Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐂𝐮𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐃𝐞 𝐍𝐚𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐑𝐞𝐜𝐨𝐫𝐝𝐚𝐫


—Por favor, papá. Dame solo una oportunidad, te voy a demostrar que sí puedo.

El joven recorría toda la fábrica correteando a su padre, buscando un sí de su parte, una ligera esperanza de aprobación que tantos años se le negó. Desde sus diecisiete, hace cuatro años.

—No.

—Haré lo que quieras.

—No.

—Si fracaso prometo jamás volver a molestarte.

Nicolás se detuvo para ver sobre su hombro a su hijo mayor, la idea era tentadora, pero en víspera de navidad no podía arriesgarse a que su hijo volviera a arruinar sin querer la entrega de regalos. La navidad pasada había pasado un muy vergonzoso percance que había retrazado la entrega.

—No. Solo de pensar el desastre del año pasado —su padre hizo como si se electrocutara de solo recordar—. No, ni de chiste.

—No es mi culpa que tu medicina laxante se haya confundido con la vitamina.

Nicolás, mejor conocido como Papá Noel, o Santa Claus para más fácil, estaba harto de escuchar la misma excusa salir de su hijo. Quiso intentar que él sentara cabeza, pero le parecía una tarea difícil hasta para él, que podía recorrer el mundo entero en una sola noche.

—Solo tenías una tarea, Yoongi —dijo el mayor sobando el puente de su nariz—. Una tarea, dar de comer a los renos antes de la partida con sus vitaminas para el viaje.

—Pero papá, solo Rodolfo y Trueno comieron, pudieron haberse quedado y Cometa hubiera guiado al grupo.

—Dije que no.

Yoongi hizo un puchero en sus labios viendo a su padre alejarse para seguir supervisando la producción de los últimos juguetes de ese año. Casi inmediatamente Yoongi sintió las manos suaves de su madre posarse en sus hombros en forma de consuelo, volteó su cabeza y la vió con los ojitos de gatito que tanto le funcionaba en casos críticos.

—Mamá, dile algo.

—Hijo, no puedo hacer nada. Pero intentaré hablar con él ¿si? —Yoongi asintió—. Ahora ve a ver que tu hermana duerma. Yo me quedo con tu papá. 

—Está bien —contestó a regañadientes, desapareciendo del lugar.

El aire navideño corría en el polo norte con gran rapidez, las campanas sonaban anunciando nuevas producciones de juguetes, los elfos sin cesar iban y venían para no retrasar con ningún detalle. Todo tenía que estar listo y perfecto para esa misma noche, y de hecho todo lo estaba, pero había una cierta tensión en el aire del matrimonio Claus.

—No me digas nada, mujer.

Hyeshin Claus, o mejor conocida como la señora Claus, de manos cruzadas veía a su esposo poco contento dando bufidos de vez en cuando, o bueno, mejor dicho cada que podía, lo cierto es que a ella también le daba un poco de qué pensar su hijo mayor, pero si tenía que hacer un recuento de los daños del chiquillo, Nicolás, su esposo, había sufrido mucho más que ella.

Ella avanzó al paso de su marido, dando algunas instrucciones porque como esposa del señor de la navidad, se daba la oportunidad de dar sus vueltas por la fábrica cuando estaba aburrida. Eso les venía bien a los elfos y al propio Nicolás, un toque femenino y de delicadeza les venía perfecto, el don de recordar y percibir detalles fuera de lugar en Hyeshin era de lo más vital en los días de trabajo del polo.

—No estoy diciendo ni una palabra —contestó cuando Nicolás se volteó de repente con enojo, sin el objetivo de asustarla.

—Me estás siguiendo —Acusó, Hyeshin se encogió de hombros. 

—Te estás interponiendo en mi camino.

—¡Odio cuando haces eso!

—¿Qué?

—¡Eso! ¡Juegas con mi mente!, es como psicología inversa. Déjame decirte que si Yoongi te dijo que hablaras conmigo pierdes el tiempo.—Su esposa soltó una risita como si no le importara su enojo.

—Yoongi no me mandó a hablar contigo.

—¿Ah, no? —ella negó. 

—Esta conversación es desde mi punto de vista. Quiero que le des la oportunidad que pide —dijo enderezándose tras entregarle un juguete recientemente dañado a uno de los elfos para que lo reparara.

—Dije que no le…

—Le dirás que sí. 

Nicolás se cruzó de brazos planteándose frente a su mujer con total seriedad, cosa que contrastaba con la delicadeza y serenidad de la pelirroja de lentes.

