O1
Tecnolife. Una famosa empresa encargada de mantener la tecnología en un constante avance, volviéndose popular de manera impresionante al crear, ya hace algunos años, la tan aclamada línea de humanoides especializados en diferentes áreas de la vida cotidiana. Así es, podías comprar un robot con aspecto humano ya sea para tenerlo como empleado, como amigo, como pareja o sólo como compañero de casa. Eran algo así como mascotas que no necesitaban alimento o un baño, sólo seguían las ordenes predeterminadas dadas en su creación y listo.
Sin embargo, todo aquello a Jimin se le hacía una basura inútil por lo que terminando de leer aquel folleto dejado en la puerta de su departamento, lo tiró a la basura en su cocina. Park Jimin era un simple chico universitario que vivía su vida a la antigua, yendo a todos lados caminando o usando el transporte público, viviendo felizmente tranquilo en su hogar. Sin necesidad de tener un pedazo de hojalata parlante diciéndole cualquier tontería de su escaso vocabulario. No entendía cómo la mayoría de la gente deseaba conseguir un robot como si fueran lo mejor del momento.
Simplemente no le veía la necesidad a tener uno. Si quisiera compañía se compraría un perrito o se conseguiría una novia, o como última opción le diría a su madre que viviera con él. Cualquier cosa menos gastar su dinero en un humano falso. Era escalofriante. Era considerarse realmente abandonado el llegar a conseguirse uno. Tal vez su madre podría comprarse uno ya que su padre había fallecido hace años y la mujer ahora estaba sola en casa, en esos casos sí era aceptable tener un robot.
Como sea, la empresa era estúpida, la idea era estúpida y más estúpida la gente que le consumía.
—¡Ya llegué, vámonos!
El rubio se sobresaltó al escuchar el inesperado grito. Su vecino, amigo y compañero de clases llamado Taehyung había entrado a su departamento como si de su propia casa se tratase.
—Te he dicho que no entres así —regañó Jimin—, un día de estos vas a matarme del susto.
—Lo siento, se hace tarde. Jungkook, ¿traes mi celular?
—Sí, está en mi bolsillo —el pelinegro sonrió y Taehyung lo imitó.
Taehyung era uno de los estúpidos que habían comprado en Tecnolife y sí, Jeon Jungkook era su Tecno-novio, o lo que fuera. Jimin se había opuesto muchísimo al principio pero con el tiempo se acostumbró a la presencia metálica del pelinegro. Era divertido y amable, aunque a veces le perturbaba la idea de estar en una relación con un robot. A pesar de eso, Taehyung se veía muy feliz con Jungkook así que finalmente lo aceptó. O algo así. Ambos eran fastidiosos de vez en cuando, parecían estar malditamente conectados.
—¿Jungkook irá con nosotros a la universidad? —preguntó Jimin, haciendo todo el esfuerzo posible para ocultar su inconformidad, mientras tomaba su mochila del sillón.
—No, irá a casa de Namjoon hyung a pasar el rato con Jin hyung.
—Dios, no le digas hyung a Jin.
—¿Por qué no? Es modelo 92, debe ser mayor que yo.
—Eso ni siquiera es una edad, ¡es un jodido robot Taehyung!
—¡Oye! —Taehyung le cubrió la boca, esperando que Jungkook no haya escuchado eso. —Pueden serlo pero tienen sentimientos, están malditamente bien diseñados, deja de ser tan odioso.
Qué ridiculez, pensó Jimin. Salieron del departamento y fueron hasta la parada de autobuses donde dejaron a Jungkook para luego irse hasta la estación de metro a esperar el que iba directo a la escuela. Taehyung se quejaba siempre cuando usaban el transporte público alegando que la tecnología había avanzado y que para estaban los uber o cosas mejores, sin embargo Jimin era enemigo total de todas esas novedades.
Y así los días avanzaron, con la misma rutina de siempre. Hasta que una tarde, Jimin recibió un enorme paquete que le dejó realmente confundido.
Cuando regresó de la universidad se encontró una enorme y pesada caja fuera de su departamento con una nota pegada:
Sr. Park Jimin,
Su pedido ha sido entregado con éxito, por favor confirme el pedido mediante el correo electrónico que viene dentro del paquete. Cuide bien de su acompañante. Gracias por su compra.
Tecnolife.
¿Qué?
El ceño fruncido de Jimin se profundizó más al leer de quién venía el paquete. ¿Tecnolife? Debe ser una confusión. Él no había pedido ningún robot. Debe ser para otro Park Jimin.
