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25

Ser madre.

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Sentía una gran presión en mi corazón, era como si el susto que había pasado fuera reciente. Habían pasado aproximadamente una hora desde que nos fuimos de aquel museo, de camino a nuestros hogares o al menos algunos de ellos. La ruta principal que solíamos tomar por el puente, estaba incapacitada y nos vimos obligados a tomar una ruta alterna. Apretaba la cintura de Rick, mientras este era quien sostenía la cuerda para guiar al caballo. Había decidido que debería durante el viaje ir acompañada de alguien y aunque me sintiera algo enojada por esa petición, accedí.

—¿Como te sientes?—mire fijamente los ojos color miel de mi hermana, veía sus ojeras, un poco de palidez en ella.

—Creo que ambas estamos completamente jodidas.—sonreí mirándola y ella asintió, acercándose a mi y dándome un abrazo, un fuerte abrazo.

—Eres lo único que me queda, no puede perderte también. Vuelve, por favor.—mis brazos y los de mi hermana cometían misma acción, acorralábamos nuestros cuerpos formando un gran abrazo.

Sentir ese gesto de amor hacia mi, era mucho, era algo que necesitaba; que me faltaba. Ambas sufríamos un mismo dolor, la pérdida de Nathan aún era como si estuviese reciente. La conciencia me consumía cada vez que la veía, cada vez que me dejaba saber lo entristecida que estaba por la audiencia definitiva de nuestro único hermano varón. Nunca tuve el valor de decirle a Natasha, a nadie, a pesar de que Jayden fue el único testigo; nunca habló, jamás lo hará. La abrace fuertemente, recordando meses atrás como mi tuvo que dejar su dolor atrás ante la pérdida de nuestro hermano, para cuidar y sanar mi dolor. Nada ha cambiado, cada mañana despierto y tengo a los mismos pensamientos, incluso cuando el día acaba en la noche, me pregunto ¿en donde estás ahora, Carl? Pude ver a lo lejos a Rick mirarme, mirarnos a ambas, con una gran sonrisa. Le sonreí, ese hombre era tan fuerte y un gran líder, no había duda de lo mucho que lo extrañaba. Vi como caminaba hacia acá, me solté del abrazo de mi hermana, viendo sus ojos húmedos y como ella acarició mi rostro. Natasha era una de las mujeres más fuertes que conocía, pero aún así Maggie Greene era mi ejemplo a seguir y aún desconocía la razón. Aún desconocía el por qué la veía a ella como mi madre.

—Hace mucho no veía ese abrazo entre ustedes.—Natasha y yo miramos fijamente los ojos azulados de Rick mirarnos con una sonrisa, este nos acorraló a ambas en sus brazos, abrazándonos por los hombros.—¿Estás bien?—Rick me miró y asentí, viendo cómo Daryl se paraba cerca, mi hermana no tardo en sonreírnos para darnos a entender que se acercaría a su parejo, estos ambos dándose un abrazo.

—Se que planearon intentar de convencerme para irme a Alexandria.—Rick se paró delante de mi antes mis palabras, lo miré cruzándome de brazos y viendo cómo él llevaba sus manos a sus caderas.

—Pensamos que es una buena idea, tanto para ti y para los bebés. Queremos lo mejor para ustedes.—me respondió él, mirando al suelo.—Lo único que quiero es a mi familia cerca.—añadió a su comentario.

—Puedo prometerte que lo pensaré.—le sonreí, viendo cómo él sonreía ante esta respuesta pero aún así a través de sus ojos podía ver la melancolía, de que él imaginaba a Carl en estos momentos a mi lado abrazándome o refutándole por haberme dejado venir.

—Rick, los caballos no pueden tirar de la carreta a través de este barro.—Rick giró su rostro ante Michonne llamarlo, ambos miramos como la carreta parecía no pasar a través del barro, los caballos ya no tenían fuerza para jalarla.