—¿Ah, si? ¿Y eso cómo por qué?

—Porque esta vez soy yo la que te lo dice. Nico, quiero nietos. —dijo sin pizca de broma, aún así su esposo se echó a reír. 

—¿Qué dices, mujer?, cariño, Yoongi no se sabe cuidar ni él mismo, ¿Cómo esperas que cuide de su propia familia? —La seriedad de Hyeshin se volvió fría y dolida al ver la burla del contrario.

—¿Tan poca fé le tienes a tu propio hijo? —Ahí Nicolás entendió que había metido la pata, y que había tocado una fibra sensible para su mujer, la familia—. Le darás una oportunidad a tu hijo, para que encuentre en donde sea encuentre el amor. No me importa quien decida amar, quiero que sea feliz y aceptado.

—Pero…

—Sin peros. Si no, duermes con los renos hasta la siguiente navidad.

La plática se acabó, La señora Claus se dió media vuelta y con gran tranquilidad caminó en dirección contraria a la de su esposo, buscando la casa familiar para verificar que su hija menor estuviera dormida. Con alegría, la encontró dormida al lado de su hermano mayor, mientras los mechones de cabellos de diferentes colores de ambos se entremezclaban. Cerró la puerta y luego pasó por el cuarto de los gemelos, para por fin, terminar su jornada y a pesar de la plática con su marido tan incómoda para ella, lo esperaría en su sofá con una taza de chocolate caliente.

Al día siguiente, un pelirrojo se encontraba demasiado concentrado haciendo los últimos detalles a pincel de un carrito de madera. Sus manos se encontraban manchadas con diferentes colores, tal vez esa era su manera de desahogar su frustración por no ser reconocido por su padre.

Legalmente, él debía ser el heredero del trineo, él debería ser el próximo Santa; sin embargo, su padre pensaba todo lo contrario, siempre lo llamaba un inmaduro que no estaba listo para aceptar tal responsabilidad. El pensaba que su padre estaba muy equivocado, él sin duda se consideraba la persona más apasionada hacia la navidad. Toda esa pasión se veía truncada por los errores que cometía, y sin saber las razones su padre lo culpaba siempre, sin darle la mínima oportunidad, y eso al principio le entristecía, ahora solo quedaba la molestia.

Golpeó su puño contra la mesa, los pinceles brincaron en la superficie y algunas pringas de pintura terminaron de estropear el detalle que de por sí, ya había quedado chueco en el dibujo que plasmaba en el carrito. Estaba ansioso, y por una parte decepcionado consigo mismo por decepcionar a su padre. Sentía que nunca iba a ser suficiente tanto esfuerzo de su parte, siempre sería el torpe hijo mayor de Santa Claus.

Las pisadas fuera de su cobertizo hizo que se levantara de la banquita asustado, la puerta fue azotada en la pared cuando la figura imponente entró al que él consideraba, su espacio seguro.

—Papá —murmuró inquieto y avergonzado que viera todo lo que había ahí. 

Su padre no lo veía, Nicolás observaba con atención los alrededores. En las repisas de las paredes del cobertizo en las que había cientos de figuras de maderas; coches, muñecas, y algunas estatuas que no tenían el mínimo sentido, pero que tenían cierto arte en ellas. Yoongi vió a su padre caminar frente a las paredes viendo los adornos que había terminado de pintar el día anterior. Tuvo miedo, el peor de todos, su padre era un fanático de la perfección y sus obras no eran más que chucherías a la par de las de su padre.

—¿Lo haces tú?

—No… cómo crees, solo… son juguetes que a los elfos les quedan mal… los recojo y los traigo. Es que… —Su voz titubeante hizo a su papá verlo de forma extraña.

—No recuerdo que los elfos hayan hecho estos juguetes.

Yoongi volteó su rostro a un lado, con las palmas de las manos picando por la vergüenza que empezaba a sentir.

—¿Recuerdas el dicho de tu madre? —Yoongi levantó su cabeza y se enderezó con repentina confianza. 

—Un Claus jamás debe avergonzarse de sus creaciones —su padre asintió sin dejar de inspeccionar todo, contagiando el ambiente de curiosidad, afuera nevaba un poco más fuerte de lo normal, cosa que le pareció una señal—. Todo lo que ves lo he hecho yo, papá. 

