Strange situations and sweat everywhere.
Lo primero que pensó Rosé al salir de su apartamento fue: ¿Qué estaba haciendo? ¿Realmente había aceptado eso? Pues pareciera que sí. Pareciera que ella amaba sabotearse a sí misma.
Su amiga alfa le había hecho la más indecorosa de las propuestas. Jennie era una alfa de pocos amigos; más bien, no se llevaba muy bien con muchos de sus compañeros en la facultad y siempre estaba algo alejada del bullicio. Era una joven muy aplicada y concentrada en sus cosas personales, muy adecuada a su amor por los videojuegos y con una actitud algo rara en cuanto a su sociabilidad. Pero ella no era asocial. Realmente disfrutaba de la amistad de una omega muy bonita que iba con ella a todos lados. Rosé y ella se juntaban a tomar té... Sí, una de las cosas que amaba la alfa era tomar té, ya fuera frío o caliente, y siempre era acompañada de la omega.
Jennie sabía que despertaba pasiones en su campus. Una alfa alta, con un cuerpo tonificado y un aura involuntariamente misteriosa. Sabía que había algunos omegas que la querían como alfa, otros alfas que la veían como una amenaza, pero poco le importaba. Ella centraba su vida en sus estudios, sus pasatiempos y la amistad con Rosé.
Rosé sentía mucho por la alfa, en parte. No era un crush, simplemente algo platónico, y Jennie, por su parte, reconocía, incluso ante la misma Rosé, que la consideraba un gran partido para ser su compañera. Rosé no se lo tomó muy en serio, pero si Jennie quisiera cortejarla alguna vez, no se negaría. Ella no se complicaba mucho.
Pero Jennie le había pedido explícitamente que la ayudara con su celo. Claro, era algo un poco fuera de lugar, pero bajo el contexto de que la alfa casi muere en su último celo, pues no quedaba mucho por hacer.
En su último celo, Jennie había experimentado una fiebre peligrosamente alta. A pesar de sus intentos de manejarlo sola, nada parecía funcionar. Ni su propia mano ni su fleshlight le proporcionaban el consuelo necesario, y los supresores, que normalmente eran efectivos, no le estaban haciendo efecto en absoluto. Fue una experiencia aterradora para ella, una en la que se sintió completamente fuera de control y vulnerable.
Recordar ese episodio todavía le causaba escalofríos. La fiebre la había debilitado tanto que en un momento pensó que no lo lograría. La soledad y el dolor habían sido insoportables, y esa experiencia la dejó con una resolución firme: no quería volver a pasar por algo así sola.
Por eso, cuando Jennie se acercó a Rosé con esa propuesta indecorosa, había un trasfondo de desesperación y necesidad que Rosé no pudo ignorar. La alfa le había explicado la gravedad de la situación, sus palabras cargadas de una mezcla de vergüenza y urgencia. Jennie, conociendo lo fuerte y orgullosa que era Jennie, entendió lo mucho que le costaba hacer esa solicitud. Aceptar significaba mucho más que solo ayudarla a pasar su celo; era una muestra de confianza y vulnerabilidad que Rosé no podía tomar a la ligera.
Su enigma estaba en que, si esto iba a afectar en su amistad. Eso le preocupaba profundamente. Jennie era su mejor amiga, y a Jennie le preocupaba más que nada hacerle daño a la pequeña omega que arruinar su amistad.
En parte por su seguridad, en parte porque sabía lo mucho que Rosé la apreciaba y la quería.
Rosé había aceptado la solicitud de Jennie sin dudarlo, y al observarla no percibió ninguna vacilación en su mirada, lo que le proporcionó cierto alivio. Rosé se prometió a sí misma que no permitiría que lo último que ocurrió volviera a suceder. Jamás.
Si tuviera que ingresar a un hospital y ser sedada para superarlo, sería lo ideal. Pero si pudiera atravesar este difícil momento con Rosé a su lado, sería la mejor solución. Porque más allá del temor a perder el control, pensaba en la posibilidad de arruinar su amistad y era importante para ella.
