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The sun came up, and they were still going at it.

Ella podía ser catalogada como una bestia fácilmente. Esclava de sus instintos, pero aún más esclava de lo que sus ojos añoraban como la mejor de las fantasías. Los más conservadores podrían alegar que su loba estaba enferma por desear tanto a otro alfa, pero eso era lo menos que le importaba. Mucho menos con una alfa como JiSoo. Tan imponente, tan sexy, tan ruda, tan grande. Y su dulce amiga omega, Rosé, que le daban ganas de profanar cada segundo. Ambas tan dulces, tan sensuales.

La tensión en el aire era palpable, cargada con la mezcla de deseo y satisfacción que se había apoderado de las tres. Jennie, recostada y sintiendo el peso de sus acciones, observaba a sus compañeras con una mezcla de adoración y lujuria. Cada movimiento de JiSoo y Rosé despertaba en ella una necesidad insaciable, un hambre que ninguna cantidad de sexo parecía saciar completamente.

JiSoo, con su presencia dominante y su cuerpo esculpido, era un espectáculo para la vista. La forma en que su musculatura se movía bajo su piel, la determinación en su mirada, todo de ella gritaba poder y control. Y sin embargo, había una vulnerabilidad en sus ojos cuando miraba a Jennie, una aceptación silenciosa de su propio deseo.

Rosé, por otro lado, era un contraste perfecto. Su dulzura y su sensualidad natural la hacían irresistible. Había una devoción en la forma en que se entregaba a Jennie y a JiSoo, una disposición a satisfacer y ser satisfecha que la hacía aún más atractiva.

Como había prometido a la dulce omega, iba a follarla sin sentido de nuevo. A introducirse en ella como si fuese su pequeño contenedor de semen. Rosé se acostó boca arriba en la cama de nuevo y abrió las piernas, su cuerpo temblando con la anticipación. La alfa ya tenía la verga parada y estaba lista para penetrarla tanto. Se puso encima de la omega, su mirada intensa y cargada de mucho deseo. Pasó su glande por su clítoris, frotándolo lentamente, arrancándole gemidos a Rosé, luego se posicionó en la entrada y entró con cuidado, sintiendo cómo las paredes de Rosé se ajustaban alrededor de su polla.

Empezó a moverse lentamente, estableciendo un ritmo que fue incrementando gradualmente. Cada embestida era más profunda, más intensa, y los gemidos de Rosé llenaban la habitación.

"Eres tan apretada, Rosie", murmuró Jennie entre jadeos, su cuerpo moviéndose dentro como si fuese su hogar. "Tan perfecta para mí".

Rosé solo gemía suavemente mientras la alfa llevaba un ritmo moderado, no muy lento y no muy rápido, permitiendo que la omega disfrutara de cada embestida. Rosé agarraba sus piernas para mantenerlas abiertas, ofreciéndose completamente a Jennie. La escena era de pura lujuria y deseo, y los gemidos suaves de Rosé llenaban la habitación, mezclándose con los jadeos de Jennie.

Entonces, una ya excitada JiSoo se acercó a ellas con intenciones de unirse. Se acercó a Jennie y le besó salvajemente, sus lenguas entrelazándose en una danza de pasión. Después de separarse, JiSoo se movió al borde de la cama, donde la cara de Rosé estaba ladeada, su boca abierta en una mueca de placer.

JiSoo le acercó su polla hinchada y dura a la boca de Rosé, sus ojos llenos de lujuria. "Quiero que me tragues otra vez, quiero verte a mi disposición, ardillita".

La omega, que gemía suavemente, solo supo abrir la boca para recibirla. JiSoo empujó su verga lentamente en su boca, disfrutando de la sensación cálida y húmeda mientras esta la tomaba ansiosamente, chupando con una necesidad casi desesperada.

Jennie, viendo cómo Rosé manejaba ambas situaciones con una facilidad y entrega que solo la excitaban más, comenzó a aumentar el ritmo de sus embestidas, haciendo que la cama se moviera con cada empuje. Rosé gemía alrededor de la polla de JiSoo, sus ojos cerrados mientras disfrutaban de ambas penetraciones.

"Así, Rosé", jadeó JiSoo, su mano acariciando el cabello de la omega. "Trágala toda, sé buena para mí".

Rosé respondió con más intensidad, succionando con fuerza mientras sus gemidos se ahogaban en la acción. JiSoo comenzó a mover sus caderas, follándole la boca con movimientos rítmicos y precisos, sincronizándose con el ritmo que Jennie imponía en sus embestidas.

