━━ 𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄
𝕻𝖆𝖗𝖎𝖘, 𝕱𝖗𝖆𝖓𝖈𝖎𝖆
10 𝔞ñ𝔬𝔰 𝖆𝖙𝖗𝖆𝖘
— ¿¡Dónde estás, pequeña basurilla!? — Se había escondido en un bote de basura para no sufrir otro golpe a manos de su padrastro. Rose ya tenía suficientes marcas en el cuerpo como para dejarse atrapar por ese tipo. Su madre se casó con ese sucio porque tenía una carrera artística en ascenso, pero cuando las cosas dejaron de funcionar, este se sumió en sustancias y alcohol que solo aceleraron la muerte de su madre a manos de una enfermedad.
Después de siete años tolerando a una niña que no era suya, Frederick parecía haber llegado a su límite. De alguna manera eso lograba aliviarla, pero no quería morir en absoluto. Debía encontrar la manera de escapar de las manos de ese tipo, por eso aprendió a esconderse de hombres como Frederick. Escuchó sus pisadas cerca de su escondite y contuvo la respiración, no iba a morir esa noche, ella deseaba vivir.
— ¿Tienes idea de lo mucho que tu madre y tú han arruinado mi vida? — El corazón le latía con tanta fuerza que, cuando la botella de cerveza se estrelló en la pared a su lado, tembló un poco. — ¿¡Qué se te ha perdido, tonto!?
— Los mortales cada vez son más molestos, qué lástima me da no poder cortar cabezas como antaño.
— ¿Qué has dicho, i-idiota? ¡Ya verás lo que...! — Rose no pudo evitar golpearse cuando el cuerpo de Frederick tumbó el basurero donde la pequeña se escondía. Al levantar la vista, el hombre más hermoso que hubiera existido nunca, se encontraba mirándola con mucha atención.
Castaño, ojos rojos y unas enormes alas blancas adornando tras su espalda. ¿Quién era ese tipo? A un lado del hombre, el cuerpo inerte de su padrastro se encontraba frío; instantáneamente se apartó del cadáver, intentando no temblar ante aquel extraño. Con su corta edad, muchas cosas extrañas le habían sucedido, así que debía asegurarse de... no estar soñando.
— ¿Tú eres... un ángel?
— ¿Crees que soy un ángel? — Sus ojos carmesí se oscurecieron ante la sonrisa que adornó sus labios. — No hay nada más erróneo en esa frase, niña.
— Los ángeles tienen alas y tú tienes unas en la espalda ahora mismo —el hombre suelta una risita antes de sacar un cigarrillo de su bolsillo. ¿Había dicho algo gracioso? — Además, los ángeles vienen a salvarnos, ¿no?
— Un ángel jamás salvará a nadie, en cambio, un demonio lo hará a cambio de algo. — Pronuncia, inhalando de su cigarrillo —. Ese hombre de ahí, ¿era tu padre?
— Mamá se casó con él, nunca supo quién era mi padre —arrugó el ceño al oler el aroma del cigarrillo, podía tener siete años, pero jamás entendería la manía de fumar en los adultos. — Últimamente, bebía demasiado y creo que iba a hacerme daño esta noche.
— No tuve que hacer mucho, su corazón habría hecho su trabajo sin mi ayuda en cualquier momento. Soy Eros, por cierto. — tira el cigarro al suelo y le ofrece la mano.
— Rosalie, pero todos me dicen, Rose. — Aprieta su mano sin un atisbo de miedo, cosa que llamó la atención de Eros...
— Vamos, no tengo toda la noche.
— ¿Dónde?
— A un lugar mejor que este, ¿O quieres quedarte con ese tipo? — Rose negó rápidamente. — Entonces, vamos. Mi esposa me asesinaría si dejó abandonada a una niña en medio de París.
[...]
𝖙𝖎𝖊𝖒𝖕𝖔 𝖆𝖈𝖙𝖚𝖆𝖑
𝖓𝖚𝖊𝖛𝖆 𝖞𝖔𝖗𝖐, 𝖚𝖘𝖆
— Sigo pensando que Eros está loco. —Suspira hondo antes de encontrar el camino a la colina mestiza. Desde que los titanes iniciaron una guerra contra los dioses, la situación en todos los rincones del país se había vuelto bastante grave. Incluso los hijos de dioses menores estaban siendo reclutados o asesinados, por eso Eros le había pedido visitar el campamento para lograr que la cabaña 5 se uniera en la batalla.