Importante, no porque alejarse de Rosé significara quedarse sola en sus tardes o perder una amistad, sino porque Rosé realmente le importaba y amaba tenerla en su vida. Rosé llenaba un espacio significativo en su corazón, un espacio que ninguna otra persona podía ocupar. Jennie sabía que tenía que cuidar su vida, y luego verían qué sucedería. Cuidar su vida porque, según su doctor, su edad era la ideal para emparejarse, era la edad ideal para dejar su marca en algún omega, tener sus cachorros. La poca exposición y la escasa actividad sexual eran los causantes de que sus últimos celos en los últimos dos años fueran tan intensos y peligrosos.
Jennie necesitaba consuelo y ayuda antes de que eso acabara con su cordura o con su vida. Últimamente había estado siendo muy afectada cada vez que olía a algún omega, incluso cuando olía a Rosé. El aroma de Rosé, que siempre había sido reconfortante, con su dulce fragancia a algodón de azúcar, se había convertido en un desencadenante potente que hacía que el control sobre sus instintos fuera casi imposible.
La situación se volvía cada vez más insostenible, y Jennie sabía que tenía que encontrar una solución pronto. Su bienestar físico y mental dependían de ello. Rosé, con su inquebrantable apoyo y comprensión, era la clave para superar este tormento. Jennie confiaba en que, juntas, podrían hacerlo, todo por una causa justa.
Aunque tuviera intenciones adicionales.
Y Rosé no estaba por fuera de eso. Entonces, miró su celular justo cuando estaba en la entrada del apartamento de Jennie. Era un mensaje de ella.
Necesito que vengas ya, no estoy bien.
Eso había sido veinte minutos atrás.
Joder, no. Pensó. Esperaba no haber llegado demasiado tarde. Abrió rápidamente la puerta con la llave que Jennie le había dado y entró, su corazón latiendo con fuerza.
Al entrar, sus sentidos se vieron abrumados por un aroma aún más fuerte de lo que esperaba. Su olfato percibió el olor más potente a lluvia que había sentido en su vida. Ese aroma lo conocía bien; era de Jennie. Obviamente, se intensificaba por estar en celo.
Pero había algo más. Un olor muy intenso a pino. ¿Había otro alfa allí? ¿Y por qué ese olor era igual de intenso como el de Jennie?
Rosé se sintió confundida y un poco alarmada. Caminó rápidamente con su mochila en mano hacia la habitación de la alfa, su mente corriendo con preguntas e incertidumbres. Se sentía mareada y debilitada por las feromonas que se percibían cada vez más intensas a medida que se acercaba a la habitación a pasos rápidos.
Abrió la puerta de golpe y se encontró con lo más sorprendente que había visto en su vida. Realmente casi se cae de lado por todo lo que estaba sintiendo. Su amiga estaba literalmente encima de otra alfa, montándola. Literalmente.
Jennie estaba encima de una azabache a la cual Rosé desconocía. Tenía todo su miembro dentro de ella, sudando copiosamente, con ambas manos impulsándose desde los muslos de la otra para montarla. La azabache le estaba masturbando su polla mientras ambas gemían, el sonido de su respiración entrecortada llenaba la habitación, junto con el aroma embriagador de las feromonas.
Rosé sintió que su corazón se aceleraba aún más, su mente tratando de procesar lo que estaba viendo. Las feromonas en el aire eran casi insoportables, una mezcla embriagadora de los olores de Jennie y la desconocida alfa azabache. Rosé tuvo que hacer un esfuerzo consciente para no dejarse llevar por la intensa atracción que esos olores generaban en ella.