—Maggie, creo que necesitan un descanso.—mire fijamente a Ken, este que con sus ojos azulados me miró y sonrió. Ken era un residente de Hilltop y siendo totalmente honesta, yo le atraía y incluso bromeaba con que sería el padre de mis bebés. Le sonreí.

—Podríamos dejar algunos suministros y buscarlos en un día o dos.—Maggie se acercó hasta donde estaba con Rick y Michonne, dando su sugerencia.

—Es arriesgado.—opinó Michonne al respeto.—Las hordas podrían venir y arrasar con todo esto, destruirlo.—añadió Michonne, mientras que Maggie no parecía cómoda.

—Podemos intercambiar los caballos, separarnos, darle un descanso, mientras vemos lo que podemos para que la carreta pase.—Rick miró a Maggie, buscándole una opción, ella asintió ante eso.

—Manos a la obra.—les dije, invitándolos a que se movieran, viendo cómo estos asintieron y fueron a colocarse detrás de la carreta.—Bueno, moveremos la carreta manualmente a través del barro, así que necesito al menos a Ezekiel atrás, Daryl y Rick al frente, Marcos y Ken, a los lados.—si, había sido yo quien había dado las órdenes sin que me lo pidieran, vi como Maggie me miró y sonrió ante mi gesto.

—Como digas señorita.—Ken a mi lado pasó junto a Marco, ambos eran inseparables desde que llegue a Hilltop. Le sonreí ampliamente a él, viendo esas ganas de ayudar.

—A la cuenta de uno, dos tres... —contó Rick en el momento en que todos se movieron a sus puestos para mover la carreta a través del barro. Mientras que Michonne jalaba la cuerda con cuidado del caballo para que este se moviera también a través del barro y ayudara a facilitar las cosas.—Vamos.—Rick los alentaba, viendo cómo la carreta se movía con facilidad por el barro ante tanto soporte para ayudar pero fue ahí que los gruñidos llegaron a mis tímpanos.

—Rick.—mire a Michonne ante ver cómo llamaba al líder de estos grupos, vi en su campo visual a varios caminantes saliendo a través de los bosques.

—Ya estamos terminando, vamos.—Rick alentaba continuamente a los demás, fue ahí cuando la carreta pasó por encima del barro llegando al cemento ante el empuje de los varones.—Bien, vámonos de aquí.—nos ordenó Rick, viendo así a los caminantes, que parecían duplicarse más.—Aliana, Michonne y Daryl.—este señaló a los caminantes y sin pensarlo, entendí a que se refería que hiciéramos.

Los tres nombrados caminamos por el barro, creando una fila y viendo a los caminantes acercarse a nuestra área. No tarde en sacar esa navaja, si, la navaja que le pertenecía a Carl. Lleve mi pierna como un golpe a la rodilla podrida del caminante, creando que este cayera al suelo de rodillas y justamente ahí incrustarle en su cráneo la navaja. Observe a mi lado como Michonne copio mi acción de forma diferente con su espada, su afilada espada corto con facilidad la cabeza de dos caminantes. Mientras que a su lado, Daryl con ese semblante de seriedad no tardó en incrustarle una navaja en el pecho al caminante para aguantarlo y la otra incrustarla en su cabeza con mucha más facilidad. Ambos teníamos buenas habilidades pero la primordial era los buenos reflejos y la agilidad que nuestras manos tenían para actuar. Giré mi cuerpo, observando a los demás recoger para irnos ante ver cómo los caminantes no parecían detenerse. Maggie al igual que Rick miraban la escena, buscando una alternativa para poder salir bien de todo esto, pero nada nunca salía bien.

—Tenemos que irnos, dejen la carreta.—pidió Rick, mientras que vi como este nos alertó para irnos ante ver a varios caminantes en él área, podía venir una horda. Empecé a caminar hasta ellos para irnos.

—No, debo liberarlo.—giré mi vista ariscamente cuando Ken alertó que volvería atrás para dejar libre al caballo.

