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Seven.

Despertar con su Omega saltando sobre su miembro era una de las mejores sensaciones que Carlos había sentido en su vida y es que abrir los ojos para ver a Charles darse placer a sí mismo, con su cabello pegado a su frente debido al sudor, ambas manos sobre su pecho para impulsarse, sus deliciosos labios semi abiertos mientras soltaban sonidos obscenos, además de sus ojos entrecerrados por el placer y sin dejar de lado, por supuesto, el precioso cuerpo que tenía, eran de las mejores vistas que podía tener para despertar.

Olfateo suavemente el aire, no olía a celo por lo que probablemente solo se haya tratado de una pequeña descarga hormonal por parte del monegasco, así que en lugar de preocuparse por dejar a sus hijos en casa de alguien, decidió disfrutar. Alzó sus caderas, provocando que el menor tuviera un espasmo y se quedara quieto, con los ojos abiertos como platos al darse cuenta de que había sido descubierto en pleno acto.

-Estos sí son buenos días.- Dijo con la voz ronca mientras le daba una pequeña palmada en el trasero a su esposo. -¿Tan necesitado estabas?-

No espero respuesta, simplemente giró sobre la cama para comenzar a llevar el ritmo, uno rápido, sin pudor tal como a ambos les gustaba, no paso mucho antes de que unas uñas se le clavaran en la espalda y pequeños gritos escaparan de la boca del más bajo.

-Grita, mi amor.- Dejó algunos besos húmedos cerca de la marca, sintiéndo aquel líquido viscoso salir con más intensidad de la entrada de sí pareja. -Hazlo.-

El otro trataba de resistirse a pesar de la orden, sabía que estaba jugando, a veces le gustaba retarlo y mostrarse rebelde con tal de obtener algo más rudo. Por lo que se lo dio, lo colocó de lado en posición de cucharita al borde de la cama, mientras él se bajaba de la misma, pasando la pierna más cercana del menor sobre su hombro, no espero más para entrar manteniendo un ritmo fuerte y rápido.

Por supuesto que era consciente de que esa posición lo hacía pegar con más fuerza en la próstata de su esposo y que así él no podría resistirse, a la tercer estocada los gritos no se hicieron esperar, observó los dedos de Charles, estaban completamente entumidos señalando lo cerca que se encontraba el menor de llegar al orgasmo. Un par de segundos después, el líquido blanco salió del miembro del monegasco, manchando el abdomen del mismo y parte de las sábanas, una vez terminado este buscó safazarse del agarre y acomodarse, pero le fue imposible.

-No.- La orden fue dada en un tono seco y áspero, obtuvo un par de gimoteos en respuesta, así como al más chico mostrando la marca en su cuello como forma de sumisión. -¿Te crees muy cabrón? ¿Mmh? Chistosito, mira que empezar a jugar tu solo y ya que me uno, quieres que pare.-

-P-perdón.- El aludido de disculpó como pudo, siendo un manojo de gemidos y suspiros.

Un par de minutos después, el español sintió su miembro incharse por lo que se quedó quieto para no lastimar a su pareja, mientras dejaba todo en él, comenzó a tocar el miembro del monegasco, masturbandolo. Dejando movimientos de arriba a abajo, lentos pero fuertes, tocando de vez en cuando sus testículos, sabiendo lo que provocaban; bastó muy poco para que el menor llegara al límite de nuevo, sin pena alguna, limpió con su dedo el abdomen manchado de su esposo para después llevarlo a su boca.

-Pero que bien sabes, linda forma de darme el desayuno.- Al sentir su pene desinflamado, lo sacó de la entrada para agacharse entre las piernas de Charles y comenzar a lamer todos los rastros de la corrida del mismo. -Sí, definitivamente es el mejor desayuno.-

-Alfa, para por favor.- El chico le medio suplicó con los ojos llorosos. -Es mucho.-

-¿Mi bebé ya no aguanta? Pero si tu fuiste quien empezó, amor.- Le dejó un beso en el pecho. -Yo te vi muy concentrado, saltando felizmente sobre mi verga.-

-Alfa, basta, los niños.- El monegasco le pedía, aunque irónicamente lo hacía mientras le tomaba por el cabello, impulsandolo contra su cuello, pidiendo más. -Nos van a escuchar.-

-No creo que eso pase, las paredes son aprueba de ruido ¿recuerdas? Tú fuiste quien las pidió así, chulo, para que no escucharan cuando sus papás hacen bebés.- Le contó jugando, mientras se separaba para subirlos más en la cama.

-Aún así, no quiero que se queden traumados.- Carlos chasqueó la lengua.

-Y dices eso sabiendo que fuiste tú quien empezó.- Le reclamó con tono bajo, mientras masajeaba su miembro. -No importa, si se trauman te hago otros.-

-Alfa imbécil.- El menor soltó una pequeña risa. -Si ya ni vas a poder.-

Sabía a lo que se refería, a pesar de que habían pasado años desde esa "segunda cita" en casa del mayor, ellos seguían comportándose como un par de adolescentes hormonales, los cuales aprovechaban cada oportunidad que tenían. Así que a sabiendas de eso, habían decidido que lo mejor era que el Alfa se hiciera la operación para ya no tener hijos, dado que era algo menos riesgoso y tardado, el español no había puesto pero alguno, era consciente que tomar supresores anticonceptivos durante tanto tiempo era dañino para su pareja. Además de que si no lo hacía, siempre existiría la posibilidad de tener más cachorros y sería un riesgo latente con el que tendrían que vivir.