Se vio muy afectada por las feromonas de esas dos. Dejó las cosas a un lado y se acercó a ellas. Jennie abrió los ojos, pero todo lo que pudo salir de su boca fueron más gemidos. La alfa misteriosa también se dio cuenta de su presencia. Pero ninguna dijo nada. Parecía que la otra alfa también estaba en celo, y Rosé pudo notar un cambio significativo en su olor al verla. La azabache estaba reaccionando a su dulce olor a algodón de azúcar.
Rosé fue allí a ayudar a su amiga y eso hizo. Se acercó, quitó la mano de la azabache de la polla de Jennie y la sustituyó por nada más que su boca. No lo podía creer, pero no pasó mucho tiempo hasta que la barrera de la duda por ayudar a su amiga se desvaneció. La polla de Jennie palpitaba y Rosé lo sentía mientras empezaba a chuparla. Nunca había visto la polla de la alfa, ni siquiera por asomo, y ahora la estaba mamando.
Rosé estaba recostada, con el puño en la base, tratando de acaparar la mayor cantidad posible de su tamaño, mientras ella seguía gimiendo y montando a la otra alfa. De espaldas a la azabache, Jennie se perdía en el placer, su cuerpo temblando por las sensaciones intensas que la envolvían.
Primero que nada, esa alfa estaba muy cerca y las feromonas de Rosé le afectaban aún más. La sobreestimulación que estaba experimentando la llevaron rápidamente al precipicio. Su nudo se hinchó en el puño de la omega y sus movimientos se detuvieron un momento antes de que gritara. Gritó porque la otra alfa se estaba corriendo dentro de su culo también mientras ella empezaba a soltar los primeros hilos de semen en la boca de la omega.
Rosé, sorprendida por la intensidad del momento, sintió el nudo de Jennie expandirse en su mano, el calor y la dureza aumentaban mientras la alfa temblaba con la fuerza del orgasmo. La azabache debajo de Jennie también gemía con fuerza, su cuerpo sacudido por el clímax mientras liberaba su carga dentro de la alfa.
La sensación de la polla de Jennie hinchándose y pulsando en su boca era abrumadora. Rosé hizo un esfuerzo por mantenerse concentrada, aceptando cada gota de semen que Jennie liberaba, sintiendo cómo su amiga se descargaba con una necesidad desesperada. Los gemidos y gritos de ambas alfas resonaban en la habitación, creando una atmósfera cargada de deseo y liberación.
Jennie, con el cuerpo tenso y tembloroso, seguía descargando en la boca de Rosé, cada espasmo de su miembro, enviando oleadas de semen caliente. Rosé, aunque abrumada por la situación, se dedicó a recibir y tragar cada gota, queriendo ofrecer el mayor alivio posible a su amiga.
La azabache, aún montada por Jennie, continuó moviéndose ligeramente, sus gemidos y suspiros llenando el aire mientras ambas alfas alcanzaban el pico del placer.
Finalmente, los gemidos y gritos comenzaron a disminuir, dando paso a una respiración pesada y entrecortada. Rosé, con la boca aún ocupada, sintió cómo la tensión en el cuerpo de Jennie comenzaba a relajarse, sus músculos aflojándose mientras el clímax se desvanecía lentamente.
Rosé se apartó lentamente, limpiando los últimos restos de semen de sus labios. Observó a Jennie, cuya expresión había cambiado de desesperación a un alivio visible. La azabache debajo de ella también parecía exhausta pero satisfecha, con una mirada de comprensión y gratitud dirigida a Rosé.
"Gracias", murmuró Jennie, su voz débil, pero llena de agradecimiento.
La omega se quitó un momento, mientras saboreaba el semen de su amiga y lo tragaba. Jennie estaba de nuevo con los ojos cerrados y el torso apoyado hacia atrás contra la azabache. Esa alfa misteriosa abrió los ojos y miró a la omega.
"¿Tú eres Rosé, cierto?", preguntó jadeando.
"Sí", apenas dijo Rosé, su voz apenas un susurro.