La forma tan pecaminosa y erótica en la que se veía la boca de la omega intentando tragar y llevarse todo a la garganta era un espectáculo para Jennie y JiSoo. Rosé, con sus labios rojos estirados alrededor de la verga de JiSoo, parecía la encarnación del placer absoluto. La omega luchaba por tragarlo todo, sus gemidos ahogados resonaban en la habitación mientras las sensaciones en su cuerpo vibraban con intensidad.

"Buena omega, eres tan buena", gimió Jennie, sus palabras llenas de lujuria. Observando cómo Rosé intentaba manejar ambas penetraciones, la alfa no pudo resistirse a intensificar la experiencia. Sacó su polla casi por completo, solo para meterla de nuevo de golpe, arrancando otro grito ahogado de la boca llena de la chica. Rosé se estremeció, su cuerpo temblando de placer mientras trataba de mantener el ritmo con ambas alfas.

Rosé estaba boca arriba, su cuerpo temblando con cada embestida salvaje de Jennie. El sudor cubría su piel, brillando bajo la tenue luz de la habitación, mientras JiSoo la obligaba a tragar, deslizando cada centímetro con una mezcla de firmeza y delicadeza.

El sudor goteaba por sus cuerpos entrelazados, mezclándose con la humedad que emanaba de cada poro. Jennie y JiSoo gruñían y gemían, sus manos explorando, agarrando, sujetando, en un intento de marcar su territorio una sobre la otra.

JiSoo miraba fascinada la escena, sus manos sujetando la cabeza de Rosé mientras la follaba profundamente. "Eso es, trágalo todo, ardillita", murmuró, su voz ronca de deseo. Cada vez que empujaba, veía la garganta de Rosé trabajar para tragar, sus ojos llenos de lágrimas de placer.

Jennie seguía profanando su coño con una intensidad que solo aumentaba con cada gemido de Rosé. No iba a durar exactamente mucho, de lo mucho que la estaba apretando. La omega la apretaba como si no la quisiera dejar salir, y Jennie sentía su estómago retorcerse con la inminencia del orgasmo. Cada embestida parecía acercarla más al borde, su respiración se volvía errática y sus músculos se tensaban.

"Dios, Rosé, me estás volviendo loca", jadeó Jennie, sus caderas moviéndose con una precisión feroz. Sentía cómo el calor en su abdomen crecía, el placer envolviéndola como una ola. Rosé, completamente entregada a las sensaciones, gemía y se retorcía bajo el embate de Jennie, sus piernas temblando con cada embestida.

JiSoo, observando a Jennie y Rosé, sintió su propia excitación aumentar. La imagen de Rosé siendo penetrada con tanta fuerza y deseo la hacía desear más. Sin perder un momento, comenzó a moverse de nuevo, embistiendo suavemente la boca de Rosé mientras sus manos acariciaban sus propios senos.

De la misma forma, Rosé miraba a Jennie. Por sus expresiones pudo adivinar que se estaba por correr. Como pudo se sacó la verga de la azabache y le agarró el rostro, acercándolo para susurrarle al oído. "¿Vas a correrte, alfa? ¿Vas a llenarme con tu nudo?".

Jennie jadeó, sus ojos oscuros de deseo. Las palabras de Rosé la empujaron aún más cerca del borde. "Sí, Rosie, te voy a llenar. Vas a sentir cada gota", respondió con la voz ronca, sus caderas moviéndose frenéticamente mientras buscaba liberar toda su tensión. JiSoo se la volvió a meter en la boca.

JiSoo, viendo la interacción entre Rosé y Jennie, se sintió aún más excitada. Tomó la cabeza de la omega entre sus manos, obligándola a mirarla mientras continuaba embistiendo su boca. "Trágatelo todo, Rosé. Quiero ver cómo te llenas de nosotras", dijo, su voz, un susurro bajo, al parecer estaba al borde también.

Así lo hicieron ambas. La omega gimió sonoramente cuando Jennie empezó a darle más rápido y más duro, maltratando y martillando su coñito con una intensidad adicional.

La otra alfa le sacó la polla de su garganta y comenzó a masturbarse, su mano moviéndose frenéticamente arriba y abajo. Quería correrse en su cara, marcarla con su semen como un símbolo de su dominación.

Rosé, con la boca ahora libre, jadeaba y gemía sin control, su cuerpo temblando bajo el asalto implacable de Jennie. Sentía cada pulgada de la polla de Jennie dentro de ella, estirándola y llenándola de una manera que solo una alfa podía hacer.

