𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟗: ¿𝐈𝐧𝐦𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥?
Hierba mala nunca muere
No había señales de Tsuki y Alina, si seguían esperándolas en un sitio no muy seguro serían atacados, Hogomi dio la orden de que se lleven al resto de los reclutas, mientras él buscará a Alina y Tsuki.
Había huellas, unas eran de botas pertenecientes al ejército Rujarco, otras eran pisadas grandes de un animal, se detuvo un momento, estas otras no eran de las antes mencionadas, eran de un Norcraniano. Revisó los alrededores con la vista asegurándose de que nadie esté tratando de sorprenderlo.
Siguió avanzando y levantó la vista para ver lo que tenía frente a él.
—Alina... —Sus ojos se agrandaron, no podía creer lo que estaba viendo.
El cuerpo tenía una pequeña parte el cuello desgarrado hasta la clavícula, rasguños en los brazos y muslos, la carne de la costilla desgarrada mostrando los huesos, su expresión en el rostro demostraba sus últimos momentos de terror y desesperación. Hogomi se arrodilló frente a ella y limpió la lagrima que aún se deslizaba por su mejilla, su piel aún estaba tibia, murió hace poco.
—Dimitry —habló por su radio.
—¿Qué sucede? —Preguntó.
—Te... enviaré mi ubicación y quiero que vengas lo más rápido que puedas, seguiré buscando a Tsuki, pero llévate a Alina —Respondió con el nudo en la garganta.
—De acuerdo, iré enseguida...
Hogomi contempló por última vez el cuerpo de su compañera antes de irse a buscar a Tsuki
Una pequeña niña de cabello negro y ojos azules iba corriendo a su casa emocionada a mostrarle sus padres lo que podía hacer, en cuando llegó fue directo a la cocina en donde ambos se encontraban.
—¡Papá, mamá miren lo que puedo hacer! —ambos la miraron y ella extendió su mano.
De la palma de su mano salió un pequeño aire frío y fue creándose un copo de nieve.
—¡Oh vaya! —Exclamó su madre.
—Eso es Tsuki, sigue así —la alentó Shiroi.
El copo de nieve completó su forma, la pequeña Tsuki observaba con orgullo su primera creación, apenas surgían sus poderes. Sintió un dolor en su palma, el copo cayó al suelo, Shiroi se acercó a ella y observó su palma, su poder no estaba reaccionando muy bien, este bajó hasta sus pies y el piso se congelaba.
—¿Papá, que me sucede? —pregunto con miedo.
—Tsuki, mírame cálmate —Shiroi puso sus manos en ambas mejillas.
Tsuki bajó la mirada y el piso seguía congelándose, su madre se estaba preocupando, subió a su habitación y buscaba algo en los cajones, Shiroi trataba de calmar a Tsuki.
—¿Papá que pasa? —Preguntó Mika al ver el suelo congelándose.
—Shiroi —Exclamó Aiko y le entregó unos guantes que parecían estar hechos de cuero negro.
Él colocó los guantes en las manos de la niña y dijo:
—ponte estos hasta que puedas controlar tus poderes.
—¿Qué pasa si no logro controlarlo? —pregunto ansiosa.
—No pienses eso, te llevaré con Ethan, ambos vamos a ayudarte.
Aiko abrazó a su hija diciendo que estará bien. Mika le sonrió a su hermana al ver su mirada de angustia...
Era un sueño.
Tsuki sentía que tenía cuerdas alrededor de su cuerpo, aún no tenía fuerzas para levantarse, al menos ya no tiene los ojos vendados. Estaba en el tren nuevamente, lo peor es que ya está en movimiento. Trató de volver a crear una daga de hielo, sin embargo, sus manos tenían guantes de cuero negro y sus pies estaban cubiertos por cuero también. Sentía nauseas, pues está en el mismo vagón que había estado con Nikolay y Xeo Bi, con la diferencia de ahora había moscas, muy molestas cuando se acercaban a ella; al parecer, los Norcranianos lograron reparar el agujero que ella había hecho en la puerta.
Pensó en Alina, lo último que recuerda fue su grito de dolor luego de escuchar como la bestia gruñía abalanzándose hacia ella. El dolor de tristeza en su pecho se hizo más grande, sentía ganas de llorar, sin embargo, las lágrimas no salían, su mandíbula temblaba y no dejaba de morder su labio para aguantar las ganas de llorar.
