𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟎: 𝐞𝐥 ú𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐝𝐞 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐬.
Los clanes son eternos
Yue y Shigo seguían en el camión de carga, de vez en cuando el camión iba tan rápido que rebotaban al toparse con una gran piedra en el camino; menos mal que las cajas con municiones se mantenían en su lugar y no caía sobre ellos.
Después de un largo rato en silencio, Yue habló:
—¿Por qué te arriesgas a ir a buscarla? —Preguntó a Shigo.
Shigo evitaba hacer contacto visual con él por alguna razón.
—Rebecca está preocupada.
—Lo sé, pero ¿qué hay de ti?, apenas la conoces... —dijo, tratando de averiguar qué ocultaba Shigo.
—Ella... —se detuvo justo cuando iba a responder y lo pensó un rato—, es mi amiga...
Yue no le creía, aunque pensó que sería mejor terminar la conversación, ya que de todas formas descubrió lo que oculta.
—Bien —dijo simplemente y se encogió de hombros.
El otro solo seguía ocultando su rostro.
El pelinegro sintió que el camión iba más despacio hasta que se detuvo. Supuso que ya habían llegado y le avisó a Shigo que se prepare para bajar.
Sin embargo, Sergei abrió la puerta de la camioneta y entró, movió las cajas hasta que encontró a los chicos, a Yue lo tomo de la nuca y a Shigo del cabello, los echó fuera del camión, donde los Generales estaban frente a ellos junto a la teniente Trusova, el comandante Ivanov y cuatro soldados que estaban al lado de ambos.
—¡¿Como se atreven a desobedecer nuestras órdenes?! —Exclamó Sergei.
—Hicieron mal en venir, irán con Sergei devuelta, y luego hablaremos si los castigamos o, los expulsamos —Espetó Bradley.
—¡No, espere...! —Exclamó Shigo mientras dos soldados lo tomaban del brazo y se los llevaban.
Forcejeaba para liberarse, los altos mandos aun tenían la mirada puesta en ambos jóvenes.
—¡Puedo ayudarlos! —Gritó desesperado y se liberó cayendo al suelo, amortiguando con las palmas de sus manos—, ¡Puedo oler a Tsuki, déjennos ayudar!
—¿Puedes olerla? —Preguntó Bradley confundido.
Shigo asintió, algo avergonzado, la gente siempre veía raro la habilidad que él tenía.
—Bradley, deja que nos acompañen. Si es verdad lo que dice, va a sernos útil —ordenó Özdemir, amable y se dirigió a los chicos que lo miraban expectante—, pero sepan que, si vuelven a hacerlo, serán expulsados definitivamente de la academia por desobedecer las órdenes de sus superiores.
Ambos asintieron. Los soldados dejaron ir a los chicos y estos se subieron en otra camioneta junto a Sergei, quien maldecía entre dientes iracundo.
Se fijaron en el copiloto y ésta volteó a verlos.
—¿¡Aranen?! —Exclamaron al unísono.
—Sabía que eran ustedes los que subieron al camión.
—¡Guarden silencio! —Exclamó Sergei, aún irritado.
Unas horas después, se detuvieron justo en que la señal del rastreador se perdió. Shigo bajó acompañado de Shiroi y Bradley. El castaño cerró sus ojos y respiro profundamente, podía percibir varios olores, encontró el aroma Tsuki y junto a ella, el de dos desconocidos, abrió los ojos y ya tenía claro el camino que debían seguir. Levantó el brazo y señalo el camino. Nuevamente subieron al camión; esta vez, Shigo iría con Bradley y Selim para enseñarles el camino.
Yue seguía sin creer que Aranen estaba frente a él, para salir de las dudas pregunto:
—¿También viniste a buscar a Tsuki?
—Si y no. Los Generales siempre me llevan a este tipo de misiones, en caso de que necesiten una ayudadita —Lo miró esbozando una sonrisa de satisfacción.
—Tampoco presumas... —desvió la mirada.
Shigo estaba aliviado de que lo dejaran ayudar a buscar a Tsuki, quizá sería la primera vez en una misión que utilice una de sus formas animales; aunque, lo más probable es que los altos mandos no lo dejen ir.