JiSoo movía su mano rápidamente, determinada a llenarle toda la carita de leche a Rosé hasta que no pudiera caber más. Su respiración se volvió errática mientras su orgasmo se acercaba, los gemidos de placer resonaban en la habitación. Rosé, con los labios entreabiertos y la lengua fuera, esperaba con ansias recibir todo lo que JiSoo tenía para darle.

Jennie, por su parte, empezó a gemir fuertemente. "Tan apretada, joder, joder, joder", exclamó, sintiendo cómo el calor y la presión crecían dentro de ella. Los hilos calientes y espesos de semen empezaron a llenar todo el coño de la omega, su nudo creciendo dentro, atándolas en un lazo de placer intenso e ineludible.

Rosé jadeaba y gemía mientras JiSoo se derramaba sobre su rostro, los chorros de semen cubriendo su piel y llenando su boca. La omega tragaba con avidez, intentando acaparar la mayor cantidad. La alfa sabía igual de deliciosa que Jennie y estaba satisfecha por ser apreciada de esa manera.

La azabache terminó finalmente liberándose por completo, dejó escapar un grito ahogado, su mano temblando mientras el último chorro de semen cubría la cara de Rosé. La azabache miraba a Rosé con admiración.

Jennie sentía el clímax arrollador, gemía sin control. "Oh, Rosé, Rosé, me estás matando", jadeó, su cuerpo temblando mientras cada pulso de su semen llenaba más y más a la omega. El nudo dentro se hinchaba completamente, asegurando que no hubiera escape, que cada gota de su esencia quedara atrapada dentro de ella.

Con la cara cubierta de semen y el cuerpo lleno del nudo de Jennie, Rosé estaba en un estado de éxtasis puro. Su propio orgasmo explotó, sus gemidos llenando la habitación mientras su coño se contraía alrededor del nudo de Jennie, ordeñando cada pulso de semen.

Se sentía tan caliente dentro de ella, tan sexy. Sus piernas temblaron sin piedad y se aferraba al pecho de Jennie, buscando estabilidad en medio del torbellino de sensaciones. Los ojos de Rosé se cerraron brevemente, dejándose llevar completamente por el placer que la envolvía.

Jennie, todavía temblando por el clímax, miraba a Rosé con una mezcla de admiración y cariño. "Eres increíble, Rosé", murmuró, su voz cargada de emoción. Con un gesto suave, acarició el cabello de la omega, ofreciendo un consuelo silencioso mientras ambas respiraban pesadamente, recuperándose del momento intenso que acababan de compartir.

Cuando el nudo bajó, Jennie se salió de dentro de Rosé lentamente, con cuidado de no causarle ningún dolor. Rosé, con los ojos aún cerrados y respirando con dificultad, parecía necesitar unos momentos para recuperarse por completo. JiSoo, observando la escena, se levantó rápidamente y fue en busca de pañuelos para limpiar el rostro de Rosé.

Rosé se veía agotada, su cuerpo aún tembloroso por el intenso placer que acababa de experimentar. Las alfas, a pesar de su propia fatiga, se apresuraron a ocuparse de ella. Jennie, con una expresión de ternura en su rostro, se inclinó para besar la frente de Rosé suavemente. "Descansa, preciosa", murmuró, susurrando palabras de consuelo mientras JiSoo volvía con los pañuelos.

JiSoo limpió el rostro de Rosé con delicadeza, asegurándose de que cada rastro de semen fuera removido. Luego, se encargó de acomodar a Rosé en la cama, ajustando las sábanas a su alrededor para que estuviera cómoda. "Déjala descansar un rato", sugirió JiSoo, mirando a Jennie con una sonrisa comprensiva.

Jennie asintió, sus ojos llenos de gratitud. Aunque ella era la que estaba pasando por el celo, comprendía que Rosé necesitaba recuperarse. Ambas alfas se acostaron a cada lado de la omega, ofreciéndole su calor y protección. JiSoo acariciaba suavemente el cabello de Rosé, susurrando palabras de tranquilidad, mientras Jennie mantenía su mano entrelazada con la de Rosé, ofreciendo una silenciosa promesa de apoyo.

La omega inevitablemente se había quedado dormida en la cama de Jennie, su respiración suave y constante, indicando que finalmente estaba en un sueño profundo. Las alfas se dispusieron a acurrucarla suavemente, ajustando las sábanas para que pudiera descansar realmente.

A pesar de que también necesitaban descanso, especialmente JiSoo que no sentía la necesidad intensa que experimentaba Jennie, decidieron aprovechar ese tiempo para reponerse un poco. Silenciosamente, se levantaron de la cama y se dirigieron a la cocina para comer algo y beber suficiente agua.