Con todo el caos presentándose, nadie pondría demasiada atención en su llegada, o eso quería realmente. Lo común en la llegada de un nuevo campista era ser "rescatado" por un sátiro protector y ser llevado al campamento, esperando ser reconocido por su padre o madre divino, pero todo eso no aplicaba en ella, ya que tenía bastante claro su ascendencia divina. No tuvo que caminar demasiado cuando unos campistas la detuvieron a escasos metros de la entrada, sí que estaban siendo precavidos.
— ¿Quién eres? — dijo un chico apuntando con su arco. Rose miró al grupo con cierto aburrimiento. ¿Se supone que debía estar asustada? Como fuese el caso, no tenía ganas de entrar en batalla todavía.
— Rosalie Dixon. Semidiosa.
— ¡Sherman baja eso! — dice una chica apartando el arco de su compañero, rose cruza los brazos mirando al grupo de chicos con el ceño fruncido. — Es una de nosotros.
— ¿Y cómo sabemos eso? Podría ser un espía de Luke.
— Si fuese un espía, no habría caminado hasta aquí sola para ser apuntada con armas por un montón de niños. No tengo tiempo, la batalla ha comenzado y debo hablar con su líder.
— Buena suerte, Silena ya lo intentó.
Solo un hijo de Ares podía vencer al Drakón y por lo mismo debía encontrar la manera de que llegaran al campo de batalla. En su camino hasta la cabaña cinco, la castaña se encontró con la líder de la cabaña de Afrodita, Silena. Era hermosa como la mayoría de las hijas de la diosa, solo esperaba que fuese más razonable que el resto de sus hermanas. La pelinegra posó la mirada sobre Rose casi al instante en que escuchó el sonido de pisadas acercándose y solo entonces la hija de Eros fue capaz de ver los sentimientos más profundos de Silena: decepción, miedo, ira... y sobre todo, culpa.
La mayoría de las veces detestaba tener una habilidad tan... íntima. Ver los verdaderos sentimientos de la gente con respecto al amor y obligarlos a confesarlos no era nada divertido, pero usualmente le ayudaba para avanzar en su camino, obtener información y lograr una misión con éxito. Silena pareció percatarse de su habilidad porque apartó la mirada mientras sus lágrimas caían por sus mejillas.
— Tú eres Silena, la líder de la cabaña diez, ¿cierto?
— Y tú debes ser... su hija, ¿no? La hija del amor.
— Eres más inteligente que el resto de tus hermanas, supongo. Pero eso no es lo importante ahora mismo, debo llevar a la cabaña cinco a la batalla. — Los dioses no podían interferir directamente en las misiones de sus hijos o interferir con el futuro, por eso mismo utilizaban a los héroes para hacer el trabajo y Rosalie haría exactamente lo mismo — Un hijo de Ares debe matar al drakón ¿Lo sabes, verdad?
— Lo sé. Intente razonar con Clarisse pero... se negó... es tan terca y... sino aparecen muchos morirán.
— Tal vez ella no quiera unirse pero esos chicos de atrás seguirían a quién sea a la batalla — Silena pareció captar la idea tras sus palabras porque limpió sus lagrimas — ¿No estas de acuerdo?
— Tienes una lengua hábil, tal como los rumores dicen.
— Es una habilidad que no solicité, pero viene con los dones, tú entiendes. Supongo que por eso Luke decidió fijarse en ti y pedirte todos esos favores. Tu lengua es tan hábil como la mía, pero no tan hábil como la suya.
— Luke prometió que mantendría a salvo a Charlie, que nada le pasaría... él me manipuló. Yo no quería seguir ayudándolo, pero me chantajeó, ahora no tengo nada por su culpa. — Aprieta los puños — Charlie murió por mi culpa.
— Puede sonar irónico, pero aunque no sé mucho sobre el amor, sé que él no te culpa por eso. Sin embargo, solo una persona es capaz de resarcir sus propios pecados. Los actos heroicos a menudo necesitan un acto de amor para brillar.
— ¿Puedes hacerme un favor?
— ¿Qué necesitas?
— Que distraigas a una buena amiga mía en lo que robo su armadura. — Rose, sonrió sabiendo que hizo más que solo completar una misión.
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