—¡Ken, vámonos!—le pedí, ese cosquilleo de dejar a alguien atrás siempre me alteraba los nervios de una forma que no podía explicar.

Giré mi mirada a los caminantes que venían y no tarde en ir a socorrerlo, como me correspondía. Llegue hasta uno de los caminantes que ibas tras de él con rapidez, incrustándole mi navaja en el cráneo y empujándolo al suelo. Fue ahí cuando escuché el grito de Ken alarmarme y estrujarme el corazón de una forma tan dolorosa. Giré mi mirada, todo se había vuelto lento. Entre en un estado de transe, estaba ida en ese momento en que vi como aquel caminante desprendía la piel del brazo de Ken, por Dios... no. Mi boca se abrió como plato con el caballo reaccionó y golpeó a Ken en su estómago, llevándolo al suelo, casi inconsciente. Cuando me di cuenta y procesé lo que sucedía, no tarde en ir hacia ese caminante y incrustarle mi navaja en su cráneo, de una manera tan fuerte que la sangre salpicó en mi rostro. Cayó al suelo, al igual que Ken. No tarde en tirarme de rodillas a su lado, esperando que reaccionara, al igual que los demás. Quien llegó a mi lado temblorosa, fue Maggie, mientras que los demás parecían defender la zona, viendo lo que sucedía. Vi como Ken intentaba de tomar aire, parecía reaccionar pero solo veía la sangre escurrirse de su brazo, Siddiq llegó a nuestro lado con rapidez, al igual que Rick.

—Vamos Ken, puedes hacerlo, puedes hacerlo.—mis manos tomaron el rostro de Ken, viendo su pálido rostro y como intentaba tomar aire, veía sus lágrimas salir; yo sólo quería animarlo a que se mantuviera despierto y aguantara.

—No voy a lograrlo, no lo lograré.—con su voz entrecortada, Ken dejaba claro su pensar pero tenía la esperanza de que este soportaría.

—Si, vamos. Lo harás, estarás bien. Jugaras con Caleb y Alanna, vamos.—le animaba, acariciaba su rostro y esperaba que él pudiera lograrlo, Ken adoraba a mis bebés.—¡Maggie!—le grite a la mujer de mi lado, le grite desesperada viendo cómo ella intentaba de poner la paz aquí mientras que Siddiq lleno de nervios buscaba cómo aguantar la sangre.

—Vas estar bien, lo vas a lograrlo, puedo arreglarlo.—Siddiq llenaba sus manos de sangre al intentar aguantar la herida de Ken.—Enid saca unas gasas.—le ordeno a la chica frente a mi.

—Dile a mi papá que deje a Marco ocupar mi lugar.—miraba a Ken, este quien miraba fijamente a Maggie, veía las lagrimas de sus ojos salir mientras la miraba.

—Tú hablarás con tu papá, todo estará bien.—Maggie hablo por primera vez en esta conversación con su voz temblorosa, esperando a que Siddiq resolviera todo pero cuando le abrieron la camisa a Ken, su abdomen pude dejar ver la fractura que tenía y el moretón color morado que se había plasmado ahí. La
Patada del caballo quizás le había provocado una gran fractura.

—No cierres los ojos, por favor, por favor.—le pedía, le pedía una y otra vez, al igual que Maggie; ambas desesperadas por poder mantenerlo despierto.—Ken, mírame, mírame.—le pedíamos, mientras que mis ojos se humedecían y maldecía una y otra vez, no quería perder más gente, no quería. Pero Ken había cerrado los ojos, se había ido.—¡No! ¡Maldición! ¡Haz algo, haz algo!—con brusquedad empuje a Siddiq, lo miraba con mis ojos humedecidos y viendo cómo él solo bajaba la cabeza.—¡Carl no te salvo para que no salvaras vida, no te quedes ahí!—le gritaba mientras que veía como Ken no reaccionaba, maldije, escondiendo mi cabeza en mis rodillas y llorando.

───

Veía las tres montañas de tierra, cubierta de algunas flores y césped, las cruces como símbolos de paz estaban intactas sin ninguna rama a su alrededor. Estaba sentada en el suelo con mis piernas en forma de mariposa, cubierta con una camisa manga larga y unos pantalones ajustados, acompañada de unos zapatos de montaña y unas medias blancas altas que tapaban mi tobillo y un poco de mi mahón oscuro. En mi brazo había peso ante mi sujetador de lana que Maggie había hecho para mi, en esa pequeña hamaca envuelta en mi espalda y debajo de mi brazo, estaba recostado aquella pequeña criatura con sus ojos abiertos. Veía como sus pequeños dedos se movían, era inquieto y muy apegado a mi. Podía ver su cabello castaño, tan lacio aún, su piel de esa tez blanca y esas largas pestañas. Era tan pequeño, tan indefenso. Había pasado un aproximado de cuatro meses desde que di a luz, aún está criatura parecía de dos, era tan tierna que aún no asimilaba el hecho de que era mío. Lo miraba fijamente, observaba sus fracciones, deseaba que el tiempo pasara para ver en qué se convertiría o a quien se parecería. La primera vez que Rick Grimes vio a su primer nieto varón estalló en llanto.

Me adelanté mucho antes, según Maggie y el calendario que tenían aquí, me había adelantado dos meses antes. Mi cuerpo aún no estaba preparado para cargar a dos criaturas, si, por mi sorpresa; esperaba dos bebés. Nacieron en invierno, el frío era espeluznante pero pudimos pasar esa estación bastante preparados y en familia. Me encontraba de visita en Alexandria acompañada de Maggie, Enid y Jesús. En ese entonces estaba cerca de la iglesia, aquella en donde Carl había decidido partir, fue ahí cuando unos dolores irreconocibles llegaron a mi. La tristeza y la depresión que llevaba en mi, fueron una de las causas de tener un parto prematuro. Recuerdo aún lo asustaba que estaba, incluso sangraba, pensé que no lo soportaría. Fue una noche de muchas emociones, todos me vieron dar a luz. Aún puedo recordar cómo Rick Grimes a mi lado izquierda de la camilla apretaba mis manos, pidiéndome que siguiera pujando, que podía hacerlo pero el dolor que sentía explotaba mi cuerpo de una forma inexplicable.

Maggie estaba a mi lado derecha, con Natasha observándome, ambas con ese brillo en los ojos mientras que Siddiq y una residente enfermera de Alexandria me ayudaban en el parto pero yo parecía irme, mi alma parecía salirse de mi cuerpo. Fue ahí cuando sentí como algo salió de mi pero el llanto no era audible, no hasta momentos después que pudieron lograr que la bebé respirara, si, había nacido primordialmente una hermosa niña. Tenía tanto cabello, parecía una muñeca. Aunque el dolor seguía en mi y fue ahí que entendimos que no traería al mundo una sola criatura, traería dos y por eso entendimos esa noche el por qué cuando tenía tres meses parecía tener un embarazo de seis. Fue ahí cuando me desmayé pero antes de desmayarme mi cuerpo había expulsado al varón que llevaba en mi vientre. Recuerdo llorar cuando desperté, incluso los rechacé, no quería verlos o tocarlos, sólo quería llorar pero recuerdo ver a Rick Grimes sentado en una silla llorando mientras sostenía a este hermoso bebé a quien nombro Caleb.