Entonces debía arriesgarse e ir tras Tsuki, sin que los altos mandos se enteren. Tenía el plan listo, pero aún faltaba alguien que le ayudara...
—No puede ser... —Murmuró Tsuki.
En aquel momento la puerta se abrió, un médico ingresó junto con un soldado Norcraniano y se dirigían a la jaula de Henry, el soldado sacó las cadenas que tenía alrededor de la cintura y las engancho a las esposas, obligando al joven a levantarse. El médico sentía compasión por él.
Cuando pasaron frente a la jaula de Tsuki y Kai, la pelinegra se fijó en la marca perteneciente al clan Kingusu entre las clavículas del joven. La puerta volvió a cerrarse y los chicos comenzaron a hablar:
—¿Cómo es posible que siga vivo? —Cuestionó un moreno.
—¿Por qué esta bajo el poder del enemigo? —cuestionó otro chico.
—Kai —Tsuki se dirigió al rubio y este la miró—, si logramos huir, debemos llevarnos a Henry con nosotros.
—Ni siquiera sabes si está diciendo la verdad —Previno.
Tsuki lo miró confundida.
—¿Viste la marca que tenía entre sus clavículas? —Obviamente el rubio lo negó.
Tsuki puso los ojos en blanco, desvió su mirada con fastidio.
—Si no fuese miembro del clan Kingusu, no habría razones para que los Norcranianos lo tengan aquí —Recalcó un pelirrojo pecoso.
—Si tan solo hubiese una forma de huir... —Murmuró una asiática, pero fue interrumpida por el moreno de antes.
—¿En serio crees que tenemos chances de huir? —Cuestionó—, mira las púas que tienen las jaulas, además, imagina cuantos soldados Norcranianos hay afuera, ni hablar de los Eoduun que tienen en su ejército y las bestias... —sus labios temblaban—. No saldremos de aquí, y si vinieran por nosotros no creo que logren pasar a lo que les espera dentro del edificio.
—Que pesimista... —espetó Tsuki.
—Solo soy realista. Si nuestro ejército fuese mejor, ni estaríamos aquí, la guerra ya habría acabado hace años...
—De veras eres un idiota. Como tú mismo lo dijiste, hay muchos soldados Norcranianos, Eoduun y Bestias del lado enemigo. Kaleb de por sí es fuerte, ni siquiera... —bajó la mirada—, ni siquiera dos de los clanes pudieron contra él y su ejército.
Todos guardaron silencio, Kai al igual que Tsuki, sentía todo ese enojo, rabia, dolor y sed de venganza. Entre los clanes, no existe la enemistad, no existen las peleas por saber quién es el más fuerte, sólo existe el apoyo mutuo entre ellos, porque entienden que peleando no se consigue nada y solo hace que las cosas empeoren para todos. El Clan Ruzgar y el Clan Kingusu, eran parte de eso, perder a sus compañeros, aliados y no haber impedido su masacre, los llenaba de todas esas emociones antes mencionadas.
Tsuki trataba de recordar algo más de las clases con la maestra Ivanova, que habían tenido antes de viajar a las montañas. Estuvieron hablando sobre los Taigāurufu, la función del traje de los miembros de la Élite y también sobre algunas cosas del Clan Kemono, antes de que Agatha se retirara por un problema personal.
Ninguna de estas podía servirle, Kai tampoco parecía tener ideas, a parte de las jaulas con púas, las paredes no eran aptas para escalarlas y llegar a lo que parecía ser, un agujero en el techo, donde era visible luz blanca y la puerta era pesada y tenía cerrojos por fuera. Además, la extraña atmósfera que Tsuki y Kai sentían, bloqueaban sus poderes. Se habían dado cuenta de esto hace un momento, cuando el intentó usar nuevamente una gota de sudor para asesinar al guardia y Tsuki al intentar congelar la cerradura de la jaula sin éxito.
Era peculiar y aterrador. Si esto era parte del sistema de seguridad, que vinieran a rescatarlos sería una misión casi imposible.