Su padre tomó entre sus manos enguantadas una bola de nieve, dentro, habían dos muñequitos tallados perfectamente a detalle, lo curioso era la posición en la que se encontraban. Era como un parque con banquitas, y ambas figuras se sostenían en un beso que cuando el globo transparente se movía, era avivada por los copos de nieve que flotaban a su alrededor. Una creación poco común viniendo de su hijo.

—¿También esto? —Nicolás se volteó para ver la expresión de su hijo, el rubor en sus mejillas lo delataban, y la opacidad que había adquirido sus ojos le daban ternura— ¿Por qué? 

—Tú… Siempre he admirado como eres con mamá.

—Hijo —¿Quién dice que Santa no es sentimental, o con poco carácter? pues ahí se encontraba el mismísimo Santa Claus yendo a abrazar a su hijo, totalmente arrepentido de todas las cosas que alguna vez le dijo—... perdóname. Al principio no quería que crecieran, quería que fueras un niño para siempre. Pero ahora, siendo un hombre, quería impedir que te fueras de casa en busca del amor.

—Papá… No me iré de casa. Yo quiero dedicarme a la fábrica, no me importa si no heredo tu trineo, solo quiero crear juguetes y alegrar a los niños. Yo quiero…

—Lo harás.

—¿Qué?

—Te daré el trineo hoy, con una condición. 

Los ojos de Yoongi brillaron, y una sonrisa apareció de inmediato en su rostro.

—La que quieras.

—Quiero que encuentres a esa persona que vaya a hacerte compañía por el resto de tus navidades —Sin dar más detalle colocó la esfera de nieve entre las manos del menor. Yoongi observó con pánico a las figuritas dentro de la esfera, ¿encontrar una esposa? ¿Cómo haría eso en una noche?—. Las almas gemelas existen, hijo. Así encontré a tu madre en plena navidad.

Nicolás se volteó para tomar camino hacia la fábrica.

—¿Cómo sabré quién es mi alma gemela? —Su padre se volteó y se rió de aquella peculiar forma, con sus Jo,Jo,Jos que le hacían echarse hacia atrás con gracia

—Lo sabrás, hijo.

Yoongi se encogió en la silla. Había conseguido lo que tanto quería, pero aún así sentía un miedo inmenso por lo que podría pasar en toda la noche buena y parte del siguiente día.

Los preparativos fueron casi rápidos, muchas veces quiso estar al mando de la patrulla de renos de su padre, pero ahora que estaba frente a ellos y ellos le ofrecían una mirada desconfiada, no sabía si en realidad era lo que quería. 

—Es hora de partir —Dijo una voz tras suyo, su madre venía con un abrigo de estampado navideño—. No creo que una chaqueta como la de tu padre sea lo tuyo, así que te hice este suéter.

—Gracias, mamá.

—¿Te estás arrepintiendo?

—Un poco —dijo preocupado viendo los ojos oscuros de su madre, muy diferentes de los de su padre, que eran de un verde esmeralda brillante.

Yoongi no pudo notarlo, pero Hyeshin si vió como todos los renos rodaron los ojos con agotamiento. Claramente dando a entender que entendían de lo que hablaban. Hyeshin acarició el cabello rojo de su hijo con cariño, hizo un puchero en sus labios, los rasgos de Nicolás eran indiscutibles en su hijo, lo único que Yoongi había sacado de su madre eran sus rasgos asiáticos y su cabello rojo. 

—Lo harás bien, mi amor.

—Falta algo. —Su padre apareció con un saco, también con lo que parecía un pergamino de oro brillante, y una bolsita muy pequeña. El saco rojo lo puso su padre en el trineo, excepto por el pergamino y la bolsita, esas se las dió a Yoongi—. En la bolsa van todos los juguetes

—¿En serio? —Yoongi se estiró a ver la bolsa en la que podrían caber apenas unas tres cajas de regalos medianos.

—Si, ahí va todo. Este pergamino te señalará a cada niño de las casa en la que estés. Si tienen regalos la pantalla aparecerá en verde, si no, en roja.

—¿Pantalla?

Yoongi tomó el pergamino y lo abrió sosteniendo ambos rollos, cuando lo hizo, una pantalla semi transparente con letras fluorescentes apareció con un inscrito.

—Increíble —dijo Yoongi fascinado.

—La bolsita contiene lo que necesitas para el viaje. Ten mucho cuidado, hijo.

—Gracias, pa.

—Y por último. —Su padre lo tomó de las manos y cerró sus ojos, un brillo blanco emergió de él, fluyendo por sus manos juntas hasta envolverlo—. Todos mis poderes se te han transferido, úsalos sabiamente. 