Lloraba en aquella silla de la enfermería de Alexandria, Rick no dejaba de mirar a su primer nieto varón, mientras que Maggie cargaba y exhibía a la hermosa muñeca que había salido de mi. No fue hasta dos semanas después que pude aliviarme y acercarme a los bebés, fue ahí cuando regrese a Hilltop luego de que todos allá en la comunidad los conocieran, cargarán y tuvieran momentos de recordar con ellos. Judith, ella fue quien más disfrutó estar con ellos. Judith había sido mi primera experiencia para cuidar a un bebé, aunque ya era más grande cuando la conocí, había sido mi primera responsabilidad y saber que crecía con él pasar de los días me ponía melancólica porque yo también empezaba a crecer, a crecer de una manera en la que no quería. Me quedé mirando fijamente a Caleb, este quien aún mantenía sus ojos abiertos, esos ojos azulados que había heredado de Carl... ambos habían heredado esos ojos azulados y ese color castaño de su progenitor, a quien nunca conocerían.

—Él era Abraham, era muy grande y un buen amigo, era simpático y adoraba el alcohol.—señalaba la tumba de Abraham, mientras que hablaba como si la criatura que sostenía me entendiera.—Él era Glenn, era como un padre para mi, era algo reservado pero siempre fue alguien sabio. Es el papá de Hershel. Y la tercera tumba, era mi hermano; pero era un monstruo así que aún no te narraré nada de él.—proseguí, observando ambas a tumbas, recordando mientras que me levante del suelo limpiando mi pantalón en la parte de atrás, para emprender rumbo a mi hogar.—Ambos murieron delante de mi, si estuviesen aquí, estuviesen encantados con todos ustedes.—dije, imaginando en mi cabeza la imagen de ambos hombres con vida y observando a mis bebés, visualizando a Glenn con su hijo en brazos y Abraham con un bebé que hubiese tenido con Sasha.

—Supuse que estarías aquí.—suspire levemente para controlar esas ansias de derramar mi tristeza a través de aquellas lagrimas, las cuales estaban apunto de escapar de mis ojos.—¿Con quien estás?—me pregunto Maggie, me giré observando carrito para portar bebés y en él se podía apreciar las fracciones asiáticas de Hershel Jr, quien estaba despierto y risueño.

—Caleb.—le respondí, quitándole un poco la tela de la hamaca de su rostro para que esta pudiera verlo.—¿Como te fue con los papás de Ken?—le pregunté, viendo en su rostro la tristeza, la noche sería larga. Ella suspiró.

—Perdieron a su hijo, no hay palabras para explicar el dolor que sienten. Pero ahora debo lidiar con que ellos piensan que pude haberlo evitado y así es, quizás no debí llevarlo.—dijo ella acercándose a mi.—Sabes que no puede coger mucho sereno Aliana, sus pulmones aún son débiles, hace frío; debes llevarlo adentro.—me levante del suelo ante las palabras de Maggie, me hablaba con una voz pasiva y no me regañaba, me educaba y ayudaba.—¿Con quien esta Alanna?—mire fijamente Maggie ante nombrar a mi pequeña, la cual no estaba a mi lado.

—Alanna dormía en su cuna... —le respondí primordialmente mientras veía como insistía para que llevara a Caleb adentro.—No quería estar sola y Caleb aún no habla, no molesta ni mucho menos irrita.—dije seriamente, viendo a Maggie suspirar.

—Pensé que ya no eras tan chismosa o sensible.—me dijo sonriente mientras que podía ver a Hershel, veía como combatía con el sueño.—Escuché que Rick te sugirió volver a Alexandria.—ella me miró fijamente, me había dado cuenta que Maggie estaba siendo testigo de mi conversación con Rick cuando volvíamos acá. Baje la mirada, suspirando.

—Es una decisión que me corresponde tomar.—le respondí.—Él solo quiere pasar más tiempo con los bebés, al igual que los demás, Alexandria fue nuestro hogar primero.—le expliqué, mirándola fijamente.

—No lo sé Aliana, pienso que este es tu hogar, aquí has estado bien y mejorando cada día.—opinó ella.—Ellos pueden venir a verte cada vez que quieran pero si tú quieres irte, no voy obligarte a quedarte.—aclaro, aunque podía notar en su voz algo de actitud, sabía que Maggie no quería que me fuera.

