
O7
La noche estaba entrada y Jimin llevaba aproximadamente dos horas dando vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Las palabras y la expresión de Yoongi todavía muy presentes en su mente.
Se mantuvo viendo hacia la ventana, tratando de distraerse pero sin obtener resultados. La habitación se sentía tan vacía sin Yoongi con él a su lado siendo un lindo bulto adormilado para esas horas.
Así que sin más dudas, se levantó y salió de la habitación sin hacer mucho ruido, dirigiéndose hacia la sala donde suponía estaría el pelinegro durmiendo.
Efectivamente, Yoongi se encontraba tumbado boca arriba en el sillón más grande con uno de sus brazos tras su cabeza siendo un soporte y su otro brazo dejado sobre su abdomen. Jimin se quedó unos segundos parado frente a él tan sólo observándolo, mirando detenidamente cada pequeño detalle que la poca luz que se colaba por la ventana dejaba ver.
Optó por ponerse de cuclillas a su lado y observó su rostro desde cerca, tomándose el tiempo de admirar cada parte. Desde sus cejas y sus ojos pequeños, hasta sus labios rosados y delgados y sus orejas cubiertas a medias por su cabello oscuro.
Entonces Jimin tuvo miedo. Miedo porque ahí se percató de que su corazón latía acelerado con tan sólo mirar a aquel chico mecánico que descansaba en su sillón. Sintió miedo porque sabía qué era lo que le esperaba a Yoongi y miedo de no poder tenerlo a su lado para siempre.
Miedo porque él se había dado cuenta de manera tardía que sí lo quería y no había más nada que hacer. El destino ya estaba sentenciado para ambos. No serviría de nada retribuir los sentimientos de Yoongi a estas alturas.
Cuando septiembre inició Jimin sentía que el fin del mundo se acercaba. Sentía que la vida era un juego contrareloj en el cual él iba perdiendo. Éste es el mes, se repetía cada mañana como un recordatorio y una motivación a sí mismo de ser quien debió ser desde el primer instante en que Yoongi llegó a su vida. Desde que el mes de septiembre tocó a su puerta él presionó el botón de Reiniciar y su actitud cambió para mejor, dejando a Yoongi algo desconcertado los primeros días. Al menos puedo tratarlo como si fuese un amigo muy querido.
—Yoon —llamó Jimin desde dentro del probador, el pelinegro alzó el rostro cual suricato tan pronto escuchó la voz del rubio—, ¿puedes darme una mano?
Yoongi se levantó del pequeño asiento en el pasillo y se acercó al probador donde Jimin se encontraba, removió un poco la cortina pidiendo permiso y en cuanto su novio se lo dio, él entró, encontrando a Jimin con el cierre de la chamarra atascado a medio camino. Jimin miró a Yoongi con preocupación en los ojos, con miedo de haber roto la prenda que ni siquiera había pagado.
—Tranquilo —le dijo nada más, poniendo sus manos, una en el cierre y otro en la tela para intentar zafar lo que los dientes del cierre habían atrapado.
Forcejeó un poco, de arriba a abajo sin mucha fuerza para no dañar la prenda pero tampoco obteniendo algún resultado favorable. Jimin miraba hacia abajo con un ligero puchero involuntario, moviéndose conforme los forcejeos pareciendo que no ponía mucha resistencia.
—¿No tienes súper fuerza o algo así? —preguntó de pronto el rubio, alzando la mirada y chocándola con la de Yoongi, sus rostros siendo cercanos pero nada de lo que preocuparse. Yoongi esbozó una sonrisa ladina y alzó una ceja ligeramente.
—¿Súper fuerza? Creo que has visto demasiadas películas, cariño. Pero lo intentaré, está cosa está muy atascada.
Unos cuantos forcejeos más y Yoongi jaló con fuerza de pronto, haciendo que Jimin perdiera el equilibrio y diera un paso al frente, pegándose realmente al pelinegro.
Jimin se sorprendió ante la fuerza aplicada y alzó la mirada nuevamente, quedando anonadado por la cercanía que ahora ambos tenían. Sin embargo, Yoongi tenía la vista fija en el cierre que, gracias al tirón, ahora estaba subiendo. Una vez la chamarra se cerró por completo, Yoongi llevó sus ojos a los del rubio que aún lo miraban impresionados.
La pequeña sonrisa en victoria que se posaba en los finos labios del robot se esfumó al notar qué era lo que causaba aquella expresión en el bonito rostro del contrario. Rápidos movimientos dieron sus ojos, cambiando de aquellos ojos avellanados a los voluminosos labios de Jimin.
El ambiente se tornó caliente y el tiempo parecía detenido a su alrededor. Las manos de Yoongi viajaron lentamente hasta la cintura de Jimin donde se engancharon con sumo cuidado, mientras sus ojos seguían viajando de norte a sur. Jimin no hizo más que anclar sus manos en los antebrazos de Yoongi, con un miedo que estaba siendo ahogado por la audacia en ese momento.
Inconcientemente ladeó su cabeza tan mínimamente que realmente ninguno lo notó, los centímetros se redujeron hasta que sus ojos se cerraron por inercia y...