Yoongi asintió y se subió al trineo, arriba de él pudo ver a sus padres abrazados despidiéndose. Y a unos buenos metros de distancia, sus hermanos empezaban a gritar su nombre para despedirse por última vez. Movió su mano con euforia hacia ellos, y volteó hacia sus padres.

—Feliz navidad, papás. 

—Feliz navidad, hijo —Respondieron al unísono.

—Muy bien, andando chico. Los regalos no se entregan solos.

Escuchó una voz proveniente del frente del trineo, se quedó en shock, pues era uno de los renos que hablaba con él, aunque la sorpresa duró poco y con mucha convicción por delante tiró de las correas para alzar vuelo. La noche era helada, pero debido a la alegría que sentía no tenía la necesidad de abrigarse más, era la primera vez que viajaba por todo el mundo como Santa. Aunque el título no lo tenía, se sentía como tal.

—¿Cómo podré pasar desapercibido? —se preguntó a sí mismo descendiendo del trineo y tomando el saco de regalos.

—Oye chico, ¿Nicolás no te dijo nada? —preguntó Rodolfo, el reno de nariz roja.

—¿Algo cómo qué?

—Nadie puede verte, puedes escabullirte en las casas sin problema.

—¿Ah, si? Eso es un alivio.

Se dirigió a la primera casa, al entrar pudo presenciar una escena familiar, de esas que parecían sacadas de películas, cuando terminó, se dirigió a la próxima casa y así hasta que hubo entregado rápidamente en toda una ciudad.

Las entregas iban siendo todo un éxito. El pergamino mágico servía muchísimo y podía apostar que era uno de los objetos vitales para las entregas. Algunas casas eran más grandes que otras, en algunas había decoraciones y en otras no, pero siempre había ese espíritu navideño que tanto le encantaba.

Pasadas las dos de la madrugada habían recorrido poco más de la mitad de toda la agenda. Se puso a revisar el pergamino y efectivamente, faltaba un tercio de la población para entregar. La mayoría de personas seguían despiertas a esa hora, le impresionaba la diferencias de culturas y creencias en las que se podía celebrar la navidad. Era maravilloso y admirable, cómo a través de todo el mundo un mismo sentimiento podía conectar muchos corazones una misma noche.

Yoongi se detuvo un momento en una plaza con un enorme árbol navideño en el centro de ella, aprovecharía para ver un momento la tradición de ese país antes de volver a seguir al siguiente. Muchos Santas disfrazados se codeaban entre ellos con sus bolsos rojos de fantasía. Era un espectáculo ver como seguían a esa hora recibiendo a la gente que paseaba como si fuera plena luz de día. 

dejó la bolsa a un lado de su pie, era ligera pero estorbosa a veces. Solo se tomó unos minutos para apreciar los adornos y las vibras navideñas que flotaban en el aire. Sonrió viendo los niños con sus padres, las familias y los “Jo,Jo,Jo” que trataban de imitar a la risa de su padre, era gracioso, se preguntaba qué pensaba su padre respecto a todo.

Tomó la bolsa nuevamente y se dirigió al trineo para seguir el recorrido, en la siguiente casa sacó el bolso y al abrirla para dejar el correspondiente regalo al niño de esa dirección, sus ojos se abrieron con pavor y su cuerpo entero se sintió helado por los nervios. Regresó perturbado al trineo para devolver su recorrido hacia la plaza, pero en ella ya no había nadie, estaba cerrada dado a que el tiempo en el que se demoró en ir de un país a otro fue un poco más de lo que pensó.

—Mierda.

Regresó al trineo con el objetivo de volver al polo, tuvo que dar una excusa absurda para regresar y poder resolver ese problema que acabaría seguramente con su propia vida. Su padre iba a matarlo, estaba seguro de ello.

Corrió al interior de la fábrica con el bolso de regalos, buscando por todas partes su objetivo, pero no encontraba nada que pudiera ayudarle.

—El almacén. —Corrió hacia el interior de este, poniéndolo patas arriba en su búsqueda, y fallando en su objetivo—. Mierda, mierda, mierda. Papá va a matarme.

Se sentó en el suelo con la bolsa a un lado. Estaba tan sumergido en su lamento que casi le surgió un infarto al escuchar una voz desconocida.

—Ey, ¿Qué haces aquí?  —Un elfo con un plato en su mano lo veía desde la puerta del almacén—. Yoongi ¿No?, ¿No deberías estar repartiendo regalos?