—No quiero irme, sólo necesito dejar ir muchas cosas y volver a Alexandria un tiempo, sería un gran paso. Quiero estar allá un tiempo y viceversa. Podría estar unos meses allá y volver acá unos meses, es algo que puedo hacer. Así todos estarán contentos. Negan quiere conocer a los bebés, nunca pudo conocerlos. Rick quiere pasar más tiempo con ellos, igual mi hermana, me parece justo Maggie.—le dije, le dije con una voz pasiva y sin actitud para que pudiera entender mi punto pero fue ahí que su rostro dejó ver el enfado de mis palabras.

—¿Negan?—pregunto ella sarcásticamente como si no me hubiese escuchado.—No puedo creer que quieras darle una oportunidad al igual que hizo Rick, es algo que nunca les perdonaría. Ese monstruo mato a Abraham, a Glenn, a Sasha. ¿Como puedes permitir que conozca y quiera compartir con esos niños?—abrí los ojos grandemente ante las palabras de Maggie, las cuales me tomaron por sorpresa y ahí pude entender ciertas cosas que han pasado estos meses, ahora pude entender porque su cambio con Rick.

—Puedo permitirme a mi misma a mentalizarme como si tú fueras mi madre, mi modelo a seguir y la persona que me ayuda a salir del vacío en donde estoy perdida pero no eres esa persona; es un privilegio que te ganaste con el tiempo. Por más que aún no quieras entenderlo, Negan es esa persona que lleva un lazo de sangre conmigo y sé que él merece una oportunidad de vivir, de empezar desde cero como todos nosotros. Todas las cosas que nos han pasado, han sido para empezar desde cero. Ya entiendo el por qué la indiferencia con Rick o el por qué estás tan alejada de Alexandria pero te aseguro que Glenn no hubiese querido que actuaras de esta forma.—le dije, aún sorprendida por sus palabras, por cómo se dirigió hacia mi pero pude ver en ella esa molestia ante mi verdad, ante mi opinión.

—Glenn no está aquí, ni Carl, ni Abraham o Sasha. Ya no cuentan aquí.—esas palabras habían sido para mi como un alfiler explotando una bomba.

La indiferencia entre ambas me afectaba pero el hecho de que hablara como si Carl ya no fuera nadie, me dolía, o incluso los demás nombrados. Pude sentir esas ansias de llorar, era ese ataque de ansiedad de no aferrarme a la idea de que Carl Grimes ya no estaba conmigo. Fue ahí cuando me fui en aquella nube de recuerdos, escuchando la voz de Carl llamarme, o viéndolo en memorias que tuve con él. Estaba delante de Maggie, mirando a la nada con mis ojos humedecidos mientras que podía imaginar y estar en esos recuerdos Justo ahora. En mis recuerdos veía los ojos azulados de Carl o en esa temporada que perdió uno, muchas imágenes se plasmaban en mi cabeza, imágenes donde Sasha o Abraham estaban presentes, incluso Glenn. Maggie me había dado con unas simples palabras en mi herida, la cual aún permanecía abierta y pude notar como ella lo notó cuando mire justamente a mi bebé y sentía la ansiedad de sacármelo de encima, como si no quisiera tenerlo a mi lado. Respiraba gruesamente. Quería estallar de llanto libremente.

—Aliana, lo siento, ven dame el bebé yo lo sostengo, lo lamento; me pase de la raya.—me negué a que me quitara al bebé, yo podía, yo podía hacerlo y podía mantenerlo cerca de mi.

—Olvídalo, esta bien.—suspire mientras que aguantaba las ganas de llorar y acariciaba el rostro suave de mi bebé. Alce mi mirada cuando escuche pasos, viendo cómo Maggie giró su mirada hacia atrás y pude ver cómo cambió su semblante de tristeza a uno lleno de sorpresa y enojo.