Ahora estaba en manos del enemigo, estaba perfectamente amarrada para que no vuelva a escapar, pensaba que probablemente aún no encontraron el cuerpo de Alina. Trató de mantener la calma como haría Alicia en situaciones así. No había manera de romper el cuero y las cuerdas alrededor de su cuerpo, gritar no es buena opción, trató de levantarse o al menos sentarse que fue lo único que logró.
El tren iba rápido por las vías, estaba claro que no volvería a ver a su familia ni amigos; aun así, mantenía sus ideales, debía hacer algo para regresar sin que se den cuenta. Trató de quitarse los guantes de cuero negro de sus manos, pero fue en vano. Intentó cambiar la posición de sus manos atadas para tenerlas frente a sus ojos, pasó sus manos por sus muslos y de ahí a sus pies, por suerte era bastante flexible.
Utilizó sus dientes para quitarse los guantes, pero estaban sujetos a una cuerda más delgada a través de agujeros alrededor de la muñeca, estas mismas eran las que sujetaban las manos de Tsuki.
Trato de estirar las delgadas cuerdas con los dientes intentado romper los guantes, pero era imposible, el cuero era resistente. Solo tenía un as bajo la manga, el problema, es muy peligroso, podría perder la cordura. No le importó y lo intento. La técnica del aliento de hielo es algo peligroso, debido a que muchos no supieron usarlo y terminando siendo atravesados por su propio hielo, ocasionándoles una muerte cerebral; no solo eso, sino que también podría congelar algunas partes de su cerebro al intentarlo, aunque eso último le parece un tanto estúpido.
Respiró profundo y sintió como el hielo subía de su garganta a su boca, cuando estaba por soplar el aire frío acumulado la primera puerta del vagón se abrió, antes de que se abriera la segunda volvió a recortarse fingiendo estar dormida.
Escuchó la segunda puerta abrirse seguido de unos pasos, se detuvo justo frente a ella y dijo:
—Así que sigues dormida —Era la voz de Genkaku, se inclinó para mirarla de cerca—, es extraño que tus manos hayan cambiado de lugar —sonrió de lado.
Igual mantenía los ojos cerrados, Genkaku sacó de su bolsillo una aguja y lo clavo en la rodilla de Tsuki causando que grite de dolor.
—Sabes, si aún estabas bajo los efectos de la droga no habrías sentido eso —la tomó de cuello, ella intentaba liberarse golpeándolo—. No va a funcionar pequeña, coopera y puede que no termines como tu amiga.
Eso la enfureció y lo mordió. Genkaku la golpeó causando que se desmaya.
—En un rato conocerás al jefe, le gustará tenerte en su ejército... —fue lo último que escuchó antes de volver a desmayarse.
Los reclutas habían vuelto a sus habitaciones, sin embargo, Rebecca se quedó en la sala común junto con Thiago y Miraiki a esperar noticias.
—Horas y horas sin ninguna novedad —suspiró Rebecca y se recostó más en su asiento.
—Debes tener Fe, estoy seguro que los encontrarán —Dijo Thiago acariciando su hombro.
La puerta se cerró y se sobresaltaron creyendo que era el instructor. Era Shigo.
—¿Tampoco pueden dormir? —Preguntó acercándose a ellos.
—No, estoy preocupada —dijo Rebecca—. Estaba a mi lado cuando trataron de llevarse a Kori y, cuando las luces volvieron ella no estaba —puso ambas manos en su rostro.
—Yo podía haber hecho algo para que no se lleven a nadie y solo me quede paralizado —suspiró él.
—Probablemente para ustedes sea muy repetitivo lo que diré, pero... —dijo Thiago, levantándose del sofá—, en momentos así no deberían perder la esperanza o angustiarse, solo deben pensar en que ellos estarán de vuelta.
—Tienes razón —dijo Rebecca, se apoyó en su brazo y sonrió débilmente.
—Deberías decírselo a Kori —murmuró Miraiki para sí misma.
—¿Y si hacemos algo? —propuso Rebecca
—Como... ¿ir a buscarlos nosotros mismos? —el rostro de Shigo se iluminó.
Se juntaron aún más para hablar de como burlar a los guardias, mientras alguien los espiaba detrás de la puerta.
A pesar de que ya no había señales del enemigo, los soldados se movilizaban de un lugar a otro, llevando armas de fuego y blancas, recargando en caso de que vuelvan, en el sendero que lleva al monte Isaac había vuelto con los demás reclutas, Dimitry venía detrás de ellos cargando a Alina en sus brazos.
Bradley ordenó que les abrieran las puertas y se fijó en el castaño. Un militar es frío, desinteresado y a veces violento, sin embargo, no dejan de ser humanos. Dimitry lloraba en silencio por la muerte de la mujer que tenía en sus brazos, no hay peor dolor que perder a alguien que forma parte de tu vida.
Los guardias de la puerta se acercaron a él para ayudarlo.
Rebecca y los demás cuando estaban por ejecutar su plan, vieron en la ventana a los reclutas que habían sido raptados, vieron a Alina. Bec se cubrió la boca al ver lo que había sucedido, salió de sala corriendo por pasillo hasta la salida, seguida por Thiago, Miraiki y Shigo.
Una vez afuera buscó a Tsuki, pero no estaba, Sergei la vio fuera de la cama junto con los demás y la tomó del brazo.
—¡¿Oigan, que demonios hacen aquí?! —Los regañó, y se dirigía con Rebecca adentro.
—¡No, espere! —se liberó de su agarre y se dirigió a Isaac, quién forma parte del escuadrón de Hogomi—, Tsuki ¿dónde está?
—Lo siento, Hogomi no la encontró, se la llevaron —dijo, caminó hacia Alina para verla por última vez.
—¡No hay que buscarla, debe estar por ahí! —Exclamó desesperada con las lágrimas saliendo de sus ojos ambarinos.
Sergei volvió a tomarla del brazo y se llevó junto a los demás. Una vez adentro dijo:
—Ustedes —Señalo a los que fueron secuestrados—. Vayan a sus habitaciones.
Así fue y él se llevó a Rebecca y los demás a la sala común.
—Se lo que planeaban hacer, no sean idiotas y comprendan de una buena vez que ¡La guerra no es un juego! —Exclamó—. Ahora vieron que Alina murió y su compañera desapareció, quizás para siempre, espero que todo esto les sirva para despertarse —Finalizó—. Vuelvan a sus habitaciones, ahora.
Indignados se dirigieron a sus habitaciones. Ninguno podía dormir; en la habitación de los hombres, los chicos recibieron a sus compañeros mientras que Shigo, Kageshi, Thiago y Kori se quedaron en sus camas al enterarse de que no encontraron a Tsuki; lo mismo con las chicas, Alicia sentía el dolor y preocupación de Rebecca y Miraiki, las dos la conocían desde hace mucho y, por lo tanto, tienen ese lazo especial de amistad.
Murmullos, jóvenes pidiendo piedad, risas diabólicas, gruñidos y llanto, era lo que ella escuchaba mientras despertaba. Al abrir los ojos veía borroso al principio, cuando ya tuvo la visión más clara observó a su alrededor.
Jóvenes pertenecientes a otras academias militares de Rujarquia estaban maniatados, algunos amordazados, analizó el lugar en el que estaban, había cinco Norcranianos y un Taigāurufu atado con cadenas de acero en una esquina, los soldados enemigos reían al ver a los chicos pidiendo piedad.
El lugar parecía ser una Torre de vigilancia vieja, había una ventana que daba a una vegetación frondosa, cientos de árboles, el sol salía y traía consigo los primeros rayos. Estaban en el límite del territorio tomado por Norcrania.
Tsuki escuchó la puerta abrirse, Genkaku entró y se fijó en ella.
—Hasta que por fin despiertas —luego se dirige a los soldados—. Llévenlos abajo.
Cuando bajaron a todos los rehenes los obligaron a arrodillarse, frente a ellos, un hombre con brazos apoyados en una mesa dándoles la espalda, observaba el mapa que había en la mesa, se colocó la máscara y volteó.
Los chicos estaban aún más asustados, a excepción de Tsuki y otros cuatro. Kaleb miraba atentamente las expresiones de cada uno de los jóvenes; unos evitaban mirarlo por el terror que sentían, otros lloraban en silencio, y algunos como Tsuki, lo miraban con odio.
—Vaya, estos si me gustan —dijo, su voz era ronca y susurrante, casi sonaba familiar—. Algunos me miran con desprecio y otros con miedo.
Se acercó a una chica que era la que más asustada estaba, la tomó del mentón y la obligó a mirarlo.
—No voy a matarlos, a menos que sea necesario —dijo, la chica quedó en shock.
La soltó y se levantó, observó a cada uno de los chicos nuevamente.
—Trevor, ¿cuál de todos es miembro de un clan? —Preguntó.
El hombre llamado Trevor, de tez pálida y cabello azabache señaló a Tsuki y a un joven rubio con ojos celestes del cielo.
—Llévense a todos, menos a esos dos —ordenó, volvió a concentrarse en su mapa.
Trevor y Genkaku se retiraron. Una vez solos, la pelinegra y el rubio intercambiaron miradas. Kaleb se acercó a ambos, tomó del mentón a la niña y movió su cabeza dejando ver su marca en el cuello.
—Kottayama.
La soltó y se dirigió hacia el muchacho, por su apariencia revisó su nuca y tenía el símbolo del clan Namiojin de agua.
—Así que ustedes pertenecen a los nueve clanes, oh, perdón —se alejó pensando—, son siete los que quedan, es verdad. Acabé con dos.
—¡Desgraciado! —Gritó el chico.
—¿Te molesta? —Preguntó incrédulo, se sentó en la silla junto a la mesa—. Sabes, solo me tomó cinco horas para acabar con el Clan del viento. Todos ellos seguían peleando, a pesar de que sabían que su muerte sería inevitable. Tu clan estuvo por extinguirse, pero el idiota del príncipe interfirió, menos mal recibió un pequeño castigo de mi parte.
Esto hizo enfurecer más a los dos niños.
—Voy a asesinarte —murmuró Tsuki.
Kaleb la miró.
—Solo eres una niña —se levantó y caminó hacia ella—, acabé con muchos niños como tú; aunque, esta vez haré una excepción.
Tsuki sentía su sonrisa a pesar de su máscara de cuervo tétrica.
—No es necesario, la vejez se lo llevará —dijo el chico.
Kaleb río fuertemente que resonó en toda la habitación. Respiro profundo para calmarse y dijo:
—Tengo muchos años, pero aun así soy joven —Escucharon ruidos provenientes de una caja de madera con agujeros.
Se levantó caminando hacia la caja y la abrió. Tan rápido como lo hizo, el joven dentro de la caja trató de huir, pero Kaleb le sostuvo el brazo con fuerza. El chico tenía los ojos vendados, múltiples heridas y hematomas en el cuerpo, marcas de agujas y temblaba.
—¡Déjalo! —Exclamó Tsuki al ver al joven.
—Les dije que debían sedarlo —Dijo Kaleb a Trevor.
—Eso hicimos, pero parece ser más inmune a eso —Mencionó—. Bernard no quería aumentarle la dosis por miedo a matarlo.
—Si eso ya no funciona... —Golpeó al niño en la nuca para dejarlo inconsciente.
Kai intentó levantarse para socorrer al joven, pero Trevor lo pateó en la articulación de la rodilla, dejándolo con un dolor. Kaleb ordenó que se lleve a los chicos con los demás secuestrados.
En secreto el General Supremo Selim, se comunicó a través del intercomunicador moderno con las Academias militares para avisarles lo que había sucedido para que tomen las precauciones necesarias y protejan a sus reclutas. Recibió noticias de la Academia Militar Agakara, resulta que algunos de sus reclutas también fueron secuestrados, incluyendo a otras cómo: Academia Yin Yang del Noroeste, Firtina del Sur y Bogyo de Furui. Le preguntó al director si habían encontrado a sus reclutas, a lo que Respondió:
—No, pero estamos en ello. ¿Recuerda cuando se inventaron los rastreadores intradérmicos en secreto? —El General asintió y el otro continuo: — Nuestros alumnos tienen colocados estos rastreadores en la muñeca, ya localizamos su ubicación.
—Envíeme la ubicación de inmediato —Solicitó.
Una vez que recibe la ubicación le agradece al director y le ordena que avise a las demás Academias, sale de su oficina a la sala de los altos mandos, he informa la noticia.
Cada uno de ellos moviliza a los soldados para que se preparen. Shigo escuchaba todo desde la habitación, en silencio se alisto. Salió de la habitación y se aseguró de no había nadie en los alrededores, avanzo hasta que sintió una mano en su hombro, volteó sobresaltado.
—¿A dónde vas? —Era Yue, también estaba vestido y tenía su espada en su cinturón.
Shigo suspiró aliviado y apartó su mano diciendo:
—Voy a buscar a Tsuki —siguió caminando hasta la salida seguido por Yue.
—Sergei puede atraparte, ¿Y si te expulsa?
—A ti también te expulsara, estas fuera de la cama.
—Recuerda que soy bueno para escabullirme —Shigo se detuvo y volteó a verlo.
—Si quieres ir por ella sin que te descubran, sígueme —Yue caminó en la dirección contraria, el otro lo siguió.
Entraron a la sala común y Yue se acercó al muro al lado de la chimenea, movió un ladrillo de esta y un pasadizo en el piso frente a ellos fue revelado, el castaño se sorprendió, obviamente su compañero sabía cosas que él y los demás no. Yue ingresó primero seguido de su acompañante, sacó una pequeña linterna de uno de los bolsillos de su pantalón y alumbró el camino, la puerta al pasadizo se cerró. Era notorio que no se usaba hace años, pues las paredes estaban cubiertas de polvo. La altura era de al menos dos metros y medio y de ancho, uno y medio, el piso era de concreto.
Conforme avanzaban había más ruido, pues en el techo había una rejilla de metal que era una entrada directa al arsenal de armas; otras rejillas más adelante con la diferencia de que las habitaciones a las que se dirigían estaban vacías. Cuando estaban por doblar al camino de la izquierda, una daga cayó de una rejilla, ambos tuvieron que retroceder, Yue apagó su linterna y escucharon con atención:
—¡Maldición! —la voz de aquel soldado resonó en la habitación y el pasadizo—, ¡Te dije que tuvieras cuidado! —regaño al soldado que estaba con él.
—Lo siento, amigo, mañana iré por él —Respondió.
—Bien, mañana —recalcó.
El soldado barbudo observó su daga brillando a través de la rejilla y se retiró junto a su compañero. Yue y Shigo suspiraron de alivio, volvió a encender su linterna y continuó, obviamente se llevó la daga con él.
Como se habían llevado el tren, tendrían que ir en los vehículos, aunque no serán muy sigilosos. Bradley resaltó que debían dejar los vehículos a tres kilómetros antes de llegar al límite, de esa forma había menos probabilidades de que sean descubiertos por los Norcranianos. Cada soldado subió en un vehículo, Shigo y Yue tuvieron que esconderse en el vehículo de carga. Hogomi vio desde su habitación como todos iban por la carretera hasta que se perdieron de su vista; debido a que su compañera murió, el General Gunter les dio un tiempo de tres meses para que puedan velarla.
Shiroi conducía el camión que llevaba a su escuadrón y de copiloto estaba su amigo, se sintió aliviado al saber que lograron obtener la ubicación de Tsuki. Estaba decidido a hacer lo necesario para volver a reunirse con ella.
—Bradley ¿dónde está Gunter? —Preguntó Selim al no verlo desde que cargaron los camiones.
—Tenía una herida abierta en la pierna, tuvo que quedarse y ser atendido por Atalaya —Respondió.
—No lo sabía, me pareció extraño no verlo.
Tsuki y los demás reclutas eran testigos de cómo le arrancaban los rastreadores del brazo a los miembros de Academia Agakara, gritaban del dolor y lloraban cuando los Norcranianos clavaban sus cuchillos y le quitaba los rastreadores a cada uno. Muchos apartaban sus miradas para no ver semejante horror. Cuando terminaron de sacarles los rastreadores a cada uno, destruyeron estos y volvieron a esposar a los chicos y meterlos en la jaula junto a los demás rehenes.
—Son muy inteligentes al tener estos rastreadores en caso de alguno se pierda —dijo Kaleb, con voz monótona.
—¡Imbécil, voy a golpearte! —amenazó el chico pelirrojo.
Esto sólo causo que Kaleb le dé una patada en el estómago, provocando que caiga inconsciente. Todos los secuestrados guardaron silencio, un chico se acercó al pelirrojo para escuchar su corazón y comprobar que seguía vivo.
—Mejor aprendan a respetar a los más fuertes, niños —su tono era más hostil que hace unas horas—. El Rey me hizo enojar al faltar a la reunión, son libres de culpar lo a él por lo que están pasando.
—Señor, las bestias están hambrientas —dijo Goliat ingresando a la sala.
El chico que estaba junto al pelirrojo se abalanzó hacia Kaleb con un cuchillo en sus manos, este volteó y lo sostuvo de la muñeca con fuerza. La mirada que él le lanzaba era de ira y resentimiento.
—Tendrá que ser por las malas —le rompió la muñeca del niño y lo arrojo al suelo con fuerza—, ¿Dijiste que las bestias tenían hambre? —se dirigió a Goliat sin quitar la mirada amenazante de los niños.
—Así es, señor.
—Tengo una idea.
Se llevaron a todos los reclutas en la parte profunda del bosque, allí se encontraban las bestias dentro de una gran jaula, esperando un aperitivo jugoso y fresco. La jaula era de la siguiente forma: era rectangular, lo suficientemente grande para esas criaturas, en el lado izquierdo había un pasillo que separaba a las bestias de este con barrotes, el pasillo contaba con dos puertas cerradas con un gran candado.
—Metan a los reclutas a ese pasillo, ellos se encargarán de alimentarlos —ordenó Kaleb.
Los niños expresaron el horror que sentían, los Norcranianos comenzaron a meter a una parte de los reclutas en aquel pasillo mientras les amarraban trozos grandes de carne en el abdomen. Se alarmaron aún más cuando las bestias saltaron hacia ellos en busca de la carne. Trataron de salir de allí, sin embargo, Goliat cerró la puerta para que no salgan y se alejó de la jaula.
Las bestias estiraban sus patas hacia ellos gruñendo y mostrando sus dientes, mientras que los niños gritaban, lloraban y pedían que los sacaran de allí. Tsuki y el resto de los reclutas que estaban con ella observaban con horror la escena. Los soldados, junto a Kaleb no hacían más que mirarlos.
El rubio del clan Namiojin se fijó en el rostro de uno de los Norcranianos que observaba con satisfacción a los niños aterrorizados, había una pequeña gota de sudor deslizándose por su sien; como era sudor era líquido, así que ya tenía una idea. Observo a Tsuki y ella también parecía tener algo en mente.
Tsuki pensaba en intentar el aliento de hielo, a pesar de que era arriesgado, no soportaba ver a alguien sufriendo. Todo el frio subía por su cuello, debía hacerlo con calma o podría morir, ya estaba lista para expulsarlo.
Un bestia rasguño a un chico moreno y en ese momento ella corrió hacia la jaula, el hombre a quien el rubio tenía en la mirada estaba por detenerla cuando el chico movió sus manos y la gota de sudor atravesó su cerebro, Tsuki finalmente expulsó su aliento de hielo y congelo a las bestias de la primera fila y luego el candado, lo rompe con una patada y Genkaku junto a Trevor la sostienen y la llevan ante Kaleb. Ambos se miraban fijamente.
—Saquen a los reclutas y alimenten a las bestias —No apartaba la mirada de la pelinegra.
Así lo hicieron, de reojo observo al rubio, sabía que él tenía algo que ver con la muerte de su soldado. La misma mirada de odio y repulsión que la chica.
—Debemos irnos antes de que lleguen —ordenó.
Fueron trasportados en vehículos con el símbolo de Norcrania, que consistía en el dibujo de un cuervo, el animal Nacional del país. Tsuki y el rubio eran llevados en un camión a parte y eran vigilados por el mismo Kaleb quién estaba frente a ellos, recargaba ambos brazos sobre sus rodillas y los observaba atentamente.
—Me llamo Kai —susurró el rubio a Tsuki con la mirada en el suelo.
—Tsuki —dijo simplemente.