—No pasó nada. Puedes irte.

—¿Seguro? Te ves preocupado.

Yoongi no estaba para lidiar con una charla ni dar explicaciones, tenía que tratar de resolver ese asunto por sí solo sin que su padre se enterara.

—¿Hay alguien aquí? 

—Mierda.

Yoongi se tiró detrás de un mesón, escondiéndose de su padre.

—Ah, eres tú. ¿Trabajando de más? —se quedó debajo del mesón, escuchando la plática que sostenía con el elfo.

—No, nada más ordenando un poco.

—¿Te escuché hablar hace un momento…?

Yoongi contuvo su propia respiración.
《¿Qué pasa? ¿Por qué no respondes?》, pensó rogando que el elfo no revelara su presencia.

—Nada más cantando para distraerme. ¿Quiere una galleta?

—¿Las hiciste tú?  —No pudo ver, pero al parecer el elfo afirmó hacia la pregunta, por que el siguiente sonido que escuchó Yoongi fue de satisfacción de su padre mientras ingería las galletas—. Deliciosas como siempre. Bueno, me voy a casa nuevamente. Vine porque vi las luces de l fábrica encendidas —los sonidos de los pasos de su padre empezaron a tranquilizarlo—. ¡Felíz navidad!

—¡Felíz navidad, jefe! —pasaron unos segundos hasta que escucho la risa aguda del elfo—. Ya puedes salir de ahí, tonto. ¿Por qué te escondes de tu papá?, a este paso no terminarás a tiempo.

—Perdí la bolsa de regalos, debe haberse confundido en la plaza en la que estuve rodeado de muchos Santas —reveló teniendo confianza en el castaño—. Mi papá me convertirá en galletas navideñas. Estoy arruinado.

El elfo veía sin expresión alguna al pelirrojo que se veía realmente preocupado. Ese chico le parecía hasta a él un caso perdido, era un peligro para la navidad, solo bastaba retroceder en las navidades pasadas para saber su historial tan desastroso. Y el hecho que haya perdido la bolsa de regalos era una prueba contundente de ello. Aunque no era tan grave como el pelirrojo pensaba.

—¿Traes el pergamino?

—Si —Yoongi lo sacó de su bolsillo delantero y se lo mostró, el castaño se lo quitó y lo abrió —¿Qué haces?

—La bolsa de regalos tiene un rastreador, es fácil encontrarla. Tu problema tiene solución.

—¡Bendita sea la navidad!

—Eso no quiere decir que lo que hiciste esté bien. Debiste tener cuidado. —El elfo de baja estatura dió unos cuantos clicks en la pantalla y le regresó el pergamino a Yoongi—. Este es el camino. Desde dónde la perdiste debes continuar, el camino hacia el lugar en donde se encuentra se irá dibujando conforme avances. 

—Gracias. —el elfo asintió y se volteó para irse—. Oye, ¿Estás ocupado? —el castaño volteó con duda, pensando en qué excusa poner, pero la verdad no tenía ni una en mente.

—En realidad no, ¿Por qué? 

—¿Quieres venir conmigo?, después de todo, me has ayudado. —El castaño lo pensó un poco, estar en la fábrica no era tan divertido, se sentía solo, viajar en el trineo seguramente no sería una mala experiencia. 

—Está bien.

Llegaron a la plaza, el trineo quedó en un callejón algo oscuro para no ser detectado por las personas. siguieron el camino a pie por las calles un poco solitarias, aunque había personas caminando y festejando aún la navidad.

Nadie los veía. A excepción de los perritos y algunos gatos que pasaron a sus lados que pudieron notarlos. Un grupo de chicos venía caminando hacia ellos, y Yoongi inevitablemente se hizo a un lado chocando contra el chico elfo, el grupo iba riendo y ni se imaginaban de lo que pasaba a sus espaldas mientras seguían caminando.

—Lo siento —Se disculpó Yoongi

—Ellos no pueden ni verte ni sentirte, Yoongi.

—Si, si. Es que no estoy acostumbrado…

—¡Oye! —una voz hizo que ambos voltearan a ver a un chico rubio a unos metros de ellos—. Esto es de ustedes.

El chico mostró en su mano el pergamino. Yoongi estaba sin duda confundido pero a la vez con una emoción en su pecho muy inexplicable. Eso le hizo recordar las palabras de su padre.

¿Acaso era su alma gemela?