Si hubiese una oportunidad, aunque sea una insignificante oportunidad, buscaría una salida. Por el momento, ella espera a que los guardias entren y se la llevaran, a pesar de que no es muy probable que suceda.
Una de las chicas que estaba en la jaula de al lado, dejo de sollozar y busco algo en su bolsillo.
—Creo que, si las jaulas son de metal, podríamos huir si untamos esto en las espinas —dijo, saco un frasco que contenía un líquido trasparente.
—¿Qué es? —Pregunto Kai.
—Ácido clorhídrico.
—No, no lo hagas —La detuvo—, si inhalamos eso, puede darnos síntomas graves: como la asfixia.
—Tiene razón —Dijo Tsuki—. Hay que hallar la forma más segura de deshacernos de los barrotes y las púas.
—¿Entonces, que otra idea tienen? —Preguntó la joven—, debemos irnos ya.
—Apenas estamos una hora en este lugar, por favor —recriminó Kai—, no entiendo que haces aquí como militar...
—¡Kai! —Exclamó Tsuki.
—Maldita sea, ¡Cállense! —Gritó uno de los guardias de las puertas.
—¡¿O qué?! ¡¿qué harás?! —Desafió Kai.
El guardia abrió la puerta y entró enojado.
—No querrás saberlo, niño —Se acercó amenazante al rubio.
—Vaya, por suerte llegue a tiempo.
El guardia se sobresaltó al oír aquella voz.
—Les dije que no hicieran nada con esos dos —Kaleb se acercaba al guardia hasta quedar frente a él.
Con su sola presencia, el guardia temblaba, casi parecía que iba a llorar.
—Señor, no era mi intención hacerle daño... —dijo tartamudeando.
Miro a Kai fijamente a los ojos.
—Mientes.
Tomó del cuello al guardia y lo arrojó fuera de la habitación.
—Entren —Ordenó a los soldados que estaban afuera de la habitación.
Dos de los soldados abrieron la jaula de Tsuki y Kai, este último, apenas se abrió la jaula y se abalanzo hacia Kaleb, sin embargo, los soldados lo detuvieron. Kaleb, ni parpadeó cuando el chico se abalanzó hacia él.
Se llevaron a ambos chicos a lo más alto del castillo. Lo que parecía haber sido la antigua oficina del Rey, ahora era un lugar con decoraciones negras y doradas, todo estaba perfectamente ordenado, un gran símbolo de Norcrania era visible en la alfombra debajo de ellos.
—Salgan —Ordenó a sus soldados y así lo hicieron.
Antes les quitaron las esposas a ambos y cerraron la puerta. Kaleb señaló el sofá negro al lado de ellos.
—Siéntense, charlaremos un rato —Él se volteó, caminó hacia su escritorio y Kai intento golpearlo otra vez.
Kaleb se volteó y le sostuvo el puño, Kai iba a golpearlo con el otro brazo; sin embargo, el resultado fue el mismo.
—Necesito que te calmes. —Lo empujó al sofá.
Tsuki le lanzó una mirada asesina antes de sentarse junto al rubio y ayudarlo a recomponerse.
—No me mires así. No pienso hacerles daño, si hacen lo que les digo —dijo, con un tono severo.
Se sentó en la silla del escritorio y se recargó en un brazo, pareciendo menos amenazante.
—Ustedes dos son bastante fuertes, solo usé el 20% de mi energía en la técnica y, aun así, lograron usar sus poderes y mataron a uno de mis hombres, claro, sin mencionar a algunas bestias de Goliat —dijo, con tono desinteresado y a la vez algo amigable.
—¿De qué hablas? —Preguntó Tsuki.
—Ustedes... ¿De pequeños supieron controlar sus poderes? —Evadió la pregunta con otra y se recostó en su asiento.
—Yo no tuve problemas —Respondió Kai arisco.
—¿Y tú? —Se refirió a Tsuki.
Tsuki no respondía, pero recordaba la vez en que casi congela todo cuando sus poderes surgieron por primera vez.
—Tu silencio ya lo dice —Se enderezó—, apuesto a que debiste congelar a alguien.
—No —Respondió cortante.