—Aquí están.—mi mirada se quedó plasmada en cómo Gregory apareció en nuestro campo visual pero mis ojos estaban perplejos cuando vi como él sostenía en sus brazos a esa bebé, a mi bebé. Él me miró, captando mi incomodidad ante ver cómo mecía en sus brazos a Alanna quien dormía plácidamente en sus brazos.—Oh, ella lloraba y lloraba, ninguna estaba ahí así que la mecí en mis brazos hasta que durmió. Por eso las estuve buscando.—él nos miraba de una forma extraña, una forma en la que me intimidaba por el simple hecho de que sostenía a Alanna.—¿Una noche pesada?—preguntó él, mirando a Maggie.

—Si, así es.—asintió ella.

—Lamentó lo que sucedió.— mire fijamente a Gregory ante esas palabras que escuché provenir de él, me quedé confusa y sin creer que se lamentaba por el duro día que habíamos tenido.

—Lo apreciamos.—dijo ella.—Se que esto no ha sido fácil para ti.—le añadió a su comentario observando a Gregory, este quien aún sostenía a Alanna en brazos, quien parecía calmada.

—Ganaste las elecciones Maggie, es todo. Me has forzado a reflexionar conmigo mismo.—dijo él, tranquilo.

—Es difícil no conocer cuál es tu lugar pero tienes uno aquí si lo deseas.—Maggie, con tolerancia se dirigió a él.—De todas maneras ya debo llevar a mi niño a dormir y mi niña debe llevar su hija a dormir, así que despídete de Alanna y entrégasela a Aliana.—le pidió Maggie con amabilidad a Gregory, este quien no tardo en acercarse a mi para entregarme a Alanna.

—Claro, pero de hecho Maggie se me olvidó comentarte, antes de que quemáramos a Ken no quise decir nada pero creo que alguien dañó la tumba de Glenn, quizás algún niño jugando o alguien enojado. No importa, revísala mañana. Buenas noches.—en mi brazo libre no tarde en acurrucar a Alanna con un poco de dificultad ante tener a Caleb en mi otro brazo envuelto por una hamaca. Mire a Gregory ante ese comentario, viendo cómo Maggie pareció quedar aturdida ante eso.

—Buenas noches.—le dijo ella, girando la carreta del bebé para dirigirse a las tumbas, yo no tarde en mirar a Gregory de una forma extraña y continuar detrás de Maggie.

—Maggie, venía de allá, no tenía nada.—dije en voz baja, continuando detrás de ella, viendo cómo iba a toda prisa en medio de la oscuridad.

—Quizás no te percataste bien.—me respondió ella, mientras que me adelanté para quedar a su paso pero ella iba con mucha rapidez.

—Maggie.—la llame, cuando vi las tumbas, viendo que cada una no tenía daño alguno. Pero fue ahí que sentí algo, sentí una sensación y justamente cuando miré aún lado, pude ver una sombra negra.—¡No!—grite cuando vi como una navaja se elevó hacia Maggie.

Por instinto, simplemente apreté a mis bebés contra mi cuerpo, aferrándolos en el momento en que mi cuerpo impactó con el de aquella figura. Sentí un raspón en mi labio, un fino raspón pero justamente cuando intenté empujarlo de nuevo, su fuerza des balanceo la mía. Aferre nuevamente con fuerza a mis bebés contra mi cuerpo cuando yo caí al suelo, sintiendo como mi cuerpo giró en el justo impacto que mi cabeza dio con un filo de cemento. Incluso sentí que mis brazos ya no sostenían a mis bebés y solo escuchaba de fondo el llanto de ellos. Me sentí mareada, con mi corazón bombardeando como si se fuera a salir de mi pecho. Esas ansias de incorporarme pero no podía, veías las estrellas del cielo. Escuchaba el llanto, un llanto que no cesaba y que erizaba mi piel. Intente poco a poco incorporarme y tomar conciencia de lo que pasaba. Pude ver borrosamente la carreta del bebé de Hershel tirada en el suelo, pude verlo a él gatear mientras estallaba en llanto. Todo se escuchaba tan lejos, estaba aturdida por el golpe. Me removía por el suelo, buscando estabilidad en mi campo visual borrosa y fue ahí que buscando tacto, sentí la tela de la hasta y a mi bebé, sentí su piel fría y su pecho subir y bajar mientras lloraba.

