━━ 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟏
━━ 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟏 ━━
ᴇɴᴇᴍɪɢᴏꜱ ɪɴᴛɪᴍᴏꜱ
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Tras una dura y tormentosa batalla, los doce dioses principales, junto al propio Hades, se encontraban presentes para juzgar a los rebeldes y otorgar premios a los héroes que lucharon por el Olimpo. Rosalie miraba todo aquello totalmente innecesario y tedioso, ella no podía juzgar a los que habían decidido unirse al bando de los titanes, ya que los dioses habían ignorado el descontento del resto por siglos y su "traición" solo era una consecuencia de su desinterés. Las cosas no habrían escalado tanto si tan solo hubieran decidido escuchar y dejar su ego a un lado.
Percy Jackson había rechazado la inmortalidad que Zeus le ofrecía en recompensa por sus acciones, la hija de Eros dejó salir una sonrisa... el rostro del dios más poderoso no tenía precio alguno, pero no le quedó más que aceptar la decisión del hijo de su hermano. Cuando todos habían obtenido recompensas fue el turno de la castaña, suspiró hondo, sabía que en cuestión de segundos una tormenta iba a desatarse.
— ¡Rosie, es hora cielo! — Afrodita, sí que sabía ser discreta, los dioses parecían poco pacientes con ella para ese punto.
— Rosalie Dixon, Ares dice que lograste llevar a la cabaña cinco a la batalla.
— Fue la hija de Afrodita quien debe llevarse el crédito, señor. Ella tomo la decisión de robar la armadura de la líder de la cabaña de cinco y gracias a eso, fue que sus hijos ayudaron a derrotar al drakón. Yo no puedo llevarme tal crédito, aunque me honran las palabras del señor Ares — Silena había decidido sacrificarse para salvar a todos, no podía quitarle eso.
— ¿Entonces dices que Ares esta mal por lo que dijo sobre ti?
— Me honra mucho que el señor Ares me tenga en pensamiento, pero yo solo hable con la señorita Beuregard fue ella quien tomo la decisión final de salvar a todos con sus acciones. Lo justo es que la hija de lady Afrodita sea quien obtenga tal honor.
— Todas las acciones incluso las pequeñas merecen reconocimiento, señorita Dixon — dice Apolo con un guiño.
— Apolo tiene razón, incluso si tus acciones fueron pequeñas gracias a eso el Olimpo ha sido salvado y por ello mereces una recompensa. — dice Afrodita con una gran sonrisa.
— Pareces muy alegre Afrodita ¿Acaso conoces a esta chica de otro lado?
— Oh bueno, algo así — Rose suspiró por lo bajo, su abuela no podía ser menos indiscreta. Pero en fin, no podía mantenerse secreto para siempre los lazos que la unían a la diosa del amor. — Es mi adorable nieta.
— ¿Nieta? Ya entiendo la belleza que desprende esta adorable chica — Apolo sonríe con emoción y coqueteo. Rose quiso reír en ese momento. El dios, sí que era atractivo, pero ni en sueños más lejanos saldría con un tipo tan narcisista; además, en cuanto supiera su ascendencia, ese coqueteo iba a esfumarse. — Entonces, debiste heredar la belleza de una de sus hijas.
— Creo que alguien está confundido, ahora mismo — Ares parece a punto de explotar en risas, el salón entero se encontraba igual de confundido que Apolo, en ese momento una sombra emergió y terminó de materializarse en la sala de tronos. Un silencio sepulcral inundó todo y los dioses miraron atentamente a Eros, que se posicionó a un lado de Rosalie.
— Eros, no has sido convocado a esta asamblea. — Zeus bebe de su copa de vino con una expresión fría dirigida al dios del amor.
— Resolvía unas cosas cuando supe de una noticia muy interesante, los dioses estaban a punto de recompensar las acciones de mi querida hija adoptiva — El aplauso de Afrodita resonó por toda la sala que ya se encontraba en un mar de tensión gracias a las palabras de Eros — Debo decir que me agrada escuchar que las acciones de mi pequeña serán recompensadas adecuadamente.
— Gracias por hacer esto menos incomodo — susurro con ironía, Eros no sabía dejar su cabeza fuera cuando más lo necesitaba. Como era de esperar los dioses tenían miradas frías y mortíferas dirigidas a ellos dos, en especial provenientes del que hasta hacia un momento se encontraba coqueteándole activamente.
— Rosalie fue adoptada por Eros hace unos cuantos años y cuando escucho de la batalla decidió ayudar al Olimpo como una prueba de su lealtad. Es tan adorable y leal — Afrodita sonríe — Ya que Rose hizo actos heroicos debería recibir un premio al nivel de sus acciones, como una tarde completa en el spa y una recompensa monetaria.
— Eros mantuvo a esta chica en secreto ¿Por qué deberíamos confiar en eso y además recompensarle? — Apolo era el típico dios que se comportaba como un niño cuando estaba frente a su enemigo declarado, era ridículo e infantil.
— Como podría haber reconocido a mi hija adoptiva sino se encontraba en un peligro inminente o si.. ahora que lo recuerdo, no existe una cabaña en mi honor en el campamento — Eros pasea por el salón hablando de forma irónica, algunos dioses se removieron incómodamente sobre sus tronos — Pero como sea, no busco una pelea sino que mi hija sea recompensada adecuadamente y no penalizada por...viejas riñas.
— Bien, ha sido una guerra fastidiosa y no deberíamos seguir discutiendo. Pienso que si la hija de Eros ayudo al Olimpo con sus palabras, ella misma debería escoger una recompensa adecuada ¿Alguien esta en desacuerdo? — Agradeció al universo por las palabras de Atenea, una diosa sabia cuando se ameritaba. Nadie excepto Apolo, que seguía mirándola con odio fue capaz de negarse a las palabras de la diosa de la sabiduría y esta dirigió su mirada hacia Rose — Hija de Eros, dinos ¿Qué deseas recibir como recompensa?