Compartieron algunas palabras y miradas mientras preparaban una comida ligera. La intimidad y complicidad entre ellas era evidente, aunque no dejaba de ser un poco raro cómo ambas andaban desnudas, sus cuerpos con residuos de lo que habían hecho anteriormente.

Mientras estaban sentadas en la mesa comiéndose unos sándwiches, la azabache pudo notar cómo Jennie recorría su polla flácida con la mirada. Al darle una mordida más a su sándwich, JiSoo se rio.

"¿Qué te causa risa?", preguntó Jennie, levantando una ceja.

"Sigues teniendo hambre", respondió JiSoo, con una sonrisa traviesa.

"Pero ya estamos comiendo", replicó Jennie, aunque su mirada delataba sus verdaderas intenciones.

La azabache volvió a reír. "Tienes hambre de eso", dijo, levantando su polla y sobándola suavemente. El gesto hizo que Jennie se sonrojara, sus mejillas tomando un tono rosado.

Jennie trató de mantener la compostura, pero sus ojos no podían apartarse de la vista frente a ella. "No puedo evitarlo, eres... eres tan tentadora".

Aun sosteniendo su polla, JiSoo preguntó: "¿Quieres probarme?".

Jennie la miró, con un brillo de deseo en los ojos. "¿No estás cansada?", preguntó, aunque sabía la respuesta.

"Te ayudaré todo lo que pueda." La azabache movía su mano por su polla, poniéndola dura.

No se dijeron nada más por un momento. Jennie terminó su comida y su vaso de jugo mientras JiSoo seguía tocándose, su respiración volviéndose más pesada con cada segundo.

Al acabar, Jennie se puso de rodillas frente a JiSoo. La azabache entendió de inmediato las señales y se acomodó en la silla, abriendo las piernas para darle más acceso. Su verga ya estaba completamente dura, lista para lo que Jennie quisiera hacer.

Jennie empezó acariciando suavemente la base, sintiendo la dureza y el calor en su mano. Levantó la mirada hacia JiSoo, viendo el deseo en sus ojos, antes de inclinarse hacia adelante y lamer la punta. JiSoo soltó un suspiro profundo, sus dedos enterrándose en el borde de la mesa mientras observaba a Jennie.

"Eres tan buena en esto", murmuró.

Jennie trató un poco más y tragó más profundo a la otra alfa, haciéndole echar la cabeza hacia atrás y gemir. Al levantarla, la miró a los ojos. "¿Te gusta, alfa?".

La alfa castaña solo gimió en aprobación. Agarró la base con cuidado y comenzó a bajar, probándola toda. Chupaba con esmero. Demasiado delicioso para ser real. Jennie disfrutaba del sabor, de la textura, de cada pulso de placer que sentía al tener la polla de JiSoo en su boca.

Luego de unos minutos se despegó y la miró de nuevo. "¿Estás necesitada otra vez?". La verdad era que sí. Podía sentir su olor tan fuerte y sus ojos brillaban de una forma diferente, su frente estaba llena de sudor de nuevo.

Asintió suavemente.

"¿Qué quieres hacer ahora?", preguntó la azabache, Jennie la masturbó un poco más, su mano moviéndose de manera rítmica, firme.

"Puedes estar dentro de mí de nuevo", sugirió.

"¿Lo quieres?", preguntó acercándose más, su respiración mezclándose con la de Jennie.

"Vamos".

Se pararon rápidamente de donde estaban y fueron directamente a la habitación de Jennie para continuar. Al llegar, tropezándose y rápidamente, comenzaron a besarse con desesperación. De pie junto a la cama, sus lenguas jugaban salvajemente, y sus manos se paseaban por todas partes. Jennie pellizcaba los pezones de la alfa azabache, mientras que esta bajaba por su cuello, dejando un rastro de besos ardientes.

Indudablemente, fueron más allá, ambas tocando sus pollas. La mano de Jennie se deslizaba muy bien en la polla de la alfa gracias a su propia saliva. JiSoo, por su parte, escupió en su mano y pasó la saliva sobre la dura polla de Jennie, haciéndola gemir al sentir la fricción húmeda.

"Voy a amar estar dentro de ti", susurró JiSoo a Jennie, mientras besaba su cuello. Jennie bajó su mano un poco más y acarició las bolas de la mayor. Permanecieron en ese vaivén unos minutos.