Mi vista se fue aclarando y mi tacto con el pecho de Caleb me erizo la piel, lloraba tan fuerte mezclándose con el llanto de Hershel y incluso, el de Alanna. Mis manos agarraron con cuidado el pequeño cuerpo de Caleb, sintiendo su rostro humedecido, su pequeño cuerpo estaba aferrado al mío para brindarle calor. Mientras que sentía mi corazón estallar de desesperación, pude visualizar a Alanna en el césped, llorando y sin poder tener la habilidad de moverse como Hershel, al este ser más grande y algo más fuerte. No tarde en arrastrarme por el suelo para llevar a Caleb al césped aún lado de su hermana, mientras que visualice a Maggie forcejar con aquella persona desconocida pero gracias a Dios, pude visualizar a Enid y a Alden venir a socorrernos. Mis manos cubrieron a Hershel, intentando de socorrerlo y calmarlo, pero mi mente estaba en blanco por todo lo que estaba sucediendo. Intente mecerlo con rapidez mientras mi mano libre estaba encima de los dos pequeños muslos de mis bebés moviéndolos para que sintieran mi tacto y dejaran de llorar.

—¿Estás bien?—Maggie se arrodilló frente a mi, mientras que pude ver su camisa llena de sangre y como la herida provenía de su ceja.—Tienes una abertura en la cabeza.—sus manos temblaban mientras me miraba, ella miraba como yo protegía a los bebés.

—Yo los cuido, están bien, están bien.—repetía una y otra vez, viendo como ella pasivamente se levantó mientras que le hecho un vistazo a Hershel, para ella acercarse al hombre que sostenía Alden. Sentí alivio cuando no escuchaba mas los llantos de los bebés, aunque aún Hershel sollozaba, parecía calmarse.

—Gregory.—vi como Maggie mordió sus labios cuando le alzó la máscara a aquel hombre, vi detrás de ella al papá de Ken, pareciendo inconsciente de lo que hacía y solo vi a Maggie desaparecer de mi campo visual, mientras que Enid se acercaba a mi para ayudarme a levantarme.

—Sostén a Hershel, por favor.—le pedí, algo mareada mientras que miraba fijamente al papá de Ken mirarme.—Y cuida a mis bebés, iré hacia ese cabrón.—era la primera vez que me dirigía a Gregory con una palabra tan vulgar pero la rabia era tanta que me consumía y quería arrancarle la cabeza.

—No, deja que Maggie se encargue, vamos a llevarte a la enfermaría con Caleb y Alanna, para revisar que estén bien.—me pidió ella, mientras que veía a mis bebés intentando de removerse del césped, no tarde en doblarme para comer cuidado coger a Alanna y luego, a Caleb en ambos brazos, viendo justamente a Enid mirándome y verificando que no necesitara ayuda.

—¿Estás bien?—me pregunto Alden, asentí, observando al papá de Ken intentando removerse al sentir mi presencia, sus ojos me miraron fijamente.

—Mi hijo te adoraba.—baje la mirada a su mano, viendo cómo este la llevaba a su bolsillo y la sacaba, abriendo la palma de ella y dejaba ver varios hijos color rojo, eran tres pulseras, no tarde en tomarlas con cuidado y observarlas.

—Lo lamentó, lamentó todo esto.—dije llena de cansancio, alejándome de él y sintiendo como todo quería desvanecerse para mi pero ahí fue que entendí lo fuerte que debía ser para no afectar a mis bebés.

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