La condición de su padre se le había olvidado por completo, por el problema de haber perdido la bolsa, y porque no sintió que hubiera encontrado en realidad a alguien que llamara su atención o que fuera especial. Con este chico una chispa había surgido, podía verlo. Se acercó, y a medida que lo hacía podía notar sus rasgos más o menos varoniles sin serlo demasiado, labios gruesos, piel canela, cabello rubio y ojos color celestes bastante bonitos.

—Es tuyo —dijo el chico con una sonrisa radiante, Yoongi lo observó sin tomar aún su objeto— ¿Eres de por aquí?

—¿Eh?, no.

—Oh, entonces estás de visita.

Yoongi observó una placa de oro en su pecho, al parecer el chico era un enfermero que recién salía de su turno en algún hospital local. Un nombre bastante bonito.

—Gracias por devolver el objeto de mi amigo —La voz de elfo bajito se presentó, el otro chico le lanzó una mirada un poco triste—. Ya tenemos que irnos, gracias por todo.

El elfo le quitó de las manos el pergamino al chico y este de inmediato pegó un brinco de sorpresa retrocediendo unos pasos aterrorizado.

—¿A dónde fue? Estaba aquí —dijo el chico.

—¿Cómo que estaba aquí? Estamos aquí.

El chico enfermero siguió retrocediendo y volteó para caminar con rapidez sobre la acera.

—¿Qué pasó? —preguntó Yoongi—. El pudo verme y después… Ya no.

—Todos los objetos de tu padre tienen magia, y al parecer ese chico pudo verte por eso. Sigamos, en un par de horas va a amanecer.

Yoongi sintió tristeza, y no era porque el chico en realidad no fuera su alma gemela, si no por que en realidad no podría cumplir la condición que le había puesto su padre, pero al menos había viajado en el trineo una vez y saber lo que se siente.

—Jimmi.

—¿Eh?

—Jimmi era su nombre.

—Ah. —el pequeño elfo observó a la lejanía al chico de antes, sin saber el porqué de su repentino sentimiento.

—Sigamos.

El camino hacia la tienda de disfraces fue un poco demorada, quince minutos para ser exactos. En los escaparates había trajes de elfos y Santa, y uno que otro de un venado para personas y otros para perros. Por obvias razones se encontraba cerrada, pero no había sido problema entrar al lugar, no. El problema iba a ser encontrar la bolsa entre tantos disfraces.

—Debe estar por aquí… —murmuró Yoongi buscando entre los trajes. El pequeño elfo se había separado para buscar por otro lado y tener más posibilidades de encontrar la bolsa con rapidez. 

—¡Aquí está!

Yoongi siguió la voz del elfo y se unió a su repentina felicidad de encontrar la bolsa de regalos. Cuando ya salieron de la tienda Yoongi le propuso continuar juntos el recorrido de entrega de regalos. Tardó poco más de una hora entre los dos. Hubo risas y una pequeña competencia por ver quién entregaba más regalos, la cual ganó el pequeño elfo aunque ambos eran unos novatos en las entregas. Fue divertido, pero para el castaño y para Yoongi valió toda la pena pasarla juntos.

—¿Ya deberíamos regresar?

Estaban cruzando un parque para regresar al trineo. El lugar estaba lleno de luces navideñas y varios adornos.

—¡Mira eso! —El castaño gritó emocionado mientras corría a un arreglo al pie de un gran pino con luces y una estrella en la punta—. ¡Es hermoso, Yoongi ven a verlo!

Yoongi se quedó de pie observando al elfo agachado que se encontraba viendo los muñequitos sobre una paja artificial. Una emoción nueva empezó a cobrar vida en ese instante, es como si su corazón se agitara y sintiera un nudo dentro de él, un impulso lo asaltó y lo hizo dirigirse hacia el chico.

—Hay una tradición —empezó a contar el elfo—. En la que se dice que el hijo de Dios nació en esta fecha y que por eso se celebra la navidad. Pero ¿Sabes quién más nació en esta fecha?, aunque se dice que nació mucho más antes.

—¿Quién?

—Krampus.

—Él ya no es un problema —Afirmó Yoongi—. Desde que se casó con ese otro humano ahora es un aliado que ayuda a dejarles carbón a los niños malos.

—¿Lo conoces?

—Lo he visto un par de veces con papá.

—Es hermoso ¿No? —El elfo se refería al pesebre con la imagen de los reyes magos y la ilustración del nacimiento del niño Jesús, pero no podía ver a otro lado que no fuera el perfil del pequeño elfo. Era hermoso, y el sentimiento no pudo contenerlo en su interior.