Entonces, la azabache levantó como pudo el torso de Jennie y le sacó su miembro, recostándola suavemente en la cama. Jennie no estaba diciendo nada, parecía perdida en una neblina de alivio y agotamiento. Rosé, por su parte, estaba al borde del desmayo por la sobrecarga de olores y emociones que inundaban la habitación.
La azabache se tomó un momento para observar a Rosé, notando su evidente estado de sobrecarga. Con una mezcla de compasión y agotamiento, extendió una mano hacia Rosé, intentando ofrecerle algo de estabilidad en medio del caos.
"Ven aquí, siéntate un momento", le dijo la azabache con suavidad, guiándola hacia el borde de la cama.
Rosé, temblorosa, se dejó guiar, sintiendo cómo la adrenalina empezaba a disiparse y el agotamiento la alcanzaba. Se sentó junto a Jennie, tomando su mano y apretándola suavemente. La piel de Jennie aún estaba caliente, pero su respiración se había vuelto más estable, más tranquila.
"Soy JiSoo, soy la vecina de Jennie", dijo la azabache, presentándose finalmente. "Me llamó porque estaba muy mal y vine de inmediato".
Rosé asintió, tratando de procesar toda la información. JiSoo la observó con una mezcla de curiosidad y admiración.
"Hiciste un gran trabajo, Rosé. Jennie necesitaba esto, necesitaba tu ayuda", continuó JiSoo, su voz suave y reconfortante.
"Gracias por estar aquí también", respondió Rosé, su voz apenas audible.
JiSoo asintió, esbozando una pequeña sonrisa. Sabía que habían pasado por una experiencia intensa y que esto cambiaría sus relaciones, pero por ahora, lo más importante era que Jennie estaba a salvo y aliviada.
Rosé miró a JiSoo, sus ojos encontrando un reflejo de comprensión y gratitud en los de la otra alfa.
"¿Puedo hacer una pregunta?", dijo Rosé, su voz temblorosa pero curiosa.
"Lo sé, lo sé", respondió JiSoo, anticipándose a la pregunta. "Jennie me pidió esto. Cuando llegué, ella estaba sudando frío en la cama, tenía bastante fiebre y estaba casi gritando de dolor. Me empujó, me la sacó y se subió encima, no pude hacer nada para detenerla".
Rosé asimiló la información, sintiendo una mezcla de preocupación y alivio. Sabía lo difícil que eran los celos para los alfas, pero ver a Jennie en ese estado había sido más impactante de lo que esperaba.
"Gracias por estar aquí", dijo Rosé, su voz cargada de sinceridad. "No sé qué habría hecho sin tu ayuda, por un momento pensé lo peor".
JiSoo esbozó una sonrisa comprensiva.
"No te preocupes, Rosé. Todos necesitamos ayuda a veces. Y Jennie es una amiga, no podía dejarla sola en un momento así".
Rosé asintió, sintiendo una nueva conexión con JiSoo. A pesar de las circunstancias, había encontrado a alguien más dispuesto a cuidar de Jennie tanto como ella. La situación seguía siendo extraña y abrumadora, pero la presencia de JiSoo hacía que todo pareciera un poco más manejable.
"Vamos a asegurarnos de que Jennie esté bien", continuó JiSoo, mirando a la alfa exhausta y adormilada en la cama. "Necesitará estimulación de nuevo pronto".
Rosé asintió de nuevo, con una determinación renovada. Se inclinó sobre Jennie, acariciando suavemente su cabello húmedo por el sudor. Jennie abrió los ojos ligeramente, mirándola con una expresión de alivio y gratitud.
"Rosie...", susurró Jennie, su voz débil, pero llena de emoción.
"Estoy aquí, Jennie. No te preocupes", respondió Rosé, con una sonrisa tranquilizadora. "Vamos a cuidarte".
JiSoo observó la interacción con una sonrisa suave, apreciando el vínculo entre las dos amigas. Había algo especial en la forma en que se cuidaban mutuamente, una lealtad y un amor que iban más allá de las palabras.