La cosa estaba en que sus ruidos, sus gemidos y el sonido de sus besos mojados hicieron que la omega en la cama despertara. Ellas no se percataron cuando Rosé bostezaba lentamente y abría los ojos. Su vista al despertar no pudo ser más deliciosa.

Las dos alfas que la habían estado follando antes de caer rendida estaban de pie junto a la cama, frotando sus pollas entre sí y besándose salvajemente. El sudor goteaba por sus cuerpos entrelazados, mezclándose con la humedad del deseo que emanaba de cada poro. Rosé podía sentir la tensión en el aire, un campo de energía cargado con la promesa de placer que aún no se había cumplido. Jennie y JiSoo gruñían y gemían, sus manos explorando, agarrando, sujetando, en un intento de marcar su territorio una sobre la otra.

Rosé, aún somnolienta, observó la escena con creciente deseo. Se mordió el labio inferior, sintiendo su propia excitación aumentar al ver a esas alfas en ese estado tan lascivo.

"Ustedes dos...", murmuró, llamando su atención. Ambas alfas se detuvieron y miraron a la omega, sus ojos brillando con lujuria.

"¿Te hemos despertado, ardillita?", preguntó Jennie, sin apartarse de JiSoo.

"Lo siento, no pudimos contenernos", añadió JiSoo con una sonrisa traviesa.

Rosé se incorporó en la cama, su mirada fija en las alfas. "No se detengan por mí. Me encanta lo que veo".

Las alfas intercambiaron una mirada y luego se acercaron a la cama, llevando su deseo con ellas. La omega se tumbó de nuevo, abriendo las piernas en una invitación silenciosa, pero bastante clara.

Jennie fue la primera en acercarse, inclinándose para besarla profundamente, mientras JiSoo se posicionaba detrás de Jennie, su polla rozando el trasero de la otra alfa. Esta se separó de la boca de la omega.

"Sooie", murmuró al sentirla.

"¿Sí?", respondió JiSoo, su voz ronca por el deseo.

"¿Puedes sentir lo bien que huele?", preguntó Jennie, sus ojos brillando con lujuria.

"Tienes razón, tiene el olor más delicioso", coincidió JiSoo, acariciando el trasero de Jennie.

"¿Sabes lo que deberíamos hacer?", susurró Jennie, su voz cargada de intención.

"¿Qué?", preguntó JiSoo, su curiosidad.

"Deberíamos comerle el coño entre las dos, para hacerla sentir bien", propuso.

"Mmm, me parece maravilloso", murmuró Jennie antes de voltearse hacia JiSoo, quien la besó profundamente. "Vamos a hacerla ver las estrellas".

Con esas palabras como promesa, las dos alfas se separaron y se posicionaron estratégicamente alrededor de la sonrojada omega. Rosé, excitada y expectante, abrió las piernas ampliamente, preparándose para lo que estaba por venir. Jennie fue la primera en inclinarse hacia su boca, devorándola con un beso apasionado mientras JiSoo comenzaba a besar y chupar sus pechos con una delicadeza que contrastaba con la intensidad de sus movimientos.

Las dos alfas trabajaban en perfecta sincronía, besándola y acariciándola por todas partes, calentando cada centímetro de su piel. Rosé gemía y se retorcía bajo sus atenciones, su cuerpo una masa de deseo y necesidad.

Luego de un rato, Jennie y JiSoo la obligaron a abrir más las piernas, exponiéndola completamente. El coño de Rosé aún tenía restos del semen de Jennie, una visión que las alfas encontraron increíblemente excitante. Sin perder tiempo, ambas pusieron sus bocas allí, lamiendo y succionando con esmero.

El coñito de Rosé en las lenguas de esas dos alfas era maravilloso, húmedo y delicioso. Rosé, en un arrebato de placer, agarró ambas cabezas con sus manos y les dio impulso, guiándolas para que la devoraran con más intensidad. Las alfas murmuraban de gusto mientras la comían, sus lenguas moviéndose en perfecta sincronía, cada una complementando los movimientos de la otra.

Jennie se concentraba en su clítoris, succionando y lamiendo con habilidad, mientras JiSoo exploraba más profundamente, su lengua deslizándose dentro de Rosé, arrancándole gemidos cada vez más fuertes. La omega no podía contener sus reacciones, su cuerpo retorciéndose de placer bajo las expertas atenciones de las alfas.

"Mmm, eres tan deliciosa", murmuró Jennie entre lamidas, sus palabras vibrando contra la piel sensible de Rosé.

Rosé arqueó la espalda, sus manos temblorosas aferrándose a las sábanas. "Alfas, así...", gimió dulcemente, soltando gemidos y pequeños ruiditos que llenaban la habitación, una sinfonía de placer que solo las alfas podían arrancarle.

Jennie y JiSoo trabajaban en perfecta armonía, sus lenguas explorando cada rincón del coño de Rosé con una dedicación y habilidad que solo aumentaban el placer de la omega. JiSoo se concentraba en su clítoris, su lengua trazando círculos y succionando con precisión, mientras Jennie profundizaba su exploración, su lengua entrando y saliendo de Rosé con una cadencia rítmica y constante.

Rosé jadeaba, su cuerpo temblando bajo las expertas caricias de las alfas. Podía sentir el calor acumulándose en su bajo vientre, la presión creciendo con cada movimiento de sus lenguas. "Voy a... no puedo...", balbuceó, su mente nublada por el éxtasis.

"Sí puedes, Rosie", murmuró Jennie, deteniéndose en un momento. "Déjate llevar".

Los gemidos de Rosé se volvieron más urgentes, sus manos agarrándose desesperadamente al cabello de las alfas. Sentía como su orgasmo se acercaba, una ola imparable de placer que amenazaba con desbordarla. Cuando finalmente llegó, Rosé gritó, su cuerpo convulsionando mientras las alfas no paraban de lamerla, cada movimiento de sus lenguas prolongando su clímax.

La omega sintió como su coño se contraía alrededor de las lenguas de Jennie y JiSoo, cada espasmo enviando ondas de placer a través de su cuerpo. Las alfas siguieron devorándola, succionando y lamiendo con una intensidad que solo aumentaba el placer de Rosé. Su orgasmo parecía interminable, cada segundo una explosión que la dejaba sin aliento.

Finalmente, Rosé colapsó en la cama, su respiración entrecortada y su cuerpo temblando de agotamiento y satisfacción. Las alfas se separaron lentamente, sus labios y lenguas brillando con la esencia de Rosé.

"Qué coño tan delicioso", gruñó JiSoo, su voz ronca llena de deseo.

Jennie la miró de reojo y se le acercó, sus labios encontrándose en un beso feroz. Compartieron boca a boca el sabor del orgasmo de Rosé, sus lenguas explorándose mutuamente con avidez. El sabor de la omega en sus bocas las encendió aún más, alimentando el fuego entre ellas.

Aunque agotada, la omega no se durmió. Observaba con ojos entreabiertos, su cuerpo aun temblando ligeramente por el éxtasis reciente. Se separaron del beso, respirando pesadamente. JiSoo, con una mirada cargada de deseo, pellizcó uno de los pezones de Jennie y se acercó a su oído.

"¿Lista para que folle ese culo?", susurró JiSoo, su voz llena de promesa. Estaba muy dura y ya no podía esperar más.

Jennie gimió ante las palabras de JiSoo, su cuerpo respondiendo instantáneamente. Por puro impulso, tocó su propia polla, sintiendo la necesidad apremiante de más placer. Se levantó ligeramente, sus piernas temblando de anticipación. "Sí, Jichu, quiero que lo hagas", murmuró, su voz quebrada por el deseo.

"Túmbate y abre las piernas", pidió.

La alfa hizo lo propio. Estaba demasiado excitada, parecía que podía tener fiebre de nuevo. Se acostó y abrió las piernas, lista para lo que viniera. La alfa azabache procedió a meterse entre sus nalgas y comenzó a comerle el culo. La alfa castaña comenzó a gemir, gemidos fuertes y profundos que llenaban la habitación por la intensa sensación. JiSoo empapó su hoyo de saliva, preparándolo para poder deslizarse con facilidad.

"Así, Sooie... sigue...", murmuró Jennie, su voz temblando de placer.

JiSoo lamía con esmero, su lengua explorando cada pliegue y rincón. La sensación era increíble, un torrente de placer que se extendía desde el centro del cuerpo de Jennie. Rosé, observando desde el lado, no pudo evitar tocarse al ver la escena. La manera en que JiSoo le comía y lamía su agujero era increíblemente excitante, un espectáculo ante los ojos de cualquiera.

Chupó, succionó y le lamió su hoyo en busca de lubricar lo suficiente. Por un momento estuvo en eso, dándole muchísimo placer a Jennie. La alfa castaña merecía tomar su polla entred las manos para masturbarla, disfrutando del poder y el control que tenía sobre JiSoo.

Luego de un rato comiéndola, JiSoo se levantó y alineó su punta. "¿Lista?", preguntó, su voz ronca por el deseo.

Jennie asintió, su cuerpo temblando de anticipación. La otra alfa comenzó a entrar lentamente, soltando pequeños gemidos y gruñidos mientras se deslizaba en el apretado y caliente interior de la alfa. La sensación era maravillosa, cada centímetro de su polla siendo abrazado con una intensidad que casi la hacía perder el control.

Rosé, desde su posición, miraba todo con ojos brillantes. La omega no podía apartar la vista de la escena frente a ella: la manera en que la polla de JiSoo desaparecía poco a poco dentro de Jennie, y cómo la expresión de la alfa castaña se transformaba con cada empuje.

La chica debajo jadeó, sus manos se aferraban a las sábanas mientras JiSoo continuaba empujando, llenándola completamente. "Eres tan apretada, Jennie...", gruñó mientras aumentaba la velocidad.

Primero estableció un ritmo algo lento y pausado, dejando que sintiera cada pulgada entrando y saliendo, y poco a poco fue aumentando la intensidad. Había llegado tan al fondo, tan malditamente profundo que era casi insoportable, pero placentero. Jennie gemía con cada embestida, su cuerpo reaccionando instintivamente al dominio de JiSoo.

La azabache tomó las piernas de Jennie, levantándolas para obtener un mejor ángulo, y la comenzó a empujar deliciosamente. "Parece que fuiste hecha para esto, mira lo bien que lo tomas", susurró JiSoo, admirando cómo la castaña se entregaba completamente a ella.

JiSoo arremetió ahora con fuerza, cada embestida más intensa que la anterior. La alfa castaña tomó su propia verga para hacerse sentir mejor, los gemidos escapando de sus labios con cada movimiento. Se sentía demasiado bien, como si estuviera en el cielo. No tendría que aguantar nada más luego de eso, no habría necesidad de buscar alivio en otro lugar cuando estaba siendo follada tan maravillosamente.

La polla de la azabache dentro, golpeando mientras sudaban, creando una mezcla de calor y humedad que aumentaba el placer. JiSoo agarró las caderas de Jennie, guiándola hacia cada embestida con una determinación feroz. El sonido de sus cuerpos chocando llenaba la habitación, cada golpe resonando con una promesa de liberación.

"¿Te gusta así, Jennie? ¿Te gusta sentirme dentro de ti?", murmuró JiSoo entre jadeos, sus ojos fijos en la castaña, observando cada expresión de placer en su rostro.

"Sí, Jichu, no pares... sigue, por favor", respondió Jennie, su voz quebrada por la intensidad de las sensaciones. Su propia mano trabajaba su verga con ritmo frenético.

Por un momento las embestidas cesaron. JiSoo le sacó su verga de dentro y le dio una cachetada en el muslo. "Ponte de lado", ordenó, y la alfa obedeció de inmediato, colocándose de ladito. La alfa azabache se recostó también, detrás de ella, y le levantó una pierna antes de penetrarla de golpe y comenzar a golpear otra vez.

El nuevo ángulo permitió a JiSoo llegar aún más profundo, y cada embestida arrancaba gemidos de placer de los labios de Jennie. Rosé, aun observando, se mordió el labio mientras sus propias manos exploraban su cuerpo, siguiendo el ritmo frenético de las alfas.

"JiSoo... más fuerte... no pares", suplicó Jennie, aferrándose a las sábanas mientras el placer la consumía.

JiSoo gruñó en respuesta, aumentando la intensidad de sus movimientos. Su mano libre se deslizó por el cuerpo de la castaña, acariciando sus senos, pellizcando sus pezones, añadiendo más capas de sensaciones. "Eres tan apretada, Jennie... siento como me vas a exprimir", murmuró, sus palabras cargadas de lujuria.

Rosé, incapaz de resistir la vista y los sonidos, se acercó más, su propia excitación evidente. "Déjenme... ayudar", dijo con voz entrecortada, y JiSoo asintió, una sonrisa lasciva cruzando su rostro.

La omega se colocó frente a Jennie, sus manos explorando el cuerpo de la alfa con ternura. Comenzó a besar sus labios, compartiendo sus gemidos y su deseo. Sus manos se pasearon por su pecho, encontrando uno de sus pezones y comenzando a masajearlo en sincronía con las embestidas de JiSoo.

"Sí... Oh sí, puedo... voy a...".

"Sí, alfa... córrete para nosotras", murmuró Rosé contra sus labios, sus dedos trabajando con una precisión exquisita.

JiSoo sintió cómo el cuerpo de Jennie comenzaba a tensarse nuevamente, sus embestidas se volvieron más frenéticas, buscando ese último impulso. Con un último empuje profundo, la alfa gritó, su cuerpo sacudiéndose violentamente mientras alcanzaba otro orgasmo, sus paredes internas apretando la verga de JiSoo con fuerza.

La azabache no tardó mucho en vaciarse también. Se aferró al cuello de la otra alfa mientras gritaba, gritaba por ser aprisionada por ese agujero. La intensidad del momento la abrumó, su orgasmo explotando con una fuerza que casi la hizo perder el control. Cada embestida final era un grito de liberación, una proclamación de placer absoluto.

Cuando finalmente su cuerpo dejó de temblar, JiSoo se quedó quieta un momento, saboreando la calidez y la sensación de estar completamente unida a Jennie. La alfa castaña, todavía respirando pesadamente, giró la cabeza y le dio un beso suave en la mejilla. "Te sentiste increíble", susurró, su voz entrecortada, pero llena de adoración.

Rosé, quien había observado y participado en el acto con creciente excitación, se acercó a ambas, acariciando sus cuerpos con una ternura infinita. "Las dos son tan sexys", murmuró, su voz apenas un susurro mientras se inclinaba para besar a Jennie y luego a JiSoo.

Sus cuerpos estaban realmente cansados, demasiado para ser verdad.

Las tres mujeres se quedaron así por un momento, enredadas en una maraña de cuerpos y emociones.

La verdad era que en los bordes de la ventana se podían ver que el sol ya estaba saliendo. ¿Cuánto tiempo había pasado? Ya era de día. Ya habían pasado casi las 24 horas del celo de la alfa. Habían follado como conejas todo ese tiempo. Se habían follado tanto, se habían hecho tanto mutuamente que parecía irreal, pero todo fuera por ayudar a Jennie.

Jennie, ahora más relajada y satisfecha, se quedó mirando el primer rayo de sol que entraba por la ventana. No podía evitar sonreír al pensar en todo lo que habían compartido. Rosé y JiSoo se habían volcado completamente para apoyarla, para hacer de ese momento una experiencia memorable y placentera.

Rosé, todavía un poco somnolienta, se giró para mirar a Jennie. "¿Te sientes mejor, Jennie?", preguntó suavemente, su voz llena de preocupación y ternura.

La castaña asintió, su sonrisa creciendo. "Sí, mucho mejor. No sé qué hubiera hecho sin ustedes dos. Gracias por todo".

JiSoo, que estaba estirándose junto a ellas, se inclinó para besar la frente de Jennie. "Estaré aquí para ti, siempre. Eso no va a cambiar".

Rosé asintió, acariciando suavemente el brazo de Jennie. "Hemos pasado por mucho juntas, y esto solo nos ha unido más".

Las miró con gratitud y amor. "No sé cómo agradecerles. Ha sido intenso, pero... ha sido increíble también".

Rosé sonrió, inclinándose para besar a Jennie suavemente. "No tienes que agradecer. Lo hicimos porque te queremos".

"Además", añadió Rosé con una sonrisa traviesa, "también nosotras disfrutamos mucho".

Las tres se rieron suavemente, el sonido llenando la habitación con una calidez que contrastaba con la intensidad del día anterior. El sol continuaba subiendo, iluminando sus cuerpos entrelazados con una luz suave y dorada.

Finalmente, Rosé rompió el silencio. "Deberíamos tomar una ducha y descansar un poco más. Aún tenemos el día entero por delante".

JiSoo asintió. "Buena idea. Una ducha caliente y luego algo de descanso suena perfecto".

Jennie se incorporó lentamente, sintiendo cada músculo de su cuerpo recordándole las intensas horas pasadas. "Sí, eso suena maravilloso".

Con cuidado, se levantaron de la cama y se dirigieron al baño, donde el agua caliente les ofreció un alivio inmediato. Lavaron el sudor y los restos de sus encuentros, sintiendo cómo el calor relajaba sus cuerpos cansados. Rosé y JiSoo se aseguraron de que Jennie estuviera bien cuidada, frotando su espalda y masajeando sus hombros.

Después de la ducha, volvieron a la cama, todavía envueltas en la calidez del momento. Rosé se acurrucó al lado de Jennie, mientras JiSoo las rodeaba con sus brazos.

"Gracias, de verdad", murmuró Jennie, sus ojos cerrándose lentamente.

"Siempre", respondió Rosé, besando su mejilla.

En la tranquilidad de la mañana, se quedaron dormidas de nuevo, encontrando consuelo y paz en la compañía mutua.


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