—¿No? Bien, no eres tan inestable entonces.
Kai observó a Tsuki, si ella era "inestable", como suelen decirles los líderes de los clanes, tenía un gran poder oculto que no podía ser controlado, era imposible para sus capacidades mentales.
Tales cosas sólo suceden en uno de cada siete mil niños de los clanes.
—¿Qué es lo que quieres? —Preguntó Tsuki áspera.
—Creí que ustedes ya sabían eso... —Dijo, se levantó de su lugar y caminó hacia la ventana y observó a sus soldados en fila—, es obvio, matar al Rey, a todos los clanes y gobernar Rujarquia.
—¿Pero, por qué matas a inocentes?
Se volteó.
—Niña, Tynnar, el anterior gobernante de Norcrania fue a hablar con el Rey, le pidió amablemente que le entregara la mitad. ¿Y que hizo? Lo amenazó, entonces el jamás se rindió hasta que un día se hartó y tuvo que darle a entender al Rey que lo que él quiere, debe tenerlo.
Colocó sus manos detrás de su espalda y caminó hacia ellos.
—Así fue como, su Rey, comenzó a enviar a esas inocentes personas —Dijo bajando la cabeza fingiendo lastima, se sentó en el sofá junto a ambos—. Desde entonces, él asesinaba a quién se interponía en su camino. Sin embargo, también les daba la oportunidad de dejarlos con vida, si no interfieran.
Observó a ambos con esos ojos azules amenazantes detrás de su máscara.
—Ellos decidieron morir, Tynnar y yo solo concedemos el deseo de esos suicidas.
Ambos chicos le lanzaron una asesina, literalmente lo torturaban de mil formas con la mirada.
—Les dije que no me miren así —Dijo.
Tomó a Tsuki del mentón.
—Con eso solo me dan ganas de que los torture.
—Inténtalo —Desafió Kai.
Kaleb se levantó bruscamente y lo tomó del cuello.
—Estoy harto de tu actitud —Iracundo—, no me hagas acabar con un miembro del clan Namiojin, prefiero dejarlos a lo último —Se acercó a su oído—. Está muy claro que son los más débiles.
En ese instante Kai estalló en ira mordió al mayor en el hombro. Kaleb no hizo ningún gruñido o grito de dolor, apretó más su agarre y lo estrelló contra la pared. Tsuki se levantó y trató de zafarlo, pero el mayor la empujó.
Soltó a Kai, el niño tomó una bocanada de aire tosiendo.
—¡Kai! —Tsuki gateó hasta él.
—Ahora —Volvió a sentarse en el sofá-, háblenme de Aranen.
Los Rujarcos dejaron los vehículos para ir a pie, tal y como era el plan inicial. Utilizaron las capas negras del Ejército para aprovechar las sombras de los frondosos árboles del bosque, así no serían descubiertos rápidamente.
Shigo estaba al frente junto al General Bradley, que lo cubría con su capa, varios soldados de Élite estaban alrededor de ellos para proteger al chico. Aranen compartía su capa con Yue Fei, este observaba a todos lados, asegurándose de que no nadie los esté siguiendo.
—¿Para qué el lanzallamas? —Preguntó en susurros, viendo el arma que la joven cargaba.
—Es para usar mi fuego sin que sepan que soy yo, apenas está cargada —Respondió—. A través de un tubo que hay detrás dejo que pase el fuego y que así parezca que viene del lanzallamas.
—¿Cuánto más falta?
—No lo sé, Shigo es quién nos está guiando —Respondió—. Oye, ¿Por qué vinieron por Tsuki?
—Shigo quería venir a buscarla, yo sólo lo acompañe.
—Es extraño, ¿Sabes por qué?
Él asintió y le contó algo en el oído, Aranen abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpida por Sergei, quién venía detrás de ellos.
—¡Ya Cállense! —murmuró.
"¿Tenía que venir el amargado?" Pensó Aranen.
Estaban cerca, la torre del castillo era visible.
—Prepárense —ordenó Bradley.
Los soldados comenzaron a movilizarse.