—Lo es. Es muy lindo —Contestó Yoongi refiriéndose al pequeño elfo. El castaño alzó su mirada hacia Yoongi y se asombró por lo que los rodeaba.

—Está nevando —sus ojos brillaban, y los sentimientos de Yoongi se intensificaron, entonces la nieve empezó a caer más fuerte y con un ligero viento helado que los envolvía— ¡Mira allá!

La energía del pequeño elfo era contagiosa, lo vió levantarse y correr hacia el lago al lado del parque, este estaba completamente congelado, convirtiéndose en un lugar en el que las personas podían patinar. Sin pensarlo el castaño pisó el hielo y se deslizó hacia el centro con un equilibrio perfecto.

—¿Te gusta patinar? —preguntó Yoongi desde la orilla.

—¡Me encanta! Siempre que puedo voy al lago en el bosque helado del polo. —lo conocía, Yoongi también iba bastante seguido, pero jamás había visto lo contrario—. Sería lindo tener un par de patines justo ahora.

Yoongi pensó que lo sería, que le encantaría aprovechar ese gran lago y patinar junto al hermoso elfo bajo la leve nevada de la madrugada. Solo ellos dos. Cerró los ojos deseándolo con todo el corazón, poder terminar la navidad junto al chico castaño no estaba para nada mal.

—¡Yoongi! —El susodicho abrió los ojos asustado pensando lo peor, en cambio el elfo se escuchaba felíz— ¿Tú lo hiciste?

En los pies del elfo había un par de patines, y en los suyos también.

—Yo… creo que sí.

Yoongi se deslizó por el hielo directo hacia el castaño, lo tomó de la mano e hizo que juntos patinaran por todo el lago. Las risas de ambos se oían como ecos por el parque, lo disfrutaban, en serio lo estaban disfrutando al máximo. Yoongi se atrevió a ser más atrevido, tomó la cintura del pequeño elfo y lo pegó a su cuerpo, ambos se veían mientras patinaban, y como si fuera algún tipo de sexto sentido Yoongi dirigía el patinaje de ambos con una experiencia e intuición casi irreal, porque ni siquiera veía por donde iban, sus ojos estaban clavados en los ojos color ocre del pequeño elfo.

Ambos sonrieron tímidos por el momento, ambos sabían que la conexión que habían tenido era difícil de negar. El Castaño se alejó sin dejar de ver sus ojos, se impulsó para seguir con unas piruetas bastante bien ejecutadas.

Yoongi aceleró hasta que pudo tomarlo nuevamente de la cintura, esta vez desde su espalda. Tomó impulso y rapidez, y con una fuerza que ni siquiera él sabía que tenía, pero con mucha confianza lo alzó en el aire haciéndolo dar una vuelta completa hasta caer en sus brazos.

—Eso fue divertido. —dijo el castaño sonriendo, sus ojos se hicieron dos finas líneas, y su sonrisa tan hermosa apareció para hacer más intenso ese sentimiento. La nieve cayó con más fuerza y ahí es donde Yoongi se dió cuenta que la nevada era por los sentimientos que estaba experimentado. 

《—Lo sabrás, hijo.》Recordó las palabras de su padre como si se lo hubiese dicho en ese momento, tal vez… Esa era la señal.

—Eres muy hermoso. —Yoongi cargó al chico, haciendo que este enrollara sus piernas en su cintura, mientras no dejaba de patinar como si no estuvieran en una posición que complicaba la situación. 

El castaño dejó de sonreír, pero rodeó con sus brazos los hombros del pálido. No sabía por qué, pero confiaba ciegamente en las habilidades del contrario. Por eso no temió acercarse y rozar sus labios con los del pelirrojo. Un roce que pronto se convirtió en un beso más profundo, sus labios se acariciaban, y sus lenguas jugaban a quién ganaba el poder del momento. La ventisca se convirtió en un pequeño torbellino de nieve que los envolvió, pero aún así no pararon por su propia cuenta, no hasta que Yoongi dejó la concentración de lado y ambos cayeron en una montaña de nieve, quedando enterrados entre risas.

Eso poco le importó al pequeño castaño, se levantó y volvió a unir sus labios con los del pelirrojo, sorprendiendolo. La nieve debajo de Yoongi estaba fría,  demasiado, pero el calor del cuerpo encima del suyo lo calentaba completamente, como si no existiera nada más importante que ellos en ese momento. Una de las manos de Yoongi que permanecía en la cintura del castaño bajó hasta su trasero, provocando un gemido en el más bajito. Eso le hizo sentir más calor de lo normal, y una situación vergonzosa y que no podía evitar empezó a surgir en su cuerpo, pero al parecer no era el único que se encontraba en la misma situación. 