— Cuando mi padre decidió darme su bendición se me entrego un arco de bronce celestial que cuide con sumo cariño, sin embargo, este se vio dañado cuando enfrentábamos a las fuerzas del titan por lo que mi pedido es que mi arco sea reparado por el señor Hefesto.
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— Me sorprende que no solicitaras algo más como recompensa, Rosalie.
— Mi intención era salir de aquella sala con todas mis extremidades en su lugar, además de que los dioses me odien, no es mi plan —responde bebiendo de su piña colada. Lo que estaba por venir era algo que le producía un enorme dolor de cabeza.
— No debes preocuparte demasiado, nadie será capaz de atreverse a tocarte un pelo por miedo a mis represalias. — La castaña hizo una mueca. Eros tenía un ego enorme si creía en sus palabras. — Deberías ir a divertirte un poco, la batalla suele ser agotadora.
— Sí, papá — Ambos ríen por lo bajo — Ve con Psique, ella debe estar esperándote.
— Ve con cuidado, Rose. Nos veremos después.
En realidad, tenía pocos ánimos para festejar esa noche, pero debía hacer un esfuerzo. La mayoría de los héroes se encontraban hablando con sus padres divinos, ella no conocía realmente a ninguno de los chicos y se preguntó qué se sentiría tener un amigo real con quien charlar. Rosalie desde pequeña fue bastante solitaria e introvertida, por lo que conservaba pocos amigos. ¿Dónde estaría Zagreo en aquel momento? Ya averiguaría eso, por lo mismo decidió vagar un poco por los jardines y descansar un rato cerca de una fuente dedicada a Zeus.
Cuando estaba por cerrar los ojos un rato, dos voces masculinas llamaron su atención y no podían ser otros dioses que Apolo y Dionisio. El dios del vino sostenía una copa de coca cola light y miraba a su hermano con gran diversión; el dios del sol parecía poco amigable.
— ¿Quién pensaría que Eros tuviera un haz tan bonito bajo la manga? — La voz de Dionisio era clara y sonora, su hermano Apolo parecía cada vez mas molesto. — Por poco, le pides matrimonio.
— Cierra la boca, Dionisio. — gruño Apolo.
Su hermano Dionisio, suelta una risita cargada de diversión y burlas por las que Apolo muy seguramente estaba por tirarle un puñetazo directo a la cara, debía admitir que la situación era divertida, pero no quería mayor conflicto con el dios del sol por el momento. Se puso de pie y caminó de regreso a la fiesta donde se encontraban la mayoría de semidioses; sin embargo, una voz la detuvo a medio camino.
— ¿Te gusta espiar pequeña bestia? — Rodo los ojos antes de girar su vista y mirar directamente al rubio con mirada de babuino endemoniado, Dionisio parecía divertido. — ¿Eres sorda?
— ¿Espiar, dices? No sabía que estuviera prohibido pasear por los jardines tras una batalla. — Las cejas de Apolo se arrugaron en señal de molestia. Entrenar bajo la tutela de Eros tenía sus ventajas; Rosalie no demostraba miedo ante nadie y menos contra el "enemigo" natural de su padre. — Yo estaba en este jardín mucho antes que ustedes dos, así que si quieres señalar espías... deberías buscar en otro lado.
— Esto es un show digno de ver — Dionisio hace aparecer un trono dorado en medio del jardín y rellenar su copa con coca cola light.
— Tu lengua es demasiado hábil, tal vez debería cortarla. ¿No crees, pequeña bestia? — Apolo coloca sus manos contra el cuello de Rose, incluso con el dolor haciéndose presente. Sus ojos no se apartaron de los dorados que la miraban con enorme odio.
— Mucho cuidado, Apolo. No quieres otra flecha de amor y odio persiguiéndote, ¿O sí?
— Oh Oh — advierte Dionisio.
— Tú... ¿Cómo te atreves? — Había sido una apuesta muy arriesgada mencionar los eventos pasados, pero fue una buena idea, al menos eso creyó.
— ¡Apolo! — ¡Cuánto gusto le daba ver a su abuela de nuevo! Afrodita parecía molesta al ver la situación. La diosa del amor podía ser peligrosa una vez esta molesta, si no pregunten a Psique.— Quita esas manos del adorable cuello de mi nieta, recuerda que nadie puede dañarla sin consecuencias.
— Ten muy presente que haré tu vida muy miserable a partir de ahora — dijo con mirada fúrica. Rosalie dejó salir un suspiro hondo cuando Apolo y Dionisio regresaron a la fiesta principal.
— Eso fue intenso. ¿Qué le dijiste para ponerlo tan efusivo?
— Tal vez mencioné a Dafne, fue su culpa por hacerme enojar —. "Ten muy presente que haré tu vida miserable", dijo, sacudió la cabeza, no quería pensar en eso justo en ese instante. La diosa del amor abrió los ojos con una mirada llena de teorías amorosas dignas de un fanfic de Wattpad.
— No te pongas a crear escenarios que no existen, Dita.
— Y si se casan, sus hijos serán divinos, Rosie. — ¿Casarse con ese rubio psicópata? En sus peores pesadillas. Afrodita la acompañó de regreso a la fiesta y, aunque tuvo que tolerar las miradas de odio desde una esquina, al menos pudo descansar de la locura inicial. Ni con una flecha del mismo Eros haría que Rosalie se enamorara de un idiota como Apolo, nada.
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