—¡Estás loco si crees que te hablaremos sobre ella! —Exclamó Kai, ahora ambos jóvenes estaban atados a una silla. El chico tenía hematomas en la cara.
Realmente, Kai la conoció mucho antes que Tsuki, solo la vió, no intercambio palabras con ella.
—Por favor, sé que la conociste —Dijo Kaleb suspirando con pesadez—, no querrás que vuelva a golpearte esta vez —Sacó del cajón de su escritorio unos pesados anillos de plata y se colocó cada uno en su mano derecha y se acercó al muchacho—. Lo preguntaré una vez más, ¿Ella participa en misiones del Ejército?
—Púdrete —Escupió.
Kaleb le golpeó la mandíbula con su mano derecha, provocando que su boca sangre.
—Creo que a alguien se le rompieron unos dientes.
Se quitó los anillos y los dejó sobre el escritorio, esta vez tomó una navaja y se acercó a Tsuki. Ella aún estaba ilesa.
—Responde a mi pregunta, querida —Acercó el filo a su mejilla derecha e hizo un poco de presión—. No queremos que ese lindo rostro quede arruinado, ¿O sí? —la forma en que se lo dijo demostraba que había una diferencia tremenda entre él y sus soldados, por ejemplo: Genkaku no diría esa oración con buenas intenciones.
—Si supiera, no te lo diría —Espetó.
—Mala elección de palabras —Deslizó el filo hacia su mentón y le hizo un corte, la pelinegra gritó adolorida.
—Sigo esperando... —Hizo otro corte en su sien.
Cuando estaba a punto de cortar su mejilla una explosión llamó su atención, retiro la navaja del rostro de la niña y la guardó. Se dirigió a la ventana, finalmente, los Rujarcos vinieron en busca de los chicos.
Los Soldados Norcranianos estaban concentrados en las murallas, no permitirían que nadie entre.
Shigo estaba con Bradley y trató de transformarse, pero al igual que Kai y Tsuki, la extraña atmósfera que él percibía no se lo permitía. Caminó sigilosamente hacia Aranen y Yue.
—Aranen, hay un problema...
—Lo sé, me di cuenta —mencionó.
—¿Qué crees que sea?
—No lo sé, pero si queremos rescatarlos hay que idear un plan distinto... —Fue interrumpida.
—¿De qué hablan? —Preguntó Yue confundido.
—Algo está bloqueando nuestros poderes —susurró Aranen.
Shigo miró a su alrededor, los soldados estaban ocupados atacando al enemigo.
—Tengo una idea —Observó a Aranen—, ven conmigo.
Ella lo siguió, se alejaron discretamente del resto, ya que si los descubrían se meterían en problemas. Luego de unos once metros aproximadamente, Shigo detuvo a la pelirroja.
—Intenta crear una llama —Se fijó en la palma de la chica.
Aranen intentó crear una llama, aunque sea una pequeña, pero no dio resultados.
—Debemos alejarnos más... —Dijo Shigo.
—Es territorio del enemigo, estaremos expuestos mientras más nos alejemos —Mencionó Aranen, observó de lejos a Sergei y volvió con él.
Shigo la siguió.
—¡Señor Bortsov! —Exclamó y el mayor volteó en su dirección.
—Hay un problema... —Se detuvo frente a él—Una extraña atmósfera bloquea nuestros poderes.
—¡¿Qué?! —Exclamó sorprendido, miró a Bradley, quién estaba dándole órdenes a los soldados y volvió a mirar a Aranen—¡¿Cómo es eso posible?!
—No lo sabemos, pero si nos alejamos más, hay posibilidades de que no nos afecte y podré usar mi fuego.
—Avisa al General Bradley —Ordenó y así lo hizo.
Bradley luego de escuchar a los jóvenes, pensó un momento y se dirigió a cuatro de sus soldados de Élite:
—Llévense a Hinotama lo más lejos posible hasta que pueda reactivar su fuego.
Estos asintieron y se llevaron a Aranen, Shigo iba a acompañarlos, pero Bradley lo detuvo.
—Tú te quedas.
—Señor, por favor déjeme ir, debo ir por ella —Exclamó desesperado.
—Shigo, entiendo que quieras buscar a tu compañera, pero entiende que estamos en territorio enemigo y no podemos arriesgar a otro recluta.
—Lo sé, pero...
—¡Nada de peros, te quedas! —Lo interrumpió.
El castaño resignado volvió con Yue en la fosa que los soldados prepararon antes de empezar a atacar.
—¿Y? —Preguntó, esperando respuestas.
—No me dejó acompañar a Aranen —Respondió frustrado.
—¿Qué sigue ahora? —Preguntó, como si ya supiera lo que tramaba.
—Hay que buscar un punto ciego...
Henry aún era tratado por sus heridas, el doctor estaba sentado al lado de la camilla, tenía el impulso de hacer algo por el pobre chico frente a él.
Al ser del clan Kingusu, el elemento que poseía este clan era el mineral, se dividían en distintas clases al igual que los Eoduun, con la diferencia de que en el Clan Kingusu todos comparten el mismo apellido.
—¿Por qué no lo ayudamos a salir? —Preguntó un joven, quién era aprendiz del doctor—, es muy joven y, además, lo único que queda de su clan. Lo van a matar.
—Quiero hacerlo Phil —Afirmó—. Pero tengo familia y tú también. Si no los tuviera lo ayudaría, si no estuvieran amenazados, si tan solo ellos no hubieran sabido de su existencia...
—Cuándo me despedí de mi familia, dijeron que debía hacer lo correcto, aunque ellos corrieran peligro —Comentó Phil.
—Lo sé —Miró a su alrededor—, cuando me presentaron al niño, ni siquiera podía creer que estaba vivo... —Contó, miró a Henry—, los reclutas que secuestraron estuvieron con él y hablaron con él. Ahora que saben que, el último Kingusu sigue vivo, Kaleb no los dejará ir.
—Debemos... —Lo interrumpió.
—Y no podemos hacer nada —Recalcó.
—Cuando vine a aquí, vine para salvar vidas y que continúen, no para salvarlas y que sean torturadas —Se acercó a Henry. El chico estaba dormido, pero su rostro demostraba toda la ansiedad.
—Los Kingusu y Rüzgar fueron asesinados hasta su extinción, aunque Kaleb sólo mató a los miembros del Clan Kingusu que no le servían —Comentó.
—O sea, la mayoría.
—Sí. Un día logró encontrar a los últimos miembros, era una familia pequeña de dos adultos y un niño pequeño, descubrieron que el poder del pequeño era el diamante —Reveló, miraba a Henry con lástima—. Kaleb fue con sus hombres hasta ese lugar, pidió tener una reunión con el padre a solas. La madre se quedó afuera con su hijo, jamás lo soltó y el pequeño sólo miraba a su padre conversando con el otro. De un momento a otro el padre del chico parecía estar enfurecido, entonces se defendió y usó su mineral, el mercurio, y empujó a Kaleb al río que estaba junto a ellos antes de que pudiera reaccionar. Sus soldados se acercaron a la madre y al niño, ambos lo protegieron, el padre le ordenó a la madre que se llevara a su hijo y corriera.
El padre atacaba a cada Soldado que se atrevía a ir tras ellos, mientras se alejaban el pequeño observaba a su padre pelear. Kaleb salió del río iracundo y se acercó amenazadoramente al hombre, cuando iba a volver a usar su poder contra él, no podía, algo le impedía y en cuando Kaleb estaba frente a él, tomó una de sus espadas y decapitó al hombre.
—Entonces, el niño...
—Vio morir a su padre —continúo—. La madre y el niño estuvieron desaparecidos un año, vivían tranquilos, hasta que por un error que el niño cometió los encontraron y la madre murió defendiendo a su hijo, nuevamente presenció la muerte de un ser querido. Trajeron al niño a este lugar y cuando lo conocí, Dios... nunca olvidaré la expresión en su rostro... sólo tenía siete años... era muy pequeño...
Phil no dijo nada, se había quedado sin palabras.
—Antes de trabajar para Kaleb. Formaba parte de un grupo que estaba en contra de Guerra, habían Rujarcos tanto como Norcranianos. Cuando él nos descubrió, mató a todos los miembros y a sus familias, pero no a mí... —Dijo cabizbajo—. Me dijo que, si trabajaba para él, no lastimaría a mi familia e incluso serían protegidos.
—¿Por qué quiere al niño? —Preguntó Phil. Él era aprendiz del doctor Bernard desde hace mucho, pero solo llegó al castillo hace un mes para ayudarlo.
—Él es la clave de su juventud eterna —Reveló.
La sala médica permaneció en silencio. Phil trataba de entender lo que acababa de oír. ¿Cómo es posible que el niño sea la clave de su juventud? Si esto tenía algo que ver con la flor Tensó...
—¿Tiene que ver con la flor Tensó?
—Así es —Afirmó—. La flor Tensó es una planta creada para transferir o quitar una habilidad poderes elementales de una persona. Los Rujarcos no saben de la existencia de esta planta que florece en Norcrania, lo usan cómo medio para tener más ventaja en la guerra. Aunque, de lo único que, si saben, es del Hongo Koburo, este hongo tiene otras funciones especiales. Puede bloquear los poderes, es ideal para los jóvenes inestables.
—¿Cómo es eso posible? —Preguntó más confundido.
—Se dice que fueron creados por un Eoduun.
—¡¿Qué, ¡¿cómo es eso posible?! —Exclamó—, Ellos sólo saben destruir, ¡por estar en el Clan de la obscuridad! —Estaba desconcertado.
—Hay cosas que aún no sabemos de ellos, Phil —Dijo Bernard—. Además, Kaleb por alguna razón no me deja investigar más a fondo sobre ellos, apenas ayudo a los Eoduun de aquí y el me vigila para que no haga preguntas —Musitó.
—Algo oculta... —Sospechó.
—No solo él, también Ein... —Fue interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose.
Ambos se sobresaltaron.
—¿De qué hablaban, Señores? —Preguntó Trevor al ingresar y cerrar la puerta tras él.
—E-nosotros... —Tartamudeó Phil.
—El Señor les dijo que dejen ese tema —Recalcó.
—Si, lo sentimos.
—¿Cómo está? —Se refirió a Henry.
—Por el momento está bien, sus heridas necesitan de mi atención con frecuencia —Respondió el Dr. un poco nervioso.
—Kaleb requiere de tu presencia en su oficina, Phil, y trae un par de vendajes —Lo miró amenazante.
—De acuerdo —Tragó en seco.
El aprendiz evitaba mirar hacia los dos chicos, se esforzó para no demostrar ninguna señal de desprecio en su mirada.
—¿Quería verme, Señor? —Preguntó nervioso.
—Atiende sus heridas —Señaló al rubio.
Phil se acercó a él y se sorprendió al ver lo magullado que estaba su rostro. El rubio lo miró, Phil podía ver en sus ojos que pedía que lo sacara de allí, que lo ayudara. Desató al joven y Trevor lo sostuvo para que no intente nada, mientras Phil limpiaba sus heridas.
—Vamos niña, no querrás otro corte —Amenazó.
Tsuki simplemente no Respondió, siguió con su mirada de ira hacia él.
—Entonces... —Iba a cortarle, Tsuki cerró los ojos.
Una explosión que venía dentro del edificio les llamó la atención.
—Trevor, ve a ver que sucede —El otro asintió y se retiró.
Kaleb dejó su navaja en el escritorio y se acercó a la ventana, aún habían Rujarcos peleando en el mismo lugar, entonces... ¿Cómo lograron ingresar?
Continuará...
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Espero les haya gustado este nuevo Capítulo, me tardé mucho en publicarlo ya que estaba haciendo unos ajustes.
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Dato curioso:
Ya que el diamante tiene propiedades de rejuvenecer con tratamientos, los miembros del clan que posean este mineral, pueden mantenerse jovenes sin necesidad de tratamientos; incluso pueden vivir más tiempo, de 100 a 140 años.
Obviamente vivirá todos esos años si cuida de su salud.
En el siguiente capitulo explicaré cómo usan la flor Tensō ;)
Hasta la proxima!
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