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O9

Sintió que lo sacudían con una fuerza débil. Él no quería despertar, estaba tan cansado que incluso sentía que levantar sus párpados sería un esfuerzo grandísimo. Sin embargo, como una bofetada sin aviso, recordó a Yoongi. Se levantó de un brinco, asustando a Taehyung quien se echó hacia atrás cuando Jimin se enderezó.

—¿Qué sucede? —preguntó de inmediato Jimin, aún con la mirada perdida y adormilado— ¿Y Yoongi?

—Hey, tranquilo, tranquilo —Taehyung le acaricia los hombros y Jimin logra enfocar su vista en el rostro del castaño—. Yoongi está bien, hace un rato despertó.

—¿Despertó ya? —se levantó a prisa del mueble, tambaleándose al poner los pies sobre el suelo.

Llegó a la habitación a tropezones y se detuvo en la entrada, observando a Yoongi jugueteando con sus manos. Se veía pálido otra vez, el rugido de su corazón incluso era audible hasta donde él se encontraba.

Cuando la felina mirada subió hasta toparse con la avellanada del rubio, una ligera sonrisa pintó el rostro pálido del pelinegro. Jimin se acercó despacio a él, sentándose delicadamente en el colchón y mirándolo atento. De igual manera, Yoongi mantenía sus ojos siguiendo los movimientos de su adorado humano.

—¿Cómo te sientes? —preguntó el rubio con bastante temor en la voz.

Si su yo de hace unos meses le escuchara preguntarle "¿cómo te sientes?" a un robot, de seguro se hubiera burlado de él mismo, incluso se hubiera avergonzado. Sin embargo, no le importó. Sabiendo que su anterior yo no comprendía el valor y la importancia de la presencia de Yoongi en su vida. Ahora él comprendía cuán valiosos podían llegar a ser aquellos simples humanoides que tanto aborreció en el pasado.

Incluso ahora su estabilidad emocional dependía de la vitalidad de uno de ellos.

—Estoy bien  —respondió monótono a lo cual Jimin le regaló una mueca de inconformidad—. En serio, me siento mejor.

—Tu corazón —señala vagamente con su índice el pecho del robot—, está rugiendo muy fuerte.

—Quizá le cuesta trabajar. Por eso sufro desmayos —respondió sin borrar aquella bonita ligera sonrisa, como si lo que acabara de decir no implicara un mal funcionamiento de su sistema que podía desembocar en su posible muerte.

Jimin se sentía impotente de no poder hacer nada al respecto. Odiaba el no poder simplemente ir a la compañía y que le cambiaran alguna cosa por una refacción que fuera totalmente funcionante. Odiaba el ver cómo cada día Yoongi se desvanecía un poco más frente a sus ojos sin poder detener aquel doloroso proceso. Era un desgaste físico y emocional para ambos el saber el desenlace de todo este asunto y no poder detener el tiempo para solucionar las cosas. Era una desesperación terrible el creer que un malfuncionamiento podría ser el fin de todo. El temor de creer que estaba realmente dañado les cegaba el hecho de que todo ha tenido un efecto desde el comienzo.

—Jimin —llamó Taehyung desde la entrada de la habitación, haciendo a ambos voltear—, me iré a casa pero prometo estar de vuelta más tarde.

—No es necesario Tae, quédate en casa, me has ayudado mucho hoy.

Taehyung negó agitando su cabeza. —Vendré más tarde —dijo antes de marcharse.

—Igual vive a dos puertas —dice Yoongi de pronto, aligerando el ambiente.

El silencio se hizo presente y ambos se quedaron donde estaban, sintiéndose completamente cómodos con aquella tranquilidad. Jimin se recostó al lado de Yoongi, cubriéndose hasta el estómago con la cobija y anclando su brazo a la cintura de Yoongi, pegándose a él y enterrando la cara en su pecho. Mirándolo desde arriba, Yoongi sonrió nuevamente y se inclinó para besarle la cabellera rubia, pasando su brazo por detrás de Jimin para acariciarle el hombro con suavidad y cariño.

—Jimin.

—Hm.

—Ya casi es tu cumpleaños.

—Ajá.

—Nada de ajá, ¿qué planeas hacer?

—Nada.

—¿Qué? ¿Por qué nada?

Porque sé que no estarás conmigo.

—Simplemente no me dan ganas.

—No digas eso, será el primer cumpleaños que pasemos juntos, ¿no quieres festejarlo? Prometo darte un regalo.

El estómago de Jimin dolió y un nudo molesto se formó en su garganta. Enterró más su rostro, sin ganas de que Yoongi pudiera si quiera notar el temor en su rostro.

—Anda, déjame a mí tu cumpleaños, te prometo que la pasaremos bien.

La emoción en la voz de Yoongi le hizo doler más y simplemente asintió con su cabeza, sin apartar el rostro de su escondite.

—De acuerdo.

El tiempo avanzó tranquilamente, con ambos recostados en la cama acurrucados juntos e intercambiando palabras cada tanto. Jugueteando con las manos del otro, midiendo la diferencia. Mirándose entre sí y sonriéndose cuales tontos enamorados.

Jimin se estiró por sobre el cuerpo de Yoongi hasta alcanzar su teléfono que se posaba sobre la mesita de noche, piqueteó la pantalla un par de veces y de pronto se alejó del pelinegro, enfocándolo con su cámara y sonriendo en grande.

—¿Qué haces Jimin?

—Sacándote una foto, sonríe para mí.

Yoongi acató la orden y sonrió avergonzado, mirando directo a la lente en espera de escuchar el clic que le avisaba que la foto había sido tomada.

—Basta ya —pidió el pelinegro, arrastrando la palabra con timidez.

—Tomémonos una juntos —dice Jimin, acercándose nuevamente, recostándose junto a él y acomodando el teléfono algo alejado de ellos, colocando el cronómetro.

Luego de aquella sesión de fotos improvisada ambos se fueron a la sala a mirar televisión juntos, con la excusa de parte de Min de que ya se sentía mejor como para salir de cama.

Para sorpresa de todos, septiembre acabó y Yoongi seguía ahí, sin embargo; empeoró, si es que aún podía empeorar más.

Para la noche del treinta de septiembre, sufrió un nuevo desmayo. Lo feo de aquello fue que éste había sido el definitivo. Luego de el desmayo, cuando recuperó la conciencia, Yoongi ya no podía levantarse.

Jimin lo llevó hasta la habitación y con el corazón palpitándole a mil por hora le llamó a Taehyung; con palabras incompletas, sollozos continuos y un miedo que le hacía temblar de pies a cabeza.

—T-Tae... —y eso fue suficiente para que el castaño saliera disparado de su departamento al de Jimin, abrazándolo fuerte tan pronto llegó a él.


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