El castaño deslizó la mano por el pecho de Yoongi hasta llegar al borde de su camisa, sin intención de ir más allá que tocar su piel desnuda. Yoongi jadeó sintiendo las manos frías que lo calentaban cada vez más, un sentimiento contradictorio y excitante. Estaban en la nieve, no era un lugar apropiado para hacer nada lo que hacían, pero se sentía tan correcto que no podían parar.

No hasta que escucharon un estruendo en el hielo que los hizo separarse con rapidez, y que mató de raíz cualquier indicio de excitación en sus cuerpos.

—Estábamos preocupados, ¿Dónde estuvieron todo este tiempo?

Rodolfo y los demás renos se veían con expresiones preocupadas. Sin embargo, no se arrepentía. 

—Terminamos el recorrido, solo venimos a patinar un rato.

—Es hora de regresar.

Ambos chicos se sintieron avergonzados. El camino hacia el polo fue silencioso. Hasta que aterrizaron frente a la fábrica, en la pista del trineo. El elfo se volteó y dió un beso rápido en la mejilla de Yoongi. 

—Nos vemos más al rato. —susurró antes de bajarse del trineo. Las mejillas pálidas de Yoongi no soportaron,  tiñéndose de rosas por un momento. Al menos había una posibilidad de una oportunidad con el lindo chico que le ayudó. 

Sus padres vinieron hacia él, sus hermanos también se unieron al encuentro. Pero a él solo le interesaba estar al lado del lindo elfo.

—Papá, mamá, me iré un segundo, ya regreso.

Trotó hasta la fábrica, sin éxito de encontrar al que ya consideraba su chico. Buscó en el almacén pero tampoco estaba ahí. Seguramente estaba en su casa, pero igual no sabía en dónde se encontraba, así que se limitaría a verlo al siguiente día o cuando el pequeño elfo quisiera regresar para verlo. Salió del lugar viendo a sus padres conversando con los renos, lo vieron de reojo y casi de inmediato apartaron la vista para seguir con la plática que tenían. Suponía que hablaban de cómo había sido la entrega, pero no había sido tan malo, al menos así lo consideraba Yoongi.

Sus hermanos jugaban en la nieve del polo, y no fue hasta que avanzó un poco más hacia sus padres que la razón de su búsqueda se hizo presente frente a él, el lindo elfo que jugaba con ellos.

—¡Yoongi! —llamó su padre. Él avanzó y su padre también, quedando ambos un poco apartados de los demás.

—Me han dicho que te ha ido bien.

—Sorprendentemente hasta para mí, sí. 

—Y… conseguiste cumplir la condición, supongo.

—No, es que…—Volteó a ver al castaño que seguía luchando con sus hermanos, ¿Cómo le diría a su papá que no había encontrado una novia, y que estaba enamorado pero no podría darle nietos como ellos querían?—, estuve muy concentrado en la entrega —dijo con tono triste.

—Ya veo —el silencio los invadió un momento, hasta que su padre habló—, Park Jimin es un buen chico, no deberías avergonzarte si él es tu alma gemela. A quién ames será bienvenido a la familia

Con que Jimin era su nombre, pensó Yoongi.

—¿Osea que puedo…?

—No es necesario preguntarlo. Ahora iré a dormir, ya amaneció —su padre se dió la vuelta, pero se detuvo a un par de pasos—. Ah, y esta es la última vez que vas a la entrega sólo. No vaya a ser que a la próxima pierdas el pergamino, ahí sí estará jodida la navidad. 

Yoongi agachó su cabeza riendo. Pero se sentía muy felíz, su madre sin decirle nada pasó de lejos guiñandole un ojo y llamando a sus hermanos. Caminó hacia él, y ni bien estuvo frente a él tomó la iniciativa de besarlo.

Bajo la aurora mañanera de un veinticinco de diciembre del dos mil veinticuatro, un par de jóvenes descubrieron el amor gracias a la navidad.

FIN.




Un pequeño especial navideño, un cuento cortito.
espero les haya gustado.
Para entender la referencia del Krampus mencionado aquí,  tienen que leer mi otro especial navideño del año pasado titulado "Krampus"

¡Gracias por leerme, y que pasen una felíz navidad!

Fecha de publicación : 25 de diciembre del 2024.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro