Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XXXVIII

Siempre pensó que los cuentos de hadas se hacían realidad.

Era consciente de lo ingenuo e irrazonable de sus propias creencias, sobre todo considerando su edad y lo madurez que está supuestamente conllevaba. No obstante, aún entonces, la esperanza de que su vida fuese una película romántica, persistía.

O por lo menos, solía hacerlo.

Lo cierto era que su primer corazón roto había tardado bastante en sanar. Pero a pesar de ello, logró convencerse de que aquello solamente había sido un error, una piedra en el camino que luego dejaría a sus espaldas. Dispuesto a entregar todo de sí nuevamente, mas para finalmente descubrir que esa piedra, esa diminuta, pero llamativa piedra, jamás había abandonado el sitio a sus pies en lo absoluto.

El amor quizá no era lo que una vez había pensado, sino lo que la vida había intentado inculcarle, a través de crudos rechazos y duros golpes, que San había ignorado para ser feliz. Porque si hacía la vista gorda, podía fingir que él realmente no había sido abandonado por las personas que más amaba en el mundo.

Recordaba con nitidez la mañana la que despertó sin su padre en casa, y también la mañana en la que despertó en un nuevo departamento, sin su madre. La sofocante sensación de vacío, el buscar desesperadamente alrededor por un indicio de que todo era una pesadilla, y la decepción al comprender que no lo era. Que estar despierto era igual de doloroso que estar dormido y que no existía una escape.

Aquella mañana de día sábado, se sintió... aún peor que sus anteriores experiencias.

Con el rostro enterrado en la almohada, exhaló hondo y permitió que su cuerpo se hundirá en el colchón, entre las sábanas se sentía cálido a pesar del invierno que helaba afuera, sobre todo con los ojos cerrados, ya que al menos así podía imaginarse lejos de esa ciudad.

Legos de todo lo que podría dañarlo.

Lejos de ti.

—¿San?

Mierda...

Rodó renuente mente sobre la cama para encarar al portador de dicha vos y tapándose con la sonrisa afable de Hongjoong, que se hallaba parado a pocos pasos de distancia. El silencio se alargó por segundos, hasta que el mayor se atrevió a preguntar lo que, aunque resultaba obvio, no dejaba de ser prioritario.

—¿Cómo te sientes?

San rodó los ojos, para no echarse a llorar.

Los sucesos de la noche anterior continuaban dispersos en su memoria, sin ser capaz de procesar correctamente que sí, habían sido reales y que sí, Wooyoung y él habían terminado.

Su pecho oprimido apenas le permitía respirar con regularidad y la esperanza de jamás despertar lo había acompañado durante toda la noche. Precio de gracias siempre que llueve escampa, y eventualmente, sale el Sol. Aunque, si debía ser honesto, aquel Sol no se sentía exactamente cálido.

—San —le llamó Hongjoong, envolviéndose en una expresión apesadumbrada, que reflejaba puramente su preocupación por el menor—. Lo que me dijiste anoche... ¿Estás seguro de ello?

Los recuerdos de lo sucedido tras su reciente beso, fluyeron con facilidad, e ignorando la vergüenza que le causaba lo impertinente de su propio comportamiento, adquirió una postura seria, incorporándose lentamente en la cama.

—Sí... —respiró hondo—. Lo estoy.

—No tienes que forzarte, ¿sabes? —dijo acuclillándose frente a él—. Es un tema delicado. Y sé que está sensible por lo que pasó con Wooyoung... Tal vez sería mejor olvidarlo y...

—Hyung, de verdad estoy seguro — lo interrumpió con cuidado, en un tono firme. Lo último que necesitaba era cuestionarse a sí mismo y echarse para atrás. Cerrar ciclos era importante; difícil pero importante, sobre todo ese en específico.

Un poco dubitativo, dejó salir un suspiro resignado. —Bien. Sigue en pie entonces.

San asintió, relativamente aturdido todavía, tal vez por el sueño, o tal vez solamente era consecuencia del dolor abrumador que recorría su cuerpo. Albergar sentimientos por alguien era definitivamente inconveniente, por no decir mortal.

"Nosotros no fuimos diseñados para ser amados, ¿entienden?"

Lo entendía. Pero, de cierto modo, deseaba serlo.

Tomó prestado ropa de Hongjoong, para regresar a su departamento a buscar ropa limpia. El mayor parecía insanamente pendiente de cada movimiento del rubio, lo que no era una sorpresa más sí resultaba ser un tanto incómodo. Ser vigilado con un niño pequeño no mejoraba para nada sus ánimos.

Hongjoong condujo hasta su edificio y tras pedirle que la esperara en el auto, San se bajó del vehículo en dirección a su departamento. Giró la llave en la cerradura y cuando la puerta finalmente se abrió, el aroma a huevo frito inundó sus narices.

—¿Sanie? ¿Eres tú? —escuchó una voz femenina proveniente de la cocina.

Reconoció a Yuqi antes de cruzar el umbral, esbozando una sonrisa al ver a su hermana cocinando su desayuno aún en pijama. Desconectó su atención de la comida para encontrar su mirada con la suya y sonrío, deslumbrante y honestamente, como siempre lo hace alrededor de las personas en las que posaba su confianza. Sin embargo, toda emoción se desvaneció cuando tuvo mejor vista del rostro pálido de su hermano.

—San... ¿Qué pasó?

Partido al percibir la inusual consternación de Yuqi, la cual, en aquellas circunstancias, no podía comprender, puesto que no le había dado motivos para que siguiera lo considerara. Yuqi, no obstante, notando su confusión, le señaló con su dedo índice.

—Tus ojos... están hinchados, San —. Oh. Cierto. Desventajas de ser un llorón—. Demasiado hinchados... Estoy sorprendida de que siquiera puedas ver.

—No está tan mal —dijo en un intento de suavizar las cosas. Yuqi bufó.

—¿No? Dios, San... Vamos. Siéntate a comer, tal vez un estómago contento te pondrá mejor y...

—No puedo.

Su hermana frunció el ceño. —¿Cómo que no puedes?

—Sólo vine a cambiarme de ropa —Yuqi inspeccionó su atuendo pronto lo dijo—. Además ya desayuné.

La mirada inquisitiva se transformó en una de pesadumbre en cuestión de segundos, cuando no necesitó palabras para comprender lo que su ausencia aquella noche significaba. —¿Estabas con ese chico? ¿Wooyoung?

San no recordaba haberlo mencionado antes, pero bueno, con lo embobado que estaba, no habría sido extraño que su nombre hubiera abandonado su boca unas cuantas veces.

—No... — respondió sin más, puesto que aunque su hermana había estado parcialmente en lo correcto, no deseaba relatarles su noche con lujo de detalle—. Estaba con un amigo.

Yuqi le comento al respecto a pesar de su expresión sospechosa y con un asentimiento de cabeza le permitió tácitamente ir a cambiarte a su cuarto. San no tardó en adentrarse en su dormitorio, enchufando su teléfono para cargarlo antes de dirigirse a su armario.

Su atención fue cautivada inmediatamente por la playera con la frase WOT IN TARNATION escrita en la parte delantera y el nudo su garganta rápidamente surgió.

¿Por qué no la había regresado? Se reprendió a sí mismo, puesto que tener cosas que le recordaban a Wooyoung sólo lo empeoraba. Los rompimientos ya de por sí eran difíciles, ¿cómo se suponía que superaría al pelinegro sí estaba grabado por todas partes?

Tonto, Choi San... Si no lo superaste en cinco años, ¿cómo lo superarás en una noche?

Tras vestirse y llevarse consigo su teléfono, el cual por cierto no tenía llamadas o mensajes de Wooyoung.... no era como si los espera de todas formas, se despidió informándole a Yuqi a dónde iría y marchándose rápido, para no tener que oír lo que fuese que quiso decir su hermana antes su explicación.

El automóvil de Hongjoong lo esperaba fuera y con San en el asiento de copiloto, partieron en dirección a aquel lugar que no había visitado desde hacía tanto tiempo. El camino, pese a ser relativamente largo, aquel día se sintió como un breve instante.

—¿Estarás bien tú solo? —preguntó Hongjoong. San asintió, con la mirada enfocada en lo que sea que se alzaba al otro lado de su ventana.

Un sentimiento amargo que le apretaba el corazón y oprimida su pecho, lo albergó. Un sentimiento del que necesitaba desprenderse, tal como lo había hecho su madre y su hermana.

Decir adiós jamás había sido sencillo.

Pero era el momento.

[ • • • ]

Yuqi no era buena expresando emociones.

Esa era una de las principales razones por las cuales iba al psicólogo. Sus sucesiones ayudaban bastante, a lo que consideraba un trauma del pasado.

San, por el contrario, era transparente.

Era fácil notar cuando estaba feliz o triste, de buen o mal humor. Honestamente estaba feliz por el hecho de que su hermano no debía enfrentarse a los mismos problemas a los que ella tuvo que enfrentarse por el abandono de su padre, pues aunque Yuqi le había perdonado, ese estúpido trauma difícil de revocar seguía ahí.

Le había costado varias relaciones interpersonales. Su primer novio duro menos de un mes, por el irracional temor de que si le demostraba lo mucho que lo quería, el chico la dejaría de inmediato. Al final él fue quien la terminó por sentirla muy indiferente.

Le costaba confiar en las personas, y por mucho tiempo deseó ser como San, quien parecía amar sin complicaciones y con completa libertad. Como si no temiera.

Pero nunca había sido de esa forma, ¿no?

No importaba cuán transparente fuese, porque estaba igual de asustado. Igual de asustado de encontrar una persona y amarla, para después ser dejado de lado por alguien más. Su padre lo había hecho, ¿qué le garantizaba que no se repetiría?

Conocía lo suficiente a San como para saber que le era imposible empezar una relación, darse una oportunidad. Y que si lo hacía, procuraría inconscientemente buscar un defecto, un problema, para terminarla.

La vez que se había decidido declararse a un chico en la secundaria fue igual, pues lo había hecho exclusivamente porque sabía que no importaba su confesión, lo rechazarían. No lo habría hecho si no hubiera sabido de antemano que el susodicho quería alguien más. San no habría corrido ese riesgo, ni antes ni ahora.

Pero por algún motivo, había tenido la esperanza de que con Wooyoung fuese diferente.

De que con él sus temores por fin no saldrían a flote, de que el miedo por ser reemplazados no le permitiría a cometer errores que al fin y al cabo, solamente terminaban por herirlo y dañarse a sí mismo.

Aparentemente se había equivocado. Ya que a pesar de todo, San continuaba siendo transparente.

Y su corazón roto había sido perceptible en sus ojos, sobre todo considerando lo pobre que había sido en su intento de ocultarlo.

Luego de terminar su desayuno, se instaló en la pequeña mesa de la cocina y desparramó sus libros y cuadernos en la superficie. El lunes tenía examen, y Dios, no mentía cuando decía que no entendía nada. Quizá había sido su culpa por pasar su tiempo libre leyendo fanfics en lugar de estudiar, pero se rehusaba a admitirlo en voz alta.

Apenas consiguió abrir el libro cuando el timbre resonó en el departamento. Yuqi volvió a cerrar el libro, convencida de que era el universo el que no la dejaba aprender, y se levantó de su sitio para atender la puerta.

Probablemente a San se le había olvidado algo, siempre era así. Con los ojos en blanco, giró la perilla y puso una mano en su cintura.

—Buen, ¿qué se te olvi...? Oh —se interrumpió, irguiendose al ver una cara desconocida enfrente. —Disculpe... Creí que... ¿qué se le ofrece?

El pelinegro miro a Yuqi con desconcierto, como si su presencia estuviese fuera de los límites de su comprensión. —¿Está San en casa?

—No. Acaba de salir. ¿Eres un amigo de San?

—Mh... Algo así — respondió, esbozando una sonrisa incómoda. Yuqi estuvo a punto de decirle que podía venir más tarde, que ya regresaría luego, cuando el recuerdo de San desconsolado cruzó por su cabeza, y un pensamiento difícil de ignorar afloró.

—¿Eres Wooyoung?

La sorpresa en el rostro del pelinegro fue su respuesta.

No era su intención meterse en discusiones ajenas, menos cuando era consciente de lo reservado que era su hermano en cuanto a sus amistades o sus intereses. Sin embargo, no puede evitar que le aplicará la curiosidad por la única persona que había estado tan cerca de ocupar un lugar en el corazón sellado de San.

Preguntándose casi inconscientemente qué habría sucedido entre ambos para que San lo apartara igual que al resto.

—Quería... sólo quería hablar con él. Explicarle ciertas cosas que se salieron de control —exhaló el pelinegro cabizbajo, jugando con el borde de su chaqueta antes de alzar la mirada y esbozar una efímera sonrisa—. Tal vez sólo... debería regresar luego.

Probablemente sería lo mejor, razonó Yuqi, reconociendo que lo correcto habría sido dejar al chico marcharse y no entrometerse cuando sabía que no debía hacerlo. Ella desconocía la situación y asumir que podría manejarla era ingenuo.

Más conocía a su hermano, y conocía lo defensivo que podía llegar a ser en ciertas circunstancias. Por lo que, aún dubitativa sobre si esto era lo que realmente solucionaría las cosas, decidió arriesgarse.

Si San se entera de esto me va a matar...

—Si quieres verlo ahora — dijo! con los nervios a flor de piel. Notó el sutil cambio en los ojos del pelinegro y se permitió creer que no estaba cometiendo una equivocación al confiar en él, al menos no del todo. —Te puedo decir dónde está...

Wooyoung la observó expectante, antes de dejar que las palabras retenidas huyeran de sus labios. —Por favor...

Sí, probablemente su hermano iba a matarla por no cerrar la boca.

Pero era inútil fingir que huír del pelinegro le haría, de cierto modo, mejor que el encararlo. Así que sí, San querría asesinarla luego, más valía la pena correr el riesgo si con ello era capaz de ayudarlo avanzar, de ayudarle a ver lo que el abandono de su padre le impidió ver.

¿Acaso no lo entiendes todavía, Choi San?

Lo cierto era que, a Yuqi le había costado entenderlo.

Vida no se trata de huír por miedo, o de aislar al resto para protegerte. No se trata de esperar ser amado.

Si no de amar.

Con toda la vulnerabilidad que aquello conllevaba.

El dolor y los corazones rotos.

Las penas y los desamores.

Mas también la libertad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro