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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟏: 𝐄𝐬𝐭𝐫𝐚𝐭𝐞𝐠𝐢𝐚.

[Arriba hay una canción para ambientar la lectura, solo hagan swipe y escuchenla]

Una explosión que venía del interior del edificio les llamó la atención. Kaleb mandó a Trevor para que junten a los soldados y averigüen que sucedía. Phil atendía a Kai, éste gruñía cada vez que colocaba la gasa para limpiar su rostro.

Kaleb se recargó de espaldas en su escritorio y observaba, analizaba cada gesto y cada movimiento que hacía el rubio; en cambio, Tsuki sólo permaneció inmóvil y con la mirada perdida en el suelo.

Esa explosión fue causada a propósito, recuerda que en uno de los entrenamientos Thiago había hablado sobre esta estrategia. La explosión no venía del edificio, al contrario, Thiago es un genio en la fabricación de granadas y bombas; lo que acababa de escuchar era una bomba que fue detonada fuera del edificio bajo tierra, esta bomba es lo suficientemente poderosa cómo para causar un temblor que haga creer a las demás personas que fue detonada en el interior de un edificio.
Si este fuera el caso, la mayoría de los soldados se pondrán a buscar en el edificio la fuente de aquella explosión. El General Bradley es listo, no atacaría de frente a lo loco sin antes hacer una buena estrategia.

Entonces, sólo debía mantener la calma, Kai debe aguantar un poco más sin intentar algo o Kaleb los enviaría devuelta a las jaulas y sería imposible para los Rujarcos encontrarlos. A menos que, tuviesen a un rastreador con ellos.

—Hay que buscar un punto ciego... —dijo Shigo.

—Shigo —Exclamó alguien detrás de ellos.

Ambos se sobresaltaron y al levantar la mirada, era Shiroi.

—Ven conmigo —Dijo inexpresivo y se dio la vuelta para irse—. Hay algo que debes hacer...

—Eh, si... —Se levantó y lo siguió.

—Tú también Yue —Dijo el mayor sin mirarlo, el otro asintió y también lo siguió.

Al mirar a su alrededor, los miembros del escuadrón de Shiroi, Kuro y la Tte. Trusova también los acompañaban.

No fue fácil conseguir trajes de soldados Norcranianos, algunos pertenecían a soldados que habían sido capturados y otros lo obtuvieron al entrar, deshaciéndose de algunos soldados con cautela. Tal y como Bradley lo imaginaba, una entrada de las cloacas no había sido descubierta por los Norcranianos; por lo que tampoco fue sellada, lo que llevó a Shiroi y sus hombres al calabozo.
Shigo se mantuvo cerca de Shiroi y Yue en todo momento, el calabozo es quizás, lo peor que vería en su vida; algunas celdas no estaban vacías y eso era lo peor.

Había restos de tripas y sangre por todas las celdas, en tres sólo quedaban huesos y la sangre ya estaba seca, el olor era penetrante y nauseabundo. Conforme avanzan, se ponía cada vez más lúgubre, Yue tuvo una arcada al ver un cadáver recientemente descuartizado, los ojos estaban fuera de sus cuencas colgando en los barrotes de la celda, todo lo que formó parte de aquel cuerpo estaba hasta por el techo de la celda.

—Mal-dición —Murmuró sin poder quitarla mirada de la celda.

Shigo lo sujetó con delicadeza del brazo y lo llevó con él.

—Mientras más lo mires, peor será —aconsejó.

No tenían el plano que pertenecía al castillo, pues no sabían que esta es "la guarida" de los Norcranianos. Sólo les quedaba confiar en el olfato de Shigo. El olor putrefacto de los cadáveres lo aturdía, al menos el paseo por el calabozo no duraría mucho, al final del pasillo podía verse una puerta de metal.

La puerta conducía a una escalera, y la escalera a una bodega, se escuchaban algunas voces, así que Shiroi dio la orden de separarse para que no sean descubiertos.

Era solo un grupo de jóvenes reclutas Norcranianos hablando entre ellos sobre los prisioneros de guerra. Shiroi sabía que no sería buena opción meterse con ellos. En ese grupo, dos tenían una apariencia delgada, ojeras, ojos amarillos; una pelinegra y dos pelinegros tenían los ojos rojizos, pero con un rostro bello y gran altura.
El resto de ellos ya eran jóvenes comunes, o eso creía él. Continuaron avanzando en silencio, Shigo al estar cerca del grupo de jóvenes, se detuvo al oír cómo la chica pelinegra de ojos rojos mencionaba a Tsuki.

—Había una de cabello negro y ojos azules, que pertenece al Clan Kottayama, era muy hermosa y podía sentir el olor de su sangre al igual que ese rubio tan lindo...

—Lastima, Kaleb no nos permite tocar a esos dos —Mencionó el pelinegro a su lado.

—Escuché que los guardias los llevaron a la Torre Alta, en la oficina de Kaleb —Al oírlo, Shigo se apresuró a alcanzar al albino que no se dio cuenta de lo que había frente a él.

Chocó con un par de cajas de madera que estaban apiladas, causando un gran estruendo que llamó la atención de los jóvenes y de los Rujarcos. El albino volteó a mirarlo y abrió los ojos al ver lo que sucedió.

Shigo estaba en el suelo, poco a poco intentó levantarse, al estar completamente erguido notó que fue rodeado por los reclutas Norcranianos.

—Vaya, tenemos a un intruso —Murmuró la pelinegra que estaba detrás de él sosteniéndolo de los hombros, esbozando una sonrisa pícara.

—Creo que podríamos divertirnos un rato —El pelinegro se acercaba sonriendo amenazante.

—Descuida, sólo queremos conocerte mejor —Susurró la pelinegra en su oído y le lamió el cuello.

El castaño se asqueo ante tal acción y fijó su vista en Yue que se acercaba corriendo con la daga de aquel hombre al que se le cayó.
Uno de los reclutas Norcranianos intentó quitarle la daga al acercarse, pero Yue con un movimiento lo arrojó al suelo de espaldas, el resto hizo lo mismo; sin embargo, el asiático esquivó a todos tan ágil y preciso.

Shigo reaccionó al verlo de esa forma y agarró a la pelinegra del brazo empujándola hacia el pelinegro que estaba atónito viendo al asiático. Corrió a ayudar cuando el chico lo tomó de su pierna haciendo que caiga al suelo, sacó de su bolsillo una daga; él y Shigo forcejearon por arrebatar la daga al otro hasta que Shiroi vino a socorrer al castaño.
Tuvieron que amarrar a los reclutas y dejarlos en el calabozo. Lastimosamente, uno se les escapó y no se dieron cuenta, pues el pelirrojo se ocultó detrás de una pila de cajas de madera y esperó a que se vayan.

Una vez que llegaron a la puerta que daba con la sala de entrada al castillo, Shiroi ordenó:

—Aquí nos separamos, la mitad irá al ala Noroeste, el lugar en dónde los Norcranianos debieron sentir la explosión; mientras tanto seguiremos avanzando hacia arriba.

Tal y como dijo la mitad fue al ala Noroeste mientras ellos subían, en ese momento Shigo aprovechó para contarle lo que había escuchado. Luego de escuchar sus palabras, el albino dispersó a los soldados y se encaminó a la torre, seguido por Shigo y Yue.

Kaleb esperaba tener alguna respuesta de sus soldados, ya deberían haber llegado al lugar dónde se cree que provenía la explosión. Se acercó a la ventana y observó a los Rujarcos, estaban un poco más calmados, tal vez porque acabaron con muchos al defenderse del ataque o quizá... están tramando algo y la explosión era obra de ellos.

Bufó y se alejó de la ventana encaminándose hacia la puerta. Quitó la llave, salió y encerró a Henry, Phil y Tsuki en la habitación, se quedó sentado en las escaleras observando la entrada que daba a estas.

Shiroi al llegar a la entrada que daba a la oficina, observó por el orificio de la llave para asegurarse de que no había nadie. El pasillo era muy oscuro, angosto y frío, no podía verse nada más allá de las escaleras. Con Shigo y Yue detrás de él, lentamente abrió la puerta y comenzó a subir las escaleras con el rifle en mano.
A unos pasos más pudo distinguir la blanquecina máscara con forma del cráneo de un ave, sentado en las escaleras esperándolos.

—Vaya, Capitán Shiroi —dijo entre risas.

—¿Dónde está mi hija? —Gruñó.

—Oye, tranquilo —se levantó—. No le haría daño, a menos que no quisiera cooperar... —lo interrumpió.

—¡Si le has hecho algo juro que...

—¡Oye! —Exclamó—¿Qué harías? Ni siquiera tu abuela me ganó. Siendo la más fuerte de todos —se burló.

Shiroi frunció el ceño aún más, apuntó su rifle hacia él. El otro soltó una risa y bajó las escaleras acercándose.

—No puedes matarme con eso —Se fijó en los jóvenes que estaban detrás de él—. Así que con su ayuda encontraron el castillo —Señaló a Shigo.

—¿Cómo?... —Tartamudeó el castaño.

—Tus rasgos, tu parecido con tu... Madre, es una lástima que haya muerto —Dijo con tristeza.

—¡Tus bestias la mataron!

—Las bestias sólo siguen sus instintos una vez que los sueltas —Volteó dispuesto a volver con Kai y Tsuki.

El albino jaló del gatillo y le disparó en la nuca. Kaleb paró en seco, la bala cayó al suelo y estaba deforme, él comenzó a reírse haciendo eco en todo el pasillo hasta llegar a su oficina. Tsuki, Kai y Phil voltearon hacia la puerta al oír la risa sádica. Dando saltitos con su silla trató de acercarse a la mesa y buscar alguna navaja o daga, las gotas de sangre de los cortes aún caían por su cara. Preocupado, Phil se levantó y limpió su rostro, luego husmeo en los cajones y encontró la navaja. Lo dejó en la mesa cerca de ella.

—Una vez que te liberes, golpéame hasta que caiga inconsciente —Dijo, mientras terminaba de limpiar su rostro.

—¿Qué? —Musitó confundida.

—Sólo hazlo...

Kaleb paró de reír y volteó a ver al albino y los jóvenes.

—Te dije, no me hará daño —Empuñó ambas espadas de su cinturón.

—¡Shigo, Yue, váyanse ahora! —Exclamó.

Ambos hicieron caso y salieron del lugar, con Kaleb bloqueando el paso no tuvieron de otra que irse. Se escondieron afuera, al lado de la puerta.

Para Shiroi era difícil repeler los ataques de Kaleb, pues peleaba con dos espadas y la atmósfera extraña aún bloqueaba sus poderes, el albino sólo contaba con una catana y su rifle, que no serviría de mucho en esta situación.

El albino lo tomó de la muñeca y lo empujó hacia las escaleras, pero Kaleb reaccionó también, lo sujetó del brazo y lo llevó con él. Mientras Kaleb aún yacía boca arriba en el suelo, el albino se acercó para quitarle la máscara mientras el otro forcejeaba, lo sostuvo de los hombros y cambió de posición, quedando él encima del albino y comenzó a ahorcarlo.

Shiroi hacía de todo para liberarse de su agarre, su espada y su rifle estaban más arriba en las escaleras. Miraba fijamente los ojos azules de su oponente mientras poco a poco su vida se escapaba de su boca dolorosamente. A continuación, Kaleb recibió nuevamente unos balazos que sólo rebotaron de su cuerpo, miró hacia arriba y se encontró con Tsuki apuntándole con el rifle y Kai apoyándose por la pared, en un esfuerzo de mantenerse erguido.
A causa de lo sorprendido que quedó al ver a ambos libres, aflojó su agarre y Shiroi pudo liberarse, dándole un golpe en la mandíbula.

Antes de que intentara quitarle la máscara, Kaleb tomó al albino y lo arrojó fuera del pasillo; menos mal la puerta estaba abierta...

—¡PAPÁ! —Exclamó Tsuki mientras bajaba para ayudarlo, seguida por Kai.

Kaleb recogió la Catana de Shiroi y se acercó al albino, cuando estaba por clavarle el filo en el pecho, Shigo saltó por su espalda y comenzó a golpearlo. El mayor sin piedad tomó su brazo y lo arrojó contra un pilar, dejándolo inconsciente.

—¡SHIGO! —Gritaron Yue y Tsuki al unísono.

Tsuki ya no sentía aquella atmósfera, así que aprovechó para arrojar una esfera de nieve hacia Kaleb, al tocarlo, la bola de nieve estalló en una explosión de espinas de hielo, no le hizo daño, pero sí lo aturdió.

Shiroi aprovecha y se levanta, tomó a Shigo en sus brazos y los cinco salieron de ese lugar.

Los Rujarcos lograron encerrar a los Norcranianos en la sala de pruebas, dónde estaban todos reunidos.
Dispuestos a retirarse y reunirse con su capitán, su camino fue bloqueado por aquel joven recluta que se les escapó. Kuro estaba entre ellos y al darse cuenta de que aquél delgado joven pelinegro no era normal ni mucho menos inofensivo, ordenó a todos que apunten sus armas hacia él.

La boca del joven se deformó, poco a poco se convertía en una boca con grandes y largos dientes afilados, sus brazos y piernas se alargaban, sus uñas se volvían más largas y aceradas, casi parecían agujas, sus pupilas cambiaban y su nariz se encogía. Todos contemplaron la transformación del joven, era un Eoduun clase 4...

Cuando abrieron fuego, la criatura se teletransportó hacia abajo, antes de recibir el impacto de las balas, reapareció en la gran puerta detrás de ellos, de un zarpazo con sus garras desgarró la espalda de cinco soldados y aprovechó para la puerta a los Norcranianos.

Kuro dedujo que la atmósfera extraña ya no estaba, no la sentía y el chico pudo transformarse sin problemas. Logró crear un muro de hielo, impidiendo el paso a los Norcranianos. Sin embargo, la criatura volvió a teletransportarse, esta hacia Kuro; sabía que debía deshacerse de él a toda costa.
En cuándo la pelea empezó los soldados intentaron ayudar a su capitán; pero el hielo de Kuro se derretía rápidamente y los Norcranianos lograron salir, revelando así que había un Baesinjia, un traidor perteneciente a uno de los nueve clanes. Un hombre adulto de piel negra cómo Aranen, cabello marrón rojizo, ojos rojos y las llamas alrededor de todo su brazo, se encargaba de quemar a cada Soldado Rujarco que se cruzara en su camino.

Shiroi y los jóvenes llegaron en el momento justo, Kai aún estaba adolorido; pero al ver al Baesinjia sintió que debía detenerlo, había agua detrás del traidor, el hielo se derritió y no se evaporo, aún.
Levantó ambas manos y logró que el agua se mueva apagando las llamas alrededor del hombre. Al notar su cuerpo mojado, buscó al causante de aquello y se encontró con la mirada del rubio, sonriendo victorioso.

Shiroi dejó a Shigo con Yue y Tsuki, se preparó para pelear hasta que...

La criatura estaba envuelta en llamas, se teletransportó desapareciendo del lugar. Todos observaron al causante de esto, una figura encapuchada con los brazos levantados y ardiendo en llamas, se quitó la capa entera revelando su identidad.

—Aranen... —Murmuró Yue, con la boca abierta.

Horas antes.

Aranen y los soldados estaban alejados del castillo, ella observaba la pelea en el edificio mientras estaba sentada sobre un tronco, en una colina que decidieron subir para ver lo que sucedía.

De vez en cuando, prueba crear llamas, hasta que minutos después lo consiguió.

—¡Lo logré! —Exclamó victoriosa.

—Ya era hora... —Musitó uno de los soldados— ¿Ahora que haremos? —Preguntó al Capitán Pimenov.

Antes de que pudiese responder, Aranen lo interrumpió:

—¡Debemos volver, Capitán!

—¿Por qué deberíamos volver? —Preguntó este.

—Si están en problemas, tengo que ayudarlos...

—¿Por qué crees que tendrían problemas? Kuro y Shiroi están con ellos, Hinotama

—Si lo que sea que haya bloqueado mis poderes ya no está es por algo, deben estar en problemas.

—No lo creo, quizás era parte del sistema de seguridad de los Norcranianos y lograron desactivarlo —Le dio la espalda e iba hablar, pero volvió a ser interrumpido por ella:

—No creo que haya sido alguna tecnología o algo así —Alegó ella, volvió su mirada al castillo—. Fue una persona, con alguna extraña habilidad. No sé si lo recuerda, pero en la Batalla de Taiheigen ocurrió lo mismo, sólo que nadie se dio cuenta ya que en el momento justo en que el Capitán Shiroi utilizo sus poderes aquel bloqueo desapareció, justo como ahora.

—¿Y ahora lo dices? —El Capitán la miró serio.

—Ahora me di cuenta, hay que tomar la misma ruta que ellos y ayudarlos.

Los soldados miraron al Capitán esperando una respuesta, pues lo que la niña había dicho tenía algo de sentido. El Capitán lo pensó por un momento y luego dijo:

—Bien iremos, pero si no están en problemas y nosotros los metemos en problemas.... —Se acercó a mirarla a los ojos y ella lo miró fijamente— Tú serás responsable.

