteón y caminar hacia el bosque, sin internarse del todo en él.

Elena estaba dando vueltas como perro que persigue su cola, solo que ella no irradiaba alegría ni mucho menos. Había pasado de sentirse confundida y herida a fúrica. Y con toda razón. Después de todo tal vez ahora empezaba a comprender porque su relación con Stefan fue efímera, como ella había dicho instantes atrás.

—Sé cómo te sientes...—susurró Cora, más Elena la interrumpió con un alarido.

—¡El me usó! —espetó, aunque en realidad no parecía estar mirando a Cora o a Cedric. Estaba cegada por sus emociones, tal como Cora lo estuvo en su momento—. El primer día en clases él sabía quién era, mi cara era el reflejo de su ex—entonces sonrió amargamente mientras resoplaba—. Por eso es que Damon hacia insinuaciones aquella noche en mi casa; se estaba divirtiendo conmigo.

Cedric frunció los labios, pero no dijo nada.

—¿Acaso se sintió aliviado cuando nuestra relación terminó, porque yo no me parecía a Katherine? —se preguntaba Elena en voz alta—. Cuándo le sonreía, cuando hablaba con él, cuando lo tocaba ¿Él la buscaba a ella, y se sintió decepcionado al ver que por dentro no soy como ella?

Cora agachó la mirada y suspiró. Ella entendía esas divagaciones a la perfección. Las vivió, y aún las tenía. Se preguntaba si Damon o Stefan la veían y seguían buscando en el fondo algún parecido con Estella. ¿Algún día ella los descubriría llamándola por el nombre de la que fue su tía bisabuela?

—¿Por qué hizo esto? —se lamentó Elena, apoyándose contra un árbol.

—No lo sé. —susurró la rubia, ya que ella misma se hacía esa pregunta, y aún no tenía una respuesta concreta. Solo hipótesis, pero nada que fuera comprobado.

Elena jadeó y cerró sus ojos, apoyando su frente contra el tronco del árbol, y se sumergió en el océano turbulento que ahogaba su mente en esos momentos, intentando buscar alguna explicación o consuelo al respecto. Pero no había forma de que eso sucediera, no ahora, cuando varias cosas finalmente tomaban sentido, y le daban paso al doble de interrogantes. ¿Por qué? Esa era la pregunta que más se repetía. ¿Por qué ella? ¿Por qué él hizo esto? ¿Por qué jamás lo sospechó?

—¿Por qué me parezco a ella? —hizo entonces aquella interrogante en voz alta, su voz se escuchó ronca, pero fue con la claridad necesaria para hacer temblar a Cedric.

El pelirrojo y la joven rubia intercambiaron miradas, y ambos se removieron inquietos en sus respectivos sitios. Aquello fue suficiente como para volver a capturar la atención de Elena, quién los miró ansiosa, así como asustada.

—¿Lo saben?

Cora tragó con cierta dificultad e intentó sonreírle, pero su sonrisa fue más bien una mueca.

—Elena, ya has pasado por tanto....

—Basta—pidió ella con voz dura, más le tembló al proseguir—. De todos en este pueblo, Cora, eres la única que no me trata como la chica que perdió a sus padres. Y esperaría que tú, más que nadie, entendería esto y mi deseo por saber la verdad. Puedo con ella. Puedo con la verdad de que existen los vampiros, de que Stefan y su hermano diabólico lo son, puedo con la verdad de que mi mejor amiga es una bruja, puedo lidiar con que Cedric desciende de un linaje de cazadores; no soy una muñeca rota.

Cora apretó los labios y sintió como sus mejillas se sonrojaban de vergüenza, porque ella misma sabía todo a lo que Elena se refería. Ella misma se sentía que sus padres la trataban como una muñeca rota por su leucemia, y odiaba que más personas la tratasen igual. Pero lo que más odiaba era que le ocultasen la verdad. Y ahora ella misma se encontró siendo hipócrita ante Elena, porque creía que la estaba protegiendo, cuando en realidad era lo opuesto.

Nadie estaba preparado para escuchar la verdad. Pero Elena merecía saberlo. Cierto, había sufrido, pero sufriría más de saber algún día que su vida ha sido una mentira. Mientras más pronto lo supiera, mejor lidiaría con ello. O al menos eso quería desear Cora.

—Quiero saber—suplicó la castaña, con las lágrimas empañando sus ojos marrones. Se le veía abatida, pero dispuesta a soportar todos los golpes que la vida tenía preparados para ella—. ¿Por qué me parezco a ella?

Cedric fue el que habló, para alivio de Cora. Ella ni siquiera podía encontrar su voz sin sentir el deseo de llorar junto a Elena.

—Cuando Cora me compartió esto, no lo entendí—empezó a explicar el pelirrojo con voz calmada—. Ella es una Pierce, y tu familia no tiene relaciones con dicho apellido, ni siquiera parientes lejanos. Y entonces recordé que Katherine era extranjera, según le dijo Stefan a Cora. No había forma que tuviera alguna relación con los Gilbert desde antes—hizo una pausa donde exhaló profundamente, obligándose a sí mismo en continuar—. Así que investigué. Pero esta vez no la investigué a ella, sino a ti, y fue entonces cuando descubrí la relación entre ustedes dos.