"Deberíamos mantenerla hidratada y fresca", sugirió JiSoo, levantándose para buscar una toalla húmeda y una botella de agua que estaban a un lado. Esto la ayudará a recuperarse más rápido.
Rosé asintió, agradecida por el pragmatismo de JiSoo. Juntas, comenzaron a atender a Jennie, limpiándola y asegurándose de que bebiera suficiente agua.
Las tres se quedaron en silencio por un tiempo, concentradas en la recuperación de Jennie. Rosé y JiSoo, ahora unidas por la experiencia compartida, encontraron consuelo en la presencia de la otra.
Luego de unos minutos, Jennie comenzó a respirar más regularmente, su fiebre disminuyendo lentamente. Rosé se sentó a su lado, sosteniendo su mano, mientras JiSoo se acomodaba en una silla cercana, vigilando atentamente. Sabían que la recuperación sería gradual, pero con su apoyo, Jennie no tendría que enfrentar nada sola.
Rosé la miró fijamente.
"¿Por qué tu olor es tan fuerte si no estás en celo?", preguntó a la alfa azabache.
"Es normal, además el calor de Jennie también me afecta", respondió JiSoo, encogiéndose de hombros.
Rosé entendió de inmediato y se volvió hacia Jennie. Puso su mano en la frente de su amiga y notó que el calor volvía a subir.
Rosé observó cómo la polla de Jennie se endurecía de nuevo.
"Se está poniendo dura de nuevo", dijo Rosé, su voz temblorosa.
"¿Puedes hacer algo por ella?", preguntó JiSoo, su tono serio. "Quiero decir, puedo ofrecerme, pero lo ideal es que se aparee con una omega".
"He venido específicamente para eso", respondió Rosé con determinación, aunque su corazón latía con fuerza.
"Entonces, manos a la obra. Yo estaré al tanto de las dos, que no les pase na...".
JiSoo fue interrumpida por un gemido de Jennie. Esta levantó su torso de golpe y agarró a Rosé por el cuello, haciéndola jadear. Sin previo aviso, comenzó a besarla bruscamente, atacando su cuello y su boca, dejándola sin aliento.
Rosé se aferró a los hombros de Jennie, intentando mantener el equilibrio mientras la intensidad del beso la hacía perderse en una neblina de deseo y confusión. Podía sentir la urgencia y la necesidad en cada movimiento de Jennie, su cuerpo temblando con la fiebre del celo.
"Jen... despacio", murmuró Rosé entre jadeos, tratando de calmar a su amiga.
Pero Jennie no podía detenerse. La necesidad era demasiado fuerte, su instinto alfa tomando el control. Sus manos se movieron rápidamente, explorando el cuerpo de Rosé con una mezcla de desesperación y deseo.
Desesperación que nacía de los sentimientos y de otras reacciones químicas pasando en su cuerpo.
JiSoo, observando la escena, se acercó y colocó una mano en el hombro de Jennie, tratando de darle un ancla de realidad.
"Jennie, calma. Rosé está aquí para ayudarte, pero debes ser más suave", dijo JiSoo con firmeza, su voz baja y tranquilizadora.
Pero Jennie no cedió y comenzó a quitar la falda de la omega con brusquedad, sus movimientos llenos de una urgencia incontrolable. Parecía descolocada, algo muy diferente de cómo era minutos atrás. Rosé sintió la tela deslizarse por sus piernas, el frío del aire chocando contra su piel desnuda.
La alfa estaba fuera de sí, sus ojos brillando con una intensidad feroz. Rosé intentó mantener la calma, recordándose que estaba allí para ayudar a su amiga, aunque la situación la abrumara. Sentía las feromonas de Jennie invadiendo el aire, mezclándose con las suyas propias, creando un ambiente casi inhabitable.
JiSoo miraba muy de cerca y estaba al tanto de que la alfa no llegara a hacerle daño a la omega mientras Jennie la sometía. Porque la sometió.
Y ninguna de ellas parecía quejarse por ello.
Le quitó la blusa de un tirón, desabrochando el sostén con una brusquedad feroz. Rosé apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Jennie la empujara hacia la cama, tirándola con una fuerza animal. Las bragas de Rosé no duraron mucho tiempo en su lugar; Jennie las arrancó de un tirón, dejándola completamente expuesta.
Al quedarse así, totalmente descubierta, no pudo evitar que su sangre hirviera. No solo por lo hermosa y sensual que se veía la alfa sometiéndola, sino también por la promesa de por fin tenerla como algunas veces la imaginó.
Y tal vez su nudo...
Pero Jennie no le dejó pensar mucho tiempo ni admirarla tampoco.
Con una mirada de pura necesidad en sus ojos, se metió de un solo golpe dentro de Rosé, gruñendo como un animal salvaje. Rosé arqueó la espalda y soltó un gemido, la intensidad de la penetración la tomó por sorpresa, pero no había dolor, solo una sensación de plenitud y calor que la envolvía.
Por suerte, Rosé estaba tan mojada que la entrada de Jennie fue más suave de lo que podría haber sido. El aroma de Jennie y JiSoo la hacían sentir bien, la hacían dilatarse y liberar la lubricación necesaria.
Jennie, movida por una mezcla de instinto y necesidad, comenzó a moverse dentro de Rosé con fuerza, sus manos aferrándose a las caderas de la omega, asegurándose de que no se moviera. Cada empuje era profundo y rítmico, una danza primitiva que las conectaba a un nivel más allá de las palabras. Rosé sentía cada embestida como una ola de placer que se extendía por todo su cuerpo. Sus gemidos llenaban la habitación, mezclándose con los gruñidos de Jennie.
JiSoo, mientras observaba, no podía evitar sentir una mezcla de fascinación y deseo. Sabía que su papel era mantenerlas seguras, pero la visión de Jennie y Rosé tan entregadas la afectaba profundamente. Su propio cuerpo reaccionaba, pero se mantuvo firme, sabiendo que debía controlar sus impulsos.
Esas dos parecían una sola. La forma tan necesitada en la que gemía la omega debajo y la forma animal en la que gruñía la alfa, como si fuera suya.
A pesar de los instintos de Jennie, ella estaba pendiente a no hacerle daño a Rosé y era extraño que no fuera posesiva por haber otra alfa dentro del lugar, al contrario, eso le sumaba a su placer.
Aumentó el ritmo, sus movimientos volviéndose más desesperados y urgentes. Rosé podía sentir el nudo de Jennie hinchándose, preparándose para atarla a su amiga de una manera más íntima. La omega, en medio de su propio torbellino de sensaciones, se entregó completamente al momento, dejando que sus instintos tomaran el control.
"Jennie", gemía Rosé, su voz entrecortada. "No pares, por favor".
Rosé gemía y jadeaba, sus manos aferrándose a las sábanas mientras su cuerpo se entregaba completamente a las embestidas de Jennie. Sentía el calor y la fuerza de la alfa, y aunque todo era abrumador, también había una sensación de seguridad en saber que estaba ayudando a su amiga.
Ayudándola y sintiendo de todo en el proceso.
JiSoo, observando con atención, estaba lista para intervenir si era necesario, pero también reconocía la importancia de este momento. Sabía que Rosé estaba ahí por una razón, y que Jennie necesitaba esto más de lo que ninguna de ellas podía expresar con palabras.
"Nini, sigue así", murmuró Rosé, su voz entrecortada por los gemidos.
Ella respondió a las palabras de Rosé, aumentó la intensidad de sus movimientos, sus gemidos mezclándose con los de la omega. La habitación estaba llena del sonido de sus cuerpos chocando, de sus respiraciones pesadas y de los gruñidos de Jennie.
Porque, aunque Rosé estaba siendo machacada hasta el final, los gruñidos de la castaña sin duda se podrían escuchar afuera.
La alfa inclinó su cabeza y comenzó a besar el cuello de Rosé, sus labios moviéndose con una mezcla de pasión y necesidad. La omega cerró los ojos, dejándose llevar por la marea de sensaciones que la envolvían.
La noche continuó, y mientras Jennie y Rosé se movían al unísono, sus cuerpos encontrando un ritmo compartido, JiSoo se aseguró de que ambas estuvieran seguras.
Eso era todo.
Finalmente, cuando la intensidad llegó a su punto máximo, Jennie gruñó profundamente y se corrió dentro de Rosé, su cuerpo temblando con la liberación. Rosé sintió la calidez llenándola y dejó escapar un gemido de satisfacción, su propio clímax alcanzándola al mismo tiempo.
La alfa, a pesar de estar muy en calor, no había perdido totalmente la cordura. No se acercó al cuello de la omega y sacó algunos centímetros de su polla para no meterle su nudo.
Rosé se sintió un poco decepcionada ante ello, pero estaba distraída con todo el semen que estaba soltando Jennie dentro suyo.
Lo cual no era un problema realmente. Ella había salido preparada de su apartamento, sus supresores no le podían faltar si iba a ayudar a su amiga.
Pero no podía creerlo. ¿A qué punto había llegado? Su mejor amiga estaba corriéndose dentro de ella mientras otra alfa las miraba. La sensación era abrumadora, una mezcla de placer y shock que dejaba a Rosé sin aliento. Su mente intentaba procesar lo que estaba sucediendo, pero su cuerpo respondía instintivamente al torrente de sensaciones.
Jennie, con su respiración entrecortada y su cuerpo temblando, se mantenía sobre Rosé, sus ojos cerrados mientras se recuperaban de su orgasmo. La omega podía sentir cada pulsación, cada espasmo de la alfa, y aunque la intensidad la abrumaba, también había un consuelo extraño en saber que estaba ayudando a su amiga en su momento de mayor necesidad.
JiSoo, por su parte, no podía evitar estar al tanto de que Jennie no marcara a la omega. Observaba cada movimiento, cada gesto, asegurándose de que no cruzaran esa línea. No sabía qué tipo de relación tenían Jennie y Rosé más allá de la amistad, y un marcaje accidental podría cambiarlo todo. La preocupación por ellas se mezclaba con la propia lucha de JiSoo contra sus instintos. Ella también estaba dura, no podía evitarlo.
No solo por Jennie, la cual desprendía de por sí mucho calor, sino también el delicioso olor de la omega.
Jennie se desplomó sobre Rosé, sus respiraciones pesadas y sus cuerpos cubiertos de sudor. Rosé la abrazó con fuerza, acariciando su cabello y susurrándole palabras de consuelo. JiSoo se acercó, colocando una mano en la espalda de Jennie, ofreciendo su apoyo silencioso.
"Lo hiciste bien, Nini", susurró Rosé, besando la frente de la alfa. "Estamos aquí contigo".
A pesar de su autocontrol, JiSoo podía sentir su propia necesidad creciendo. Su cuerpo reaccionaba naturalmente a la situación, su polla pulsando con cada gemido de Jennie y Rosé. La alfa azabache respiraba profundamente, intentando mantener la calma y concentrarse en el bienestar de las amigas.
"Jennie, Rosé...", murmuró JiSoo, su voz ronca. "¿Están bien?".
Rosé, con esfuerzo, asintió ligeramente. Su cuerpo todavía temblaba por la intensidad del momento, pero sentía una paz extraña sabiendo que había ayudado a Jennie. La alfa, aun jadeando, levantó la cabeza y miró a JiSoo, sus ojos llenos de gratitud y agotamiento.
"Gracias, JiSoo", dijo Jennie, su voz apenas un susurro. "Por estar aquí".
JiSoo asintió, su mirada suave, pero firme.
Rosé, sintiendo el peso de Jennie sobre ella, comenzó a moverse lentamente, ayudando a la alfa a recostarse a su lado. La omega aún sentía el calor del cuerpo de Jennie dentro de ella, pero la urgencia del momento había pasado, dejando una calma extraña en su lugar.
En un momento, la alfa castaña, cuando su respiración se calmó lo suficiente para continuar hablando, miró a su mejor amiga que yacía a su lado.
"No puedo creer que realmente lo hemos hecho", dijo Jennie, su voz un susurro lleno de asombro.
Rosé la miró sonrojada, sintiendo una especie de shock en ese momento. Eran demasiadas cosas pasando.
"Estoy aquí para ti, alfa"
"¿Alfa?", preguntó Jennie sorprendida por la formalidad y la devoción en la voz de Rosé.
Rosé se limitó a mirarla, sus ojos llenos de emoción y entrega. Entonces, Jennie se acercó algo tímida.
Lo cual no era realmente natural en ella.
"Chicas, voy a salir. Si necesitan algo, no duden en llamar", dijo JiSoo, su voz suave y comprensiva.
El semblante de Jennie cambió a uno de preocupación en ese momento.
"No, quiero que te quedes".
"Jennie, yo...", JiSoo parecía incómoda y fuera de lugar. Pensaba que tal vez estaba interfiriendo en la rutina de Jennie con Rosé y no quería molestarlas a pesar de estar cuidándolas.
Jennie se incorporó y tomó a la otra alfa del brazo.
"Me gustó lo que hicimos".
"No pensé que fueras ese tipo de alfa", respondió JiSoo, sorprendida por la franqueza de Jennie.
Jennie le estaba coqueteando fuerte y en serio, sus hormonas y su calor volviendo rápidamente.
"Sé que tú también lo eres", dijo Jennie, su voz llena de deseo y certeza.
"¿Estás insinuando lo que creo que estás insinuando?", preguntó JiSoo, sintiendo cómo la temperatura de la habitación parecía subir varios grados.
Jennie fue mucho más allá, demasiado. Le tomó la polla a la otra alfa y la masturbó suavemente sin dejar de mirarla a los ojos.
"Es la primera vez que hago esto, pero me ha gustado", susurró Jennie, su voz ronca y cargada de deseo.
JiSoo gimió ante el toque, sus ojos cerrándose momentáneamente por la intensidad del placer. Rosé, al lado de Jennie, solo pudo observar con los ojos bien abiertos, algo sorprendida, pero también fascinada por la escena que se desarrollaba ante ella.
La habitación se llenó de una tensión eléctrica, una mezcla de deseo y curiosidad. JiSoo, aunque sorprendida por la audacia de Jennie, no se retiró. En cambio, dejó que la alfa explorara, sintiendo cómo el calor de su cuerpo se mezclaba con el de Jennie y Rosé.
Jennie, viendo la reacción de JiSoo, sonrió de manera pícara y aumentó el ritmo de sus movimientos. La respiración de JiSoo se volvió más pesada, y sus gemidos se hicieron más profundos. Rosé, sintiendo una oleada de deseo recorrer su cuerpo, no pudo evitar morderse el labio, su mirada fija en las dos alfas.
"Jennie...", gimió JiSoo, su voz cargada de necesidad.
"¿Sí?", respondió Jennie, sin dejar de mover su mano con habilidad.
"Esto es...", JiSoo no pudo terminar la frase, su cuerpo temblando ante el placer.
Rosé, sintiendo la urgencia en el aire, se acercó más a Jennie, sus manos acariciando suavemente el torso de la alfa castaña. Jennie, sintiendo el toque de Rosé, giró su cabeza y la besó profundamente, sus labios moviéndose con urgencia y pasión.
Al separarse del beso, Jennie se volvió hacia JiSoo con una mirada intensa y llena de deseo.
"Entonces, Soo... ¿Vas a dejar que te meta mi polla?".
Adaptación autorizada, créditos a su autora original ShakeXtar.
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