Abrió su departamento y dejó la caja fuera, en primer lugar porque no quería ni tocar aquello, no era suyo. En segundo, porque se veía muy pesada.
Pensó en que tal vez la caja debía traer el número de la compañía así que, con toda la molestia del mundo, adentró como pudo la caja hasta la sala de estar, tumbándola horizontalmente para poder abrirla.
Dentro había una caja bastante bien sellada por lo que supuso, ahí estaría el robot. Ignoró la caja sellada y buscó el instructivo o alguna hoja que dijera algo sobre la compañía.
Lo encontró.
Marcó el número a prisa y esperó hasta que fue atendido por una amable señorita que lo mandó directo a la mierda diciéndole que no habrían devoluciones a menos que el robot tuviera un fallo. Por lo que pensó que tal vez debería romper al robot y así devolverlo, sin embargo descartó la idea, no era tanta su desesperación para ser tan sádico.
Se tiró al sofá rendido, mirando detenidamente la caja pensando en qué hacer. Finalmente decidió volver a cerrar la caja e ignorarla por el resto del día.
Quiso golpear a Taehyung el día en que descubrió que él había sido quien le había pedido al estúpido robot que seguía encajonado y estorbando en la sala de su departamento.
Taehyung era malo disimulando y fue más que obvio que su sorpresa era falsa cuando vio la caja de Tecnolife tirada frente a los sillones de Jimin.
—¿Por qué lo hiciste? —le preguntó enojado.
—Creí que te gustaría.
—Te dije mil y una vez que me parece estúpido tener uno.
—Pensé que cambiarías de opinión.
—¡Deja de creer y pensar por mí!
—¡No me grites, no es tan grave!
—¡Cómo no quieres que te grite si estoy molesto!
—¡Pues sólo devuelve el maldito robot!
—¡No me dejan!
—¡Entonces quédatelo!
—¡Que no!
—¡Oh mierda!
—¡Deshaste de él!
—¡¿Por qué yo?!
—¡Porque tú lo compraste!
—¡Bien, veré qué hago!
—¡Perfecto!
Y sin más, Taehyung salió furioso del departamento seguido de un callado y desorientado Jungkook. Jimin bufó igual de fastidiado y se fue a tirar al sillón, miró la caja frente a él por un segundo para luego soltarle una patada.
Estaba actuando como un niño, lo sabía. Pero es que en verdad no quería un robot de esos siguiéndole por la casa todo el día. Aunque, podría apagarlo si le llegaba a fastidiar... ¿Podría apagarlo así como así? ¿Se consideraría asesinato si lo apaga?
¿Qué mierda está pensando?
Este sentimiento de emoción que lo invadía era totalmente contradictorio a todo lo que él siempre había dicho y pensado. Pero era seguirse mintiendo a sí mismo si decía que no sentía curiosidad mientras abría la caja de Tecnolife, así es, aquella que llevaba dos semanas estorbando en su departamento.
Algo dentro de él se movió al ver todas las partes que debía ensamblar para tener a su robot, algo entre emoción y asco. Era tan realista todo que sintió como si estuviera presenciando un cuerpo mutilado. Sacó aquella escalofriante idea de su cabeza y se dispuso a leer un poco el instructivo.
Una hora más tarde, tenía al robot terminado frente a él y un nuevo sentimiento le revoloteo en el pecho y estómago.
Aquel falso humano era tan real que sintió algo de miedo. La suave capa que cubría todo su metálico cuerpo y simulaba ser la piel era tan blanca y tan bonita que sintió envidia. Su cabello era negro y caía por sobre su frente cubriendo ligeramente sus ojos dándole una vista adorable. Tenía sus ojos cerrados como si durmiera, eran pequeños y afilados con una ligera tonalidad oscura bajo ellos, simulando ligeras ojeras. Su nariz era pequeña y delicada al igual que sus finos labios rosados.
No era tan alto como Jungkook pero sí era unos cuantos centímetros más alto que sí mismo, perfecto para Jimin. Era tan distinto a todos los robots que había visto antes y por alguna razón, éste le había gustado más.
Dios. Odiaba esa empresa. Todo era tan perfecto.
Tragó saliva mientras bajaba su vista, recordando que el robot estaba desnudo. Joder, cuánta dedicación. Corrió a la caja y rebuscó entre los envoltorios y sí, había una muda de ropa dentro.
Unos calzoncillos, jeans negros, calcetines, botas cortas y negras, una camisa verde olivo simplona y una sudadera estampada a lo militar con una frase que decía MASTERMIND.
Una vez el robot estaba vestido, daba una mejor apariencia, se veía cool luciendo aquella ropa callejera y holgada para su pequeño cuerpo.
Entonces llegó la hora.
Jimin dio varias respiraciones antes de acercarse a la caja y presionar el botón que venía protegido dentro de una supuesta caja de plástico irrompible. Se escuchó un sonido provenir del robot y Jimin corrió a ponerse frente a él.
Los ojos se abrieron de una y parpadeó varias veces antes de mirar directamente a Jimin quien tragó saliva sintiéndose nuevamente nervioso.
—Ho-hola —saludó Jimin.
—Hola —contestó el robot de inmediato.
Jimin quedó sorprendido ante su grave voz.
—Soy Park Jimin, ¿y tú eres?
—Min Yoongi, modelo 93, de la línea Robotic Romance.
Maldita sea con Taehyung, no sólo le había pedido un robot sin su consentimiento, le había pedido un novio robot. Que jodido estaba.
—¿Qué fecha es hoy? —preguntó Yoongi de pronto.
—Nueve de marzo, ¿por qué?
—Lo marcaré en mi sistema como el día de mi nacimiento —dijo para después quedarse un momento en silencio—. Listo, desde hoy, el nueve de marzo será mi cumpleaños. ¿Estás de acuerdo con eso, Jimin?
—Ah... Sí, está bien.
—Genial —Yoongi sonrió, dejando ver sus dientes y parte de sus encías. —Entonces, ¿eres tú mi pareja?
Yoongi comenzó a caminar hacia él y Jimin retrocedió a la par.
—Sobre eso... Verás, yo no quiero una pareja ahora —Yoongi frunció las cejas sin entender.
—¿No?
—No, pero podemos ser amigos —Yoongi negó con la cabeza.
—¿Por qué no pediste un amigo de la línea Robotic Friendship?
Jimin suspiró rendido. —Mira Yoongi, yo no quiero un amigo robot ni un novio robot, ¿de acuerdo? Fue un amigo quien te compró y dejó aquí conmigo sólo para molestarme. No puedo regresarte a menos que tengas una falla así que tendré que tenerte aquí conmigo el resto de mi vida, ¿entiendes a lo que quiero llegar? No seremos amigos y mucho menos novios, seremos algo así como compañeros de piso, ¿de acuerdo?
Yoongi no contestó de inmediato pero Jimin no se preocupó tanto pues después de todo Yoongi era un robot y debía obedecerlo.
—Si eso te hará feliz, estoy de acuerdo —concluyó Yoongi luego de unos segundos.
—Prefecto —Jimin juntó sus manos en un aplauso, dando por finalizado el tema. —Bueno, te explicaré rápidamente todo así que pon atención —Yoongi asintió—. Esto es mi departamento, aquí vivimos nosotros, ¿de acuerdo? Es el 305, edificio... Bueno, de seguro ya sabrás cuál es, eres un robot inteligente —Yoongi sonrió— cocina por allá, baño por acá, esto es la sala de estar, de ese lado está la habitación donde yo duermo, ¿okay? No puedes pasar.
—¿Yo dónde duermo?
—En tu caja, te pondré cobijas. Ahora escucha esto, debo ir a la universidad todos los días de lunes a viernes, mi horario es mixto por lo que puedo estar fuera de casa en las mañanas y en las tardes, ¿okay? Estarás solo el tiempo que yo no esté pero eso no significa que puedes salir, debes quedarte aquí a esperarme, no hablarás con nadie ni le abrirás la puerta a nadie, si es posible no hagas ruido, ¿entiendes? —Yoongi asintió.
—Tocan —dijo de pronto Yoongi y ni tiempo le dio a Jimin de preguntar cuando alguien golpeó a su puerta.
Taehyung entró siendo seguido por un sonriente Jungkook.
—Hola ya llegam- ¡vaya~!
—¿Quién es él? —preguntó Jungkook.
—Es Yoongi...
Taehyung miró la caja abierta detrás de ellos y sonrió.
—Finalmente está aquí, Jungkook saluda.
Jungkook hizo una reverencia. —Mi nombre es Jeon Jungkook, de la línea Robotic Romance, modelo 97.
Yoongi no contestó y todos se miraron entre sí.
—¿Qué pasa Yoongi? —murmuró Jimin.
—Me dijiste que no hablara con nadie... —murmuró también.
—Con ellos sí puedes hablar, saluda.
Yoongi hizo una reverencia. —Soy Min Yoongi de la línea Robotic Romance, modelo 93.
—Oh, hyung —dijo Jungkook.
—Vaya, así que mayores, ¿eh Jimin? —bromeó Taehyung.
—Cierra la boca —amenazó el rubio.
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