En todo el camino, Kaleb nunca aparto la mirada de los niños, los observaba con total curiosidad, tratando de analizarlos física y psicológicamente. Después de analizar al rubio a fondo; se fijó en Tsuki, ella tenía la mirada puesta en el suelo, uno podría pensar que quizá ella planeaba un siguiente ataque, al contrario, ella tenía algo más en mente que haría antes de tratar de escapar. Aquel chico que Kai y ella conocieron, quería saber porque estaba allí y desde cuándo, quizás era un joven recluta que secuestraron hacía tiempo.
Pasaron unas horas que parecieron minutos, el vehículo se detuvo. Kaleb observó en la ventanilla, abrió las puertas y bajó del camión, se dirigió a los chicos que aún seguían con la mirada en el suelo y ordeno:
—Bájense, no me hagan obligarles —ambos obedecieron de mala gana.
Tsuki levanto la mirada y observo un gran castillo, el edificio era el antiguo palacio de la familia real, era tan gigantesco que calculaba que tenía al menos casi 70 metros de altura, con decoraciones doradas y negras. Sintió un empujón en su espalda por parte de Kaleb, obligando la que camine.
El portón de la entrada era igual de alta que los muros, negra y pesada. El lugar casi parecía una prisión, una prisión de la que no puede escapar. Al entrar, el patio era inmenso, había soldados Norcranianos por doquier y cada uno de ellos portaban sus armas.
Genkaku detuvo a Tsuki y Kai, les colocó unas cadenas a ambas esposas y se las entregó a Kaleb; éste jaló de ellas para que avancen cómo si fueran perros. La pelinegra buscaba un punto débil en los alrededores para huir luego de obtener la información. Los guardias estaban en cada esquina y pasarela, en grupos de tres vigilaban el entorno.
La entrada al gran castillo era una puerta de madera enorme que al abrirse el gran salón dejó a todos boquiabiertos, cómo era costumbre en la realeza, había candelabros de oro puro, alfombras azules oscuras y el piso negro, la escalera que resaltaba aún más la belleza del lugar. Tsuki observó algunas banderas de Norcrania, colgadas en algunos rincones, en una de ellas era visible un trozo de tela azul oscuro colgando detrás, demostrando que arrancaron las banderas Rujarcas.
Kaleb tiró con fuerza de las cadenas al no sentir el movimiento de los chicos, esto causó que Kai cayera y casi también se lleva a Tsuki con él; ella lo ayuda a levantarse y continúan caminando. Se dirigían hacia una puerta, la cual llevaba escaleras abajo, Dios sabrá a donde los están llevando.
En la parte más baja del castillo se hallaban las celdas, detrás de éstas una caída de 20 metros. Una vez que metieron a todos los reclutas, Kaleb bajó una palanca de la puerta y de los barrotes salieron púas de 7 cm., todos se apartaron de ellas.
—Mejor —espetó Kaleb, se retiraron dejándolos solos.
Tsuki inspeccionó el alrededor, no había manera de salir, las jaulas tenían púas y las paredes también; aunque las púas de las paredes son más pequeñas.
Había otra jaula y solo una persona estaba allí, era aquel chico.
—¡Oye! —Trató de llamar su atención.
El chico giró la cabeza en dirección a ella, aún seguía con los ojos vendados.
—¿Quién eres? —Tartamudeo el chico asustado.
—¿Por qué Kaleb te tiene aquí? —Preguntó Kai, directo al grano.
—Si intentan escapar... mátenme
—¿Por qué?
—Yo soy la razón de que él siga vivo, mi sangre era especial, cuando mató a mis padres me trajo con él... —decía sollozando—, tienen que matarme.
—¡No haremos eso! —Exclamó Tsuki.
—Si sigo vivo, el seguirá extrayendo mi sangre para rejuvenecer...
—¿Por qué tu sangre? —Interrogó Kai—, ¿Quién eres?
—Henry... Henry Kingusu
—No puede ser —murmuró Tsuki.
Continuara...
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Perdón por la tardanza, estuve muy ocupada😅
Espero les haya gustado este nuevo Capítulo.
Voten y comenten. Ayúdenme a hacer crecer esta historia :D
Dato curioso:
Kaleb asesinó a la esposa del príncipe Erick, ese fue el castigo que le dió.
Les dejaré una pregunta cada 8 capítulos (:
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