-¿Apostamos? Te puedo hacer el de despedida.- Charles soltó una risa.

-Veamos si puedes.- El monegasco le contestó burlón. -Pero tienes solo veinte minutos, porque debo arreglar a los niños.-

-Más que suficiente para volverte a embarazar.- Sin previo aviso lo volteó, para dejarlo apoyado sobre sus cuatro extremidades.

No esperó más, se introdujo en el menor, primero en un ritmo lento, sintiéndo como su miembro era succionado por la ya dilatada y lubricada entrada, una vez todo dentro, lo sacó para meterlo de golpe, un gemido por parte de ambos resonó en las paredes. Comenzó un vaivén un poco más rápido, sujetando con sus manos ambas caderas, las cuales eran cubiertas casi por completo por sus falanges y era algo que Carlos amaba desde que conoció a Charles, el que fuera tan menudo y pequeño a su lado, si bien el Omega era alto -comparado con la mayoría de los de su casta- a un lado del español se veía tan pequeño, que le encantaba.

Le encantaba que con solo abrir ambas palmas pudiera cubrir casi por completo la espalda de su esposo, le daba una satisfacción, como si este fuera del tamaño perfecto para ser protegido. Y sabía que al monegasco también le encantaba esto, él se lo había confesado una de las tantas veces en las que estaban unidos: Carlos estaba entre las piernas del menor, dando estocadas certeras, con las piernas de este abrazadas a su cadera, de pronto un susurró lo sacó de su concentración.

-Me gusta tu tamaño.- Charles soltó de la nada.

-¿Qué?- Preguntó un poco confundido.

-Me gusta que me cubras por completo mientras me jodes, sentir que podrías esconderme entre el colchón en tu cuerpo.- El más bajo le dijo para soltar un gemido como pausa. -Ni siquiera necesitas una sábana, sólo tu cuerpo basta y eso me pone demasiado.

Volvió a su realidad sólo para apreciar la imágen frente a sus ojos, Charles con el pecho pegado al colchón y el cabello completamente revuelto, su cara estaba de lado por lo que podía apreciar las pequeñas lágrimas de placer que se formaban en sus lagrimales y luego descendían sobre sus mejillas dejándolas mojadas. Bajó un poco más la vista, hasta su entrada, era tan erotico observar la entrada del monegasco, como se expandía para recibirlo, sacando a su vez un líquido transparente que empapaba todo.

Sin dudarlo, quitó una de sus manos solo para elevarla en el aire y después dejarla caer en el trasero del menor, un sonido seco se escuchó, seguido de un gemido y una pequeña suplica para que lo hiciera de nuevo, así que le dio lo que quería, repitió la acción y al otro pareció encantarle. Era otra cosa que amaba de Charles, el hecho de que se viera tan tierno y educado, pero en la cama fuera una persona completamente distinta, alguien que disfrutaba del sexo casual, rudo y fuerte pero a veces -sobre todo cuando más allá de lo físico querían sentirse unidos- era receptivo a algo más vainilla, al español le encantaba eso, pues cuando lo conoció creyó que el monegasco sería uno de esos omegas que solo disfrutan del sexo convencional y ante la idea de pasar sus límites se asustaban porqué en serio ¿Quién creería que a esa cosita tan tierna, le encantaba sentir las manos de su Alfa alrededor de su cuello, mientras jodian? Seguramente nadie.

Incremento aún más el ritmo, volviendo a los agarres fuertes en las caderas del más bajo que seguro le dejarían marcas, su esposo ya no podía hablar, solo se limitaba a dejar salir gimoteos y suspiros de su pequeña boca para después terminar una vez más, manchando las sábanas, el español no tardó mucho en llegar al mismo punto solo que él se vacío dentro de su esposo.

Una vez que el nudo se desinflamo, sacó su miembro de la entrada de Charles, unas pequeñas gotas de semen escurrían por la misma, así que se apresuró a estirarse para sacar un pequeño plug que estaba guardado en el cajón de la mesita de noche, luego usando uno de sus dedos regreso a la hendidura de donde se habían salido esas pequeñas gotas y por último colocó el juguete como si de un tapón se tratase.

-¿Qué diablos haces, Calos?- El Omega se quejó, mientras suspiraba cansado.

-Me aseguro de dejarte embarazado, nada se puede desperdiciar.- Le contestó mientras lo acostaba boca arriba en la cama, para después colocar una almohada bajo sus caderas de modo que sus piernas quedaran alzadas.

-Necesito ir a arreglar a los niños.- Charles hizo el ademán de pararse pero en cuanto lo intento, las piernas le fallaron por lo que fue regresado una vez más a la cama.

-Duerme un rato, yo los veo.- El español le dio un beso en la frente para después taparlo.

Unas semanas después se enteró de que Carlos había logrado su objetivo pues nuevamente estaba en cinta, el mayor se había burlado diciendo que era un "gol de último minuto." Y aunque se molestó con él por eso, no lo odiaba, amaba a su alfa y esposo más que nada en el mundo, aunque a veces implique mentirle a sus cachorros sobre como su padre y él se enamoraron, no podía decirles que en lugar de citas convencionales eran unos hormonales sin remedio, que aprovechaban cada ocasión que tenían para joder. No, eso era algo que ellos se llevarían a la tumba, quizás solo en muchos años cuando ellos les pregunten el secreto para ser tan unidos les podría dar una pequeña pista.

Se terminó, se que fue algo corto pero es la primera vez que escribo algo de este tipo de contenido, así que lo hice más que nada para experimentar.

Los quiero, Moony fuera!

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