Cedric se detuvo en seco, y parecía indeciso sobre si debía decirle a la morena o callar y huir. Pero ¿cómo hacerlo? La idea de ser quien le dijera semejante noticia le causaba aflicción. Pero pensar que le mentiría era algo que jamás se perdonaría. Así pues, se obligó a sí mismo en tomar una bocanada de aire, donde la miró detenidamente a los ojos, y soltó lenta pero firmemente:

—Eres adoptada, Elena. Grayson y Miranda Gilbert son tus padres adoptivos.


Sus zapatos daban el aspecto de ser parte de un mosaico en el suelo de su habitación al haber sido lanzados por ella para sacar del rincón del clóset la caja de cartón que su tío Leo le había regalado hace dos años. Por un momento llegó a creer que ya no la tenía en su posesión, que alguien más lo descifró antes que ella y se los había llevado. No obstante, sintió alivio, así como temor al sentir como su mano se encontraba con un objeto cuadrado, y lentamente lo sacó para descubrir que, efectivamente, se trataba de la caja que recibió en acción de gracias.

Ava maldijo en voz baja y se sentó en posición de loto, acomodando así frente suyo aquella caja, la cual, más que verla como un tesoro daba la apariencia de tratarse de la misma caja de Pandora. Una vez que la abriera, no habría marcha atrás. Lo que estuviera ahí era seguro que cambiaría su mundo. Después de todo, era algo que su tío Leo sabía que sus padres jamás consentirían que ella tuviera.

Sus manos temblaban mientras abría la pequeña caja de cartón, más se obligó en respirar profundamente en lapsos cortos de tiempo para así no desmayarse en el proceso. No sabía que esperar ver ahí, pero ya no había marcha atrás.

Abrió la tapa, y al hacerlo la caja se desparramó sobre el suelo, dejando así expuestos tres diarios apilados de cuero uno sobre el otro.

Exhaló, y sin titubeos tomó en sus manos el primer diario de la pila para así abrirlo, y encontrar en la primera página una fecha y sitio escritos en letras grandes:

Mystic Falls. 1864.

Hojeó las primeras páginas, y si bien no leyó su contenido, algunas palabras se sus ojos consiguieron atrapar entre páginas le fue suficiente para saberlo: en sus manos tenía los codiciados diarios de vampiros que sus padres y tíos tanto habían estado buscando. De ella ahora dependía de qué hacer a continuación.

LUCIE HERONDALE SPACE
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Cuenta la leyenda.... que la autora de este fanfic solía tener dos horas al día para escribir. Ahora por la universidad solo tiene treinta minutos y solo algunos días.

¿Cómo están? ¿Alguien que siga vivo? Yo creí que no iba a conseguir traer este capítulo hoy.

La universidad es dura ¿saben? De repente se siente ligera, un amabiente para socializar (o recluirte en caso de que seas extremadamente introvertida, como yo, o tengas diagnosticada ansiedad social, como yo) y al momento siguiente te saturan de tareas, exposiciones y haces el ridículo en una exposición y te quieres morir.

¿Mi consejo? Van a hacer amigos, se necesitan para esas exposiciones, pero también recuerden que estás ahí por ti, para ganarte un lugar en esta sociedad y salir adelante, así que prepárense para las exposiciones como si fueran a exponer solos, sin equipos, así no harán el ridículo como su servidora.

Dejando a un lado mis traumas, sé que este capítulo fue un poco lento en comparación de otros, pero descubrimos un poquito más de la familia Shade y que Estella tuvo una hermana que es la bisabuela de Cora. ¿Sabremos más de ese tema? Tal vez. Ya veremos.

Elena ya sabe que es adoptada, y no olvidemos que Ava acaba de descubrir la existencia de los vampiros, la muerte de Logan, y que los mellizos Fell tienen unos diarios que heredaron en secreto a sus tres sobrinos que podrían tener absolutamente toda la información de los vampiros y tal vez otras criaturas del mundo sobrenatural. Sin mencionar que Ava también descubrió que su prima, Emma, también esconde un secreto relacionado a los vampiros.

Honestamente esa familia me encanta (Williams, Fell, Sulez, Blossom y Lewis)
Aunque no son los protagonistas como los Beckham y Shade, la historia que tienen detrás es muy interesante y si ignoramos la parte sobrenatural, es una familia que podemos encontrar en la vida real. Los adolescentes rebeldes, el tío indeseable, los tíos que adoran a sus sobrinos, los padres amorosos pero estrictos y a veces demasiado conservadores; ya veremos si Ava le comparte sus descubrimientos a Cedric, o ella igualmente decide guardarle secretos a su primo.

No hago promesas sobre cuando actualizaré. La universidad me tiene estresada, y después de hacer el ridículo frente a todo el salón quiero dedicarme a estudiar, aprender y sobre todo concentrarme en quitarme el pánico escénico porque parece ser que las exposiciones serán cada semana, y debo superarlo para tener una buena calificación y tener credibilidad.

Es cuestión de orgullo, si, lo admito, pero también quiero cantar a todo pulmón y con razones justificadas Look What You Made Me Do de Taylor. Jajajaja

Pero tengan por seguro de que estaré escribiendo. Ya sea este fanfic u otro. Depende con cuál me sienta mas inspirada jeje.

¡Los quiero! Y si tienen teorías estoy encantada por leerlos.

Y, como una dinámica que quiero hacer en todas mis historias a partir de hoy, les haré una pregunta random para sobrevivir a la espera del siguiente capítulo: ¿que prefieren? ¿The Vampire Diaries, The Originals, o Legacies? ¿Y por qué?

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