Ella se encogió de hombros y fueron todos hacia el castillo.

—¡Se lo dije Capitán! Gritó al Capitán, mientras éste desde el techo con sus soldados arrojaron una red de cuero hacia el hombre traidor. Shiroi junto a los demás soldados comenzaron a acabar con los Norcranianos de una vez.

Yue, Tsuki, Kai, los tres observaban la masacre, soldados que eran capaces de ensuciarse las manos por el bien de su familia, pero, aun así, quemar a un joven, ¡Ya era demasiado!
Ambos miraron a Aranen, quien también observaba la masacre, parecía estar acostumbrada a lo que veía. Sin embargo, a pesar de esto sí se sentía mal por todas las cosas que había hecho, siendo tan joven, se supone que una niña como ella no debería ver esto ni siquiera involucrarse y mancharse las manos...

No había marcha atrás.

Luego de que acabara la masacre en aquel salón, se fueron por el mismo lugar por el que ingresaron, obvio no fue fácil, Trevor estaba de vuelta con su escuadrón de arqueros y disparaban la flecha hacia ellos, desgraciadamente algunos Rujarcos murieron en el camino y no pudieron ir a buscar a los demás secuestrados.

En las cloacas, el Capitán Pimenov derramó gasolina en las sucias aguas una vez que todos salieron de allí. Aranen prendió fuego a las aguas quemando a todos los arqueros Norcranianos que se encontraban abajo. Los demás ya no se atrevían a bajar y sólo se quedaron viendo como morían sus compañeros.

Fueron tres largos días, tan solo parecieron horas para Tsuki y Kai. Ambos pensaban en aquellos jóvenes que aún seguían en ese lugar. El rubio se encontraba en la enfermería de la Academia Militar Kaiho-sha, recostado en la camilla mirando el techo, miró de reojo a Tsuki quién estaba en la camilla de al lado dándole la espalda; ninguno se atrevía a hablar con él otro después de todo.
Shigo estuvo inconsciente, por casi doce horas, lo cual preocupó a los doctores; aunque después descubrieron que despertó hace horas y sólo se quedó dormido por unas horas más...
Tsuki se levantó de la camilla, apenas podía hacer algún gesto, los cortes que le habían hecho no eran muy profundos, pero eran largos. Fue a la habitación de Shigo a ver cómo estaba. Las enfermeras le estaban haciendo algunas pruebas para asegurarse de que no tenía ningún golpe grave o trauma.

Cuando terminaron salieron de la habitación y él miró a Tsuki, parada en el umbral de la puerta. Se levantó rápido y la abrazó protectoramente, ella correspondió el abrazo.

—¿Estás bien? —Le preguntó ella.

—Si, ¿y tú?... —Se separó y sujetó su mejilla— ¿Quién te hizo esto?

—No importa... —Murmuró.

—¡¡TSUKIII!! —Gritó Rebecca, quién se acercaba llorando a ambos.

Se lanzó a abrazar a Tsuki, detrás de ella venían Thiago, Kageshi y los demás, menos Kori, quiénes también se acercaron a abrazarla.

—Tsuki —Dijo Hogomi, mientras se acercaba a ellos. Se separaron del abrazo, la pelinegra observó su rostro, estaba devastado—. Habrá una reunión ahora, Kai y tu estarán presentes.

Ella se despidió de los demás, aunque Rebecca y Shigo la siguieron hasta la sala de reuniones, no iban a dejarla sola de nuevo.

—Bec, estoy a salvo, no volverán a llevarme —dijo sonriendo.

—Ya lo sé, pero no pienso dejarte sola —Se recostó en su hombro mientras seguían a Hogomi—. Sabes, Shigo se metió en uno de los camiones para ir a buscarte —Tsuki lo miró y él apartó su rostro. Cuando estaba por hablarle, Hogomi abrió la puerta de la sala de reuniones y le indicó que entre. Se despidió de ambos e ingresó.

Los generales, menos Gunter, los oficiales, tenientes y Kai estaban presentes. La reunión dio inicio y todos los presentes tomaron asiento.

—No pudimos salvar a los demás niños, debido a la intervención de Trevor y su escuadrón —Dijo el General Supremo, después se dirigió a Tsuki y Kai— ¿Qué sucedió mientras estaban con ellos?

—Queremos saber todo, los lugares del castillo, algún secreto que tengan... Todo —Habló directo el General Bradley.

—Bradley... vayamos de a poco —dijo, los chicos apenas si pudieron recuperarse y no querían presionarlos.

Kai tenía la mirada fija sobre sus manos en la mesa y empezó primero:

—Cuándo desperté, estaba en el tren militar y había otros conmigo, mis compañeros y otros que no conocía... estuvimos mucho tiempo en el tren hasta que se detuvo —dijo, de reojo miró a Tsuki y luego volvió a mirar sus manos—. Nos llevaban a una torre de vigilancia, Tsuki al parecer ya estaba allí pero inconsciente. Cuando despertó, Genkaku llevó a todos en el piso de abajo, Kaleb estaba allí leyendo un mapa. Decía que nosotros le agradábamos y luego ordenó a sus soldados...

Fue contándoles cada cosa que había pasado, Tsuki en ese instante no prestó atención desde que Kai habló de Henry, sólo pensó en él; si tan solo hubiese ido a buscarlo, a los otros, si tan solo hubiese salvado a todos.
Tan solo el recordar el estado de Henry, la hacía sentirse mal. Estaba profundamente metida en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que Bradley la estaba llamando.

—¡Tsuki! —volvió a llamarla y está vez le hizo caso.

—Perdón, General —se disculpó apenada—. ¿Qué decía?

—Bradley... tampoco seas tan serio —dijo Gunter ingresando a la sala con una muleta, con su voz algo exhausta como siempre. Por algún motivo, Kai y Tsuki sintieron un escalofrío en la espalda al escucharlo—Se más amable ¿Quieres? —se sentó en la silla vacía al lado de Kai—. ¿Qué sucedió cuando Alina te encontró? —Preguntó amablemente.

Se quedó estática en su lugar. Había olvidado aquella noche. ¿Cómo estará Hogomi?

—Íbamos al punto de encuentro, cuándo tres Taigāurufu se cruzaron en nuestro camino... —mientras iba narrando, sus labios y manos temblaban, luchaba por no llorar, recordar que no tuvo otra opción más que huir la hacía odiarse, se sentía débil y cobarde.

Contó todo hasta que se la llevaron.

—Luego, desperté en el tren, al igual que Kai —Finalizó.

Gunter comprendió que ella no estaba sintiendo bien, no le hizo más preguntas y la reunión continuó.

—Henry, ¿Qué saben sobre él? —Preguntó Bradley—. Lo mencionan y no dicen nada sobre más sobre él.

—Sólo que pertenecía al Clan Kingusu y que Kaleb, por alguna razón, lo tiene allí —afirmó Kai.

—Hmm... su poder debe ser el diamante —murmuró. Gunter se sorprendió por su idea.

—¿Por qué lo crees? —Preguntó él.

—Hay registros de que existían Kingusu con el poder del diamante, podían vivir y mantenerse jóvenes por más años. Aunque, hay algo que falta... —se rascó la sien pensando.

—Debemos hablarlo con Agatha cuando llegue —dijo el General Supremo—. En cuanto a ustedes... —se dirigió a Tsuki y el rubio—, pueden retirarse.

Ambos salieron de la sala de reuniones. Se dirigían al patio, Tsuki pudo ver a Rebecca y los demás esperándolos, se fijó en Hogomi y fue directo hacia él y lo abrazó.

—Tsuki...

—Si hubiese hecho algo... ella estaría aquí —murmuró, dejó que sus lágrimas se deslicen por su mejilla.

—Tsuki, no es culpa tuya...

La pelinegra después de ese encuentro, fue a vera su padre, quien estaba en la enfermería por el daño que recibió en su peleacontra el dictador Norcraniano. Abrió la puerta de su habitación e ingresó.

Continuará...

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Dato curioso:

Los Baesinjia son personas, que como mencioné, son traidores pertenecientes a algunos de los clanes. Permanecen ocultos en el campo de batalla y luego salen repentinamente como un elemento sorpresa. Estos traicionaron a Rujarquia, debido a que sigen los ideales de Kaleb.

Gracias por leer!

Se que dije que en este cap explicaría como se usa la flor Tensō, pero decidí dejarlo para el próximo capitulo 😅

En muchos capitulos wattpad volvió a cambiar los guiones largos por los cortos :')

Hasta la próxima!!

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