—Joven, aquí está el suéter talla grande que pidió.
Ambos pegaron un brinco para atrás, Jimin tropezó con el banquito que estaba detrás suyo y cayó sentado sobre él. Yoongi se recargó en la pared y ambos se miraron con los ojos bien abiertos y las respiraciones erráticas como si hubieran corrido un maratón o... como si en verdad se hubieran besado.
—Disculpe, ¿es éste su probador? —preguntó la encargada desde afuera. Jimin se levantó del asiento y abrió sólo un poco la cortina, asomando su cabeza.
—Sí, lo siento, tenía un problema con el cierre de la chamarra. Gracias por traer esto —Jimin tomó la prenda que la encargada le dio y se adentró nuevamente al probador.
—¿Todo bien, cliente?
—Sí, todo bien, gracias.
Se escucharon los pasos de ella salir de los probadores y ellos se relajaron. Yoongi se pasó la mano por el cabello, alborotándolo desde arriba en signo nervioso.
—Yoon...
—Esperaré en el pasillo —se apresuró a decir, saliendo del probador sin esperar respuesta.
Lo más espeluznante de todo, aquello que le tenía el corazón acelerado de sólo pensarlo era el hecho de no saber con exactitud cuándo sería el día. No sabía si duraría todo el mes, o sólo la mitad de él o si mañana mismo el mecanismo de Yoongi se atrofiaría por completo y su sistema se apagaría en un dos por tres.
Esa era otra preocupación. ¿Yoongi sólo se apagaría cual aparato o quizá... él sufriría como una muerte real? Dios, de verdad no quería pensar en ello pero le era imposible no hacerlo.
Era algo entre la neta curiosidad y el mero morbo.
Necesitaba hablar con alguien, y por eso mismo se encontraba sentado en la mesa del fondo de la biblioteca escolar, con un libro y una libreta abiertos como si fuera a hacer una tarea sólo para despistar a la encargada y no ser echado del lugar.
Taehyung estaría llegando en cualquier momento de su última clase de aquel miércoles mientras que Jimin sólo gozaba de su hora libre. Cuando el castaño llegó, Jimin estaba garabateando en la hoja de su libreta y Taehyung le palmeó la espalda, sacándole un susto.
—Creí que eras la bibliotecaria.
—¿Tanto miedo le tienes a esa vieja bruja? —bromeó el más alto, sentándose frente suyo y dejando su mochila sobre la mesa—. Como sea, ¿qué es lo que te tiene tan preocupado?
—Yoongi...
—Hm —asintió, apretando los labios—. Desahogate, hermano.
Y eso hizo. Jimin le contó sus preocupaciones, todos sus pensamientos al respecto y se permitió liberar unas cuantas lágrimas cuando el miedo le bañó la mente. Taehyung estuvo ahí escuchándole atento y acariciando sus pequeñas manos para tratar de calmarlo. Incluso los ojos de Tae se volvieron brillosos al verse atacado también por la tristeza de tan sólo pensar en perder a Yoongi.
No era su robot pero era el de su mejor amigo, era también el mejor amigo de Jungkook y viéndolo de esa manera le dio tristeza en pensar cómo reaccionaría Jeon al enterarse de todo lo que estaba sucediendo y si aquello llegaba a suceder en el futuro.
Taehyung dio su opinión y le brindó palabras de apoyo a Jimin, se cambió de asiento para poder abrazarlo y secar sus lágrimas con las mangas de su suéter. Le peinó el cabello con los dedos, masajeando su cuero cabelludo para relajarlo mientras que con su mano libre volvía a darle caricias en una de sus manitas.
Y para cuando Taehyung llegó a casa, lo primero que hizo al entrar fue ir a abrazar cual niño a su madre a Jungkook, quien había estado en la puerta para recibirlo y se sorprendió un poco ante el gesto de Tae.
Kim se dobló un poco para hacerse pequeño y poder esconder su rostro en el cuello de su chico, abrazándolo fuerte sin ganas de soltarlo.
Jungkook se encontraba sonriendo divertido y enternecido, rodeó a Taehyung con sus brazos e intentaba levantarle el rostro pero Kim no se dejaba, quería seguir escondido ahí. Jeon besó su cabello castaño y semi largo antes de apoyar su mejilla en él.
—¿Qué sucede amor? ¿Hm? —le preguntó con dulzura en la voz, haciéndola suave y baja para que sólo ellos dos pudieran escuchar, como si hubiera alguien más en el departamento que no quisiera que escuchara.
—No es nada... sólo que... te amo mucho.
Jungkook agrandó su sonrisa y llevó una de sus manos al cabello de Taehyung para darle cariños.
—Yo también te amo —le dijo—, vamos a la habitación, luces cansado —Jungkook rompió el abrazo para quitarle la mochila al mayor—. Vamos a recostarnos un rato, te daré cariños hasta que te sientas mejor, ¿te parece?
Taehyung asintió con un movimiento lento de cabeza y a Jungkook se le hizo lo más adorable del mundo. Le dio un suave apretón en la mejilla para después sostenerle la mano y conducirlo hasta la habitación.
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